INFORME 2007 SOBRE CHINA
Reporteros sin Fronteras
Frente a una contestación social creciente y a periodistas cada vez menos dóciles, por impulso del presidente Hu Jintao las autoridades han optado por volver a ocuparse de los medios de comunicación, en nombre de la “sociedad harmoniosa”. La prensa está obligada a autocensurarse, Internet se filtra y a los medios extranjeros se les vigila de cerca.En 2006 condenaron a penas de cárcel a más periodistas. A Ching Cheong, reportero en Hong Kong de un diario singapurense, le condenaron a cinco años de cárcel por “espionaje”.A Zhao Yan, colaborador del New York Times, le impusieron una pena de tres años, por un supuesto “fraude”. En ambos casos, los juicios se hicieron deprisa y corriendo: sin testigos de la defensa ni vista de apelación, y con presiones políticas.
En cambio, a Gao Qinrong y Jiang Weiping, condenados a graves penas de cárcel por unas investigaciones sobre la corrupción, les pusieron en libertad en 2006, antes de que terminaran de cumplir la condena. Por su parte, al periodista Yu Dongyue, detenido cuando los acontecimientos de la Plaza de Tiananmen de 1989, le dejaron en libertad en febrero pero ha enloquecido, como consecuencia de las torturas y los largos períodos de aislamiento sufridos. A fecha 1 de enero de 2007 en el país había al menos 31 periodistas detenidos.
La furia de Hu Jintao contra las “fuerzas hostiles”, a las que acusa de fomentar una “revolución iluminada”, apoyada por Estados Unidos y dirigida por los defensores de los derechos humanos y los periodistas liberales, se manifestó de nuevo en agosto de 2006 ante un parterre de ministros, embajadores y responsables provinciales del Partido. En plena preparación del próximo Congreso del Partido Comunista, que tendrá lugar en octubre de 2007, la seguridad pública detuvo al menos a doce de periodistas, y puso bajo vigilancia a otras varias decenas. También decidió volver a ocuparse de los abogados, a quienes la Asociación de Abogados de China prohibió en marzo que hablaran con periodistas extranjeros de “asuntos de masas” relativos, por ejemplo, a parados y campesinos. En septiembre, también a los jueces chinos se les prohibió hablar con la prensa.
Las autoridades, que en 2006 tuvieron que hacer frente a 87.000 alteraciones del orden público, frente a las 10.000 que se produjeron en 1994, intentaron impedir que la prensa diera cuenta de ese amplio descontento. En diciembre, la agencia Xinhua atacó de nuevo a los militantes de los derechos humanos y a periodistas extranjeros, a quienes calificó de “fuerzas hostiles” que intentan “sacar ventaja de los incidentes de masas para crear desórdenes”. Pocas semanas antes, unos policías detuvieron y golpearon a un reportero gráfico norteamericano, al que acusaban de haber ido a un pueblo del Sur, donde los campesinos se habían rebelado contra las autoridades locales.
OTRA LEY LIBERTICIDA Para dotarse de medios con los que castigar a los recalcitrantes, el gobierno aprobó, e hizo que lo examinara la Asamblea Popular, un proyecto de ley sobre la gestión de situaciones de crisis, que entre otras cosas permite imponer multas de hasta10.000 euros a los medios de comunicación que publiquen, sin autorización, información sobre esos temas. En un editorial, el Xin Kuaibao (El Nuevo Exprés) denunció la ley, porque no toma en consideración el hecho de “que no hay ninguna forma de verificar si la información que procede de las autoridades es fiel y exacta. Esa ley va a impedir que se sepa si detrás de los “desastres naturales” se esconden “catástrofes provocadas por los hombres. (...) En ese caso, la ley se convertirá en un instrumento que los funcionarios corruptos utilizarán para ocultar su falta de honestidad”.
El Departamento de Propaganda no ha dejado de contraatacar a cada artículo considerado contrario a la nueva ideología de la “sociedad armoniosa”, proclamada por Hu Jintao. Regularmente, los redactores jefe de los medios de comunicación reciben la lista de temas prohibidos.
Manifestaciones de campesinos, parados o tibetanos; nada escapa los censores, que mantienen un clima de terror en las redacciones. Por eso, los casos de censura se contabilizan por decenas de miles anuales. Por ejemplo, en abril se prohibió que la prensa hablara de otro caso de gripe aviaria, identificado en el Sur. En junio se silenció una manifestación de porteadores en Xian (Norte). En julio, la Administración General de Prensa, ante la inminencia de una serie de aniversarios, especialmente el treinta de la muerte de Mao Zedong y el cuarenta del comienzo de la Revolución Cultural, hizo un llamamiento a la vigilancia:“La publicación de informaciones tiene un papel importante en la educación ideológica, y la seguridad de nuestro país depende del control estricto de la producción de informaciones”. La censura llegó también a programas considerados “demasiado ligeros”, como la versión china de la Star Academy, emitida por Hunan Tv.
El año 2006 estuvo marcado por la recuperación ideológica de los medios de comunicación considerados demasiado liberales.A comienzo del año, el Departamnto de Propaganda dejó de contar con los reputados periodistas Li Datong y Lu Yaogang en el semanario Bing Dian. La purga provocó fuertes reacciones entre la profesión, y en el Partido Comunista. Para yugular la protesta, las autoridades prohibieron que se hablara de ella, vigilaron los foros de discusión frecuentados por periodistas y enviaron policías a las redacciones. “La nueva generación de periodista ha estudiado siguiendo las normas occidentales y ya no cree en las nuevas ideologías del Partido Comunista. (...) Pero no existe libertad de prensa y casi ningún sector del Estado acepta que podamos cumplir con nuestro papel de vigilantes”, explica Li Datong.
Las autoridades sancionaron de nuevo a las redacciones del diario Xin Jing Bao y del semanario Nanfang Zhoumo, puntas de lanza desde hace varios años del periodismo de investigación, por sus artículos considerados demasiado independientes. Volvieron a apoderarse del Zhongguo Qingnian Bao, dependiente de la Liga de la Juventud: han despedido a varios directores y han reforzado la censura de los jefes de sección. Algunos grupos de prensa de Shangai, Cantón y Shenzhen, especialmente los de información económica, intentan frecuentemente rebasar los límites de la censura, investigando entre otras cosas los abusos de autoridad. Muchos periodistas se refugiaron en la prensa digital, pero han visto que también allí se practica la misma censura.
Sigue en marcha la privatización del sector de medios de comunicación con grupos de prensa que en ocasiones cotizan en bolsa, en Pekín o en Shagai. El país tiene 2.000 periódicos que este año tiraron cien millones de ejemplares diarios. 8.000 revistas y más de 700 canales de televisión se reparten un mercado en expansión.Aunque el país es miembro de la OMC desde 2001, el gobierno es cada vez más proteccionista. En 2006, Xinhua se vanaglorió de ser la única que puede vender informaciones, fotografías y vídeo a los medios de comunicación chinos. La agencia oficial intenta así conservar el monopolio económico y político, al tiempo que acapara los dividendos de las informaciones económicas, cuya venta antes era libre. Por otra parte, el gobierno prohibió en abril nuevas joint-ventures en el terreno de la prensa. La nacionalización afecta también al ocio: en septiembre, la autoridad de regulación prohibió que, por la noche, los canales de televisión emitan dibujos animados que no sean chinos.
AUMENTAN LAS AGRESIONES Y LAS DENUNCIAS POR DIFAMACIÓN
Las agresiones a periodistas, cada vez más numerosas, no son únicamente obra de miembros de las fuerzas de seguridad, sino también de delincuentes o secuaces de algunos empresarios. Reporteros sin Fronteras tuvo conocimiento de alrededor de cuarenta. Pero, según la asociación oficial, el periodismo se ha convertido en el tercer oficio más peligroso, detrás de los de minero y policía. La violencia afecta especialmente a los reporteros de los tabloides, cuyo inmoderado gusto por los sucesos les lleva a veces a enfrentarse a peligros, para conseguir primicias. En 2006, unos policías mataron a los periodistas Wu Xianghu y Xiao Guopeng.
Por otra parte aumentaron los procesos por difamación, en ocasiones para imponer silencio a la prensa de investigación. En junio, un proveedor taiwanés de Apple pidió tres millones de euros, en concepto de daños y perjuicios, a dos periodistas del Diyi Caijin Ribao, que investigaron sobre las condiciones de trabajo en algunas fábricas que producen iPods. Los industriales retiraron la denuncia, como consecuencia de las presiones internacionales.
Tanto en las ciudades como en el campo, la radio sigue siendo muy popular. Cientos de millones de chinos disponen de aparatos que les permiten captar emisoras internacionales, con un tono completamente diferente del de las radios chinas.Así, la BBC o Radio Free Asia disponen de servicios en chino, que tienen decenas de millones de oyentes.Pero sus programas sufren interferencias. Algunas de las antenas que conforman esa “gran muralla de ondas” las ha vendido la empresa francesa Thalès. En 2006, Reporteros sin Fronteras pudo testar entre otras las interferencias de las radios Voice of Tibet y Radio Free Asia en Tibet. Las autoridades locales superponen, a las ondas cortas y medias de esas radios libres, unos ruidos sordos o programas educativos en chino.
El sector de la televisión - y especialmente los canales de cable - se encuentra en plena expansión. El país tiene más de 700 canales nacionales o locales, y cerca de dos mil canales de cable,que emiten 56.000 horas de programación. Pero es el grupo audiovisual estatal, CCTV, presente en todas las parrillas, quien domina el mercado. Los canales regionales son muy dinámicos, aunque están vigilados por Pekín y los gobiernos locales. En marzo, al presentador de un programa económico de Pekín le prohibieron aparecer en el aire, por su tono excesivamente libre. Al canal Phoenix TV de Hong Kong se puede acceder por satélite, un privilegio reservado a los extranjeros y a muchos funcionarios. En los hoteles turísticos se pueden ver la BBC o la CNN ,pero cuando en algún reportaje abordan un tema sensible los censores desconectan. Como ocurrió, por ejemplo, en 2006 cuando en la CNN entrevistaban a un investigador de Amnistía Internacional sobre la situación de los derechos humanos en China.
PROMESAS DE LIBERTAD PARA LA PRENSA EXTRANJERA
El gobierno de Pekín, criticado por no respetar los compromisos que asumió cuando le concedieron los Juegos Olímpicos de 2008, ha anunciado la modificación de las regulaciones que afectan a los periodistas extranjeros. En 2006 se conocieron al menos 25 casos de detenciones, amenazas o agresiones a profesionales de los medios de comunicación extranjeros. En julio detuvieron a un reportero alemán cuando efectuaba un reportaje sobre la controvertida construcción de una presa, en la provincia de Yunnan (Sur). En septiembre expulsaron a varios equipos de medios extranjeros de la provincia de Fujian (Sur), donde un terrible ciclón acababa de asolar varias ciudades. Por otra parte, en China están bloqueados muchos sitios de Internet de medios de comunicación, y entre ellos el de la BBC World Service.
Hong Kong sigue disponiendo de auténtica libertad de prensa, pero cada vez son más fuertes las presiones políticas y económicas de Pekín. Así, a los presentadores de la emisora pirata Citizien Radio les citaron en los tribunales, por emitir programas sin tener licencia. La condena a cinco años de cárcel del periodista Ching Cheong, residente en Hong Kong, ha reforzado un sentimiento de preocupación entre los reporteros de la región autónoma que cubren China.
INTERNET BAJO CONTROL
Sin duda China continúa siendo el país más adelantado en materia de filtrado de Internet Las autoridades siguen con atención las evoluciones tecnológicas, para asegurarse de que ninguna abra una nueva ventana de libre expresión. Así, después de los sitios de Internet y los foros de discusión, las autoridades se centran ahora en los blogs y los sitios que permiten intercambiar vídeos. En el país habría ahora cerca de 17 millones de bloggers. Una cantidad enorme, ciertamente, pero muy pocos de ellos se atreven a abordar temas sensibles y aun menos a criticar la política del gobierno. En primer lugar porque las herramientas de blogs del país incluyen filtros que bloquean las palabras clave “subversivas”. Y después, porque las empresas que explotan esos servicios, tanto si son locales como extranjeras, están presionadas por las autoridades, que les obligan a controlar los contenidos que acogen. Por eso, en estas sociedades trabajan ejércitos de moderadores, para sanear los contenidos que producen los bloggers. Finalmente, en un país donde hay 50 personas en la cárcel por expresarse con demasiada libertad en Internet, la autocensura funciona a pleno rendimiento. Hace todavía cinco años eran muchos los que pensaban que Internet, un medio de comunicación supuestamente incontrolable, iba a revolucionar la sociedad china, y su sistema político. Ahora, cuando el país tiene una influencia geopolítica creciente, la cuestión parece haberse invertido: quizá sea el modelo chino de Internet, basado en la censura y la vigilancia, el que un día consiga imponerse al resto del mundo.
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