Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón
Vol 2, Nº 7 (enero 2010)

 

EL MILAGRO JAPONÉS

 

Joaquín Pérez García-Valdecasas
jmariohv@yahoo.es 

 

Japón tras la Segunda Guerra Mundial: Un porcentaje de ciudades destruidas de entorno al cuarenta por ciento, millones de ciudadanos muertos, renta per cápita considerablemente disminuida. Japón pocas décadas después: segunda potencia mundial, cerca de ciento treinta millones de habitantes y 34.000 $ de renta per cápita. Es lo que se denomina el milagro económico japonés. ¿Cómo es posible este cambio tan rápido? La respuesta sólo puede ser una: los propios japoneses.

Lo primero que hay que tener en cuenta es el contexto geográfico en el que se mueve Japón: cerca de 378.000 km² de superficie distribuida en más de seis mil islas en el océano pacífico. Tan solo un 25% de la superficie es llana, que es donde se encuentra gran parte de la población. El resto del país es montañoso. De esas islas, cuatro son las principales y las más extensas: Honsu, Hokkaido, Shikoku y Kyushu que acaparan gran cantidad de la superficie del país. Su topografía acentúa aun más la importancia de su recuperación económica, ya que como vemos es muy poco propicia para la práctica de la agricultura, ya que tan solo tiene un catorce por ciento del suelo que es cultivable. Si a ello le unimos la gran carencia de materias primas que posee el país, pues queda patente que el crecimiento está al alcance de muy pocos.

El milagro se ha debido gracias a una serie de factores que en seguida pasamos a comentar:

En primer lugar unos líderes ambiciosos como Hayato Ikeda, primer ministro nipón desde mediados de 1960 hasta finales de 1964 y líder liberal-demócrata, fue quien comienza a diseñar el ambicioso crecimiento japonés. Unos de sus objetivos fue doblar la renta nacional en una década. Lo consiguió en un lustro y puso las bases para que desde entonces Japón creciera a un ritmo cercano al 13/14%. Junto a ello fue fundamental el proteccionismo frente al exterior: se evita la entrada de capital extranjero, se racionaliza la economía, se organiza una reglamentación, se controla el déficit presupuestario y se fomenta la innovación tecnológica. Es por tanto la intervención del estado una de las máximas fundamentales del crecimiento. Pero la intervención estatal entendida de una manera diferente a como lo hizo el mundo comunista. Aquí el desarrollo de la empresa privada y el ahorro de los ciudadanos serán pilares básicos para Japón. La intervención consistirá en estimular la economía a través de ayudas y orientando la producción. El estado comenzó también una estrategia de creación de empleo público que sirviera para estimular la demanda y el consumo interno. Pero por mucho que los líderes políticos intenten hacer reformas, den ayudas económicas o tomen otras medidas, si detrás no hay una población con una mentalidad como la japonesa, todo ello quedará en nada. Y es que la mentalidad nipona es algo inédito en el planeta. Se trata de una población con una mentalidad de trabajo y de fidelidad a la empresa sin igual. Los japoneses poseen una gran capacidad para el trabajo en equipo. En cuanto a la fidelidad, se impone la mentalidad del trabajo para toda la vida. Los trabajadores nipones son conscientes de la realidad demográfica del país, y, quizá sea eso lo que les estimule para producir. Son valedores de una gran disciplina en el trabajo, así como una gran perseverancia y disciplina laboral. Prueba de ello es la baja conflictividad laboral existente en las empresas niponas. Si debemos resumir en dos palabras a los trabajadores japoneses, son: alta productividad. A ello también ayuda el sistema sindical nipón. Existen grandes sindicatos, pero son los pequeños sindicatos, los sindicatos de las empresas los que realmente acaparan gran parte de los trabajadores, y los que trabajan de forma conjunta con las empresas con un objetivo común: aumentar la productividad. Este es un punto de difícil encuadramiento dentro del mundo económico occidental, donde los conflictos laborales en demasiadas ocasiones entorpecen o dificultan el aumento de la producción. No estamos hablando de la supresión de derechos, sino de aunar objetivos, tanto de los trabajadores como de las empresas, y eso fue lo que consiguieron los sindicatos y el gobierno japonés, inculcar la siguiente idea: Si la empresa marcha bien saldrá ganando el trabajador, la propia empresa y el país.

La orientación económica fue fundamental para el despegue. Conscientes de sus limitaciones en cuanto al sector primario, se centran –dentro de este sector- hacia la pesca. En ese sector el país es realmente competitivo, dentro del sector primario, la orografía y las dimensiones impiden centrarse en esas actividades, por lo que es en la pesca donde se orientan. Hay que tener en cuenta que la población agrícola japonesa a principio de los años cincuenta estaba entorno al 50%, y en 1972 se había reducido al 14%. Japón había sido un país tradicionalmente pesquero, y con una potente flota, sabiendo aprovechar sus recursos. Ahora a esos recursos le añadirán la tecnología, como veremos posteriormente. Desde 1930, antes de la guerra, ya contaba con una flota pesquera motorizada, y ahora se lanzarán a la conquista de los grandes bancos pesqueros. Hoy día existen barcos pesqueros japoneses en casi todos los océanos del mundo y son famosos sus buques factoría. Pero ya hemos apuntado lo que será básico para el milagro económico: la tecnología. Es en ese campo donde realmente los japoneses han sabido marcar las diferencias. Se crea un ministerio dedicado a la tecnología y a la inversión. Las empresas niponas son conscientes de las necesidades de los consumidores, y aplicaron lo que hoy día se llama en informática “experiencia de usuario” para aplicar las necesidades que los consumidores tenían a los productos ya existentes. Empezaron a fabricar modelos corregidos y perfeccionados y a venderlos a un precio más económico. También les incluyen elementos básicos de su mentalidad, como es el concepto de miniaturización, lo que causará un gran impacto y éxito en los mercados occidentales.

Ese sistema de investigación no sería posible sin un modelo educativo de primer orden. Es este sistema educativo el encargado de proveer de una mano de obra altamente cualificada a la industria, así como de empresarios capaces de sacar adelante empresas que proporcionen empleo a la población y recursos al estado.

En cuanto a la industria, el gobierno japonés fue consciente en todo momento de la limitación en cuanto a materias primas, por lo que si el comercio de productos industriales iba a ser uno de los pilares de la economía, debían buscar dónde obtener la máxima rentabilidad. Sitúan las acerías junto a puertos estratégicos con el fin de ahorrar costes, buscan los mejores precios sin importar la proximidad o la lejanía. El hierro, por ejemplo lo importaban de Australia o el Coque de los Estados Unidos. Además saben aprovechar al máximo los recursos que sí poseen como es el caso del plomo, el zinc, la plata o el tungsteno Y es precisamente el comercio el sector entorno al que gira toda la economía del país. Establecen pronto toda una red de relaciones comerciales con países de todos los continentes. Hay que tener en cuenta que el déficit provocado por la carencia de materias primas y agrícolas había que contrarrestarlo a través de la entrada de capital mediante los intercambios de productos y equilibrar así la balanza comercial. Cerca del 85% de las exportaciones corresponden a productos manufacturados.

Pero todo esto no se sustenta sin un sistema financiero que los respalde. En primer lugar se desarrolla un sistema de concentración empresarial, similar a las concentraciones verticales. Son los famosos Zaibatsus o grupos financieros que tuvieron gran importancia en el desarrollo económico del país. En un primer lugar fueron prohibidos, o más bien limitados en 1945 mediante la Ley Antimonopolios, pero hoy día están presentes en casi todas las ramas económicas. Pero es sin duda la gran capacidad de ahorro ciudadana la que ha posibilitado en buena medida el despegue. Buena parte de esos ahorros son reorientados hacia la industria, y el comercio, tanto hacia el exterior como hacia el consumo interno. Los bancos, gracias a estos ahorros, poseen la capacidad para orientar la economía así como para facilitar préstamos a bajo interés. Esos préstamos son utilizados por sobre todo por las pequeñas empresas para racionalizar la producción, modernizar los equipos y para la investigación y el desarrollo. Se calcula que los trabajadores japoneses ahorran tasas incluso algo superiores al 15% de sus salarios, lo que duplica, y en ocasiones triplica, las cantidades de ahorro de los trabajadores de los países con una economía desarrollada. Parte de ese ahorro se debe a la visión (o previsión) de futuro, a la educación y a los consejos e incentivos del estado.

Para resumir, el pueblo japonés ha sabido levantarse después de que quedara prácticamente destrozado tras la Segunda Guerra Mundial, incluyendo las dos bombas atómicas que cayeron sobre su territorio. Ha sabido reconstruirse por si mismo con una escasa ayuda exterior y ha sido en buena parte a la mentalidad de sus ciudadanos y a su capacidad de trabajo, sacrificio y ahorro. Gracias a ellos Japón es hoy día la segunda potencia económica mundial, ha crecido en ritmos superiores al 10% hasta los años 80, y posteriormente a ritmos del 4%. Queda aún por estudiar los efectos que la crisis actual está haciendo sobre la economía japonesa, pero las bases de una economía sólida están puestas.

Bibliografía:

- Alban D´Entremont: Geografía económica. Ed Cátedra, 1997.

- Derrau, Max: El Japón. Ed. Ariel. Barcelona, 1990.

- Herman van der Wee: Prosperidad y crisis. Reconstrucción, crecimiento y cambio. 1945-1980. Crítica, Barcelona, 1986.

- Morishima, Michio: Por qué ha triunfado el Japón. Ed. Folio. 1997.

- Richard Gaul y otros: El milagro económico japonés. Ed. Planeta. Barcelona. 1983.

- Rivoire, Jean: L’economie mondiale depuis 1945. P.U.F (col. <<Que sais-je?>>), París, 1980.

- Vilaro, R.: Un nuevo rico llamado Japón. El País, 16-17 julio. 1986.

- Vizoso, A.: Japón, tercera potencia mundial. Ed. Guadiana. 1970.
 


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

García-Valdecasas, J.P.:  “El milagro japonés" en Observatorio de la Economía y la Sociedad del Japón, enero 2010. Texto completo en http://www.eumed.net/rev/japon/

 

 

 

El Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón es una revista académica, editada y mantenida por el Grupo eumednet de la Universidad de Málaga. Tiene el Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas ISSN 1988-5229 y está indexada internacionalmente en RepEc.

Para publicar un artículo en esta revista vea "Acerca de...".

Para cualquier comunicación, envíe un mensaje a rodriguezasien@yahoo.es


Director:
Ernesché Rodríguez Asien (CV)
Editor:
Juan Carlos M. Coll (CV)
ISSN: 1988-5229
EUMEDNET