Víctor Hugo González Pérez (CV)
Master en Ciencias de la Educación
Profesor a Dedicación Exclusiva de la Universidad Bolivariana de Venezuela
vectoruno07@gmail.com
RESUMEN
En todas las épocas la educación tiene como misión, preparar al hombre para comprender y transformar la realidad circundante en la que vive, para lo cual es necesario dotarlo de amplios conocimientos y habilidades contenidos en la cultura acumulada. Referente a la formación cultural artística, partiremos del estudio de los aportes en torno a la relación existente entre cultura, educación e ideología. Para ello se analizarán los aportes de autores tales como Freire, Bolívar, Rodríguez, Martí, Lenin, Mariátegui, entre otros. El siglo XXI connota un mundo globalizado bajo el signo del neoliberalismo como tendencia hegemónica, por tanto es imperante e inaplazable profundizar en el enfoque liberador de la educación.
Palabras claves: Enfoque liberador, formación, educación, formación cultural artística, Sistema Educativo Bolivariano.
ABSTRACT:
The liberating Approach like foundation of the cultural artistic and liberating formation in the educational System Bolivariano
At all the times the education has like mission, to prepare the man to include/understand and to transform the surrounding reality into which lives, for which is necessary to equip it with ample knowledge and abilities contained in the accumulated culture. Referring to the artistic cultural formation, we will leave from the study of the contributions around the existing relation between culture, education and ideology. For it the contributions of authors such as Freire will be analyzed, Bolívar, Rodríguez, Martí, Lenin, Mariátegui, among others. The 21st century conotices a world globalised under the sign of the neoliberalism like hegemonic tendency, therefore he is prevailing and can't be postponed to deepen in the liberating approach of the education.
Key words: Liberating approach, formation, education, artistic cultural formation, Educative System Bolivariano.
INTRODUCCIÓN
La educación es componente de la cultura humana y se nutren mutuamente, a la vez que aportan conocimientos científicos y artísticos, valores, métodos de creación y producción de satisfactores necesarios para la vida material y espiritual, diseñan los procedimientos de divulgación y análisis de los procesos naturales, sociales y del pensamiento, así como de las tradiciones que la sociedad crea, consolida y transmite a través de la cultura. Todos esos factores son proporcionados a la educación por la cultura y viceversa.
Para que la cultura perviva y se desarrolle, se requiere que las nuevas generaciones humanas se apropien de los elementos culturales, y esto exige que los más jóvenes aprendan del macrosistema de comunicación que es la cultura, pero también que se desarrolle en ellos la capacidad de aporte al proceso de difusión y creación cultural, tanto dentro del campo de su profesión como en las diversas manifestaciones de las artes en que sus capacidades, aficiones o talento sea proclive a la creación. De ello se desprende que la vida y sabia nutricia de la cultura reside en los procesos educativos y extensionistas.
La cultura, por su propia esencia de macrosistema de comunicación, tiene un carácter educativo, juega un trascendente papel educativo, en la formación de preferencias, gustos, aficiones, demandas, estados de ánimo, motivaciones que, por su trascendente papel en la actuación de los individuos, si no se orienta conscientemente hacia la expansión de la capacidad liberadora de los individuos y la sociedad, puede ser convertida en un arma contra la sociedad, como ha sucedido en el mundo del capitalismo, que la carrera tras el beneficio no respeta límites éticos alguno, y se apoya en los recursos de la cultura y el arte para facilitar la dominación y explotación de los seres humanos en sociedad.
DESARROLLO
El término enfoque viene del verbo enfocar lo que significa, según el Diccionario Enciclopédico “Estudiar el desarrollo de un tema, problema, etc. Para abordarlo o resolverlo de forma correcta” (Grijalbo, 1995: 697 t-2). El Diccionario Enciclopédico Color define enfocar como el estudio realizado para “descubrir y comprender los puntos esenciales de un problema, para tratarlo acertadamente”. (Océano, 1999: 340).
En nuestros días resulta frecuente el uso del término enfoque, especialmente entre los estudiosos de las ciencias sociales que ofrecen opiniones diversas sobre un mismo fenómeno.
“El término enfoque es empleado reiteradamente sobre todo por los especialistas de las diferentes ciencias sociales (…) se utiliza generalmente manteniendo la esencia de su significado común pues se emplea para designar la presencia de un punto de vista, una posición teórica, una manera o modo de interpretar, comprender y explicar el fenómeno (…). Asimismo, el término enfoque se emplea para precisar el referente desde el cual se estudia el fenómeno” (Sánchez, 2004. Pág. 5).
El uso de este término no está relacionado con los dogmas que aparecen en ocasiones vinculados al uso del idioma, ni con las imprecisiones o ambigüedades que acompañan algunos teóricos; “la incorporación y aceptación del término enfoque en el lenguaje científico no parece obedecer a un modismo o a la sustitución de un término por otro equivalente, sino a la necesidad de expresar con mayor precisión las complejas interrelaciones del pensamiento social (…), enfoques que no aparecen de manera fortuita en el pensamiento individual o social sino determinados por el contexto histórico en que se desarrollan, por las necesidades y aspiraciones educativas de ese momento, por el desarrollo alcanzado en la ciencia y en particular por las concepciones filosóficas, políticas y sociales” (Sánchez, 2004. Pág. 6).
En esencia todas las valoraciones teóricas expuestas anteriormente tienen correspondencia con el proceso de estudio, análisis, descubrimiento, comprensión, vinculación y demostración que realizaron autores como Martí, Lénín, Mariátegui, entre otros consultados, en cuya sistematización y estudio de sus obras, se descubren varias tesis significativas sobre el fenómeno cultural artístico y la importancia fundamental que aportan las mismas, para la configuración de un modelo pedagógico que sustente el modelo socialista que se plantea construir en Venezuela. Las tesis en torno a la formación cultural artística, que forman parte del proceso de emancipación y lucha liberadora de los pueblos constituyen el aporte medular de la obra de dichos autores al estudio del tema y se sintetizan en las siguientes ideas:
José Martí (2003) y sus aportes en torno a la sutil y esencial relación de lo universal y lo particular en la cultura, lo cual supone el enfrentamiento del problema de la originalidad, contituyendo una de las cuestiones más importantes en el enfoque filosófico del problema de la cultura y asume gran significado práctico, en tanto remite al problema de la dominación cultural (Mendoza, 2008).
V. I. Lenín (1974), Mariategui (1926), los cuales revelan el fundamento socio clasista del arte en todas sus manifestaciones y de la cultura en general, revelando por ende la función que cumple tanto dentro de la superestructura de la sociedad como uno de los agentes de difusión ideológica, así como dentro de la infraestructura de dicha sociedad con el fin de legitimarla y mantenerla. Lenín devela además, la importancia medular que tiene la educación artística “impregnada del espíritu de la lucha de clases” para el derrocamiento definitivo de la burguesía, la abolición de las clases sociales y la supresión definitiva de toda forma de explotación.
Por ende, partiendo del análisis del término enfoque y del estudio de la obra de cada uno de éstos autores le ha permitido al investigador del presente informe definir el concepto de Enfoque Liberador como fundamento de la formación cultural artística que consiste en: los puntos de vista, el análisis teórico, la posición asumida, la interpretación, la comprensión, la explicación, la valoración y la fundamentación que realizan dichos autores en torno al fenómeno cultural en general y cultural artístico en particular, en donde se demuestra la importancia y relevancia de la formación cultura artística y liberadora en una sociedad en revolución, asumiendo una perspectiva que oriente al hombre hacia un hacer ético, conciente de su deber ser, que impulse los cambios necesarios y por venir para las transformaciones necesarias en el mundo, la sociedad y en la patria grande: Nuestra América.
La formación cultural artística de los estudiantes universitarios desde un enfoque liberador en el contexto Educativo Venezolano.
La cultura influye de manera decisiva en la formación y desarrollo del ser humano en diversas direcciones. Es premisa y resultado de la condición humana, por tanto, está presente en todo acto educativo y estructura la personalidad en todas las etapas de la vida. De la misma manera, aporta los contenidos de la subjetividad a partir de las vivencias y experiencias implícitas en las situaciones de aprendizaje y permite, a través de los valores interiorizados y expresados en el modo de ser, establecer relaciones armoniosas y creativas con la naturaleza y la sociedad.
La cultura conforma y caracteriza siempre el proceso docente educativo y se revela en el ámbito de los vínculos interpersonales entre los estudiantes, los maestros, los familiares y la comunidad; en todo el currículo y las actividades extra-cátedras; en la clase y en los momentos de esparcimiento; en los distintos tipos de aprendizaje orientados a la formación y el desarrollo integral de la personalidad; y en los campos físico, intelectual, moral y estético; en donde los procesos de mediación y comunicación juegan un papel fundamental, como medios de transmisión, preservación, desarrollo y promoción, a través de sus procesos sustantivos y en estrecho vínculo con la sociedad, la cultura de la humanidad; contribuyendo a su desarrollo sostenible.
La noción de arte y por ende de la cultura artística por su carácter proceso y producto a la vez de la cultura y el hacer humano, cambia con el correr del tiempo; la formación cultural artística, por lo tanto, debe adaptarse a estas modificaciones. En la antigüedad, por ejemplo, el arte tenía especialmente una función ritual y mágica, algo que fue perdiendo con los siglos.
De lo anterior se deduce que La formación cultural artística reproduce los parámetros artísticos de su época al difundirlos entre los alumnos. Sin embargo, su objetivo no debe ser la copia o imitación, sino el desarrollo de las capacidades creativas y transformadoras de cada estudiante. La educación tiene que dar las herramientas necesarias para que el sujeto actúe con ellas y pueda explotar su potencial.
Partiendo de las ideas expuestas anteriormente, hoy por hoy, la sociedad se encuentra enclavada en una disyuntiva en torno a las potencialidades que encierra el que hacer cultural artístico, ya hacer cultural y artístico es un hacer alienante ajeno a su deber ser. Los productores de arte y cultura son asalariados del gran capital siguiendo la lógica esencial de este y tal como ya lo planteaba Lenin:
“Vivir en una sociedad y no depender de ella es imposible. La libertad del escritor burgués, del artista, de la actriz, no es más que una dependencia disfrazada, dependencia respecto al corruptor y respecto al empresario. Y nosotros, socialistas, desenmascaramos esta hipocresía, arrancamos las falsas etiquetas no para obtener una libertad y un arte fuera de las clases (esto es sólo posible en la sociedad socialista sin clases) sino para oponer a una literatura pretendidamente libre, y de hecho ligada a la burguesía, una literatura realmente libre, abiertamente ligada al proletariado” (Lenin, 1983).
Todo esto conlleva a repensar el hacer cultural y artístico enfocado a su deber ser, acorde a los anhelos de la sociedad venezolana, en donde por consiguiente, el proceso de formación cultural artístico debe ir a la par del proceso de cambios sociales en Venezuela, partiendo de entender y asumir a la cultura artística de cada país como parte de la reserva espiritual que atesora sus mejores cualidades.
La educación plástica, la educación musical y la educación expresiva del cuerpo son algunas de las disciplinas que forman la formación cultural artística, una “asignatura” que no suele recibir demasiada atención en los currículos escolares.
En la filosofía clásica se consideraba que la formación humana debería estar sustentada sobre tres pilares: ética, estética y libertad. La ética forma en valores, que son el principio armónico (ethos) del individuo y su entorno, es decir de la unidad vital (cosmos o universo); la estética es la vía propicia para educar nuestra percepción tratando de vincular la bondad y la belleza (a la manera platónica) con una visión particular del mundo; la libertad es la condición necesaria para formar ciudadanos en plenitud de derechos, deberes y obligaciones sociales.
Sin atender a estos señalamientos difícilmente se podría pensar en una sociedad guiada por los principios identitarios, de cooperación, autodeterminación, de solidaridad internacional y de libertad plena de los pueblos para así cumplir con lo establecido en el Proyecto Educativo Nacional (PEN): responder a los requerimientos de la producción material desde una perspectiva humanista y cooperativa, del mismo modo, formar al sujeto en la cultura de la participación ciudadana, de la solidaridad social y propiciar el diálogo intercultural y el reconocimiento a la diversidad étnica (p.15). Pero los principios por sí mismos no llevan a ningún lado; es básico que todos los ciudadanos tengamos conocimiento y libertad de ejercerlos a plenitud según los intereses sociales e individuales, responsabilidades y formas de apropiación los bienes culturales de la humanidad y de la sociedad a la que se pertenece, en donde la educación formal y escolarizada (la cual agrupa y transmite parte de la cultura desarrollada por la humanidad según los intereses de clases) juega un papel fundamental.
Autores como Martí afirmarían en referencia a la significación del fenómeno artístico: “Que es el arte sino el modo más corto de llegar al triunfo de la verdad y de ponerla a la vez, de manera que perdure y centellee en la mente y en los corazones” (Martí, 2001, pp. 395-396.). Esta afirmación permite reconocer al arte y la cultura como productos estéticos e ideológicos de una sociedad concreta en donde se expresan sus ideales, sus valores y su moral. En la sociedad capitalista el arte y la cultura tienen una doble función: por un lado son una parte importante de la superestructura de la sociedad que aporta legitimidad y cobertura a lo esencial, a la infraestructura de la sociedad, es decir a la extracción de la plusvalía al trabajo por parte de la clase dominante. Por otro lado se convierten en una mercancía más con la que seguir haciendo suculentos negocios y acumulando riqueza.
Martí establece de manera magistral un nexo inseparable entre cultura, educación y el principio de la libertad, en el artículo escrito por éste autor “Maestros Ambulantes” se expresa: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso (…) Ser culto es el único modo de ser libre”. En el mismo artículo el autor continua: “pero en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser prospero para ser bueno (…) Y el único camino abierto a la prosperidad constante y fácil es el de conocer, cultivar y aprovechar los elementos infatigables e inagotables de la naturaleza… Y como en cada región sólo se dan determinados productos, siempre se mantendrá su cambio activo, que asegura a todos los pueblos la comodidad y la riqueza” (Martí, 2001, pág. 289). El autor en su obra refleja con magistral agudeza la relación existente entre las condiciones materiales de vida, el pensamiento y los modos de actuación de los seres humanos, y destaca la importancia del conocer como consecuencia fundamental del hacer cultural en donde el papel del trabajo resalta como la única actividad transformadora y por ende liberadora del hombre.
De lo anterior inferimos que el pensamiento martiano es sin duda, expresión de una profunda concepción cultural, del cual deviene y se considera fuente inagotable –al igual que el de Bolívar, Rodríguez, entre otros- de todo programa de liberación y transformación socioeconómica y cultural de America Latina, en donde encontramos un excepcional código de valores, cuyo fundamento es una singular concepción del hombre y los valores como expresión consecuente y sin igual en el pensamiento iberoamericano, de su concepción cultural -como cultura de la liberación- y del cual deviene por ende, parte de los principios de la propuesta axiológica para Nuestra América.
Para autores como Mendoza Portales (2008), “Martí constituye suprema síntesis en el sendero de la honda relación entre cultura y emancipación, reveladora esta del profundo nexo –refrendado por la Historia- entre Cultura, Ética y Política”. Para Mendoza considera además, que el accionar martiano se ha convertido “en un modelo esencialmente singular y de extraordinaria vigencia, en la medida en que lo cultural propiamente deviene método de interpretación y actuación. Constituye la cultura, entonces, la fuente nutriente de su visión integral de la realidad y se convierte en el rasero necesario de toda la actividad desplegada en función de sus objetivos supremos: la independencia nacional y la creación de una república nueva”.
Esto convierte al pensamiento martiano en uno de los pilares fundamentales compartidos por el autor (que se suma a los aportes y fundamentos de autores como Bolívar, Rodríguez, Mariátegui, entre otros), ya que se considera al mismo, como un legado inapreciable de enseñanzas a partir de la práctica revolucionaria, emancipadora y en la proyección y ejercicio de las luchas independentistas como expresión de la cultura de liberación validas para este tiempo, en la medida en que aporta claves esenciales, dado su carácter anticipador, para interpretar los problemas más acuciantes de la época. Pues, a más de cien años de su existencia física, aun continúan muchos de sus preceptos vigentes, en tanto, en su pensamiento se prefiguran en gran medida, las tendencias del devenir social e histórico contemporáneo marcado por los conflictos y consecuencias de la dominación imperialista.
En otro texto de gran importancia el intelectual marxista peruano, José Carlos Mariátegui, ve así cómo quiere la burguesía al artista: “La burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre. Quiere, en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y tasadores. La obra de arte no tiene, en el mercado burgués, un valor intrínseco sino un valor fiduciario” (Mariátegui, 1985, pág. 128).
Mariátegui (1985, pág. 130) además señalaba “No podemos aceptar como nuevo un arte que no nos trae sino una nueva técnica. Eso sería recrearse en el más falaz de los espejismos actuales. Ninguna estética puede rebajar el trabajo artístico a una cuestión de técnica. «La técnica nueva debe corresponder a un espíritu nuevo también. Si no, lo único que cambia es el paramento, el decorado. Y una revolución artística no se contenta de conquistas formales.»”
De lo expuesto podemos señalar que existe una estrecha relación entre arte e identidad. El mismo es un fenómeno inseparable de la vida social. Es reflejo y producto a la vez de las sociedades a la que pertenece, y por ende influido por el tipo de relaciones sociales que en ella se desarrollan, es decir, es un elemento más de la cultura del hombre.
En resumen, el arte como producto social es parte del quehacer humano, en consecuencia es político porque implica vinculación con los procesos de dirección de la acción social.
Es por ello que, la importancia de la enseñanza de la cultura artística en una sociedad en revolución desde una perspectiva que oriente al hombre hacia un hacer ético, conciente de su deber ser, que impulse los cambios necesarios y por venir para la transformación de nuestro país y de la patria grande: Nuestra América.
La pintura, la música, la literatura, el teatro, todos productos de la cultura y por ende del proceso de comunicación, asumiendo “que en realidad todos los fenómenos culturales son sistemas de signos, o sea, que la cultura esencialmente es comunicación” (Eco, 1986, pág. 25), por su estrecha vinculación con los procesos subjetivos y vistas desde un enfoque sustentado en la pedagogía critica o praxis pedagógica revolucionaria, pueden ser formas para incidir y acelerar el desarrollo de la nueva subjetividad tanto individual como colectiva. Elementos que sumados a las potencialidades ya probadas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación podrían llegar a convertirse en la punta de lanza de la educación popular dada la importancia de la cultura y la comunicación como partes esenciales de toda forma de relación social y por ende humana.
Por tanto, la formación integral de los estudiantes universitarios, futuros profesionales, por la función social para la que están concebidos, no puede prescindir de un conocimiento de carácter artístico, al menos de los más relevantes que la cultura aporta al enriquecimiento espiritual del hombre. La música, la danza, las artes escénicas, las artes plásticas, ya en el mundo actual rebasan los límites que le permiten circunscribirse sólo a su medio, en la práctica profesional más actualizada, juegan un importante papel.
La base para la formación de este conocimiento artístico está, en primer lugar, en la identificación consciente de la necesidad del arte para las diferentes actividades del profesional, así como la diferenciación entre este y los productos de la subcultura “Massmediatica”. La formación cultural artística debe dirigirse a desarrollar en los individuos la capacidad de expresar, percibir, aprehender, comprender, sentir y disfrutar la belleza artística y los ideales y sentimientos que se manifiestan por medio del arte en diversas formas. Este debe constituir uno de los principales objetivos del trabajo educativo de la Educación Bolivariana y de toda praxis educativa revolucionaria, a fin de dotar a los futuros profesionales no sólo de una alta cultura científico-técnica, sino también estética.
Por tanto, se define a la formación cultural artística y liberadora como el proceso de apropiación de valores y contenido de la producción cultural artística de la sociedad y de la cultura humana históricamente acumulada, como parte de los componentes que coadyuvan a lograr el fin último de la educación en la sociedad, que es la formación integral y armónica de las generaciones, la cual, debe ir dirigida al desarrollo de un comportamiento libre, al disfrute y apropiación afectiva e ideológica del acervo cultural, el cual se asocia a la lucha por la liberación en épocas pasadas y a la defensa de la libertad en el presente.
CONCLUSIONES
La formación cultural artística deviene actividad educativa de gran importancia dentro del proceso de formación integral de los individuos en cualquier sistema educativo. Por tanto resulta fundamental su divulgación desde los niveles más tempranos hasta los superiores, entendiendo a la cultura artística de cada país como la reserva espiritual que atesora sus mejores cualidades -por lo que resulta imperecedera-, en donde los alumnos encontrarán bellamente reflejados los sentimientos de amor a la patria, la soberanía, la independencia nacional, el amor, en fin, al pueblo venezolano en la verdadera dimensión humana que es su compromiso con la sociedad. Coadyuvando así, con el fortalecimiento de los valores que caracterizan al hombre que vive en la sociedad socialista que se pretende construir; elevando como divisa el apotegma martiano: “La madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de sus vicios, es, sobre todo lo demás, la propagación de la cultura”. (Martí, 2001, pág. 301).
BIBLIOGRAFÍA
1. Bolívar, Simón. Obras Completas. Edición digital. 2003.
2. Diccionario de la Lengua Española Grijalbo. 1995. Pág. 697. t-2. Barcelona, España.
3. Diccionario de la Lengua Española Océano. Equipo didáctico Océano. Editorial Océano. Tomo 1. 1999. Pág. 340
4. Eco, U.: Estructura ausente. Editorial Lumen. Barcelona, 1986. Pág. 25.
5. Freire, P.: La educación como práctica de la libertad. Siglo XXI, México. 1979.
6. Lenin, V. I.: Sobre la literatura y el arte. Moscú: Editorial Progreso. 1983. Pp.37-43.
7. Lenin, V. I.: Materialismo y empirocriticismo. Moscú: Editorial Progreso, 1975.
8. Mariátegui, J.: “El artista y la época” publicado en la recopilación Marxistas de América, Editorial Nueva Nicaragua, Managua, 1985, p. 128-130.
9. Martí, J.: Obras Completas. Centro de Estudios Martianos. Edición digital, Ciudad de la Habana. Cuba. 2001.
10. Mendoza Portales, L.: Axiología y cultura en José Martí. Tesis para optar al grado científico de Doctor en Ciencias Filosóficas. I. S. P. “E. J. Varona”. La Habana. 2003.
11. Proyecto Educativo Nacional: PEN.: Pág. 15
12. Rodríguez, Simón: Sociedades americanas. Fondo Editorial Ayacucho. Tomo 150. 1991
13. Sánchez, M.: Acerca de las tendencias, las corrientes y los enfoques del pensamiento educacional contemporáneo, En: Varona, Revista Científico- Metodológica del Instituto superior Pedagógico “Enrique José Varona”, No. 39, julio/diciembre, ISPEJV, Ciudad de La Habana, 2004. Pp. 5-6.
|
Los autores interesados deben enviar sus textos en formato DOC a: lisette@eumed.net junto a un resumen actualizado de su CV.
Director |
|