ECONOMÍA SOCIAL, DESARROLLO LOCAL Y EDUCACIÓN.
Marcelo Fabián
Vitarelli (CV)
Universidad Nacional de San Luis
Universidad Católica de Córdoba
Argentina
m_vitarelli@yahoo.com;
mvitar@unsl.edu.ar
RESUMEN
El trabajo está basado en el análisis de investigaciones recientes acerca del comportamiento de experiencias de economía social y pública en la trama del desarrollo local en Argentina. Intenta aportar elementos de reflexión susceptibles de enriquecer la investigación misma, las prácticas de enseñanza sobre el tema o aprender lecciones de las experiencias. El tratamiento tiene como horizonte el cambio en las concepciones de economía, ahora basadas en una complejidad creciente e interdependiente en contextos históricos particulares con sujetos protagónicos de sus prácticas.
PALABRAS CLAVE
Economía social, desarrollo local, complejidad, estudio de casos, educación
CAMBIO EPOCAL: HACIA UNA ECONOMÍA COMPLEJA.
Un profundo cambio en la lectura de lo social nos enfrenta a un momento de una gran incertidumbre (Wallerstein, I: 2004) en donde el sistema-mundo capitalista atraviesa su crisis más profunda y nos posiciona frente a aceptar la interdependencia del pensar y el actuar local y globalmente. Nuevos términos nos ubican en el pensamiento de la cuestión social, de la mano de: a) la liberación y desregulación de los mercados de trabajo que pasan del estado de bienestar al estado capitalista y eficientista; b) el fin del trabajo asalariado como centro de integración social y resquebrajamiento de los beneficios asociados a esta posición, en donde el modelo keynesiano y fordista ya no explican el valor trabajo; c) los acelerados cambios en las modernas tecnologías que influyen en la liberación de los mercados y su entornos globales de funcionamiento y d) los movimientos cada vez más marcados de clientelismo político, políticas de asistencia por sectores y la focalización de indicadores de rendimiento y eficiencia en el gasto público.
El cuadro de situación planteado nos conduce a pensar el presente en torno a la construcción colectiva de las políticas sociales desde un modelo de articulación de los actores dando cuenta de los cambios producidos en el mundo del trabajo, la redefinición de los espacios y el nuevo pacto social por una ciudadanía que prefiere apoyarse en la gobernanza en lugar de la gobernabilidad. Una economía ahora centrada en el trabajo (Coraggio, J.: 2001) supone la explicación de la economía social como principio rector de la sociedad y alternativa a la incertidumbre encuadrada en lo que podemos caracterizar como una transición epocal en la que valores, normas, economía, instituciones sociales, estado, educación, se encuentran todos implicados.
Los 90 fragmentaron la situación de bienestar y de ejercicio de la ciudadanía plena, empobrecieron el diálogo social y fortalecieron criterios de supervivencia individual generadores de competitividad entre las personas, logrando un mayor empobrecimiento, una inseguridad generalizada y una exclusión cada vez mayor (Coraggio, J.: 1999). El compromiso es desplazado por la satisfacción de una sociedad en la que la ciudadanía comienza a deconstruirse, fragmentarse y cuestionarse como cohesión social y en donde se va a producir una atomización del mundo del trabajo produciendo como efecto una desocialización del modelo estabilizado y normalizado.
La fragmentación de lo social trae consigo mayores situaciones de vulnerabilidad y riesgo generalizado en donde se tiende hacia una generalización del empleo atípico y en donde se produce una precarización del empleo típico (D´Amours, M.: 2006). El “analista simbólico” irrumpe como el arquetipo del reconocimiento y consagración de los derechos individuales sobre los colectivos como nuevas formas políticas en donde el trabajo se rige por las dinámicas de orden estrictamente mercantil. El analista simbólico encarna pues en la sociedad de los 90 el pasaje de la cultura de la satisfacción al de la cultura individualista, y el trabajo ya no cumple el rol de unificador universal y básico del concepto de ciudadanía.
La economía social hace nacer la necesidad de definir una nueva manera de desarrollo económico y social apoyado sobre la participación de la sociedad civil, los representantes de estado, el sector privado, y las formas todas de una economía mixta (Coraggio, J.: 1998) en donde los diferentes actores puedan aceptar un proceso de participación y de construcción colectiva e intersectorial. Se hace necesario trabajar en red, desplegar herramientas útiles al desarrollo, establecer nexos directos con la investigación aplicada en el contexto de las propias necesidades de las prácticas, y también avocarse a poblaciones específicas con necesidades particulares (los jóvenes, la tercera edad, las discapacidades, etc.).
Otro desarrollo posible hace de la Economía del Trabajo el lugar privilegiado en donde se ponen en marcha los recursos, las actividades, las reglas, los agrupamientos que conforman la Economía Popular ya no en su carácter de sumisos de la Economía del Capital sino basados en la unidad doméstica como centro de obtención y distribución que posibilita la “reproducción ampliada de la vida de cada uno de sus miembros” (Coraggio, J.: 1999). Este movimiento requiere de un cambio de cultura y/o mentalidades que puede ser entendido como dificultad desde la lógica mercantil o bien puede ser para nosotros fuente de innumerables riquezas al atender precisamente a los valores que sustenta. Consideramos de radical importancia para el pasaje de la emergencia a la estrategia un cambio de valores, sin los cuales por más esfuerzo de construcción económica alternativa que se haga, no se tratarán las dificultades en todas sus dimensiones.
El ciclo de pasaje (Coraggio, J.: 2004) que marca una economía mixta de transición necesita trabajar fervientemente con los imaginarios sociales creando condiciones de libertad para poder operar un cambio estructural donde aparezca en el horizonte de las consideraciones un tiempo que ya no responde ni a la compra ni a la venta sino a lo intergeneracional. De tal modo que el logro de un desarrollo social integral que tenga como centro a la vida humana basado en la cultura del trabajo responda a ejes de valores y opciones necesarias de ser dialogadas, instaladas socialmente y reapropiadas. Así ingresan la solidaridad, la reciprocidad y la confianza como posibilidad de construir un nosotros social; de igual manera se requiere de un estado realmente democrático y participativo que tenga como horizonte de racionalidad la reproducción ampliada de la vida y no el clientelismo del capital. Necesitamos educar, capacitar e incrementar más acciones tales como el comercio justo, las redes de trueque, el presupuesto participativo que pongan de manifiesto la cultura ciudadana constructora de identidades que desde lo local impacten hacia lo global.
EL DESARROLLO LOCAL COMO POTENCIALIDAD
EN DOS CASOS DE ESTUDIO.
El vocablo TITRAYJU surgió de la Mesa Nacional de Organizaciones de Productores Familiares[ii], donde el Movimiento Agrario de Misiones (M.A.M.)[iii] participaba; la consigna de “Tierra, trabajo y justicia para los excluidos del campo” es la forma bajo la cual llegaba hace unos años el reclamo de los productores de materia prima minifundista en el marco de las pérdidas ocasionadas en razón de la liberalización del mercado yerbatero durante el menemato de consecuencias irreversibles.
Este proyecto de economía social es una experiencia que tiene su inicio en el 2003 y continúa, constituyéndose en una propuesta de comercio justo[iv] y solidario que congrega en su momento inicial a 50 familias que integran el M.A.M. nucleadas en la Cooperativa de Consumo para Minifundistas y Tabacaleros Río Paraná Limitada[v]. Las familias productoras asumen el desafío de comenzar a comercializar sus productos, el primero de ellos es la yerba mate, con nombre propio desarrollando circuitos alternativos a la economía de mercado al evitar intermediarios y llegando directamente al consumidor.
Cabe aclarar que entre 1995 y el 2001 ante sucesivas crisis del sector campesino y su universo de producción, la Cooperativa y sus asociados en el marco de los reclamos del M.A.M., deciden implementar estrategias alternativas para lograr ampliar su calidad de vida incorporando nuevos actores y diferenciando políticas estratégicas de alianzas sectoriales. Representantes del Programa Social Agropecuario, de Municipios de la provincia de Misiones, de Programas Nacionales como el Pro Huerta y el Cambio Rural, ambos del INTA van a impulsar, con asistencia técnica y financiera externa, el establecimiento de Centrales Cooperativas de Servicio y la realización de Ferias Francas[vi], tomando como modelos las organizadas en el sur de Brasil.
La capacitación y articulación a nivel nacional de los dirigentes de las organizaciones de los productores minifundistas, de la mano de la comercialización son los ejes en torno a los cuales gira el proyecto cooperativo que se gestiona con financiamiento externo y se pone en marcha a partir del 2001. En ese marco se desarrolla la reflexión sobre la comercialización de los productos que vincula directa y de una forma solidaria el productor con el consumidor impulsado bajo el mecanismo de un comercio justo y solidario al ser propiciado por el Centro de Comercialización Campesina e Indígena (Ce.Co.Ca.I)[vii] creado en Buenos Aires.
La llegada a un mercado de gran envergadura como lo es el de Buenos Aires de la Yerba Mate “Titrayju” es el coronamiento de un plan diseñado a principios del año 2000 por las organizaciones de pequeños productores que integraban la “Mesa Nacional de Organizaciones de Productores Familiares” y que implicó un importante esfuerzo económico y socio-organizativo. Se comercializó inicialmente en forma directa (entregas a domicilio y ferias) y luego asociando en la distribución a una red de organizaciones sociales e instituciones públicas y privadas.
En la actualidad la comercialización del producto yerbatero insume en casi un 80% de su producción al gran mercado compuesto por el comercio directo (que no incluye las cadenas de supermercados) y la venta asociativa de red que potencia un comercio justo (precio justo) y solidario (con la toma de conciencia de la crisis que atraviesan los pequeños productores yerbateros). De 50 familias productoras implicadas originariamente, hoy se nutren 1100 familias que trabajan y viven principalmente de este emprendimiento de economía social. Muchos son los desafíos a asumir y dar cuenta en el presente pero creemos que conociendo y dando cuenta del caso podemos entender y apreciar sus características dando sentido y pertenencia social.
La revisión crítica que a continuación se presenta sucintamente, tiene como fuente primaria de información lo detallado en la Web oficial del proyecto http://www.titrayju.com.ar visualizada a partir del link de experiencias de la Red de investigadores latinoamericanos de economía social y solidaria http://www.riless.org . De igual manera una serie de fuentes secundarias de autores nos acercan información significativa y complementan la mirada del espacio, hacemos referencia a los trabajos de “Cadena alimentaria de Yerba Mate, diagnóstico de la región yerbatera, 2001[viii]”; “Misiones, relevamiento yerbatero, 2002[ix]”, estos trabajos arrojan información contextual que permite analizar la condición socio histórico en que la propuesta Titrayju se va a gestar; “Evolución del comercio justo en Argentina: el caso de la yerba mate Titrayju, Vázquez, 2002[x]” y “Tecnología e institucionalidad para la seguridad alimentaria de los pequeños productores familiares, Carballo Gonzalez, 2003[xi] estas investigaciones nos posicionan en algunos elementos evaluativos de la propuesta.
A) Diagnóstico y Relevamiento.
Estas presentaciones de índole exhaustiva y profundas del sector llevadas adelante por organismos gubernamentales tanto nacionales como provinciales nos permiten en el “ciclo de proyecto” descubrir los condicionantes socio – históricos y la emergencia de fenómenos como el empobrecimiento y quiebra económica de los productores minifundistas de la yerba mate, procesos de abandono y/o emigración de la ruralidad en la provincia de Misiones por parte de los colonos y un flujo de regulaciones del capital mercantil que se apoya en la liberalización del precio de la yerba mate cuando desaparece la CRYM y el impacto que produce.
Estos estudios técnico – políticos permiten visualizar desde la gestión de los espacios públicos al 2000 (tengamos en cuenta que son estudios aparecidos entre el 2001 y el 2002) la necesidad de intervenir con una estrategia innovadora que permita recuperar la forma de vida y su calidad ampliada, del tejido social rural de una provincia argentina. Entendemos que desde ellos se abre un camino también para pensar la Economía Social como un proceso de incipiente construcción que requiere ser sometido a investigación en un largo proceso en donde tengan lugar los consensos y la “fuga y salto hacia delante” (Hintze, 2007).
B) Las investigaciones evaluativas
Los trabajos de Vázquez (2002) y Carballo Gonzalez (2003) desde la investigación académica nos ayudan a comprender cómo el proyecto Titrayju pertenece al movimiento de la Economía social al trascender la índole mercantil y referir a aspectos del mejoramiento de la calidad de vida, del empoderamiento de las personas en los procesos de asunción de responsabilidades, de la ampliación del conocimiento, la libertad y la ciudadanía, consolidando lazos sociales solidarios y recuperando el sentido de la vida en torno a la recreación del vínculo social, a través de la ejecución conjunta de una actividad sostenible (Robert, 2004).
Siguiendo a Susana Hintze en relación a la tipología de evaluación y teniendo como horizonte referencial el trabajo de Vázquez (2002) diremos:
¿Qué evaluar? |
Proyecto Titrayju Provincia de Misiones - Argentina. |
¿Cuándo evaluar? |
Durante (concurrente) en el sentido de la evaluación en marcha del proceso mismo del proyecto. |
¿Cómo evaluar? |
Enfoque interdisciplinario en un diseño que combina lo cualitativo y lo cuantitativo. |
¿Quién evalúa? |
Combinación de autoevaluación y evaluación externa. |
¿Para quién evaluar? |
Nivel meso (gestores del proyecto, responsables de financiamiento y redes solidarias de comercialización). |
¿Porqué evaluar? |
Para producir teorías capaces de recrear relaciones de fuerza a favor de la economía social a partir de redes de comercio justo y solidario. |
Diremos también que en la bibliografía que se ha producido en relación a la experiencia Titrayju no aparece con claridad identificado los planos tanto de las precondiciones como de los objetivos y/o de los efectos sinergéticos, como así también de los resultados a corto plazo. En su lugar se pueden apreciar (Bartolomé, 1990):
a) La performance que pone especial énfasis y cuidado en los factores que corresponden a la dinámica interna y al respecto nos preguntamos sobre: ¿Cuáles son los nudos de bifurcación en donde la trayectoria de Titrayju sufrió modificaciones significativas?, ¿Se hubiese desarrollado el proyecto si no existiera una situación de empobrecimiento de los propietarios minifundistas…?, ¿Era previsible la ocurrencia del fenómeno de comercialización de la casi totalidad de la producción de Yerba Mate Titrayju?, ¿Fue acertada la respuesta de los actores (propietarios-colonos) frente a la emergencia de ferias francas y/o redes de comercio solidario?, ¿ Es posible diseñar el proyecto Titrayju minimizando eventuales impactos por fuera de sólo un 0,30% de la producción de la que se asignan?
b) Resultados a largo plazo en tanto que la experiencia muestra el “éxito” o el “fracaso” que refiere a la compleja función que asumen los valores en torno al marco temporal, a la delimitación del campo, la escala, etc. Estamos frente a la evaluación de una política de desarrollo cuyo proceso nos conduce a la detección progresiva de tendencias consistentes.
c) Sustentabilidad tanto del proyecto como del desarrollo social en términos de posibilidad de lograr continuidad de los beneficios al ser interrumpido el apoyo y/o financiación de la o las agencias donantes. En tal sentido la sustentabilidad ecológica está delineada en este proyecto al tratarse de la recuperación de la producción yerbatera y a la preservación del nicho ecológico en donde emerge y se desarrolla; de igual manera la sustentabilidad económica alcanza un buen nivel al demostrar cómo sus premisas se ajustan a las reglas económicas vigentes tanto en el lugar como en las actividades involucradas, y finalmente las sustentabilidad organizacional en la que el proyecto esta aprendiendo a caminar y va construyendo sentidos.
Quisiera traer a la luz los postulados que expresan que “en lo referido a lo evaluativo, los universitarios pueden convertirse en aliados de organizaciones sociales en su legitimación por emprender un procedimiento evaluativo o por apropiarse culturalmente de esta herramienta de gestión. En otros términos, la definición del uso social de la innovación que presenta – el paradigma evaluativo de quinta generación- requiere de la movilización de actores entre los cuales se encuentran los investigadores universitarios” (Fontan, 2005). Los trabajos de Vázquez (2002) y Carballo Gonzalez (2003) dan cuenta inicialmente de este movimiento que nos desafía, nos motiva y nos compromete con un cambio de valores en las dinámicas evaluativas, las concepciones epistemológicas y las opciones y determinaciones de las prácticas sociales que ponemos en juego.
Las políticas neoliberales implementadas en los `90 en Argentina fueron también produciendo su impacto en el sector campesino minifundista ya que los habitantes de las tierras fueron emigrando a las ciudades en búsqueda de un trabajo asalariado y desvinculando su origen de la tierra que los vio nacer y desarrollar. La tierra comienza a pasar a manos de latifundistas, los pequeños productores se empobrecen y con ello sus condiciones de vida. El colono queda desprotegido y sin defensas para poder hacer frente a una situación que lo va despojando de lo que posee, así como también de su producción. Este cuadro de situación que se repite en la argentina contemporánea, se observa también en la provincia de San Luis, en particular en el interior de la misma donde sus habitantes viven de lo que producen con sus manos en el ejercicio de amor y entendimiento con su tierra. Problemas comunes y situaciones similares hacen del campesino un habitante preocupado que comienza a dialogar con el otro y a defender sus derechos para una subsistencia digna.
Un caso particular que ejemplifica la situación descripta es la conformación de tres asociaciones campesinas del Norte de San Luis[xii]. Más específicamente nos referimos: a) la Asociación de productores minifundistas de Ayacucho y Belgrano (1996); b) la Asociación de pequeños productores San Felipe-El Ceibo (2001) y c) la Asociación de Campesinos del Valle (2004). Estas asociaciones campesinas reúnen desde sus orígenes a la actualidad poblaciones pertenecientes a siete espacios geopolíticos del territorio sanluiseño: San Francisco; La Majada; Lujan; Pozo Cavado Norte; Sauce; Ojo del Rio y Santa Martina. Estas personas reconocen su origen campesino, defienden los valores y cultura de su tierra y al presente desde hace ya 10 años se preguntan sobre el ser campesino, se preocupan por el intercambio de sus producciones entre los miembros de las asociaciones, desarrollan una cultura del campo y han creado ferias locales de reciprocidad de los productos.
En relación al presente ejemplo que produjo un alto impacto para nosotros cuando asistimos a su presentación y tuvimos oportunidad de preguntar y trabajar durante los tres días de seminario en la ciudad de san luis con sus actores directos, vemos actuar un sistema de instituciones, de valores y prácticas que se da una sociedad a si misma con el fin de resolver sus necesidades y deseos legítimos y los de todos sus miembros (inter-generaciones) en los términos de la producción, la distribución, la circulación y el consumo de los bienes y servicios. Ello se produce algo así a modo de un metabolismo natural que permite definir, distribuir y organizar recursos y capacidades, dando cuenta como las instituciones económicas son verdaderas construcciones sociales. El desarrollo local viene de la mano de una auténtica construcción social de significado y valor, como un “conjunto de políticas desarrolladas por los actores sociales reunidos en un sub-espacio dado, por voluntad propia, sin subordinarse a decisiones políticas externas y a partir de una dinámica decisional definida por la relación de fuerzas que vinculan a los diferentes sectores sociales que conviven en dicho sub-espacio” (Rofman, 2006:2).
En la voz de sus actores la experiencia aparece como un proyecto político alternativo que colaborativamente congrega a los campesinos, los une, les devuelve el valor de la tierra y su cultura. Un hecho significativo en esta experiencia de desarrollo local es el pasaje de lo micro económico a lo meso económico; ya que gran parte de la fuerza de este accionar radica en los juegos de relaciones y /o redes que construyen los mismos actores, tal es el caso de su participación en movimientos de reivindicación campesina de índole nacional, el trabajo mancomunado que realizan junto a los extensionistas rurales del INTA, la asistencia técnica del Pro-Huerta y aquellos programas de promoción del desarrollo local. La participación, la revisión permanente de su quehacer y la construcción de significado de estas experiencias muestran la posibilidad de un proyecto de desarrollo alternativo basado en la unidad doméstica que permite esperanzadamente el pasaje de la economía popular a la economía del trabajo, basada en “las relaciones de parentesco, de afinidad, o étnicas, que organiza recursos y capacidades y gestiona la resolución de necesidades y que caracterizamos por el objetivo de lograr la reproducción ampliada (en condiciones intergeneracionales siempre mejores) de la vida de sus miembros” (Coraggio, 2003:21).
REFLEXIONES FINALES EN TORNO
AL PAPEL DE LA EDUCACIÓN EN EL CAMBIO.
Contribuir en la construcción de un entramado social más justo, requiere, tal como lo demostró Durkheim (1997, reedición), de la educación como un instrumento clave en el proceso de construcción, conservación y cambio del orden social. Sin embargo, la educación per se no podrá superar tremenda inequidad sin producir un cambio en los marcos valorativos sobre los que se construye la vida comunitaria de la sociedad. En este sentido la construcción de una comunidad democrática tiene que ver con recuperar la capacidad del capital social a través del ejercicio basado en: la solidaridad, la confianza y la tolerancia entre los ciudadanos, lo que no implica de ninguna manera la desaparición del conflicto, este juega un rol dinamizador del cambio social. De esa forma, por medio de la confianza y la mancomunión de intereses, se reduce las probabilidades de que un número grande de individuos o grupos de una comunidad, siguiendo intereses meramente particulares, se desvíe de los objetivos colectivos (Vitarelli, 2007).
Frente a este universo se hace conveniente repensar para nuestra situacionalidad:
a) Hoy más que nunca el papel social de la escuela como espacio de construcción de la ciudadanía en una sociedad del conocimiento. La preparación para el trabajo con las identidades, la diversidad, la negociación, la colaboración basadas en movimientos que acepten la incertidumbre, sepan actuar frente a ella y puedan operar proyectivamente. Necesitamos de una escuela que devuelva sentido a la complejidad del conocimiento en el siglo XXI;
b) El trabajo ciudadano como construcción y reapropiación de la calidad ampliada de la vida y no como mera defensa de una autonomía de los más fragilizados por las políticas neoliberales. Un espacio de democracia participativa en donde los actores recuperen su propia voz, construyan sentido a la vida política y desde el trabajo con la identidad histórico social rescaten su dignidad en el espacio de lo público y puedan actuar en las necesidades témporo-espaciales;
c) Una universidad pública comprometida con la formación de personas abiertas al diálogo por una economía mixta con compromiso social, ética práctica y capacidad de escucha intersectorial que desarrollen desde muy temprano en sus planes de enseñanza conciencia de la realidad local y global para y desde una praxis emancipadora;
d) Una visión de conjunto que supere a la histórica división existente entre el saber erudito de los intelectuales en los espacios académicos y el saber popular de quienes no acceden o participan en la toma de decisiones de la educación formal. Ello contribuirá a recuperar la memoria de un proyecto nacional de identidad cultural en donde podamos pensar nuestro sentido de pertenencia y nuestro espacio social de construcción;
e) El trabajo interdisciplinario e intersectorial desde la más temprana edad de la escolarización hasta los espacios de la formación permanente en los que nos insertamos para asegurar un diálogo que nos permita intervenir en la realidad y crear auténticas condiciones de mejoramiento de nuestros escenarios de vida sobre el planeta intentando salvar nuestro espacio bio-psico-social;
f) En definitiva el campo educativo necesita comenzar a trabajar con este pensamiento en todos sus espacios y no hacer de la educación el lugar de la reproducción a los intereses sectoriales, sino el espacio de vanguardia para que estos cambios en la sociedad actual sean posibles.
BIBLIOGRAFÍA
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Wallerstein, Immanuel (2004). Las incertidumbres del saber. Gedisa editorial. Barcelona.
[ii] http://www.titrayju.com.ar/layerbadelaresistencia.htm Dicha mesa forma parte de las estrategias y políticas de reclamo campesino que tienen lugar entre el 2001 y el 2005 frente a las causas estructurales de la crisis en Argentina y a sus efectos en el sector rural en el marco de la política neoliberal impulsada en los 90.
[iii] http://www.titrayju.com.ar/mam.htm El M.A.M. como se lo reconoce, lleva treinta y cuatro años de existencia en la lucha campesina de la provincia de Misiones; creado en 1971 atraviesa pérdidas y procesos de desintegración, cuestiones comunes vividas en la época de los gobiernos militares en Argentina. Sin embargo a partir de 1995 se reorganiza y da un nuevo impulso a la economía de la unidad doméstica misionera posibilitando la venta de sus productos directamente en las hoy reconocidas Ferias Francas, allí donde se da el contacto directo del productor con el consumidor.
[iv] El “Comercio justo” es una alternativa de comercio promovida por ONGs, y por movimientos sociales y políticos que promueven una relación comercial justa entre los productores y los consumidores. Ello implica el precio justo, es decir, que no contenga componentes influenciados por intervenciones o subsidios estatales que distorsionan el concepto de comercio justo.
[v] La Cooperativa de Consumo para Minifundistas y Tabacaleros Río Paraná Limitada inicia sus acciones hacia 1975 y era creada por el M.A.M con el objetivo de lograr una mayor autonomía de los productores de tabaco de Misiones, como así también de los minifundistas. Diversas etapas viven sus actores que van desde su creación, pasando por su recreación, el impulso de las Ferias Francas, hasta llegar a la impronta de la comercialización bajo una forma justa y solidaria.
[vi] http://www.titrayju.com.ar/feriafranca.htm en donde unos 2.500 "productores familiares en Misiones, encontraron y autogestionaron este espacio de comercialización, intercambio y establecimiento de nuevas relaciones entre productores y consumidores, entre el campo y la ciudad".
[vii] El Ce. Co. Ca. I constituye un proyecto que se viene gestando desde 1995 y que se cristaliza recién en el 2001 sosteniendo que la tierra, el trabajo y la justicia son indispensables para que las familias de pequeños productores puedan participar en la sociedad. El proyecto se concreta con el fin de lograr la concreción de una red nacional de comercio justo y solidario. En tal contexto el Centro comercializa la yerba mate TITRAYJU de la Cooperativa asociada al M.A.M. desde sus inicios en Buenos Aires.
[viii] http://www.titrayju.com.ar/diagnosticoym2001.pdf Ministerio de Economía de la República Argentina.
[ix] http://www.titrayju.com.ar/relevamiento2001.pdf Gobierno de la Provincia de Misiones.
[x]http://www.titrayju.com.ar/lavozdelossociosdetitrayju.htm - http://www.titrayju.com.ar/ing_agr_lucasvazquez.pdf
[xii] Estos datos han sido tomados del Seminario Regional “Economía Social-Región Cuyo: Hacia la construcción de nuevos paradigmas de intervención en la Agricultura Familiar”, organizado por el IPAF región pampeana, en Centro Regional San Luis – La Pampa del INTA, el Profeder-INTA, el PSA de Nación, el INTA y la Universidad Nacional de San Luis. El mismo tuvo lugar en la ciudad de San Luis capital los días 25, 26 y 27 de septiembre de 2007, y tuvo como disertantes a José Luis Coraggio y las Asociaciones Campesinas del Norte de San Luis. Los datos han sido relevados directamente de los expositores.
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