Alejandro Sueiro Garra
Raúl Villavicencio Finalé
Grace Casas Martínez
Rolando López Menéndez
Centro de Estudios y Servicios Ambientales de Villa Clara,
subgrupo de arqueología de Sagua la Grande, Cuba
arqeocentro@vcl.cu
RESUMEN
El subgrupo de arqueología del Centro de Estudios y Servicios Ambientales (CESAM)
de Villa Clara, cuenta con una valiosa colección arqueológica donde se destaca
la presencia del sílex como elemento principal en la confección de herramientas
y la variada fauna asociada. Atendiendo a un problema de carácter nacional sobre
la desactualización que posee el tratamiento del sílex arqueológico en los
programas escolares de Historia de Cuba, y buscando un acercamiento de los
estudiantes al medio ambiente a través del conocimiento de la arqueozoología,
disciplina que investiga la interacción del hombre arcaico con su medio y las
consecuencias de esta interacción, el entendimiento de estas relaciones
ecológicas sobre la conducta y el impacto humano sobre el planeta, se creó una
sala expositiva aborigen. Esta sala tiene carácter didáctico, los alumnos
cuentan con materia prima para la confección (previo entrenamiento) de
herramientas de sílex, identifican los componentes de la arqueofauna
representados y los asocian a los diferentes hábitats que ocuparon los
aborígenes de la zona. Estas prácticas experimentales constituyen una
experiencia inolvidable para los estudiantes que las llevan a cabo, a los cuales
fortalece su independencia cognoscitiva. Desde hace cinco años se desarrolla un
programa de visitas que incluye a todas las escuelas primarias y secundarias del
municipio, complementando sus respectivos estudios sobre la comunidad primitiva.
Se mantiene de forma permanente un “Círculo de Interés”, donde sus integrantes
han demostrado una sólida adquisición de valores ambientalistas, demostrados en
expediciones al campo y en la actitud dentro y fuera de las aulas.
Palabras clave: arqueología, arqueozoología, medio ambiente, sala educativa
Key Word: archaeology, zooarchaeology, environment, educational room
INTRODUCCIÓN
El seguimiento realizado del proceso de enseñanza-aprendizaje, y las
investigaciones efectuadas al respecto muestran aún el predominio en nuestras
aulas de un proceso con carácter esencialmente instructivo, cognoscitivo, en el
cual se centran las acciones mayormente en el maestro y en menor medida, en el
alumno, (Rico y Silvestre, 2002). En consecuencia, el alumno tiende a aprender
de forma reproductiva, se observa muy afectado el desarrollo de sus habilidades
y de sus posibilidades para la reflexión crítica y autocrítica de los
conocimientos que aprende, de ahí que su inclusión consciente en el proceso se
vea limitada.
Según González-Rey (1985), el desarrollo de los procesos psíquicos y la
formación de la personalidad de cada individuo tienen lugar mediante la
asimilación de la experiencia histórico-social acumulada por generaciones
anteriores. Esta experiencia, plasmada en forma de conocimientos y
procedimientos, es gradualmente incorporada, asimilada por el individuo en el
transcurso de múltiples actividades, las cuales deben garantizar este aprender a
actuar, a proceder, sobre la base de los conocimientos, acciones y
procedimientos que adquiere.
Una de las ciencias que estudia estas experiencias pretéritas es la arqueología,
sobre la que Dacal y Rivero (1984), dan una de las definiciones más
interesantes, refiriéndose a ella como la encargada de extraer de los más
diversos contextos, las huellas del devenir humano.
Estas huellas están representadas en su mayoría por evidencias materiales, tales
como herramientas, restos de dieta, elementos culturales y otras manifestaciones
de interacción del hombre con su ambiente. Entre estas evidencias, las
herramientas de silex ocupan un lugar primario. La producción lítica, por ser la
que mejor representa al modo de vida más remoto de la humanidad, se ha ganado el
lugar cimero muy merecido para esta etapa del desarrollo del hombre, hasta tal
punto de considerársele desde la época de Darwin como la base de toda la cultura
humana. Con gran interés se buscan afanosamente en esta exclusiva prueba
material del pasado, respuestas concretas que contribuyan a resolver el problema
relacionado con la antigüedad del hombre en Cuba, especialmente por su carácter
imperecedero que la hacen como parte del todo, testigo fiel de esa época.
Paradójicamente, el estudio del sílex arqueológico en Cuba es desdeñado del todo
hasta 1972, de las numerosas periodizaciones hechas en Cuba hasta entonces,
ninguna contemplaba a los grupos humanos que dependieron en gran medida de este
necesario componente de la vida material del hombre primitivo. Cualquier obra
escrita por entonces puso todo su énfasis en valorar, describir y mostrar
colecciones enteras de herramientas de concha, objetos superestructurales y
mucha cerámica, pero muy escasas o nulas alusiones al silex, denominándosele por
entonces indebidamente “astillas de pedernal”, aún cuando, desde mucho antes, en
el Viejo Mundo se hacían estudios profundos al respecto.
Un problema vigente de repercusión social está relacionado con la gran
desactualización que posee el tratamiento del silex arqueológico en los
programas escolares de Historia de Cuba que incorporan en su primera unidad de
estudio, el período de las comunidades aborígenes. Al respecto puede apreciarse
en las páginas 10 y 11 del libro de texto utilizado actualmente en 5to grado y
en la página 7 del de 9no grado, que prácticamente se ignora su existencia o se
menciona de manera inapropiada como “piedra dura”, mientras que se atesoran en
el país millares de artefactos construidos con este material.
Este asunto se hace más contradictorio, porque de manera acelerada varios museos
de la provincia de Villa Clara han incorporado a sus tesis expositivas
permanentes los nuevos descubrimientos, como parte de la socialización de los
resultados de los proyectos de investigación que se ejecutan. Estos consisten en
un número importante de artefactos de silex, que se exhiben a los estudiantes
que allí acuden en busca de información al respecto, en oposición a los
contenidos actuales de los programas mencionados.
Desde el año 1989, comenzando como un grupo aficionado y a partir del año 2001
como Grupo de Arqueología del Centro de Estudios y Servicios Ambientales de
Villa Clara, nuestros investigadores han desarrollado un programa de
exploraciones reiteradas ejecutado sobre una superficie de 1600 km2 en el
noroeste de Villa Clara. Esta región está caracterizada geográficamente por una
desgastada cordillera, muy rica en silex de alta calidad y áreas adyacentes
conformadas por sabanas interiores y una extensa llanura costera, creada en el
pasado remoto por los aportes sedimentarios del río Sagua la Grande.
Las expediciones exploratorias siempre estuvieron especialmente dirigidas al
peinado paciente y meticuloso de ambas márgenes de los cauces de cualquier
magnitud que intervienen en la formación de la compleja y amplia red fluvial que
existe en la mencionada región, teniendo en cuenta también a los que fueron
considerados como paleocauces, porque el paisaje que se observa actualmente en
ella, dista mucho de parecerse al que contemplaron las comunidades aborígenes
que lo habitaron desde épocas remotas hasta su desaparición mucho antes de la
llegada del colonizador español.
Sus extensos y tupidos bosques asociados al carso, que hicieron famosa a esta
zona en dicha etapa colonial, constituyeron el eslabón fundamental del sistema
ecológico del territorio heredado de ese pasado, aspecto este que contribuyó a
mantener las condiciones ambientales favorables para el sustento del modo de
vida que practicaron sus primeros pobladores a una escala social muy simple.
En el presente, el número de residuarios arqueológicos se ha incrementado a 523,
por lo que puede considerarse al método de exploración aplicado como el
apropiado para detectar el pobre y disperso registro dejado por los grupos de
cazadores antiguos, de lo cual puede inferirse que su estrategia de subsistencia
concebía como hábitat a toda una región para someterla a sus movimientos
cíclicos y no a un punto específico sobre el terreno, como sí ocurrió en otra
escala social posterior de la sociedad primitiva.
Como parte del resultado de estas investigaciones y trabajos de campo, las
instalaciones del Arqueocentro cuentan hoy con una invaluable colección
arqueológica, reconocida como una de las primeras de su tipo en el país (Silva
et al., 2007), y que incluye varios miles de piezas. Esta colección puede ser
dividida en tres grandes subcolecciones:
1. Colección de Arqueología.
2. Colección de Arqueozoología.
3. Colección de Referencia.
Como una de las salidas de los proyectos investigativos, en relación con la
socialización de los resultados, se estructuró una sala de arqueología aborigen
en los predios del Arqueocentro con la intención que más que una mera sala
expositiva, se convirtiera en un medio de enseñanza.
Al respecto Klingberg (1978), define como medio de enseñanza, “todos los medios
materiales necesitados por el maestro o el alumno para una estructuración y
conducción efectiva y racional del proceso de educación e instrucción a todos
los niveles, en todas las esferas de nuestro sistema educacional y para todas
las asignaturas, para satisfacer las exigencias del plan de enseñanza". Los
ejemplos demuestran que la relación de los métodos de enseñanza con los medios
educativos no se ha de comprender como una rígida relación, sino que en una
situación didáctica concreta existe una gran cantidad de combinaciones posibles.
En consecuencia con los problemas comentados y en función de cumplir con las
expectativas asumidas para con el aula, se planteó el siguiente objetivo:
Diseñar el uso de la sala de arqueología aborigen como medio de enseñanza para
la historia de las comunidades aborígenes cubanas y la interacción de estas
comunidades con su medio natural.
DESARROLLO
Descripción de la sala de arqueología
La sala de arqueología ocupa el área de un salón de aproximadamente 70 m2. El
centro de la sala constituye una representación de un sitio aborigen, cuya
superficie se encuentra cubierta de tierra y atravesada por un surco azul que
simboliza un río (o cualquier otra fuente de agua dulce como un manantial o
laguna). Esta representación está bien delimitada por rebordes de cemento,
dejando espacio a un perímetro en forma de anillo que permite el recorrido e
interacción dentro del recinto.
El sitio se encuentra surcado de elementos aborígenes donde se destaca la
presencia del silex, que va desde numerosas y disímiles herramientas hechas de
este material, como puntas de flecha, perforadores, cuchillos, raspadores,
buriles, hasta grandes núcleos a partir de los cuales eran extraídas estas
herramientas. También se encuentra muy bien representada la industria de la
concha, que incluye gubias, martillos, cucharas, y de manera semejante, las
conchas enteras de varios de los moluscos más utilizados en estas actividades,
como el cobo (Strombus gigas), el quinconte (Cassis tuberosa) y tritones
(Charonia variegata).
Como parte de la decoración se encuentra una cavidad cársica, elemento del
paisaje local muy asociado a los asentamientos estudiados en la zona, que sirvió
de refugio al hombre primitivo y de hábitat a numerosas especies con las que él
interactuó. Asimismo se incluyen un par de arbustos como símbolos de la flora
autóctona.
Los detalles más impactantes de la sala sin duda se encuentran bajo las figuras
de sendas esculturas, que representan dos aborígenes de tamaño natural. Uno de
ellos se encuentra dentro del sitio, sentado con sus piernas flexionadas una
sobre otra, enfrascado en la talla de una herramienta de silex. A medio metro de
él se encuentran los retos, de un fogón (hogar), como muestra de que la
actividad de la comunidad giraba en torno a este elemento.
El segundo aborigen se encuentra parado, fuera de la periferia del sitio, en la
esquina posterior izquierda de la sala. Está bajo un arbusto, en su mano derecha
porta una lanza con punta de pedernal y sostiene en su mano izquierda una jutía
y un pato, productos de la caza.
La pared del fondo se encuentra parcialmente cubierta por un mapa del
centro-norte de Villa Clara, donde aparecen marcados los sitios arqueológicos
más representativos estudiados. Sobre la pared izquierda se encuentran tres
vitrinas, en la más alejada de la entrada, casi sobre la punta de la lanza del
aborigen, se encuentran puntas de flecha norteamericanas, de alto nivel de
elaboración. En el centro se encuentran hachas de mano, herramientas toscas, muy
primitivas y exclusivas de la región. Estas están acompañadas de un esquema que
explica el proceso de elaboración de las mismas. La última vitrina, cercana a la
entrada, comprende un grupo de réplicas de elementos superestructurales, de
carácter simbólico, mágico-religioso, piezas confeccionadas por los aborígenes
de cultura más avanzada que habitaron la isla, hasta el momento no reportados
para nuestra región.
Funciones de la sala
La sala de arqueología tiene dos funciones principales, ambas de carácter
educativo.
1- Constituye un lugar de visita obligada para estudiantes de niveles primario y
secundario, que coinciden en el tiempo con el estudio de la comunidad primitiva
cubana, dentro del cronograma de la asignatura Historia de Cuba.
2- Es el escenario donde se desarrollan las actividades del Círculo de Interés
de Arqueología.
Aunque visitan la sala todos los niveles de enseñanza del municipio, desde
primario hasta universitario, instructores de arte, entidades como Casas de
Abuelos y la Clínica del Diabético y otros grupo, el ciclo de visitas prioriza a
los estudiantes de quinto y noveno grado. Al efecto, en comunión con la
dirección municipal de educación, se confeccionó un calendario que incluye a
todas las escuelas primarias y secundarias del municipio.
Cada visita se caracteriza por una charla recíproca entre los alumnos, sus
profesores y alguno de nuestros especialistas, que dirige la actividad.
El especialista conduce la charla primero hacia la caracterización de los
principales grupos aborígenes cubanos. Esto se logra mediante la identificación
de los variados elementos asociados, herramientas y restos de dieta. A partir de
estos elementos se induce a los alumnos a la descripción de los diferentes
hábitats ocupados por el hombre arcaico, así como la interacción de este con su
ambiente.
Los estudiantes llegan a las conclusiones de que en entornos como el del
noroeste de Villa Clara, los cazadores tuvieron la oportunidad de establecer sus
movimientos cíclicos en una región cársica que agrupaba abundantemente, fauna,
silex de excelente calidad y agua potable, tríada vital que dio cobertura al
despliegue exitoso de las estrategias de caza por toda la cordillera durante un
período de tiempo aparentemente extenso.
Una extensión más profunda de la funcionalidad de esta sala y la disposición de
las colecciones en oficio de ella están representadas en el Círculo de Interés
de Arqueología. Este grupo surge a partir de estudiantes que una vez visitada la
sala, quedaron cautivados por la experiencia. El conjunto, integrado por
estudiantes de los niveles escolares ya mencionados, emplea la sala como cuartel
de intercambio de debates, ideas, proyectos y como “taller aborigen”.
Nuestro paisaje local es abundante en rocas silíceas, factor que ha contribuido
a lograr una vasta cantera de materia prima para la realización experimental de
herramientas líticas. Estos artefactos, que caracterizan al hombre cazador,
constituyen un elemento esencial para su modo de vida.
Los procedimientos técnicos que se aplican a la reducción de los núcleos de
silex con el fin de preparar útiles que den solución a los acuciantes problemas
de la subsistencia, están directamente asociados con el modo de vida
cazador-recolector que se remonta al origen de la especie humana y de su cultura
material y espiritual, y con ello se manifiesta una regularidad histórica. De
ahí la importancia para Cuba de la profundización en este tipo de estudios,
porque aun cuando el hombre no ha surgido en este escenario geográfico, es muy
importante conocer cuándo el remanente del estado anterior de ese proceso
histórico ocurrido en el Viejo Mundo, arribó por primera vez a este archipiélago
después de transitar por la parte norte del continente, cuestión esta que la
arqueología cubana no puede soslayar.
Es incuestionable que el encuentro cada vez más reiterado con el silex hecho
herramienta repercutió no solo en un mejor enfrentamiento a esa realidad, sino
que pudo estimular el conocimiento por lo más útil del medio para hacer más
efectivo el esfuerzo desplegado. Puede inferirse entonces, que en el ejercicio
de la práctica cotidiana se fortalecía la actividad analítica del pensar y esto
pudo llevar al hombre al descubrimiento de la identidad de las rocas silíceas y
de sus posibles nexos con otras partes y objetos de necesidad de la época como
desbastar y cortar algo útil, matar y descuartizar animales, etc.
En función de estos razonamientos, los estudiantes se empeñan en la talla de las
herramientas de silex. Son capaces de reconocer el posible uso de cada
herramienta a partir de su estructura y de establecer interesantes comparaciones
entre sus homólogas norteamericanas y europeas. La talla del silex desarrolla
sus capacidades creadoras y analíticas.
Otro aspecto que han desarrollado los integrantes de este grupo es el
reconocimiento de las distintas especies que convivieron con el hombre
primitivo, cómo las explotaron, qué usos les dieron.
Según Steward (1995), desde la perspectiva arqueozoológica se estudian conceptos
sobre la relación entre el medio ambiente, la subsistencia, tecnología,
población humana y otros aspectos de la vida cultural, considerando al hombre y
su medio como partes integrantes de un todo, todo que constituye la trama de la
vida, como componentes interactivos donde el hombre se adapta a su medio (el
medio actúa sobre él) y también el hombre modifica el medio (el hombre actuando
sobre el medio).
Ya en 1834, Sven Nilsson publicó sus teorías que clasificaban al hombre según su
medio de subsistencia y la manera como interactuaba con el medio ambiente. Habló
del salvaje cazador, pescador, recolector; del pastor y el nómada, que viven de
sus rebaños, del agricultor y del civilizado (Díaz-Franco, 2006).
Para la identificación de las diferentes especies, los alumnos se han valido de
la colección de referencia. Se denomina colección de referencia a la colección
que atesora restos de todos los ejemplares posibles que habitan o habitaron
nuestro país (tanto extintos como vivientes), para usos comparativos
fundamentalmente en la arqueozoología y la paleontología (Reitz y Wing, 1999),
aunque puede ser muy útil en otras disciplinas científicas.
Nuestra colección cuenta con la osamenta de la mayoría de los mamíferos cubanos,
autóctonos e introducidos, así como numerosos grupos de aves y en menor medida
del resto de los vertebrados.
Mediante la colección de referencia, los integrantes del Círculo de Interés se
han introducido en el mundo de la anatomía comparada. Empleando las piezas de
esta colección a manera de rompecabezas, son capaces de “armar” esqueletos
enteros de cualquier vertebrado, sabiendo reconocer con exactitud, a que parte
corporal pertenece cada elemento esquelético, lo que les permite deducir a
partir de los elementos de la colección arqueozoológica, la manera en que el
hombre consumía su alimento: si lo mataba y trasladaba íntegro, si lo
descuartizaba y solo trasladaba algunas piezas hasta su lugar habitacional.
También infieren el número de ejemplares presentes en la muestra y lo asocian
con un modo de vida racional, de subsistencia y nunca asociado con matanzas
indiscriminadas.
Los conocimientos adquiridos por los alumnos en el aula les han permitido
convertirse en verdaderos protagonistas de la arqueología. Se les ha brindado la
oportunidad de participar en excavaciones locales, donde han demostrado sus
habilidades en la identificación de los distintos elementos presentes en los
residuarios, convirtiéndose en colaboradores de gran utilidad en la labores
investigativas, asumiéndolas con disciplina y seriedad.
En sus propias expediciones, los estudiantes del Círculo de Interés han
descubierto por sí solos dos sitios arqueológicos dentro de la localidad.
Estos niños y adolescentes se han convertido en un referente para sus compañeros
de aula, que acuden a ellos con elementos que encuentran y les parecen
interesantes. Sus maestros y maestras declaran que se han convertido en líderes
ambientalistas a través de la arqueología.
CONCLUSIONES
La sala de arqueología del Arqueocentro constituye un escenario didáctico para
el desarrollo del conocimiento activo, de las capacidades y habilidades de los
estudiantes de primaria y secundaria básica, sobre el aborigen cubano y su
interacción con el medio ambiente.
BIBLIOGRAFÍA
• Dacal, R. y M. Rivero. 1984. Arqueología aborigen de Cuba. Editorial Gente
Nueva, La Habana.
• Díaz-Franco, S. 2006. Análisis de la extinción de algunos mamíferos cubanos,
sobre la base de evidencias paleontológicas y arqueológicas. Rev. Biol., 18(2):
147-154.
• González-Rey, F. 1985. Psicología de la personalidad. Editorial Pueblo y
Educación. La Habana.
• Klingberg, L. 1978. Introducción a la didáctica general. Editorial Pueblo y
Educación. La Habana.
• Reitz, E. y E. Wing. 1999. Zooarchaeology. Cambridge University Press,
Georgia.
• Rico, P. 2002. Algunas características de la actividad de aprendizaje y del
desarrollo intelectual de los alumnos. En: Compendio de Pedagogía. Editorial
Pueblo y Educación. La Habana.
• Silva, G., W. Suárez y S. Díaz-Franco. 2007. Mamíferos terrestres autóctonos
de Cuba vivientes y extinguidos. Museo Nacional de Historia Natural, La Habana.
• Steward, J. 1995. Theory of culture change: the methodology of multilinear
evolution. Urbana University of Illinois Press.
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