Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 3, Nº 31 (septiembre 2011)

LA EDAD DE ORO: UN CÓDIGO CULTURAL. ELEMENTOS INTERTEXTUALES. ¿TRADUCCIÓN O RECREACIÓN?


Ariagna Álamo Vega (CV)
Centro Universitario "Vladimir Ilich Lenin", Cuba
ariagnaav@ult.edu.cu




RESUMEN

El trabajo: La Edad de Oro: un código cultural. Elementos intertextuales. ¿Traducción o recreación? Está basado en la realización de un estudio de La Edad de Oro, desde la dimensión artística literaria que contribuye al redimensionamiento de la significación teórica y práctica de la obra. Tiene como objetivo valorar las concepciones martianas acerca de la dimensión artística literaria presentes en La Edad de Oro, haciendo especial énfasis en determinar las principales concepciones martianas sobre el arte y la literatura presentes en el libro-revista y valorar la importancia teórica práctica de las concepciones martianas para el desarrollo cultural. Teniendo en cuenta la importancia y trascendencia de la revista y la inexistencia de un trabajo con rigor científico sobre dicho tema se revisó una variada bibliografía a fin de realizar algunas reflexiones teóricas. Se determinó que las categorías de cultura y desarrollo cultural conformaran el eje teórico conceptual de la investigación. Para la obtención de la información fue necesaria la aplicación del método de análisis de textos, las principales fuentes de información son la literatura, reflexiones filosóficas, políticas, éticas y estéticas. Esta investigación presenta como resultado un ensayo sobre las concepciones martianas acerca de la dimensión artística literaria del desarrollo cultural en de La Edad de Oro que permita su conocimiento y significación para la cultura cubana y universal.

INTRODUCCIÓN
La Edad de Oro es una revista dedicada al recreo y la ilustración de los niños y jóvenes, que publica Martí en New York, en 1889 y de la cual solo se publican cuatro números constituyéndose en un gran proyecto cultural para Latinoamérica.
Como texto exige un cuidadoso estudio donde se revelen su valor no solo educativo, sino también cultural orientada en el camino de la sabiduría y la dignificación humana.
La Edad de Oro por la diversidad y amplitud de su contenido cultural, como proyecto dignificado y liberador se constituye en un importante material de estudio para sacar de ella sus valores conceptuales para el desarrollo cultural, lo que requiere de una visión culturológica y dialéctica materialista.
Los objetivos que se persiguen con esta investigación son:
- Valorar las concepciones martianas acerca de la dimensión artística literaria del desarrollo cultural presentes en La Edad de Oro.:

Esta investigación presenta como resultado un ensayo sobre las concepciones martianas acerca de la dimensión artística literaria desde el desarrollo cultural en La Edad de Oro que permita su conocimiento y significación para la cultura cubana y universal.
Las principales fuentes de información son la literatura, reflexiones filosóficas, políticas, éticas y estéticas.

DESARROLLO:
LA EDAD DE ORO DESDE LA DIMENSIÓN ARTÍSTICA LITERARIA DEL DESARROLLO.
La Edad de Oro es la obra de la literatura infantil cubana que guarda todos los valores de un verdadero revolucionario. La ética que contiene va más allá de su época para adquirir una connotación social, encaminada a la formación de un nuevo tipo de hombre. A estos valores se suman las condiciones de información histórica cultural.
A partir del objeto de trabajo, desde el estudio teórico, análisis de documentos, prácticas investigativas, se consideró oportuno trabajar la siguiente dimensión del desarrollo cultural como la  mástratada, científicamente, en el libro-revista La Edad de Oro: cultura artística literaria.

La cultura artística aleja a la persona de su forma animalesca, la vuelve capaz de crearse una realidad propia diversa de lo natural, y sobre esta capacidad se basa para el hombre la posibilidad de elevarse a las diferentes esferas espirituales, así la gracia del porte, la elegancia del gesto, el equilibrio del movimiento, liberan de su funcionalidad práctica a los actos y las actitudes humanas, y las transfiguran en sentido estético, crean un plano de artisticidad natural que caracteriza el ambiente de la vida civilizada.
Una vasta esfera de artisticidad comprende las artes aplicadas o funcionales (artes menores). El hombre ha tratado de transformar en cultura ambiental todo aquello que le es utilitario: los objetos encontrados en las excavaciones egipcias, las armas de los antiguos héroes que los poemas nos representan en toda su belleza.
Esta transfiguración estética se realiza a través de dos caminos diversos, que dan lugar a dos tipos de arte aplicado: el arte ornamental, que oculta la función del objeto a través de la ornamentación y el arte funcional, en el que la función se idealiza y eleva a sentido artístico; por ejemplo: las incrustaciones de oro y gemas, expuestos de forma exquisita en el espadín de honor de un caballero del 700 le confiere un concepto de obra de arte que hace que el objeto pierda el terrible significado del arma, las pinturas policromas de tema mitológico que adornan los platos de cerámica de Urbino hacen olvidar su uso práctico habitual. Esto es arte secundario, pero embellece y alegra la vida cotidiana, como por ejemplo en un marco arquitectónico. Así también se determina en sentido estético las ceremonias, cualquiera sea el género al cual pertenezca, si se haya artísticamente expresado.
Cada arte tiene la ventaja sobre las demás de poder representar aspectos de la vida desde su propio punto de vista. Por ejemplo, ninguna rama puede expresar todo el policromo de la naturaleza como lo hace la pintura; más ésta no puede expresar de manera directa los sentimientos y vivencias humanas como lo hace la música; la literatura no puede representar un cuadro visual de los acontecimientos como lo hacen las artes plásticas, y carece de las posibilidades de la pantomima, en fin, si la poesía tuviese la posibilidad de la música, si la coreografía poseyese las de la pintura, y las artes plásticas la de la literatura, no habría necesidad de artes distintas.
“Otro aspecto importante que señala la Estética marxista-leninista es la desigualdad del desarrollo del arte, que estriba en que el progreso del arte no siempre se halla en correspondencia directa con el de la sociedad, incluido el de la economía.” (Zis; 1976: 53).
En épocas determinadas las distintas ramas del arte adquieren un desarrollo desigual. Por ejemplo: en la Grecia antigua florecieron la arquitectura y la escultura; en el Renacimiento, la pintura; en el siglo XIX, la literatura; en cada época siempre se ha destacado un arte determinado.
El binomio cultura y desarrollo implicará de una u otra forma desarrollo cultural, progreso para el hombre y su entorno puesto que, como dijera el Apóstol: “Del progreso humano se habla tanto, que ha poco más va a parecer vulgaridad hablar de él. No se puede predecir cómo progresará el hombre, sin conocer cómo ha  progresado.” (Martí; OC t 8: 347).
Por tanto, no se puede predecir el pasado, presente y futuro de la cultura que  constituirá el propio desarrollo cultural, tanto desde lo material a lo espiritual, en el entorno en el que ha de convivir el individuo y su comunidad.

“El arte no puede, lo afirmo en término absoluto, ser realista.”
                   José Martí   

La obra martiana se caracteriza por complementar lo artístico y educacional con lo político; no por pura casualidad sus ideas sobre la historia van más allá de la admiración estética y se identifican con intereses ideológicos acordes con su visión de los problemas del hombre, las relaciones con la naturaleza y el progreso cultural.                 
Herminio Almendros planteó: “Son realmente elocuentes las declaraciones de Martí. Su propósito es claro, y a él ha de responder luego en sus escritos... El espíritu está maduro y el criterio es libre de indecisiones...”
Amante y conocedor de lo bello, dedicó algunos de sus escritos, con un estilo muy singular a hacer breves reseñas de la historia del arte, en los que demuestra su amplia cultura, reflejada al tratar el tema con profundo conocimiento. Martí no sólo se ha mostrado en La Edad de Oro como un crítico, sino también como artista y promotor de las artes.
Así es como anhelaba enseñar Martí, con sencillez, pero con mucho esmero, que permitiera la comprensión y la creación de la belleza en la realidad y en el arte., como dijera Blanche: “Nadie enganchó su carro a una estrella con más firme propósito de alcanzar la meta, sean cuales fueren la altura y la dificultad del camino, que José Martí.” (1990: 3)
De seis artículos dedicados a tratar el tema del arte, en tres abordan el tema de la arquitectura. Al escribir sobre Las ruinas indias en el número 2 de su revista, revela su apreciación por las culturas pre- hispánicas de México, algunos de cuyos sitios visitó personalmente.
“No hay poema más triste y hermoso que el que se puede sacar de la historia americana” dijo, y en breves páginas relata la historia cultural de México: su arte, su religión, su arquitectura, sus costumbres. Ciudades que no pueden dejar de mencionarse a la hora de hablar de arte latinoamericano son: Tenochtitlán, capital de México antes de la llegada de los españoles, construida sobre un lago y unida a la tierra firme por tres calzadas cortadas por canales sobre los cuales se extendían los puentes; Tulán, antigua ciudad de las ferias; Texcoco, fundada junto al lago de este nombre; Uxmal, ciudad de los mayas que se caracterizaba por la belleza del labrado de las piedras y Chichen-Itzá, la ciudad más grande y al mismo tiempo más sagrada de los mayas en la época llamada Nuevo Imperio. Al Maestro no se le ha quedado ni un solo detalle, explica hasta las técnicas y materiales con que estas fueron construidas. Siempre que se refiere al arte latinoamericano lo compara con el europeo, contrastando el desarrollo del sofisticado arte occidental con la belleza que le imprimen los elementos primitivos al arte latinoamericano.
  No puede dejar de mencionar a América, esa América que lo cautivó y lo enamoró. Él que sentía con tan entrañable pasión, que había escrito la virtud y esperanza del continente nuevo.
“No se puede leer sin ternura, y sin ver como flores y plumas por el aire, uno de esos buenos libros... que hablan de la América de los indios, de sus ciudades y de sus fiestas, del mérito de su arte y de la gracia de sus costumbres.”(Martí; OC t 18: 380)
Así se lo ofreció a los jóvenes, como un lamento por toda aquella belleza perdida y nunca más rescatada, acompañada cada una de sus palabras, expresiones, de láminas que nos sensibiliza al ver lo que quedó de toda una cultura hermosa, llena de méritos.
Las convicciones por lo estético no pueden existir sin sentir goce por la belleza de la naturaleza que nos rodea y la creada por la mano del hombre, convicciones que se traducen en hábitos de conducta diaria, forma de manifestación de la moral.
 “Se hace uno de amigos leyendo aquellos libros viejos... Allí se describen pirámides más grandes que las de Egipto... y la vida variada y trabajadora de sus circos y templos, de sus canales y talleres, de sus tribunales y mercados…” (Martí; OC t 18: 380)
Cada fragmento de este artículo permite una acumulación de impresiones del mundo circundante, acompañado de una educación que lleva a agudizar estas percepciones y a hacer comparaciones, que permite desarrollar capacidades para percibir estéticamente todo cuanto nos rodea. Comenzó por México:
“¡Y qué hermosa era Tenochtitlán, la ciudad capital de los aztecas...! Era como una mañana todo el día, y la ciudad parecía como en feria... Las casas eran de adobe, que es el ladrillo sin cocer, o de calicanto, si el dueño era rico... Y el templo magno de ébano y jaspes, con mármol como nubes y con cedros de olor...” (Martí; OC t 18: 381)
De esta forma, hace toda una descripción de Tenochtitlán, pintando un cuadro con palabras sencillas y precisas que nos hace verlo, sentir el ruido en las calles y el roce de sus vestidos. Martí lo selecciona todo, lo relaciona luego y los hace vivir nuevamente, desarrolla sentimientos, contribuye a la formación de los cimientos para el gusto estético. Realiza toda una exposición de aquellas culturas, sin excluir nada que sirva para el conocimiento del hombre nuevo, y hay que contar mucho para esto, pero era ese su objetivo:
“Para eso se publica La Edad de Oro: para que los niños americanos sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy, en América, y en las demás tierras...” (Martí; OC t 18: 301)
Contar las cosas del mundo, pero sin ocultar nada, porque ocultarlo es estética limitada e hipócrita, decir la belleza de los paisajes, para poner al hombre en ellos con sus costumbres, sus trabajos, sus creencias, su dolor de oprimidos o las fiestas de sus corazones es signo de arte en que juntas la belleza y la verdad.
Argumenta sus concepciones sobre el origen del hombre, la pluralidad de culturas, raíz común y su relación con lo estético:
Estudiando se aprende eso: que el hombre es el mismo en todas partes, y aparece y crece de la misma manera, y hace y piensa las mismas cosas, sin más diferencia que la de la tierra en que vive, porque el hombre que nace en tierra de árboles y de flores piensa más en la hermosura y el adorno, y tiene más cosas que decir que el que nace en una tierra fría, donde ve el cielo oscuro y su cueva en la roca. (Martí; OC t 18: 357)
Todas las culturas tienen un mismo origen natural, no hay dudas, pero nuestras costumbres y pensamientos no son iguales, ello se debe en gran parte a las características del medio natural que siempre impone exigencias concretas, como fuente creadora de ideas, a la vez que también puede ser un freno para la germinación de lo bello y necesario. Todo entorno que es bello crea estados de ánimo agradables y de hecho, es fuente de inspiración. Reconoce el papel del intercambio cultural como vía para impulsar el desarrollo, no como objeto de dominación política. Con ello supera las tendencias naturalistas en los estudios sociales de la época. (Velásquez; 2006: 12)
Como en su ideario todo está armónicamente en conexión, ese hombre que tiene diferencias por su origen, a la vez, no solo depende de ello, sino que también tiene la responsabilidad de reproducirlo. La identidad e integración de dichos valores es el medio que viabiliza la participación social en el conocimiento y producción cultural continua.
No es difícil apreciar que con La Edad de Oro logra la creación y recreación magistral de nuestras realidades. Cada una de sus líneas está impregnada de amor y conocimiento, pero tienen además, el firme propósito de cultivar  y enseñar cómo está hecho el mundo y todo lo que en él realiza el hombre.
El propósito de este artículo es narrar el panorama de los pabellones de América, pues quería que los niños americanos la vieran como la patria grande, que se quisieran unos a otros, se ayudaran y principalmente que amaran y respetaran su cultura. Ve lo viejo y lo nuevo del mundo, y se aprende cómo las cosas de guerra y de muerte no son tan bellas como las de trabajar.
Resulta evidente que la formación de sentimientos estéticos debe orientarse, de lo contrario, las concepciones sobre la belleza que se van formando no rebasan el marco de lo superficial, se reduce a lo que está de moda. El carácter emocional de la percepción de la belleza da lugar a su vez al rechazo de lo feo, de lo antiestético, de las concepciones deformantes.
La educación de actitudes y sentimientos estéticos sirve de base a la formación del gusto y de los ideales de la belleza. Eso es literatura, la que no expone belleza no es verdadera. La literatura de José Martí es literatura basada en la verdad.
De literatura también les habla Martí. Cuenta la historia de la cólera de Aquiles, en la cual la religión y la monarquía son hábilmente desjerarquizadas, con la misma maestría que lo hizo Homero, pero su Ilíada está escrita en prosa y para niños, conjugada con noticias sobre las mejores traducciones del poema y la discusión sobre la personalidad de Homero.
Veinticuatro cantos resumidos en quince párrafos, sin perder la belleza natural de la obra clásica. Aprovecha además para recomendar a los lectores que aprendan idiomas extranjeros como el inglés, el francés y el alemán, para así poder apreciar los matices ausentes en la traducción al castellano de la obra.
Dedica un espacio para promover la cultura griega a través de La Ilíada de Homero. Con métodos expositivos muy originales, en que el narrador valora los hechos y la propia obra, llega a realizar conclusiones filosóficas, éticas y estéticas de alto valor para las ciencias humanísticas.
En el relato Un juego nuevo y otros viejos, Martí realiza un recorrido por la historia de los juegos y dice: “...Se habla mucho de los griegos y de los romanos, que vivieron hace dos mil años; pero los niños romanos jugaban a las bolas, lo mismo que nosotros, y las niñas griegas tenían muñecas con pelo de verdad, como las niñas de ahora...” (Martí; OC t 18: 337)
Enseña que en la historia del hombre se repiten muchas de las creaciones, porque son los pueblos iguales, por su origen e inteligencia, solo que cada uno establece su distinción en correspondencia con las condiciones naturales en que vive. Es el reconocimiento de las analogías y la existencia de una identidad universal del hombre.
Acude a la mitología a través de la diosa Diana, que describe físicamente y apoyándose en el grabado que acompaña el texto, se reproduce una escena de gran belleza con la narración de los ritos realizados alrededor de la diosa A continuación expresa:
Los griegos fueron como casi todos los pueblos nuevos, que creen que ellos son los amos del mundo, lo mismo que creen los niños; y como ven que del cielo viene el sol y la lluvia, y que la tierra da el trigo y el maíz y que en los montes hay pájaros y animales buenos para comer, le rezan a la tierra y a la lluvia, y al monte y al sol, le ponen nombres de hombres y mujeres, y los pintan con figuras humanas, porque creen que piensan y quieren lo mismo que ellos y que deben tener su misma figura... (Martí; OC t 18: 339)

En los textos se divulgan las mejores tradiciones de la humanidad con un alto contenido ético y estético, se valorizan las distintas culturas no por sus diferencias, sino por su similitud, lo que lleva a la comprensión de que ningún pueblo es superior a otro. Su método consiste en revelar la existencia de estructuras comunes en las manifestaciones de las diferentes culturas.
En La última página del primer número de La Edad de Oro dejó sentenciado: “Los nuevos tiempos no son como los de Homero, pues lo que debe hacer el poeta ahora es aconsejar a los hombres a que se quieran bien y a pintar todo lo hermoso del mundo y castigar con la poesía como con el látigo a los que quieran quitar a los hombres su libertad.” (Martí; OC t 18: 349)
Este precepto martiano rebasó las fronteras del arte aplicándolo a todas las facetas de la vida, destáquese el lugar que concedió al bien y a la libertad. La misión del hombre actual no está en copiar y reproducir las costumbres de la antigüedad, sino en crear nuevas formas de interpretar el mundo y buscar soluciones sobre la base de la hermandad y la razón, ello es esencial para el desarrollo cultural de cada época, para su estudio y para la concepción actual.
Existe en relación con el arte y la cultura para niños y jóvenes un aspecto muy polémico: el problema realidad- fantasía. Es necesario realizar una literatura donde lo fantástico se asocie naturalmente a los temas contemporáneos “encarando así lo que es importante, bello y creador en la vida real.”
Mediante la apreciación del arte Martí no sólo intenta crear una cultura artística en los niños, sino también valores éticos y morales para que sean hombres valiosos, sabios, inteligentes y se junten todos para crear un mundo más justo. Pero para esto es necesario que el niño conozca de donde ha salido todo lo que ve y cuanto ha costado al hombre hacerlo.
Supo en “su muy peculiar manera, unir intrínsecamente lo ético con lo estético”. Admiró a los grandes artistas de la historia y tal vez ignoró que él era uno de ellos. Todo lo que salió de su pluma no fue más que arte y de alto valor educativo para cultivar ideales del progreso humano basados en la cultura humanística.

CONCLUSIONES:

La dimensión artística literaria del desarrollo cultural, es una intención manifiesta, como valor humano, en La Edad de Oro, aunque con sus matices particulares, que se convierte en un “humanismo martiano”. El primero de los indicadores del humanismo martiano es el respeto hacia las adquisiciones del ser humano, abordado en los cuatro números de la revista.
En las crónicas y relatos, en sus poemas y cuentos, se revela, con todas sus dimensiones, el desarrollo cultural que Martí quiso transmitir a las futuras generaciones: cultura humanista, cultura ambiental, cultura científica y cultura artística. Es en sus frases donde logra apresar lo que quiere decir al mundo, donde apresa sus más vivos entusiasmos, su interpretación cabal de la justicia y la belleza, la libertad y la honradez.
La obra martiana se caracteriza por complementar lo artístico y educacional con lo político; no por pura casualidad sus ideas sobre la historia van más allá de la admiración estética y se identifican con intereses ideológicos acordes con su visión de los problemas del hombre, las relaciones con la naturaleza y el progreso cultural.    
Valorar y  determinar las principales concepciones martianas para el desarrollo cultural es analizar la significación  que ha tenido la misma para educar la sensibilidad de los niños y jóvenes de nuestra América, con el deseo de conformar una personalidad multifacético y armónicamente integral, útil a sus países y orgullosos de sí.

BIBLIOGRAFÍA

WEBGRAFÍA

 

 


 

 
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