ACTIVIDAD Y DESCANSO EN EDUCACIÓN INFANTIL
Fátima Bejerano González (CV)
Instituto de Enseñanza Secundaria “El Greco” de Toledo
jugamez@yahoo.es
RESUMEN
La falta de descanso y, más específicamente, la falta de sueño puede desencadenar trastornos de memoria, aprendizaje y atención en los niños.
Instaurar la regulación del equilibrio entre actividad y sueño es, entre otras, una de las tareas propias de la Educación Infantil.
La actividad y descanso, por lo tanto, son fundamentales para una sana evolución del niño.
Todas las personas necesitan dedicar un determinado tiempo a la actividad como el trabajo, los deberes, las clases, el deporte, etc, y otra cantidad de tiempo al descanso (ocio, juegos sueño nocturno, etc...)
La cantidad de tiempo dedicada al descanso sirve para reponer la energía consumida durante el tiempo dedicado a la actividad. Entre ambas cantidades de tiempo ha de existir un equilibrio razonable.
El establecimiento de unos ritmos diarios de actividad y descanso en los que queden atendidas todas y cada una de las necesidades básicas es la base para conseguir un clima de seguridad, confianza y estabilidad para los más pequeños. Favoreciendo la capacidad de anticipar acontecimientos, la adquisición de estructuras espacio-temporales, la capacidad de establecer relaciones, etc.
Es importante educar a los niños para la adquisición de hábitos de descanso y de sueño que les permitan en el futuro llevar una vida saludable.
SUMMARY
The lack of rest and, more specifically, the lack of dream can trigger upheavals of memory, learning and attention in the children.
To restore the regulation of the balance between activity and dream is, among others, one of the own tasks of the Infantile Education.
The activity and rest, therefore, are fundamental for one healthy evolution of the boy.
All the people need to dedicate a certain time to the activity like the work, the duties, the classes, the sport, etc, and another amount of time to the rest (leisure, games nocturnal dream, etc…).
The amount of time dedicated to the rest serves in order to replace the energy consumed during the time dedicated to the activity. Between both amounts of time it has to exist a reasonable balance.
The establishment of daily rates of activity and rest in which is taken care of all and each one of the basic necessities is the base to obtain a climate of security, confidence and stability for smallest. Favoring the capacity to anticipate events, the acquisition of space-temporary structures, the capacity to establish relations, etc.
It is important to educate to children for the acquisition of dream and rest habits that allow in taking a healthful life them the future.
PALABRAS CLAVE:
Niño, actividad, descanso, sueño, hábitos, salud.
KEY WORDS:
Boy, activity, rest, dream, habits, health.
1.- ACTIVIDAD FÍSICA, MENTAL Y SALUD
En 1.946 la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su carta Fundacional definió la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como ausencia de enfermedad o invalidez.
Esta definición da a la salud un carácter global introduciendo aspectos psicológicos y una dimensión social que supera el plano individual y el estricto campo de lo orgánico.
La educación es un pre-requisito par que haya salud. Todos estamos implicados en la promoción de la salud. Para la promoción de la salud son necesarias medidas individuales, comunitarias y políticas.
Es esencial utilizar metodologías participativas, donde la gente pueda autovalerse y adquirir destrezas y habilidades para la solución de problemas.
Es necesario que el valor de la salud se interiorice en los primeros años de vida.
2.- ACTIVIDAD Y DESCANSO
El descanso es la recuperación subsiguiente a la realización de actividades. Entre actividad y descanso debe existir equilibrio para evitar el estrés y el agotamiento del organismo.
El descanso puede conseguirse mediante la inactividad o por medio de ocupaciones que resulten relajantes. Requiere tranquilidad. Una forma fisiológica de descansar y de permitir la recuperación psicofísica es dormir.
El sueño es una necesidad fisiológica básica, por la que se llega a un nivel mínimo de actividad física, que se acompaña de niveles variables de conciencia, cambios en los procesos fisiológicos corporales y disminución de la respuesta a estímulos externos.
Es un proceso diario que es necesario para mantener el equilibrio físico, el mental, el emocional y el bienestar de la persona.
El sueño es fruto de la inhibición del sistema nervioso. En consecuencia, el sueño interrumpe toda acción, pero no sólo eso, también evita que las neuronas lleguen a un agotamiento total y les sirve de recarga, dándoles nueva energía que consumir.
Gracias al sueño no sólo se reduce la actividad desplegada durante la vigilia sino que, además de inhibirse la actividad de relación con el exterior (tono muscular) y de reducirse las funciones vitales (temperatura, ritmo cardiaco, etc,) las neuronas experimentan un proceso de restablecimiento.
EL CICLO SUEÑO-VIGILIA
En el periodo de sueño se pueden diferenciar varias fases, desde el sueño muy ligero hasta el sueño muy profundo.
Los principales momentos del ciclo sueño-vigilia son tres: el adormecimiento, el sueño y el despertar.
El adormecimiento comprende desde que el sujeto se dispone a dormir hasta que concilia el sueño.
El sueño es, como ha hemos visto, una inhibición de las funciones de relación y una disminución de las funciones vegetativas, y que según la mayoría de los investigadores se divide en dos tipos diferentes: sueño lento (de ondas lentas) y sueño rápido (REM).
El despertar, consiste en la recuperación del estado de vigilia y de las constantes que le caracterizan.
SUEÑO DE ONDAS LENTAS
Este tipo de sueño se denomina así, porque en él, las ondas cerebrales son muy lentas. La mayor parte del sueño de cada noche es de la variedad de ondas lentas: éste es un tipo de sueño profundo, de descanso, que experimentan la persona durante la primera hora de sueño después de haber estado despierta durante muchas horas.
Se caracteriza por ser un sueño reparador, que está asociado con un descenso del tono vascular periférico y de otras funciones vegetativas del cuerpo. También se acompaña de una disminución ente el 10 al 30% de la presión sanguínea, el ritmo respiratorio y el metabolismo basal.
Aunque se le denomina “el sueño sin sueños”, frecuentemente durante este tipo de sueño se sueña, aunque normalmente no se recuerda lo que se ha soñado: es decir, durante el sueño de ondas lentas no tiene lugar el proceso de consolidación de los sueños en la memoria: también pueden aparecer pesadillas.
El sueño de ondas cortas tiene 4 fases:
Fase I
Ritmo cardiaco lento, respiración lenta y profunda, músculos relajados.
Las ondas del electroencefalograma son cambiantes e irregulares.
El sueño es tan superficial que cualquier estímulo puede desencadenar el despertar.
Fase II
El nivel de conciencia está muy reducido.
Las ondas del electroencefalograma son amplias.
Un ruido puede provocar el despertar pero ya se va reaccionando menos ante los estímulos.
Fase III
Los músculos están totalmente relajados.
Todas las funciones vegetativas se vuelven muy lentas hasta bajar la temperatura corporal.
Las ondas del electroencefalograma son amplias y lentas.
Sólo los sonidos muy fuertes pueden desencadenar el despertador.
El sueño es profundo.
Fase IV
La inconsciencia es completa.
En el electroencefalograma las ondas son muy amplias y muy lentas (ondas delta).
La glándula pituitaria en la base cerebral segrega en mayor cantidad la hormona del crecimiento lo que favorece la revitalización de los tejidos.
Puede producirse enuresis.
Durante esta fase es difícil despertarse (sonambulismo).
Es el sueño más profundo.
SUEÑO RÁPIDO O SUEÑO REM
La definición del sueño rápido proviene del inglés “rapid eye movent”, que quiere decir, movimiento rápido de los ojos, porque durante este tipo de sueño los ojos se están moviendo rápidamente a pesar de que la persona está dormida.
Los episodios de sueños REM aparecen periódicamente durante el sueño duran ente 5 y 30 minutos y se suelen repetir cada 90. El primero de los cuales aparecen entre 80 y 100 minutos después de que la persona se ha quedado dormida.
Cuando la persona tiene mucho sueño cada periodo de sueño REM dura muy poco, e incluso puede no producirse. Por el contrario, a medida que la persona va descansando a lo largo de la noche, va aumentando la duración de los periodos REM.
¿Cuales son las características del sueño REM?
Suele asociarse con el soñar.
Es más difícil despertarse mediante estímulos sensoriales, en relación con el sueño de ondas lentas. Normalmente el despertar de por la mañana ocurre en un periodo de sueño REM y no de ondas lentas.
El tono muscular de todo el cuerpo está muy deprimido.
El ritmo cardiaco y la respiración suelen ser irregulares lo que es característico del “estado de soñar”.
Aparecen movimientos musculares irregulares a pesar de la inhibición de los músculos periféricos. Entre ellos se incluyen, los movimientos rápidos de los ojos.
El cerebro está muy activo y el metabolismo cerebral global puede estar aumentando en un 20%.
El electroencefalograma muestra un patrón de ondas cerebrales semejante al que aparece durante la vigilia, por lo que este tipo de sueño se suele denominar “sueño paradójico” porque es una paradoja que la persona pueda estar aún dormida a pesar de la actividad de su cerebro.
Fases del sueño |
Características |
Sueño lento |
ü Fase I ü Fase II ü Fase III ü Fase IV
|
Sueño rápido |
ü Movimientos oculares rápidos ü Pulsación y respiración irregulares |
¿Cómo se lleva a cabo el ciclo del sueño?
Después de la fase de adormecimiento comienza la fase de sueño lento con la fase I y progresa hasta la fase IV. Aproximadamente a los 70-100 minutos de comenzar se pasa a la fase de “sueño rápido” o sueño REM, con lo que se completa el ciclo, para pasar después de nuevo a las fases del “sueño lento”.
La duración de las etapas de sueño lento y sueño rápido varía a lo largo de la noche: a medida que la noche avanza, los periodos REM se hacen cada vez más largos, y el sueño tranquilo solo llega a la fase III.
El número de ciclos y periodos REM se repite entre cuatro a seis veces durante el transcurso de la noche.
Se debe favorecer la adquisición de este hábito con regularidad procurando unas condiciones óptimas que lo faciliten.
EL DESCANSO.
El descanso es la recuperación subsiguiente a la realización de cualquier tipo de actividad. Entre actividad y descanso debe existir un equilibrio para evitar el agotamiento del organismo y el estrés.
El descanso puede conseguirse mediante la inactividad o realizando actividades que resultan relajantes.
Una forma fisiológica de descansar y permitir al organismo que pueda recuperarse es dormir.
¿Cómo se puede contribuir al descanso?
Es importante tener en cuenta las actividades que pueden organizarse para favorecer el descanso del niño, tarea que debe planificarse tanto en la escuela como en el entorno familiar.
Algunas formas de contribuir al descanso pueden ser a través de: el juego, el ejercicio físico, el deporte y la relajación.
EL JUEGO
El juego es un elemento fundamental que debe tenerse en cuenta para una adecuada evolución del niño. Pero también tiene gran importancia debido a su relación con el descanso, entendido como cambio de actividad.
Al niño, el juego le sirve de descanso. Pero también promueve la socialización y la integración mientras satisface sus necesidades de diversión, pues se potencia y favorecen las relaciones con los otros niños, aprenden a compartir tanto los juguetes como las actividades.
El juego no es solo importante desde el punto de vista cognoscitivo sino también desde el punto de vista fisiológico puesto que ayuda al sistema nervioso a recuperarse de la fatiga y contribuye a su descanso como actividad recreativa.
EL EJERCICIO FÍSICO Y EL DEPORTE.
El ejercicio y el deporte son muy importantes para mantener el equilibrio del binomio actividad / descanso en el niño y para alcanzar un buen desarrollo físico psíquico.
LA RELAJACIÓN MUSCULAR
Por último, la relajación muscular es un recurso del que no nos debemos olvidar. Es una técnica que, si no profundizamos demasiado en ella, puede ser fácil de aprender y aplicar, proporcionándonos una buena ayuda a la hora de disminuir la fatiga y la excitación.
3.- NECESIDADES Y RITMOS DE SUEÑO DE 0 A 6 AÑOS. CRITERIOS EDUCATIVOS.
Características generales:
1.- Se produce una evolución, los niños pasan de dormir todo el día a sólo por la noche.
2.- Cada niño tiene un ritmo de sueño-vigilia.
¿Cuál es el ritmo de sueño en los niños según la edad?
El recién nacido necesita unas 20 horas de sueño seguido a medida que va creciendo duerme por sesiones, cuatro o cinco veces al día, permaneciendo en vigilia por espacios de dos horas y empezando a dormir por la noche de un tirón.
A los 9 meses duerme en tres tandas: Unas 9 horas por la noche y dos grandes siestas una por la mañana y otra por la tarde.
A partir de los 18 meses el niño duerme en dos momentos del día, la noche y la siesta.
De 2 a 5 años duermen 12 horas aproximadamente más una siesta: generalmente no se dan cuenta que necesitan dormir porque están más interesados en lo que pasa a su alrededor.
Paulatinamente el niño va ampliando el periodo de vigilia. Así, a los 6 años duerme por la noche un total de 11 horas.
En general se puede decir que se debe facilitar el sueño en todas las edades, procurando que el ambiente que rodea al niño sea tranquilo.
Para conseguir que el niño vaya progresivamente adquiriendo los hábitos más adecuados en relación con el dormir, el despertar y el descanso, en sentido amplio, es necesario tanto desde el entorno educativo (escuela), como desde el entorno familiar (padres), plantear actividades relacionadas con la proporción del tiempo y el control de los horarios dedicados al sueño y al descanso para que le niño se vaya acostumbrando a respetar las normas y las costumbres en el entorno en el que vive.
LA HORA DE DORMIR
En los niños pequeños (de 0 a 3 años), la atención cuidadosa y sosegada de las actividades de la vida cotidiana tiene que pasar necesariamente por el establecimiento de unos ritmos adecuados de actividad y otros de descanso, teniendo siempre en cuenta las necesidades y demandas de cada niño/a.
Además será necesario planificar los tiempos y las actividades de forma que haya una alternancia entre las situaciones que requieren más movimiento, mayor exploración, o mayor actividad y aquellas otras que se caracterizan porque conllevan un mayor reposo y tranquilidad. También hay que tener en cuenta (siempre que sea posible), el tiempo que el niño debe dedicar a dormir.
Se debe iniciar el proceso tratando de respetar los ritmos y ritos individuales, para poco a poco ir estableciendo unos tiempos más o menos comunes que afecten a un grupo determinado.
En el caso de los bebés, se ha comprobado que alguno necesita dormir un poco más a primera hora del día o a media mañana, dependiendo también de la hora a la que haya entrado en la escuela. Otros bebés, por el contrario, ya solo duermen después de comer.
¿Cuál es el papel del educador en relación con el hábito del sueño?
El educador debe estar capacitado para saber interpretar los signos de sueño y cansancio de cada niño/a, para poder aplicar el método más adecuado en cada caso.
A algunos niños que empiezan a manifestar cansancio habrá que ponerles a dormir en ese momento para que después puedan seguir con el periodo de actividad de forma más tranquila y con mayor sensación de bienestar.
El educador también se debe preocupar de conocer, además de los horarios que tiene en casa el niño, de la “forma” en que a cada niño se le pone a dormir. Las preferencias y las costumbres varían mucho de unos niños a otros, dependiendo directamente de las características del entorno en el que el niño crece y se desarrolla. Hay niños que están acostumbrados a una serie de ritos a la hora de dormir, que en un principio se debe respetar: pero poco a poco habrá que ir acostumbrando al niño para que aprenda a dormirse solo.
Con el paso del tiempo, más tarde o más temprano, la mayor parte de los niños/as se acostumbran a dormir solos, aunque siempre hay niños que requieren una mayor ayuda y apoyo para tranquilizarse y pasar de la actividad al sueño.
La utilización de objetos familiares y de valor afectivo importante para el niño (un chupete, un trapito, un oso, una muñeca, etc,) no significa que no estén adquiriendo o hayan adquirido la autonomía suficiente como para dormirse solos.
A medida que van creciendo y van siendo capaces de desprenderse de sus objetos de compañía en otras situaciones también llegará el momento en los que no necesitarán ya para dormir. Sin embargo, no se debe olvidar que son ellos lo que lo tienen que decir, no se les puede forzar a que abandonen este tipo de objetos de valor efectivo, porque repercutiría de forma negativa en el niño, pudiéndolo vivenciar como una situación de abandono.
El niño, a pesar de la utilización de esos objetos familiares va a necesitar del contacto físico del adulto. Es el adulto el que con su actitud y su relación con el niño debe ir favoreciendo progresivamente la separación de manera natural, tranquila y sosegada para evitarle un sufrimiento muchas veces innecesario.
Evidentemente, en la escuela se hace imposible que el educador duerma en los brazos a cada niño y además, el objetivo es conseguir que el niño se acostumbre a dormir solo. Esto no quiere decir que ocasionalmente cuando un niño lo necesita, por estar excesivamente intranquilo, no haya que cogerlo en brazos y tratar de calmarlo. Sin embargo no hay que renunciar a las caricias, la canción, el arrullo, el contacto físico, etc, con todos los niños tengan o no dificultades para “coger” el sueño.
¿Cómo debe plantearse el momento de dormir?
Tanto en la escuela como en la casa se debe tener un horario controlado y estable, que se adaptará a las necesidades del niño para que desarrolle una actitud favorable.
Se debe crear un ambiente adecuado, tranquilo y acogedor, es importante que la habitación o el lugar donde duerme esté ordenada y no tenga ningún adorno u objeto que pueda alterar o inquietar al niño.
No es conveniente que los niños realicen actividades que sean estimulantes momentos antes de ponerles a dormir, pueden realizar alguna actividad tranquila, tanto desde el punto de vista físico como psicológico, que contribuya a relajarlo y no a excitarlo.
En la escuela el niño dormirá muchas veces al ver que lo hacer los demás niños.
Se atenderá la demanda de cada niño, pero intentando plantear siempre que se pueda unas pautas comunes para todo el grupo.
Se le debe de poner a dormir la siesta inmediatamente después de comer, pues en este momento el niño está más relajado por el efecto de la ingestión de la comida.
Por la noche (en la casa) se le debe poner a dormir inmediatamente después de bañarle y darle la cena.
No olvidar que el momento de dormir es también un momento de comunicación especial con cada niño. A todos les gusta que se le dediquen una palabras afectuosas, unas caricias, una canción,
EL DESPERTAR
Los principales momentos del sueño son: el adormecimiento, el sueño propiamente dicho y el despertar.
El despertar consiste en la recuperación del estado de vigilia y de las constantes que le son características.
El recién nacido se despierta cuando se siente mojado o cuando tiene hambre. El modo y el momento de despertar es un hábito que se aprende y se adquiere. Hay tantos modos de despertar como niños: lentos, rápidos, alegres, llorones, etc. El adulto juega un papel importante en el despertar del niño y en las asociaciones que éste pueda establecer con ese momento.
En general, la falta de sueño puede afectar tanto a la memoria como a la capacidad de aprendizaje. Los niños deben dormir hasta despertar por si mismos. Hemos de tener presente que el “ser despertado” es algo que nos molesta a todos. Por ello, el estado semivigilante que los bebés tienen cada cuatro horas de sueño, no se ha de aprovechar para despertarlos y prestarles atención.
La conducta del niño en relación con el descanso y más concretamente en lo que respecta al sueño debe irse regularizando y adaptando desde los primeros momentos de la vida, a las condiciones ambientales.
La proporción de tiempo dedicado a uno y otro varia con arreglo al sistema nervioso y a la maduración de las distintas áreas de la persona (cognitiva, motriz, afectiva, etc,) pero también responde a la gran diversidad de factores individuales y a la educación.
Durante la infancia el tiempo dedicado al sueño va disminuyendo constantemente. Desde las 20 horas del sueño del recién nacido, pasando por las 14 horas al año de edad, hasta las 11 horas de sueño nocturno a los 6 años de edad.
Para conseguir una buena adaptación a los horarios habituales (del día a día) y aprovechar de manera adecuada y óptima el tiempo dedicado al descanso es fundamental que se respeten al máximo las horas destinadas al sueño, tanto en relación a la hora de acostarse como a la hora de despertarse.
Si la actitud del educador es importante en el momento de poner a los niños/as a dormir, también lo es en el momento de despertarse. De la misma manera que no todos los niños duermen lo mismo ni de la misma forma, no todos necesitan el mismo tiempo para despertarse y la manera en que lo hacen también es diversa, dependiendo de cada niño. Se trata de favorecer gradualmente su incorporación a la actividad.
DIFICULTADES A LA HORA DE DORMIR
Algunas de las dificultades de las que aparecen en el niño en relación con el sueño o la hora de dormir dependen con frecuencia, y sobre todo hasta que el niño se va acostumbrando al entorno de la escuela, de las diferencias entre el ambiente de la casa y el de la escuela, como por ejemplo: la luz, el ruido el lugar donde se les pone a dormir, el horario, etc. Es importante disponer de unas condiciones favorables para el sueño aplicables a todos los niños/as y no sólo para aquellos que puedan tener dificultades a la hora de dormir.
¿Cuáles son estas condiciones?
Están relacionadas con el cuidado de los estímulos externos y con la creación de un clima adecuado y de tranquilidad.
Se debe mantener una intensidad de la luz baja, pero sin dejar la habitación totalmente a oscuras y se debe bajar el nivel de ruidos.
Hay que controlar la temperatura de la habitación donde duerme. En ningún momento se permitirá que haga excesivo calor, pues el niño tiende a sudar y dificultará el que pueda dormirse de forma cómoda.
Habituar a cada niño a dormir en un lugar determinado, y que pueda identificarlo fácilmente.
La habitación debe estar ordenada y si es posible no debe tener nada que pueda distraer al niño de dormirse.
Se debe mantener, siempre que se pueda, la misma persona junto al niño hasta que éste se duerma, para que se sienta tranquilo y seguro.
En el caso de los bebés, teniendo en cuenta que todavía duermen por las mañanas, es aconsejable situar las cunas lejos de las zonas o de las aulas donde haya actividad o bien en una habitación más aislada.
Poco a poco, a medida que el niño crece, sus necesidades de sueño van cambiando y van apareciendo mayores dificultades para pasar del estado de vigilia al sueño.
¿Cuáles son las causas por las que el niño no quiere dormir?
Generalmente no quiere abandonar la actividad que está desarrollando por temor a perder lo que le rodea.
A partir de los 2 años es el momento en que aparecen los miedos, por lo que sienten temor a dormirse.
Les resulta a veces difícil distinguir lo que es real de lo imaginario.
Hay niños que tienen miedo a la oscuridad, y el hecho de ponerles en la habitación, aunque sea con una luz tenue, ya les produce cierto grado de angustia que les impide conciliar el sueño.
Cuando el niño ya toma conciencia de que irse a la cama representa para él una separación del entorno y de la familia que lo rodea es normal que se resista a separarse de é, a menos que tenga mucho sueño.
¿Qué factores deben tenerse en cuenta para que el niño duerma más fácilmente?
El niño cuando es pequeño necesita pasar cierto tiempo con el grupo familiar, especialmente si durante el día está en la guardería o en casa con una persona que le cuida, ajena a sus padres. Es normal que cuando ve a sus padres desee estar y jugar con ellos. Con frecuencia los padres tienen una actitud rígida a este respecto y exigen que sus hijos pequeños se vayan a dormir temprano, mientras que éstos lo que desean es participar en la vida familiar.
Para facilitar el proceso para que el niño se vaya a la cama sin problemas, es bueno fijar una hora razonable y decírsela al niño, aunque éste inicialmente no entienda su significado. Después de escuchar lo mismo una y otra vez terminará asociando ese significado con el hecho de irse a dormir.
Es frecuente que los niños adquieran ciertos hábitos que deben ser respetados y tenidos en cuenta a la hora de llevarlo a dormir “ritual de ir a la cama”, esto les hará sentirse más tranquilos y seguros y les ayudará a conciliar el sueño. En cualquier caso, no se debe permitir que se alargue el tiempo previo al irse a dormir. Podemos establecer, por ejemplo, si el niño ya es mayor de 2 años: que primero vaya al baño, después se lave las manos y los dientes, beba agua y por último se meta en la cama y se acomode para dormir.
Una vez en la cama:
Puede estar, al principio, alguien con ellos que les hable y les tranquilice y que más tarde les cuente una historia o les cante una canción.
Puede llevarse a la cama uno o varios objetos familiares o preferidos, pues les aporta esa tranquilidad necesaria para dormirse.
¿Cuál debe ser la actitud del educador y de los padres?
Debe manifestar una actitud de serenidad. No se trata de plantear la hora de dormir como una batalla o un conflicto de voluntades entre el adulto y el niño. Las actitudes intolerantes y exigentes no contribuyen a crear un clima adecuado de tranquilidad que es necesario para dormir.
Es importante hablarle al niño, acariciarle y tratar de mantener unos estrechos lazos afectivos para que se sienta seguro y tranquilo.
A veces, es conveniente dejar para el final a aquellos niños que más tardan en dormirse, de esta forma el educador les puede dedicar más tiempo y mayor proximidad.
Es conveniente intentar solucionar el conflicto allí donde se produce. Si un niño, por ejemplo, no quiere dormir ni en la cuna, ni en la colchoneta, habrá que intentar que poco a poco vaya colaborando hasta que sea capaz de aceptar el lugar destinado para dormir. Por lo tanto, no es aconsejable sacarle de la cuna o de la colchoneta e incluso de la habitación o pasearle por otras habitaciones y/o de unas manos a otras, pues esto solo contribuiría a que el niño cada vez se descentre más y no podamos resolver el conflicto.
Normalmente, la mayor parte de los niños acaban adaptando sus ritmos biológicos y los familiares se acoplan y adaptan a su vez a los ritmos y formas marcadas por la escuela.
4.- FATIGA INFANTIL
La fatiga infantil es el desequilibrio entre el nivel de actividad y descanso.
El consumo de energía produce sensación de cansancio y de fatiga provocadas por:
La saturación de los músculos y centros nerviosos.
La falta de nutrientes en sangre.
La saturación de músculos y centros nerviosos se produce como consecuencia de una intoxicación, provocada por la secreción de sustancias de desecho debido a las modificaciones que se producen en el metabolismo basal, como consecuencia de la actividad. La falta de nutrientes en sangre tiene su origen en el consumo que conlleva la propia actividad.
La alimentación y la eliminación de toxinas, favorecida esta última por el descanso y el sueño, restablecen la situación y eliminan las sensaciones de agotamiento.
El estado de vigilia incluye distintos niveles de activación, desde el sueño a la emoción intensa.
Efectivamente, el sueño es un nivel de baja vigilancia mientras que la vigilia puede incluir desde la ensoñación hasta la emoción. Por ello, se puede comprender fácilmente que la atención y la motivación requieran un cierto grado (mínimo) de activación o vigilia, imposible si el sujeto está fatigado.
El esfuerzo de atención consume energía en la medida en que ésta se encuentra disponible. Habrá energía disponible para mantener el esfuerzo de atención sólo si existe un adecuado grado de equilibrio entre los tiempos dedicados al descanso y los tiempos dedicados a la actividad.
El educador infantil debe, por ello, establecer una sucesión equilibrada de actividades y descansos combinándolos ponderadamente entre sí dentro del horario escolar.
A medida que el niño madura, también evoluciona la razón actividad/descanso. Los periodos de vigilia van siendo más largos y el ritmo nocturno de ocho horas seguidas de sueño se va implantando poco a poco.
Entre las causas que producen fatiga infantil están.
Individuales: enfermedad, discapacidad.
Contexto escolar: duración de jornada, mala distribución del tiempo de descanso y trabajo.
Contexto familiar: no descansar por la noche (por problemas emocionales, ruidos...), alimentación inadecuada, exceso de actividad, falta de rutinas.
5.- TRASTORNOS DEL SUEÑO Y SU ABORDAJE
Se producen cuando el niño se despierta por la noche después de haberse dormido.
Los niños con alteraciones de tipo emocional, los fácilmente impresionables o los demasiado tranquilos, los que no se cansan lo suficiente durante el día, y los niños muy activos o los muy interesados por cualquier cosa y que siempre están excitados, son los más propensos a despertarse por la noche, tras haberse dormido.
Los padres suelen optar por pasar las noches casi en vela para atender al hijo o por llevarse al niño a su cuarto o incluso, a su cama.
Hay que tener en cuenta que será preferible proponer al niño, como un objetivo a alcanzar, al asumir poco a poco que tienen que quedarse solos por la noche para dormir, hasta que consigan su total independencia, evitando, siempre que sea posible, que todo esto les produzca angustia y desasosiego. Con esta actitud el niño irá adquiriendo confianza en sí mismo y le ayudara a construir un autoconcepto positivo.
Muchas de las dificultades que tiene el niño se deben a la adaptación que el proceso evolutivo conlleva (dentición, momentos emocionalmente intensos, hambre, pañal sucio, exceso o falta de cansancio, etc). Otras dificultades se deben a las características específicas de cada niño. Y, finalmente, otras muchas tienen su origen en la conducta ansiosa (hiperestimulación) de los padres o en su inhibición emotiva (pseudoabandono afectivo).
Hasta los cinco años aproximadamente el 20 o 25 % de los niños tienen problemas con el sueño o tienen sueño agitado que puede afectar el sueño de los padres. A partir de esa edad los niños pueden tener trastornos del sueño pero ya no suelen interferir en el de los adultos.
¿Cómo se manifiestan los trastornos del sueño?
Las manifestaciones más habituales son:
Enuresis nocturna, que lleva a el niño a despertarse durante la noche al sentirse mojado.
Hablan dormidos(somniloquio)
Caminan y se desplazan dormidos (sonambulismo)
Se despiertan de manera brusca con desorientación temporal y espacial acompañada de alteraciones del pulso, que suele estar acelerado, debido a los temores nocturnos, es decir, a la angustia. Esto suele ocurrir en aquellos niños que viven algún cambio repentino en sus vidas, como puede ser: el viaje de los padres, un cambio de casa (que desarraiga al niño del ambiente que le es familiar). Sea como fuere el niño siente el temor de que los padres puedan abandonarle, acentuándose sensación durante la noche.
Sueños desagradables (pesadillas), que se acompañan de movimientos rápidos y excesivos (agitación), etc.
¿Qué habrá que tener en cuenta?
En primer lugar, al final de la jornada ha de evitarse cualquier tipo de excitación e ir preparando esa transición suave, de la que hablábamos anteriormente, desde la actividad al sueño.
Se mantendrán constantes una serie de factores para que actúen de coordenadas orientadoras en esa conducta.
Por ejemplo:
Mantener un horario constante para irse a la cama (tanto por la noche como para la siesta)
Seguir todos los días la misma secuencia, que puede ser: ordenar la habitación con la colaboración del adulto, bañarse cenar y realiza una actividad tranquila antes de irse a dormir.
El cuarto para dormir estará independiente del de los padres. Es importante que en su cuarto no haya nada que pueda distraerle.
Podrán establecer algún ritual (contar un cuento leer en pareja, cantar una canción, etc) que siempre se debe llevar a cabo evitando, sin embargo, que se haga dependiente de la presencia del adulto para conciliar el sueño.
La escuela infantil debe mantener con los padres un buen grado de comunicación en lo que respecta a este aspecto (todo lo relacionado con el sueño y descanso del niño), para que las horas dormidas por el niño sean las necesarias, para que el sueño sea tranquilo y para que la familia y la escuela infantil adopten criterios comunes y estén informadas mutua y simétricamente de los criterios y usos propios de cada una.
¿Cuáles son las alteraciones más frecuentes relacionadas con el sueño?
Las alteraciones que con más frecuencia se dan en los niños son: el insomnio y las parasomnias.
1. El insomnio
Es la incapacidad para dormir, es decir, la alteración del sueño, en cantidad o calidad. A partir del segundo mes de vida, el despertarse con frecuencia puede constituir una alteración.
Cuando un niño que duerme normalmente toda la noche, un día se despierta, llora o nos llama, se debe tratar de averiguar cuál es la causa que provoca ese trastorno. Puede ocurrir que esté enfermo, o le duela algo, o haya tenido una pesadillo, o sienta miedo por algo.
Como norma general conviene consolarlo e intentar que vuelva a conciliar el sueño o bien se debe tratar la causa que ha producido el insomnio.
2. Parasomnias
Son las alteraciones que interfieren el sueño de los niños, como el sonambulismo, los terrores nocturnos y la enuresis.
El sonambulismo aparece entre los 5 y los 12 años aparece en los niños aparición esporádica y se caracteriza porque a la mañana siguiente el niño no suele recordar nada.
Los terrores nocturnos aparecen entre los 3 y los 6 años. Pueden ser de aparición esporádica o frecuente. A diferencia de las pesadillas, no se recuerdan a la mañana siguiente.
La enuresis puede estar influida por una educación higiénica demasiado severa, por factores ambientales (pasillo oscuro, etc), inadecuada capacidad vesical, celos, etc)
Todos estos problemas si se mantienen a lo largo del tiempo pueden requerir un tratamiento psicológico.
6.- DISEÑO DE ESPACIOS APROPIADOS PARA EL SUEÑO
Para los bebés se dispondrá de áreas diferenciadas de aseo y descanso.
El niño necesita para el descanso de un lugar adecuado, tranquilo, seguro y bien ventilado. Los dormitorios dependen del número de niños y de la edad que tengan, ya que cada edad tiene sus propias necesidades de sueño. Esta consideración es igualmente válida para cualquier centro donde sea preciso que el niño duerma un número determinado de horas, lo que varía es el acondicionamiento, puesto que en una escuela el niño duerme unas horas por la mañana si llega temprano o si es un bebé, y luego duermo otro rato de siesta; en cambio en una residencia hay que preparar un dormitorio para toda la noche; su superficie será de 5,5 metros cuadrados por niño.
Las camas y cunas se elegirán de acuerdo con la edad de los niños que las vayan a utilizar.
En residencias, además de las camas, se ha de disponer de alfombras, de armarios para guardar la ropa y algún otro mueble para colocar juguetes y otros objetos del niño. Se ha de crear un ambiente totalmente personalizado, con espacios individuales.
En escuelas, las camas pueden ser plegables, colocadas en la pared, o sustituirse por hamacas o colchonetas puestas sobre el suelo y tapadas con una manta. El espacio, en ocasiones, es un salón con este único uso, pero en la mayoría de los casos se utiliza la sala multiusos o el gimnasio, e incluso, la propia aula.
7.- BIBLIOGRAFÍA
Diezma, J. C., y otros: Desarrollo físico y salud, Ministerio de Educación y Ciencia, 1993.
Estivil, E y Béjar, S.: Duérmete niño, Plaza y Janés, 1997.
Comellas, Mª. J.: Cómo medir y desarrollar los hábitos personales, CEAC, 1986.
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Los autores interesados deben enviar sus textos en formato DOC a: lisette@eumed.net junto a un resumen actualizado de su CV.
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