Modesta de la Caridad Linares Ruíz
Instituto Politécnico de los Servicios “Mario Domínguez Regalado”,
Sagua la Grande Villa Clara, Cuba
a_tecnologia@unimedsag.vcl.sld.cu
OBJETIVO: Proponer orientaciones a los educadores de la Enseñanza Técnica y
Profesional para desarrollar el aprendizaje reflexivo en sus estudiantes.
INTRODUCCIÓN
El aprendizaje es un proceso vinculado a la existencia del hombre como ser
social. Cada ser humano fue haciendo suya la cultura, a partir de procesos de
aprendizaje que le permitieron el dominio progresivo de la realidad y su
transformación consecuente, en correspondencia con la satisfacción de las
necesidades. El aprendizaje fue, desde sus inicios para el hombre, el basamento
indispensable para que se produjeran procesos de desarrollo y estos, a su vez,
fueron abriendo diferentes horizontes a nuevos aprendizajes. Aprendió a ser
hombre y a vivir en sociedad, mediante procesos ininterrumpidos de aprendizaje y
desarrollo.
La realidad existente, lo que rodea al hombre, su entorno social, se convierte
en parte indisoluble de los procesos de aprendizaje y desarrollo.
L. S. Vigotsky expresó que cualquier función en el desarrollo cultural del
estudiante aparece en escena dos veces, en dos planos: primero como algo social,
después como algo psicológico; primero entre la gente, como una categoría
interpsíquica, después, dentro del estudiante, como una categoría intrapsíquica.
Detrás de todas las funciones superiores, de sus relaciones, están,
genéticamente, las relaciones sociales, las relaciones reales entre la gente.
Al realizar una retrospectiva del aprendizaje y enfocarlo históricamente,
aportes importantes se encuentran en las consideraciones realizadas por Platón,
Aristóteles y otros filósofos de la Grecia Antigua.
En los escritos de Platón aparece un primer reconocimiento a la importancia del
diálogo como elemento indispensable en la reflexión y, por tanto, en el
desarrollo de un pensamiento crítico y reflexivo.
De igual forma, el conocido interrogatorio socrático ha perdurado hasta la
actualidad, como una modalidad para lograr que los estudiantes aprendan.
Recorriendo rápidamente este análisis, se destacan figuras como J. Amos Comenio
(1983) y Jacques Rosseau (1989), en las que se pueden encontrar los gérmenes de
las ideas del aprendizaje por experiencia y mediante la acción.
De manera muy peculiar, en el caso particular de Cuba, se destacan figuras que
también hicieron aportes significativos al aprendizaje.
Félix Varela Morales (1788-1853), considerado como el primero que enseñó en
pensar a los cubanos, introdujo, en sus actos de enseñar, el método explicativo
y puso énfasis en enseñar, a sus estudiantes, operaciones intelectuales, como el
análisis, la síntesis y la inducción. Se enfrentó a la escolástica y, por tanto,
al formalismo y al dogmatismo, y recomendó cómo debía actuar el profesor para
lograr que sus estudiantes aprendiesen.
José Martí Pérez (1853-1895) dejó importantes argumentos sobre cómo debía ser la
enseñanza para producir aprendizajes perdurables en los estudiantes, y cómo la
instrucción y la educación deben complementarse para lograr mejor preparación en
el sujeto. De igual forma, aportó a la concepción del aprendizaje reflexivo, al
expresar que no hay mejor sistema de educación que aquel que prepara al
estudiante a aprender por sí.
Varios autores cubanos se han destacado por su contribución al desarrollo del
aprendizaje: P. Rico Montero (2004), al señalar las bases conceptuales del
aprendizaje reflexivo, la forma de estructuración de la actividad docente para
lograr el desarrollo de la reflexión en los estudiantes y, de manera más
reciente, elementos teóricos y prácticos acerca de un aprendizaje que posibilite
el desarrollo de los estudiantes.
F. González Rey (1998), al analizar la comunicación, su influencia en el
aprendizaje y sus aportes acerca del desarrollo de la personalidad, Álvarez de
Zayas (2000), con sus contribuciones acerca del proceso de enseñanza-aprendizaje
en la educación superior; M. Silvestre Oramas (2002), con sus reflexiones acerca
de las características de un proceso de enseñanza-aprendizaje que, a la vez que
instruya y eduque, permita el desarrollo del estudiante, J. Zilberstein (2002),
propuso importantes procedimientos para estimular un aprendizaje que promueva el
desarrollo de los estudiantes, Castellanos Simons y colaboradores (2002) han
realizado importantes análisis del aprendizaje humano y sus características, así
como las dimensiones y las subdimensiones del aprendizaje desarrollador, y
muchos otros que, con su quehacer diario, aportan elementos significativos que
contribuyen a conformar y a perfeccionar las concepciones existentes sobre tan
complejo proceso.
La concepción del aprendizaje depende de la posición asumida para enfocarlo.
Para los conductistas, el aprendizaje está asociado al esquema
estímulo-respuesta, siendo lo principal aquello que el hombre hace, no lo que
piensa.
De esta forma, el aprendizaje se produce por ensayo y error, y trae
modificaciones en la conducta externa, en lo que se puede observar; lo que el
hombre siente y piensa, como no es observable, no se puede tener en cuenta.
Para los seguidores del cognitivismo, el aprendizaje está asociado solo al
desarrollo cognoscitivo; para los constructivistas, tiene gran significado que
el aprendiz construya conocimientos y, por tanto, amplíe sus estructuras
cognoscitivas, a partir de las ideas previas que tienen los estudiantes.
Para los humanistas, su atención está centrada en el individuo, su realización,
su desarrollo interno y, para los defensores y seguidores del enfoque histórico
socio-cultural, este proceso tiene un carácter más integral, condicionado
históricamente y en el que interactúan, de manera muy estrecha, lo social
(interpsicológico) y lo individual (intrapsicológico).
Las definiciones de aprendizaje analizadas tienen, como elemento común, el
sujeto que aprende, que es ubicado de diferentes maneras respecto al objeto de
conocimiento y a la relación con otros.
DESARROLLLO
El aprendizaje es un proceso universal, se produce en las más diversas
circunstancias de la vida del sujeto, en cualquier situación donde sea posible
apropiarse de la experiencia concretizada en los objetos, fenómenos y personas
que lo rodean, es el proceso integrador de conocimientos, habilidades y
actitudes para conseguir cambios o mejoras de conducta; significa una acción que
toma el conocimiento en un sentido amplio como entrada y genera nuevos
conocimientos.
El aprendizaje humano es el proceso dialéctico de apropiación de los contenidos
y las formas de conocer, hacer, convivir y ser construidos en la experiencia
sociohistórica, en el cual se producen, como resultado de la actividad del
individuo y de la interacción con otras personas, cambios relativamente
duraderos y generalizables, que le permiten adaptarse a la realidad,
transformarla y crecer como personalidad.
El análisis de estas definiciones y muchas otras recogidas en la bibliografía
consultada, de una u otra manera, consideran la actividad desplegada por los
sujetos en el proceso de aprendizaje, la importancia que tiene el intercambio y
la relación de los sujetos, no sólo con el objeto de aprendizaje, sino entre
ellos.
Es precisamente en este intercambio, en que tiene lugar la modificación y la
conformación de las ideas nuevas aprendidas que se incorporan por los sujetos
para ponerlas en práctica en su quehacer cotidiano, es importante considerar que
no se aprende de otros, si no es incorporando aquello que el otro ofrece dentro
de un proceso de análisis, de significación y elaboración personal; todo el que
está aprendiendo, para que realmente aprenda, tiene que participar activa,
reflexiva y creadoramente en la construcción y la reconstrucción de sus
significados. Se hace necesario, entonces, recalcar que lo más importante es
tener claro quién aprende y cómo aprende, pues se trata de sujetos que piensan,
razonan, que tienen motivos y necesidades, que asignan significados, que tienen
aspiraciones y metas, que elaboran y procesan la información recibida y crean su
propia información, que luego comunican en intercambios con otros sujetos y, al
mismo tiempo, la modifican.
Es el aprendizaje, en su complejidad, el que favorece el perfeccionamiento del
individuo como persona y como sujeto social, que produce cultura en un proceso
de apropiación de la ya existente. Favorece el movimiento, el cambio y la
transformación en las esferas cognoscitivo-instrumental y motivacional-afectiva,
como resultado de la práctica reflexiva y la práctica social y, por tanto, es
resultado de interacciones entre el individuo consigo mismo, el individuo con
otros individuos y el individuo con su ambiente socio-histórico, cultural y
natural.
El aprendizaje es dominio de la realidad que es convertida en contenido de
aprendizaje, que es diverso, multifacético y contradictorio; sin embargo, no es
sólo aquí en que radica la diversidad de este proceso, sino en que el mismo
contenido de aprendizaje puede tener diversas interpretaciones, pues la
significación de sus potencialidades recae en los sujetos que lo analizan,
interpretan e incorporan, este proceso tan complejo, es imposible que pueda
ocurrir por una simple narración o explicación de hechos y fenómenos de la
realidad, que después serán reproducidos exige participación, confrontación y
despliegue de procedimientos; no admite superposición o adición a los contenidos
ya existentes, sino reestructuración y establecimiento de relaciones, que
conforman ideas nuevas y originales.
Al tratar el aprendizaje y de manera particular el reflexivo, es necesario
considerar el pensamiento y relacionado con él.
Pensamiento, reflexión y aprendizaje están presentes en la actividad
cognoscitiva del sujeto, tienen su propia existencia, independencia y
características que los distinguen; pero, no cabe dudas que están estrechamente
relacionados y que existen elementos comunes que comparten unos y otros, que se
integran en el individuo, condicionándose mutuamente y conformando una unidad
dialéctica, en la que se promueven el desarrollo y la transformación de los
estudiantes.
Trabajar en esta relación, resulta extremadamente complejo, pero necesario desde
el punto de vista teórico y metodológico para abordar estos procesos en su
identidad y relación.
El pensamiento permite al hombre, en el proceso de conocimiento de la realidad,
penetrar en las relaciones de los objetos, descubrirlas y llegar a su
conocimiento más profundo.
El conocimiento de los hechos y los fenómenos de la realidad que constituyen el
contenido que aprenden los estudiantes, no es posible lograrlo, si en ello los
estudiantes no piensan; de lo contrario, este conocimiento de la realidad se
queda en lo superficial, en lo externo.
Cuando entra en funcionamiento el pensamiento, se llega a determinar lo
esencial, lo que identifica al objeto, su distinción dentro de otros objetos. El
pensamiento se revela en la generalización, pasando de manera continua por las
vías inductiva y deductiva, y en que operaciones, como el análisis, la síntesis,
la comparación, la abstracción y la generalización, permiten conocer mejor la
realidad y sus cualidades esenciales:
El pensamiento se expresa en conceptos, juicios y razonamientos, los que son
expresados y compartidos con otros sujetos mediante procesos de comunicación e
intercambio social, en que el lenguaje permite expresar el contenido del
pensamiento.
Estas formas de intercambio humano son posibles porque el pensamiento refleja
una realidad en forma de conceptos, razón por la cual aún, cuando el sujeto esté
familiarizado con las palabras necesarias, puede faltar el concepto que asegure
la comprensión de lo que se trata, afectándose ese proceso de intercambio y
comunicación.
El hecho de aceptar que el pensamiento tiene lugar de forma básica en la
solución de problemas indica que es un proceso dirigido y autorregulado.
El hombre comienza a pensar cuando siente la necesidad de comprender algo, de
solucionar un problema, poniéndose de manifiesto no solo las necesidades, sino
también la voluntad del individuo, la motivación y el sentido de
responsabilidad, por lo que el proceso mental es también un acto de
interrelación de elementos cognoscitivos y afectivos, que se dan orientados
hacia una finalidad.
Cuando los sujetos asumen la solución de un problema, esto lleva implícitos
considerables esfuerzos y dedicación para poder solucionar las dificultades que
se presentan en ese camino de búsqueda a la solución.
Del análisis realizado hasta aquí se puede inferir que el pensar implica, al
menos: la posibilidad de solucionar problemas, de identificarlos o crearlos y la
capacidad del pensamiento de poder reflexionar sobre sí mismo.
Pero, en correspondencia con estos aspectos, es necesaria la capacidad
genéticamente constituida para buscar conocimientos, utilizando diferentes
procedimientos y acciones mentales ordenadas que devienen habilidades que
desarrolla los sujetos (observar, comparar, ordenar, clasificar, representar,
modelar, inferir, interpretar, procesar, indagar, evaluar, entre otras), que son
activadas en el momento necesario y la motivación que alcance para implicarse
productivamente en la solución de los problemas.
Relacionado con el pensamiento, está la reflexión y existen variadas
definiciones que diferentes autores han dado acerca de ella.
En el presente trabajo se asumen las que coinciden en considerarla como una
cualidad del pensamiento que hace posible que este funcione de manera
autorregulada.
La reflexión desempeña una función importante en la actividad intelectual del
sujeto, pues regula el proceso de búsqueda de la solución del problema, el
planteamiento de hipótesis y la propia valoración que realizan los estudiantes
de su actividad de aprendizaje. De igual forma, significa que el control y la
valoración resulta tanto condición de formación de la reflexión como medio de
funcionamiento; considera, a estos procesos, esenciales en la formación y la
manifestación de la reflexión.
La reflexión es la cualidad que expresa el funcionamiento del pensamiento como
un sistema autorregulado del individuo, que le permite plantearse problemas ante
las diferentes situaciones que se le presentan, estimula el planteamiento de
hipótesis sobre las causas que propician estos problemas y posibilita la
búsqueda de vía(s) adecuada(s) para su solución.
En estas definiciones se expresan elementos comunes que indican el hecho de que,
mediante la reflexión, se produce una toma de posición por parte del sujeto ante
el objeto de conocimiento, lo que está determinado por los procedimientos
puestos en práctica que determinan la manera de obtener los resultados
La reflexión genera cambios y nuevas interpretaciones sobre qué se hace, se hará
o se dejó de hacer, favoreciendo la consolidación de aquello que se hizo, la
elaboración de lo que se hace y la proyección de lo que se realizará.
Se gesta en colectivo, a partir del análisis de la información que se recibe e
intercambia y que porta cada miembro del colectivo.
Reflexionar es considerar mejor la realidad, el objeto de conocimiento, ser
consecuente con la solución de los problemas y con el enjuiciamiento crítico y
significativo de las alternativas que se utilizan en el camino de búsqueda de la
respuesta correcta.
Significa ser más razonable frente a la realidad circundante, para actuar de
forma consciente y transformadora, la reflexión favorece el empleo óptimo de las
potencialidades y recursos de los estudiantes que aprenden.
El análisis efectuado acerca del pensamiento y la reflexión induce a pensar que
estos están estrechamente relacionados con el aprendizaje.
El pensamiento tiene, como una de sus cualidades, la reflexión, y sobre todo, en
una situación contradictoria, los estudiantes reflexionan, analizan de manera
consciente para saber de qué recursos disponen, para emprender el proceso de
búsqueda, de indagación, de razonamiento, de cuestionamiento, de autovaloración,
en lo que también influye, de manera decisiva, el grado de motivación alcanzado
y la necesidad manifiesta de encontrar la solución. Tal situación requiere de
aprendizaje para que ocurra apropiación del nuevo contenido hasta el momento
desconocido.
En este caso, en el que el sujeto parte de un problema a solucionar, reflexiona
sobre él, se plantea estrategias de solución, pone en práctica diferentes
procedimientos, utiliza su arsenal de conocimientos, aprende de sí mismo,
interactúa con otros; entre otros elementos importantes, se identifica con un
aprendizaje de tipo reflexivo.
El análisis de estas posiciones teóricas y la manera en que conciben cómo el
sujeto aprende, ha brindado a los que trabajan e investigan este proceso, la
posibilidad de delimitar diferentes tipos de aprendizaje.
El aprendizaje reflexivo, ante todo, se debe comprender como el aprendizaje que
condiciona el desarrollo de los sujetos que aprenden, posición que se asume de
las consideraciones aportadas por Castellanos Simons y otros (2002) y P. Rico
Montero (2004) acerca del aprendizaje desarrollador, en el que se concibe la
necesidad de desarrollar el aprendizaje reflexivo para lograr la transformación
de los estudiantes; es necesario transitar por un aprendizaje de tipo reflexivo
el que, sin lugar a dudas, tiene su base fundamental en la reflexión alcanzada
por los que aprenden.
Es preciso enfatizar que, para estimular este tipo de aprendizaje, además de
considerar estos elementos, se debe tener en cuenta que, para involucrar al
sujeto en su actividad de aprendizaje, hay que considerar los contenidos que son
objeto de aprendizaje y las estrategias que son utilizadas, lo cual le permite
al sujeto orientar sus acciones tanto en la planificación como en el control de
su proceso de aprendizaje, como de los resultados que obtiene.
Lo que distingue a la enseñanza y el aprendizaje reflexivos de los no reflexivos
es la presencia de problemas verdaderos, que los estudiantes sienten la
necesidad de resolver, se produce siempre que los maestros, mediante preguntas
hábiles y el empleo adecuado de evidencias negativas, induce a los estudiantes a
dudar de lo que aceptaban hasta entonces y a continuación los ayuda a analizar
reflexivamente el problema planteado.
En el aprendizaje reflexivo, el sujeto se modifica y transita de un estado
inicial a otro final cualitativamente superior, como resultado de su actividad
reflexiva y, por tanto, de la regulación de su propio proceso de aprender, a
partir de controlar y valorar, tanto la ejecución de sus acciones, como los
resultados que obtiene, en el proceso de planteamiento y solución de problemas.
El resultado del aprendizaje reflexivo es la apropiación de la experiencia
histórico-social acumulada, pero de aquella que, por el significado que encierra
y proyecta, tiene importancia para el sujeto, al ser necesaria en el momento que
la aprende y para sus planes y proyecciones de vida.
No se trata solo que el sujeto se transforme; es necesario que esta
transformación implique nuevos niveles de autorregulación y el desarrollo de
modos de actuar más efectivos, en relación consigo mismo y con la realidad
social, se debe puntualizar que, aún cuando los estudiantes son sujetos
protagónicos y tienen que aportar sus propios recursos de experiencias, es el
profesor el que debe crear las condiciones para que se produzca el aprendizaje
reflexivo y es responsable, conjuntamente con los estudiantes, de que el proceso
de aprendizaje transcurra y se obtengan los resultados deseados.
Se requieren condiciones que no sólo permitan reflexionar al estudiante sobre su
aprendizaje, sino con otros estudiantes y con el profesor. De estas
consideraciones, resulta importante que, al crear estas condiciones, el
profesor, entre otros elementos, tiene que conocer qué procedimientos conducen a
su estimulación, para que sean puestos en práctica con la sistematicidad
requerida.
El profesor debe establecer un marco educativo de referencia, en que los
estudiantes puedan hacer sus propias exploraciones, poniendo a prueba sus ideas,
en la compañía crítica de los demás.
En el aprendizaje que se analiza, la actividad reflexiva que realizan los
estudiantes es imprescindible; se le considera como una forma de actividad del
sujeto, que posibilita que el pensamiento funcione como sistema autorregulado;
se produce autocuestionamiento, a partir del cual el sujeto toma conciencia de
sus procedimientos de actividad, de los medios y de las vías para realizar la
actividad, así como de los resultados que obtiene y en que los procesos de
control y valoración son necesarios para su correcto funcionamiento.
El aprendizaje reflexivo, como tipo de aprendizaje, depende de la actividad
reflexiva del sujeto y en cómo los estudiantes se enfrentan y se apropian del
contenido, en sus dimensiones cognoscitiva, procedimental y axiológica, que les
permitan su desarrollo y transformación como personas y modos de actuar, que
incluyen, de manera muy peculiar, sus experiencias, y la forma de afrontar y
solucionar la multitud de problemas que constituyen la diversidad de realización
y actuación humanas.
Para su análisis, la autora de este trabajo recomienda tener presentes las
siguientes interrogantes, las que han sido determinadas a partir de los
presupuestos teóricos que, acerca del aprendizaje, han sido analizados; estas
son:
Los que aprenden son los estudiantes, que deben adoptar una posición protagónica
y transformadora frente a la actividad de aprendizaje, aprenden contenidos que
deben favorecer la revelación de contradicciones, lo que implica que las tareas
de aprendizaje deben ser diversas y, sobre todo, problémicas, y que los
estudiantes, para solucionarlas, no solo centren su atención en los resultados
obtenidos, sino en el control y la valoración de cómo transcurre el proceso de
solución en correspondencia con los objetivos planteados y las estrategias
utilizadas para alcanzarlos.
En este mismo camino de solución, afloran los significados y los sentidos de lo
que están aprendiendo, se necesita que los estudiantes intercambien y confronten
lo que están aprendiendo con otros y es, precisamente este intercambio, esta
confrontación de puntos de vista y opiniones, las que, de manera gradual,
favorecen la transformación de los estudiantes de la Enseñaza Técnica y
Profesional (ETP).
De este análisis se deriva la necesidad de profundizar en los componentes no
personales del proceso, enfatizando en los que se dirigen a cómo lograr
estimular este aprendizaje.
La esencia del proceso de enseñanza-aprendizaje está determinada por la
participación de experiencias, significados y estrategias que aportan profesores
y estudiantes, y en el que no se pueden dejar de considerar sus propias
características personales.
El éxito de este proceso y su carácter motivante, desarrollador y transformador
no está sólo en los objetivos y en los contenidos sino, sobre todo, por los
métodos de enseñanza que se utilizan, razón esta por la que algunos autores, en
la dinámica de las relaciones que se establecen entre las categorías didácticas,
consideran que, en un determinado momento, requiere especial atención el método
en comparación con el objetivo, aunque este sea la categoría rectora.
Una enseñanza que privilegie el aprendizaje reflexivo, que acentúe como
finalidad esencial el desarrollo de los estudiantes buscando su crecimiento como
ser humano y como sujeto social, tiene que prestar especial atención a los
métodos y a los procedimientos que se hacen acompañar, para alcanzar este fin.
En este análisis resulta importante considerar la relación
objetivo-contenido-método, a la vez que con los demás componentes del proceso de
enseñanza-aprendizaje, que determinan su funcionamiento como sistema.
Los objetivos y el contenido son imprescindibles en el proceso, pero para
llevarlo a vías de hecho, resulta importante el méto¬do.
El método seleccionado debe enseñar a buscar vías de solución y, por tanto, a
estimular la actividad reflexiva y la motivación en la búsqueda de la solución
al problema planteado. El método de enseñanza representa el orden, la secuencia,
la organización del proceso. Incluye tanto el objetivo del profesor, su
actividad, sus medios, así como los objetivos, la actividad de los estudiantes,
su proceso de apropiación del contenido, los objetivos alcanzados bajo la
actividad conjunta de estudiantes y profesores.
Para analizar a los métodos de enseñanza resulta imprescindible considerar la
unidad dialéctica entre los aspectos externo e interno que en ellos se
manifiesta. El aspecto externo está dado por la organización que adopta la
actividad docente, lo que puede ser percibido pero que, indudablemente, influye
en el aspecto interno, referido a lo psicológico y lo lógico, a las vías que son
utilizadas para desarrollar el pensamiento de los estudiantes y su relación con
los niveles de asimilación del contenido.
Lo anteriormente expresado pone de manifiesto el condicionamiento mutuo que
existe entre las acciones que realiza el profesor en el acto de enseñar y las
acciones que realiza el estudiante en el acto de aprender, en el camino que se
escoge para alcanzar el objetivo. La naturaleza y las condiciones del
aprendizaje condicionan la enseñanza y se convierten en criterios para su
organización. De igual forma, si la enseñanza técnica no cumple su función de
guiar de manera lógica y psicológica el aprendizaje de los estudiantes, no se
desarrollan sus potencialidades.
Al seleccionar los métodos de enseñanza, al igual que los objetivos y el
contenido, se debe tener en cuenta, entre otros aspectos, los siguientes: las
características de los estudiantes, las del profesor, que siendo el que
selecciona el método, debe estar preparado para cambiarlo o modificarlo ante las
exigencias y las necesidades de los estudiantes; además, siempre y a lo largo de
la actividad docente tiene que estar de manifiesto la relación
objetivo-contenido-método-procedimiento; el qué y el cómo enseñar, y el qué y el
cómo aprender, guiados por el objetivo, constituyen presupuestos imprescindibles
a tener en cuenta para lograr el éxito en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Un elemento a considerar por el profesor es el no hacerse dependiente de un
único método, por muy importante que este sea; debe lograr una combinación
armónica de todos los métodos, que permite ser más eficiente, motivante y no
aburrido el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Muy relacionados con los métodos están los procedimientos; mientras el método
está directamente relacionado con el objetivo, el procedimiento (operación), sin
dejar de estarlo, se subordina a las condiciones en que se desarrolla el
proceso.
Existe una relación dialéctica entre métodos y procedimientos, en función del
objetivo de la clase y de las condiciones para realizarlo, de las
características de los estudiantes y del profesor, lo que hace que, en un
momento dado, un procedimiento pueda convertirse en método y viceversa.
En la clase y en cualquier otra forma organizativa siempre es necesario que los
estudiantes piensen, que reflexionen sobre lo que están aprendiendo, que
planteen sus inquietudes, lo que es una muestra evidente de que están
involucrados en su proceso de aprender, todo lo cual se garantiza cuando el
profesor organiza su clase, no pensando en él, sino en lo que deben hacer los
estudiantes para aprender, y seleccionando aquellos métodos y procedimientos que
lo garanticen.
Por otra parte, la correcta selección y la utilización adecuada de los métodos y
los procedimientos debe facilitar el trabajo individual y colectivo, como parte
de la atención a la diversidad de necesidades que tienen los estudiante; esto
facilita el mejoramiento de las relaciones profesor-estudiantes y
estudiantes-estudiantes, sobre la base del respeto, la ayuda mutua y la
colaboración de todos para cumplir el objetivo propuesto.
En resumen, los procedimientos, tienen que estar en función de lograr la
independencia cognoscitiva de los estudiantes, el dominio de sí, la
identificación con su profesión, el deseo de ser formadores y de ser ejemplos de
modos de actuación.
En la dirección expresada, encuentran espacio los procedimientos metodológicos
seleccionados para estimular el aprendizaje reflexivo, los que, al ser
utilizados por el profesor, hacen posible que los estudiantes pongan en práctica
sus procedimientos como expresión de un aprendizaje reflexivo.
El método de enseñanza es una categoría estratégica, mientras que el
procedimiento es su manifestación táctica, vinculado con el hecho de que el
método de enseñanza constituye un sistema de acciones y los procedimientos son
su manifestación concreta en operaciones, es decir, el reflejo real del método.
El procedimiento, fuera del contexto del método, pierde su significación en la
asimilación de los conocimientos y en la formación de habilidades profesionales
y hábitos en los estudiantes de la Enseñaza Técnica y Profesional.
El hecho de asumirlos como parte indisoluble de los métodos de enseñanza, indica
que su selección, también se corresponde con el objetivo y los contenidos
desarrollados, aún cuando en la relación con el objetivo, el método lo hace
directamente y el procedimiento lo hace con las condiciones, con el contexto en
que se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje; constituyen las
operaciones que desarrollan los estudiantes, dirigidos por el profesor, en el
cumplimiento de las tareas docentes. En condiciones de un aprendizaje reflexivo,
estas tareas docentes deben encerrar, como condición imprescindible, la solución
de problemas docentes y de la práctica..
A partir de estas consideraciones, y en correspondencia con la relación
dialéctica que se manifiesta entre los componentes del proceso de
enseñanza-aprendizaje, que favorecen su carácter dinámico, se asume que los
procedimientos son la expresión de la relación que existe entre qué y cómo se
enseña, y qué y cómo aprenden los estudiantes, o sea, de una relación entre
contenido y método guiada por el objetivo y que, en una estructuración lógica,
comprenden la organización que se le da a la actividad docente, los medios que
son utilizados para enseñar y aprender, así como el trabajo de orientación para
promover el desarrollo cognoscitivo, afectivo y valorativo de los estudiantes.
Los procedimientos utilizados por el profesor guardan estrecha relación con el
método seleccionado y deben lograr una correspondencia con aquellos
procedimientos que ponen en práctica los estudiantes en su actividad reflexiva
en el proceso de aprendizaje.
Para estimular las potencialidades de los estudiantes, en el sentido
cognoscitivo, afectivo y valorativo, es necesario utilizar procedimientos que
vayan más allá de la organización que adopte la clase o cualquier otra forma
organizativa y que se dirijan a favorecer diferentes procesos que ocurren en los
estudiantes para que estos puedan aprender con calidad.
No basta sólo con lograr la estrecha relación dialéctica entre objetivo,
contenido y método, pues la obtención de los resultados que como aspiración se
recogen en el objetivo, dependen, en gran medida, de los procedimientos
utilizados. El modo de proceder seleccionado para enseñar puede favorecer o
entorpecer los resultados que se aspiran a alcanzar en el aprendizaje.
Los métodos y los restantes componentes analizados, encuentran su concreción en
el marco de las formas de organización del proceso de enseñanza-aprendizaje, las
que en correspondencia con las exigencias del aprendizaje reflexivo requieren
ser modificadas para dar espacio a una clase que, como forma organizativa
fundamental, promueva la reflexión y el debate, y enfatice en el desarrollo de
interacciones mutuas de cordialidad y respeto entre profesor y estudiantes, y
entre estudiantes.
La inserción de las nuevas tecnologías al proceso de enseñanza-aprendizaje
impone la realización de video-debates, utilización de las computadoras,
discusión de video-clases, talleres, seminarios, clases prácticas, prácticas de
laboratorio, inserción a las prácticas laborales y preprofesionales que no sólo
preparan a los estudiantes en las diferentes asignaturas, sino que les permiten
un mejor ejercicio profesional en la escuela y en las empresas.
Las formas organizativas en las condiciones actuales tienen como condición
fundamental, favorecer la actividad de los estudiantes como sujetos protagónicos
en su aprendizaje, de manera tal que desarrollen todas sus potencialidades a
partir de su actuación, bajo la guía certera del profesor.
La evaluación debe tener un carácter procesal y ser asumida por los estudiantes,
como medio de comprobar la marcha de su desarrollo en la carrera, en la que se
cumplan sus funciones en estrecha relación. Al diseñar las evaluaciones
destinadas a medir la calidad del aprendizaje, deben considerarse algunos
elementos: su carácter de sistema, su sistematicidad (se evalúa siempre y en
cada momento que sea necesario), los niveles de asimilación, las potencialidades
educativas del contenido y, sobre todo, se debe estimular la autoevaluación,
como vía para la estimulación de la autovaloración y la valoración colectiva.
Si se ha centrado el análisis en los componentes del proceso de
enseñanza-aprendizaje, es necesario que se haga referencia a cómo se organiza y
dirige la actividad de aprendizaje, para lo que se requiere: determinar, en cada
momento de la actividad docente, qué acciones deben ser realizadas por los
estudiantes y cuáles por el profesor, en su función de dirección. Esto significa
que se estructure la actividad siguiendo las etapas de cualquier actividad
humana: la orientación, la ejecución y el control valorativo que tiene lugar a
lo largo de todo el proceso.
La etapa de orientación permite la familiarización de los estudiantes con lo que
deben realizar; en un tipo de aprendizaje que se apoya en la reflexión que
realiza el individuo sobre el objeto de aprendizaje, el profesor debe precisar
adecuadamente los objetivos de la actividad, cuáles deben ser las situaciones de
aprendizaje que se van a trabajar, en las que debe predominar la
problematización y, por tanto, el trabajo con las contradicciones, el cómo
proceder y los medios que se han de utilizar, el dominio que, sobre el nuevo
contenido, poseen los estudiantes y, sobre todo, debe propiciar una posición
positiva para lograr la motivación necesaria, que requiere la solución de
cualquier problema a que se enfrentan. Es muy importante, en esta etapa, que el
profesor tenga bien definido qué le corresponde a él y qué le corresponde a los
estudiantes, qué pueden realizar con su ayuda y aquello que pueden realizar por
sí solos.
Los estudiantes, en esta etapa, deben hacer suyos los objetivos que se plantean
y, en correspondencia con ello, determinar los métodos y los procedimientos que
utilizarán para resolver las tareas planteadas, a partir del análisis que
realizan de las condiciones de éstas, de los datos y la información que poseen,
cuándo y en qué momento los utilizan, aspectos que contribuyen a una posición
reflexiva ante su actividad de aprendizaje.
En la etapa de ejecución, el profesor tiene que conocer cómo marchan los
estudiantes, cuáles de ellos pueden trabajar por sí solos y cuáles con ayuda, si
las estrategias, los métodos y los procedimientos seleccionados son los
necesarios para encontrar la solución del problema, cómo se transforman y se
realizan a partir de lo que hacen.
Los estudiantes deben utilizar los métodos y los procedimientos seleccionados,
en correspondencia con el objetivo asumido, para llegar a la solución del
problema; utilizarán diversas formas de comunicación y colaboración en la
interacción profesor-estudiantes y estudiantes-estudiantes, lo que aporta en los
órdenes intelectual y formativo. Si la etapa de orientación cumplió sus
objetivos, se debe lograr una ejecución consciente.
El control valorativo permite comprobar, tanto por el profesor como por los
estudiantes, la efectividad de los métodos y los procedimientos, y la
rectificación de las acciones, para lograr alcanzar el resultado. En la medida
en que el control que se realiza sea efectivo y que los estudiantes se den
cuenta e interioricen el porqué de sus errores, aprendan a autovalorarse y a
corregir sus errores, a trazarse metas, se realizan como personas, válido
también cuando llegan a la respuesta utilizando sus estrategias, en lo que
resulta importante la valoración individual y colectiva del trabajo realizado;
esto hace posible el desarrollo del análisis y la reflexión. Es obvio que los
estudiantes, al enfrentarse a una tarea, tienen que planificar, ejecutar y
evaluar; este camino permite llegar al cumplimiento del objetivo trazado.
Es necesario que el profesor cree condiciones para lograr el aprendizaje
reflexivo en los estudiantes; tiene que promover la exploración, la búsqueda, el
análisis de contradicciones, de errores, la utilización de diferentes
alternativas de solución a las tareas planteadas, que deduzcan, que emitan
juicios, que valoren, que se comprometan con su actividad de aprendizaje, que
utilicen mecanismos de autocontrol y, sobre todo, no debe darles como acabados
los contenidos, pues de esta forma se limita su razonamiento. Sin una reflexión
sobre el sentido que el conocimiento de una disciplina pueda tener para los
estudiantes, no es posible enseñarla verdaderamente.
Se trata de orientar a profesores que sean capaces de formar personas reflexivas
y críticas en su quehacer profesional cotidiano y, para ello, su formación en
los institutos politécnicos debe garantizar esta preparación.
El profesional de la educación tiene necesidad de reflexionar constantemente
sobre su actuar; cuando se trata de educar a personas, nada puede esperar al día
siguiente y el hecho de poder valorar cómo se va efectuando la formación del
estudiante, implica necesariamente reflexión constante sobre la práctica.
CONCLUSIONES
Los criterios analizados sobre la concepción del proceso de
enseñanza-aprendizaje en la formación de los estudiantes exige tener presentes
las consideraciones anteriormente expresadas, para lograr en la práctica
educativa que el proceso marche, a partir de considerar su estructura y
funcionamiento, y que responda a un aprendizaje de tipo reflexivo. Los
diagnósticos efectuados en las diferentes etapas de la investigación así lo
confirman.
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