Lucía Rafaela Lago González (CV)
Coordinadora de Carrera Filial Pedagógica Cacocum
lucial@ucp.ho.rimed.cu
Mayda Martinez Ríos (CV)
Subdirectora Filial Pedagógica Cacocum
Mayda@ucp.ho.rimed.cu
Ana Ponce de León Tejeda (CV)
Secretaria Docente Filial Pedagógica Cacocum
aponce@ucp.ho.rimed.cu
RESUMEN
El estudio de la historia local y su necesaria incursión en la Historia de Cuba en la enseñanza Secundaria Básica posee una especial significación porque contribuye a fortalecer la identidad nacional, y a elevar la cultura general integral de los estudiantes. Para que se interesen por el estudio de la Historia, es necesario crearles una atmósfera agradable y vincular los conocimientos con la vida diaria, con la historia de su localidad, que es su mundo más cercano. Esta posee un potencial formativo humanista, al enriquecer el mundo espiritual, fortalecer la memoria histórica, en fin, incidir en la formación de una conciencia histórica que repercuta en el desarrollo ideopolítico y cultural general e integral de los estudiantes por las lecciones que aporta el aprendizaje histórico para la vida y los conocimientos de los estudiantes
Palabras Claves: Vinculación, Historia local, Historia de Cuba, Secundaria Básica, Vías, Formación Integral
SUMMARY
The study of local history and its necessary foray into the history of Cuba in Basic Secondary ducation has a special significance because it contributes to strengthen national identity and raise the general culture of students. To be interested in the study of history is must result in creating atmosphere and link knowledge to life daily, with the history of their town, which is the world closer. This has a humanistic learning potential, to enrich the spiritual world, strengthen historical memory, purpose, influence the formation of a historical consciousness that impact on cultural development and general ideopolítico and comprehensive students for the lessons it provides historical learning for life and knowledge of students
Keywords: Bonding, Local History, History of Cuba, junior high, Roads, Integral Training
INTRODUCCION
La finalidad educativa de la asignatura es contribuir al desarrollo integral del estudiante, propiciar el crecimiento de su personalidad, incidir en su formación humanista y para este propósito la historia local posee un importante papel.
La historia local no es un fin en sí mismo sino un medio pedagógico para lograr con mayor efectividad nuestro objetivo, y este no es que los estudiantes conozcan solamente la historia local sino la de la nación, la historia Patria. Todo este contenido organizado eficientemente debe poseer una buena carga emocional con la cual influya no solo en la esfera cognitiva sino también en la esfera afectiva del alumno, que tenga valor educativo, logrando la estimulación por el amor patrio y por la verdadera identidad nacional.
Las potencialidades axiológicas que ofrece la historia local son de incalculable valor para favorecer la formación en la escuela de los valores de identidad pues trasmiten normas de conducta, tradiciones y costumbres que encierran un caudal axiológico que visto desde una reflexión teórica y metodológica son imprescindibles para llevar al proyecto educativo cubano, tan necesario en los momentos actuales en que los cubanos demostramos al convulso mundo actual de lo que es capaz una nación en la cual prevalece como trinchera de combate y armas elementales los valores patriotismo e identidad y el principio básico que ello engendra, la unidad.
La disciplina Historia influye notablemente en la vida social, contribuye al desarrollo del intelecto y a la consolidación de valores representativos de nuestra sociedad; la historia se ocupa del acontecer político, económico, social y cultural por lo que da la posibilidad del acercamiento de la escuela a la comunidad.
DESARROLLO
En Cuba, los orígenes de la historia local, como concepción didáctica, se remontan al siglo XIX, con la figura de José de Luz y Caballero, quien en la temprana fecha de 1835 y ante la Sociedad Económica Amigos del País, declaró: “...es sumamente interesante para la patria infundir a sus hijos, con la leche, un amor entusiasta por ella, no habiendo modo más propio de conseguir tan preciado fin como el de familiarizar al niño con ciertos recuerdos de la historia peculiar de su pueblo nativo para que sirva como de núcleo a la de su nación, y después de las demás del mundo(...) colocándose el alumno en su aldea, digámoslo así, como un centro a quien deberán referir los puntos más notables que se hallan en la periferia. Este sería el medio de dar desde el principio cierta realidad al estudio de la historia”. José de la Luz y Caballero. (1950: 91-93)
En el siglo XIX, sin embargo, los estudios locales fueron bastante esporádicos, solo constan algunos trabajos realizados en Santiago de Bejucal, en Occidente, Santiago de Cuba y Puerto Príncipe, en Oriente.
En los primeros años del siglo XX, pedagogos e historiadores, entre los que se destacan: Carlos de la Torre, Vidal Morales y Morales, Manuel Sanguily y Esteban Borrero, abordan la importancia de la historia local en la formación de sentimientos patrióticos, por lo que consideraron necesario relacionar esta con los estudios de la Historia de Cuba; el tema fue recogido en una publicación de 1901: el Manual o Guía para los exámenes de maestros y maestras, donde se declara: “Por mucho que se recomiende el cosmopolitismo en la enseñanza de la historia, adviértase que la de la localidad y la de la patria en general han de ser objeto en todos los grados de mayor consideración porque en último resultado, nos ha de interesar más nuestro país que los ajenos.” Carlos de la Torre (1901: 48 y 49).
El manual, aunque no establece orientaciones metodológicas para incursionar en la enseñanza, recomienda inclinar a los estudiantes hacia el conocimiento de la historia de sus familiares, vecinos, el pueblo donde viven, los lugares próximos donde hayan ocurrido sucesos memorables y las fechas patrióticas. Los elementos contenidos en el manual, de evidente carácter progresista y de gran vigencia en la didáctica, fueron ignorados por La Circular No. 5 del 20 de mayo de 1901, que acordó los cursos de estudios y métodos de enseñanzas que habrían de regir en las escuelas públicas de instrucción, a partir del año escolar de 1902.
Algo más tarde, Pedro García Valdés señalaba que el estudio de la localidad capacita al niño para inferir lo nacional y lo internacional; en tanto Miguel Ángel Cano expresaba un sentir similar, manifestado: “en primer lugar no se pretende enseñar historia con el estudio de la historia local, aunque historia es, sino que simplemente se aspira a preparar al niño para el estudio de la historia”. (1918: 70).
Ramiro Guerra, importante historiador y uno de los más expertos pedagogos de la etapa republicana y que fue, también, “probablemente, el máximo propulsor de la enseñanza de la historia local en la primera mitad de este siglo” Waldo Acebo Meireles (1991: 7) bajo la influencia de la pedagogía norteamericana y las ideas del genial Juan E. Pestalozzi, retoma, junto a otro grupo de pedagogos, la necesidad de llevar a los programas docentes los elementos de la localidad; en 1913 en una reunión de maestros celebradas en Guanajay expresó (..) Vincular el presente con el pasado y con el porvenir, sustituye el sentimiento patriótico instintivo por otro más reflexivo, más consciente y por tanto, más profundo y duradero R Guerra (1913).
Estos postulados se materializan con la elaboración de los planes y programas para el curso 1925 - 1926, donde logra introducir la reclamada enseñanza en el programa del tercer grado, como antecedente de los estudios de Historia de Cuba que recibirían los estudiantes en 4to, 5to y 6to grado. Los cambios fueron avalados por la Circular No. 114 de 1926, que modificaba los cursos de estudios para las escuelas urbanas y rurales de la Enseñanza Primaria Elemental. La enseñanza de la historia local tuvo como barrera la ausencia de textos destinados a este fin y la falta de preparación del personal pedagógico que debía acometer la tarea.
Hasta 1944, la situación referente a la enseñanza de la historia local se comportó más o menos de forma similar, convirtiéndose en práctica la concepción de verla como un punto de partida, como antesala de la Historia Nacional y separada de esta. Los planes de estudio mantuvieron el carácter propedéutico de su enseñanza, concebida para el tercer grado. A partir de esta fecha, los congresos de Historia enfatizaron sobre el estudio de la historia local, aunque se avanza muy poco en lo que respecta a su instrumentación didáctica.
La pedagogía utilizada para alcanzar los objetivos propuestos en los citados planes, denota una mezcolanza de las corrientes filosóficas y pedagógicas del momento, entre las que se destaca: el Positivismo y la Escuela Nueva, en pleno desarrollo por estos años en nuestro país. Lastrada, además, por la ineludible realidad que fue el insoslayable vínculo de la educación con la ideología de la clase en el poder, que frustraba los anhelos de los maestros y los condenaba a conformarse con tratar determinadas figuras o hechos de la localidad de manera aislada.
Se considera que en la República Neocolonial, la enseñanza de la historia local no fue prioridad en los programas escolares, la misma se vio afectada por la carencia de fuentes bibliográficas, esta se dirigió fundamentalmente a descubrir hechos políticos ocurridos en las municipalidades, lo que impedía el conocimiento de hechos ocurridos en las localidades.
No se utilizaron en la docencia de forma sistemática el trabajo relacionado con temas de estudios regionales publicados durante el período, como la monografía histórica que sobre las provincias de Cuba editó la Academia de Historia de Cuba a mediados del siglo XX.
Por iniciativa y la dedicación de varios maestros cubanos conscientes de la importancia de inculcar el amor a la localidad y a la Patria en los estudiantes, se logró la preparación patriótica de las nuevas generaciones que tomarían las banderas de la Revolución y emprenderían los cambios que la Patria necesitaba en aquella época.
El triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, provocó un cambio trascendental en toda la vida política, social y económica de la nación, donde la educación fue, desde los primeros momentos, un objetivo central y priorizado de esas transformaciones. La enseñanza de la historia fue enriquecida, como parte de un profundo cambio de mentalidad y el Materialismo Dialéctico e Histórico, con sus análisis científicos de la sociedad; aunque lastrado por enfoques dogmáticos, pasó a liderar todo el proceso de revitalización y movimiento historiográfico.
A pesar de la revalorización que se produce en la ciencia histórica cubana, los primeros planes redactados para el curso 1961-1962 eran muy similares a los de 1944, en lo que a historia local se refiere; por lo que pasaron sin dejar huellas, ni siquiera para la historiografía, situación que perdura hasta la década de los setenta. Desde el punto de vista metodológico, lo tratado sobre enseñanza de la historia, antes de 1989, apenas recogía el elemento local; tal es el caso de la obra de Silvia Nereida Pérez, Metodología de la Enseñanza de la Historia publicado en 1974 por la Editorial Pueblo y Educación y que, aunque, indudablemente marcó pautas en el campo de la enseñanza de la Historia; sólo hace una ligera alusión a su tratamiento y la del colectivo de autores encabezado por Rita Marina Álvarez de Zayas, Horacio Díaz Pendás y Justo Chávez; Metodología de la Enseñanza de la Historia, donde ni siquiera se menciona.
La publicación del libro Metodología de la Enseñanza de la Historia del Nivel Medio en 1978, bajo la autoría del soviético de N. G. Dairi, por vez primera, en la etapa revolucionaria, llevó al maestro el mensaje de la necesidad de darle tratamiento, en el nivel secundario, a los contenidos locales de historia en los programas de estudio de la historia nacional, lo cual constituyó un importante aporte, que, aunque con un poco de retraso, fue retomado por nuestra pedagogía e introducido en el programa de la asignatura Historia de Cuba para noveno grado, a partir del curso 1988-1989.
Se le debe, a este período, también, la creación de más 160 museos municipales, la redacción de las monografías locales y regionales, con la colaboración de más de tres mil maestros, profesores y otros funcionarios, la reorganización de los historiadores empíricos y profesionales en la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC) y el restablecimiento de la periodicidad de sus congresos nacionales, la restauración de las principales zonas históricas y culturales de las diferentes provincias y la atención a un conjunto de monumentos bajo la égida de la Organización Nacional de Patrimonio, entre otras muchas acciones; todo fruto del serio trabajo encabezado por las comisiones de historia del Partido en las diferentes provincias.
Es indudable que el impulso de esta etapa fue significativo, coherente y sistémico; sin embargo, los cambios fundamentales desde la prospección didáctica llegaron, fundamentalmente, a partir de los años noventa, cuando Waldo Acebo Meireles, con su libro Apuntes para una Metodología de la Enseñanza de la Historia Local en Cuba, por primera vez, recoge abierta y explícitamente elementos pedagógicos del tratamiento a la historia local, desde la perspectiva cubana y trabajos de E. Torres Cuevas (1992); I. Núñez (1993), O. Zanetti (1995); C. Torres (1996); J.I. Reyes (1999); A. Palomo (2001) y A. Laurencio (2002); entre otros, proponen soluciones viables al problema, lo que posibilita la ampliación y perfeccionamiento de los estudios regionales, el aumento del número de fuentes documentales y bibliográficas para apoyar el trabajo docente e historiográfico; así como despertar el interés y fomentar la preparación individual de los profesionales.
Potencialidades formativas de la historia local.
El estudio de las diferentes concepciones alrededor del uso formativo de la historia local y su evolución en el acontecer pedagógico, permite el acceso a una dimensión no menos importante del fenómeno objeto de estudio; se trata, específicamente, de las potencialidades formativas que la misma ofrece. La utilización educativa de la historia de la localidad debe sustentarse en el análisis teórico-metodológico de las ventajas y posibilidades que concede, en términos didácticos, el empleo del sistema de conocimientos históricos relacionados con la perspectiva local de la Historia.
La historia local debe comprenderse como un recurso pedagógico que contribuye a la formación del pensamiento histórico de los escolares, a partir del logro de un acercamiento del educando a la dimensión contextual de la Historia de Cuba o sea, el estudiante constatará el influjo de los hechos, procesos, fenómenos y personalidades nacionales en la localidad y viceversa; así como se concientizará del papel de la localidad en estos acontecimientos, de forma tal que se haga evidente la relación dialéctica entre lo particular y lo general, pretensión sólo posible, a partir de la vinculación de la historia local con la Historia de Cuba.La historia local permite dar respuestas a las múltiples interrogantes que se presentan en torno a la realidad sociocultural donde el alumno se desarrolla, que son el resultado del intercambio vivencial de este con su medio lo que contribuirá a hacer más significativa y propia la
Historia de Cuba, al reconocerse, no sólo como registradores de su tránsito por la vida social, sino como protagonistas y constructores cotidianos de la historia.
El hecho de que el estudiante comprenda que forma parte protagónica de la historia, incidirá directamente en la aprehensión de que la historia del terruño donde se nace, la historia de la comunidad o región donde se vive, son partes inalienables de una historia plural, diversa y compleja, una historia que encuentra en los términos locales importantes espacios de realización económica, política y sociocultural.
Cuando el estudiante se aproxima al estudio de sus raíces y sustentos sociales e históricos, encuentra en el pasado, mediato e inmediato de su localidad, la explicación y demostración de fenómenos de diversa índole que, aunque proyectados en la actualidad, tienen sus orígenes en períodos anteriores; cuestión que genera la asunción de la enseñanza de la historia local como una práctica que conduce a la formación del pensamiento histórico de los estudiantes, que se valdrán de la historia para el logro de una explicación convincente del presente y el futuro de su localidad, región y nación: “proporciona una idea más clara de la importancia que revisten las raíces de cada persona e La enseñanza de la historia local ofrece las concepciones y preceptos teórico-metodológicos necesarios para construir, sobre esta base, conocimientos máscomplejos cuya implementación didáctica propicie el conocimiento de una historia plural, que enseñe a los educandos, sea cual fuere su origen, a pensarhistóricamente, que dé explicaciones concretas y no azarosas o providenciales.
La posibilidad de establecer contacto con protagonistas locales de procesos históricos de trascendencia y significación social, contribuye a la formación de juicios y criterios valorativos en torno al papel de las fuerzas populares en el apoyo, desarrollo y ejecución de los grandes acontecimientos de nuestra historia y constituye un ente de humanización de las personalidades históricas, rompiendo con la anacrónica concepción de una historia de bronce, que convierte a las personalidades de relevancia que se estudian en estatuas y semidioses. n la comunidad, la nación e incluso internacional, reflejando la continuidad de la propia sociedad humana”. Reyes González. J. (1999: 32)
El estudio de la localidad, en el plano histórico, constituye una vía para el conocimiento del conjunto de elementos que conforman la realidad existencial de los estudiantes. Este factor desemboca en una amplia visión de la historia, la cual, sustentada en sus diferentes tópicos, permitirá la adquisición de habilidades como el análisis, la inferencia e interpretación crítica; así como la abstracción, síntesis y valoración en el manejo de las fuentes históricas del conocimiento. De esta forma se propician experiencias útiles para el enriquecimiento de la experiencia personal y la cultura general. La instrumentación educativa de los contenidos de historia de la localidad en los programas de Historia de Cuba favorece el estudio de cuestiones sociales de indiscutible valor histórico, como la historia familiar, la historia del hombre común, de las mentalidades, de la vida cotidiana, de la gente sin historia y otros elementos, que se constituyen en verdaderos pilares para la formación del pensamiento histórico de los escolares.
En tal sentido plantea Rita Marina Álvarez de Zayas (1993: 5): “si el alumno descubre que él, junto con sus compañeros, amigos, familiares y conciudadanos, forman parte de su sociedad, es mucho más fácil llegar a la convicción de que entre todos están construyendo la historia”.
La reflexión en torno al pasado de la localidad es vital para la comprensión actual de su desarrollo: “la historia de la comunidad, con fuentes tan disímiles para su estudio, La reflexión en torno al pasado de la localidad es vital para la comprensión actual de su desarrollo: “la historia de la comunidad, con fuentes tan disímiles para su estudio, tanto de elementos económicos, como políticos y sociales, permite sacar del olvido la actividad cotidiana de personas y familias que han enriquecido el acervo cultural, material y espiritual”. José Ignacio Reyes González (1999: 35).
Un elemento a tener en cuenta es el que se relaciona con la posibilidad que brinda la enseñanza de la historia local de aprovechar la interacción familiar y su incorporación en el aprendizaje histórico de los educandos. Debe tenerse en cuenta que la familia constituye un ente de conservación, transmisión y reproducción de tradiciones, costumbres y prácticas sociales que distinguen la vida cultural de localidades y naciones.
La historia de la localidad proporciona a los educandos un entendimiento claro de las fuerzas generadoras de los procesos de cambio y evolución en la sociedad. Este aspecto, que se desarrolla a partir de su constatación empírica en el propio paisaje histórico donde se desenvuelven, permite una percepción más íntegra de los fenómenos socio históricos que se estudian y una mayor comprensión del papel de los miembros de un territorio en el desarrollo de los mismos.
Otro aspecto interesante es el relacionado con el valor metodológico de la historia local para el desarrollo de la perspectiva vivencial, o sea, el estudiante logrará la aprehensión de la Historia a partir de la apreciación y el reconocimiento del influjo de la Historia Nacional en el ámbito local y viceversa. Desde esta óptica, las vivencias de los sujetos en formación se convierten en medios para una didáctica que se vale de los mismos en función de la demostración de las regularidades nacionales en la dimensión contextual de los educandos: “que los estudiantes aprendan a mirar, valorar y disfrutar los vestigios del pasado a su alrededor con ojos y oídos históricos, es a lo que se denomina perspectiva vivencial”. Marc Ferro (1990: 232).
El estudiante aprende a relacionarse con la realidad que le rodea, a través de interpretaciones con carga valorativa, que les proporcionan la tradición y las personas de su micro contexto, fundamentalmente el familiar; pero también y cada vez más, el vecinal y el local. Se trata de utilizar los objetos, símbolos, códigos, medios, técnicas y referencias, no de cualquier cultura; sino de aquella que a nuestro juicio, permite eliminar la mayor cantidad de arbitrariedad, ruido y entropía, es decir, la cultura próxima al sujeto, que converge en la perspectiva vivencial.
La utilización de ideas y elementos relacionados con el ambiente socio histórico de los educandos, constituye un elemento cuya propensión didáctica estimula la motivación en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la Historia de Cuba. Esto resulta un factor de impulso creativo y renovador de las formas de organización, a partir del uso de métodos activos, cuyo dinamismo propenda a otorgar un rol cada vez más activo y protagónico a los estudiantes en la construcción del conocimiento histórico.
Establecer un orden relacional entre la historia local y las experiencias sociales de los estudiantes, constituye un proceder coherente para la formación de representaciones históricas nítidas y congruentes con la realidad sociocultural del medio: “esto permite la generalización sobre bases firmes y con ello los conceptos históricos pierden, en cierto sentido, su carácter abstracto. El alumno pasea de lo abstracto a lo concreto pensado, de que nos hablara Marx”. Waldo Acebo Meireles (1991: 43).
La historia de la localidad constituye un recurso pedagógico de valor, garante del logro de explicaciones coherentes con las exigencias didácticas de la disciplina, al romper con la concepción que asume el uso de la historia local simplemente en el plano anecdótico: “ en suma, lo que comunica al estudio de la Historia su máximo valor, no son los hechos mismos por ella relatados, sino los juicios que sugiere, las reflexiones que provoca (…) y las consecuencias sociales, políticas y morales, que son su corolario necesario. Separadamente de las reflexiones que provoca, la narración del hecho humano carece en absoluto de toda significación”. Alfredo Aguayo (1944: 10-11) La enseñanza de la historia local, en su vinculación con la Historia de Cuba, constituye un medio loable para el desarrollo de habilidades de trabajo con las fuentes históricas.
Las posibilidades de utilización creativa e independiente de estas fuentes, por parte de los estudiantes, se amplían al proyectarse hacia el uso de las mismas en la localidad, donde se posibilita el acceso a las fuentes primarias; aspecto este que, desde el punto de vista práctico, se hace más difícil fuera del contexto de lo local. Cuando la Historia Patria se aborda teniendo en cuenta su repercusión, reflejo y manifestaciones en la localidad, se hace posible la utilización, para el trabajo independiente del alumno, de fuentes cuya factibilidad en otros casos sería excepcional: “con independencia de la riqueza, o no, de objetos originales con que cuente el Museo Municipal; el grado de conservación de lugares y construcciones. La existencia en mayor o menor medida de testigos o participantes en hechos de carácter histórico, etc., es indudable que tomar en cuenta las fuentes locales enriquece el espectro de posibilidades para organizar el trabajo independiente del alumno y favorecer la asimilación consciente”. Waldo Acebo Meireles (1991: 49)
Estas cuestiones resultan vitales en la enseñanza de la Historia, la cual no solo utiliza el contenido emanado de la práctica historiográfica, sino que favorece la conducción de los estudiantes al conocimiento histórico, por vías similares a las que utiliza esta ciencia en la investigación. Esta cuestión implica una consolidación de las capacidades investigativas y gnoseológicas de los estudiantes, aspecto trascendente, si se tiene en cuenta que esto no sólo permitirá su conversión en sujetos competentes en la aprehensión histórica, sino también consolidará su desarrollo como sujetos de la investigación, al lograr profundizar sus conocimientos y el manejo de los mismos. Las excursiones a sitios de relevancia histórica, las visitas y labores relacionadas con los museos, los coloquios o entrevistas con testigos y participantes en los hechos históricos, el trabajo con las fuentes documentales, el desarrollo de investigaciones
sencillas, a lo que se agrega la interacción dialéctica y cotidiana con monumentos arquitectónicos, mobiliarios, ajuares, enseres, y otros objetos, que tipifican el modo de vida y condicionan la realidad identitaria del contexto o región que se estudia; permiten la comprensión de la relación dialéctica entre el pasado, el presente y el futuro.
Esta práctica se simplifica y estimula, si se aprovechan con el tino requerido, las múltiples potencialidades que brindan las fuentes históricas locales para el desentrañamiento, la explicación y el conocimiento de la plurifactorialidad de elementos que conforman la Historia Patria. Se trata de convertir los paisajes comunitarios, ambientes citadinos y campestres, los hogares y la vida cotidiana, en talleres, laboratorios y aulas naturales y vivas; donde el alumno accede a los conocimientos históricos, y domina las formas y métodos para arribar a estos.
Todos estos aspectos contribuyen a optimizar la Historia en su materialización didáctica, puesto que, no solo los textos, centros de información, museos y bibliotecas constituirán fuentes de obtención del conocimiento histórico. Las calles, parques, monumentos y otros espacios, unidos a entrevistas a personalidades históricas o a personas comunes de la localidad, permitirán un conocimiento más vívido y perdurable de la historia.
La utilización didáctica de estos elementos, reducirá la generación de planos sinóptic contrario, permitirá el contacto con realidades, apreciadas y construidas por ellos mismos. Estos aspectos darán mayor importancia y significación al estudio de la historia, liberada del excesivo manejo fáctico y de la memorización de fechas. Una historia que resulte fiel a la verdad y se muestre en su integralidad.
Dentro de los elementos, que se deben tener en cuenta para la concreción exitosa de la enseñanza de la historia local en el plano educativo, es menester analizar aquellos relacionados con las formas de organización del proceso docente y su influjo en el objeto de estudio de la presente investigación. Siempre será difícil proceder a la ruptura con determinados lastres presentes en la enseñanza de la Historia de Cuba, sin embargo, la asunción de concepciones renovadoras capaces de dinamizar este proceso, constituye una tarea definitoria en la gestión formativa de los educadores.
“Habrá que cuidarse de la sobreestimación del aparato conceptual pedagógico divorciado del conocimiento histórico. Sin cultura histórica básica, poco podrá hacer un docente al que se le hable, entre otras cosas, de diagnóstico, objetivos, habilidades, métodos o estrategias de aprendizaje, asuntos que, por atinados que puedan ser y que sin duda lo son, se vuelven estériles si no encuentran terreno abonado desde el punto de vista cultural. Sin un sólido dominio de la información histórica, del conocimiento, no puede existir proyección pedagógica confiable”. Horacio Díaz Pendás (2000)
Cuando se habla de formas de organización en la enseñanza de la historia local, la clase emerge como fundamental; no obstante, esta debe considerarse como tal, sin dejar de apreciarse que no es la única, pues existen otras formas cuya importancia formativa es necesario tener en cuenta. Estos criterios son compartidos por los siguientes investigadores: Waldo Acebo (1991), I. Núñez (1993), Y. Frías y H. Pérez (1995) y H. Díaz Pendás (2000), entre otros.
Estos autores, como fruto de su desempeño profesional y de sus experiencias, consideran que el sistema de conocimientos puede explotarse positivamente a través de diferentes formas organizativas. La clase es considerada como la forma organizativa fundamental y se aprovechan las potencialidades que brindan otras como el trabajo docente en el museo, la excursión histórico docente, el testimonio, la investigación histórico docente, el trabajo con tarjas y monumentos locales, los cines debates y el trabajo en bibliotecas, etc. Todas estas formas, por su relevancia en el aspecto educativo, requieren de estudio y práctica pedagógicas.
En lo que respecta a la clase, la historia de la localidad no debe asumirse y tratarse de manera independiente; todo lo contrario, los contenidos locales deben integrarse al sistema de conocimientos de la Historia de Cuba. De lo anterior se infiere la necesidad de concebir metodológicamente el material local en imbricación con el material histórico general de la unidad donde el mismo se inserta. Este aspecto presupone un lugar para estos contenidos en la concepción integral de la clase, plasmada formalmente en sus objetivos y sometidos a un tratamiento didáctico similar al resto de los contenidos que se abordan.
Con respecto al trabajo docente en el museo, la literatura consultada, M. A. Cano (1918), Ramiro Guerra (1923), P. García (1941), N. G. Dairy (1978), Waldo Acebo (1985, 1991) y H. Díaz (1988), refiere la necesidad de sustentar su organización en una secuencia de pasos, que comprenden aspectos organizativos generales y aspectos metodológicos específicos.
Al respecto el investigador Waldo Acebo (1991) sugiere la necesidad de que el docente organice y concrete una visita inicial de familiarización con las colecciones museales, a partir de la cual se efectúa un inventario de los exponentes y la ubicación de los mismos.
El docente, a partir de este procedimiento, diseñará un proyecto concebido en función de vincular la pluralidad de medios expuestos con los contenidos de los programas de Historia; acción que favorecerá el análisis y la expresión de la vinculación de la historia local con la Historia de Cuba, cuestión de importancia para el tratamiento didáctico-metodológico de las unidades del programa, convirtiéndose a su vez en un instrumento propicio para que la autopreparación del docente se oriente en lo relacionado con el sistema de conocimientos.
Formas de organización del proceso de enseñanza- aprendizaje de la Historia de Cuba que posibilitan la vinculación con la localidad.
Dentro de los elementos, que se deben tener en cuenta para la concreción exitosa de la enseñanza de la historia local en el plano educativo, es menester analizar aquellos relacionados con las formas de organización del proceso docente. La clase es considerada como la forma organizativa fundamental y se aprovechan las potencialidades que brindan otras como el trabajo docente en el museo, la excursión histórico docente, el testimonio, la investigación histórico docente, el trabajo con tarjas y monumentos locales, los cines debates y el trabajo en bibliotecas, etc. Todas estas formas, por su relevancia en el aspecto educativo, requieren de estudio y práctica pedagógica.
La clase de Historia no puede ni debe ser una clase cualquiera. El docente debe tener presente:
1 La necesidad de dominar los contenidos históricos nacionales y locales.
2 Buscar la vía más adecuada para que el estudiante piense y reflexione
(inductivas o deductivas). Preferentemente se indicarán tareas de investigación local previas a las temáticas del programa, las que se vincularán durante la clase propiciando el protagonismo estudiantil. Las clases no se impartirán fríamente sino emotivas y lográndose una activa participación de los estudiantes, haciendo que piense, que razone, que tenga criterios y sepa defenderlos. En este sentido el vínculo histórico con lo local favorece el logro de lo expresado.
El museo desempeña un papel clave en el tratamiento de la historia local, ya que a través de él los estudiantes se ponen en contacto con los medios originales que constituyen por sí mismos, fuentes históricas, diríamos directas del conocimiento histórico.
La excursión de temática histórico-docente. El maestro organiza la observación directa por los estudiantes, de los objetos de la cultura material o de la naturaleza con un significado o valor histórico en un contexto geográfico y social, esto contribuye a la objetivización de los conocimientos y al desarrollo de la independencia cognoscitiva.
La importancia de las excursiones radica en que bien concebidas y ejecutadas, contribuyen a la visualización de los hechos y fenómenos históricos.
Las excursiones de temática histórico –docentes pueden dosificarse de acuerdo con el objeto de conocimiento, es decir, lo que será observado durante su realización.
Atendiendo a esto las excursiones pueden destinarse a:
1 Lugares históricos naturales y urbanos.
2 Entorno sociocultural con significación o valor histórico.
3 Construcciones específicas.
4 Monumentos, empresas industriales, granjas, cooperativas. 25
Las excursiones de temáticas históricas, de acuerdo con la función didáctica, pueden ser:
1 Introductorias.
2 De tratamiento o de asimilación de nuevos conocimientos.
3 De aplicación, generalización y consolidación.
La excursión debe ser organizada y ejecutada de manera tal que sea, lo observado por el alumno, la principal fuente de conocimiento. El maestro deberá limitar su papel solo a aclarar las dudas de los estudiantes y guiará la observación. Se puede hablar de dos tipos de excursiones dirigidas por el maestro:
1 El maestro indica, durante el desarrollo de la excursión, las tareas cognoscitivas.
2 El maestro entrega una guía o precisa determinadas tareas previamente.
El trabajo con tarjas y monumentos, cuando se convierte en una fuente de conocimiento, contribuye a que los estudiantes valoren su importancia y obtengan determinados conocimientos.
La visita a un monumento histórico, se debe trabajar en varios aspectos.
1 Conocer el lugar donde se encuentra.
2 Precisar en qué fecha se construyó o erigió.
3 Informarse sobre quién lo diseñó, quiénes participaron en su construcción.
4 Qué materiales se emplearon.
5 A qué se dedica actualmente.
Al visitar tarjas históricas se deben realizar las actividades siguientes:
1 Copiar el texto que aparece en la tarja y analizar sobre esa base por qué está allí y qué representa, cuándo fue colocada, por iniciativa de quién o quiénes.
2 Realizar actividades de carácter educativo como:
3 Cuidado, limpieza, colocación de ofrendas florales en caso de mártires, héroes o personalidades destacadas.
4 Buscar nuevas informaciones sobre la tarja visitada.
Trabajo en la biblioteca, permite al alumno trabajar con fuentes muy ricas en datos locales. Se utilizan fotos, materiales mimeografiados sobre la localidad, libros y fichas históricas que el maestro puede redactar y ubicar en la biblioteca para que los estudiantes cumplimenten los ejercicios de vinculación.
Seminarios, debates y conversatorios, se trabajan en clases y en actividades extraclases. Son formas socializadas de la vinculación.
Círculos de interés, tienen como objetivo fundamental despertar la motivación por los conocimientos de la historia, aprender a valorarla. Se pueden realizar diversas actividades, entre ellas: confeccionar paneles fotográficos, de láminas, elaboración de maquetas referidas a la localidad.
La vinculación histórico- local no requiere de la formulación de un objetivo en el plan de clase, se orientan planificar tareas o ejercicios para que los estudiantes, protagónicamente, realicen el vínculo. Estas tareas o ejercicios deben realizarse sistemáticamente en cada temática que sea posible, en las que haya elementos para vincular con la Historia de Cuba, pero pueden indicarse como tareas extraclases, aunque para la ejecución investigativa se utilicen otras formas de organización del proceso docente. Los ejercicios de vinculación contribuyen al logro de los objetivos formulados para las clases, con los elementos particulares de lo general estudiado.
CONCLUSIONES
La vinculación de la historia local a la Historia de Cuba ha sido objeto de investigación por diferentes autores especialistas y pedagogos interesados en esta temática , que han explicado la importancia del estudio de la historia local para favorecer la formación integral de los estudiantes en la Secundaria Básica.
Contribuye a enriquecer las habilidades cognitivas y comunicativas de los estudiantes de la Secundaria Básica en función de una formación valoral dejando patrones axiológicos.
Permite despertar el interés de los estudiantes hacia la historia local, aspecto que se considera de interés pues da cumplimiento al objetivo ,propiciando un trabajo cooperado y un mayor protagonismo estudiantil, en función de contribuir a la educación integral de los estudiantes y al fortalecimiento de los valores.
BIBLIOGRAFÍA
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Los autores interesados deben enviar sus textos en formato DOC a: lisette@eumed.net junto a un resumen actualizado de su CV.
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