LA COMUNICACIÓN EN EL MARCO EDUCATIVO
Eva María Rodríguez
Cobos
jmariohv@yahoo.es
La convivencia en el marco educativo influye, como no podría ser de otra manera, en la vida diaria de un centro escolar. Por ello, cuando hablamos de educación no hablamos exclusivamente de conocimientos sino también de valores, de los valores que influyen en el desarrollo de la persona para que llegue a ser un individuo libre, respetuoso, comprometido y autónomo. Nosotros los docentes formamos con el fin de ayudar a nuestro alumnado a convertirse en seres dialogantes.
De ahí, que la palabra “comunicación”, en su más amplio significado, cobre una relevancia especial en el marco educativo. Los seres humanos vivimos en sociedad y basamos dicha convivencia en la comunicación. Dicha comunicación, que es entendida como el intercambio y la negociación de información entre al menos dos personas, puede ser verbal o no-verbal, pero ambas formas son vehículos idóneos de entendimiento si se usan correctamente.
Nosotros, los seres humanos, hemos aprendido a leer y a escribir, y quizás éste es el paso más importante en nuestro proceso de aprendizaje, pero la comunicación oral nos llega antes de que aprendamos a leer o escribir, y es precisamente este hecho, el de comunicarnos con otras personas y la manera en que debemos responder a dicha acto comunicativo en lo que vamos a centrar nuestra reflexión de hoy.
Nuestro alumnado, chicos y chicas de la ESO, se encuentran inmersos en su proceso de maduración y por ello vamos a incidir en la educación en valores a través de los temas transversales, usando como vehículo la comunicación dentro y fuera del aula.
En el proceso de maduración de nuestro alumnado interviene, de manera notoria, la influencia que su entorno más cercano ejerce sobre ellos: familia, amigos, escuela,… La escuela es, sin duda, un claro agente influenciador en el desarrollo personal e integral del alumno. De ahí, que vamos a fomentar “la comunicación” entre nuestros alumnos, haciéndoles ver que ellos continuamente se comunican entre sí, aunque no siempre de manera correcta.
Se trataría de fomentar la puesta en común, el consenso y el diálogo, llevando a cabo una actividad grupal dentro del aula. Consistiría en que cada uno, de forma oral, opinase sobre las normas a seguir durante el curso dentro del recinto escolar. Tales normas, serían consensuadas entre alumnos y tutor, estarían escogidas por ellos, para así fomentar su cumplimiento, y estarían relacionadas con la transversalidad. Trabajaríamos los temas transversales, educando, pues, en valores y estableciendo una serie de normas de obligado cumplimiento, que les lleve a reflexionar sobre la responsabilidad que ellos, como alumnos, tienen en las relaciones en el centro, en el cuidado y conservación de las zonas comunes, en la preocupación por su salud física y mental, …
Estas normas podrían ser:
1. Resolver las diferencias mediante el diálogo. (Ed. para la paz)
2. No tirar basuras en el patio. (Ed. ambiental)
3. Respetar el material y comprar lo necesario. (Ed. del consumidor)
4. Tratar de manera igualitaria y respetuosa a todos los compañeros/as. (Ed. para la igualdad de oportunidades entre sexos)
5. Tener en cuenta nuestra higiene personal. (Ed. para la salud)
6. No usar la zona destinada al tránsito de coches. (Ed. vial)
7. Respetar los derechos de los demás. (Ed. moral y cívica)
8. Conocer sus características corporales. (Ed. en la sexualidad)
A continuación, nos centraríamos en trabajar la comunicación en sí. Muchas veces el alumnado se dirige a sus compañeros e incluso al profesorado de manera irrespetuosa o con gestos desagradables. Tendríamos que ayudarles a ver que para lograr su objetivo, que no es otro que hacerles llegar información a sus compañeros, no es necesario usar un vocabulario inapropiado, grosero o incluso dañino, o hacer gestos que molesten o hieran los sentimientos de los demás. Para ello, podríamos trabajar sobre slogans comunes, que ellos conocen perfectamente pero en los que probablemente nunca se han parado a pensar. Por ejemplo:
• No les digas a los demás lo que a ti no te gustaría que te dijesen.
• Trata de convencer, nunca de imponer.
• No tiene más razón quien más grita sino quien más argumenta.
Concluiremos este apartado afirmando que en el marco escolar se trabaja y se fomenta el diálogo, las relaciones afectivas, el respeto, la tolerancia, la igualdad, … Sin embargo, las relaciones sociales de nuestro alumnado no terminan con su horario escolar, muy al contrario, se incrementan y amplían fuera del entorno educativo. Nuestros adolescentes se relacionan con familiares, amigos y conocidos en general, y se ven influenciados por su entorno social y por los medios de comunicación. Pero ¿nos hemos parado a pensar en la manera en la que todo esto influye en nuestros adolescentes?
Los adolescentes se ven influidos por su ambiente y son fáciles de manipular. Se ven atraídos por la publicidad: modas, novedades, cánones de belleza, marcas,… No sólo de manera directa por lo que escuchan o se les dice sino también porque están rodeados por todo tipo de señales, signos o símbolos publicitarios. Pero no siempre dichas señales, signos o símbolos publicitarios ejercen una influencia negativa. Esto, como todo lo relacionado con nuestros adolescentes, debe ser revisado, reflexionado y trabajado en pro de sus intereses. Pero para ello vamos a necesitar la ayuda de su entorno más cercano, el familiar.
Consistiría en fomentar la educación en valores desde sus hogares, el parque, la calle, el cine,… Veamos:
1) Fuera del marco escolar, las relaciones de los alumnos con su entorno son muy diversas: el parque, la calle, el río, la playa, el campo,… Por tanto, se debe fomentar en ellos una actitud de respeto hacia el medio ambiente. Constantemente ven señales de prohibido arrojar basuras, prohibido pisar el césped, no fumar (peligro de fuego),… Muchas veces, estas señales pasan desapercibidas y es nuestra responsabilidad como adultos hacer presentes dichas señales en la vida y en la educación de nuestros menores, para hacer de ellos personas comprometidas con la conservación de su entorno. Educación ambiental.
2) En muchas ocasiones, los alumnos escuchan como lo mayores discutimos dando voces, tratando de imponer nuestra opinión por encima de todo, sin ni siquiera argumentar o tratar de convencer a la otra persona dialogando y justificando nuestro punto de vista de manera respetuosa. O incluso, lo que es peor, a veces son testigos directos o indirectos de agresiones físicas. ¿Qué ejemplo les estamos dando? Deberíamos concienciarnos de que los niños a ciertas edades y hasta que llegan a un nivel óptimo de maduración son como esponjas que absorben todo lo que ven o escuchan, bueno y malo. Tenemos que ser nosotros los adultos los que demos ejemplo, usando el diálogo como base de nuestra educación. Educación para la paz.
3) Vivimos en una sociedad donde parece que se nos mide por cuánto tenemos y no por lo que somos. Debemos ayudar a nuestros adolescentes a reflexionar críticamente sobre la publicidad que constantemente les bombardea. Deben aprender a distinguir los necesario de lo superfluo, lo importante de lo meramente comercial, convirtiéndose, por tanto, en ciudadanos responsables dentro de una sociedad cada vez más consumista. Un signo de madurez sería el observar críticamente la publicidad que proviene de la televisión, la radio, la prensa y las revistas o incluso del comercio (tiendas de ropa, supermercados, grandes superficies comerciales,…). Educación del consumidor.
4) Hoy en día, cuando hablamos de “salud” hablamos no sólo de salud física, sino también de salud psíquica o mental. Por ello, debemos influir en los hábitos alimenticios de nuestros adolescentes y en la importancia del ejercicio físico y de la higiene personal. Actualmente disponemos de todo tipo de información sobre alimentación. Por ejemplo, quién no ha ido al médico para curarse una simple gripe y se ha encontrado diversos carteles sobre la pirámide alimenticia, o sobre los peligros de fumar, beber alcohol o tomar drogas. Pues es este momento el que debemos aprovechar para hablar con nuestros hijos sobre dichos temas, avalados porque dicha publicidad se halla precisamente en un hospital o centro de salud, lugar donde se concentra un alto número de expertos en dichas materias. Otro aspecto importante sería el despertar interés en nuestros adolescentes por el deporte, el disfrute al aire libre y los amigos. Todo ello, contribuirá a alcanzar una vida saludable, a nivel físico y mental. Educación para la salud.
5) Desafortunadamente, hoy en día, es frecuente escuchar en la televisión o en la radio que ha habido un accidente de coche o que un vehículo ha atropellado a un peatón. En gran medida, estos desafortunados accidentes podrían evitarse con una simple mayor educación vial. Por ello, es muy importante educar a nuestros jóvenes para que no sólo sean conductores responsables sino también peatones ejemplares. No es lícito ir en coche con nuestros hijos y saltarse un semáforo en rojo, o ir a pie por la calle y cruzar cuando el semáforo está en rojo para los peatones. Sin embargo, son acciones que realizamos delante de nuestros adolescentes y directamente les estamos haciendo llegar un mensaje erróneo: “No pasa nada por saltarse un semáforo”. Estas circunstancias y muchas otras de carácter vial conllevan un gran peligro, son situaciones de riesgo que debemos aprender a evitar mediante el conocimiento y el respeto. Nuestros adolescentes deben aprender a diferenciar y respetar las señales de tráfico y a usar circuitos para bicicletas y para corredores o patinadores. Educación vial.
6) En el entorno familiar, somos nosotros los adultos los que directamente dirigimos los juegos de nuestros niños. Es decir, le compramos un balón al niño y una muñeca a la niña, ¿típico no?, de tal manera que estamos condicionando sus juegos y con quienes los juegan, los niños por un lado y las niñas por otra. Un gran error, ya que desde pequeños debemos fomentar el juego mixto, la cooperación y la participación de ambos sexos en el juego. No debemos trasmitir valores discriminatorios, puesto que de esta manera estamos ayudando a que nuestros jóvenes crezcan con prejuicios respecto al sexo. Sin duda, aquí estaríamos hablando de coeducación. Educación para la igualdad de oportunidades de ambos sexos.
7) Por el contrario, debemos fomentar una educación en valores que contribuya a la igualdad, el respeto, la tolerancia y la solidaridad, pilares de la sociedad. Educación moral y cívica.
8) En la actualidad, nuestra sociedad se ha encontrado con una serie de problemas de índole sexual, como son el aumento de los embarazos no deseados entre las adolescentes y el incremente de las enfermedades de transmisión sexual. Pero, a diferencia de hace unas décadas, nuestros jóvenes disfrutan, hoy en día, de una mayor información, prevención y comunicación. Precisamente, es aquí donde debemos hacer mayor hincapié, aconsejando, asesorando y previniendo a nuestros jóvenes del peligro de prácticas sexuales inseguras. En este caso, el diálogo abierto con los adolescentes es el mejor medio para la prevención. Educación sexual.
Concluimos pues, verificando que la “comunicación” es algo más que una serie de intercambios entre dos o más personas. En ella influye lo que se dice, como se dice, la actitud de los participantes, los gestos,… Debemos aprovechar que en el caso de la comunicación oral, a diferencia de la escrita, podemos proporcionar una respuesta inmediata o feedback que sirva de herramienta educadora. Se trata de educar a los jóvenes en el diálogo, la negociación de significado, el consenso, la toma compartida de decisiones y el respeto ante distintas actitudes o puntos de vista. Tanto si se trata de comunicación verbal como no-verbal (como se suele decir: “una imagen vale más que mil palabras”), debemos tener presente que influye en el desarrollo de la personalidad de los jóvenes, altamente influenciable a ciertas edades. De ahí que debamos aprovechar esta característica para influir positivamente en ellos, favoreciendo el desarrollo de una personalidad responsable, social, tolerante, respetuosa y autónoma.
BIBLIOGRAFÍA
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