INTRODUCCIÓN A UN POSIBLE ANÁLISIS DE LAS RELACIONES ENTRE ECOLOGÍA E HISTORIA
Edgardo Adrián López
Universidad Nacional de Salta, Argentina
edadrianlopez@yahoo.com
“... El comunismo es la Utopía, es decir, la nada. Es el avatar de todas nuestras escatologías religiosas: la llegada del Mesías, ... el Nirvana. No es una perspectiva histórica, sino una mitología corriente”
Immanuel Wallerstein
En una sociedad futura, habrá que intentar reducir al mínimo la producción de desechos, “... utilizando de manera directa, y al máximo, todas las materias primas y auxiliares ...”
Karl Heinrich Mordejái Marx Levy
Resumen
En esta contribución, pretendemos llamar la atención acerca de los nexos que se entablan entre las comunas y la Naturaleza, según los modos de suscitar riqueza, especulaciones que nos conducirán a poner en escena determinadas cuestiones que hacen a los vínculos pluridimensionales entre la Historia y la Ecología y en definitiva, entre las Ciencias “blandas” y las Ciencias “duras”.
Palabras claves: Historia – Ecología – Capitalismo – Marx - Marxismo
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A partir de una de las tantas afirmaciones del “duende” barbado, respecto a que “antes” del intercambio entre los hombres en sus enlaces, insiste el que acontece entre la sociedad y la biosfera a través del trabajo, podríamos abocetar una interdependencia entre la Historia y la Ecología como disciplinas científicas.
Nos ocuparemos de relevar algunos de los problemas que consideramos esenciales desde el punto de vista de lo que se convino en bautizar, más por la fuerza de la costumbre que por el rigor conceptual, como “Materialismo Histórico”. Decidimos dividir en cuatro grandes cuestiones, las referencias a los nexos posibles entre las comunas y los ecosistemas, a partir de las agudas observaciones de Margalef y Cordon .
II
Esos cuatro enmadejados “nodos” a los que aludimos, ponen a prueba las capacidades de “evolución” , adaptación y cambio de una colectividad de mujeres y varones en intercambio material, energético y “espiritual” o semiótico. Modestamente, esas cuatro grandes cuestiones son :
1. ¿Cuáles son los límites dentro de los que el entorno puede utilizarse, a fin de que su empleo no sea necesariamente un contacto de explotación, enmarcado a su vez, dentro de un enlace “fáustico” entre el hombre y la naturaleza, id est, de sometimiento de ese otro radical de la cultura?
Al contrario de lo que opina la mayoría de los que se quedaron con una interpretación de manual o leninista de Marx, éste afirma que únicamente en épocas muy particulares de la producción social, los nexos entre mujeres y varones y la biosfera se hallan reducidos, mutilados, aplanados, unidimensionalizados, simplificados y empobrecidos a un dominio “bíblico” y patriarcal de las fuerzas cósmicas. En este sentido, la “evolución” social no es indicio de una progresión lineal del control y dominio de la naturaleza, ya que las relaciones de intercambio entre sociedad y ecosistemas sólo se convierten en vínculos fáusticos de poder, control, explotación y dominio en las sociedades desgarradas en clases.
Podríamos enunciar que para Marx y Engels, existen dos “cortes” abisales en la historia de la especie, y en los vínculos de los agentes con la biosfera: el primero de ellos, se ubica con la aparición de comunas partidas en clases antagónicas, por cuanto desde la Prehistoria propiamente dicha hasta la formación de ámbitos sociales complejos pero sin clases (del tono de algunas formas societales precolombinas ), las relaciones entre los hombres y el entorno fueron un enlace no constreñido a nexos fáustico/bíblicos, a pesar de haber habido, en algunas épocas más que en otras, un patriarcalismo agudo.
En esta larga “etapa” , el feedback entre sociedad y ecosistemas es un contacto de subsunción con poca capacidad de modificación de los ambientes. En el caso de las asociaciones prehistóricas, los enlaces de dependencia llegan a tal grado que el hombre apenas puede arrancarle medios de producción y de subsistencia al ambiente.
En el ejemplo de las sociedades de alguna complejidad como para suscitar ciudades y Estados, sin que exista una configuración de clases (tal cual el incario), el nexo de dependencia está signado por las estrecheces que la naturaleza le “impone” a las formas de sociedad, historia, trabajo, economía y praxis.
Puede que dicha barrera surja a raíz de que el despliegue de las fuerzas de producción y de las facultades semiotizadoras de la labor humana, esté restringido por la dinámica misma de la colectividad. Por eso es que la biosfera no es en sí, una “frontera” para el devenir de mujeres y varones. El estado de sus potencias creadoras y de la capacidad de transformación del trabajo en la historia sida, no permitieron que esos corsés afloren desde el “lado” de los ecosistemas; irrumpen desde el “flanco” de las asociaciones. Sin embargo, en estas sociedades preclasistas es factible creer que la dialéctica entre hombre y naturaleza no adoptó aún el carácter de una lógica de interacción destructiva, al menos, como en el ejemplo de las sociedades de clases.
En el tipo de comunidades de las que hablamos, la subordinación con respecto al universo proviene de que el inmenso “arsenal” de las fuerzas cósmicas todavía no puede ser engarzado en las potencias sociales y “traducido” por el trabajo, a fin de ser usado con objetivos de supervivencia. Al parecer , estas sociedades sólo emplean una porción relativamente “pequeña” de tales poderes, aunque la dinámica del trabajo que las “traduce” permite un alto grado de eficiencia. Uno de los inconvenientes que asolan a las comunas divididas en clases, en particular, del perfil de las europeas occidentales, que asoman como un tipo de clasismo extremadamente rapaz, es que las potencias cósmicas son “exprimidas” en casi todas sus dimensiones, pero la lógica de la tarea que las “decodifica” dilapida sus capacidades. Por ello, acaso sociedades como la inkaica, eludiendo caer en las innumerables mitologías del “buen salvaje”, pudieron contar con un sistema social complejo y de gran capacidad productiva, ya que no estaban estructuradas con base en la dinámica del trabajo enajenado y de la lucha de clases.
En efecto, acorde a las investigaciones más conocidas el Estado preclasista incaico generó estrategias de uso y distribución del trabajo, del excedente y de los obreros productivos, que ni siquiera el capitalismo pudo alcanzar en lo que se refiere a alimentación, vivienda e indumentaria para una mayoría notable de la población. Esta paradójica situación quizá pueda ser atribuida a que la lógica de “evolución” de las fuerzas creadoras y de las aptitudes semiotizadoras de la tarea, son abismalmente desiguales en las comunas sin clases y en las que están zurcidas por sus conflictos.
Ahora bien, el otro gran “corte” en los modos de vincularse con la biosfera lo puede llegar a constituir cierto socialismo no leninista , o lo que se inaugura allí bajo un “reino” de la creación y de la Libertad. Marx aguarda que los nexos entre mujeres y varones y su entorno, y entre los hombres abandonen las significaciones, consecuencias, dinámicas, interdependencias, etc., propias de las sociedades de clases. Pero al mismo tiempo que las relaciones citadas ya no serían juegos y redes de poder, formas de dominación, jerarquía, explotación, miseria, pobreza, soledad, incomprensión, fáustico/bíblicas, etc., los individuos tal vez puedan ser otra Gran Máquina de Producción, casi al igual que la naturaleza pero sin rivalizar con ella.
III
2. Aunque no lo sopesen así muchos de sus críticos, comentaristas y opositores, el pensador germano anhela que los enlaces con la biosfera ya no sean significados ni en tanto relaciones de explotación (tal cual en las comunas de clases), ni en cuanto nexos de subordinación (como en las colectividades de la Prehistoria, en las preclasistas posteriores y en algunas de las estatales sin clases).
Cabe esperar que las relaciones de intercambio con la naturaleza sean semiotizadas bajo el aspecto de contactos de asociación con ella, a manera de vínculos a través de los cuales el mundo es realmente el Cuerpo Sin Órganos de los agentes, su alternativa para devenir Potencia Infinita. Es esto lo que Marx demarca cuando sostiene que el comunismo es un humanismo práctico, mediante el cual la biosfera se humaniza y la sociedad se vuelve “ecologista”. Y es que antes de la llegada de las comunas del “reino” de la Libertad, la naturaleza no está genuinamente humanizada, sino a lo sumo antropomorfizada paranoicamente por los desiguales sistemas simbólicos correspondientes a las disímiles asociaciones: tanto por las significaciones efectuadas por las colectividades sin clases (prehistóricas, americanas con Estado o etnográficas actuales), como por las simbolizaciones cinceladas en las sociedades de la explotación de unos contra otros.
Lo paranoico radica en que el entorno es imaginado con rasgos humanos y con idéntica lógica de acción. Según Lacan, un caso extremo de antropomorfización paranoica es la ciencia misma , puesto que el discurso científico interpreta el mundo invistiéndolo de sentidos que nada tienen que ver con su materialidad. Las supuestas leyes naturales no son más que significaciones paranoicas acerca de un cosmos que alucinamos movilizado por una dinámica similar a la humana (sin embargo, no creemos que necesariamente cualquier significación de la biosfera tenga que ser paranoica y antropomorfizante, dado que lo cultural varía según cambie la intrincada dialéctica entre base y superestructura ).
Con un socialismo no leninista, sería deseable que apareciera la probabilidad de significar la otredad absoluta de la naturaleza, sin esmerilarla bajo las “Mitológicas de la Narrativización” (comunidades prehistóricas, etnográficas, etc.) o con las “Mitológicas de la ‘Representación’” (tipo actual de ciencia, técnica y metafísica). La biosfera se torna un otro al que nos asociamos para extender en múltiples direcciones, el despliegue de las potencias subjetivas humanas y los poderes de semiotización del trabajo.
3. ¿Qué alternativas existen para que las relaciones entre individuos y naturaleza no sean engastadas por la lógica de la dependencia, o mediante la “racionalidad” de la explotación?
El binarismo que tendría que demolerse es el de “conservación/uso” del entorno, ya que o se deja que los procesos evolutivos de los ecosistemas continúen o se interfiere en ellos para que sean aprovechables.
Siguiendo a Margalef, desde la Termodinámica y la Cibernética la cuestión podría formularse del siguiente modo: ¿cómo hacer para extraer energía, materia y demás elementos de los ecosistemas, sin que esa operación conlleve una relación de subordinación o de explotación? Por otra parte, también figura el problema de cómo emplear la energía, materia y otros componentes de los ecosistemas, sin que ello acarree una interferencia destructiva en su natural evolución entrópica: de los entornos “maduros” y estables, poca biomasa se puede aprovechar. Al mismo tiempo, se tiene que retrasar lo máximo posible esa estabilidad entrópica.
El gran tema radica en que el goce de la energía que los ecosistemas no emplean y que se “exporta” a otro, que es la sociedad , no implique una “ganancia” momentánea de orden contra la tendencia hacia un estado final de energía no aprovechable, pero con el peligro de que esa capacidad del ecosistema social tecnificado signifique a largo plazo, una inyección tal de desorden que la vida misma sea imposible. Que es lo que sucede con la contaminación en el capitalismo denominado “tardío” , mostrando que las sociedades de clases, en comparación con las comunas previas, supieron obtener cierto grado de orden y de retardo de la entropía, pero incrementando riesgos y desórdenes negativos más críticos.
Pareciera que una de las alternativas para disolver los dilemas mencionados (conservación-uso, creación de estados de energía aprovechables vs. inyección de entropía no “reversible” ), es que la génesis de “ambientes” energéticos pase cada vez más al plano humano sin extraer casi nada de la naturaleza, y que dicha producción no suscite entropía “irreversible” y contaminante, de tal manera que no aumenten las dificultades para la obtención de energía. En un lejano futuro y sin enredarnos en profecías ni en utopismos tecnológicos, acaso serían factibles sociedades hábiles para ampliar continuamente las regiones del universo en las que la entropía es baja. La Termodinámica sería burlada, retardando el tiempo en que la entropía total del cosmos debiera llegar a un presunto estado de muerte térmica o de predominio de calor disipado, es decir, demorando el instante en que se requeriría virtualmente de un tiempo infinito para generar estados de energía utilizables. Of course, comunas de ese tipo, además de disponer de una tecnología y ciencia hoy inimaginables, “deben” estar fundadas en una lógica verdaderamente racional y humana de las fuerzas productivas.
Creemos que a partir de esta dinámica, varones y mujeres podrán ser, al estilo de lo que afirma Faustino Cordon, un Autótrofo Superior y podrán comprimir la entropía que induce su praxis. Tal vez de esta manera, el ser humano alcance a ser un autótrofo en idéntica dirección en que lo es el universo, id est, otra Gran Máquina capaz de autoabastecerse y de crear casi sin límites.
4. Para concluir, dejamos abierto lo enunciado con lo siguiente: ¿cuáles estrategias emplear para que la biomasa cultural, no signifique una tendencia hacia estados de baja entropía, tal que en simultáneo dicha tendencia conlleve una estandarización del Sentido y del Sinsentido?
A partir de cierto Foucault, sería dable argumentar que las colectividades existentes hasta ahora se rigieron no únicamente por los binomios “razón-sinrazón”, “normalidad/locura”, “normalidad-monstruosidad”, etc., sino también por el par “sentido/sinsentido”, domesticando a ambos con procesos castradores de socialización. Bien podría ocurrir que una comunidad altamente “evolucionada”, tanto como para esquivar la muerte térmica del universo o postergarla casi sin fin, se corresponda con una importante biomasa cultural y con estados bajos de entropía, pero con una estandarización del Sentido y del Sinsentido que la vuelva una nueva “cárcel”, cómoda, sí, mas no emancipatoria. En el capitalismo contemporáneo, la publicidad, el marketing, el consumismo, las marcas , el endeudamiento de los ciudadanos, etc., son un pálido anticipo de esa homogeneización aludida.
Esta suposición no sólo es necesaria para recordarnos que no son paralelos elevados niveles de tecnologización, con índices altos de libertad, sino por igual para entender que la sumisión, los juegos y redes de poder, las jerarquías , la dominación, la explotación, etc., no se dejan “simplemente” atrás, luego del nacimiento de una hipotética colectividad anticapitalista y pro socialista. Un socialismo no leninista no es ni será ineluctable; no seguirá inevitablemente al capitalismo; habrá que construirlo , al tiempo que desmantelamos en nosotros habitus enlazados a dos millones de años.
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