Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 2, Nº 14 (abril 2010)

¿PODEMOS EDUCAR NUESTRAS EMOCIONES PARA UNA MEJOR INTERACCIÓN SOCIAL?


 

José Manuel García López (*) (CV)
josman9_1@hotmail.com

 

Resumen

En el presente documento se realiza un análisis de lo que representa el control de las emociones en los niños y jóvenes, la problemática se borda desde una perspectiva clara para hacer consciencia a maestros y padres de familia de lo importante que resulta el poder controlar las emociones y todo lo que implica el no poder realizarlos, las acciones que se deben implementar en los centros educativos con el propósito de mejorar la autoestima de los niños y jóvenes que les permita una mejor y mayor interacción con sus grupos y la sociedad en general,

Abstract

In this document is analyzed the problem of when the childs and young people can’t control their emotions. The problem is aborded from a clear perspective in order to make conscious to teachers and family fathers of the importance of emotions control, and what to and how to do it in order to reinforce the self-steem in the school so they can have better interactions with their camarades and the society in general.

Términos claves: alfabeta emocional, impulsividad, empatía, paradigmas

En los últimos años se ha desatado una creciente ola de incidentes en la que el principal elemento es la falta de control de las emociones, de tal forma que una necesidad apremiante es el aprender a manejarlas y controlarlas y poder zanjar nuestras diferencias con el diálogo y la razón en forma pacífica y constructiva.

Es frustrante ver como las instituciones educativas hacen muy poco para que los programas educativos cuenten con planes que desarrollen habilidades a los alumnos en el manejo de las emociones y se preocupan solamente porque el alumno aprenda más cada vez de las ramas del conocimiento que les ocupa y que cada vez seamos más analfabetas emocionalmente hablando. Esto es, nos preocupa que el alumno sea mejor cada vez más en matemáticas, que lean y escriban mejor que saber si estarán bien en el futuro.

Según estadísticas, en los Estados Unidos ha habido una gran cantidad de incidentes en los que los principales protagonistas son adolescentes desubicados emocionalmente, suicidios, embarazos tempranos en las jóvenes adolescentes. De tal forma que la expectativa de que los jóvenes tengan una vida futura estable y armoniosa está cada vez más lejos de llevarse a cabo en cada generación que pasa. Estas estadísticas son un aviso de lo que se pudiera presentar en el futuro cercano si no se toman las medidas adecuadas en forma inmediata.

En estudios realizados entre la población juvenil en los Estados Unidos, se encontraron algunas deficiencias consistentes, que iban en aumento y que se reflejaban en un rendimiento decreciente y pobre. Estas fueron las siguientes:

1. Aislamiento o problemas sociales: los jóvenes prefieren la soledad, se vuelven muy reservado, es decir, poco interactivos con sus semejantes, y con un mal carácter en extremo.

2. Ansiedad y depresión: inseguridad y miedos, nerviosismo, falta de sentido de pertenencia, tristeza y depresión.

3. Problemas de atención y del pensamiento: no pueden prestar atención, ni permanecer quietos, son hiperactivos y con un pobre desempeño académico,

4. Delincuencia y agresividad: rodearse de amistades conflictivas, mentirosos, una especial tendencia a discutir, rechazo a la propiedad y a lo establecido, etc.

Estos problemas en forma aislada no representan un gran problema, porque siempre han existido, pero se convierten en una patología social cuando su recurrencia es muy frecuente. Lo que es peor aun, es que estos problemas no son sólo privativos de los Estados Unidos, sino de todo el mundo. Desde luego que no todos los niño agresivos son unos criminales, algunos son aislados, otros rechazados por la sociedad en que viven, o que reaccionan violentamente ante cualquier provocación por mínima que sea, pero las tendencias a percibir en forma equivocada la realidad es cada vez más frecuente. El camino a la agresividad comienza con los jóvenes que son intolerantes y difíciles de manejar en los primeros años escolares, su escasa capacidad de dominarse contribuye a que sean malos estudiantes y que sean considerados como estúpidos tanto por ellos mismos, como por sus demás compañeros y que se confirma cuando son enviados a educación especial por los trastornos conductuales presentados. Son también conocidos como casos perdidos por su falta de disciplina, por lo regular el CI en estos niños es más bajo que en sus compañeros y muestran una impulsividad muy marcada. Conforme avanzan en sus años escolares, por sus características impulsivas son rechazados por sus compañeros y algunos ya son fracasados académicamente y apartados sociales, que buscan desafiar las leyes establecidas, con ausencias frecuentes a clases y por lo regular se unen a otros grupos marginados o de delincuentes y en lo que respecta al sexo femenino, no se convierten en delincuentes, sino en madres a muy temprana edad.

La estructura mental de los niños agresivos con toda seguridad los llevará a meterse en problemas, si tienen algún desacuerdo con alguien, de inmediato lo ven con una actitud antagónica y aventuran las conclusiones hacia la hostilidad en lugar de pretender resolver en forma pacífica los desacuerdos, y lo curioso es que justifican su comportamiento, de tal forma, que para ellos es normal lo que hicieron. Una ayuda oportuna podría cambiar estos desajustes conductuales, pero sin embargo y desgraciadamente no se está actuando como se debiera, tanto por los padres, como por las instituciones educativas, que como ya se mencionó, sólo se preocupan porque el alumno aprenda a leer y escribir cada vez mejor, pero en el aspecto humano y conductual, no les interesa, al menos a muchas instituciones educativas.

Es muy fácil que entre la gente joven, se desencadene un proceso de depresión y esto es debido a sus problemas de relacionarse con los demás, como con sus mismos padres, con frecuencia son incapaces de hablar sobre la causa de su tristeza, porque casi no pueden identificar las causas o porque están renuentes hacerlo, en realidad no pueden clasificar adecuadamente sus sentimientos y esto los hace agresivos, hoscos e irritables.

Al parecer esto tiene su fundamento en dos aspectos: por un lado, la incapacidad de relacionarse con los demás y la forma como intervienen los contratiempos y por otro lado, también interviene la genética. Lo peligroso de esto es, que cada vez se van dando altos índices crecientes de depresión por la dinámica de la modernidad, los síntomas aparecen en edades cada vez más temprana, aunque la posibilidad en realidad aumenta con la edad, por lo que se recomienda que los síntomas de la depresión no deben ser sólo tratadas, sino prevenidas, es decir, si se detectan síntomas de depresión en los jóvenes a muy temprana edad y se piensa que éstos podrían desaparecer con el paso del tiempo y la edad, es totalmente erróneo, es al contrario, se incrementan con el paso del tiempo y la edad.

Cuando se comparan a los niños que padecen depresión con los que no la tienen, se les haya socialmente ineptos, con pocos amigos, no son elegidos o aceptados por sus compañeros menos populares y con más problemas por no poder relacionarse con los demás. Y desde luego todo esto lo impacta en forma negativa en su rendimiento escolar y está claro el por qué, simple y sencillamente, porque el mismo estrés que les provoca el sentirse rechazados, no les permite concentrarse en sus tareas y mucho menos prestar atención y se cae en un círculo vicioso, a mayor tensión, menor atención y capacidad de retención y a menor capacidad de atención y retención, mayor tensión, etc.

Es interesante ver lo que se ha encontrado en estudios realizados en niños de los Estados Unidos, por ejemplo, algo que tiene que ver con la depresión es la actitud ante las situaciones no favorables de la vida, pero que tiene mucho que ver con la actitud positiva o negativa que se tenga de la misma, las personas pesimistas son las que con mas frecuencia padecen de depresión, en la medida, que mediante ayuda profesional les podamos hacer cambiar esa actitud ante la vida, podrán tener mayor tolerancia a la frustración y de esa manera podrán ver con mayor positivismo la vida y a reaccionar menos con conductas agresivas e intolerantes. Es decir, las conclusiones a las que han llegado los investigadores, es que se puede mejorar si se actúa como se piensa, es decir, si pienso positivamente, voy a actuar positivamente ante la vida, pero si no pienso así, es todo lo contrario. Por otro lado el reconocer que las cosas no son como uno quiere, porque uno mismo provoca que se den, es un gran paso para la mejora.

En realidad, existen dos clases distintas de tendencias emocionales inadecuadas que llevan a los niños a terminar como proscriptos sociales, como se ha visto, una de ellas es la tendencia a tener ataques de furia y a percibir hostilidad donde no la hay y la otra es la tendencia a ser tímidos, ansiosos y ser socialmente retraídos o socialmente “sordos” –aquellos niños que continuamente tienen problemas para leer y responder a las emociones, terminan siendo aislados sociales, por esto, es mucho muy importante que durante las etapas de aprendizaje del niño, éste pueda desarrollar habilidades de interacción en el juego con sus compañeros, para evitar que queden excluidos o rechazados por los demás, porque esto trascenderá a sus relaciones futuras. Desde la edad temprana aprendemos a “negociar” en las relaciones personales, a zanjar diferencias y compartir nuestros sentimientos más profundos, pero cuando somos rechazados socialmente, tenemos el 50 % de probabilidades de refugiarnos en un grupo muy reducido de amigos, o algo peor, a tener un sólo amigo y esto nos hace perder la oportunidad de crecer emocionalmente, aunque para nuestra buena suerte, ya existen programas de entrenamiento para que los niños pocos sociables puedan desarrollar estas habilidades, y si los pueden hacer con los niños, seguramente podrán hacerlo con los adultos, sin embargo el principal requisito es estar totalmente convencidos de que sí se necesita en realidad, de lo contrario, no podrán hacer gran cosa con el analfabetismo emocional. El porcentaje de efectividad de estos programas ha variado entre el 50 y el 60 %

Una tendencia incremental es la afición a las drogas y el alcohol porque se tiene la creencia de que surten efectos medicinales, es decir, si tomo o me drogo es más fácil sobrellevar mis problemas y frustraciones, esto explica el porqué del abuso de estas substancias y que cada vez sean más las personas de todos los estratos sociales y edades las que recurren a estos paliativos y convertirse en adictos y que desgraciadamente, al parecer también puede tener antecedentes genéticos.

En los últimos años, se ha desatado una ola de ataques o guerras contra las adicciones o desviaciones conductuales en los adolescentes y que esperemos que también se vuelvan preventivos, más que correctivos porque en realidad hacen mucha falta en nuestra sociedad cada vez más desintegrada.

Desafortunadamente también el entorno de crecimiento como el hogar, el barrio y la escuela misma, tienen mucho impacto en el comportamiento futuro del niño con problema social, pero que por otro lado, afortunadamente ya se tienen los conocimientos (psicólogos) para tratar estos tipos de desviaciones conductuales. Un niño con entrenamiento en destrezas emocionales y sociales es más proclive a evitar abusos de cualquier tipo, porque les ayuda a tener más confianza en ellos mismos, no culparse cuando algo malo les ocurre y a sentir que tienen el apoyo de sus padres y maestros a quienes pueden acudir en caso de ser necesario. Sin embargo, ¿qué debe incluir un programa de entrenamiento emocional?, es lo que se llama desarrollo de la inteligencia emocional y debe incluir lo siguiente:

1. El auto conocimiento

2. La identificación

3. La expresión

4. El manejo de los sentimientos

5. El control de los impulsos

6. El manejo del estrés y la ansiedad

Una habilidad clave para el control de los impulsos es reconocer la diferencia entre sentimientos y acciones y el aprendizaje de cómo tomar mejores decisiones emocionales y mediante el control del impulso a actuar sin juicio ni análisis del impacto que vayan a causar esas decisiones. Lo mejor es identificar alternativas de solución y prever las consecuencias futuras de nuestras decisiones. La gran mayoría de las aptitudes necesarias son interpersonales como: prestar atención, poder resistir las influencias negativas, ser empáticos y en especial comprender cuál debería ser el comportamiento adecuado para tal o cual situación y actuar en consecuencia y concordancia con la situación.

LA EDUCACIÓN DE LAS EMOCIONES

Desde luego que sí se pueden educar las emociones, tal como lo demuestra una escuela en los Estados Unidos, en la cual, al pasar lista el maestro, los alumnos en lugar de decir “presente”, mencionan un número del 1 al 10, el 1 representa un estado anímico depresivo o de desagrado y el 10 la felicidad o agrado, de tal forma que, el alumno al mencionar el número también deben decir el por qué se califican así. Es una clase de “ciencia del yo”, o escuela de la inteligencia emocional. El contenido de la “ciencia” del yo son los sentimientos, los propios y los que se generan en la relaciones interpersonales, la estrategia que se utiliza es el analizar las tensiones y traumas de los niños, así como el sentirse desplazado, la envidia, los desacuerdos que pueden llegar convertirse en conflictos, todo esto basado en el concepto de que “el conocimiento no es un hecho separado de los sentimientos, ser un alfabeta emocional es tan importante como saber matemáticas y leer”. Esta “ciencia” está siendo precursora de programas de entrenamiento denominados: “destrezas para la vida”, “desarrollo social”, aprendizaje social y emocional”, etc. Entre otros nombres que se le han asignado, pero llámesele como se les llame, su objetivo es entrenar o capacitar a los individuos a tener un mejor control de sus emociones y habilidades para interactuar en grupos, y no necesariamente son para personas que se hallan calificados como problemáticos o conflictivos, sino para todos en general como parte de los programas educativos comunes y corrientes. La efectividad de estos programas es mayor cuando se concentran en puntos focales de aptitudes emocionales y sociales, tales como el control de los impulsos, la ira y la propuesta de soluciones para situaciones conflictivas sociales difíciles. Las clases en si podrían parecer simples y carentes de practicidad, pero efectivas a los programas que se enfocan, aunque son modestas también son muy significativas, porque surten efecto regular y sostenidamente, de esta manera se puede decir que se instala la educación emocional, al repetirse con frecuencia la experiencia, porque el cerebro funciona adquiriendo la experiencia y guardándolo como un hábito adquirido y fortalecido, a los cuales recurre la mente en situaciones de conflicto.

Durante las clases de la ciencia del yo o entrenamiento en inteligencia emocional, se realizan dinámicas con restricciones para los participantes con el propósito de simular situaciones de incomodidad y tensión para ver como reaccionan, eso por un lado y por el otro, para que se entrenen en tolerancia a las mismas situaciones de incomodidad y presión. Los estudiantes que cursan la “ciencia del yo” aprenden que la cuestión no es evitar las situaciones de conflicto, sino resolver los desacuerdos en forma madura y correcta, sin pleitos, ni agresiones que pudieran desencadenarse en tragedias lamentables, por decirlo así, sino una manera positiva de enfrentar los conflictos y desacuerdos. E insiste en que a los sentimientos no hay que reprimirlo, deben aflorar con la fuerza necesaria, pero en forma correcta, no agresiva. De alguna manera se requiere de la actitud positiva y la escucha activa de las personas para no mal interpretar los mensajes del interlocutor.

Para muchos es sabido que el manejo de las emociones es algo muy difícil, ya que para ello se requiere de un entrenamiento para adquirir o desarrollar las habilidades y adquirir la actitud de acudir a ellas en los momentos en que se requieran, pero curiosamente, se requieren cuando se está en una situación de controversia, que hace que las emociones salgan a flote sin control alguno, entonces, ¿en qué momento estoy consciente de que debo recurrir a las habilidades adquiridas para manejar las emociones?, ¿no resulta algo paradójico?, yo creo que si, pues cuando debo estar consciente que debo acudir a los recursos que tengo para controlar las emociones que se han salido de control, entonces ya estoy en descontrol. El entrenamiento nos debe llevar a que sea algo preventivo, que cuando el sujeto en cuestión del manejo de las emociones sienta que sus emociones empiezan a salirse de control, de inmediato debe poner en acción el “mecanismo de defensa” adquirido.

Hay dos formas de entrenar la inteligencia emocional, la primera es desarrollar sus propios programas con un contenido específico y la otra, que es la más sencilla, es que en los programas escolares normales se apliquen técnicas de desarrollo de las habilidades, siendo éste el más recomendable porque al fin de cuentas, es en la vida rutinaria o normal en la que se deben aplicar los principios de comportamiento social y emocional adecuados. Una de las formas más recomendadas para enseñar la inteligencia emocional es enseñando a los maestros a reflexionar sobre la aplicación de medidas disciplinarias cuando se requieren, de esa manera se les enseña a los niños modelando con el ejemplo de cómo manejar las emociones por parte del profesor, de que existen formas diferentes y más adecuadas formas de mantener la disciplina que la coerción.

El mejor momento para educar las emociones, es la infancia, pues es en ésta etapa de la vida donde las experiencias traumáticas son más trascendentes e impactantes en nuestra conducta y por consiguiente en nuestras relaciones con los demás, sin embargo, si en esa etapa no fue posible hacerlo, también se podrán tener buenos resultados en la adolescencia, pues es también una etapa de cambios biológicos que en muchos de los casos se genera inestabilidad emocional y conductual. Ya en la etapa adulta es más difícil, pero no imposible, debido a que las costumbres están muy arraigadas y muchas personas piensan que no necesitan un cambio y esa actitud es precisamente lo que dificulta su implementación, pero si el individuo está consciente de que necesita un cambio, entonces también la adultez es una buena etapa para mejorar. Lo importante es que se implementen programas que ayuden tanto a los jóvenes en la escuela y adultos en sus trabajos para que aprendan a manejar las emociones, tales como el programa de “Resolución creativa de conflictos” que existe en muchas de las escuelas de los Estados Unidos, en donde el principal elemento es el prohibir que la agresión sea parte de la resolución de los problemas de interacción, es decir, no está permitido acudir al enojo, la ira y la agresión para solucionar los conflictos y otros sentimientos como los celos, el orgullo y la culpa. Aprenden que el enojo y las otras emociones si bien es correcto sentirlos, no deben aflorar sin control, por lo que es muy importante el autodominio.

Si los niños no reciben una ayuda adecuada en la vida familiar para aprender a desarrollar la habilidad de poder controlar sus emociones, entonces la escuela adquiera una importancia trascendente para prepararlos con estas aptitudes sociales y emocionales. La alfabetización emocional implica un aumento de las responsabilidades de las escuelas teniendo en cuenta la pobre actuación y participación de las familias. Esta tarea implica dos cosas importantes: que los maestros vayan más allá de su misión tradicional y que los miembros de la comunidad se involucren más con las actividades escolares. El que haya una clase dedicada exclusivamente al desarrollo de la inteligencia emocional puede no ser tan importante, sino el cómo se impartan estas lecciones, quizá esta sea una de las materias en la que importa mucho la calidad del maestro, ya que la forma en que se lleve la clase es en si misma un modelo a seguir, de hecho una lección de aptitud emocional. Luego entonces, es muy importante un entrenamiento especial a los maestros antes de asumir el reto de impartir su materia de una forma en que se apliquen los conceptos y principios de alfabetismo emocional.

Adicional a la capacitación y preparación de los maestros para la alfabetización emocional la misión de la escuela se ve amplificada, convirtiéndola en un agente más concreto de la sociedad para asegurar que la niñez vaya adquiriendo o desarrollando las aptitudes emocionales y sociales en todos los aspectos de sus vidas que le permitan adaptarse e interactuar en la vida con cierto nivel de probabilidad de éxito, es decir transformar sus momentos de crisis personal en lecciones de aptitudes emocionales.

LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN EMOCIONAL

Muchos son los beneficios concretos que provee el desarrollo del alfabetismo emocional, aunque los cambios no se dan de la noche a la mañana, pero en la medida en que se avanza y se profundizan se van observando mejoras en forma paulatina evidentes en las aptitudes emocionales. Se han realizado evaluaciones en alumnos que han tomado el entrenamiento comparándolos contra los que no lo han tomado, y al igual a los que lo han tomado se les evalúa antes de iniciar con el programa y después y se han encontrado las siguientes características:

1. AUTOCONOCIMIENTO EMOCIONAL:

• Mejora en el reconocimiento y la designación de los sentimientos.

• Mayor capacidad para entender las causas de los sentimientos.

• Reconocimiento de la diferencia entre sentimiento y acciones.

2. MANEJO DE LAS EMOCIONES :

• Mayor tolerancia ante las frustraciones y control del enojo.

• Menor cantidad de bromas, peleas e interrupciones de la clase.

• Mayor capacidad para expresar adecuadamente el enojo, sin pelear

• Menos comportamiento agresivo o autodestructivo.

• Más sentimientos positivos sobre ellos mismos, la escuela y la familia

• Mejor manejo del estrés.

• Menor soledad y ansiedad social.

3. APROVECHAMIENTO PRODUCTIVO DE LAS EMOCIONES:

• Más responsabilidad.

• Mayor capacidad de concentrare en la tarea que se tiene entre manos y de prestar atención

• Menos impulsividad y mayor autocontrol.

• Mejora el rendimiento.

4. EMPATÍA: INTERPRETACIÓN DE LAS EMOCIONES:

• Mayor capacidad para comprender el punto de vista de otra persona.

• Mejora de la empatía y de la sensibilidad para percibir los sentimientos de los demás.

• Mejora de la capacidad de escuchar.

5. MANEJO DE LA RELACIONES PERSONALES:

• Aumento de la habilidad para analizar y comprender las relaciones.

• Mejora en la solución de los conflictos y de la negociación en los desacuerdos.

• Mejora en la solución de problemas planteados en las relaciones.

• Mayor habilidad y actitud positiva en la comunicación.

• Más popularidad y sociabilidad: actitud amistosa e interesada con sus compañeros y colegas.

• Más actitud “pro-social” y armoniosa en grupo

• Mayor cooperación, ayuda y actitud de compartir.

• Actitud más democrática en el trato con los demás.

El punto que sobresale en la evaluación es el de la Mejora del rendimiento y no parece como un hecho aislado, sino que aparece siempre en este tipo de estudios. Más allá de estas ventajas, los cursos ayudan a cumplir más eficazmente los papeles en la vida de los niños, volviéndose mejores amigos, alumnos e hijos y con la posibilidad futura de ser mejores esposos y esposas, mejores trabajadores, patrones y padres y desde luego mejores ciudadanos.

La palabra adecuada para denominar el conjunto de habilidades que conforman la inteligencia emocional se llama carácter, si el desarrollo del carácter es la base de la sociedad es democrática, debemos considerar la forma en que la inteligencia emocional apoya este fundamento. El carácter se sustenta en la autodisciplina, la vida virtuosa, en el autodominio es la capacidad de auto motivarse y guiarse no mismo, ya sea haciendo lo que nos corresponde, cumpliendo los compromisos, diferir las gratificaciones y de controlar y canalizar la urgencia de actuar que es una de las habilidades emocionales básicas, necesitamos controlar nuestras pasiones y apetitos para poder desempeñarnos mejor en la vida personal y profesional, aunque se dice fácil, no lo es, se necesita mucha fuera de voluntad para mantener las emociones bajo el control de la razón.

El poder controlar los impulsos nos rinde muchos beneficios: nos hace ser más empáticos, nos capacita para escuchar mejor y efectivamente, nos permite ver desde la perspectiva de los demás y romper paradigmas promoviendo así la tolerancia y la aceptación de las diferencias. Estas aptitudes son cada vez más requeridas y valoradas en nuestra sociedad porque nos permiten vivir en comunión en nuestras comunidades y sociedades con respeto mutuo.

BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA

1. Cuartero Requeio, Norberto, documento en INTERNET, Como educar las emociones, http://www.ciamariaz.com/milo/05-06/emociones.htm, consultado 14 de abril del 2010.

2. Goleman, Daniel, Inteligencia social, la nueva ciencia para mejorar las relaciones humanas, 1ª edición, editorial Planeta, Bogotá, 2006.

3. Goleman, Daniel, la inteligencia emocional, 1ª edición, editorial Bantan books, Bogotá, 1997.

* José Manuel García López, Dr. en Administración de Negocios, Profesor Investigador Titular de tiempo completo, Universidad del Istmo, campus Ixtepec, Oaxaca, México. jmgacial@bianni.unistmo.edu.mx, josman9_1@hotmail.com


 

 
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