SORGO ROJO
Héctor Gómez Pinos
(CV)
hgomezp@uoc.edu
Resumen: Reseña de la obra literaria Sorgo Rojo, una de las máximas exponentes
del movimiento chino de los años ochenta conocido como “Literatura de las
Raíces” y que sirvió de base para la película del mismo título dirigida por el
famoso cineasta Zhang Yimou. Así, se contextualiza al autor y al movimiento
cultural y se resume el argumento analizando aquellos elementos que, a nivel
personal, considero dan sentido a la obra.
Para ver el
artículo completo en formato pdf pulse aquí
Para citar
este artículo puede utilizar
el siguiente formato:
Gómez Pinos, H.::
"Sorgo Rojo"
en Observatorio de la
Economía y la Sociedad de
China Nº 14, diciembre
2010. Accesible a texto
completo en
http://www.eumed.net/rev/china/
I. RESEÑA
Honrar el Sufrimiento Pasado
Tenida como una de las más importantes muestras de la literatura de su época,
Sorgo Rojo (1987) es una novela del autor chino Mo Yan encuadrada dentro de la
llamada “Literatura de las Raíces”. Este movimiento, cuya base podemos encontrar
en cierta manera en el destacado papel que el “realismo” había tenido tras la
proclamación de la República Popular, cobró forma en la década de los ochenta al
amparo de la “fiebre cultural” (a la que apenas sobrevivió) generada por el
creciente aperturismo, y de los debates sobre la dirección que la rápida
modernización experimentada debía seguir.
Así, frente a esta modernización y la expansión de las formas de vida urbanas,
en un ambiente de búsqueda de la propia identidad, la “Literatura de las Raíces”
apostó por la necesidad de construir y mantener viva una memoria que, aún sin
pretenderlo, se proyecta en el presente, por no olvidar la génesis de la cultura
china, la vida rural y sus costumbres, eso sí, como bien vemos en esta obra,
todo ello planteado más desde un punto de vista estético que anclado en lo
político-ideológico. La vida de Mo Yan (1955-), sin duda, le permitía conocer
esa realidad y apostar por este movimiento: miembro de una familia granjera,
entró a trabajar en una fábrica durante la Revolución Cultural para acabar
pasando a formar parte del Ejército Popular de Liberación, donde, en 1981,
publicó la primera de una serie de exitosas novelas.
Ya desde la primera página de Sorgo Rojo, aún antes de comenzar el relato, su
autor, inmerso en la vida moderna, se reconoce indigno del pasado heroico de su
pueblo. Un pasado que a lo largo de la obra que nos ocupa se narra de forma
fragmentada, casi cinematográfica, con constantes saltos en el tiempo pero que
en ningún momento dan sensación de incoherencia. La vida de Zhan’ao, de su hijo
y demás familiares del narrador es también una historia cruda, lo que lleva a
nuestro “anfitrión” a pensar que su pueblo es el más hermoso, pero también el
más horrible. Los acontecimientos que allí se dieron son tan duros que es
difícil anhelarlos, pero deben mantenerse siempre presentes en un ambiente de
progreso que convierte a sus descendientes en poco filiales, en gente que no
merece “siquiera llevarles una vela” a sus muertos .
Resaltábamos la dureza de la historia. En ésta el papel protagonista recae
principalmente en Yu Zhan’ao, abuelo del narrador, y en algunos momentos en su
hijo, pero también conocemos la vida de las dos abuelas, del “tío” Arhat y de
otra serie de personajes. Así, a lo largo de su vida Yu pasará de ser un
muchacho que huye de su pueblo a ser un porteador para acabar convertido en
héroe regional de la resistencia contra los japoneses, cuyos años de invasión
ocupan la mayor parte del relato. Y es sin duda la figura de este héroe la que
mejor representa las sensaciones enfrentadas que en el lector puede causar la
glorificación de este pasado. Es cierto que Yu se enfrenta a un enemigo
poderosísimo hasta el último aliento y con unos medios escasísimos, que no se
echa atrás pese a ir perdiéndolo todo y que reprocha a otros grupos de
resistencia la falta de unidad y sus peleas internas, pero no lo es menos que
este personaje es todo menos un cúmulo de virtudes personales: no duda en
asesinar al monje amante de su madre siendo aún un niño, al bandido Cuello
Manchado, al prometido de la que se convertirá en la madre de su hijo y al padre
de éste (si bien es cierto que era la única salida para evitar un matrimonio
injusto), así como tampoco se pensará dos veces el golpear con violencia a su
amada cuando se sienta traicionado, ni en abandonarla para irse a vivir con otra
mujer.
Los sucesos que vivirá no serán menos tremendos: la quema de su aldea por tropas
japonesas (entre otras barbaridades que se nos describen), la muerte de sus dos
mujeres y muchos otros conocidos, el deshollamiento de Arhat, la traición de uno
de los grupos de resistencia anti-japonesa, las escasas posibilidades de
supervivencia ante varios asedios tanto de japoneses como de perros salvajes,
que llevan a tener que alimentarse de la carne de estos animales, el
enfrentamiento con varios bandidos, con la justicia y entre las propias
facciones chinas. El ambiente presentado es tal que incluso los propios perros
protagonizan enfrentamientos entre ellos y el propio narrador califica los
acontecimientos de barbarie profunda, anárquicos incluso desde el punto de vista
de la administración , llenos de supersticiones y marcados por algunas
tradiciones que hoy rozarían el salvajismo , pero que son precisamente los que,
comparados con una vida llena de comodidades, le llevan a sentirse “como un
piojo marchito” frente a su abuela, una persona que era poco más que una niña
cuando tuvo que ponerse al frente de la destilería de sorgo, una auténtica
superviviente en un mundo hostil, hasta que las balas japonesas pusieron fin a
su vida.
Así, la idea del libro puede extraerse de unas palabras del propio Yu: “no
podemos salir de aquí, no después de la muerte de tantos hombres” . Seguramente
Mo Yan no pretende convencernos de que ese estilo de vida fuese mejor que el
actual, sino hacernos ver que no sería justo “salir de ese pasado”, olvidarlo,
porque se construyó con el sacrificio de muchos, y porque gracias a él estamos
aquí. La búsqueda de las raíces, se convierte, además, en la solución para
encontrarnos con nosotros mismos, para que nuestra esencia no se diluyen en la
decadencia moderna: “vuelve a tu tierra, estás perdido si no lo haces” .
Y es que en el fondo “lo único” que ha hecho el narrador de la historia es
contarnos la vida de unas personas por las que siente un gran respeto, para que
las tengamos presentes, por eso el último pasaje está dedicado a la visita de
las tumbas. Sin embargo la sensación es que este pasado se está olvidando por
completo, incluso el sorgo rojo, el “símbolo del espíritu tradicional de Gaomi
Noreste”, ha sido sustituido por un sorgo híbrido, carente de la belleza y
personalidad del anterior, y ya sólo se mantienen muestras de aprecio hipócritas
.
II. BIBLIOGRAFÍA
- MO, Yan, Sorgo Rojo, Barcelona: Muchnik Editores, 1992.
- VV. AA., Literaturas de Asia oriental: siglos XIX y XX, Barcelona: UOC, 2005,
módulos 1, 2 y 3.