Yakelin Gómez Morales (CV)
yakeling@ucp.vcl.rimed.cu
Fara R. Rodríguez Becerra (CV)
ucp@ucp.vcl.rimed.cu
Palabras claves: Identidad, cubanía, axiología, internalización, enraizamiento,
imagética.
Introducción
El nacimiento y desarrollo de la sociedad cubana, conjuntamente con el
surgimiento de su nacionalidad y cultura, ha constituido un apasionante fenómeno
de los últimos siglos, y para los cubanos un desafío por preservar su cubanía y
los rasgos que la tipifican a través de la historia.
Hoy Cuba continúa siendo un punto de mira permanente del imperialismo actual,
ante un mundo globalizado que despliega a su paso intencionalmente la fuerza
visual de la era imagética; utilizando a su favor, de forma desmedida, el avance
vertiginoso de la Revolución Científica y Tecnológica sobre los pueblos de
América, y amenazando desde el prisma de un “paraíso incierto”, la
desestabilización identitaria de los mismos.
En el año 1939 reflexionaba el antropólogo Ortiz, F. “…hay cubanos que aún
siéndolo no quieren ser cubanos y hasta se avergüenzan y reniegan de serlo. No
basta para la cubanidad integral tener en Cuba la cuna, la nación, la vida y el
porte; aún falta tener la conciencia de ser cubano y la voluntad de quererlo
ser”.
Algunos años después en 1994, afirmaba Prieto, A.: "Un anexionista puede
sentirse cómodo en la cubanidad de la periferia, y puede incluso enriquecerla
con bromas y textos antológicos; pero le está vedada la cubanía más honda, la
cubanía de la resistencia, la que acumula creación y espíritu para la patria."
Como puede apreciarse desde la profunda mirada de ambos estudiosos, el concepto
de cubanía, aún sigue atravesando contradicciones y desafíos actuales que ha
enfrentado nuestra identidad nacional, desde sus orígenes hasta el presente,
para la realización plena de su supervivencia, ya que no basta ser cubano, es
preciso “quererlo ser” y se impone buscar incansablemente vías pedagógicas
novedosas que contribuyan a su desarrollo creciente para formar un cubano
patriota, que de continuidad al proyecto social que se construye.
Desarrollo
En Cuba la educación está dirigida al desarrollo axiológico del ser humano, al
cultivo de lo más valioso y auténtico de la cultura nacional, articulada
esencialmente a los sólidos procesos históricos vertebrados sobre la ética y la
moral, que fundamentan la simbiosis del surgimiento de la cubanía fusionada a
una efervescencia patriótica, en defensa de la identidad nacional cubana.
Desde el colapso del socialismo europeo y la mundialización creciente del
capitalismo, se ha enarbolado una predilección hacia lo foráneo por algunos
sujetos cubanos, conjugado este hecho con los afanes imperiales, emerge un
fenómeno que apunta hacia el debilitamiento de la cubanía y los valores
fundacionales de la nación, conjuntamente con la internalización de los gustos,
los valores, las costumbres, y las contradicciones inherentes “del ser y el
tener”.
Constituye una realidad hoy, que en Cuba a escala nacional el presente se torna
un poco contradictorio en la esfera social, ante las agudezas económicas
inherentes a la hostilidad imperialista contra el país, y el afloramiento de
contradicciones a escala espiritual, reflejándose como problema en los valores y
su formación en las nuevas generaciones, entendido como un proceso de
transmisión y asimilación de estos a lo largo del decursar histórico en Cuba.
Esto requiere la urgente necesidad de formar el hombre de hoy, al cubano
patriota que Cuba necesita, y concebir la educación en su enraizamiento
cultural, teniendo en cuenta el papel de la ideología con su doble carácter de
instrucción y educación fundamentadas axiológicamente desde el prisma martiano.
Es por ello que la temática de los valores resulta siempre necesaria y al mismo
tiempo algo complejo desde su propia conceptualización, ya que implica al propio
proceso de formación del hombre.
Al respecto Fabelo Corzo, J.R., (1998) considera desde el punto de vista
filosófico que este proceso presupone tres planos fundamentales de análisis de
esta categoría:
• El sistema objetivo de valores (estos vistos como parte constitutiva de la
propia realidad y de la significación social que le atribuye el sujeto que
valora).
• Los valores subjetivos o de la conciencia (forma en que la significación
social es reflejada en la conciencia individual).
• Sistema de valores institucionalizados (que evidencian el modo de organización
y funcionamiento de la sociedad en la que el sujeto vive y se desarrolla)
Por su parte Mendoza, L., (2009), asevera que los valores son los significados
que adquieren los fenómenos, objetos y procesos de la realidad para los
individuos, en el contexto de la actividad práctica
Turner, L. y Díaz H., (1994) respecto a esto, conceptualizan los valores como el
sistema de representaciones morales, los ideales, los principios y las normas
que orientan y regulan la conducta de las personas, es decir, que actúan como
punto de referencia constante en la actividad del sujeto.
Considera la autora, que al realizar el análisis respecto a los conceptos de
valores mencionados por los investigadores, se advierte la comprensión de
aspectos que los distinguen, tales como, que los valores son objetivos, actúan
directamente sobre la regulación de la conducta de los individuos, rectorean la
conducción ciudadana de los sujetos, se concretan en la práctica social, no
constituyen abstracciones fuera de los individuos, giran en torno al proceso de
socialización y están vinculados directamente con el medio, (hogar, escuela,
comunidad) adquiriendo su jerarquía en dependencia del ambiente favorable o no,
en el cual transcurren las etapas de formación y desarrollo de la personalidad.
Al respecto consideran Turner, L. y Díaz, H. (1994).que los sentimientos de
cubanía, el amor al trabajo, el cuidado de todo lo que nos rodea, el
conocimiento de cumplir con los deberes y derechos sociales, el optimismo ante
el futuro de la patria y la solidaridad y el internacionalismo, como expresión
más alta de amor a la patria, se consideran componentes del valor patriotismo,
en el proyecto educativo cubano.
Estos son los pilares que apuntalan la preservación de nuestras conquistas y la
preservación identitaria como cubanos, que son necesarios desarrollar desde la
niñez, ocupando un lugar cimero la cubanía como sentimiento hacia la patria.
La escuela es la encargada de llevar a cabo procesos científicamente
fundamentados desde las Ciencias Pedagógicas, no como un dogma o “camisa de
fuerza”, sino como una necesidad imperiosa en la búsqueda de vías desde la
práctica educativa, para una eficaz educación en los valores esenciales que
distinguen el proyecto social cubano buscando un realce a la cubanía en su
escala más alta.
En este sentido el Modelo de la escuela primaria cubana tiene como primer
objetivo desde primero a sexto grado, la educación de los sentimientos de
cubanía, en nuestros niños(as) demandando de ellos un rol protagónico en su
actuación, donde posea además sentimientos de amor y respeto ante su patria, la
familia, la escuela, la naturaleza, así como, que sea portador de cualidades
esenciales como la responsabilidad, laboriosidad, honradez y solidaridad.
Ante esto, la sociedad demanda internalizar los valores, lo cual no es un
proceso sencillo a lograr, requiere de la actuación de todos los agentes
socializadores (escuela familia comunidad) por tanto, se hace pertinente ante
tales reflexiones contribuir al cambio social deseado para promover la educación
del sujeto como actor social, transformador, patriota, consecuente y
revolucionario, como fin de la escuela cubana.
Estas ideas son abordadas por Bermúdez Morris, R., (2000), en torno a los
estudios de L. S. Vigotsky, quien considera que las funciones psíquicas
superiores existen en dos dimensiones diferentes, primeramente, en el plano
social interindividual o intersicológico y posteriormente en el plano
intraindividual o intrasicológico. Ellas sufren cambios estructurales y
funcionales en el proceso de transición de lo intersicológico a lo
intrasicológico, al concebir la internalización como una actividad
reconstructiva que se inicia externamente y como resultado de una prolongada
serie de sucesos evolutivos, se convierte en interna.
Lo externo, es cultural, llega a ser interno mediante un proceso de construcción
con otros que implica la transformación de lo cultural y a su vez la
transformación de las estructuras y funciones psicológicas. La utilización
posterior de lo internalizado (producto cultural), ya transformado
subjetivamente, se manifiesta en un proceso de externalización que conduce a la
transformación de los procesos culturales.
Por tanto, se indica una interrelación dialéctica entre lo social y lo
individual, que no debe interpretarse como un acto de transmisión cultural,
unidireccional y mecánico, por cuanto el sujeto es un ente activo, constructor y
transformador de la realidad y de sí mismo, no un simple receptor-reproductor.
El estudio de Bermúdez Morris, R. (2000) conduce a la investigadora a constatar
que los objetivos de la educación emergen y se definen a partir de lo que la
cultura determina como valioso y relevante para la aprehensión e internalización
por las nuevas generaciones de una educación en valores concientizada por los
sujetos, desde la propia práctica social y educativa, teniendo como base el
enraizamiento cultural del sujeto.
Conjugado a los planteamientos el Modelo de la escuela primaria orienta que el
maestro debe asumir un papel directivo, en todo el proceso de internalización de
valores, intentando desde los procesos cognitivos y afectivos en la clase, la
creación y construcción de Zonas de Desarrollo Próximo con los niños (as), por
medio de la organización de sistemas de ayuda, flexibles y estratégicas en el
momento que lo requiera.
Además, debe proponer, guiar y orientar a los niños (as) hacia aquellas
situaciones deseadas en las que se deberá apropiar de los conocimientos y de los
instrumentos de mediación aceptados y valorados como necesarios desde lo
sociocultural, al considerar la cultura generadora de valores auténticos,
consecuentes con los valores que ella determina realmente como valiosos e
identitarios.
Para Mendoza L. (2009) la formación de valores consiste en un proceso necesario,
esencial, complejo, de carácter social, en el que intervienen diversos factores
(familia, escuelas, instituciones, organizaciones) dirigido a la transmisión y
asimilación de valores sociales (como expresión de tendencias progresivas) que
orienten la actuación de los individuos. Formando parte de un proceso más
amplio, la educación de la personalidad, constituyendo de hecho, componente,
esencia y fin de la educación.
Argumenta además, que la educación en Cuba, debe constituirse en una vía
esencial de reproducción social de lo más valioso de la herencia cultural de la
humanidad, por tanto para educar en valores es preciso atender a los componentes
del proceso.
En el cual se incluyen tanto la experiencia práctica (vivencias), el fundamento
ideológico-cultural (legado cultural),el elemento cognitivo ("aprendizaje" del
valor) y la esfera afectivo-emocional y volitiva (rol del sentimiento).o sea, la
formación de valores como relación entre sujetos, en la medida en que las
diferentes vías o factores socializadores influyen en un sujeto determinado
(niño, adolescente, joven como alumno o estudiante) a través de sus portadores
personales, maestro, colectivo pedagógico, padres, etc, en el marco de la
actividad desarrollada por el primero (aprendizaje, trayectoria individual,
formación de su personalidad, etc) atendiendo a sus necesidades.
Turner, L. y Díaz, H, (1994) en sus análisis también consideran que no puede
desligarse la formación de valores de la educación, pero mucho menos, obviar el
importante papel que desempeña la cultura, y la defensa de ésta en la búsqueda
de lo autóctono, desde un enfoque de trabajo educativo, esencialmente moral y
patriótico en la práctica escolar en el trabajo con ñiños(as).
Según Mendoza L. (2009) este proceso tan importante, se lleva a cabo, a través,
de motivaciones de la personalidad, las cuales están estructuradas sobre la base
de las diferencias individuales, teniendo en cuenta la relación entre el
proyecto social y la riqueza individual.
Acerca de esta problemática El Modelo de la escuela primaria enfatiza en la
necesidad de encontrar satisfacción a sus necesidades y motivaciones de
aprendizaje y afectivas, en correspondencia con los momentos de desarrollo de
los niños(as) para una eficaz apropiación de aquellos valores a profundizar,
aseverando que esta educación no se lleva a cabo de forma parcelada, sino
integrada desde todos los procesos en los que participa el niño(a).
En Cuba la formación y educación en valores se sustentan sobre la base de la
ideología y la moral, cimentado en procesos históricos y además como parte de la
plataforma ética pedagógica legada por las generaciones que nos antecedieron
desde una educación cubana solidificada en el patriotismo.
Para Turner y Díaz,(1994) la educación patriótica no es más que la vía idónea
para desarrollar el valor patriotismo y la cubanía en los niños(as),
refiriéndose al desarrollo de sentimientos de amor a la patria, que se traduce
en una actitud de cuidado, conservación de sus conquistas y la disposición para
defenderlas.
Por otra parte, estudios de Chacón, N., (2002), coinciden que el progreso moral
en el proceso histórico cubano marca una continuidad de valores morales
asociados a un conjunto de valores ideopolíticos, que sustentan el paradigma
social revolucionario, cuya fuente se encuentra en el pensamiento ético cubano
de avanzada, en la conciencia cotidiana o habitual de las masas y en las
actitudes concretas asumidas por estas en las diferentes esferas de la actividad
social a lo largo del proceso histórico.
Félix Varela Morales (1788-1853) expresó: “No es patriota el que no sabe hacer
sacrificios a favor de su patria o el que pide por esto una paga, que acaso
cuesta mayor sacrificio que el que ha hecho por obtenerla, cuando no para
merecerla”.
José de la Luz y Caballero (1800-1862) consideraba que: “Hay algo para mí más
grande que mi estado de salud, el estado de mi país; yo no he visto realizado
mis deseos en este particular pero a mis discípulos les encomiendo mi Cuba.
Para Rafael María de Mendive (1821-1886) en versos escribió: “… qué no vence la
idea del honor y el deber en el alma de un patriota, si la patria está con él.”
Para José Martí (1853-1895) el patriotismo es un deber santo, cuando se lucha
por poner la patria en condición de que vivan en ella más felices los hombres
Para Alfredo M. Aguayo (1866-1948) “La escuela cubana debe formar ciudadanos
dispuestos a defender la libertad y la justicia social, desprovistos de egoísmos
y conscientes de sus deberes patrios.”
Para Ramiro Guerra (1881-1970):“Una educación que no esté al servicio de la
patria y sus ideales es una actividad inútil socialmente considerada y en muchos
casos hasta nociva. Un rasgo común característico de los sistemas de educación
infecundos es el de perseguir un fin extraño a los intereses del pueblo y de la
patria, es necesario infiltrar el sentimiento agudo de los deberes patrios hacia
la infancia sin los cuales ningún país puede asegurar su bienestar presente y
futuro y mucho menos progresar moralmente.”
Considera Marinello al respecto que el patriotismo, se recibe, se hereda, se
adquiere, se transforma, se enriquece, pero también se abandona y se pierde,
razón más que fundamentada para educarlo.”
Por tanto, puede corroborarse como los ejemplos ilustran que a través de la
historia, nos viene una fuerte tradición patriótica en la educación, con matices
que acentúan sentimientos de cubanía, como resultado del esfuerzo y la devoción
de las diferentes generaciones de maestros que enseñaron a venerar a los héroes
y a respetar a nuestros símbolos patrios y el por qué la necesidad de su
aprehensión desde la infancia.
Según consideraciones de Turner,L y Díaz H. (1994) que trabajar en la educación
patriótica de los niños(as) es trabajar en la formación de sentimientos de
cubanía, valores, convicciones, ya que el maestro por lo general adquiere mayor
preparación para desarrollar los conocimientos y las habilidades intelectuales
en los niños(as), que para formar los sentimientos, las convicciones y los
valores.
Esta investigación se propone desarrollar la cubanía como sentimiento hacia la
patria, convicción, valor, actitud, donde el niño(a) se enorgullezca ante todo
de ser cubano y desde su posición de niño(a) asuma un deber y compromiso con su
patria, donde los términos cubanía y patria sean para el (ella), el mismo
concepto.
Investigaciones de Turner y Díaz (1994) apuntan que los sentimientos, abarcan
una esfera muy amplia y multiforme de la vida psíquica del ser humano, y se
incluyen en esta esfera los numerosos estados de ánimo, emociones, impulsos,
alegría, inquietud, abnegación, respeto, dolor, entusiasmo, admiración, entre
otros.
El sujeto vive y actúa en medio de la realidad circundante, conoce el mundo que
lo rodea, la naturaleza, la gente y sus relaciones sociales, pero no refleja
pasivamente esa realidad que lo rodea, influye activamente en el medio
circundante y tomando concientemente de él, experimentando diversas sensaciones
hacia los objetos y fenómenos del mundo real y esta actitud se expresa en sus
diversos intereses, afanes, juicios, sentimientos de placer, alegría, pena,
entre otros.
Para González Maura, V. (2001) los sentimientos son vivencias afectivas de
paulatina aparición, que organizan la actuación del sujeto, los mismos existen
por un período relativamente prolongado y tienen un carácter generalizador.
Sobre este tema Mendoza L (2009) asevera que los sentimientos conjuntamente con
los conocimientos son elementos claves en el proceso de educación en valores.
Los sentimientos, para esta autora, se forman durante la vida del individuo en
consonancia con las condiciones concretas en las que transcurre su existencia,
pero también pueden modificarse cuantitativamente y cualitativamente, llegando
incluso a desaparecer por diversas causas objetivas y subjetivas.
En su calidad de fenómenos afectivos, los sentimientos forman parte de los
aspectos inductores de la regulación psíquica que a causa de su estabilidad
contribuyen a formar las orientaciones de la personalidad hacia diversas esferas
de la actividad y de este modo organizan la actuación del sujeto.
Esta posibilidad de organizar la actuación del individuo puede manifestarse en
cualquier sentimiento, pero esto se aprecia claramente en aquellos sentimientos
que por su marcado contenido histórico-social constituyen el nivel superior de
las vivencias afectivas en el hombre.
Un análisis minucioso de los sentimientos, como parte de la esfera
afectivo-emocional de la personalidad y su desarrollo con la vida bajo un
conjunto de influencias, de igual forma expresa la relación entre lo sensible y
lo racional, ya que no puede olvidarse el componente emocional, pero que tampoco
constituye en sí mismo un tipo de actitud a considerar, de forma general el
sentimiento como una actitud emocional estable hacia la realidad, su propia
naturaleza subraya la posibilidad de cultivarse.
Se trata ante todo del conocimiento de esa parte de la realidad, descubriendo su
naturaleza, esencia, propiedades que conmueven al ser humano y que permiten que,
aun con independencia de la fuente que lo origina, se manifieste tal actitud.
Así el sentimiento y el conocimiento se relacionan estrechamente, porque lo
emotivo se enraíza en lo cognitivo intelectual, ya que no puede olvidarse que
hay que descubrir las razones que explican el lugar que ocupa el objeto del
sentimiento para el ser humano.
Porque si del sentimiento hacia la patria se trata, hay que hacer sentir a ese
niño(a) heredero de su futuro y hacerlo comprender la deuda que ha contraído con
sus compatriotas, con sus antecesores desde la asunción propia del legado
cultural y axiológico.
Con el cultivo de los sentimientos la inteligencia se hace más apta para
conocer, recordar, imaginar, juzgar, y crear.
En la relación conocimiento- sentimiento se constata que el sentimiento es
esencial para el examen del proceso de educación en valores, el sentimiento es
la base, el valor solo se da en la integración de lo emocional-afectivo y lo
cognoscitivo.
El sentimiento de amor a la patria, específicamente, según Turner y Díaz (1994)
se forma en el niño(a) desde los primeros años, comienza con el conocimiento
inicial del medio que lo rodea, la naturaleza, la sociedad, los símbolos
patrios, los héroes y mártires y posteriormente de la historia.
Constatándose que es un proceso que va de lo más cercano al niño(a) a lo más
lejano, es decir, amor a la familia, a los compañeritos del círculo, del barrio,
hasta llegar paulatinamente al sentimiento por el territorio, por el país, por
la patria.
Los sentimientos de amor a la patria pueden conducir a una actitud de cuidado de
las plantas, como forma de cuidar la naturaleza de la patria y mantener su
belleza.
Vale decir entonces que los sentimientos de cubanía como un componente del
patriotismo según Turner y Díaz (1994) tienen como rasgos fundamentales:
1-El amor y la defensa de la patria, manifestándose en el respeto, la
admiración, el cariño y el orgullo que se siente hacia el suelo en que se nace,
hacia las glorias pasadas y presentes, y la disposición de participar en las
tareas que la patria propone en cada momento, al ser capaces del sacrificio en
aras de la patria, de ofrendar esfuerzos y hasta la vida por salvaguardarla.
2- El respeto y la admiración por quienes han contribuido a forjar la patria,
además del sentimiento de hondo respeto por los héroes, la admiración y el
tributo a los combatientes de la independencia nacional y la libertad de otros
pueblos hermanos y a todo aquel que haya contribuido y contribuya al
engrandecimiento y desarrollo de la nación, en el campo de las ciencias, la
técnica, la producción, la cultura, el deporte, incluye la legítima aspiración
de ser como ellos.
3- El amor a la naturaleza de la patria, implica conocimiento del medio natural
que rodea al sujeto y la necesidad que se siente de protegerlo, en tanto la vida
depende de él y cuidar los recursos naturales de los cuales depende el
desarrollo de la patria. Incluye a su vez la identificación con las
características geográficas del país, su forma, sus límites, su ubicación, su
relieve, su clima, así como los elementos de la flora y fauna.
4- El respeto a las manifestaciones culturales y a las mejores tradiciones
patrióticas, el conocimiento e identificación con el patrimonio cultural
nacional, incluyen la idiosincrasia, las costumbres, la música, los cantos, los
bailes, los juegos tradicionales infantiles, lo mejor de la literatura, del
teatro, el uso correcto, el cuidado y la conservación de la lengua materna, como
puntal de la nacionalidad. Abarca también, el respeto y la admiración hacia lo
mejor de las tradiciones patrióticas, entre las que están, el rechazo a la
opresión y a la dependencia, a las diferentes formas de discriminación y a la
injusticia social.
5- El respeto hacia los símbolos patrios nacionales, constituye el sentimiento
de veneración y honra hacia la bandera de la estrella solitaria, el himno de
Bayamo y el escudo de la palma real, que han precedido por más de cien años las
luchas cubanas por la independencia, los derechos del pueblo y el progreso
social. Comprende también su uso correcto, las formas de rendirles homenaje,
preservarlos y defenderlos como un deber social.
6- La lucha por la dignidad y la soberanía presupone el sentimiento donde el
hombre expresa la necesidad y el derecho de defender sus valores y su
personalidad, así como manifestar su firmeza inquebrantable de mantener la
identidad y soberanía nacional, lo cual significa luchar porque pervivan los
logros alcanzados por la Revolución y enfrentar a cuantos intenten hacer
retroceder el proceso revolucionario, obstaculizarlo o pretendan hacer a Cuba
volver al pasado.
Estos autores consideran que los sentimientos de cubanía, se manifiestan en la
escuela primaria, cuando los alumnos identifican con orgullo a Cuba como país
natal, lo localizan, lo describen, así como el hecho de preservar el medio
natural que les rodea. También se manifiestan al participar con emoción en la
conmemoración de efemérides y al reconocer las figuras relevantes y héroes de la
lucha por la libertad.
De igual forma, afirman que se evidencian al sentir satisfacción al reconocer
los símbolos de la patria, al venerarlos, al cantar con emoción el Himno de
Bayamo, además al identificarse con las fiestas, comidas, bailes, juegos
tradicionales y otras manifestaciones típicas del país y al conservar y divulgar
lo mejor de las tradiciones cubanas, destacando también la reafirmación del
sentido de pertenencia e identificación con lo más cercano (la casa, escuela, el
centro laboral, la comunidad), es decir, sentirse dueños del patrimonio
nacional, de la patria.
Los sentimientos de cubanía históricamente tienen su origen, según estudios de
Chacón Arteaga, N. (2002), conjuntamente con la formación de la identidad
nacional y cultura nacional, emergidos desde el proceso de transculturación, en
el marco de las contradicciones socioeconómicas y políticas de la Cuba colonial.
En sus raíces étnicas se encuentran componentes: indígena-aborigen, negros
africanos, blancos españoles, asiáticos y caribeños que avalan el profundo
mestizaje criollo, que dará paso a lo cubano.
Por lo cual el concepto cubanía expresa el proceso de conformación de rasgos y
particularidades inherentes a la formación de la conciencia nacional.
Según estudios de Núñez Rodríguez (1994) la cubanía, como sentimiento, nace en
franca lucha por el reconocimiento de la identidad cubana y ha estado
estrechamente vinculada a los ideales políticos de la autodeterminación y
soberanía patriótica, avalado por la justicia y el compromiso moral, en la
búsqueda de los medios para su conquista y preservación, de ahí su estrecha
fusión con el patriotismo.
Cuestión que hoy constituye un reto su preservación para los cubanos, ante la
amenaza constante del imperio que continúa sufriendo el país y de aquellos que
olvidaron su condición de cubanos, ante esto considera Prieto, A.(…) que “ en
las distintas etapas de nuestro proceso histórico, existen fuerzas, corrientes,
tendencias que provienen de la cubanía, y se orientan en favor de la defensa de
nuestro perfil nacional, de su completamiento y profundización; y ha habido
tendencias minoritarias, que se nutren de una cubanidad castrada, parten de
aceptar lo más superficial y externo de la cultura cubana para subordinarse en
lo esencial y convertirse, de manera más o menos consciente, en cómplices de la
desnacionalización de Cuba.
Martí ya lo había advertido: la idea de la anexión está condenada a "impotencia
permanente"; pero "es un factor grave y continuo de la política cubana", y
"mañana", profetiza, "perturbará nuestra república"
Ramiro Guerra, en 1921, había llegado a la conclusión de que el cubano es
"inconsistente en la vida intelectual", pero no "en lo tocante a la vida
afectiva": "bajo la presión de sus sentimientos, el cubano es capaz de demostrar
las más altas cualidades de tenacidad, perseverancia y espíritu de sacrificio
ante la patria."
Estos planteamientos a su vez presuponen una correlación entre el fin y los
medios, mediatizado por la moral, y la conciencia presente a lo largo de la
Historia de la Revolución Cubana que se expresa como una regularidad del proceso
histórico constituyendo un pilar inquebrantable en la educación patriótica.
Unido a este análisis como ya se ha expresado, se infiere que la comprensión del
fenómeno de la lucha por nuestra identidad y cubanía ocasiona la fusión
histórica entre los nexos del patriotismo y la cubanía, es por esa razón que
constituye objeto de interés en los estudios de Turner, L. y Díaz, H. (1994) de
forma enfática para la enseñanza primaria, para estos autores cubanía no es más
que un componente del patriotismo, concepto al cual nos adscribimos.
Este tema ha sido abordado también desde el punto de vista histórico, y asevera
Torres Cuevas, E. (2002), que para expresar cubanía se requiere de tres
requisitos indispensables:
1. Tener voluntad de ser cubano, voluntad que aumenta o disminuye según las
motivaciones de las personas.
2. Poseer sensibilidad de ser cubano, que significa saber captar la riqueza
espiritual de lo que nos rodea.
3. Entender racionalmente los factores psicológicos, sociales y culturales que
le dan al cubano su forma. Esa conciencia de cubanidad, de pertenencia a un
espacio que va más allá de lo geográfico es lo fundamental.
Concretamente, el investigador resume los tres aspectos fundamentales basados en
estudios antropológicos, abordados en la primera mitad del siglo XX, en la
Revista Bimestre Cubana, No. 2, Marzo Abril de 1940, donde Ortiz, F. publica el
artículo: "Los Factores Humanos de la Cubanidad".
Este trabajo de Ortiz, F. constituye el más relevante de todos los que hasta ese
momento se habían dedicado al estudio etnográfico y sociológico de la cultura
cubana y a su vez, resulta el punto de partida de investigadores actuales
respecto al tema, tales como: Prieto A, (2001), Castillo, N. (2009) ,Anido.L,
(2002), Lloga Domínguez, C. A. (2009), donde todos coinciden en que “la cubanía
es conciencia, voluntad y raíz de la patria, con el alma arraigada en la
tierra.”
El concepto de cubanía abordado por todos los autores mencionados desde
diferentes miras, lleva implícito toda una serie de rasgos que identifican al
cubano como individuo y al pueblo en su conjunto.
Las diferentes investigaciones apuntan que, ser cubano, va más allá de nacer o
vivir en este archipiélago, sino una relación afectiva, un sentimiento, un modo
de pensar y comportarse, una manera de asumir, producir y reproducir la cultura,
en toda la extensión de lo que ella significa.
Por tanto es un hecho que lo cubano entraña la insularidad, la mezcla de
tradiciones, aborígenes, de diferentes etnias españolas y africanas, el influjo
de lo francés, particularmente en el Oriente cubano, de lo Árabe y Chino,
aspectos notablemente abordados por Ortiz, F en el llamado “ajiaco cubano” fruto
de la transculturación, y del mestizaje del criollo y del reyoyo.
Todo lo anterior refleja algo distintivo, de lo que suele identificarse como lo
cubano, la cubanía y la cubanidad.
Ante esta razón Torres Cuevas, E. (2002) a su vez, distingue la cubanía como la
expresión simbólica de la “Cuba sentida” emocionalmente, logros, frustraciones,
alegrías, penas, añoranzas y esperanzas de cada cubano, dondequiera que se
encuentre.
La cubanía, es vista para este estudioso como la Cuba pensada, deseada, aceptada
o rechazada, según los modelos sociales o individuales que se asuman, y por otra
parte, lo cubano es la interacción esencial y fenoménica de las relaciones entre
cubanía y la cubanidad.
En tal sentido, José Martí, Juan Marinello, Nicolás Guillén, Lezama Lima, entre
otros, representan valiosos exponentes de la cultura cubana, evidenciando la
expresión más concentrada de cubanía la obra de Martí, delimitándose en ella los
marcos teóricos del tránsito inexorable de la cubanía a la cubanidad.
Por tanto, cubanidad o cubanía, presuponen dos elementos fundamentales: razón y
conciencia, por ello, es que el patriotismo de los cubanos, caracterizado por
una profunda cubanía desde los orígenes de la nación y la propia cultura,
constituyen un reto, y he ahí, la importancia de educar al niño (a) cubano
patriota en el amor y la conciencia hacia su patria,
Por tanto, teniendo en cuenta lo anterior, en esta investigación se asume la
cubanía como la concientización en los niños(as) de los símbolos patrios, del
entorno cultural cubano, el reconocimiento de los patriotas cubanos, la
idiosincrasia en los diferentes ámbitos culturales y ambientes naturales,
asumidos de forma concatenada con el patriotismo o amor hacia la patria,
factores sustanciales en los primeros acercamientos visuales y emocionales del
niño(a) en su entorno cotidiano, para gestar los pasos desde la niñez hacia la
continuidad de la Revolución Cubana.
Es un hecho que no puede educarse la cubanía sin desvincularse de la ideología y
la moral en el proceso que marca nuestras raíces históricas, como se ha venido
planteando, pero es un hecho también que el niño(a) tiene que sentir de forma
vivencial lo que realmente es ser cubano y de ahí partir hacia teorizaciones
amenas, donde se conjuguen procesos cognoscitivos y afectivos, pero cercanos a
él, desde lo motivacional, lo vivencial, donde la imposición y la improvisación
no puedan tener cabida.
Una buena clase de historia o un matutino correctamente preparado no son
suficientes para desarrollar la cubanía, se necesita la articulación de todos
los procesos, de forma multifacética y no limitarlo al contenido exclusivo de
estas actividades.
Ante esto, el Modelo explicita que se hace necesario romper los esquematismos,
propiciando que siempre el escolar encuentre algo novedoso desde cada actividad,
ayudado del ejemplo del maestro y los demás miembros de la escuela, además
atendiendo a la formación de hábitos, normas y valores patrióticos.
Como expresara Castro F. en el prólogo del libro “Cuba, Cultura, Estado y
Revolución” de Núñez Jiménez (1984): “Nuestra Revolución es tan cubana como
nuestras palmas”
Es importante, considera la autora que el niño(a) conozca desde temprana edad
los rasgos que tipifican la cubanía, que distinga lo cubano de lo universal, que
se identifique y enorgullezca de “ser cubano” y se emocione a su vez ante tal
realidad, y no atomizar al niño(a) solo de conceptos, sino de vivencias
perdurables, acompañadas de un caudal de conocimientos fundamentados desde su
práctica diaria y lo represente de forma consciente en sus modos de actuación en
todo los contextos, tanto escolar como fuera de este.
Se requiere para ello de la familiarización desde el propio entorno del niño(a),
de la implicación de las potencialidades que brinda el currículo escolar y su
apoyo para actividades extracurriculares, donde el ejemplo del maestro sea el
mejor, aspectos que muchas veces son parte del modelo ideal pero no de la
realidad en algunos centros.
Por tanto, coincidimos con las reflexiones de la Doctora Galindo, Sh. (2005) que
uno de los desafíos fundamentales de la Pedagogía como ciencia, es lograr la
coherencia y vinculación de la teoría científica con la práctica educativa, ya
que la teoría muchas veces va delante y la práctica, en ocasiones, no refleja lo
que la teoría plantea; la realidad es, que se ha sobredimensionado lo cognitivo
respecto a lo valorativo siendo más importante conocer la realidad que
transformarla. lo que descarta toda posibilidad de analizar críticamente la
realidad y el proceso mismo de conocimiento.
Los sentimientos de cubanía requieren para su aprehensión de una dirección
pedagógica, no se desarrollan casuísticamente, este proceso demanda implicación
y seriedad, ante la amenaza constante imperialista y su siempre latente cultura
plattista actual, para atomizar y deslumbrar al niño(a) mediante los diferentes
medios automatizados, revistas, animados, juguetes, juegos digitalizados), entre
otros.
Creando de esta forma una “confusión” entre lo autóctono y lo foráneo, a su vez
ir desplazando hacia planos inferiores el sentimiento hacia su patria, aspectos
por los cuales se hace importante la asimilación de la cultura y sus valores
fundacionales desde la infancia, valores que la Revolución Cubana ha mantenido
contra toda amenaza imperial, a lo largo de la Historia.
Ante esta realidad, considera Prieto, A (2005) que la nueva imagen de Cuba y del
cubano se fundamenta en el rescate de sus valores y virtudes realzados por
quienes nos antecedieron, como defensores de la cubanía, y tienen su base en la
idea de la independencia, en la capacidad del país para labrarse un camino, aun
contra la voluntad del imperio, y en los anhelos de igualdad y justicia.
Esta realidad Implica, una comprensión del mundo y de sus contradicciones, donde
se proyectan a escala universal estos ideales, cubanía nutrida de principios y
sentimientos con una rica tradición en la historia de Cuba: el antimperialismo
de Martí, Mella, Guiteras; el internacionalismo, explícito en el Manifiesto de
Montecristi y en las propias bases del Partido Revolucionario Cubano, y
practicado por tantos cubanos en defensa de la república española; la vocación
latinoamericanista, y la solidaridad hacia "los pobres de la tierra".
La cubanía como un componente del patriotismo en el contexto cubano, según la
autora, demanda de hombres y mujeres que la enarbolen en los tiempos actuales y
futuros desde una cultura de resistencia permanente para la preservación de lo
más genuino y autóctono de nuestra identidad como cubanos patriotas.
Ante estos planteamientos se hace pertinente partir de las concepciones de
Sorín, M., (1985) cuando refiere la importancia de que en Cuba, el niño (a)
percibiera el estrecho vínculo que existe entre su conducta cotidiana y el
destino de su patria.
Al respecto, dada su importancia, considera Fabelo, J. R., (1996), que en la
actualidad los cubanos definen el patriotismo asociado a las tareas cotidianas,
como una muestra de que hoy se es más patriota en la medida que se hace más por
salir de la crisis, en la cual está inmerso el país, y en la medida en que se
participa activamente en las tareas sociales y en la solución de los problemas.
El autor afirma que estos aspectos demuestran una concepción mucho más amplia
del concepto, otras veces, existen tendencias a despolitizarlo, esgrimiendo que
se puede ser patriota aún cuando se abandone el país o no se apoye el proyecto
social cubano, o sea, entender socialmente la génesis de la emigración como un
problema económico y no político.
Se ha constatado que el patriotismo y la cubanía son procesos que resultan
complejos de insertar al maestro en el trabajo con los niños (as) en la práctica
pedagógica, ya que se representa abstracto en el pensamiento de los niños(as)
primarios, llegando en ocasiones al segundo ciclo con la misma visión de
asociarlo solo a la historia, y es aquí, el momento donde puede ser despejado
este tema.
El niño(a) del segundo ciclo incorpora del primer ciclo conocimientos que le
aportan otras asignaturas, tales como El mundo en que vivimos, la cual lo
familiariza con su medio, dotándolo de elementos y fenómenos cercanos a él,
enriqueciendo su universo cognitivo, visual y afectivo, además del desarrollo
axiológico implícito desde los variados temas.
Además si el resto de las asignaturas realizan una actividad efectiva desde este
orden en el proceso, los resultados estarían a la altura de lo deseado, por
ejemplo, plantea Turner Martí y Díaz Pendás (1994) que la Lengua Española,
constituye un vehículo ideal para lograr que toda la información recibida sobre
la patria, sus héroes y las formas de amarlos, se consolide mediante la lectura
de narraciones, poesías, biografías, relatos y anécdotas y luego poderla recrear
mediante dibujos, canciones, dramatizaciones, entre otras vías..
Consideran también que una narración atrayente del profesor, en la Geografía de
Cuba sobre las riquezas naturales de la patria y sobre el trabajo creador del
hombre cubano, contribuye a la educación patriótica, el amor a la flora, la
fauna, la belleza del paisaje, el cuidado del medio ambiente, resultando
aspectos importantes en las asignaturas de las Ciencias Naturales.
Para ambos investigadores a través de la Educación Artística, el dibujo, el
modelado, la pintura, el teatro, la danza y la música resultan vías que
refuercen el hecho de que los niños (as) conozcan y amen la cultura, ya que a
través del arte se expresa la patria con el lenguaje de la belleza.
Según consideraciones de Sorín, M., (1985) en los niños (as) del segundo ciclo
ya se asume una posición más crítica y reflexiva, y en muchas ocasiones,
comentan con el compañero que está a su lado lo que está aconteciendo en Cuba,
lo cual no representa un acto de indisciplina, sino algo esperable en estas
edades , aunque sin lugar a dudas , origina que la dirección del proceso
educativo se torne más complejo, pero posible de realizar, conociendo las
características de estas edades y lo esperable en cada situación (si se conoce a
cada niño (a) en particular, su medio familiar y entorno más cercano).
Los estudios realizados y bibliografías consultadas en torno a la psicología de
las edades y documentos del ciclo, esencialmente el Modelo de la Escuela
Primaria, los programas de quinto y sexto grado, las adaptaciones curriculares,
fundamentan que en estos niños (as) se manifiestan sentimientos de pertenencia a
la nación en correspondencia con sus edades (10 a 12 años), existen elementos
cognitivos que reflejan valoraciones acerca de las circunstancias sociales,
políticas e históricas que la han caracterizado, y a los individuos que la
habitan, unido a los valores que la distinguen (patriotismo, justicia,
soberanía, independencia).
La interiorización de la cultura en ellos (as) ,a su vez refleja un vínculo muy
fuerte con el acervo cultural legado por las generaciones anteriores, pues ya
existe en estos niños (as) del segundo ciclo un nivel de conceptualización de
los hechos y fenómenos, aunque no totalmente elaborado o solidificado, poseen
referentes hacia la aceptación de particularidades de lo conocido como patria,
dada por la forma de vivir que caracteriza a los cubanos propiamente, la
influencia de las relaciones de parentesco, el vínculo físico con la nación, el
espacio geográfico y el peso de la ideología, lo reconocen como un aspecto muy
positivo, además del papel de la Revolución en la vida del país y su amplia
repercusión en la esfera internacional.
Es por ello que se constata que existe la necesidad latente del trabajo desde la
pedagogía en la búsqueda de solución a la problemática.
Conclusiones:
Ante esta realidad tan necesaria en la escuela primaria actual, se necesita la
intencionalidad desde la integración de la pedagogía y el arte, en función de la
Educación patriótica, para la preservación y desarrollo de los sentimientos de
cubanía resultando necesario fundamentalmente, reflexionar sobre la actualidad
en las escuelas y proponer soluciones que sean capaces de mejorar el presente
educativo con los niños y las niñas desde una labor esencialmente ideológica
pero amena.
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