CHINA EN ÁFRICA… ¿SOCIO EN EL DESARROLLO, COMPETIDOR ECONÓMICO, O NUEVA POTENCIA COLONIZADORA?
Alberto Consuegra Sanfiel
(CV)
alconsaf@gmail.com
“…la implicación china, lejos de ser una maldición, fue en realidad un
catalizador para el desarrollo y trajo consigo una mejora en el nivel de vida
que África no había conocido en décadas.”.
(Tomado de Chris Alden.“China en África”. Barcelona: Intermón Oxfam, 2008)
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Consuegra Sanfiel, A.::
"China en África… ¿Socio en el desarrollo, competidor económico, o nueva potencia colonizadora?"
en Observatorio de la
Economía y la Sociedad de
China Nº 14, diciembre
2010. Accesible a texto
completo en
http://www.eumed.net/rev/china/
Introducción
El crecimiento económico iniciado por algunos países como la India, Brasil o
China a partir de las últimas décadas del siglo XX y que se extiende hasta la
actualidad, es uno de los fenómenos que más atenta contra la unipolaridad
impuesta tras el fin de la Guerra Fría. Sin embargo, el desarrollo que sigue
obteniendo hoy día Beijing constituye, según el criterio de muchos
especialistas, el fenómeno más abarcador, el que más influye en el continente
asiático y a su vez, el que mayor dimensión e importancia continuará otorgando a
la región dentro de las relaciones financieras y comerciales a nivel particular
y universal.
África, continente y reservorio por excelencia de recursos naturales tales como
el carbón, hierro, cobalto, y sobre todo petróleo, entre otros, ha pasado a ser
desde los años 90 de la pasada centuria, segundado por América Latina, el socio
comercial más importante del Gigante Asiático fuera de su propia área natural.
Países como Zimbabwe, Sudán, Zambia, Nigeria, o el tan “pro-galo” Senegal, han
abierto gustosamente las puertas de sus economías sub-desarrolladas a las
transnacionales sínicas lo cual ha representado, sin equívocos, un cambio
significativo en las históricas relaciones Norte-Sur para y desde el Continente
Negro.
Este “peligroso acercamiento”, como muchos analistas quieren hacer ver, ha
acarreado, paralelamente a su progreso y consolidación, disímiles
interpretaciones y aseveraciones que obligatoriamente nos llevan, siempre y
cuando queramos construir un criterio objetivo, a desentrañar las verdaderas
intenciones y necesidades comerciales del país asiático en la zona, a valorar
las implicaciones y los beneficios reportados por las mismas a las poblaciones
africanas, y a examinar las relaciones comerciales China-África a partir del
estudio de las tres líneas de pensamiento principales sobre las cuales han
girado los análisis al respecto: “China como socio en el desarrollo”, “China
como competidor económico”, o “China como nueva potencia colonizadora”.
Siguiendo los objetivos antes planteados, en este trabajo se pretende hacer un
análisis general de las relaciones comerciales entre China y África Subsahariana
a partir de los años 90´s, tomando como referente el desenvolvimiento, frutos e
impacto de las exportaciones, importaciones e inversiones chinas en algunos
países claves como Sudán y Zimbabwe. De igual forma, se esbozarán las
principales tesis esgrimidas por los especialistas a la hora de valorar este
fenómeno lo que contribuirá, sustancialmente, a construir nuestros propios
puntos de vistas al respecto.
Desarrollo
Gracias a la implementación del proceso de reforma y apertura iniciado en 1978 ,
conocido también como “Gran Salto”, China emprendió el camino de la
modernización y el desarrollo económico lo que ha traído como resultado, al cabo
de más de 30 años de su comienzo, de un crecimiento anual medio de casi el 10
por ciento, una notable transformación estructural, así como una mejora palpable
del nivel y calidad de vida de la población lo que se traduce en un aumento
importante del número total de habitantes que ha pasado de los 981 millones que
habían en 1980, a casi 1.300 millones en el presente, por citar algunos cambios
.
Precisamente, esta carrera vertiginosa que tiene como objetivo esencial el
mantenimiento de tasas de crecimiento elevadas, es la causa fundamental que ha
hecho que se produzca en las últimas décadas un aumento considerable del
comercio entre la nación asiática y algunos países ubicados en regiones alejadas
y no tradicionales de influencia como América Latina, el Caribe y África; este
último con un especial interés y a mayor escala.
La gran demanda de materias primas y, sobre todo de petróleo, es vital para
seguir llevando adelante con éxito el despegue económico chino, además de ser la
clave fundamental que explica la reciente expansión hacia otros mercados por
parte del capital asiático, especialmente hacia el africano, así como el interés
manifiesto de la alta dirigencia de este país por estrechar cada vez más los
vínculos comerciales en la zona subsahariana específicamente en renglones como
la minería, hidrocarburos o la inversión extranjera. Sin embargo, esta no es la
única causa que ha hecho acrecentar la presencia de Beijing en África.
Según algunos expertos, la deprimida situación macroeconómica por la que
atravesaron algunos países durante los 90´s -muchos todavía están en igual
situación-, fue el momento que motivó a muchas empresas multinacionales, la gran
mayoría chinas, a invertir y a firmar acuerdos beneficiosos al sur del Sahara,
mientras los gobiernos africanos se veían obligados a privatizar los servicios
públicos y a reformar sus economías . Esta coyuntura permitió incrementar el
ingreso de capitales chinos como Inversión Extranjera Directa (IED), la cual se
ha elevado desde 1991 y hasta el 2003, por ejemplo, de un 0,4% a 5,1% a través
del accionar de más de 670 empresas chinas las cuales laboran en casi todos los
países africanos en ramas vitales como las mencionadas anteriormente, además de
las telecomunicaciones, infraestructura, agricultura, químicos, el sector
farmacéutico, alimentos, textiles y micro-emprendimientos .
Para Occidente, la notoriedad alcanzada por las firmas comerciales chinas debido
a su intensa actividad financiera en África, además de ser compañías hasta hace
muy poco desconocidas para el mundo, ha estimulado la propagación de estados de
opinión negativos a los más altos niveles y en círculos académicos los cuales,
casi con carácter profético, fundamentan sus criterios a partir de ideas erradas
que hacen ver las relaciones China-África como algo nunca antes visto e
inaudito. Más allá del carácter, forma y proporción atípica con que se nos
presenta este fenómeno, es válido aclarar que desde la época de las
independencias africanas, la Guerra Fría y la No-Alineación, China ha venido
tejiendo relaciones diplomáticas importantes con gran parte de los gobiernos del
continente las cuales, por supuesto, han tenido sus altas y bajas .
Bajo la égida de la “Nueva China” de Mao Tsé-tung y con un panorama
internacional hostil completamente diferente al actual, durante los años 50´s se
dio el primer reconocimiento absoluto de la China Popular por parte de un
gobierno africano independiente, el Egipto de Nasser quien, junto al presidente
indio Jawaharlal Nehru y el yugoslavo Tito, comandaba el reciente grupo de
Países No-Alineados. De igual forma, las décadas posteriores asistieron al
establecimiento de fructíferas relaciones diplomáticas al sur del Sahara entre
la nación asiática y gobiernos africanos, llegando a ser muy estrechas como las
instituidas con la República Unida de Tanzania .
Hermanados por ideas como la doctrina del “tercermundismo”, el “no-
alineamiento”, el deseo de establecer un Nuevo Orden Económico Internacional
(NOEI) ,o simplemente el interés por cambiar las históricas relaciones
Norte-Sur, Dar es-Salaam se convirtió en un seguidor de los principios de la
Revolución china, haciendo posible la cooperación militar y diplomática entre
ambos países en la arena internacional y regional en apoyo a los movimientos de
liberación nacional aún existentes por aquel entonces en el África meridional,
la agricultura, asistencia técnica, al igual que en algunos proyectos de
infraestructura como el ferrocarril Tanzania-Zambia (Tanzam o Tanzara) de 1.200
millas, obra que por mucho tiempo fue el más grande y relevante proyecto de toda
la historia de la colaboración china en el continente .
A partir de 1990, las relaciones entre ambas partes entrarán en un nuevo período
que estará signado por un marcado interés chino en recuperar y consolidar los
nexos diplomáticos con algunos gobiernos esenciales para el comercio como el de
República Centroafricana, Liberia, Sudáfrica, Chad y Senegal, vínculos todos que
se vieron muy afectados a raíz de la imagen represiva y antidemocrática que
Occidente construyó de China por los sucesos de Tiananmen. La pésima situación
financiera en la que se encontraban las economías africanas por esta fecha, la
riquezas minerales que poseen sus áreas, la presencia de mercados de fácil
penetración para las manufacturas chinas de buena tecnología y poco precio,
entre otras, serán también las causas que motivaron a Pekín a iniciar ese
acelerado comercio recíproco que llega a hasta nuestros días.
A ciencia cierta, esa política comercial que inició China para con África desde
finales del siglo pasado es una prolongación de la visión que Beijing intenta
promover en el sistema mundial de postguerra fría a partir del establecimiento
de un orden económico multipolar que refleje los objetivos de la comunidad
internacional y en particular de los países en desarrollo. Esta nueva
orientación, específicamente vinculada con África, tuvo su expresión más alta en
la celebración de la primera reunión ministerial del Foro de la Cooperación
China-África (Forum on China-Africa Co-operation - FOCAC) celebrada en la
capital asiática en el 2000 y que no es más que un mecanismo de diálogo y
cooperación colectiva ideado por China, en el que se celebran reuniones
ministeriales entre altos funcionarios chinos y africanos, siendo su propósito
central fortalecer la cooperación económica y consolidar áreas de común interés.
El Foro está formado por más de 45 países y su alcance no solo abarca los temas
económico - que sin duda es el motor fundamental de esta relación -, sino
intercambios culturales, cooperación en el ámbito de Naciones Unidas, formación
de técnicos y profundización de los lazos educativos, entre otros.
Tanto el contenido de los discursos pronunciados por los mandatarios Jiang Zemin
en 1996 y Hu Jintao en el 2004 durante las respectivas visitas hechas al
continente, así como el programa económico y social conjunto acordado en la
celebración de este primer Foro, reafirman que las relaciones bilaterales entre
ambas partes descansan sobre los cincos pilares de la doctrina del desarrollo o
“principios de la coexistencia pacífica” definidos por China que son:
“ganancia-ganancia”, “no interferencia”, “respeto por la diversidad”,
“desarrollo económico” y “soberanía” , algo que por supuesto ha lacerado y
reducido en alcance los mecanismo de explotación que mantenían sobre los países
pobres africanos organismo internacionales como el FMI o las archiconocidas
“Trade Houses” que vienen de la época colonial.
Sin dudas, el nuevo interés de China por África ha constituido un factor
inesperado de oportunidades para los gobiernos del continente. La introducción
de este nuevo sistema de relaciones ha repercutido en una menor dependencia
respecto al capital proveniente de los países occidentales. El gran cambio que
se ha producido es la alternativa real que China ha gestado frente a dos
factores fundamentales que venían funcionando como condición histórica para
invertir: los límites comerciales derivados de las restricciones arancelarias de
los países europeos y EEUU, y las condiciones de respeto de los derechos humanos
como condición de inversión occidental en países que, para ellos, son
“irreverentes en esta cuestión”.
El ejemplo clásico dentro de los países africanos que ostenta esta “categoría” y
que ha recibido los beneficios de la “no injerencia” china en los asuntos
internos es Sudán. Acusado de genocidio por los crímenes en el conflicto de
Darfur, el gobierno de Jartum se convirtió oficialmente en productor y
exportador de petróleo en setiembre de 1999 gracias mayormente a la inversión de
capital chino en la vieja y casi inexistente infraestructura del sector. Que en
el subsuelo de la región fronteriza entre el norte y el sur de Sudán hubiera
petróleo se sabía ya desde finales de los setenta; sin embargo, la reanudación
de la guerra civil entre las dos partes del país desde mayo de 1983 había
impedido trabajar a las compañías petrolíferas extranjeras presentes en el
terreno.
A mediados de los años noventa, tras años de conflicto aún vivo y extenso, un
consorcio conocido con el nombre de Greater Nile Petroleum Operating Company
(GNPOC) cogió las riendas tanto de los trabajos de prospección y explotación de
los bloques 1, 2 y 4 ,la construcción de una refinería a las afueras de Jartum,
así como la de un oleoducto de 1.600 km necesario para llevar el crudo de los
campos petrolíferos del Sudán meridional a Port Sudan, en el Mar Rojo .
Si bien la capacidad actual de producción de Sudán es de 310.000 barriles al
día, es relativamente insignificante comparado con la producción global que es
de aproximadamente 82 millones de barriles diarios, aunque su producto es de
alta calidad. El llamado “light sweet crude” en poco tiempo se ha convertido en
un importante suministrador del mercado global, y es más solicitado en ocasiones
que el petróleo de Oriente Medio que tiene mayor concentración de azufre. La
inversión china a través del consorcio China National Petroleum Corporation
(CNPC), socio mayoritario de GNPOC con el 40% de las acciones en la capacidad de
producción petrolera sudanesa, ha dado como resultado que el rendimiento alcance
el 5 por ciento de las importaciones totales de China. Significativamente, con
el decursar del tiempo el Gigante Asiático se ha convertido en el único y más
grande cliente de petróleo del país africano, con la adquisición de más de la
mitad de las exportaciones de Sudán desde el 2003 .
Otro país africano que ha corrido con la misma suerte es Zimbabwe. Aislado
internacionalmente a raíz de la posición asumida por las organizaciones
financieras mundiales quienes junto a Occidente acusan a la administración de
Robert Mugabe de haber cometido repetidos fraudes electorales así como de usar
la violencia contra población civil blanca en la expropiación de sus tierras, el
gobierno de Harare ha implementado una estrecha relación con Pekín que
trasciende los excelentes vínculos diplomáticos la cual ha sido auto titulada
por su protagonista africano como “la mirada a Oriente” .
Durante la década de los 90´s, Zimbabwe fue uno de los primeros países en
recibir ofertas substanciales procedentes de transnacionales chinas con el
objetivo de invertir, sobre todo, en la minería y en infraestructuras.
Aprovechando la ruptura de convenios y relaciones bilaterales con las
principales potencias del Norte, dígase Estados Unidos e Inglaterra, además de
ser la tierra zimbabwense un coloso en recursos naturales– algo necesario para
China-, Beijing ha continuado ofreciéndose a sí misma como una alternativa de
inversión y asistencia sin condiciones, actitud que se ha traducido en cifras y
proyectos a realizar en el país africano que superaron , por ejemplo, el costo
de los 6 millones de dólares sólo en el 2005 .
Durante el propio año, el presidente Mugabe realizó una visita oficial a China
en la que recibió todos los honores reservados a un jefe de Estado , además de
que el séquito de ministros y empresarios que lo acompañaron firmaron un paquete
de convenios comerciales con sus homólogos asiáticos dentro de los que se
desprende uno que tiene como fin la reparación de la red de viaductos de las
principales ciudades del país, obra que estaría a cargo de la “Corporación
Estatal China de Carreteras y Puentes”. Otro logro substancial de este encuentro
fue la obtención por parte de la parte africana de “créditos blandos” con el
objetivo de importar alimentos .
Como se ha visto, las relaciones China-África vistas a groso modo a través de
los ejemplos de Sudán y Zimbabwe muestran, ante todo, la evolución y
particularidades del proceso, así como su magnitud y trascendencia. Sin lugar a
dudas, la llegada del capital chino a África ha dado un impulso significativo a
las economías africanas, además de que ha incentivado el desarrollo de renglones
importantísimos y claves para las relaciones comerciales actuales tales como la
minería y los hidrocarburos. Sin embargo, ha traído efectos negativos reales que
han dado tela por donde cortar a todos sus detractores, especialmente a aquellos
que han visto mermadas sus ganancias e influencias al sur del Sahara tras la
llegada de la firmas sínicas.
Uno de los aspectos que más se le critica a China en su relación comercial con
África es que, más allá de ser un catalizador en el desarrollo de sus
poblaciones, representa un competidor económico demasiado fuerte por la
capacidad industrial y comercial que ha alcanzado en los últimos años, algo que
no tiene toda África por mucho que se esfuerce. Tras la entrada del Gigante
Asiático en la Organización Mundial del Comercio (OMC), ésta se ha convertido en
una superpotencia económica de exportaciones producidas en serie y a bajo coste,
realidad esta que deja sin oportunidad de salida comercial a productos
procedentes de la pequeña y mediana empresa en sectores como el textil. Según
muchos, este factor ha asestado un duro golpe a la industria naciente de África,
provocando un retroceso de décadas a los planes africanos de industrialización .
Otro asunto muy ventilado ha sido el problema de la negativa constante que
mantienen las empresas chinas para contratar personal nativo. Con tasas de
desempleo elevadísimas, la actitud china contribuye a que se agudice el problema
en el continente mientras cada vez más va en aumento la llegada de trabajadores
asiáticos. Ante tal crítica, China ha expuesto dos argumentos de apoyo sobre el
perfil de la mano de obra que contratan sus empresas: en primer lugar dice que
la mayoría de la mano de obra africana no tiene especialización, cuestión a la
que se suma el problema del desempleo en el país asiático. A esto se suman otros
factores como la dificultad de no hablar el mismo idioma y también las
consecuencias devastadoras de la propagación del SIDA entre la población
africana lo que ha hecho que merme en un elevado porciento los varones en edad
de trabajar .
Reales o no estos argumentos, lo que sí está claro es que el debate de estas y
otras cuestiones no se han quedado a la altura de círculos gubernamentales ni
académicos. Por ejemplo, en Zambia el crecimiento cada vez más acelerado de
migrantes chinos como propietarios de granjas ha provocado sendos disturbios y
choques inter-étnicos, lo que ha traído consigo un fuerte sentimiento
“anti-chino” y hasta se ha utilizado esto como un arma electoral por algunos
candidatos. De igual forma, durante todo el año 2005, muchos líderes africanos y
Organizaciones No Gubernamentales dentro de los que se destacan Ali Askouri y la
Red Internacional de Ríos respectivamente, denunciaron los efectos perjudiciales
para el medio ambiente ocasionados por la puesta en marcha de un proyecto chino
como la construcción de la represa Merowe en Sudán, mayor hidroeléctrica a
realizar en el continente y que tiene como objetivo llevar agua del Nilo y del
Atbara a la árida región oriental .
Por último, es importante destacar el debate que existe actualmente acerca de
que si es o no China un donante neto dentro del programa de Ayuda Oficial al
Desarrollo (AOD), pues realmente la Ayuda china y la promoción de inversiones
comerciales por parte de empresas estatales en África, como se ha esbozado
anteriormente, van muy pegadas de la mano lo que provoca que exista cierta
ambigüedad en los objetivos y formas a la hora de implementarla. Según datos
pertenecientes a un informe que aborda la Cooperación Sur-Sur para el año 2010
titulado “Cooperación Sur-Sur: un desafío al sistema”, para el 2009 se duplicó
la Ayuda a África mientras que en el 2007 se anunció el aporte mínimo de 20
billones de dólares en infraestructura y financiación comercial. Del mismo modo
se ha habilitado un fondo de desarrollo China-África de 5 billones de dólares
para inversiones chinas en África mientras que el Gigante Asiático ha cancelado
deudas que, estimadas de manera conservadora, ascienden a unos 2.13 billones de
dólares para 44 países, de los cuales 31 están en África .
Conclusiones
El acelerado crecimiento económico que mantiene China desde la década de los
90´s, y que tiene su origen en los resultados obtenidos del proceso de reforma y
apertura, ha sido el motor impulsor que ha motivado la incursión y
posicionamiento de China en mercados ajenos a su área natural como el africano.
A través de la amplia gama de formas y vías abordadas, el Gigante Asiático ha
centrado toda su atención comercial al sur del Sahara con el objetivo, primero,
de asegurar una de las más importantes zonas en el suministro de recursos
fósiles como el petróleo, algo imprescindible para continuar manteniendo su
desarrollo y crecimiento, y segundo, África ha representado a su vez una plaza
de fácil acceso para sus manufacturas y productos gracias a la depresión
económica y desventajosa que las propias relaciones comerciales globales le ha
impuesto a lo largo de la historia.
En este sentido, considero que las condiciones geopolíticas continuarán
favoreciendo la inversión de capitales chinos en África .Sin embargo, aún cuando
China ha incentivado el desarrollo de renglones económicos importantes en países
muy atrasados en ese sentido, como el propio Sudán y Zimbabwe, las elevadas
tasas de producción que presenta el Gigante Asiático, al igual que la calidad y
abaratamiento que ostentan actualmente la confección de sus productos, traerá en
futuro no muy lejano consecuencias nefastas para las economías locales.
De cualquier forma, el Gigante Asiático se presenta hoy día como una alternativa
más sana y viable de cooperación y Ayuda al Desarrollo ante las ofertas ya
conocidas de Occidente, lo que en un futuro puede favorecer, de una vez y por
todas, a contribuir a despojar a los países africanos de los males que la larga
noche colonial les impuso. Innegablemente, este nuevo período de relaciones
China-África, y sobre todo la magnífica acogida que ha tenido, beneficia la
imagen del modelo de desarrollo económico que desde el Sur ha intentado vender
Beijing como única alternativa para lograr la multipolaridad, además de que lo
convierte, sin dudas, en el competidor más fuerte de Estados Unidos y Europa en
el área.
Bibliografía consultada
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