Ernesché Rodríguez Asien
Profesor-Investigador
rodriguezasien@yahoo.es
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El 26 de septiembre de 2006 fue elegido como primer ministro de Japón Shinzo Abe,
de 52 años de edad, llegando al poder como presidente del Partido Liberal
Demócrata. Fue el primer jefe del gobierno nacido después de la Segunda Guerra
Mundial y el más joven de todo el período posbélico. Abe representaba una
generación ajena a las vivencias directas de la guerra y, por otro lado, a la
maduración de un proceso de derechización del sistema político nipón y de
tendencias nacionalistas.
Recibió el apoyo de su predecesor Junichiro Koizumi para reemplazarlo y se declaró continuador de la agenda de reforma estructural iniciada por este, sin embargo existían elementos que los diferenciaban, de Koizumi.
Aunque se propuso dar continuidad a las líneas principales de la reforma económica estructural defendidas por Koizumi, buscó corregir las consecuencias sociales de estas, como las crecientes diferencias entre ricos y pobres. Un ejemplo de ello fue su muy publicitado proyecto de establecer un sistema que canalizaba la concesión de una "segunda oportunidad" a quienes habían fracasado en un empleo determinado o al frente de una empresa.
En su discurso inaugural el 29 de septiembre del 2006, en el Parlamento, Abe explicitó las prioridades fundamentales en las que su gobierno se concentraría:
1. Otorgar alta prioridad al recorte de los gastos públicos para reconstruir las finanzas estatales antes de considerar alzas de impuestos.
2. Establecer un límite a la emisión de bonos del gobierno de no más de 30 billones de yenes para el año fiscal 2007.
3. Instrumentar planes para revitalizar las economías locales y proveer con "segundas oportunidades" a personas en desventajas, con el objetivo de minimizar la brecha entre ricos y pobres.
4. Lograr la aprobación de una reforma educativa que permita la enseñanza del "patriotismo" en las escuelas.
5. Revivir las virtudes tradicionales de Japón y los valores familiares.
6. Hacer de Japón una "nación bella" llena de confianza y orgullo.
7. Mejorar las relaciones con China y Corea del Sur.
8. Incrementar el gasto del presupuesto en un 30,5% para inversiones de tecnología de misiles.
Sin embargo muchas de estas reformas que quería aplicar Abe, no se pudieron materializar pues su mandato duró solamente un año, debido a su renuncia el 12 de septiembre de 2007, después de que perdiera popularidad por escándalos y corrupción en su gobierno.
No obstante, el 1 de octubre del 2007, se le dio cumplimiento a una de las medidas planeadas con anterioridad por Koizumi, privatizándose la Oficina de Correos Postal de Japón. No obstante el cambio no afectó a servicios como las encomiendas de seguros y servicios bancarios. Tampoco hubo alteraciones en las tarifas postales ni en los principales servicios, inclusive en el correo internacional.
Con la privatización, la institución pública pasó a ser un grupo privado de cinco empresas. El nuevo grupo llamado JP Group, fué formado por una empresa holding y cuatro subsidiarias de las cuales dos se encargarían de los servicios de correo y las demás asumirían los servicios bancarios y las aseguradoras. La nueva empresa contó con un cuadro de empleados de más de 24 000 personas y se convirtió el mayor grupo empresarial del país.
Los efectos positivos de las reformas en esta etapa se empiezan a manifestar en algunos indicadores económicos del país, pues la Organización Mundial del Comercio, en un informe divulgado a finales de enero del 2007, consideró que en la ligera recuperación japonesa había contribuido tanto la demanda externa como la interna, y que la sostenibilidad de ella dependía, en cierta medida, de factores externos tales como el ritmo de crecimiento de la economía mundial y los precios del petróleo. No obstante reconoció que la situación económica y la competitividad habían mejorado desde el 2005, al tiempo que se había avanzado en las reformas de ciertos sectores claves como el de la energía y los servicios.
Un aspecto positivo a destacar fue que la exportación de vehículos creció en el primer semestre del 2007 en un 8,9% con respecto a igual etapa del año anterior, suponiendo la mayor cifra experimentada por este indicador en los últimos 20 años.
Sin embargo a partir de noviembre del 2007 la economía japonesa empezó a verse afectada por la crisis financiera internacional. En ese mismo mes el Banco Central nipón en su informe mensual, anunció por primera vez en tres años una desaceleración en el crecimiento económico
Se produjo un decrecimiento de los indicadores fundamentales de la economía nacional, que entró en recesión en el año 2008. Los problemas comienzan a profundizarse, y se registra una contracción consecutiva en el crecimiento del PIB durante los últimos trimestres de ese año; todo ello debido a la desaceleración económica internacional y sus efectos negativos sobre la demanda global.
La producción industrial nipona y las exportaciones se vieron afectadas por la desaceleración de la demanda en EE.UU. y de otras áreas importantes como Europa. El incremento del precio del petróleo y de las materias primas afectaron una vez más los beneficios de las pequeñas y medianas empresas japonesas, repercutiendo en el salario y la confianza del consumidor.
La debilidad de la actividad económica nipona durante el 2008, obligó al Comité de Política Monetaria de Japón a reducir el nivel al que se encontraba la tasa de interés de 0,50% a un 0,30%, debido a la rebaja de sus previsiones de crecimiento para los próximos años y la incertidumbre económica existente a nivel mundial.
Producto del agravamiento de la situación económica, en diciembre de ese mismo año el Banco de Japón decidió por unanimidad bajar la tasa de interés nuevamente de un 0,30% a un 0,1% debido a la rebaja de sus previsiones de crecimiento para los próximos años y la incertidumbre económica existente a nivel mundial.
La agudización de la recesión desde finales del 2008 afectó cuatro trimestres consecutivos de crecimiento negativo debido al colapso de las exportaciones provocado por la caída global de la demanda.
En enero del 2009, el Banco de Japón proyectó dos años de deflación en el país, debido principalmente a la ampliación de la brecha entre la producción nipona y una disminución cada vez mayor de la demanda interna y externa. Este fenómeno es uno de los más peligrosos y complejos de resolver.
El PIB japonés se contrajo entre enero y marzo del 2009 un 3,8%, respecto al último trimestre de 2008, resultado ligeramente inferior a los cuatro puntos porcentuales que se había estimado con anterioridad. Al mismo tiempo la economía nipona se contrajo un 14,2% en términos reales, en el primer trimestre de 2009, frente la mismo período del año anterior.
Es de señalar que en mayo de ese mismo año el desempleo se disparó un 5%, la tasa de desempleo más alta desde 2004, resultando para este país una enorme presión sobre una demanda interna que ya estaba débil, siendo al mismo tiempo uno de los factores que ha incidido en la caída de los precios acentuando la deflación.
En todo el año 2009, el índice de desempleo se situó en el 5,1%, 1,1 puntos porcentuales por encima de la media de 2008 y marcando su peor nivel en seis años. El número de ofertas de trabajo frente a las personas que buscaban empleo cayó hasta el 0,47, su nivel más bajo desde que el dato se comenzó a recopilar en 1963, lo que significa que hay 47 empleos para cada 100 solicitante.
Como consecuencia de lo anterior el número de suicidios en Japón aumentó otra vez en el 2009, cuando el total se mantuvo por encima de los 30 mil por duodécimo año consecutivo.
La economía japonesa en el año 2009 estuvo en una situación muy difícil, pues el panorama internacional ha obligado a este país a luchar con grandes dificultades entre las que se destacan la deflación y la apreciación del yen. La moneda japonesa se apreció durante todo ese año trayendo consecuencias negativas para las exportaciones niponas.
En noviembre del 2009, el Gobierno anunció un nuevo plan de medidas que comprende un capital total de al menos 2,7 billones de yenes (alrededor de 30 mil millones de dólares) con el objetivo de sostener la economía y hacer frente a la apreciación del yen.
Al mismo tiempo se anunció frenar la deuda pública y reconstruir las finanzas, pues el descenso en los ingresos fiscales hizo que fuera muy difícil para el gobierno llevar a cabo el plan de acción que prometió. Tras presidir una reunión extraordinaria de su gobierno, el primer ministro, Yukio Hatoyama, presentó la llamada ¨ Nueva estrategia de crecimiento¨ hasta el 2020, que se proponía dentro de sus objetivos fundamentales reducir la tasa de desempleo durante los primeros cuatro años hasta un 3% del 5% que se encuentra actualmente.
No obstante Hatoyama reconoció que el país no podrá mantener su disciplina fiscal y se verá obligado a aumentar su deuda (cercana al 200% de su PIB) en el año fiscal 2010. Según el mandatario japonés, la necesidad de fondos para superar la crisis hará inevitable que la emisión de nueva deuda en forma de bonos alcance o supere la barrera de los 44 billones de yenes, una cifra que el gobierno había prometido no sobrepasar. La economía japonesa se enfrenta al empeoramiento de su situación presupuestaria debido a la crisis, con una deuda pública en aumento.
El proyecto presupuestario elaborado para el 2010 contempla una cifra de más de 92.3 billones de yenes, lo que representa el mayor presupuesto de la historia de Japón.
Para apoyar la frágil economía, el Gobierno se ha estado apoyando en el banco de Japón que ha otorgado dinero para planes de estímulo que prometieran crear 200 mil nuevos empleos. Además se ha comprometido en la lucha contra la deflación a través de una política monetaria flexible, aunque las tasas de interés de 0,1%, en realidad cuenta con pocos instrumentos para combatirlas.
Por otra parte los préstamos bancarios disminuyeron en Japón en enero un 1,7% interanual hasta los 401 57 billones de yenes en su segundo mes consecutivo de descenso, siendo la mayor disminución de este indicador desde septiembre del 2005 y el segundo consecutivo después de la caída de diciembre.
La reducción refleja la contracción de los mercados de créditos provocada por la crisis, que obligó al Banco de Japón a inyectar dinero a bajo interés en el sistema financiero el pasado diciembre. Las empresas japonesas han estado renuentes a pedir préstamos para la inversión de capital en el contexto actual de crisis.
En el mes de mayo el Primer Ministro Yukio Hatoyama, anunció su dimisión durante una Asamblea General del Partido Democrático de Japón (PDJ). La decisión está relacionada con los bajos índices de popularidad que disminuyeron del 70%, al inicio de su mandato, hasta el 17%, motivado fundamentalmente por el acuerdo tomado con Estados Unidos para la permanencia en la Isla de Okinawa de la base norteamericana de Futenma.
En su lugar se eligió a Naoto Kan, quien era el ministro de Finanzas. Naoto Kan es el sexto jefe de Gobierno de Japón desde septiembre de 2006, después de Junichiro Koizumi. Otro acontecimiento ocurrido fue la renuncia del ministro de Finanzas de Japón, Shizuka Kamei, a tres días de la asunción del primer ministro Naoto Kan, debido a no estar de acuerdo con la privatización del correo postal japonés.
El nuevo Primer Ministro se dirigió por primera vez al Parlamento luego de asumir el cargo expresando que su gran reto será disminuir la deuda del Gobierno, también aclaró que las finanzas del Estado están bajo presión debido a una disminución de la población activa en edad laboral, que se hace cada vez más vieja.
El Primer ministro prometió además que su Gobierno trabajará de cerca con el Banco de Japón para evitar un incremento de la deflación en aras de desarrollar una política “fuerte y exhaustiva”. Señaló que su objetivo es que la economía crezca a un ritmo mayor al 2% anual hasta el año 2020. El BOJ coincide con el Gobierno en que la deflación es uno de los problemas más acuciantes de la segunda economía mundial.
El Gobierno anunció las directrices en política fiscal, que incluye contener la enorme deuda pública y un posible aumento del impuesto al consumo. El plan contempla además objetivos a largo plazo como la vuelta al superávit presupuestario en el año 2020 y comenzar a reducir la deuda pública de manera constante desde 2021.
En junio del 2010 el gobierno nipón aumentó su pronóstico de crecimiento del PIB para el actual año fiscal que finaliza en marzo de 2011, hasta el 2,6% en términos reales, desde el 1,4 previsto en diciembre.
Si se mantiene esta nueva cifra, el año fiscal 2010 sería el primero en que la economía nipona crece por encima del 2% anual desde 2006. El gobierno nipón aseguró que la recuperación económica del actual ejercicio descansará en una mayor demanda interna, lo que aumentará los ingresos empresariales y ayudará a mejorar el mercado laboral.
A pesar de la estimación positiva del Banco de Japón, la recuperación se puede ver afectada por una serie de datos negativos en su economía que ponen en duda su crecimiento. Una inesperada caída de su producción industrial, debido a una menor demanda en Europa y China; un mayor nivel de desempleo y un incremento de la cifra de la deflación, ensombrecen las perspectivas sobre el ritmo de mejora de la segunda potencia mundial
El Banco de Japón anunció un programa temporal de préstamos a los bancos para que financien actividades en 18 sectores estratégicos, entre los que se encuentran los de salud, investigación o medio ambiente.
Los fondos de este programa se prestarán a bajas tasas de interés a instituciones financieras a partir de finales de agosto para que potencien actividades estratégicas encaminadas a fortalecer el crecimiento económico.
En el mes de junio el nuevo Primer Ministro, Naoto Kan, se propuso mejorar el problema de la deuda gubernamental subiendo impuestos y reduciendo los gastos gubernamentales.
Algunas valoraciones importantes de esta etapa
En la etapa comprendida entre 2007-2010 las autoridades del Gobierno y del Banco de Japón tratan de llevar a cabo las reformas estructurales planificadas desde el gobierno de Koizumi, para sacar al país adelante, pero no se logran los resultados deseados, algunas de esas reformas no se han llevado a cabo y otras se han quedado a medias por diferentes razones. Uno de los factores fundamentales para no realizar todas las reformas se debe a los cambios existentes de los diferentes gobiernos después de Koizumi, no todos han estado de acuerdo con algunas de las reformas.
La inestabilidad política ha hecho que exista una gran incertidumbre sobre el futuro y el periodo breve en que están los mandatarios en el poder hace que no exista el tiempo suficiente para accionar con dichas reformas estructurales. Los escándalos por corrupción, desviación de recursos financieros y enriquecimiento personal de altos puestos del gobierno han ido en detrimento de la política económica que se ha querido lograr.
El Premio Nobel de Economía Paul Krugman , en su libro “The Return of Depresión Economics and the Crisis of 2008. W.W Norton & Company, New York London, expresa cierta analogía entre la crisis de burbuja japonesa y lo que está pasando en Estados Unidos con su actual crisis económica, pues en ambos casos está presente una competencia especulativa no regulada por parte del Estado que conduce a consecuencias muy negativas; pero cuando esto sucede, ha de saberse operar con la ¨trampa de la liquidez¨, algo que Japón no ha sabido hacer.
Como bien se conoce, Keynes priorizó la política fiscal del gasto público por encima de la política monetaria, sin descuidar esta última. Pero el hecho de que la crisis sobrevenga con el colapso de la eficacia marginal del capital, impide utilizar la tasa de interés como variable de decisión para estimular la inversión, como consecuencia de la ¨trampa de liquidez¨.
Según Krugman durante la ¨ trampa de liquidez¨ una tasa de interés baja, muy baja, no estimula la inversión. Pero si los empresarios y los consumidores esperan que sus ahorros se devalúen en el futuro por motivos inflacionarios, se deciden a invertir y a gastar: y así se sale de la trampa de liquidez. Como se puede apreciar para este reconocido economista la inflación puede ser solución para salir de la trampa de liquidez.
Tanto Krugman como otros analistas han reconocido los problemas que trae aparejada la trampa de liquidez, no obstante por mucho que el Banco de Japón implemente políticas de interés cero y exceso de liquidez, no servirán de mucho si no se llevan a cabo las reformas que tienen que ver con la potenciación de las nuevas tecnologías. Lo más aconsejable sería que la política fiscal se enfocara más a favorecer las inversiones de las empresas en Investigación y Desarrollo y no tanto en la reducción de impuestos fiscales para animar al consumo.
Las principales Reformas planteadas desde el 2001 están enfocadas fundamentalmente al saneamiento definitivo de los bancos, la reforma estructural en todos los campos y la reactivación de la economía impulsada por la empresa privada.
En cuanto al saneamiento definitivo de los bancos no se ha podido materializar del todo porque hay que tener en cuenta la situación inicial desde el estallido de la burbuja y la pérdida de patrimonio bursátil e inmobiliario de muchos inversores. Esta situación ha conducido en todos estos años a una menor demanda de crédito por parte de los consumidores y las empresas que han paralizado y demorado los proyectos de inversión. Por otro lado, hay un temor en esta etapa a la oferta del crédito debido al incremento del riesgo crediticio al aumentar la morosidad de pago, obligando a los bancos a ser más selectivos con los créditos concedidos, buscando una mejor calidad crediticia.
Otro factor que empeora el saneamiento financiero está en el efecto de la fuga de depósitos de las entidades financieras que agravan sus necesidades de capital, acelerando las tensiones de liquidez. Para atenuar esta situación el Banco de Japón inyecta generosamente liquidez al sistema.
Una de las medidas aplicadas para contrarrestar la fuga de depósitos ha sido que los bancos comerciales acumulen reservas de liquidez en el Banco de Japón, excediendo así en un 40% las reservas obligatorias, conllevando a un debilitamiento del multiplicador del crédito. Si bien ha existido una mejora en la reducción de los créditos morosos, todavía no se logra cantar victoria en esta reforma, debido a los factores antes mencionados.
Para poder encaminar con buenos resultados todas las demás reformas planteadas desde el 2001 por Koizumi, lo elemental es el saneamiento del sector bancario, eje fundamental para las inversiones en grandes proyectos que necesita el país y poder realizar todas las demás reformas eficientemente. Lamentablemente esto no se ha podido llevar a cabo por la muy difícil situación financiera.
Las privatizaciones de grandes corporaciones públicas anunciadas dentro de las reformas de Koizumi, no han tenido ninguna trascendencia en la recuperación de la economía japonesa en el período 2007-2010, ya que los problemas de eficiencia e inversión todavía persisten inclusive el incremento del desempleo ha hecho que no se lleven a cabo más privatizaciones, pues estas empeoran la situación política del país.
En cuanto a la privatización de la Oficina de Correo Postal en el 2007, todavía es muy prematuro ver los resultados que se esperan, no obstante el cambio de estructura dentro de esta entidad, ha traído despidos de unos cuantos trabajadores, agravando la situación social del país.
En relación a los proyectos nuevos y el fortalecimiento de los bienes intelectuales, parte fundamentales del programa de reformas, se han obtenido resultados muy positivos en algunos sectores claves fundamentalmente en la tecnología de la información y en la rama automotriz. Los celulares japoneses cada vez más sofisticados con la última tecnología de punta han tomado mas fuerza en el mercado internacional, impulsando las exportaciones japonesas en toda esta etapa. También se ha alcanzado un alto desarrollo en la producción de semiconductores y otros componentes electrónicos.
Las ventas de vehículos ecológicos también se han incrementado constantemente en este período impulsadas por los incentivos gubernamentales para el saneamiento del medio ambiente. El Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón (METI), propuso fomentar el uso de vehículos eléctricos, cumpliéndose uno de los objetivos de las reformas planteadas desde el año 2001.
En la consolidación del funcionamiento de la seguridad social se ha logrado un mayor control para los pagos y beneficios de los jubilados, no obstante todavía existen algunos problemas en este sentido. También se estima que aumentará el gasto en seguridad social y atención de la salud, debido al envejecimiento poblacional. Se espera que el gasto en seguridad social alcance un 20% del PIB en el año 2025, frente a 16% del PIB en el año 2005. También durante ese período el gasto en atención de la salud se duplicará.35
La innovación del estilo de vida es una de las reformas que todavía queda por desarrollar más, pues la participación social de la mujer en este país todavía es muy pobre, hay que considerar que por tradición la economía japonesa es una sociedad muy machista y todavía queda un largo camino por recorrer en este sentido. En relación a la creación de una sociedad sin desperdicios, ni efectos invernaderos, el Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón (METI) presentó un borrador de las líneas básicas de actuación para garantizar suministros estables de energía y combatir el calentamiento global durante los próximos veinte años.
Entre las estrategias del MITI está la construcción de centrales de energía nuclear, a fin de reducir para el año 2030 las emisiones de CO2 del país en alrededor del 30% con respecto a los niveles de 1990.
El documento presentado por este organismo insta a los sectores públicos y privados a que cooperen para conseguir licitaciones de construcción de centrales eléctricas en el extranjero, con el fin de fomentar la industria energética de Japón y contribuir al crecimiento económico del país.
Otra de las reformas fundamentales por desarrollar ha sido la independencia de las regiones, estas no han podido materializarse desde que fueron planteadas por Koizumi, ya que la constante inestabilidad política ha limitado el cumplimiento de las mismas, además el gobierno se ha tenido que centrar en problemáticas más importantes de la economía como las de sanear el fisco y reducir la gran deuda pública que posee.
El séptimo programa fue la reforma fiscal, que consistió en un plan de dos fases. En la primera, se aspiraba a sanear el fisco, reduciendo la emisión de bonos del Estado en menos de 30 millones de millones de yenes. En la segunda fase, el objetivo era conseguir un equilibrio primario entre los ingresos y los gastos fiscales a mediano plazo y lograr así un superávit. Japón es el único país industrializado que viene aumentando constantemente los proyectos en obras públicas sufragados por emisiones de bonos del Estado.
A partir del 2007, el descenso en los ingresos fiscales hizo que fuera muy difícil para el gobierno llevar a cabo el plan de acción que había prometido. Autoridades niponas plantean que la necesidad de fondos para superar la crisis hará inevitable que la emisión de nueva deuda en forma de bonos alcance o supere la barrera de los 44 billones de yenes, una cifra que el gobierno había prometido no sobrepasar.
La disminución del papel del Estado japonés en la actividad económica en los últimos años no ha sido más que quitarle al sistema las defensas anticrisis que elaboró en la posguerra. La política activa del gasto público, el salario por antigüedad, la creación de empleo y demanda solvente por la vía del gasto estatal, el control por el Estado de sectores estratégicos no privatizables y otros instrumentos keynesianos que dieron nuevos aires al capitalismo nipón en la posguerra, fueron sacrificados para dar paso a la ¨magia del mercado¨.
El papel del Estado nipón no ha logrado dar cumplimiento en su totalidad a algunos objetivos básicos que se había trazado para combatir la crisis, como son: 1) el crecimiento económico elevado y mantenido, 2) disminuir el desempleo, 3) lograr la equidad en la distribución de la riquezas, 4) la sustentabilidad, y 5) eliminar la creciente pobreza. La organización estatal nipona en la actualidad tiene muchas debilidades e inconsistencias que hacen imposible una gestión eficiente y la construcción de los propósitos enunciados.
Como se puede apreciar en los párrafos anteriores se ha avanzado en algunos aspectos con las reformas planificadas desde el año 2001, pero una buena parte de ellas se han dejado a medias y otras no han tenido los resultados esperados.
Esto se agrava más con el impacto que ha tenido la crisis financiera internacional en la economía nipona y sobre todo por la desaceleración de las exportaciones japonesas que dependen de la demanda de varios países como China y los Estados Unidos.
Retos y perspectivas.
En esta nueva y compleja circunstancia, lo esencial para el Estado está en detener la crisis; dominar y dirigir con rigor el crecimiento y amortiza la deuda pública. Estimular la reactivación económica con una estrategia que responda a las condiciones reales del país para un desarrollo estable, demanda una participación activa y compromisos cuantificados de los sectores público y privado.
De todos estos retos, existen dos relacionados entre sí que son muy importantes: la elevada deuda pública y la fragilidad del sector financiero, que implican costos potenciales significativos para el sector público, derivados de posibles operaciones adicionales de rescate de entidades financieras de cierto tamaño. Los riesgos relacionados con esta área de fragilidad pueden llegar a emerger de forma súbita, a raíz de un deterioro de las expectativas de los agentes, y su impacto económico depende de la evolución de las variables financieras y de la reacción de las autoridades japonesas.
Por otro lado, si bien los bajos tipos nominales de interés, resultado de la crisis para estimular el crédito y la inversión, contribuyen a la estabilidad financiera, también tienen consecuencias adversas, ya que inciden negativamente sobre la rentabilidad bancaria y obstaculizan la estimación del riesgo de crédito. La estimación de los costos económicos provocados por la deflación y el límite cero de tipos de interés nominales es una tarea difícil, pero con bastante seguridad alcanzan una magnitud significativa.
Finalmente, una apreciación del yen de carácter significativo y sostenido supone un elemento de riesgo que puede llegar a ser relevante. En los últimos tiempos, el yen se ha apreciado hasta niveles muy altos, decayendo la actividad económica a causa de la desaceleración de las exportaciones.
En el contexto actual, la apreciación del yen podría limitar el dinamismo de la economía, al afectar de forma negativa la competitividad de las exportaciones, con efectos nocivos sobre la producción industrial y los beneficios empresariales, que finalmente redundarían en una disminución de la rentabilidad de los proyectos de inversión empresarial. La apreciación de la divisa podría llegar a bloquear también la reversión del proceso deflacionario, si bien ello requeriría una pérdida de competitividad bastante significativa. La divisa japonesa con su tendencia alcista amenaza con frenar las exportaciones.
La tan esperada recuperación de la inversión empresarial y del gasto de los consumidores aún no se han producido totalmente. En sentido general, una recuperación significativa de la economía japonesa está sujeta a que sucedan determinados acontecimientos internos y externos, interrelacionados con algunos factores fundamentales:
• Apreciación adicional del yen.
• Crecimiento más lento del consumo privado.
• Mayor volatilidad de los precios del petróleo.
• Fuerte desaceleración de la economía mundial.
Aunque sea muy difícil predecir la evolución de los tipos de cambios en el futuro, todo indica que se mantendrá la apreciación del yen con respecto a las demás monedas, sobre todo de sus principales socios comerciales (China, EEUU y UE).
Si la moneda china sigue sin revaluarse, si el Banco Central Europeo interviene para frenar la apreciación del euro y si el dólar estadounidense sigue debilitándose, influirá fuertemente en la tendencia alcista de la moneda japonesa con efectos negativos para las exportaciones niponas.
La reducción del ahorro privado en Japón y por ende de su superávit por cuenta corriente y los muy bajos tipos de interés prevalecientes en el país que actúan contrarrestando la apreciación del yen, no son suficientes para mitigar el efecto de los elementos externos mencionados previamente.
Se estima que el consumo privado seguirá siendo lento, pues la tasa de desempleo se ha disparado, llegando a 5,4% en junio del 2009, su nivel más alto desde el año 2003. Si los salarios nominales continúan bajos, seguirá cayendo el consumo privado de forma severa. Aquí influye además, la constante deflación que no estimula los salarios, ni el empleo, ni la inversión, cayendo en un círculo vicioso.
La volatilidad de los precios del petróleo, impacta doblemente sobre la economía nipona. Primero porque Japón, como país de bajos recursos naturales y de una dependencia grande en energía tiene altos gastos en importación de petróleo. El segundo efecto, aunque indirecto, tiene que ver con el crecimiento económico del resto del mundo, pues la inestabilidad de precios del petróleo para los demás mercados va en detrimento de su desarrollo económico por los altos costos de importación que limitan a los tres principales mercados de exportación de Japón: Estados Unidos, Unión Europea y China.
Los retos aún son muchos. Para esta difícil situación se podría reforzar las medidas en los siguientes puntos:
1- Mejorar la utilización de la mano de obra.
2- Recuperación de las tres joyas de la gerencia japonesa
3- Fomentar la inversión extranjera directa.
4- Reducir la elevada deuda pública y déficit fiscal.
5- Resolver el problema del envejecimiento poblacional.
El principal reto es mantener un fuerte crecimiento auto sostenido ante la presión demográfica, pues la población japonesa envejece rápidamente y la tasa de natalidad es muy inferior a la reposición. La población en edad de trabajar viene reduciéndose desde el año 2000 y la tasa de dependencia de ancianos (la proporción de la población activa de al menos 65 años) es la más alta de los países industriales.
Por una parte una población en contracción puede mantener su nivel de vida con una tasa de crecimiento global más baja, pero por la otra, se requiere una sólida tasa de crecimiento del ingreso per cápita para financiar el aumento de los gastos de jubilación y de atención de la salud atribuible al envejecimiento demográfico.
Dada la contracción de la fuerza laboral, el crecimiento per cápita dependerá de la medida en que pueda incrementarse la productividad, aprovechando mejor los recursos y los avances tecnológicos.
Las perspectivas de crecimiento y recuperación de la economía nipona dependen de la situación interna de este país, influyendo al mismo tiempo la crisis financiera internacional como situación externa. Este último factor de la crisis internacional cambia lo que se esperaba con las reformas y agravan más la situación. El problema de la demanda exterior afecta a este país debido a que su principal crecimiento es a expensas de sus exportaciones. En el cuadro del anexo 31 se muestra lo expresado anteriormente.
Conclusiones:
Hasta el momento no se ha podido dar solución a los problemas económicos e antes mencionados, que se agudizan con la delicada situación actual de la economía mundial. Las crisis económicas ¨permanentes¨ como regla, tienen orígenes estructurales, pues si no se llega a realizar una trasformación importante de las ramas productivas estratégicas del país que sufre una crisis prolongada, difícilmente podrán salir del estancamiento económico. En Japón las reformas solamente han aliviado el problema, pero no han podido resolverlo.
Muchos analistas capitalistas hacen hincapié en la trascendencia de la burbuja e intentan explicar las crisis como consecuencia de políticas económicas erróneas, entre estos ¨errores¨ se destacan no haber tenido presentes las lecciones keynesianas y en otros casos haber ignorado las teorías neoliberales. Sin embargo el ciclo económico capitalista está determinado básicamente por la dinámica que siguen las inversiones y en especial, por la renovación del capital fijo a escala social.
Se puede determinar que las causas fundamentales de la permanencia de la crisis japonesa están dadas por:
• Soluciones tardías y mal dirigidas por parte del gobierno.
• Inestabilidad política en la Administración Central del país, que conlleva a la inexistencia de un modelo económico a seguir. La pérdida de confianza hacia el gobierno y el no seguimiento de una política económica estable que garantice la recuperación de la economía, hace más grave la situación.
• Ausencia de una adecuada coordinación entre la Política Fiscal y la Política monetaria, pues el Gobierno presionó al Banco Central a tomar medidas inmediatas de estímulo a la economía y el Banco de Japón fue siempre lento en su relajación monetaria para así obligar al gobierno a reestructurar la economía.
• La política fiscal ha sido el instrumento financiero que más se ha utilizado para la recuperación de la economía, sin embargo, no ha sido efectiva. El problema es que la composición del gasto público no ha sido adecuado debido a que se contabilizó como gasto público presupuestos de períodos anteriores y que realmente no supone un incremento real del gasto, por ello las asignaciones presupuestarias eran frecuentemente inferiores a las anunciadas.
• También influyó en una mala política de estímulo, que estaban mal dirigidas pues los paquetes fiscales de gran magnitud que consistían en préstamos a instituciones financieras públicas que no creaban necesariamente un aumento de demanda. Los sectores tradicionales en Japón (transporte, construcción, manufacturas, comercio) han recibido durante todos estos años protección y subsidios lo cual ha dado como resultado que se pierda incentivo en la inversión de estos sectores trayendo como consecuencia una menor tasa de crecimiento de la productividad, ya que no están estimulados ganar en la competencia.
Las reformas de corte neoliberal llevadas a cabo por Koizumi manifestaban características muy diferentes a las medidas llevadas a cabo en Japón en toda su historia económica de posguerra. Si bien hubo una evolución positiva con las medidas llevadas a cabo en este período, las expectativas de mejoramiento que existían con la reforma de Koizumi no se han podido cumplir en muchas áreas, pues estas acciones han sido en muchos casos muy lentas, manteniéndose problemas en las exportaciones, inversiones y deflación, entre otras dificultades.
Durante muchos años el gran déficit fiscal ha obligado a tomar medidas de saneamiento fiscal para frenar el aumento de la deuda pública y recaudar fondos para sufragar los gastos del envejecimiento de la población.
Cierto es que el capital japonés cuenta aquí con una fortaleza (bajos salarios, altos márgenes de ganancias), pero también condena a un mercado interno poco próspero en términos comparativos con otros países industriales: de nuevo la debilidad del modelo repite los límites a su desarrollo, pues una economía nacional en las actuales condiciones de globalización, no puede prescindir del mercado externo, pero tampoco puede depender en términos casi absolutos de éste.
En cuanto al sector bancario: los principales bancos han generado utilidades considerables en los últimos años. Un aumento de la rentabilidad permitirá a los bancos rembolsar las inyecciones de capital público y fortalecer su base de capital.
A corto plazo, aunque el aumento de las tasas de interés debería elevar las utilidades, la clave para proteger la solidez del sector financiero y evitar problemas sería dejar de conceder créditos exigiendo garantías excesivas. El abuso del gobierno con las variables monetario – financieras, había creado sustanciales desequilibrios en las estructuras económicas que ya hacían imposible la continuación del crecimiento económico.
Otros factores importantes para la recuperación de Japón serían la reducción de las deudas del sector empresarial y la ampliación de sus operaciones hacia China y Asia sudoriental.
Para poder salir más rápido de la crisis en que está sumergido Japón desde más de una década, el gobierno pudiera velar por las políticas económicas que se resumen en: Evitar concentración de la deuda pública; aplicar un régimen cambiario más flexible; políticas fiscales más moderadas, tanto para los impuestos como para los gastos; utilizar de manera temporal, de acuerdo a la situación financiera, desincentivos a la entrada de capitales de corto plazo, lo que evitaría repetir otros estallidos de burbujas como los de la década de los 90; restringir las carteras de créditos con alta probabilidad de riesgo.
La tendencia de las principales burbujas y crisis financieras surjan primero fuera de las fronteras de los Estados Unidos, pues teniendo en cuenta la interdependencia financiera global de la Triada del poder económico (Estados Unidos, Japón y Unión Europea) cualquier movimiento o acción que se realice desde el punto de vista financiero y económico, incide ya sea directa o indirectamente en cualquier país y sobre todo en los más relacionados económicamente. No se puede olvidar que Estados Unidos se ha beneficiado de las burbujas financieras externas, de las Tecnologías de la Información, las fugas de capitales hacia los bancos norteamericanos de aquellos países y economías donde se han ido desencadenando las crisis financieras (Japón, México, Tigres asiáticos, Rusia, Brasil, Argentina, etcétera.)
Es sabido que desde hace mucho tiempo algunos países han financiado la deuda y el déficit norteamericano que han ido en incremento, entre estos países que financian a Estados Unidos se encuentra fundamentalmente: Japón, Europa y China, convirtiéndose la economía norteamericana en el primer deudor del mundo.
Las crisis económicas de última generación tienen sus bases en burbujas
financieras que transfieren sus riesgos a la economía real. Si Japón mantuviera
una línea de corte neoliberal en los próximos años, introduciría en realidad una
gran inestabilidad especulativa peor que la que detonó en los años 90s en su
propio país, afectando directamente a las inversiones y el comercio.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Rodríguez Asien, E.: “Efectos de las reformas de Koizumi en la economía japonesa en el período 2007- 2010" en Observatorio de la Economía y la Sociedad del Japón, enero 2011. Texto completo en http://www.eumed.net/rev/japon/
El Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón es una revista académica, editada y mantenida por el Grupo eumed●net de la Universidad de Málaga. Tiene el Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas ISSN 1988-5229 y está indexada internacionalmente en RepEc.
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