Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 2, Nº 15 (mayo 2010)

LA EDUCACIÓN EN VALORES. LA RESPONSABILIDAD


 

Alberto Pablo Ruiz Pérez
Universidad de Ciencias Pedagógicas ¨Félix Varela Morales¨, Cuba
albertor@isp.vcl.rimed.cu 

 

En la actualidad la educación en valores, es una problemática que preocupa y es objeto de análisis de políticos, especialistas y educadores de diferentes países, independientemente del régimen social existente; y es así, porque ello está indisolublemente vinculado a la propia existencia del ser humano, es decir al desarrollo de la personalidad, y a su condición de ser social.

El poder enfrentar los retos del nuevo milenio, en el que el hombre como ser dotado de raciocinio, sigue siendo el protagonista fundamental, determina la importancia de educarlo, en correspondencia con los valores que sustenta la sociedad en que vive, solo así podrá dar continuidad a lo logrado y transformar con su actuación, todo aquello que se oponga y vaya en contra de la conservación de la humanidad.

Analistas del tema de los valores como la doctora Esther Báxter (2003), aborda la categoría educación tratando de hacer asequible su contenido, lo que permite una mejor comprensión en general de esta problemática.

Según el Diccionario de Ciencias de la Educación (1985), se plantea que la educación es un principio, un proceso de inculcación y asimilación cultural, moral y conceptual. Básicamente es el proceso por el cual las generaciones jóvenes incorporan o asimilan el patrimonio cultural de los adultos. Es una realidad histórica (no natural) producida por el hombre y vinculada a su contexto sociocultural.

El aporte del sociólogo francés Emile Durkheim (1972), en este sentido, tiene que ver con un concepto de educación centrado en la necesidad de socializar al individuo. Para él la educación es una institución social que aparece estrechamente vinculada con el resto de las actividades sociales y la define como la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social.

El especialista Juan C. Tedesco (1995), concibe la educación como una actividad sistemática, efectuada desde la escuela y orientada a formar a las personas en su condición de ciudadanos.

La educación es el proceso organizado, sistemático, de formación y desarrollo del hombre, mediante la actividad y la comunicación que se establece en la trasmisión de los conocimientos y experiencias acumuladas por la humanidad. En este proceso se produce el desarrollo de habilidades, capacidades, se forman convicciones y hábitos de conducta.

La educación en su sentido más amplio, es el resultado de las relaciones sociales que establecen los hombres entre sí, y de las condiciones y el modo de vida en el que están inmersos. Esto hace que al cambiar las condiciones objetivas, sobre todo las económicas, políticas y sociales, en las que viven y actúan, se originan modificaciones en su manera de pensar, sentir y actuar y por consiguiente en su jerarquía de valores.

La educación como proceso, tiene como fin la ¨preparación del hombre para la vida¨ (Martí, 1975:281) y en este sentido, no se puede obviar, que cada período histórico se caracteriza por un determinado nivel de desarrollo de las relaciones de producción y de las fuerzas productivas, así como de las relaciones ideológicas existentes.

El concepto de valor, la educación y formación de ellos, así como su jerarquía, resulta una problemática un tanto difícil, esto es así porque se trata de incursionar en el ser humano, que resulta la maquinaria más perfecta, pero también la más compleja.

Los valores existen en la realidad, como parte de la conciencia social y en estrecha correspondencia y dependencia del tipo de sociedad en la que niños, adolescentes y jóvenes interactúan y se forman, de donde se infiere que los valores son educables.

El sistema de valores que cada sujeto posee, visto desde la educación, está directamente vinculado con las formas de vida de la sociedad, lo que origina que las transformaciones en ésta influyen en su acomodamiento y jerarquía, lo que tiene lugar mediante una tenaz lucha ideológica; esto debe ser tomado en cuenta por los maestros, a los efectos de no perder la oportunidad en cada momento de trabajo, de hacer consciente a sus estudiantes de lo correcto e incorrecto en cada una de sus acciones y el por qué de esa valoración.

Al analizar los valores desde la institución educativa, hay que considerar que estos son un contenido de la educación y que al hablar de educar en valores, se refiere a formar una personalidad armónica e integralmente desarrollada, donde los valores, sobre todo los morales, cobran vital importancia.

El proceso de la educación en valores y de las orientaciones valorativas que se forman en el sujeto, como producto de la interiorización de dichos valores, no solo está condicionado por el desarrollo y la experiencia histórico- social e individual del sujeto, sino que en él influyen otros factores como son el medio familiar, la ideología imperante a nivel de sociedad, la preparación educacional que recibe en la institución a la que asiste, el entorno social donde interactúa, así como el sistema de conceptualización y generalización que el sujeto interioriza y asimila en su relación con los objetos de la vida material que lo rodea.

La educación en valores constituye un proceso complejo porque toca de cerca un componente esencial: la espiritualidad; contradictorio, ya que se da matizado por un conjunto de contradicciones entre las que se encuentran lo ideal y lo real, lo social y lo individual, lo universal y lo particular, lo nuevo y lo viejo, la identidad y la diversidad.

Así mismo la educación en valores encierra un conjunto de interrogantes a través de las cuales se expresan sus diversas dimensiones, la relación entre los proyectivo y lo real, su carácter multifactorial.

Desde el ¿por qué? hasta el ¿para qué?, el proceso de educación en valores abarca un conjunto de cuestiones que revelan el espectro que lo caracterizan.

Así, las relaciones espacio-temporales se manifiestan a través del ¿dónde? y el ¿cuándo?. Se trata de comprender la temporalidad y permanencia de su significación y por otro lado, de fijar dónde se lleva a cabo el proceso.

De aquí se deriva entonces la cuestión de los factores que intervienen en el proceso estudiado. Plantearnos el ¿quiénes? exige comprender, de antemano, el papel protagónico de la familia y de la escuela y el especialísimo papel del maestro y la clase. De igual forma habría que atender al ¿qué? y al ¿cómo? los que adquieren extraordinaria significación.

Abordar el qué exige determinar el conjunto de valores a formar y para ello hay que comprender su lugar como componentes de la ideología. Ello nos obliga a tener en cuenta la cuestión del código a educar, lo que conduce a la comprensión de su carácter multifacético como expresión de la complejísima actividad humana.

Se pueden sugerir los siguientes principios metodológicos para educar en valores, adaptándolos a las necesidades de la muestra que se tome para realizar cualquier estudio sobre ellos.

1ro. Motivar. Lograr la motivación sobre la base de lo emocional. Hacer que las cosas tengan sentido para el sujeto. En este momento, lo emocional es superficial y efímero.

2do. Profundizar en el conocimiento por la vía del sentimiento. El elemento cognitivo es presupuesto de la interiorización, pero no se puede quedar ahí. Lo emotivo, lo sentimental, refuerza el conocimiento y se siguen trabajando por esta vía los sentimientos. La emoción, cuando se enraíza en el conocimiento, despierta los sentimientos y se da él vínculo entre el sentimiento y el conocimiento, que es la base del valor.

3ro. Despertar la admiración hacia lo valioso. Es un sentimiento más profundo. Sólo se admira lo que se conoce. Es la síntesis de lo cognitivo y lo afectivo.

4to. Cultivar el amor como esencia del valor y resultado de la síntesis de conocimientos y sentimientos. Solo se ama lo que se admira. Con esto, el valor se convierte en autoobjetivo y cumple su función movilizadora.

5to. lograr el compromiso. Propiciar el compromiso cuando se ha convertido en autoobjetivo, se traduce en conducta, porque se ama lo valioso, se da la unidad sentimiento – pensamiento -actuación.

¿Cómo entonces educar en valores?

La educación en valores requiere la utilización de la persuasión como uno de los métodos fundamentales, además de la participación consciente y activa del sujeto en su propia educación, con significados positivos para sí.

El autor del presente artículo se suscribe al criterio de que para facilitar este proceso es necesaria una relación interpersonal comprometida, en una comunicación que se caracterice por un diálogo lo más productivo posible, de manera que se comparta con autenticidad y correspondencia las experiencias y conocimientos de cada uno de los que entran en comunicación, tratando de comprender y analizar la posición del otro, desde lo personológico, considerando en la confianza y el respeto hacia el otro, que los otros son parte de uno mismo y simultáneamente de la sociedad, donde se realizan los valores y donde cobran significado único y pleno, por su carácter social.

En tal sentido puede afirmarse que aunque los valores no se expresan de manera aislada, sino que constituyen un sistema que responde a la personalidad del sujeto, consideraciones tanto metodológicas como del propio contenido del valor justifican la selección de la responsabilidad como valor único a estudiar.

En el presente trabajo se considera necesaria la orientación hacia un valor específico, que permita limitar el objeto de investigación y perfeccionar los instrumentos empleados. El valor seleccionado, además de resultar importante para la formación profesional, está estrechamente relacionado con otros de gran significación en la formación integral del estudiante y del profesional, tales como la honestidad, el amor al trabajo, el compromiso social, entre otros.

El autor se suscribe a la investigación:¨La educación en valores en el contexto universitario¨, de las doctoras V. Ojalvo, V. González y A. Rojas (2002) del Centro para el Perfeccionamiento de la Educación Superior (CEPES) de la Universidad de La Habana, que considera que el contenido esencial de la exigencia moral es la diferencia entre el ser (la situación vigente aceptada por todos con la fuerza de la tradición) y el deber ser (la perspectiva de desarrollo de nuevas formas de interrelación más perfectas), entre el interés personal representado en el ser, y el interés social que se expresa en el deber ser.

Estas características contradictorias tienen existencia real en cada individuo concreto. Precisamente uno de los objetivos centrales en la formación moral de las nuevas generaciones es el establecimiento de una adecuada interrelación entre libertad y responsabilidad moral, entre el ser y el deber ser del joven, que lo coloque en una posición crítica con respecto a la realidad y hacia sí mismo y lo impulse a su autoafirmación, que lo capacite para asumir de manera libre y consciente sus obligaciones sociales, que lo prepare para aceptar los niveles más altos de responsabilidad.

La responsabilidad lleva implícita la libertad de elección, lo que da a este contenido moral una gran significación psicológica: actuar responsablemente significa sentir satisfacción personal por el cumplimiento del deber. Tal como se afirma por estudiosos del tema, la responsabilidad sin posibilidad de opción para el individuo, la reglamentación excesiva de la conducta, conduce inevitablemente a la pasividad, a la desmoralización de la personalidad y, paradójicamente, a la irresponsabilidad.

El valor responsabilidad es entendido como la tendencia de la personalidad a actuar en correspondencia con el sentido del deber ante sí mismo y la sociedad, como una necesidad interna, que es fuente de vivencias positivas y se realiza independientemente de la obligación externa, a partir de la comprensión de su necesidad. Implica el compromiso con la calidad en el cumplimiento de las tareas, vencer los obstáculos para llevarlas a sus últimas consecuencias, así como la disposición a responder por sus actos.

En un plano más específico respecto al desempeño profesional, el autor de este trabajo refiere que la responsabilidad del estudiante en su formación profesional se define como el cumplimiento de la mejor manera posible de sus deberes como estudiante (estudio sistemático, tareas docentes, actividad laboral e investigativa, trabajo independiente, compromiso con su entorno social) como necesidad interna, que se asume de forma voluntaria y consciente y despierta vivencias positivas así como la disposición a responder por sus actos.

En la definición operacional de la responsabilidad se estudia el componente cognitivo, el procedimental y el conductual, entre otros.

El componente cognitivo o cognoscitivo es el grado de conocimiento que tienen los estudiantes de los atributos que lo definen como responsable.Es el saber

El componente procedimental o funcional, es la integración de varios procesos psicológicos expresados en los juicios y argumentaciones relativas a las conductas de las personas reguladas por el valor en las situaciones personales que implican la responsabilidad. Es saber hacer.

El componente conductual comprende el estudio de la conducta verbal o intención conductual y la conducta real de los sujetos.Es saber ser.

A continuación se propone una muestra de algunas acciones realizadas por el autor de este trabajo y que han contribuido a educar el valor responsabilidad en un grupo de estudiantes universitarios, los instructores de arte. En ellas se persigue como propósito la integración de los agentes educativos al proceso de educación en el valor y permiten que los instructores de arte de la muestra interactúen, intercambien, expongan sus vivencias, mediante la realización de tareas que propicien el aprendizaje de los contenidos del valor, su elaboración personal y desempeños conductuales responsables.

Predominan las técnicas participativas, el debate, los intercambios de experiencias y la ejemplificación. Los medios y materiales que se proponen son la pizarra, el video y la computación. La estructura de las acciones es la siguiente:

• Objetivo.

• Contenidos.

• Participantes.

• Proceder metodológico.

• Evaluación.

Acción 1 ¿Sé ser responsable? ¿Puedo ser responsable? ¿Quiero ser responsable?

Objetivo: Socializar los contenidos del valor responsabilidad para facilitar su identificación y la elaboración personal del valor.

Contenidos: Modelación de los contenidos de la responsabilidad.

Participantes: Instructores de la muestra, investigador, profesora de la asignatura Teoría y Práctica del Instructor de Arte.

Proceder metodológico: En el primer encuentro presencial de la carrera se realiza la introducción a la asignatura Teoría y Práctica del Instructor de Arte, convocando a compartir la información referida a la vida de Olga Alonso,(instructora de arte, que murió muy joven en un accidente de tránsito, mientras realizaba su labor profesional) intencionando la proximidad de las edades, las características de la tarea que asumió, la claridad de los fines profesionales en la joven instructora, la perseverancia en sus propósitos, su búsqueda permanente de autoperfeccionamiento dado en la práctica del cumplimiento de sus deberes.

Una vez realizado el debate inicial, se pregunta ¿consideras que esta instructora de teatro era una joven responsable? ¿por qué? Sobre la base de las respuestas se precisan los contenidos del valor responsabilidad, desde lo posible, lo realizable, desde lo logrado ya por una joven que se constituye en aspiración, en modelo, al cual pueden acercarse o alejarse los sujetos de la muestra.

Permaneciendo la imagen de Olga Alonso ante el grupo, se plantea la interrogante ¿pueden ustedes ser responsables, como la joven instructora de teatro? ¿cómo?

Se escuchan las respuestas, precisando que el tema 1 de la asignatura Teoría y Práctica del Instructor de Arte, tiene como objetivo caracterizar las funciones de los instructores de arte, para lo cual se estudiarán estas funciones, estableciendo los puntos de contacto con los contenidos del valor responsabilidad.

Como puede apreciarse, esta acción informa a los miembros de la muestra, para que sepan, precisa para que puedan y modela para que quieran ser responsables, creando un proceso interno de elaboración personal.

Evaluación: Evaluar la actividad con la técnica de P.N.I.

Acción 2 ¿Y yo, qué pienso? ¿Cómo actúo?

Objetivo: Reflexionar en torno a la responsabilidad en la formación del instructor de arte.

Contenidos: Asociación de los contenidos de la responsabilidad a sus deberes. Elaboración personal de actuaciones responsables. Autocrítica, perseverancia, autoperfeccionamiento.

Participantes: Instructores de la muestra, investigador, profesor de la asignatura Fundamentos Sociológicos, Psicológicos y Pedagógicos.

Proceder metodológico: En un espacio previsto del encuentro presencial de la asignatura Fundamentos Sociológicos, Psicológicos y Pedagógicos y respondiendo a sus objetivos, el investigador repasa a través de preguntas, la modelación elaborada en la acción anterior y las funciones del instructor de arte en sus diferentes contextos de actuación.

Se explica a los participantes un diseño de representación acordada anteriormente con algunos estudiantes del grupo y que consiste en:

Un equipo de seis alumnos tiene que entregar y defender un seminario en una asignatura X, el próximo encuentro de la Licenciatura. Cada uno de sus miembros tiene la responsabilidad de hacer una parte e ir integrándola con la de los demás. Sin embargo faltando un día para la clase, hay algunos de los integrantes del equipo que no han hecho nada y se reúnen todos para analizar la situación.

En la representación se caracteriza a cada miembro del equipo: Carlos (jefe de equipo), Raúl, Denisse, Yudenia, Lilien y Andrés.

Carlos está muy molesto porque él ya hizo su parte y considera que es una irresponsabilidad de los demás, no haberla hecho. Considera que como jefe del equipo debió haber sido más exigente y propone a los incumplidores que laboren sin descanso en el día que queda para cumplir con la tarea.

Raúl hizo su parte y alega que no piensa ayudar a los demás, pues tiene otros asuntos que atender.

Denisse aún no lo ha hecho y dice que lo piensa hacer en la noche, aunque no tenga tiempo de comprobar si su trabajo se integra con el de los demás.

Yudenia tampoco lo ha hecho y dice que su prioridad es estudiar otra asignatura en la cual tiene una evaluación pendiente, que llegada la hora ¨dice cualquier cosa¨ y que el equipo ¨la defienda¨y ¨busque la nota¨.

Lilien ya lo tiene hecho pero confirma que lo hizo para quedar bien consigo misma, pues no le gusta incumplir. Piensa que hubo poco tiempo para realizar el trabajo y culpa al profesor de la asignatura por eso.

Andrés tiene su parte a medio hacer, dice que la terminará para entregársela a alguien del equipo que la pueda defender pues él ese día tiene un viaje inaplazable para la playa.

Después de realizada la representación, el investigador interviene para orientar el debate hacia el análisis y la valoración de la actuación de cada personaje en función de lo que se ha repasado previamente como actuación responsable y sus manifestaciones de expresión funcional. Preguntas que pudieran ayudar al debate:

¿Cuál de esas conductas consideras responsable? ¿Por qué?

¿Cuál de esas conductas consideras irresponsable? ¿Por qué?

¿Cómo valoras la conducta asumida por el equipo? ¿Por qué?

¿Crees que es posible mejorar las actuaciones irresponsables? Si es posible, ¿cómo?

¿Has estado en alguna circunstancia parecida a las dadas? ¿Qué has hecho? ¿Te sentiste satisfecho? ¿Por qué?

Con los criterios y respuestas que puedan referir los participantes se realiza un análisis de las posibles causas y factores influyentes en la situación que se presenta y las consecuencias de las conductas representadas, detallando las potencialidades de desarrollo de cada una a partir de cómo se manifiesta en ella el valor responsabilidad y de las tareas educativas necesarias para conducir su desarrollo, para que puedan servir como posibles modelos de actuación.

Evaluación: Evaluar la actividad con la técnica de P.N.I.

Con estas y otras acciones se puede dirigir el proceso de la educación en el valor

El estudio teórico del valor responsabilidad en el instructor de arte, evidencia que en la formación de este futuro profesional es viable la orientación hacia el conocimiento del contenido del valor, la funcionalidad de los procederes y la conducta cotidiana que materialicen la responsabilidad.

BIBLIOGRAFÍA

1.- Báxter, E., (2003a) ¿Cuándo y cómo educar en valores? Editorial Pueblo y Educación. La Habana.

2.- Báxter, E., (2003b) ¨ Educación en valores. Papel de la escuela¨ en García, G (comp.). Compendio de Pedagogía. Editorial Pueblo y Educación

3.- Centro para el Perfeccionamiento de la Educación Superior, (2007) La educación en valores y la tutoría en la nueva universidad cubana. CEPES. Universidad de La Habana.

4.- Centro para el Perfeccionamiento de la Educación Superior, (1999) La orientación profesional como estrategia educativa para el desarrollo de intereses profesionales y del valor responsabilidad en la formación profesional del estudiante universitario. Informe de investigación. CEPES. La Habana.

5.- Diccionario de Ciencias de la Educación, (1985) México.

6.- Dirección Municipal de Cultura de San Miguel del Padrón. (2007) Disponible en: URL:http://www.sancristobal.cult.cu/sitios/mun/san%20Miguel%20web/New%20files/Olga %Alonso.htm (Accesado 17 de noviembre 2009)

7.- Durkhein, E., (1972) Las reglas del método sociológico. Instituto Cubano del Libro. La Habana.

8.- Martí, J., (1975) Obras completas, t. 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

9,- Ojalvo, V., González, V., Rojas, A., (2002) La educación en valores en el contexto universitario. Editorial Félix Varela. La Habana.

10.- Tedesco, C., (1995) Funciones sociales de la educación. CEAPA.Editorial Popular S.A., UNESCO.


 

 
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