XVII Congreso del PCCh: balance, novedades y
expectativas
Xulio Ríos
Director del Observatorio de la Política China (Casa Asia-IGADI)
Entre el 15 y el 21 de Octubre se celebró en
Beijing, el XVII Congreso del Partido Comunista de
China (PCCh). A priori, el evento, desarrollado
según las previsiones estatutarias en todos los
sentidos, debía confirmar el giro promovido en la
política china por Hu Jintao, su secretario general,
jefe del Estado y presidente de la Comisión Militar
Central, y sentar las bases de su propia sucesión,
ya que en 2012 debe abandonar el cargo para dejar
paso a una nueva generación de dirigentes que en
este lustro debería culminar su preparación. Sin
embargo, también ha dejado algunas sorpresas, en
especial la conformación del Comité Permanente del
Buró Político y lo abierta que ha quedado la
sucesión, así como la reflexión sobre la necesidad
de diseñar un programa de profundización política de
alcance y consecuencias aún difíciles de prever.
Para citar
este artículo puede utilizar
el siguiente formato:
Xulio Ríos:
"XVII
Congreso del PCCh: balance,
novedades y expectativas"
en Observatorio de la
Economía y la Sociedad de
China Nº 05, diciembre
2007. Accesible a texto
completo en http://www.eumed.net/rev/china/
El informe al Congreso
En su informe al Congreso en nombre del Comité
Central, Hu Jintao abundó en la suma importancia de
la etapa que ahora se abre en el proceso de reforma
y que no dudó en calificar de “crucial”, un período
estratégico, dijo, donde hay más oportunidades que
desafíos. Además de hacer balance del último lustro,
destacando los significativos avances logrados en la
reforma del sistema económico y en el incremento del
poderío general del país, destacó la certeza de la
armonía social y el desarrollo científico como
exigencias básicas para garantizar, de aquí en
adelante, el éxito y la estabilidad.
En el epígrafe segundo del Informe, Hu Jintao
remarca el perfil ideológico de la actual política,
destacando que no constituye un alejamiento del
marxismo sino un desarrollo de él que atiende a las
especificidades del momento histórico y de la propia
singularidad de la sociedad china, reivindicando la
voluntad del PCCh de enriquecer constantemente su
modelo de socialismo con peculiaridades chinas, al
tiempo de reforzar su propia condición de
vanguardia.
La concepción científica del desarrollo (kexue
fazhanguan), que pasa a ser un ingrediente esencial
de la definida como etapa primaria del socialismo
chino, la explicó así Hu Jintao: “Tiene su primera
acepción esencial en el desarrollo, su núcleo en la
consideración del ser humano como lo primordial, su
exigencia básica en la integralidad, la coordinación
y la sostenibilidad, y su método fundamental es la
actuación con una visión de conjunto, que invita a
persistir en los siguientes puntos: tomar el
desarrollo como la tarea primordial del Partido en
la gobernación y la revigorización del país;
considerar al ser humano como lo primordial;
procurar un desarrollo integral, coordinado y
sostenible; coordinar con una visión de conjunto.”
Además de persistir en los clásicos cuatro
principios irrenunciables que acompañan a las cuatro
modernizaciones como límite infranqueable para
evitar el derrape del proceso, Hu Jintao considera
que el desarrollo científico y la armonía social
serán, a partir de ahora, la cara y cruz del
desarrollo chino.
Las nuevas exigencias recogidas en el apartado IV,
abundan en la necesidad de adaptarse a los cambios,
prestando atención a aspectos como la innovación
científica o la ampliación de la democracia, el
medio ambiente o el sistema de valores del
socialismo. El meollo de la estrategia que el PCCh
chino ansía implementar en los próximos años, tal
como se recoge en el apartado V, consiste en
“incrementar la capacidad de innovación autónoma”,
lo que permitirá acelerar el cambio del modelo de
desarrollo, preservar la soberanía nacional y
remover los obstáculos que aún impiden el
equilibrado desarrollo de la economía. Hu Jintao
detalla aquí los principales vectores que influyen
en el reajuste estructural de la reforma económica.
El novedoso capítulo referido a la política
democrática socialista (apartado VI del informe),
destaca que “la democracia es un objetivo del
Partido”, si bien dejando constancia de que su
orientación política debe ser “correcta” y para ello
se debe mejorar el autogobierno de las comunidades
de base, el respeto a la ley o abordar una más clara
delimitación de funciones y competencias. El
explícito burocratismo de esa orientación que en
momento alguno hace mención de la otrora permanente
separación de Estado y Partido, se complementa con
apelaciones a un incremento “de manera ordenada” de
la participación política de los ciudadanos.
En el orden cultural, el informe señala que el PCCh
sigue defendiendo la posición rectora del marxismo,
promoviendo su impulso a todos los niveles. Además,
destaca la importancia de asimilar la quintaesencia
de la cultura china y aprovechar sus importantes
recursos para promover tendencias sociales que
refuercen el patriotismo. La gran revitalización de
la nación china ha de estar acompañada del
florecimiento de su cultura, señaló Hu Jintao.
A la construcción social dedicó su apartado VIII, un
detallado compendio de todos los desafíos y
problemas existentes en este orden y que constituyen
hoy día uno de los mayores desafíos para la
estabilidad política y la propia credibilidad del
PCCh.
En el ámbito de la defensa, capítulo IX, ninguna
novedad destacable, más allá de la reafirmación de
los viejos tópicos (en especial, la dirección
absoluta del Partido sobre el ejército) y la
perseveración en las diferentes dimensiones de la
modernización, desde la formación a la capacidad de
innovación. Con la reunificación del país (capítulo
X) ha ocurrido otro tanto de lo mismo, destacando
más lo que no se dijo (referencias a cualquier tipo
de amenaza contra Taipei) que lo dicho (reafirmación
del principio de “un país, dos sistemas” como guía
para culminar el proceso iniciado con Hong Kong y
Macao). Asimismo, en la visión de las relaciones
internacionales (capítulo XI), el PCCh sigue
adscrito al desarrollo pacífico como mecanismo
esencial de adaptación a un mundo estable, pero
“intranquilo”.
El último capítulo, referido a la construcción del
Partido, además de enfatizar la importancia de la
lucha contra la corrupción (no habrá indulgencia, se
dice en el informe), se recogen compromisos
concretos como la promesa de perfeccionar los
congresos con iniciativas experimentales en curso en
algunas provincias, en el sistema de elecciones y de
nominación de candidatos, o la singular llamada de
atención a la presencia del Partido en medio de la
población flotante, esos cien millones o más de
campesinos que abandonan el medio rural en dirección
a las sociedades, y que hasta no hace mucho
improvisaban soluciones a sus propias necesidades
ante la constatación de que el Partido y el Estado
simplemente les daban la espalda a sus problemas.
Los principales anuncios de Hu Jintao
Los principales retos y objetivos asumidos por el
PCCh en el XVII Congreso podrían resumirse de la
siguiente manera:
* Multiplicar por cuatro el valor del PIB per cápita
entre 2000 y 2020, controlando la polución y
estimulando políticas de ahorro energético. En los
últimos cuatro años, el crecimiento chino fue
superior al 10%. En el primer semestre de 2007, fue
del 11,5%.
* Avance de los servicios médicos y de salud pública
en general, en especial en lo relativo a la
seguridad alimentaria, anunciando grandes reformas y
un mayor énfasis en la prevención. En agosto se
publicó el primero libro blanco sobre la seguridad
alimentaria.
* Un desarrollo más equilibrado. El crecimiento
salió caro en términos ambientales, de
desequilibrios y de desigualdades, lo que demanda
una mayor atención a la cuestión social y al empleo.
* Un yuan (la moneda china) progresivamente
convertible, pero sin fijar fechas ni plazos, aunque
perfeccionando de modo constante los mecanismos de
la tasa de cambio. China teme una convertibilidad
plena que la expondría en exceso a las
perturbaciones de los flujos financieros y de los
mercados.
* Acuerdo de paz con Taiwán, sobre la base del
respeto del principio de la existencia de una única
China. Se evocaron medidas políticas y económicas
para favorecer la aproximación, sin mentar en ningún
momento la adopción de medidas de fuerza.
* Lucha contra la corrupción, promoviendo, en
paralelo, políticas preventivas basadas en modelos
de virtud agrupados en cinco categorías: altruismo,
bravura por una causa justa, honestidad y confianza,
trabajo duro y piedad filial.
* Reforma política en el marco del sistema,
manteniendo el liderazgo del PCCh, fomentando una
participación social “ordenada”, introduciendo
mayores medidas de transparencia y alentando una
mayor cercanía entre las instituciones y los
ciudadanos.
* Fortalecer la cultura china como expresión del
“poder blando” del país y no solamente como fuerza
creativa y de cohesión.
El debate sobre la democracia
El mensaje político clave de este Congreso consiste
en que, en los próximos años, el PCCh se esforzará
por innovar un modelo democrático adaptado a sus
especificidades. Si 1978 fue el inicio del proceso
de adaptación chino a tendencias internacionales hoy
afirmadas y entonces difíciles de prever,
significadamente en lo económico, este Congreso bien
podría significar la llegada a la agenda china de la
necesidad de adelantar una reflexión sobre su
adaptación a los contornos de un tiempo político en
que no puede rehuir ciertos imperativos democráticos
que renueven los segmentos más fosilizados del
sistema. A la postre, si el PCCh ha sido capaz de
introducir y manejar el mercado en una economía
planificada y en un sistema que aún se autodenomina
socialista, el reto ahora es hacer lo mismo con la
democracia, acentuando su papel participativo,
integrador y fiscalizador de la gestión pública,
reduciendo el peso y la significación de los
habituales simulacros. Y todo ello sin alterar la
naturaleza del régimen.
“La democracia no significa complacer el gusto de
los países extranjeros”, aseguraba Hu Doping, hijo
del fallecido secretario general Hu Yaobang y hoy
vicepresidente de la Federación Nacional de
Industria y Comercio. Yu Keping, director adjunto
del servicio de traducción del Comité Central y
considerado la “pluma” de Hu Jintao, considera que
ahora se trata de hacer progresar activa pero
prudentemente la reforma del sistema político. En
algunos municipios de las provincias de Sichuan y
Hubei, además de Chongqing, ciudad subordinada
directamente al poder central, se llevaron a cabo
elecciones directas experimentales para los
secretarios del PCCh, en una campaña que contempló
múltiples candidatos. Anualmente, los jefes del
Partido son evaluados y si pierden la confianza de
una tercera parte de los votantes, deben abandonar
el cargo. Las elecciones directas se llevan a cabo
ya en el 90% de los comités de aldea, aunque con un
procedimiento manifiestamente mejorable.
La reforma democratizadora que ambiciona Hu debe
tener una “orientación política correcta”, es decir,
debe servir para consolidar el liderazgo del PCCh y
rechazando, como dijo en Yale en 2006 durante su
visita a EEUU, cualquier copia mimética del modelo
occidental. De lo que se trata es de mejorar la
democracia en el interior del Partido y sus
proximidades, con medidas lentas como la competencia
entre un número cada vez mayor de candidatos, el
fomento de la participación, la transparencia y el
control, también la institucionalización, y abriendo
espacios para compartir el poder con profesionales
independientes y otros partidos legales, pero sin
admitir posibilidad alguna de alternancia.
”¿Por qué debemos ser de mente estrecha y pensar que
no hay alternativa a los sistemas occidentales?”, se
pregunta Liu Xirui, profesor de la Escuela Nacional
de Administración. El debate promovido en los
últimos tiempos a propósito de la adopción de un
socialismo democrático, alentado por las
investigaciones que desde el año 2000 se llevan a
cabo en la Escuela del Partido a propósito del
modelo nórdico y la ideología y la organización de
la socialdemocracia europea con carácter general,
parece haber llegado al punto de adquirir cierta
proyección pública. Con esos mimbres, Hu Jintao se
apresta a explorar e inventar una democracia propia
utilizando el propio PCCh y sus 70 millones de
miembros como laboratorio.
La sociedad armoniosa
El elevadísimo coste social del proceso de reforma
exigía hace tiempo una corrección profunda. El
descontento por la polarización y la proliferación
de la corrupción en los entornos del poder a todos
los niveles despertaban el temor a que, como
aconteció en épocas históricas anteriores, la actual
“dinastía” del PCCh fuera barrida por la
deslegitimación ante una ciudadanía escéptica que si
bien alberga pocas esperanzas de un mensaje
socialmente rupturista del PCCh, sí conserva la
ilusión por acceder a una mejora del nivel de vida
recogiendo beneficios de tres décadas de crecimiento
imparable.
Datos oficiales indican que el coeficiente Gini de
China superó la marca de advertencia del 0,4. El PIB
de Shanghai es de cerca de 76.000 yuanes, más de
trece veces el nivel de la provincia suroccidental
de Guizhou. En 2007, 300 chinos más que en 2006
figuran en la lista de multimillonarios de China (un
total de 800). Los millonarios chinos (alrededor de
345.000) aumentaron un 7,8% en 2006 en relación a
2005, y representan el 13,4% de los millonarios de
Asia, acumulando el 20,6% de la fortuna de la
región, por detrás de Japón, que suma el 43,7% de la
riqueza. Los HNWI (high net worth individuals)
disponen de un promedio de cinco millones de dólares
y una pequeña minoría, menos de 5.000, controlan,
según un informe de las consultoras Merrill Lynch y
Capgemini, alrededor de treinta millones de dólares
cada uno. China se encuentra, en estos parámetros,
en quinta posición mundial, por detrás de Estados
Unidos, Japón, Reino Unido y Alemania.
Mientras, el ingreso per cápita en las zonas rurales
segue siendo, de promedio, inferior a 3.600 yuanes.
La renta media anual de los habitantes urbanos fue
en 2006 de 11.759 yuanes, 3,28 veces más que la de
los campesinos (3,22 en 2005 y 3,21 en 2004). Las
diferencias crecen a pesar de los anuncios de
millonarias inversiones en el medio rural.
Junto a la elevación de los ingresos en el campo y
el avance general de las infraestructuras, el
esfuerzo en el próximo lustro se concentrará en el
aumento del gasto social, poniendo a disposición del
conjunto de la población los servicios básicos de
educación, salud, etc. En el Congreso, el
viceministro de salud pública, Gao Qiang, aseguró
que en 2020 toda la población disfrutará de
servicios médicos (estimada entonces en unos 1.500
millones de habitantes). Actualmente, según fuentes
oficiales, el 82% de la población puede acceder al
servicio médico cooperativo. En 79 ciudades funciona
un proyecto piloto de sistema médico que podría
extenderse al conjunto de los residentes urbanos en
2010. La implantación del mínimo vital se estudia
para aplicar en las zonas rurales del país.
La presencia empresarial
Una de las novedades del Congreso fue la presencia
de un grupo significativo de delegados procedentes
del sector no público de la economía. Liu Qingping,
profesor en el Instituto Tecnológico de Beijing,
considera que esa presencia no solamente sirve para
acrecentar la influencia social del PCCh sino que
también le proporciona una nueva fuente de poder.
El negocio privado se extiende por toda China. En
los últimos años, a la par que la definitiva
reglamentación de la propiedad privada, se fueron
abriendo a ella cada vez más sectores, incluyendo el
bancario y el bursátil. Más convencidos de la
sinceridad del régimen y de la seguridad de sus
negocios, los delegados de este sector presentes en
el Congreso reclamaron políticas preferenciales.
Según cifras oficiales, acogidas con las cautelas
propias del caso, el sector no público produce
actualmente el 67% del PIB de China y contribuye con
cerca del 80% al crecimiento económico del país. El
número de pequeñas y medianas empresas registradas
supera los 4,3 millones, y generan el 58,5 por
ciento del PIB. Más del 95 por ciento son de
propiedad personal, según datos facilitados por Li
Zibin, presidente de la Asociación China de Pequeñas
y Medianas Empresas.
Unos 2,9 millones de miembros del PCCh (otras
fuentes elevan la cifra a 3,18 millones) trabajan en
compañías privadas, que ya emplean a 120 millones de
personas, el 9,2% de la población china. Por otra
parte, unos 750.000 empresarios participan en los
comités locales y nacionales y en las diversas
asambleas, tanto en el campo partidario como
propiamente estatal. Según el departamento de
organización del PCCh, el aumento de este colectivo
desde 2002 fue del 113,4%.
Entre los delegados asistentes también figuraban los
patrones de las más grandes empresas chinas,
representantes del sector petrolero, informático,
aeronáutico, etc., a la cabeza del sector público.
Quedan en China unas 119.000 empresas del Estado, de
las que 155 son gestionadas directamente por el
gobierno central (datos de 2006). Entre 2003 y 2006,
se liquidaron 31.000. Los beneficios de las que
subsisten crecen sin cesar, con alzas anuales
superiores al 35%.
Los nuevos dirigentes
El Comité Permanente del Buró Político que Hu Jintao
presentó a los medios el lunes 22 presentaba pocas
sorpresas. La noticia, en realidad, se había
producido el día anterior, cuando se anunció que en
la lista de miembros elegidos del Comité Central
figuraban, entre otros, y además de él mismo y Wen
Jiabao, Wu Bangguo y Jia Qinglin. Y, por otra parte,
la ausencia de Zeng Qinghong, el vicepresidente del
Estado y pieza clave del corsé que le había impuesto
Jiang Zemin en 2002. La salida de Luo Gan y de Wu
Guanzheng se daban por seguras por razones de edad.
Las posibilidades de continuidad de Li Changchun,
hoy quinto en la jerarquía, eran bastante altas. Por
otra parte, entre las figuras emergentes, destacaban
Xi Jinping y Li Keqiang.
Ese retrato de la nueva cúpula evidenciaba la clara
existencia de un compromiso entre los principales
vectores de poder que aún siguen conservando su
impronta en las más altas esferas de la dirigencia
china. Es un error menospreciar el peso de estos
grupos de interés o facciones porque responden a una
situación real y, en cierta medida, inevitable, en
función tanto de la complejidad de la situación en
el país que debe tener reflejo en una creciente
diversidad de opiniones e intereses en el PCCh, como
de una amplísima militancia (más de 70 millones de
miembros) en la que no es imaginable una unanimidad
ciega.
En los meses previos al Congreso, Hu Jintao impulsó
una amplia política de nombramientos que afectó a
muchos de los principales estamentos del Partido,
del Ejército y del Gobierno. Ello, no obstante, no
impidió la plasmación del compromiso con Jiang Zemin,
Zeng Qinghong y Li Peng, singularmente. Cabe
imaginar que ese proceso no ha terminado y que
proseguirá con los reajustes de personal en los
próximos meses, pudiendo culminar en lo esencial en
las sesiones de marzo del año próximo cuando se
celebre la Asamblea Popular Nacional.
En rampa de salida de cara a la sucesión, dos
figuras, Xi Jinping y Li Keqiang, aguardan su
oportunidad. En 2012, los demás miembros del Comité
Permanente abandonarán sus cargos y ellos deberán
repartirse las jefaturas del Estado-Partido y del
Gobierno. El orden de presentación de ambos ante la
prensa el lunes 22, predispone a Xi Jinping para
asumir el liderazgo principal, pero no está del todo
claro que así llegue a suceder. Numerosas fuentes y
observadores coinciden en que Li Keqiang es el
candidato de Hu Jintao.
Quienquiera que sea, el sucesor de Hu conducirá los
destinos de China hasta 2022, una etapa clave para
la madurez de la actual reforma iniciada en 1978.
Ambos candidatos participan de la idea del
renacimiento del país y comparten la necesidad de
perseverar en el actual proceso, pero las
preferencias de Hu Jintao probablemente no son
gratuitas y responden a la necesidad de mantener o
no la fidelidad al proyecto original, es decir, a la
exploración de un modelo propio que no haga
concesiones a las presiones exteriores más allá de
las estrictamente necesarias. Su nacionalismo, de
contenido social y civilizatorio, pudiera encontrar
mejor cobijo en el perfil de una persona formada con
él en la Liga de la Juventud Comunista y en
provincias menos desarrolladas como Henan o
problemáticas como Liaoning, que con quien ha
demostrado también una gran capacidad para impulsar
la economía privada (en Zhejiang y Fujian) y goza
del reconocimiento de los grandes actores de la
economía internacional (por ejemplo, del secretario
del Tesoro estadounidense Henry Paulson). A pesar de
ello, esa preferencia de Hu pudiera llegar a ser el
mayor hándicap para Li Keqiang cuando Xi Jinping
procura distanciarse de los sujetos principales para
afirmar tanto su independencia como su vocación
integradora y de compromiso.
Conclusiones
El XVII Congreso del PCCh ha permitido
institucionalizar un cambio de discurso que ya se
venía propiciando en los cuatro últimos años,
alrededor de los conceptos de desarrollo científico
y la sociedad armoniosa, unánimemente aceptados por
los delegados. De otra parte, sin avasallar a sus
adversarios, Hu Jintao ha afianzado el control del
aparato partidario y de su propia sucesión, que
deberá producirse en 2012, sin que ahora quede
sentenciada, inmersa en delicados equilibrios entre
las diferentes facciones.
El denominador común del evento fue la convicción de
que China entra en una nueva etapa que la debe
catapultar definitivamente hacia el centro del
escenario político internacional, y que en ese
proceso, los peligros serán abundantes por lo que
hace falta estar preparados para afrontarlos
preservando la propia soberanía, cuestión también
unánimemente celebrada como irrenunciable.
En paralelo a la reunión del PCCh, en Washington, el
G-7 reclamaba de Beijing una “apreciación acelerada”
del yuan, y el Congreso de Estados Unidos, en su
informe anual, denunciaba las fragilidades y
carencias del sistema social y jurídico chino, sus
políticas en materia de religión, nacionalidades y
derechos humanos. El día 17, George Bush recibía al
Dalai Lama, reforzando la proyección internacional
del líder tibetano, en lo que podría interpretarse
como un claro intento de aguar la fiesta del PCCh.
Igualmente, en la víspera, algunos ex dirigentes
veteranos criticaron el rumbo capitalista del
Partido La web maoflag.net que publicó una
declaración al respecto fue cerrada durante varios
días y la carta retirada. Otro manifiesto, firmado
por unas 12.000 personas, alertando de la injusticia
vigente en el país y reclamando reformas políticas y
respeto a las libertades consagradas en la propia
Constitución, no llegó a los delegados del Congreso,
protegidos en todo momento por una barrera policial
infranqueable y omnipresente en los puntos
neurálgicos de la ciudad y en los hoteles donde
fueron alojados. Programas de radio y de televisión
considerados “inapropiados” fueron objeto de censura
por las autoridades con el propósito de garantizar
un ambiente “saludable” para el Congreso.
Esos dos apuntes reflejan las tensiones externas e
internas que no darán tregua a la reforma en los
próximos años.
El broche de oro del XVII Congreso fue el
lanzamiento del primer satélite de exploración lunar
Chang’e, que marca un nuevo hito en la acelerada
carrera espacial china.