CHINA NO DEJA DE SORPRENDER
Pablo Rovetta Iberchina
Las autoridades chinas han hecho públicas la semana pasada las estadísticas
correspondientes a su economía en el año 2007.
El dato más relevante corresponde al crecimiento del PIB, que fue de un 11,4 por
100 en relación con el año anterior.
Por un lado, se trata del mayor crecimiento de la economía desde el año 1994, o
sea en los últimos 13 años. Por otro lado, es el quinto año consecutivo que la
economía china crece por encima del 10 por 100.
Las exportaciones y las inversiones siguen siendo la locomotora del crecimiento
chino.
Para citar
este artículo puede utilizar
el siguiente formato:
Rovetta Iberchina,
P.:
"China no deja de
sorprender"
en Observatorio de la
Economía y la Sociedad de
China Nº 06, marzo
2008. Accesible a texto
completo en http://www.eumed.net/rev/china/
A pesar de la paulatina revalorización del yuan, las exportaciones crecieron un
25,7 por 100 y las importaciones un 20,8 por 100, lo cual generó un superávit en
la balanza comercial de 262.000 millones de dólares.
La inversión extranjera directa no financiera creció un 13,6 por 100 y las
reservas de divisas alcanzaron la cifra record de 1,53 billones de dólares, un
43,3 por 100 de incremento en relación con el 2006.
Otro de los factores positivos de la economía ha sido una disminución en la tasa
oficial de desempleo (del 4,1 al 4 por100) y un incremento por cuarto año
consecutivo de la producción de cereales. Desde el año 1985 China no había
experimentado cuatro años seguidos de incremento en la producción de cereales.
El aspecto más negativo de los resultados económicos ha sido la tasa de
inflación, que alcanzó la cifra del 4,8 por 100. Aunque no parece una cifra
alarmante para las referencias occidentales, hay que tener en cuenta dos
aspectos:
- En primer lugar, el incremento en el IPC fue muy destacado ya que pasó en sólo
un año del 1,5 al 4,8 por100.
- En segundo lugar, se trata del incremento del IPC más alto en los últimos once
años.
China, pues sigue sorprendiendo a propios y extraños, y deja en cierto modo mal
parados a la mayoría de analistas internacionales y seguidores de la realidad
del país y a sus previsiones y análisis sobre la economía del país.
La historia una vez más se repite. Mientras a comienzos de cada año
prácticamente todos los organismos y observadores internacionales pronostican un
menor crecimiento del PIB para el año siguiente, al final el crecimiento de
China siempre es mayor que las estimaciones más optimistas.
Tampoco hay un año en que no se enciendan las señales de alarma, en que no
surjan acontecimientos desfavorables para China tanto en el interior como en la
política internacional y que lleven a los observadores a pronosticar épocas
difíciles para el país.
Y sin embargo, estamos a punto de que se cumplan ya tres décadas desde que China
comenzó su política de apertura al exterior y reformas económicas, y el proceso
se ha mantenido constante.
En estas tres décadas ya han sido tres los líderes chinos que han dirigido el
proceso (Deng Xiaoping, Jiang Zeming y Hu Jintao) y que han garantizado su
continuidad.
Muchos han sido los retos internos que ha tenido que hacer frente el gobierno,
entre ellos la reforma de las empresas estatales, del sistema financiero o de la
seguridad social, o la entrada en la Organización Mundial de Comercio y la
apertura de muchos de los sectores más cerrados y menos competitivos de su
economía a la competencia extranjera.
En el marco internacional, China ha tenido que hacer frente a la crisis
financiera de 1997 en el Sudeste Asiático, a la subida de los precios de
petróleo –del que se ha transformado en un importador neto-, o a la
“competencia” de otras economías asiáticas –como India o Vietnam-.
Sin embargo, con infinidad de problemas y dificultades –que por otro lado las
autoridades reconocen de forma pública-, el avance de China sigue siendo
impresionante e imparable.
Quizás uno de los aspectos más destacables de este avance es el creciente papel
de China en la política y economía mundial. Al fin y al cabo son muchos los
países que crecen a tasas similares o superiores a las de China, pero que sin
embargo no tienen la misma repercusión global que la República Popular.
El proceso de China la ha transformado en una de las primeras economías del
mundo –es posible que este año llegue a superar a Alemania y se transforme en la
tercera economía del planeta- y en una potencia comercial, cuando hasta no hace
muchos años era un país cuya economía y comercio representaba una proporción
insignificante en la economía global.
Uno de los mejores ejemplos de este cambio en la posición internacional de China
es la creciente actividad de sus empresas en los mercados internacionales,
empresas que actúan muchas veces de forma discreta y prudente pero que poco a
poco van tomando posiciones estratégicas, mientras una parte importante del
mundo sigue viendo a las empresas chinas como meros fabricantes y vendedores de
productos de una tienda de “todo a cien”.
Los retos y dificultades que tendrá que enfrentar la economía china en el 2008
son muchos. Entre ellos, la crisis económica y posible recesión de la economía
de Estados Unidos, la presión inflacionista interna, la presión internacional
para una mayor revalorización de su moneda, las dificultades en la producción
agrícola (después de cuatro años seguidos de incrementos, lo más probable es que
este año tenga lugar una caída cíclica en la producción de cereales).
Como casi todos los años, las previsiones de desarrollo económico para el 2008
son más pesimistas y alarmantes que las del año anterior. La dirección del país
tendrá que hacer frente a nuevos retos y problemas. Queda por ver si como hasta
el presente, y como viene ocurriendo desde hace casi 30 años, las autoridades
son capaces de seguir controlando la situación.
Mientras tanto, es muy probable que China siga sorprendiendo al mundo. Los
Juegos Olímpicos de Agosto en Beijing serán en este sentido una importante
prueba de fuego.