Ana Matas Garrido
jmariohv@yahoo.es
Con frecuencia los profesionales de la enseñanza, como cualquier otro
trabajador, nos enfrentamos a numerosos riesgos en el ejercicio de nuestra
profesión. En nuestros días, ser un profesional de la educación puede conllevar
una presión considerable y a veces incluso un cierto factor de riesgo
relacionado con la violencia en el trabajo. Un asunto preocupante que requiere
de medidas de prevención. Los profesionales de la educación constituyen uno de
los sectores con un índice de estrés más elevado en su trabajo, debido en buena
parte a los riesgos de violencia de que pueden ser objeto en algunas ocasiones.
A pesar de esto, todavía hoy, socialmente persiste la idea de que quienes
trabajamos en la enseñanza no nos enfrentamos a riesgos especialmente dañinos.
La mayor prueba es que hay una gran cantidad de enfermedades y riesgos para
otras profesiones, y sin embargo para la enseñanza no aparecen recogidas. Sin
embargo, cada año se publican datos y se realizan estudios donde se que pone de
manifiesto la persistencia de patologías específicas entre los trabajadores del
sector que afectan a las personas, que terminan enfermando. Además, al ser
enfermedades que se van generando en un espacio temporal muy grande, suelen
escapar a la relación evidente de causa-efecto que tienen, por ejemplo, los
accidentes, y al no ser reconocidas como enfermedades profesionales, derivan
hacia quienes las padecen todos los gastos de rehabilitación y recuperación de
dolencias que son ocasionadas con motivo del desempeño del trabajo. Si a esto
añadimos que la vigilancia de la salud a través de los reconocimientos médicos
no se hace de forma sistemática y específica hacia los riesgos propios de
nuestro entorno laboral, se completa un círculo que imposibilita tomar las
medidas preventivas adecuadas.
En este artículo, trataré de dar somera cuenta de los riesgos laborales más
importantes, así como de las medidas que se deben aplicar en los centros
educativos para que sean evitados.
Riesgos Laborales de la Profesión docente.
Inestabilidad laboral en el empleo.
La incertidumbre acerca de la continuidad en el puesto de trabajo de algún tipo
de profesorado provoca serias deficiencias en el equilibrio entre el esfuerzo
que exige su trabajo y las compensaciones que les aporta. Esto es evidente en el
caso del profesorado interino.
Sin embargo no son los interinos o sustitutos el único colectivo que sufre la
inestabilidad. Existen, asimismo, otros trabajadores de la enseñanza que
desempeñan tareas que les exigen el uso de vehículos en diferentes puntos
geográficos (itinerantes) o que tienen un perfil profesional muy diferente:
inspectores/as, coordinadores/as, psicopedagogos/as, sindicalistas/os,
tutores/as de prácticas/os, etc. Por tanto, me refiero a los accidentes a la
hora de ir o volver al trabajo (accidentes in itinere), ya que en muchos casos,
es necesario realizar largos desplazamientos.
Tanto unos como otros corren una serie de riesgos, que deberían ser asumidos por
la Administración. Precisamente, esta inestabilidad concatena y por tanto,
desencadena, el siguiente “grupo” de riesgos.
Ansiedad y estrés.
Los factores de riesgo psicológico en el entorno laboral y su prolongación
temporal, pueden hacer que aparezca el estrés. Es esto mismo, el estrés y de
otros trastornos psicológicos, una de las mayores causas de bajas laborales
entre docentes.
Pero, ¿por qué?.
Los profesores sufrimos, además de un elevado volumen de trabajo, una gran
exigencia psicológica. Sin embargo, es la falta de apoyo social que nuestra
labor recibe y la descompensación entre el esfuerzo y la ilusión que muchos
docentes ponen y las escasas compensaciones que se reciben, lo que hace que la
ansiedad sea bastante común entre los profesionales de la enseñanza.
Además, generalmente, los profesores sentimos una gran exigencia social sobre el
sistema y sobre nosotros mismos, lo que se refleja en un aumento de la carga de
trabajo individual (horario lectivo, número de alumnos/as por aula, número de
grupos a su cargo, complejidad del alumnado, falta de personal especializado y
de apoyo, irracionalidad de los horarios, falta de personal administrativo en
todos los niveles educativos, carencia de tiempos de encuentro para los equipos
docentes, falta de momentos de pausa reales,…), así como en una carencia de
apoyo social hacia la labor docente (falta de apoyo y colaboración por parte de
las familias y la sociedad, inadecuada gestión de los conflictos, carencia de
colaboración de las familias, etc.).
Un prolongado estado de depresión y / o ansiedad, desembocará en el conocido
Síndrome de Burn-out, o síndrome del trabajador quemado. Dicho síndrome consiste
en un tipo de estrés prolongado motivado por la sensación que produce la
realización de esfuerzos que no se ven compensados personalmente ¿y
profesionalmente?. Se suele dar en trabajos sociales que implican el trato con
personas e importantes exigencias emocionales en la relación interpersonal
(personal sanitario, docentes, policías, etc.), que resultan en un deterioro,
desgaste o pérdida de la empatía.
En especial padecen el síndrome de burn-out personas altamente calificadas y
comprometidas, en las que los intereses profesionales predominan sobre los
intereses personales.
Su principal causa es estar sometido a un gran número de factores psicosociales,
como por ejemplo:
o Exceso de responsabilidad.
o Monotonía, falta de vocación.
o Excesiva ratio en el número de alumnos por clase
o Escasez de medios.
o Conflictos con alumnos y padres.
Violencia laboral.
Con frecuencia nos encontramos en todos los medios de comunicación recurrentes
noticias en las que los casos de violencia escolar están a la orden del día,
situaciones de violencia que los usuarios de la enseñanza, como el alumnado o en
algunos casos sus familiares, han protagonizado con docentes. Se trata de
episodios de violencia física, verbal o amenazas e intimidaciones vejatorias
llevadas a cabo en lugares públicos, normalmente la propia escuela, donde tanto
la autoridad moral de los profesores como su integridad física quedan
quebrantadas.
Trastornos musculares y de huesos.
Esguinces, hernias, dolores musculares y de huesos, lumbalgias, problemas
cervicales… Estas afecciones ocupan los primeros puestos entre las dolencias
causantes de bajas en el profesorado, ocasionadas a lo largo del tiempo de forma
lenta y progresiva.
Para hacernos una idea de tales dolencias y su progresión en el tiempo,
mencionaré, por ejemplo, a los maestros y maestras de educación infantil que se
inclinan para estar a la altura de niños y niñas de tres o cuatro años; al
profesorado de Educación Física, que está sobrecargado de actividades musculares
a lo largo de todo su horario laboral y de su vida profesional. Todo esto pone
de manifiesto riesgos como el mantenimiento de posturas forzadas, las
sobrecargas musculares o los movimientos y esfuerzos repetitivos, así como los
trastornos procedentes de estar mucho tiempo de pie. Esta postura también puede
provocar alteraciones circulatorias, varices, dolores lumbares.
Otros riesgos.
En este apartado incluiré los riesgos procedentes de deficiencias de seguridad,
así como los que son propios de cualquier puesto de trabajo.
Debemos prestar especial interés a las caídas y golpes:
Caídas al mismo nivel como por ejemplo tropezar por un pasillo lleno de mochilas
debido a la estrechez de las clases.
Caídas a distinto nivel como por ejemplo cuando se va cargado por unas escaleras
atestadas de alumnos, debido a la escasa anchura de las mismas, o por ser éstas
resbaladizas.
Choques/Golpes contra objetos inmóviles como por ejemplo las mesas, o con
objetos móviles como puede ser un choque con un alumno que va corriendo por un
pasillo.
Falta o exceso de iluminación en las clases, así como la existencia de reflejos
en algunas clases, que obliga a cerrar las persianas y utilizar durante todo el
día luz artificial.
Ruido existente en clases cercanas, o proveniente de la calle. También causa de
estrés, al igual que las vibraciones por la existencia de obras cercanas.
Contacto con virus y bacterias, al estar un gran número de personas encerradas
en una clase con un número reducido de metros cuadrados. Gripe, gripe A,
rubeola, tétanos, hepatitis B, etc.
Ambientes secos, polvo de las tizas y esfuerzos en la voz pueden provocar
enfermedades respiratorias, afonías o irritaciones. Actualmente, sólo los
nódulos en las cuerdas vocales están reconocidos como enfermedad profesional
para el sector de la enseñanza. La lista de enfermedades profesionales está
publicada en el Real Decreto 1299/2006 de 10 de noviembre, BOE de 19 de
diciembre de 2.006.
Contactos eléctricos, como por ejemplo la utilización de un aparato eléctrico en
mal estado, o su conexión a un enchufe que ha sido roto por los alumnos.
Medidas a tomar.
Para prevenir riesgos en los Centros Docentes, todos los Centros deberían tener
un Plan de Prevención donde se especificaran los riesgos potenciales del Centro.
También se debería indicar los medios disponibles para hacer frente a una
posible emergencia. Una vez elaborado el Plan los alumnos y profesores deberían
conocerlo y realizar simulacros para que en caso de que ocurra la emergencia
puedan poner en práctica todo lo aprendido.
También es fundamental, por motivos de seguridad, que un profesor sepa cómo
actuar ante un accidente. Así, es conveniente que conozca qué se debe hacer
cuando un alumno sufre una herida, quemadura, contusión, etc.
Por lo tanto, la Prevención de Riesgos Laborales y la Salud Laboral debe estar
integrada tanto en la práctica como en la gestión educativa diaria.
Además de esto, los profesores deberíamos recibir una formación sobre prevención
de riesgos laborales. Esta formación contribuiría sobremanera a la prevención de
posibles accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, mejorando la
cultura preventiva de los docentes, sea a través de la motivación personal, sea
a través de la aprehensión de actitudes y aptitudes que modifiquen los
comportamientos inseguros, reduciendo las situaciones de riesgo.
Por ello, los profesores deberíamos ser formados en técnicas básicas de
comunicación, normalización, prevención medioambiental y dominio de los primeros
auxilios básicos, conocimientos que además de la utilidad laboral evidente,
conforman la puesta en disposición para la transmisión de dichos conocimientos y
actitudes a los alumnos.
Teniendo en cuenta todo esto, las soluciones que deberían adoptarse radican en
la necesidad de (adoptar, entre otras, las siguientes medidas):
o Rebaja de las ratios.
o Creación de un mejor clima de convivencia.
o Dotación de mayores recursos humanos y materiales.
o Espacios físicos mejores.
o Mejor formación inicial y formación contínua.
o Mayor vigilancia de la salud relacionada con el trabajo.
o Motivación del profesorado.
o Mayor reconocimiento social.
o Establecimiento de profesorado de apoyo.
Conclusión.
Todos los riesgos mencionados afectan de una manera bidireccional a las
condiciones de trabajo de los profesionales de la enseñanza, quienes nos
enfrentamos a situaciones que deben ser identificadas, evaluados sus riesgos y
establecidos los planes de prevención, a fin de que se eviten los accidentes
laborales y se produzcan enfermedades profesionales que, todavía hoy, no son
reconocidas como tales.
Bibliografía.
www.wikipedia.es
www.prevenciondocente.com
www.mec.es
www.inhs.es
www.riesgolaboral.org
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación.
Introducción
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Los autores interesados deben enviar sus textos en formato DOC a: lisette@eumed.net junto a un resumen actualizado de su CV.
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