Iratxe Suberviola Ovejas (CV)
Universidad de la Rioja. Departamento de Ciencias de la Educación
iratxe.suberviola@unirioja.es
Es evidente que la escuela mixta no garantiza la igualdad de oportunidades. La
escuela continúa transmitiendo estereotipos y roles, que se evidencian en
aspectos como la elección de estudios o la transición a la vida adulta.
En este artículo se realiza una breve reseña histórico-legislativa sobre
coeducación, analizando los avances logrados y aquellos que todavía se deben
conquistar en la práctica educativa. Por otro lado se presentan una serie de
reflexiones que todo miembro de la Comunidad Educativa debe hacerse en su
ejercicio profesional. Se aportan una serie de orientaciones y planteamientos
para el desarrollo de una coeducación efectiva.
Coeducación, educación en igualdad, escuela mixta, mujer, género
No son desestimables los avances producidos en el Sistema Educativo orientados
hacía una educación en igualdad, desde que a Antonia Arribas, el 25 de Mayo de
1871 se le respondía afirmativamente a su solicitud de examen de Enseñanza
Secundaria, hasta nuestros días
La coeducación se ha ido abriendo paso a partir de experiencias que han
cuestionado los planteamientos tradicionales que equiparan la igualdad de acceso
a la educación con la igualdad de oportunidades.
No obstante, en la sociedad en general y en los profesionales de la educación en
concreto, se puede apreciar un abanico en los discursos sobre educación y género
que van desde el sexismo tradicionalista que reivindica la existencia de modelos
educativos diferenciados en función del sexo (afortunadamente, corriente poco
extensa) hasta la postura que afirma que el machismo atraviesa toda la sociedad,
inclusive los centros educativos, y por lo tanto se debe intervenir en ellos
para modificar las estructuras sociales (Actis, De Prada y Perea, 2007)
Considero que si se realiza un análisis profundo y exhaustivo en relación al
género de diferentes ámbitos como el educativo, laboral, doméstico, estético,
etc, se puede concluir que a pesar de que se ha experimentado un avance en la
igualdad de la mujer, el camino está a medio recorrer. La supuesta equidad que
nos vende el sistema educativo no resulta tal. En la escuela perduran elementos
que reproducen y perpetúan las diferencias por cuestión de sexo. No existe
pariedad en los puestos de mayor prestigio, en el reparto de labores domésticas
no remuneradas, en los salarios, en la elección de estudios, etc.
El debate actual sobre el papel que desempeña el Sistema Educativo en la
igualdad de oportunidades se centra en las contradicciones entre la
modernización de las relaciones de género mediante discursos culturales y el
fracaso existente en llagar a una equidad real.
Para comprender tanto los logros alcanzados como los que están por conquistar,
es conveniente conocer el panorama histórico y legislativo que nos precede.
Rousseau sienta las bases de la educación de niños y niñas. Con su obra Emilio
(Rousseau, 1762, traducido por Viñas, 2000) influyó en la educación de los S.XIX
y S.XX. Este autor se apoyaba en supuestas diferencias de naturaleza y de
responsabilidad entre hombres y mujeres otorgando superioridad a los primeros.
De este modo, los hombres y mujeres debían cumplir funciones sociales distintas.
Históricamente, nuestro Sistema Educativo, ha sido partícipe de esta idea por lo
que se diseñó dos modelos de educación escolar diferentes en función de las
diferencias genéricas: las niñas debían aprender cuestiones domésticas y
religiosas mientras que los niños se formaban para las leyes, trabajos de armas
y la vida pública.
Durante la primera década del S. XX se publicaron ttres textos legales con la
finalidad de ampliar el número de mujeres con derecho a instruirse, potenciar la
enseñanza femenina en secundaria y erradicar las trabas legales de acceso de la
mujer a la Universidad. A pesar de estos avances legales, el absentismo escolar
continuaba siendo alto entre las niñas.
El gobierno Republicano convirtió en mixtos los institutos, las escueles
normales y las escuelas anejas a éstas. El 9 de Septiembre de 1937 se establece
la coeducación en todas las escuelas primarias de la zona republicana. Los niños
y niñas realizan la misma actividad y de modo conjunto.
La dictadura de Franco supuso un claro retroceso en el avance de la igualdad de
las mujeres. En este periodo la educación paso a ser católica y patriótica.
Los alumnos y alumnas vuelven a ser separados y los currículos destinados a cada
uno de ellos son diferentes. Las chicas cursan materias orientadas al servicio y
la atención a la familia y el currículum destinado a los chicos tiene una
importante carga pre-militar.
La Ley General de Educación de 14 de Agosto de 1970 (Véase BOE nº 187) reconoce
la igualdad de oportunidades en materia educativa para hombres y mujeres. Se
establece la escolarización mixta y de currículo único. Se amplía la enseñanza
obligatoria hasta los 14 años.
Diferentes autores consideran que esta Ley no es tan igualitaria como en
principio promulga. La unificación curricular para ambos sexos, que instauran
las escuelas mixtas, no se ha realizado sobre la base de la integración de los
parámetros femeninos y masculinos sino por generalización de estos últimos. Las
actividades tradicionalmente femeninas quedan devaluadas al no incluirse en el
ámbito educativo. Esto refuerza la idea de la poca importancia que tienen las
tareas tradicionalmente femeninas y contribuye a una fórmula falsamente
igualitaria y a la reproducción de desigualdades por cuestión de género.
(Ballarin, 2004; Reyzábal, 2003)
La citada Ley de 1970, unida a la Ley Orgánica de Derecho a la Educación de 1985
(Véase BOE nº 159) tiene como consecuencia la presencia femenina en todas las
etapas y niveles. A pesar que esto se debe contemplar como un paso hacía la
igualdad, la escuela continúa reproduciendo los estereotipos sociales.
La Ley Orgánica General de Sistema Educativo de 1990 (Véase BOE nº 238) reconoce
la discriminación por sexos. En su intento de paliación introduce en los
currículos el principio de igualdad y coeducación, incorporando metodologías que
lo aborden de manera transversal.
Sin embargo estos esfuerzos no alcanzaron el éxito esperado. En el ámbito
escolar persisten las desigualdades a pesar de la existencia de numerosas
propuestas para el desarrollo de una coeducación efectiva (Del Amo, 2009)
La Ley Orgánica de Calidad Educativa de 2002 (Véase BOE nº 307) señala como uno
de los principios de calidad del Sistema Educativo la capacidad de transmitir
valores que favorezcan la libertad personal, la responsabilidad social, la
cohesión y mejora de las sociedades y, la igualdad de derechos entre sexos que
ayuden a superar cualquier tipo de discriminación.
La Ley Orgánica de Educación de 2006 (Véase BOE nº 106) plasma como fin
educativo la formación del alumnado en el respeto de los derechos y libertades
fundamentales y de la igualdad efectiva de oportunidades ente hombres y mujeres,
la valoración crítica de las desigualdades y la superación de los
comportamientos sexistas.
Junto a estos incompletos pero inestimables avances hacía una coeducación real y
efectiva, se debe unir el incremento en las últimas tres décadas de formación de
grupos, investigaciones, producción, asociación, doctorados específicos, líneas
editoriales, programas y proyectos internacionales etc, en relación al análisis
de las desigualdades por razón de género. (Ballarín, 2005)
El estudio histórico y legislativo, junto con el análisis de la sociedad, deja
patente que el concepto coeducación es más amplío y rico que el de enseñanza
mixta, haciendo referencia a un proceso intencionado y consciente de
intervención educativa que persigue el desarrollo integral de las personas
independientemente del sexo al que pertenezcan, sin coartar capacidades en base
al que corresponden.
Un Sistema Coeducativo supone la revisión de las pautas sexistas de la sociedad
y de sus instituciones, incluyendo las educativas, evitando que en éstas se
transmitan estereotipos sexistas.
La educación de la igualdad debe propiciar la comunicación entre individuos de
ambos sexos desde el respeto mutuo, en el conocimiento de las particularidades,
en la aceptación convivencial, en la superación de los sesgos y estereotipos
sexistas. Nadie por razón de sexo debe partir de una situación de desventaja o
tener que superar mayores dificultades para conseguir sus objetivos
(Sánchez-Delgado, 2009; Sánchez y Rizos, 1992)
El Sistema y la Comunidad Educativa deben responder a una serie de cuestiones a
la hora de desarrollar su intervención educativa, de cara a garantizar que la
coeducación se produzca de un modo efectivo, sin quedarse en algo puramente
anecdótico o puntual, de modo que los docentes se hagan conscientes de las
debilidades y errores del Sistema en este aspecto con el objeto de paliarlo en
su ejercicio profesional.
Algunas de estas preguntas son:
- ¿Como interactúan en clase los niños y las niñas? ¿Y en el recreo?, ¿En el
aula de informática? y ¿En Educación física?
- ¿Es el centro escolar un espacio en el que en todo momento se fomente la
igualdad de derechos y deberes?
- ¿Que mensajes encubre el currículo no explícito en cuestión de género?
- ¿El profesorado realiza un uso sexista del lenguaje?
- ¿Existen unas expectativas diferentes por parte de los docentes en cuanto al
rendimiento de alumnos y alumnas? y ¿al nivel de exigencia?
- ¿Que orientación profesional reciben unos y otros?
- ¿Se realiza una elección adecuada del material didáctico empleando aquel que
evite estereotipos?
- ¿Se tienen en cuenta los intereses de alumnas y alumnos por igual a la hora de
seleccionar las actividades extraescolares?
- ¿Empleamos el mismo tiempo de atención al alumnado femenino que al masculino?
- ¿Somos más permisivos con ciertas conductas dependiendo del sexo del alumno
del que procedan?
Para concluir, me gustaría aportar algunas directrices, orientaciones,
reflexiones y pautas que el Sistema Educativo; desde las instituciones
legislativas hasta el profesorado, deben tener presentes en el ejercicio de su
labor.
• La introducción de la coeducación en el curriculum no se puede realizar a
través de prácticas puntuales. La educación para la igualdad supone un
replanteamiento de la totalidad de los elementos implicados en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, desde las finalidades globales hasta los objetivos más
específicos; desde los contenidos básicos al diseño de unidades didácticas;
desde las orientaciones metodológicas generales al planteamiento de actividades
concretas; desde aspectos organizativos a la comunicación en el aula.
• Se debe concienciar y sensibilizar a los responsable públicos y agentes
socializadores, sobre la persistencia de roles y valores tradicionales de género
tanto a nivel público como privado. Es necesario eliminar la falsa creencia de
que la igualdad jurídica es equivalente a la igualdad real (Rodríguez, 2007)
• Es necesario evitar el uso androcéntrico del lenguaje, que se caracteriza por
la simetría en cuanto a la presencia y significado de lo masculino y lo
femenino. El denominado masculino genérico, no siempre permite conocer de quien
se está hablando, lo que si es cierto es que esta forma de referirse a los
colectivos hace visibles a los varones ocultando la presencia de las mujeres.
• Es necesario analizar la presencia de roles, valores, estereotipos de género y
discriminaciones ocultas presentes en los materiales, contenidos y prácticas
educativas, relaciones entre el profesorado y alumnado etc.
• Se debe tener presente la existencia de la invisibilidad de las mujeres en la
historia, la cultura y la construcción del conocimiento científico. En los
currículos escolares deben aparecer los logros que cada género ha aportado a la
sociedad. A modo de ejemplificación, nos podemos plantear si la siembra o la
recolecta, tradicionalmente llevada a cabo por mujeres, son tan importantes como
la caza; el mantener la armonía familiar y cuidar a los enfermos es algo
fundamental en la sociedad ¿lo es la guerra?
• Debemos reflexionar sobre el por qué de la existencia de desigualdad en la
transición a la vida adulta. El mercado laboral se resiste al reconocimiento de
igualdad en el salario y en las condiciones de trabajo. Por otra parte, la
formación de una familia y la maternidad continúan haciendo difícil la tan
promulgado “conciliación familiar”, incidiendo negativamente en las
posibilidades de ascenso de las mujeres. (García- Gracia, 2006)
La escuela como formadora de futuros ciudadanos tiene la responsabilidad social
y educativa de superar los pre-juicios sexistas, no reproduciendo y evitando que
se perpetúen los estereotipos y roles de género, revisando el sistema de valores
y actitudes que transmite, analizando discriminaciones históricas por razón de
sexo, modificando los contenidos educativos, evitando la invisibilidad de las
mujeres, equiparando en importancia las actividades tradicionalmente
desarrolladas por mujeres y hombres. En definitiva, la escuela debe detectar,
analizar y compensar las desigualdades por cuestión de género, formando hombres
y mujeres libres e iguales para afrontar diferentes aspectos de la vida.
Bibliografía
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Boletín Oficial del Estado. BOE 4 de julio 1985, nº 159.
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Sánchez, J.L & Rizos, R. (1992). Coeducación. En Temas transversales del
currículum, 2. Junta de Andalucía. Consejería de Educación y Ciencia.
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