Francisca Merlos Pascual (CV)
Centro de Enseñanza Secundaria Vega Media. Alguazas. Murcia
fmpmaster@hotmail.com
RESUMEN
Las actividades de la vida diaria o actividades cotidianas constituyen en el
periodo de la etapa infantil gran parte de las actividades que deben realizar
los educadores, en la escuela infantil, por lo que se convierte en necesario que
los/as alumnos/as que cursan el ciclo formativo de Educación Infantil tengan
unos conocimientos sobre estas actividades, y sobre su evolución para la
realización de un trabajo más eficiente y completo.
También es de especial importancia resaltar la gran dimensión afectiva y
relacional que tienen estas actividades que, en definitiva, van más allá de
satisfacer las necesidades fisiológicas de los/as niños/as en lo referente a la
alimentación, higiene y sueño o descanso.
PALABRAS CLAVE
Alimentación, higiene, descanso, sueño, necesidades básicas, educación infantil,
actividades cotidianas, actividades de la vida diaria.
1. LA ATENCIÓN A LAS NECESIDADES BÁSICAS EN LA PRIMERA INFANCIA
En la etapa de 0 a 3 años más de la mitad del tiempo se dedica a la
alimentación, higiene y descanso, que constituyen las llamadas actividades
cotidianas, dedicándose el resto de horas a actividades de juego y a otras
actividades más específicas, entre las que cabe destacar: actividades de
conocimiento y observación de la realidad, actividades de lenguaje, actividades
musicales, salidas o excursiones para conocer el entorno, etc.
Sin lugar a duda, en esta etapa las actividades cotidianas tienen una especial
importancia, ya que son las que marcan los cortes de tiempo en el ritmo diario
del pequeño. Estas actividades además de cubrir las necesidades básicas en la
primera infancia representan para los/as niños/as las primeras actividades
educativas ya que en ellas aprenden sin cesar cosas nuevas, respecto de sí
mismos y del entorno que les rodea, al tiempo que establecen una relación
directa con el adulto de referencia, por lo que tienen gran importancia a nivel
afectivo y relacional como veremos más adelante.
La atención a las necesidades básicas en los centros infantiles es una labor que
cada vez va adquiriendo mayor importancia, y al mismo tiempo mayor necesidad,
entre otras razones debido a la incorporación de la mujer al trabajo, lo que
implica que los/as hijos/as pasan más tiempo en la escuela infantil, por ello
vamos a abordar algunas cuestiones que es necesario que el educador infantil
conozca.
Las actividades cotidianas deben ser contempladas en la programación didáctica
como un contenido propio y específico, además pueden ser abordadas como un
contenido transversal en la programación del resto de actividades.
Su importancia radica en que, al repetirse de forma regular, dichas actividades
permiten adquirir hábitos de autonomía, de integración social y favorecen la
relación con el adulto dado el estrecho contacto que permiten.
Bajo el común denominador de actividades cotidianas, se agrupan los grandes ejes
sobre los que se han de estructurar las actividades de la vida diaria como
recurso metodológico en la Educación Infantil, que son: la alimentación, el
sueño y la higiene.
La alimentación. Es uno de los ejes básicos sobre los que gira la organización
de la vida del niño/a durante la etapa infantil, y es también una de las
necesidades primarias que el ser humano necesita satisfacer de una manera
adecuada.
La escuela infantil debe asumir la importancia educativa y sanitaria que
actualmente tiene en relación con la alimentación de los/as niños/as a los que
atiende. Desde este ámbito la alimentación se debe entender como un elemento más
de la acción educativa, que forma parte de los contenidos y que por tanto se ha
de programar.
La higiene. Uno de los aspectos básicos de la Educación para la salud en la
educación Infantil es la adquisición de hábitos y actitudes adecuadas y
positivas en relación con la higiene.
En este sentido, el educador infantil tiene una doble función: por un lado se
ocupará de trabajar con los/as niños/as los aspectos cotidianos de su higiene
para su conversión en hábitos, a la vez que tiene una tarea asesora y
concienciadora respecto a la familia.
De la misma manera, en relación a los problemas, alteraciones y trastornos
relacionados con la higiene, por un lado ha de ser escrupuloso en mantener
dentro de sus competencias las normas de respeto a la higiene personal y del
aula, pero también ha de estar alerta frente a posibles actuaciones negligentes
por parte de las familias.
El sueño. En la infancia, el descanso y el sueño son necesidades de primer orden
dado que, además de contribuir a la recuperación de energías, participan en el
proceso de maduración y desarrollo de sus sistemas funcionales.
Cada niño/a tiene su propio ritmo de sueño-vigilia que está relacionado con
múltiples factores, por ello en la escuela infantil se tienen que contemplar las
diferencias individuales y evolutivas, de tal manera que los espacios y los
horarios estén adaptados a las necesidades específicas de los/as niños/as.
El desarrollo de los hábitos de autonomía personal, relacionados con estos 3
ejes, implica básicamente, que el educador debe contemplarlos en su
programación, atendiendo siempre a las necesidades básicas, a las capacidades y
maduración de los/as niño/as en cada momento de su desarrollo.
2. EVOLUCIÓN DE LAS NECESIDADES DE ALIMENTACIÓN, HIGIENE Y SUEÑO
Las necesidades del niño en cuanto a aspectos relacionados con la alimentación,
higiene y descanso van cambiando de forma paralela a la evolución de sus
características generales a lo largo de su desarrollo, de tal manera que a
medida que crece y madura estas necesidades van evolucionando.
Por ello, la labor educativa requiere, tanto por parte de los padres como por
parte de los educadores, unos conocimientos previos sobre algunos aspectos
relacionados con la evolución y la atención de la alimentación, higiene y sueño,
que vamos a ver a continuación:
1. LA ALIMENTACIÓN
Los seres humanos necesitan ingerir una serie de sustancias (alimentos) a partir
de los que el organismo obtiene la energía y los nutrientes (glúcidos,
carbohidratos, lípidos, proteínas, minerales y vitaminas) que le permiten crecer
y desarrollarse, y que contrarrestan las pérdidas fisiológicas que se producen
por el funcionamiento de sus órganos.
La alimentación, además de satisfacer una necesidad básica tiene otras
funciones: es una forma de relación personal, puede ser una manifestación
cultural, o la expresión de una tradición, como veremos más adelante.
Entre los 0 a 6 años, edad que nos ocupa, existen dos periodos perfectamente
delimitados en lo que a modo de alimentación se refiere.
En primer lugar tenemos el periodo de la lactancia, en el que podemos distinguir
una primera fase de lactancia exclusiva que debe extenderse desde el nacimiento
hasta el 4/6 mes, donde la lactancia puede ser materna o artificial (empleando
leches adaptadas, ya sea totalmente o como complemento de la lactancia materna)
y una segunda fase, que puede abarcar hasta los 12/18 meses, en la que la
lactancia se acompaña de una alimentación complementaria, en ella se hace una
introducción progresiva de alimentos que a medio plazo sustituirán a la leche.
En el segundo periodo respecto a la alimentación infantil también podemos
diferenciar una primera fase que va hasta los 3 años, que se caracteriza
principalmente por la modificación de la presentación de los alimentos (de
triturado a entero), lo que se hace porque las necesidades nutritivas son
diferentes. Es frecuente que los/as niños/as en este periodo coman menos, en
comparación con el periodo anterior. En una segunda fase, a partir de los 3 años
la alimentación ya es muy variada y prácticamente igual que la de los adultos. A
partir de este momento, los aspectos que más hay que tener en cuenta son: que la
dieta sea lo más equilibrada posible, que contenga suficientes verduras y
legumbres y pocos dulces, que dé respuesta a las necesidades nutritivas y
energéticas derivadas de la gran actividad física, intelectual y emocional de
este periodo, y que contribuya a la promoción de la salud y el bienestar a
través de la alimentación y de un estilo de vida saludable.
2. LA HIGIENE
En un sentido amplio, la higiene estudia las condiciones y los factores
personales y ambientales que influyen en la salud física y mental que favorecen
la aparición y la difusión de las enfermedades. En este sentido distinguimos
entre la higiene personal, que hace referencia al conjunto de medidas
encaminadas a la conservación de la integridad de las diversas funciones del
organismo y a la mejo a de la salud, incluyendo aspectos diferentes como el aseo
corporal, el arreglo personal, etc.; y la higiene ambiental, que hace hincapié
en que los espacios, los materiales y en el ambiente en que se desarrollan las
actividades infantiles dispongan de las condiciones higiénicas adecuadas.
Los adultos encargados del cuidado del bebé o niño/a, tienen una doble función:
por un lado cuidar del mantenimiento de su higiene general y por otro, y no
menos importante, fomentar en el niño/a el progreso en la adquisición de
determinados hábitos relacionados con su higiene.
Se puede considerar que la evolución en las medidas de higiene personal pasa por
las siguientes fases:
La fase pasiva, en la que la persona adulta encargada del cuidado del bebé
realiza todas las actividades de higiene del pequeño.
La fase de colaboración, en la que el niño/a empieza a participar en su propio
aseo, donde en un primer momento es el niño/a el que ayuda al adulto, hasta que
más adelante es el adulto el que se limita a ayudar al niño.
La fase activa, en la que el niño/a ha adquirido una independencia progresiva
respecto a las maniobras de aseo personal y es capaz de realizar sólo las
actividades relacionadas con su higiene, aunque siempre bajo la supervisión del
adulto encargado de su cuidado.
Las tareas del educador infantil en relación con la higiene personal de los/as
niños/as son muy amplias, ya que abarcan:
Los cuidados específicos del bebé, el baño; el acicalado o limpieza específica
de determinadas zonas (que incluye una serie de cuidados higiénicos
complementarios del baño como el peinado, cuidado o higiene de los ojos, nariz,
boca, oídos y uñas); el cambio de pañales y la higiene de las zonas
uretrogenitales y el vestido y desvestido.
Los procedimientos y medidas más importantes para garantizar el aseo personal en
la infancia hasta los 6 años, en esta etapa los aspectos más importantes a
considerar siguen siendo el baño o ducha y aseo de la piel, manos y cara, el
cabello, las uñas, y adquieren especial importancia los dientes.
3. EL SUEÑO
El organismo humano está dotado de forma natural de ritmos que regulan su propia
actividad y de señales que indican que es conveniente descansar. Una manera de
descansar es a través del sueño.
Por lo que respecta a la infancia, la evolución del equilibrio
actividad-descanso responde a la maduración órgano-funcional, que va ligada al
desarrollo del sistema nervioso, a la maduración motora, cognitiva y afectiva, a
factores individuales y a pautas educativas.
El patrón del sueño cambia con la edad y se va adaptando al propio ritmo
biológico, las diferentes fases del sueño también se distribuyen de diferente
manera a diferentes edades. Haciendo un análisis detallado de la evolución de
las horas de sueño a lo largo de la infancia, encontramos que:
Los recién nacidos pasan aproximadamente 16/17 hs/día durmiendo en ciclo de 4 hs
regulados por la alimentación y la higiene.
A partir de los 3 meses los bebés pasan de los ciclos de 3/4 hs al ritmo
biológico de 24 hs duermen 4/5 veces/día y el 70% aguanta 8 hs seguidas durante
la noche (adaptándose al patrón de sueño de los adultos).
A partir de los 12 meses los/as niños/as duermen 3/4 veces/día, sólo un 10% no
duerme toda la noche seguida.
A partir de los 18 meses, duermen 2 periodos al día, ya que el nº de horas que
necesitan dormir por el día disminuye.
A partir de los 3 años, las horas de sueño nocturno tienen que ser 10 u 11.
Respecto al sueño diurno, (coincidiendo con la escolarización) puede desaparecer
la siesta, aunque ésta se puede mantener hasta los 4/5 años.
3. IMPORTANCIA DE LOS FACTORES AFECTIVOS Y DE RELACIÓN
Las actividades en que se satisfacen las necesidades básicas de los/as niños/as:
alimentación, higiene y sueño, van más allá de la mera satisfacción de la
necesidad ya que contribuyen a que se desarrolle una relación afectiva, en este
sentido:
A través del acto de la alimentación comienza la relación entre el adulto y el
niño/a, proceso por el cual se crearán unos vínculos afectivos. Desde el
nacimiento muchas de las actividades que realiza el lactante relacionadas con el
acto de comer (chupar, roer, parlotear, etc.) están en la base de su proceso
expresivo y relacional.
Además la alimentación es protagonista de una de las primeras formas de relación
por lo se puede considerar el comer como un hecho social, ya que en el momento
de comer no sólo se satisfacen las necesidades alimenticias sino que también se
comparte el tiempo y el espacio con otras personas, por lo que implica una serie
de normas de comportamiento que se deben transmitir desde el primer momento y
que los pequeños deben ir interiorizando poco a poco, a través de la educación.
Los momentos de la higiene (baño, cambio de pañal, vestido y desvestido) son
también ocasiones que se pueden aprovechar para potenciar el desarrollo de
ciertas capacidades, de tipo afectivo (a través de la sonrisa y el contacto
cuando son más pequeños, y de los juegos, cuentos, etc. cuando son más mayores),
de tipo motriz (estimulando al bebé a moverse, dar patadas, etc.), relacionadas
con el lenguaje (mediante el habla con el bebé, sus balbuceos, etc.) o
sensoriales (enseñándole cosas de colores, con sonidos, etc.)
El descanso y al sueño, son necesidades infantiles que el adulto ha de ayudar a
satisfacer transmitiendo la seguridad necesaria para que puedan descansar
tranquilos y la certeza de la continuidad de la presencia de los adultos cuando
cierren los ojos.
En las sociedades occidentales, a diferencia de lo que ocurre en otras culturas
donde los bebés duermen en contacto con el cuerpo de su madre o de otro adulto,
irse a dormir es una experiencia diaria de separación para los/as niños/as, por
lo que para superarla se realizan rituales que les proporcionan una estructura
tranquilizadora y previsible, mediatizada por actividades placenteras como
contar un cuento, cantar una canción, etc. también se usan objetos de transición
como peluches, mantas o gasas, etc.
Por todo lo mencionado anteriormente los centros de educación infantil tienen
que ofrecer a los/as niños/as que acuden a ellos un ambiente cálido, acogedor y
seguro, que permita y estimule las relaciones interpersonales, y contribuya a la
construcción de una autoimagen ajustada y positiva.
4. CONCLUSIÓN
Como se ha podido apreciar, la atención a las necesidades básicas en la primera
infancia es imprescindible para el desarrollo equilibrado del niño/a, puesto que
proporciona hábitos saludables, mayor autonomía personal y una imagen positiva
de sí mismo debido a la dimensión relacional y afectiva que implica la
satisfacción de dichas necesidades básicas.
También se ha mencionado, cómo para alcanzar estos objetivos es necesaria la
colaboración y coordinación de los principales agentes implicados en la
educación de los/as niños/as: la familia y la escuela.
5. BIBLIOGRAFÍA
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Martínez, J.R. y Polanco, I. El libro blanco de la alimentación escolar.
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VV.AA. Autonomía Personal y salud infantil. Altamar. Barcelona. 2008.
VV.AA. Profesores Técnicos de Formación Profesional. Servicios a la Comunidad.
Temario. Vol.III. Educación Infantil.1. Mad. Sevilla. 2008.
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