Mercedes Caridad Amador Haramboure (CV)
ISP “Félix Varela”. Villa Clara. Cuba
carloscg@uclv.edu.cu
Palabras Claves: Preparación, Funciones, Investigación, Orientación, desempeño.
En las Universidades Pedagógicas, cada vez con mayor frecuencia, se aboga por
perfeccionar la formación inicial de los futuros profesionales de la educación,
pero para lograr tal objetivo es necesario estudiar profundamente el modelo del
profesional que se quiere alcanzar.
Es en este modelo del profesional donde se plantean cuáles son las funciones
profesionales que deben desarrollar los maestros en su futura profesión, entre
las que se encuentran las docentes-metodológicas, las de orientación y las de
investigación, sobre las cuales se debe incidir constantemente para la
preparación del maestro que se forma.
La sistematicidad que se tengan los diferentes departamentos sobre los
profesores en cuanto a estas funciones profesionales será lo que garantizará la
calidad de la preparación de los mismos en el orden procedimental, es decir, en
el orden del saber hacer, el tener dominio tanto teórico como práctico de las
funciones garantizaría en los futuros profesionales o profesionales en
ejercicio, la seguridad necesaria en el trabajo que realizan quedando espacio
para la creatividad en el proceso de enseñanza aprendizaje que realizan.
Se trabaja para preparar a los profesores, en su práctica profesional educativa,
en la que deben saber proyectar correctamente estrategias de desarrollo a partir
de las condiciones existentes, dar respuesta a los problemas de carácter
profesional que los afectan y todo esto demanda ineludiblemente una formación
investigativa como base necesaria para el éxito profesional.
Esta preparación está muy vinculada con la formación de una concepción
científica del mundo por parte de los profesores, lo cual implica, vincular los
contenidos científicos a los problemas de la realidad; dominar los métodos de la
ciencias para aplicarlos y enseñarlos a utilizar; hacer uso de la gnoseología
dialéctica para permitir que los estudiantes transiten conscientemente por la
vía del conocimiento científico durante el proceso de enseñanza aprendizaje.
Las funciones son definidas (Álvarez de Zayas 1999, 181) como “... las
propiedades que manifiestan los procesos conscientes en su desarrollo y que se
expresan mediante acciones generalizadoras. Por otra parte (Centro de Estudios
Educacionales 2000, 1) se plantea que ”Una función depende de las otras que
posee el objeto durante su movimiento y en sus relaciones con el medio”.
Considerando estos aspectos como válidos, se hace necesario particularizarlos en
la profesión pedagógica, o sea, cuáles son esas funciones profesionales
pedagógicas y qué relaciones hay entre ellas.
Las funciones profesionales pedagógicas declaradas por el Ministerio de
Educación (MINED) y los Institutos Superiores Pedagógicos (I.S.P.) sobre las
cuales se estructura la formación profesional pedagógica y que son declaradas en
la investigación del modelo del profesional del Centro de Estudios Educacionales
del I.S.P. “E. José Varona”, son como ya se ha mencionado la función docente
metodológica, la función de orientación y la función investigativa.
Considerando que el objeto de trabajo del profesional de la educación es el
proceso de enseñanza aprendizaje, entonces hay dos categorías esenciales
implicadas, estas son, enseñanza y aprendizaje y deviene por tanto, como
primaria la función docente metodológica, puesto que se relaciona directamente
con el enseñar y el aprender como acciones generales que caracterizan a los
sujetos participantes de este proceso en su interactuar, el profesor desde un
rol profesional y los estudiantes desde su rol de aprendices.
Puede preguntarse acerca de estos aspectos, ¿Qué relación puede establecerse
entre la función docente metodológica y las demás funciones profesionales
pedagógicas? ¿Existe interdependencia entre ellas?. Para responder esas
interrogantes, se hace necesario analizar cada una de las funciones y determinar
las interrelaciones que existen entre ellas.
La Función docente – metodológica comprende el proceso de enseñanza aprendizaje,
para que se desarrolle con calidad, implica la necesidad de que el profesorado
tenga pleno dominio de la ciencia particular que imparte, de la metodología de
la misma, así como contenidos de las ciencias de la educación.
Lo que conlleva constantemente a una actualización y profundización teórica, a
la búsqueda de nuevos métodos de trabajo, a indagar, experimentar, intercambiar
criterios con otros colegas en el seno de su departamento o cátedra, e incluso
en marcos de actuación profesional más amplios.
La función docente metodológica es entendida como “Actividades encaminadas a la
planificación, ejecución, control y evaluación del proceso de enseñanza
aprendizaje. Por su naturaleza incide directamente en el desarrollo exitoso de
la tarea instructiva y de manera concomitante favorece el cumplimiento de la
tarea educativa” (Blanco y Recarey 1998, 85). Puede percibirse la relación de
las actividades con una acción generalizadora como es la dirección del proceso
de enseñanza aprendizaje, por ello sería oportuno explicitar también las
actividades encaminadas a la organización de dicho proceso.
A través de esta función docente metodológica se debe modelar y desarrollar
didácticamente la asignatura que se imparte considerando las exigencias
curriculares, las diferencias individuales y el contexto grupal, por lo que debe
problematizar acerca de: ¿Quiénes son estas personas?, ¿Cómo piensan, sienten y
actúan?, ¿Qué necesidades de aprendizaje tienen?, ¿Cuál es el nivel de
desarrollo que han alcanzado?, ¿Cuál es su estilo de aprendizaje?, ¿Qué
intereses, motivaciones y aspiraciones tienen?, ¿Qué influencias educativas
inciden sobre ellos?, ¿Qué tipo de orientación necesitan?.
Estas interrogantes demandan un diagnóstico que sirva de base para organizar
científicamente el proceso de enseñanza aprendizaje y como parte del mismo,
atender las diferencias individuales, por lo tanto debe abarcar aspectos de
índole general, particulares de la asignatura y específicos de cada estudiante.
Inmerso en este proceso está la orientación como condición necesaria para el
éxito de las tareas de enseñanza – aprendizaje.
El desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje debe ir acompañado de
observación sistemática, análisis y reflexión que permitan ir evaluando logros y
dificultades y por lo tanto ajustando la planificación a partir del nivel de
desarrollo alcanzado e ir proyectando nuevas acciones en función del desarrollo
potencial y de los objetivos propuestos. Este es también el punto de partida
para la innovación curricular que conduce a propuestas más enriquecedoras de la
personalidad de las y los estudiantes.
Se puede plantear que para realizar con éxito esta función el profesor tiene que
investigar, saber orientarse y orientar a los estudiantes y en esto consiste la
relación que existe entre las funciones, pues deben verse siempre de forma
integrada.
La investigación está inmersa en el accionar profesional que demanda esta
función docente metodológica. Al respecto, Paulo Freire con gran sabiduría
señaló “No hay enseñanza sin investigación ni investigación sin enseñanza”. Hoy
se habla, con insistencia, del profesor investigador.
"Forma parte de la naturaleza de la práctica docente la indagación, la búsqueda,
la investigación. De lo que se precisa es que, en su formación permanente, el
profesor se perciba y se asuma, porque profesor, como investigador” (Freire
1998, 32)
Se hace entonces necesario reflexionar acerca de la importancia de la identidad
profesional como punto de partida en la formación profesional pedagógica y su
vínculo con el desarrollo del pensamiento científico pedagógico y el modo de
actuación que debe caracterizar a este profesional donde la investigación se
imbrica como esencia del mismo.
La función orientadora es muy importante para alcanzar una verdadera orientación
en el proceso de enseñanza que se desarrolla, se deben tener para dar un
correcto cumplimiento a esta función tener serios conocimientos de psicología,
hay autores que separan la orientación psicológica que debe realizar el
psicólogo como especialista capacitado para ello, de la orientación pedagógica
que puede realizar el profesor lo cual constituye un aspecto muy discutido.
La función orientadora es entendida por Blanco y Recarey como “actividades
encaminadas a la ayuda para el autoconocimiento y el crecimiento personal
mediante el diagnóstico y la intervención psicopedagógica en interés de la
formación integral del individuo” (Blanco y Recarey 1998, 85). La orientación
como acción generalizadora, tiene un carácter eminentemente educativo y está
dirigida a brindar ayuda especializada, acompañamiento, en el crecimiento
profesional y humano y en la toma de decisiones.
Dentro de las acciones de orientación que la tipifican como función profesional
pedagógica están, entre otras, la orientación a la actividad de estudio,
orientación vocacional o profesional y orientación pedagógica a la familia, por
lo que esta función tiene relaciones de interdependencia con la función docente
metodológica. Hay acciones de orientación que pueden realizarse en grupos y
otras que requieren atención individualizada.
Para poder realizar con éxito esta función el profesor necesita, una vez
precisada el área de orientación y el o los sujetos a orientar, buscar
información acerca de la problemática individual y grupal, así como de la
familia y la comunidad en que está enclavada la escuela, para dar respuesta a
interrogantes necesarias que permitan hacer análisis objetivos en torno a las
problemáticas de los sujetos. Esto lleva implícito un proceso de caracterización
y diagnóstico como base necesaria para la adecuada orientación pedagógica.
Todo este proceso de búsqueda de información y diagnóstico de la comunidad, de
la familia, del grupo, y de cada estudiante no es más que un proceso permanente
de investigación que permite hacer un pronóstico lo más objetivo posible y
proyectar las acciones de orientación pedagógica necesarias para que puedan
enfrentar su realidad de forma consciente y enriquecida, por lo que puede
decirse que la investigación educativa está intrínsecamente vinculada a la
función orientadora del profesional de la educación.
La función investigativa no debe verse como una función aislada de su quehacer
diario, sino que debe ser la vía fundamental del éxito de su desempeño
profesional, imbricada en las diferentes funciones que realiza. De esta forma
contribuye al autoperfeccionamiento del profesor, a la elevación de la
motivación profesional y de la efectividad del proceso pedagógico, lo que
redunda en su calidad, vista en el egresado, el cual debe satisfacer las
necesidades y demandas sociales, así como ser capaz de proyectar su propio
desarrollo.
Asignarle a los profesionales de la educación una función investigativa no debe
significar una sobrecarga, sino una exigencia de profesionalización para elevar
la calidad del proceso pedagógico.
En la medida en que el profesional es capaz de interpretar adecuadamente su
realidad educativa y acceder por sí al conocimiento que guía el
perfeccionamiento de la misma, se identifica más con su profesión al
involucrarse como parte de la problemática y de su solución, se hace
independiente y experimenta sentimientos positivos de realización personal y
profesional, se transforma en productor de conocimientos y desarrolla su
creatividad en función del perfeccionamiento continuo de la educación y de su
autoperfeccionamiento profesional.
La preparación para el cumplimiento de la función investigativa, exige de la
apropiación del método científico en el proceso formativo.
Esta función investigativa tiene como contenido esencial:
- La identificación y jerarquización de los problemas que están obstaculizando
el proceso educativo. Parte de la observación y valoración de la realidad
educativa, y puede concretarse mediante el diagnóstico.
- La teorización acerca del problema para poder asumir una posición científica
que sustente las propuestas de cambio que deriven de dicho proceso, lo que
demanda una constante búsqueda y actualización teórica.
- La introducción y evaluación en la práctica de los resultados obtenidos con
vistas a su transformación y continuo perfeccionamiento, lo que implica la
observación y análisis reflexivo permanente “en”, “sobre” y “para” la práctica.
Este contenido esencial comprende las acciones generalizadoras implícitas en el
método científico: problematización, teorización y comprobación, donde la
práctica está presente en todo el proceso, en estrecho nexo con la teoría. Por
lo tanto, lo que se le pide a los profesores, no es que investiguen por
investigar, sino que se transformen en profesionales competentes a partir del
mejoramiento de su práctica educativa mediante la investigación de los problemas
que la afectan, así como la reflexión permanente con visión de futuro, buscando
alternativas de perfeccionamiento continuo sustentadas en posiciones científicas
y éticas.
Sin embargo muchos profesionales de la educación en ejercicio, aún no son
conscientes de este hecho y consideran la investigación como una sobrecarga que
los agobia y para la cual no se sienten preparados.
Par lograr una contribución al perfeccionamiento continuo de la realidad
educativa del trabajo del profesor y que logre calidad de la educación se debe
tener en cuenta que el profesional de la educación es por la esencia de su
trabajo un investigador, pero para encontrar soluciones científicas a sus
problemas profesionales debe tener compromiso profesional, ser consciente de la
necesidad de investigar y tener los recursos teóricos y metodológicos para ello.
Como profesional no debe limitarse a la solución de problemas, sino que la
investigación debe permitirle proyectar nuevos niveles de desarrollo de su
realidad educativa, esto es, tener visión de futuro y prepararse para el mismo.
Los profesionales de la educación alcanzan prestigio y profesionalidad en la
medida en que su actividad profesional puede ser desempeñada con independencia y
creatividad, cuando es capaz de analizar críticamente su práctica educativa y
llegar, por la vía de la ciencia, a encontrar nuevas alternativas que permitan
resolver los problemas más emergentes que la están afectando, así como cuando
enfrentan los retos que demanda a la educación, el desarrollo social
perspectivo.
¿De qué naturaleza pueden ser estos problemas?
• Problemas educativos individuales, grupales o generales.
• Problemas curriculares (tanto de diseño, desarrollo, como de evaluación)
• Problemas relacionados con las influencias educativas del entorno:
Escuela-Familia-Comunidad.
• Problemas de la ciencia particular que imparte (aunque no es lo que se pide
hoy a los profesionales de la educación, no se excluye como posibilidad, dado su
desarrollo actual y motivación)
Estos problemas por su naturaleza pueden ser de diversa índole, eminentemente
pedagógicos, didácticos, psicológicos, sociológicos, y otros, por lo tanto su
abordaje necesita de una fuerte preparación en las diferentes ciencias de la
educación, en la ciencia de su especialidad, así como el dominio del método
científico.
Poder investigar la diversidad de problemas del entorno educativo, conlleva la
necesidad de aprender a trabajar en equipos multidisciplinarios, donde cada
especialista desde su fortaleza es capaz de aportar elementos que contribuyan a
solucionar dichos problemas, puesto que los mismos, al ser problemas de la
realidad, no se resuelven fácilmente desde una sola arista de análisis, sino que
su solución se encuentra más fácilmente desde la interdisciplinariedad.
Es importante que se perciba la interdisciplinariedad como plantea Fernando
Perera en su Tesis en opción al Grado de Dr. en Ciencias Pedagógicas, como "la
interacción entre dos o más disciplinas, producto de la cual las mismas
enriquecen mutuamente sus marcos conceptuales, sus procedimientos, sus
metodologías de enseñanza y de investigación" (Perera 2000, 23),
Quiere esto decir que los profesionales de la educación deben tener claridad de
su misión social de “educar” en toda la magnitud del término, y por lo tanto, no
pueden esperar que las normativas y decretos para el trabajo escolar, solucionen
los problemas singulares que en su realidad educativa enfrentan, sino que deben
tener conciencia de la necesidad de encontrar dichas soluciones.
Esto implica un proceso de investigación a partir del análisis crítico de su
práctica educativa, diagnosticar los problemas que la afectan, precisar las
aspiraciones, modelar e instrumentar las acciones que promuevan el cambio del
estado real al estado deseado de dicha realidad.
De ahí que sea impostergable el hecho de que los profesores se sensibilicen con
la necesidad de investigar para cambiar, que se armen de los recursos teóricos y
metodológicos para ello, lo que demanda además la adopción de nuevos enfoques de
investigación.
Esta reconceptualización en el campo de la investigación educacional es
importante para que la misma deje de ser externalista y desaparezca la creencia
de que la investigación sólo es atributo de "sabios", pasando a la toma de
conciencia de que la investigación en el campo de la educación es una función
profesional que en las condiciones actuales de la sociedad reviste vital
importancia.
Una investigación desde dentro del proceso pedagógico involucra a los
protagonistas del mismo, o sea, directivos, profesores, estudiantes,
comprometiéndolos con la problemática y su solución, transformándolo en un
proceso educativo con enfoque investigativo, donde la ciencia y el compromiso
son los recursos fundamentales para el cambio educativo que requiere la escuela
cubana actual.
Esto permitirá el uso de variantes que eleven la calidad del proceso y a su vez
favorezcan la elevación de la motivación profesional, haciendo que el enfoque
externalista de la educación quede atrás y el profesor deje de ser simplemente
quien ejecuta las disposiciones, simple cumplidor de normativas que lastran su
trabajo, restándole independencia y creatividad.
Cada vez con más fuerza se extiende por diferentes contextos el enfoque
humanista, cobrando importancia los seres humanos que protagonizan el proceso:
profesor, estudiante y grupo. Estos profesionales tienen mayor independencia y
flexibilidad en su desempeño profesional, a partir de que el currículum es visto
como proyecto educativo, por lo tanto, más que asumirlo pasivamente, deben
investigar.
Por su parte los estudiantes son vistos como sujetos activos de su propia
educación y desarrollo, son tomados en cuenta a partir de sus vivencias,
experiencias, necesidades, aspiraciones, motivaciones y tendencias. En el
contexto grupal se atiende la individualidad y son consideradas las diferencias
en un clima de respeto y democracia que favorece la socialización del
conocimiento y el intercambio científico de experiencias y opiniones. También se
potencia la cooperación a partir de aprender a trabajar en equipos, sin
descuidar el desarrollo individual.
Si bien puede considerarse que este tipo de proceso pedagógico es mucho más
productivo, también hay que reconocer que es más complejo, porque los retos que
deben enfrentar los profesores son cada vez mayores, cobrando importancia lograr
el desempeño profesional en el logro de materializar dentro del proceso las
funciones.
A modo de conclusión se puede afirmar que el nivel de interrelación que existe
entre las funciones profesionales, al darse en el proceso de forma integrada,
indica que el conocimiento de una de ellas favorece el conocimiento de la otra,
y el conocimiento de las funciones y el dominio de cómo proceder es de gran
importancia tanto para el logro de la calidad de la clase, del proceso y de la
preparación de los profesores.
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