EL PROTEGIDO DEL GIGANTE ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LAS RELACIONES SINO-AFRICANAS CONTEMPORÁNEAS
María Victoria Natalizio (CV)
victorianatalizio@yahoo.com
Contrariamente a lo que muchos pueden imaginar, China ha mantenido relaciones
con el continente africano desde tiempos milenarios, especialmente en materia de
intercambio comercial. Una de las primeras referencias históricas a esta
vinculación se encuentra en el Yu-yang-tsa-tsu, de Tuan Chéng-shih († 863),
donde el autor escribe sobre las tierras de Po-pa-li (Somalia). El encargado de
comercio exterior de Quanzhou, en la provincia de Fujian, escribiría en 1226 su
“Descripción de los Pueblos Bárbaros”, donde analiza los casos de Zanzibar y
Somalia.
Qué mejor indicio del intercambio, que el hallazgo de monedas chinas de las
dinastías Son, Ming y Qing en Mogadishu, Somalia y Tanzania.
Por otro lado, la cultura también ha sido un motor de la relación con África, en
tiempos de la dinastía Ming, cuando el almirante chino Zheng He recorrió las
costas del Cuerno de África y el Canal de Mozambique, con el fin de difundir la
riqueza cultural de su civilización, pilar fundamental del poderío chino de esa
época. Resultado de esos viajes y la entrega de regalos del Emperador a los
gobernantes locales, fue el establecimiento de una serie de estados tributarios,
los cuales consolidarían en adelante una relación directa con el Emperador a
partir del pago de un impuesto (tributo).
Avanzando en la historia contemporánea de las relaciones sino africanas, se
advierte un punto de inicio en tiempos de la Guerra Fría, durante la década del
´50, con la celebración del primero acuerdo comercial bilateral con Argelia,
Egipto, Marruecos, Sudán y Guinea. Una década después Zhou Enlai realiza un
viaje por el continente, y visita 10 países de la región con el objetivo de
cultivar lazos y ofrecer apoyo económico, tecnológico y militar a los países
africanos y movimientos de liberación nacional en el marco de la estrategia
china de estímulo a las guerras de liberación nacional y revoluciones de
aquellos días que buscaban actuar como contrapeso a las dos superpotencias de
ese entonces.
En tiempos de la Guerra Fría, el pilar del relacionamiento de China con el
continente era, fundamentalmente, diplomático, orientado a buscar apoyo para
desplazar al gobierno de la China Nacionalista exiliada en Taiwán, del asiento
permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y ganar aliados
ante la competencia con Occidente y la URSS en materia de esferas de influencia
en la región. Así es como se comprende le apoyo que China dio al movimiento de
liberación de Mugabe en Zimbabwe, mientras la URSS apoyaba al encabezado por
Nkomo, que sería derrotado por las fuerzas de Mugabe, abriendo un capítulo de
estrecha vinculación entre el régimen y la RPCh que sigue vigente en la
actualidad. Desde entonces y aún cuando las voces de la comunidad internacional
se hayan pronunciado contrariamente al régimen de Mugabe, la RPCh ha invertido
en la industria de minerales, rutas y agricultura, sin olvidar la provisión de
armamentos a dicho régimen.
Por otro lado, algunos indicadores de la creciente presencia china en el
continente, tales como inversión en proyectos de infraestructura (con escaso
desarrollo económico por ese entonces), construcción de estadios olímpicos,
financiamiento y construcción de carreteras, a lo largo de la costa oeste y
este, evidencian que el gigante asiático llegaba para quedarse por un buen
tiempo. Las décadas siguientes muestran un creciente incremento en distintas
formas de ayuda, cooperación técnica, y envío de expertos. En contraste, la
década del 80 experimentó una merma en la capacidad china para competir con los
programas de ayuda que destinaba Occidente. Pero en los años recientes, con la
emergencia de China como actor clave del escenario económico internacional, la
búsqueda de recursos claves que ampliaran sus posibilidades de producción, como
el petróleo y el gas, llevó al gigante asiático a pisar más fuerte que antes en
el continente africano, esta vez, con la capacidad económica y financiera
necesaria para competir eficientemente por dichos mercados. Desde 1990, también,
China ha participado en 12 operaciones de mantenimiento de paz de la ONU en
África.
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Para citar
este artículo puede utilizar
el siguiente formato:
Natalizio, M.V.::
"El Protegido del Gigante. Algunas consideraciones sobre las relaciones sino-africanas contemporáneas"
en Observatorio de la
Economía y la Sociedad de
China Nº 13, junio
2010. Accesible a texto
completo en
http://www.eumed.net/rev/china/
Aspectos de la relación económico-comercial
Conceptos básicos de la economía pueden ayudar a comprender fenómenos, en
apariencia complejos, pero que, simplemente, se rigen por fundamentos
pragmáticos. La frontera de posibilidades de producción (FPP) de una economía
muestra las cantidades máximas de producción que puede obtener una economía,
dados sus conocimientos tecnológicos y la cantidad de factores existentes. Por
lo tanto, ante un incremento en los recursos, se incrementará el potencial
productivo de la economía. El comercio internacional cumple un papel destacado
en este proceso.
Por su parte, la frontera de posibilidades de consumo (FPC) constituye la
cantidad máxima bienes que puede consumir esa misma economía. En una economía
cerrada la FPP es igual a la FPC. Y, tal como lo refleja el siguiente cuadro, se
ampliará a partir del comercio internacional. Cuanto más alejada de la FPP se
encuentre la nueva FPC, mayores serán las ganancias potenciales del país que
comercia.
En un contexto de desaceleración y aparente cambio de algunas dinámicas de la
economía global, pero que de ninguna manera cortan con la inercia de las
economías nacionales de buscar en mercados alternativos opciones de mejora en
sus condiciones de crecimiento y desarrollo, y más allá de las hipótesis sobre
el nuevo colonialismo chino que desde Occidente se formulan, vale pensar si las
políticas de la RPCh hacia el continente africano, no persiguen simplemente la
lógica más elemental de la teoría neoclásica.
China se ha convertido en el principal inversor en la industria petrolera de
Sudán, así como también en el sector del transporte y proyectos de
infraestructura relacionados. La guerra civil en la que ese país se ha visto
envuelto desde principios de los ochenta, ha ido desplazando paulatinamente a
las firmas americanas y canadienses que allí operaban, dejando el camino
liberado para los capitales chinos, los que junto con Malasia llevaron a que
Sudán se convirtiera en exportador neto de petróleo. La defensa del régimen
sudanés de cualquier tipo de sanción o acción preventiva por parte de la
comunidad internacional en el marco de las Naciones Unidas, a través del poder
de veto que la RPCh detenta en el Consejo de Seguridad, ha sido pieza clave de
esta maquinaria de relacionamiento. El “paquete chino” ha incluido entonces:
inversión monetaria, asesoramiento técnico y apoyo en foros internacionales,
contra las denuncias de violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa
humanidad perpetrados en Darfur. Esto, a cambio de la garantía de seguir siendo
el principal socio comercial del régimen de Al Bashir, lo que garantiza a la
RPCh el petróleo necesario para seguir impulsando su economía.
La costa oeste del África ha sido, también un objetivo claro de las inversiones
chinas, por ser el mayor productor de petróleo del continente y abastecedor de
más del 15% de las importaciones norteamericanas de este recurso. En particular,
la RPCh ha incrementado su presencia en Nigeria y Angola, productores
principales de la región, a través del otorgamiento de préstamos blandos (soft
loans) como parte de paquetes de medidas de largo plazo a cambio de licencias
para la exploración.
Las relaciones comerciales con Nigeria ameritan ser destacadas. El acuerdo de
venta de crudo por $800 millones de dólares, junto al compromiso de compra por 5
años de 30.000 barriles diarios de crudo, celebrado en 2005 fue el puntapié de
una serie de compromisos que han incrementado significativamente la presencia
china desde entonces. Entre los logros alcanzados que garantizan una prolongada
presencia en el país, se encuentran las licencias para operar cuatro pozos
petroleros nigerianos, un manifiesto involucramiento en la industria nigeriana
de refinería del crudo, e inversiones multisectoriales estimadas en $7 billones
de dólares .
Zambia y su sector minero, República Democrática del Congo y sus minas de cobre
y cobalto, Sierra Leona y Uganda, han sido mercados que a pesar de la guerra
civil, la inestabilidad de su política doméstica, y las epidemias, han
constituido una oportunidad, más que una amenaza para la presencia china en la
región.
Pero, ¿qué resulta tan atractivo para los países africanos de este socio
comercial? Además de la protección de la RPCh a muchos de los considerados
“estados parias” frente a las denuncias de la comunidad internacional, es la
laxitud de requisitos exigidos en materia fiscal, gobernabilidad, seguridad
jurídica, riesgo país y cualquier otro indicador que Occidente analizaría
agudamente a la hora de invertir en la región, lo que posiciona más
favorablemente al gigante chino.
Resulta ilustrativo el caso de Angola, a la cual organismos internacionales de
crédito, tales como el FMI, junto a varios países de Occidente, recurrentemente
han demandado más transparencia y mejoras en sus políticas vinculadas al sector
petrolero, como requisito para la transferencia de cooperación internacional. La
falta de respuesta por parte del Estado Angoleño ha tenido, en ocasiones, como
respaldo la garantía china de seguir invirtiendo en la región.
“Negocios son negocios. Tratamos de separar la política de los negocios. Ustedes
(Occidente) han tratado de imponer una economía de mercado y una democracia de
multipartitos en países que no están preparados para ello”, fueron las
esclarecedoras palabras de Zhou Wenzhong, actual Embajador de la RPCh en los
Estados Unidos, en tiempos que era Vice Ministro de Relaciones Exteriores , que
ayudan a comprender con precisión el pragmatismo rector de la relación con el
continente africano.
Por otra parte, ¿las motivaciones chinas de vinculación con la región, se
limitan exclusivamente a la necesidad de encontrar un mercado abastecedor de
materias primas que garantice la expansión de su frontera de posibilidades de
producción?
La lógica contemporánea de construcción de poder y expansión de las unidades
estatales ha sido, básicamente, la misma: encontrar mercados de los cuales
abastecerse y en los cuales posicionar los excedentes de producción que, por
distintas causas, el propio mercado interno no absorbe. Así entonces, es dable
esperar un incremento en las exportaciones del socio mayor hacia el nuevo
mercado, el cual, en algunos casos aún cuando pueda satisfacer la demanda
interna con la propia producción de ciertos bienes, se verá obligado a responder
al compromiso de abrir su economía a la competencia con los bienes provenientes
de la economía extranjera que, seguramente por las escalas de producción y
costos que maneja, serán sensiblemente más competitivos y desplazarán, en
consecuencia, a la propia producción interna.
La RPCh no ha sido la excepción de esta lógica y, como letra chica del
“contrato” de inversión en la región, infinidades de productos chinos han
invadido los mercados locales de los distintos socios comerciales, especialmente
la industria textil. Este es el caso de Sudáfrica, donde el 80% de las
importaciones de textiles eran provenientes de China ya para el año 2004,
provocando un efecto devastador en el empleo de mano de obra nacional en ese
sector de la industria local.
El impacto de los textiles chinos sobre África se ha sentido puertas afuera,
también, cuando el mercado norteamericano dejó de absorber las exportaciones
africanas de textiles y las reemplazó por las provenientes de la RPCh, tras la
expiración en 2005 del Acuerdo de Multi-fibra ( Multi-Fibre Agreement –MFA) que
había abierto el mercado americano a la entrada de textiles e indumentaria
proveniente de ciertos países africanos, como Lesotho, Swazilandia, Gambia,
Kenya.
Los bajísimos costos de producción chinos en esta industria y su notable
competitividad, se tradujeron en despidos masivos y cierre de fábricas textiles
a lo largo de todo el continente africano, entre los años 2004 y 2005.
Uno de los resultados más destacados del IV Foro sobre la Cooperación entre
China y África (FOCAC) en 2004, fue el plan de acción para reforzar las
relaciones en el ámbito político, económico y social y mejorar el acceso a
alimentos, la agricultura, el funcionamiento de la banca y el transporte en el
continente africano. Invirtiendo en sectores poco atractivos para Occidente pero
neurálgicos para los países africanos -telefonía móvil, agricultura y la
renovación de refinerías-, apoyando la inversión en fábricas de transformación
de materias primas y colaborando, también, en la formación de técnicos y
gestores africanos, la RPCh se asegura los recursos materiales y simbólicos
necesarios para seguir extendiendo sus fronteras (FPP y FPC). El toma y daca,
siempre presente en las relaciones interestatales, aquí se equilibra a partir
del suministro de recursos vitales para que la economía china tenga bajo control
uno de los posibles límites a su crecimiento.
Entre los recursos mineros, el petróleo ya suponía, en 2006, el 71% de las
exportaciones africanas hacia China, concentrada en Sudan, Angola y República
del Congo. El hierro constituía, por su parte, el 13%; la madera el 2%; las
piedras preciosas, el 3% y una cierta especialización en algodón, el 4,2%
concentrada en países como Mali, Chad, Benin y Burkina Faso.
En 2007, el 83% de las exportaciones africanas a China en 2007 fueron en forma
de petróleo. Angola, le suministra el 18% de sus necesidades de crudo y Sudán le
vende 225.000 barriles diarios de petróleo. La contracara ha sido la llegada de
millones de productos made in China, así como centenares de proyectos de
infraestructura en países arrasados por años de guerra como Angola, Liberia y
Sierra Leona .
Por otro lado, la eliminación de tarifas arancelarias sobre el 95% de los
productos procedentes de las naciones menos desarrolladas, un fondo de 1.000
millones de dólares (673 millones de euros) para pequeños y medianos productores
de África, condonación de deuda a los más empobrecidos; todas estas medidas
constituyen la zanahoria que la RPCh acerca a las narices de un continente que
constituye un probado maná de recursos naturales y, ahora, un emergente mercado
para absorber los bienes manufacturados que de la “fábrica global” emanan.
Más datos pueden ilustrar la cuestión: en Zimbabwe, se ha centrado en la
explotación minera, en las telecomunicaciones y en la financiación de centrales
térmicas, obteniendo a cambio, una parte de la explotación del cromo. En Gabón,
ha invertido decenas de millones de euros en el sector de la madera, minerales y
petróleo. En Sudáfrica, invierte en aluminio; en la República Democrática de
Congo y en Zambia, en cobre; en Etiopía, en oro, uranio, cobre y carbón; y en
Marruecos, en fosfato.
En 2008, China realizó inversiones directas en África por 7.800 millones de
dólares. Un año después, a fines de 2009, ya había desarrollado más de 900
proyectos de infraestructura y bienestar público, enviado 17.000 elementos
médicos a 47 países africanos en donde atendieron a 200 millones de pacientes y
había proporcionado más de 20.000 becas gubernamentales.
Sin duda, África constituye el comodín para que la RPCh siga ampliando sus
fronteras económicas y potenciando su crecimiento, siempre que haga un
aprovechamiento eficiente de los recursos que va adquiriendo. La política de
no-ingerencia ha sido un instrumento de política exterior estratégico que el
PPCh ha implementado, de manera complementaria, a lo largo de este proceso.
Aspectos de la relación político-diplomática
Darfur
Desde 1949 la política de no ingerencia en los asuntos internos de otros
estados, ha sido una constante en la política exterior china.
La no-ingerencia fue piedra angular del principio de coexistencia pacífica hasta
la década de los sesenta, subordinándose a los elementos revolucionarios y
antiimperialistas de la política exterior de los setenta y posteriormente a los
elementos de reforma, apertura y desarrollo económico de la mano de Deng
Xiaoping (1978). A principios de las década del noventa y en un intento por
recomponer la reputación internacional del país, este principio se tradujo en
una no-confrontación abierta con Occidente, acompañado de un mayor compromiso en
temas de proliferación nuclear y de una profundización de sus relaciones con los
denominados “Estados parias”, también.
La segunda mitad de la década, la no ingerencia iba de la mano de una creciente
inversión china en el exterior, en busca de recursos energéticos y naturales.
China se convertía en el mayor inversor y primer socio comercial de algunos de
aquellos “Estados parias”. Sudán es un claro ejemplo, con la compra de la
mayoría accionaria de la Greater Nile Petroleum Operating Company, mientras que
las compañías petroleras occidentales abandonaban el país y Sudán era
cuestionada por respaldar al terrorismo internacional.
Aún cuando ya comenzaban a hacerse oír desde Occidente voces de denuncia de las
irregularidades en materia de derechos humanos, libertades civiles y legitimidad
sobre muchos de estos países, la RPCh siguió firmemente aferrada a su principio
de no ingerencia, aún entrado el siglo XXI. En este sentido y de la mano de una
nueva estrategia de “salida” (go-out strategy) al mundo, la RPCh intensificó sus
actividades en la industria petrolera de Sudán, incrementando sus acciones en
ese sector además de inversiones sustanciales en Darfur y convirtiéndose en el
comprador de los 2/3 partes de las exportaciones de petróleo de ese país. Para
el 2007 la RPCh se había convertido en el principal socio comercial de Irán,
Corea del Norte y Sudán y el segundo socio de Zimbabwe y Myanmar, todos ellos
países administrados por regímenes altamente cuestionados por la Comunidad
Internacional.
No obstante, la RPCh proseguía con su política de no ingerencia, al punto de
amenazar con su poder de veto en el Consejo de Seguridad (CS) de Naciones Unidas
de cualquier resolución que impusiera sanciones a Sudán .
Un giro hacia un mayor pragmatismo en la política exterior china comenzó a
entreverse para 2006. La abstención de votar una nueva resolución del CS
imponiendo sanciones a cuatro funcionarios del gobierno sudanés es un ejemplo de
ello. Hasta ese entonces la RPCh se había pronunciado sobre la Crisis de Darfur,
calificándola de asunto interno del Estado Sudanés. Pero, durante el verano de
ese mismo año, con la nueva escalada de violencia en la región que se extendía
hasta la frontera con Chad, donde comenzaban a invertir capitales chinos en la
industria petrolera, la RPCh hizo un cambio en su discurso y exhortó al gobierno
sudanés a aceptar la entrada de una fuerza de paz híbrida a Darfur, integrada
por 20.000 tropas de Naciones Unidas y la Unión Africana.
El tema volvió a ser objeto de pronunciamiento por parte de la RPCh en la sesión
especial del CS de noviembre de 2006, así como también en el encuentro
sino-africano de ese mismo año; en la visita oficial de Hu Jintao a la capital
sudanesa a comienzos de 2007 y la Cumbre de Beijing del Foro de Cooperación
China- África, de noviembre de 2007.
Tras el recorrido del enviado del Ministerio de Relaciones Exteriores Chino,
Zhai Zun, a los campos de refugiados de Darfur, Sudán acordaría el ingreso a esa
región de 3000 tropas de Naciones Unidas, incluyendo 275 ingenieros chinos,
mientras grupos rebeldes veían con desagrado este arribo: “Nos oponemos a que
vengan, ya que China no está interesada en los derechos humanos. Sólo está
interesada en los recursos que tiene Sudán. Les hacemos un llamado para que
abandonen Sudán, especialmente las zonas en donde hay petróleo”
La opinión pública internacional y las potencias occidentales celebraron la
llegada de este compromiso más activo del país con los asuntos internacionales,
especialmente con la crisis humanitaria de Darfur, hecho que evidencia una
política exterior china más pragmática. Este mérito, sin embargo, no es
atribuible a la comunidad internacional, sino a un cambio en la percepción china
de cómo salvaguardar sus intereses nacionales, su seguridad energética y sus
objetivos económicos de una manera más en línea con el comportamiento de los
otros grandes jugadores de la política internacional.
Aún así, lograr que la RPCh adscriba a ciertas pautas de conducta comunes a
otros actores del sistema internacional, es sin duda un avance cualitativo en el
largo camino de minimización de incertidumbre, necesario para una mejor
previsión y cálculo de costos que el resto de los grandes jugadores experimentan
a la hora de vincularse con el gigante asiático.
Puede observarse que desde que los dos países iniciaron su cooperación en el
sector petrolero a mediados de la década de los noventa, las relaciones entre la
RPCh y Sudán en cuestiones políticas, económicas, sociales, culturales y
sanitarias han sido fructíferas pero también han experimentado alteraciones en
función de los matices que la política internacional china fue adoptando: de una
vinculación sin condiciones, marcada fundamentalmente por los negocios
petroleros y la venta de armas de China a Sudán, a una relación acompañada de
sugerencias en relación a la crisis humanitaria de Darfur y la advertencia de
permitir el ingresos de tropas de las Naciones Unidas y la Unión Africana, todo
ello sin descuidar la consecución de los negocios en marcha…
Aún cuando es innegable el protagonismo adquirido por la RPCh en la ayuda
internacional para Darfur, no puede dejar de pensarse que la seguridad
energética, el crecimiento económico y el apoyo a su política de “Una China”,
constituyen elementos de mayor peso en la lista de intereses nacionales chinos,
antes que la acción internacional humanitaria per se.
No descuidar Darfur es, en algún sentido, no descuidar el régimen de Omar al-
Bashir en Sudán y, de esta manera, no descuidar sus intereses económicos y
energéticos allí operando. Antes que altruismo, prima el cálculo de intereses.
En este sentido, es dable el cuidado posicionamiento de la RPCh a la hora de
condenar abiertamente al régimen de al-Bashir.
Aún teniendo en cuenta las tesis que sostienen la existencia de un proceso de
revisión de la política exterior por parte de la RPCh, evidenciado en las
denuncias contra las pruebas nucleares de Corea del Norte- antiguo socio-, así
como el apoyo a las denuncias contra el régimen en Pyongyang en el seno del CS,
o el cambio en su voto para imponer sanciones sobre Irán –otro viejo socio-,
además del apoyo a la organización de una fuerza internacional de paz para
Darfur, entre otros; aún considerando el posible desvanecimiento del apoyo
acrítico e incondicional dado anteriormente a sus socios, ante una coyuntura
internacional que solicitaba insistentemente un mayor compromiso de la RPCh en
los asuntos mundiales; aún apoyando la idea del surgimiento de una nueva
práctica en la política exterior china, más alejada del principio de no
ingerencia y más cercana al debate sobre la intervención justificada (en asuntos
internacionales), la idiosincrasia política china habla de una elevada cautela y
pragmatismo a la hora de actuar.
Y como - en línea con la tendencia natural china a conservar viejas costumbres-,
los principios formulados por Deng Xiaoping de “asegurar el posicionamiento
logrado”, y “conservar el bajo perfil”, siguen siendo elementos claves en la
estrategia de la RPCh, al presente puede resultar particularmente ambicioso
arriesgar que la política exterior china en torno a Darfur constituye el
semillero de cambio en los pilares tradicionales de esta política.
Taiwán
La cuestión de Taiwán ha sido clave para la RPCh a la hora de encarar las
relaciones políticas con el continente africano. El apoyo de éste para la
incorporación de la RPCh al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en lugar
de la China Nacionalista, exiliada en Taiwán, fue preocupación esencial a
comienzos de los ´70. No obstante el apoyo de Argelia, Egipto y Zambia a la
política de “Una China”, Swazilandia, Burkina Faso y Gambia, entre otros
continúan manteniendo relaciones con Taipei.
Esto se debe a la participación que capitales taiwaneses han tenido en ciertos
países en los últimos 30 años. Pero en la actualidad las inversiones de China
Continental superan ampliamente a la de aquellos: mientras las inversiones
taiwanesas son de aproximadamente $ 500 millones de dólares anuales, se registra
que las chinas han sido de más de $ 20 billones en 3 años. De la mano de estas
inversiones, va el reconocimiento de uno u otro Estado. La balanza, sin duda,
está inclinada a favor de la RPCh, quedando un remanente de 4 Estados africanos
que reconocen a Taiwán como estado soberano e independiente.
El impulso que la RPCh dé a las gestiones diplomáticas de África para lograr una
banca permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, puede
presentarse como la carta a negociar a cambio del apoyo a la posición china en
cuanto al status de Taiwán.
Diálogo Bilateral
En materia de diálogo bilateral, el Foro para la Cooperación Sino Africana
(FOCAC) es el mejor exponente de la voluntad política de ambas partes de
acercarse y encarar los desafíos propios de la globalización política, económica
y cultural de estos tiempos.
Celebrada por primera vez en Beijing en el año 2000, con la participación de 80
ministros chinos y representantes de 44 países africanos, esta conferencia se
repetiría anualmente a los efectos de trazar planes de acción conjunta que
tuvieran efectos positivos sobre ambas partes.
La última conferencia celebrada en Sharm-el-Sheikh, Egipto, el pasado noviembre
de 2009, ilustra esta voluntad: Préstamos chinos por un total de $10 billones de
dólares, nuevas medidas de fortalecimiento de la relación bilateral que apunten
a mejorar el bienestar y la calidad de vida de los pueblos africanos;
condonación de deuda a los países africanos más pobres; anuncios de construcción
de 100 nuevos proyectos de energías limpias en el continente y eventuales
reducciones paulatinas de barreras arancelarias, hasta cubrir el 95% de los
productos que provienen de estados africanos con los que la RPCh mantiene
relaciones diplomáticas; asistencia médica para los más de 30 hospitales y 30
centros de prevención de malaria construidos por la RPCh; cooperación técnica y
recursos humanos que ayuden a garantizar la seguridad alimentaria del
continente; inversión en educación y asignación de becas por parte del gobierno
chino. Todas estas medidas confirman el interés estratégico de largo plazo que
el gigante tiene y mantiene en la región.
De igual manera que Occidente estableciera alguna vez lineamientos para sus
relaciones internacionales apoyados en principios económicos neoliberales y
occidentales, conocidos como “Consenso de Washington”, la RPCh, ha establecido
ciertos pilares a la hora de encarar sus relaciones con sus socios o aliados,
contenidos en el “Consenso de Beijing”. No-ingerencia en los asuntos internos,
respeto a la soberanía y amistad con los pueblos; promoción del desarrollo
estructural a través de préstamos y asistencia, un modelo chino de crecimiento
donde la democracia como forma de gobierno no sea la condición sine qua non para
el vínculo, y competencia con Occidente, son los ejes de la política blanda
(soft policy) que la RPCh mantiene hacia la región.
Consideraciones finales
El liderazgo indiscutido que la RPCh ha adquirido en el tablero de juego de la
política internacional, exige un mayor involucramiento de su parte con los
asuntos globales que trascienden lo económico, tales como el mantenimiento de la
paz y seguridad internacional, la cooperación internacional, la promoción del
desarrollo sustentable de las naciones más atrasadas, el respeto de los valores
democráticos y los derechos humanos.
Algunas políticas de la RPCh en su relación con el continente africano parecen
haber ido en sintonía con estos principios mientras que, en ocasiones, las
políticas han ido a contramano de ellos. El contraste entre la abstención de la
RPCh, en el marco del Consejo de Seguridad, en votaciones de condena y sanción
del régimen sudanés, violatorio de derechos humanos fundamentales y el envío de
fuerzas de paz a las operaciones para el mantenimiento de la paz que mantienen
las Naciones Unidas en distintas partes del continente africano, es una
evidencia de este compromiso parcial con su rol de líder global. Pero esto puede
comprenderse en el marco del pragmatismo de la política exterior china y la
visión de los líderes del Partido. “No importa de qué color sea el gato,
mientras pueda cazar ratones”.
Las violaciones a los derechos humanos, la falta de transparencia en el manejo
de la cosa pública, la corrupción y conflictos internos que los distintos países
africanos con los que la RPCh mantiene relaciones económicas, comerciales,
políticas y diplomáticas, tanto en el plano bilateral como en el marco del
diálogo interregional, no constituye una amenaza o elemento de disuasión alguno
para que el gigante no siga involucrándose e invirtiendo en el continente. Aún
cuando es sabido que África no es el único proveedor de materias primas, juegan
un rol clave el crudo africano en la energía que China utiliza así como el
cobalto en la industria electrónica china. A cambio de inversiones que permiten
al continente poner en marcha su rezagada economía, la RPCh sigue garantizándose
la expansión de su capacidad productiva de áreas claves de su industria, a
partir de la extracción de estos recursos.
En este contexto, cabe preguntarse cuál es el lugar que queda para las economías
occidentales con intereses en un continente que, por elementos materiales y
simbólicos varios, parece ser más favorable a la asociación estratégica con
China que con aquéllas. Qué estructura de incentivos construir, qué escenarios
imaginar para que ambas partes puedan verse potencialmente beneficiadas y, por
último, como reconvertir la presencia del gigante en la región en una
oportunidad más que una amenaza.
Referencias Bibliográficas
- Muekalia, D.J. 2004, "Africa and China's strategic partnership", African
Security Review 13 (1): 5–11
- LYMAN, Princeton, “China´s rising role in Africa”, Council on Foreign
Relations, July 21, 2005. Disponible en
http://www.cfr.org/publication/8436/chinas_rising_role_in_africa.html
- Natalizio, M.V.: "Crisis de Darfur ¿Catalizador de Cambio de la Política
Exterior China de No Ingerencia?" en Observatorio de la Economía y la Sociedad
de China Nº 06, marzo 2008. Accesible a texto completo en
http://www.eumed.net/rev/china/
- Natalizio, M.V.:: "La RPCh y sus fronteras de posibilidades en el horizonte
africano" en Observatorio de la Economía y la Sociedad de China Nº 12,
septiembre 2009. Accesible a texto completo en http://www.eumed.net/rev/china/
- Natalizio, M.V:: "Las relaciones sino-africanas a la luz del pragmatismo
estructural de la política exterior china" en Observatorio de la Economía y la
Sociedad de China Nº 12, septiembre 2009. Accesible a texto completo en
http://www.eumed.net/rev/china/