Los derechos humanos en el gigante asiático
Se habla de China, pero no de lo que pasa en China
* El país duplicó su PBI en los últimos años * Su crecimiento económico genera admiración en la comunidad internacional * Pero detrás del “desarrollo social” que pregona el gobierno, no obstante, los habitantes sufren serias dificultades
Por Pedro Crespi
El mundo, más que nunca, tal vez, habla hoy de China. Y habla porque sus números son imponentes. Es que se trata de un país que, después de Rusia y Canadá, es el más extenso del planeta con un tamaño similar al de toda Europa con sus 9.560.900 km2 pero que, no obstante, sus más de mil doscientos millones de habitantes viven sólo en una quinta parte del territorio. Sí, se leyó bien. Y aquí una gran paradoja: los chinos, que representan la quinta parte de la población mundial, ¡ocupan sólo la quinta parte de su superficie!
Pero la República Popular China, nombre que adoptó la nación en 1949 con Mao Zedong, no sólo es un coloso por sus características demográficas sino también por sus indicadores económicos más inmediatos que la ubican como la cuarta economía del mundo. Así se desprende, al menos, de un informe que realizó en 2006 la Redacción de la BBC Mundo donde se señala que “el valor de los bienes y servicios de la nación asiática se elevó hasta un total de US$ 2,26 billones, lo que sólo es superado por Estados Unidos, Japón y Alemania”. Y tan inmenso es el crecimiento de la productividad china, que, siempre según la misma fuente, en los últimos seis años duplicó su PBI mientras que desde 1994 aquél se ha cuadriplicado. Y por ello los medios de comunicación social internacionales y los magnates de los negocios no vacilan, con razón, en calificarla como el “gigante asiático”.
El boom económico chino tiene varias explicaciones. La apertura económica y las muy favorables condiciones que ofrece a la inversión extranjera, a vuelo de pájaro, sirven para entender parte del fenómeno. Un fenómeno que para el director del Instituto Nacional de Estadísticas chino, Li Deshui, en declaraciones a la prensa internacional en 2005, consiste en la aplicación de un plan “de desarrollo social” desde que comenzó el siglo actual.
Pero el crecimiento chino, ¿tiene impacto en el desarrollo de las condiciones de vida de la mayoría de sus habitantes? De eso no se habla. Y aquí otra paradoja china: mientras todo el mundo -como se mencionó- habla de China, en China, es muy difícil expresar libremente lo que se piensa de China. La situación que atraviesa la prensa en ese país sirve de termómetro para entender, en toda su dimensión, cuál es el verdadero desarrollo social de la nación.
El termómetro social
Según denunció en 2004 el Comité para la Protección de los Periodistas (CPP), con sede en Nueva York, China es la cuarta nación con mayores restricciones a la prensa en el mundo –la superan Cuba, Eritrea y Birmania-. Y los 32 periodistas y los 62 ciberdisidentes que hoy se encuentran encarcelados por “incitación a la subversión del Estado”, tal como informa Reporteros Sin Fronteras en su Web Site, pone de manifiesto, sin dudas, que las autoridades del gobierno comunista chino le temen a las voces que denuncian las injusticias que impiden un verdadero desarrollo social mientras los niveles de productividad crecen a pasos agigantados.
¿Pero cuáles son, en concreto, las informaciones que tanto temor le generan al régimen de Hu – Jintao? Algunas de ellas, entre tantas, que debieran despertar la reacción de la comunidad internacional:
Periodismo Social, ¡gracias!
Los datos que se detallaron se conocen gracias al esfuerzo de miles de periodistas “desobedientes” chinos y de diferentes naciones, que trabajan en lo que se conoce como Periodismo Social. Ellos constituyen la verdadera prensa en China, ya que los medios locales son controlados por el Estado, es decir, dicen lo que las autoridades quieren y nada más. Así, junto a cientos de audaces cibernautas chinos, se transforman en el termómetro social de lo que en esa nación acontece. Y a paso lento por las restricciones que sufren pero con importantes avances, en tanto, brindan las verdaderas estadísticas sociales del gigante asiático.
En el mundo se habla de China, pero no de lo que pasa en China. En parte por la responsabilidad –como se mencionó- de las autoridades locales que temen a la verdad; pero por otra parte, también tal vez por temor a la verdad, porque muchos grupos económicos del planeta se benefician con las extraordinarias ventajas competitivas que tiene la mano de obra china, que es muy barata.
El crecimiento de la economía China es impactante y está bien hablar de él. ¡Pero qué bueno sería hablar de un impactante crecimiento en el respeto a las libertades y, por ende, a los derechos humanos en ese país! Que China crezca en eso también…
Fuentes:
Ø Reporteros sin Fronteras. Fidel Castro – Hu Jintao: ¿Quién es el mayor predador de la libertad de expresión? Madrid, España, 22 de noviembre de 2004. http://www.rsf.org/IMG/pdf/041122Hu_Jintao_Castro_ESP.pdf [Consulta: 26 de mayo de 2007].
Ø Rutherford, Scott. China. Barcelona, España, Océano Grupo Editorial SA, 1990.
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