Francisco Javier Ruiz Durán*
Universidad de Extremadura
E-mail: pacobadajoz@hotmail.com
Resumen: En este artículo les mostraremos que la URSS se fundamentó en una ideología que buscaba la esclavitud del individuo al Estado, que internó a 28.700.000 personas en campos de concentración, que asesinó a veinte millones de seres humanos, que utilizó a los intelectuales de todo el mundo para engañar a la opinión pública, y que llegó a superar con mucho, al nivel de terror y exterminio de sus aliados nacional-socialistas.
Palabras clave: Solzhenitsyn, Gulag, terror colectivista, Cheka, reeducación socialista, profilaxis social, economía soviética e Internacional Comunista.
Abstract: In this article we will show you that the USSR was founded on an ideology that sought to enslave the individual to the state, who interned 28.7 million people in concentration camps, who murdered 20 million human beings, who used intellectuals around the world to deceive public opinion, and which he overcame by far the level of terror and extermination of his National Socialist allies.
Keywords: Solzhenitsyn, Gulag, collectivist terror, Cheka, socialist re-education, social prophylaxis, Soviet economy and Communist International.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Francisco Javier Ruiz Durán (2020): “Los campos de concentración del totalitarismo socialista”, Revista Contribuciones a la Economía (enero-marzo 2020). En línea:
https://eumed.net/2/rev/ce/2020/1/totalitarismo-socialista.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/ce201totalitarismo-socialista
1. El Régimen zarista.
En el Imperio ruso el confinamiento fue ratificado legalmente durante el Reinado de Alexéi Mijaílovich por el Código de la Asamblea de la tierra de 1648; y se confinarían hasta mil quinientas personas. Luego se desterrarían a centenares de rusos; especialmente desde que Isabel conmutó la pena de muerte por el destierro perpetuo en Siberia. Y finalmente en 1822 el Zar Alejandro firmó el estatuto donde al destierro se le sumaron los trabajos forzados.1 Además en la Rusia zarista el destierro fue una práctica tan extendida porque había muy pocas cárceles. Los presos comunes desterrados acogían con alegría a los presos políticos pues eran sus médicos, sus maestros, sus abogados… Es más, las condiciones del destierro en la época zarista permitió que de los presos políticos salieran muchos científicos, geógrafos, lingüistas, etnógrafos, literatos, políticos… Y la benignidad del confinamiento zarista era general, no sólo para los presos eminentes. Por ello, en el siglo XX los revolucionarios y sediciosos, en especial los bolcheviques,2 no tenían ningún miedo al Régimen zarista como demuestran las cuatro fugas del destierro de Stalin, condenado cinco veces, donde nunca tuvo que trabajar por la fuerza. De hecho, las condiciones alimentarias, y de viviendas fueron muy recordadas por los revolucionarios cuando tuvieron que volver a la sociedad tras cumplir sus penas. Es decir, los Zares gobernaban bajo un Régimen autoritario pero donde “ni a Pushkin ni a Lérmontov se le impuso condena alguna por su agresiva literatura, y a Tolstói no le tocaron ni un pelo por su abierto menosprecio al Estado”.3 ; donde el Zar Alejandro II tras sufrir siete atentados, ni siquiera imaginó la deportación masiva de San Petersburgo, ni el Terror masivo, ni el encarcelamiento de los dudosos, ni ejecutó a miles de personas como harían los comunistas -sólo se juzgó a trescientas personas y se ejecutó a otras cinco-; donde el Régimen no estaba protegido frente a la divulgación de secretos estatales y además era pusilánime contra los terroristas que llegaron a asesinar a políticos tan importantes como el Ministro de Interior –Stolypin-; y donde existía un régimen penitenciario tan laxo que Solzhenitsyn afirma que el Gobierno zarista no perseguía a los revolucionarios, sino que los mimaba, por su debilidad e indecisión judicial.
Recuerde que Lenin, habiendo sido ejecutado su hermano por el intento de asesinato del Zar Alejandro III, pudo ingresar en la Universidad Imperial de Kazán para estudiar derecho. Y sólo sería expulsado por organizar una asamblea estudiantil antiguberidntal durante su primer año universitario. Sin tortura alguna lo desterraron a su finca familiar de Kokushkino donde además de hacer prácticas de derecho se integró en los círculos ilegales de la zona. Unos años después fue detenido por haber creado la Unión en Lucha por la Liberación donde escribía octavillas y daba discursos sediciosos. Pero durante su estancia en la cárcel tuvo acceso a todos los libros que necesitó para escribir la mayor parte de El desarrollo del capitalismo en Rusia tanto como sus artículos sobre Estudios de economía, que la fiscalía le permitió publicar en la revista marxista Nóvoye Slovo. Por otro lado, durante su estancia en la cárcel de San Petersburgo Lenin pudo recibir una comida por encargo –con leche y agua mineral- además de paquetes familiares a razón de tres veces por semana. Y en la misma línea estuvo recluido Trotski en Petropavlosk –la famosa fortaleza-prisión zarista de Pedro y Pablo- donde elaboró su teoría de la Revolución permanente. Es más, durante su confinamiento Lenin incluso pudo viajar en tren como un ciudadano libre más y pasear tres días por San Petersburgo, y luego por Moscú, para dejar sus instrucciones secretas a los demás revolucionarios. Y cuando estuvo en la fortaleza-prisión de Krasnoyarsk –San Petersburgo-, posteriormente a Trotski, tuvo libre acceso a su biblioteca para terminar El desarrollo del capitalismo que pudo publicar libremente sin censura alguna. Las condiciones penales de Lenin, y de los demás revolucionarios, eran inmejorables para desarrollar sus ideas contra el Régimen zarista. “Comida sana a un precio excepcionalmente barato, abundancia de carne (un cordero por semana), leche, hortalizas, y el ilimitado placer de la caza (por estar descontento de su perro, se disponen muy en serio a enviarle otro de San Petersburgo, y como le pican los mosquitos cuando va de caza, encarga unos guantes de cabritilla). Allí se cura de sus problemas de estómago y otras enfermedades de su juventud, y no tarda en engordar […] ni si quiera su esposa y su suegra tuvieron que esforzarse: por dos rublos con cincuenta al mes, una niña campesina de quince años hacía todo el trabajo pesado de la familia. Lenin no necesitaba ganancias literarias […] publicaba y escribía sólo lo que podía darle un nombre en la literatura”.4 . De facto, Lenin pudo viajar por toda Rusia y enviar un artículo sobre Marx para la enciclopedia Granat que se estaba desarrollando en el exilio. Es cierto, que el Régimen zarista si persiguió con mano dura a los socialistas revolucionarios por sus asesinatos políticos, pero no solían ejecutarlos cuando los capturaban. Cuando estalló la Revolución de febrero sólo pudieron liberar a veintidós presos políticos del legendario presidio de Zerentui.
En realidad los presidios zaristas fueron bien definidos por Ivánov-Razúmnik cuando recordaba la situación de los estudiantes por una manifestación en San Petersburgo en 1901: “la cárcel petersburguesa parecía un picnic estudiantil, carcajadas, cantos a coro, libre circulación de una celda a otra”. 5 En esta línea, el propio Ivanov-Razumnik recorrió con su mochila toda Crimea durante su destierro. Para terminar de aclarar la vida en el régimen penitenciario zarista debemos indicar que Ariadna Tyrkova admitió que <<las cárceles petersburguesas eran mucho más humanas que las europeas>>; o que el propio Leonid Andreyev tras ser encarcelado quince días por haber redactado un escrito para que los obreros moscovitas protagonizasen una insurrección armada, se impuso una condena de tres semanas más en el mismo presidio porque su condena le pareció corta. Eso sí, luego Andréyev confesó que lo hizo porque las condiciones alimenticias de la cárcel eran mejores que las que gozaba como estudiante. Si no dan crédito al descaro con el que los revolucionarios vivían durante el Régimen zarista les invito a leer el tomo cuarenta y uno de la enciclopedia Granat –Las personas prominentes de la URSS de la Revolución de Octubre. Autobiografía y biografías- donde como señalaba Alexandr Solzhenitsyn toda la oligarquía dirigente bolchevique se autoelaboró un panegírico sobre sus impunes actividades revolucionarias. Además, se asombrarán al comprobar que todos alababan las condiciones penales del Régimen zarista: trato, alimentación, bibliotecas, facilidades para escribir y publicar… como hicieron Rádek, Krasin, Semashko, Karpenko-Kary, Kirílov, V.T., Kasatkin I.M., Kárpov Yevtiji… O si lo prefieren, en La madre de Gorki podemos leer que en la cárcel zarista de Nóvgorod los vigilantes utilizaban sus oxidadas pistolas para clavar clavos en la pared o que <<el confinamiento sólo existía sobre el papel>> porque el comité revolucionario de Kíev dirigía las huelgas locales desde la misma cárcel.
Durante el Régimen zarista las familias de los revolucionarios nunca temieron su persecución ni el exilio; incluso las familias de los condenados como Trotski podían volver a Rusia sin impedimentos, o viajar al extranjero como la familia de Lenin en la que casi todos habían sido detenidos. Incluso en la época más dura del Régimen zarista, la de la represión stolypiana ante el terrorismo revolucionario de los anarquistas,6 los periódicos pudieron publicar libremente las veinte ejecuciones en Jerson tanto como que el propio Tólstoi pudiese afirmar públicamente que <<era imposible imaginar nada más terrible>>. Llegados a este punto no es de extrañar, que Solzhenitsyn señale que el terrorismo revolucionario fue un error fatal porque sólo trajo dolor, confusión y un Régimen político considerablemente más inhumano que la servidumbre zarista, donde sí se permitía la opinión pública, la protesta, la salida al extranjero, la propiedad, las asociaciones políticas… De hecho, en 1905 el Régimen zarista promulgó el Manifiesto del 17 de octubre con el cual se legalizaron todos los partidos políticos, se convocó la Duma y se concedió una amnistía total a los presos políticos –sin tener en cuenta la duración ni la naturaleza de su condena-.7* Por otra parte, tampoco podemos olvidar que en las cárceles zaristas los presos paseaban libremente por el patio, los eseristas, anarquistas y socialdemócratas podían reunirse abiertamente e incluso para diseñar su Revolución. Ni tampoco que, en la Rusia bolchevique nadie llevaba paquetes de comida a los presos por Cuaresma –la Pascua de Navidad-, incluso sin conocerlos, para que los compartieran en común; la conciencia de clase del hombre nuevo impedía esa humanidad tal y como si fuera una revuelta antisoviética. Como afirmaba Solzhenitsyn, <<hasta tal punto nos hemos convertidos en fieras>>.
Por otro lado, el Gobierno zarista jamás se atrevió a aumentar su producto nacional con el trabajo de los deportados; de ahí que entre los revolucionarios profesionales se considerase humillante el simple hecho de trabajar, y no dudasen en cobrar por la cesión de las quinces <<desiatinas>> de tierras que les daba el Estado a los Yakutas, que las cultivaban con gusto mientras les pagaban también a los revolucionarios un <<derecho de cesión>>, un arriendo, de los víveres y de los caballos. Además el Régimen zarista entregaba a sus enemigos políticos desterrados una paga mensual de doce rublos para su alimentación y veintidós rublos al año para ropa. Para que ustedes calculen el valor de esta dotación económica debemos recordar que a Lenin, le permitió dedicarse exclusivamente a desarrollar su teoría de la revolución sin tener que preocuparse por su subsistencia. Mártov reconoció en su obra que por cinco rublos al mes tenía pensión completa y el anarquista A.P. Ulanovski, desterrado junto con Stalin, llegó a reconocer que era la primera vez en su vida que tenía tanto dinero. Es más el precio de una buena casa en Siberia era de doce rublos, la manutención de un mes. Es decir, los deportados políticos en la época zarista nunca conocieron la escasez o la falta de ropa; mientras que los presos comunes desterrados como colonos, que no tenían paga estatal, eran provistos por el Estado de pellizas, vestuario y calzado gratis anualmente así como de doscientos gramos de carne y tres libras –un kilo doscientos gramos- de pan diarios. Además el Estado les pagaba a un precio intencionalmente alto todos los objetos que estos presos fabricaban en esas colonias. Algo que reconoció en sus escritos el propio Chéjov. Llegados a este punto debemos recordar que, el sistema penitenciario zarista se tambaleó porque toda la sociedad se solidarizaba con los revolucionarios tanto como por el hecho de que muchos hijos de las familias acomodadas de la época empezaron por considerar un honor el haber ingresado en prisión.
Los trabajadores penitenciarios de la Rusia zarista se rigieron durante décadas por la Normativa de Trabajo de 1869, que asignaba los trabajos teniendo en cuenta su grado de experiencia y su fuerza física y cuya jornada laboral estableció en siete horas en invierno y doce horas y media en verano. Aunque como puede leerse en las obras de Dostoyevski en el penal de Omsk, como tantos otros, lo presos trabajaban cuando les apetecía, sin prisas y con buena vestimenta. En el durísimo penal zarista de Akatui daban en los días de asueto dos libras y media de pan –un kilo- y treinta y dos zolotnik de carne –ciento treinta y tres gramos-; en un día de trabajo daban tres libreas de pan y cuarenta y ocho zolotnik de carne –doscientos gramos-. Más la papilla de trigo sarraceno, el bodrio o las gachas. Los presos zaristas nunca tuvieron miedo de morir por inanición. En las minas de cobre zarista los presos incluso cobraban <<primas al esfuerzo>>. Los presos zaristas, de diez a quince millones, estaban perfectamente vestidos y calzados. El Gulag soviético8 no podía ofrecer ningún punto de comparación con la humanidad del Régimen penitenciario zarista. Los presos zaristas cumplían sus condenas en un mismo presidio. En el Gulag los presos podían llegar a los campos con los barracones sin terminar y les entregaban el pan congelado desmiajado previamente con un hacha junto a un salmón fuertemente salado que sólo podía comerse junto con la nieve del suelo. Durante décadas nadie quiso pensar que los zeks del Gulag también eran dignos de ese pretendido humanismo socialista que tanto citaban sus intelectuales. Es más, en el Gulag, como dice Alexandr Solzheniysyn, “los filósofos, los psicólogos, los médicos y los escritores habrían podido, como en ningún otro lugar, observar al detalle y con gran cantidad de casos, el peculiar proceso de estrechamiento del horizonte intelectual y espiritual del hombre, el descenso del hombre hasta la bestia, y el proceso de la muerte lenta en vida. Pero los psicólogos que iban a parar al campo no estaban en su mayoría para observaciones, ellos mismos caían bajo ese chorro que derrumbaría su personalidad hasta convertirla en excremento y ceniza”.9
O lo que es lo mismo, el socialismo terminó consiguiendo que el pueblo soviético recordase con agrado la servidumbre del Régimen zarista. Los siervos eran parte de una organización social de servidumbre forzosa de millones de personas que trabajaban durante seis días a la semana, que no podían casarse sin la voluntad de su señor y que laboraban sólo de sol a sol; pero el domingo era sagrado, tenían doce fiestas religiosas, vivían siempre en la misma casucha, tenían su caballo y sus útiles de trabajo que podían dejar en herencia, podían pescar, podían tener vacas, cabras o gallinas, no solían conocer el hambre, vivían en familia y si tenían que ser trasladados lo hacían sin prisas y conjuntamente, e más algunos abandonaban la servidumbre y se enriquecieron con el comercio, y todos eran respetados por sus terratenientes por la riqueza que les proporcionaban –eran un bien valioso-.
2. Inicios del Régimen soviético.
Como es lógico, la Revolución no podía permitir que esas malsanas costumbres zaristas se mantuviesen en el Régimen represivo de la dictadura del proletariado; y por ende, declaró insatisfactorio el sistema de deportaciones. Desde entonces Rusia conocería el confinamiento en lugares aislados a perpetuidad, que desde 1929 sería combinado con los trabajos forzosos. El sistema socialista, además, se regiría por el principio de <<quien no trabaja no come>>; por lo que se acabó aquello de aprender idiomas, redactar trabajos teóricos y vivir de las rentas como hicieron ellos mismos en la reaccionaria época zarista. En este sentido, el Régimen soviético no tardó en cambiar la opinión pública por la opinión organizada que evitaría las protestas y la reivindicación de derechos contra el nuevo <<Credo>> bolchevique, como ocurría en el Antiguo Régimen. Así se desarrolló el camino hacia la servidumbre de millones de <<esclavos>> para el desarrollo económico de la Unión Soviética.10 Con estas medidas, desde la década de los años veinte, los Órganos del Partido comenzaron a destruir cualquier forma de pensamiento u organización partidista en la URSS –eseristas, socialdemócratas, anarquistas, socialrevolucionarios, trotskistas…- como la que conformaron los sionistas-socialistas del Hehaluts y su organización juvenil –Hashomer- que intentaron recrear su Palestina en las comunas agrícolas que crearon en Crimea. El Partido Comunista, contrario a esta clase de nacionalismo tan estrecho, los envió al destierro.
En este contexto, no debemos olvidar que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas tampoco permitía la existencia de simples intelectuales sin partido, o de creyentes cristianos, porque su espíritu independiente era otro obstáculo para implantar el paraíso de los trabajadores. Todos estos opositores políticos fueron confinados aleatoriamente por todo el Archipiélago Gulag para que se le metiese en la cabeza un segundo destierro voluntario –la soledad-; que era lo que realmente buscaba el socialismo. Es decir, la atomización de todos los individuos para que el Régimen no tuviera una oposición real. Además la indiferencia social del pueblo ruso por estos condenados terminó por ahogar la voluntad de evasión de la mayoría de estas personas; cuya responsabilidad por su fuga repercutía en todos los de su mismo <<partido>> en el campo. De esta forma la única tarea moral que les quedó fue <<conservar ante la muerte su dignidad humana>>, en plena descomposición social generalizada. Rusia perdió menos de dos millones de hombres, entre muertos y desaparecidos, en la I Guerra Mundial mientras que las pérdidas ascendieron a veinte millones en la II Guerra Mundial. Pero, a finales de 1932 la Revolución había eliminado a quince millones de campesinos, por pertenecer a la <<pequeña burguesía>>11 -para los bolcheviques la <<pequeña burguesía, la formaban campesinos, empleados, artistas, profesores, estudiantes, médicos…-; seis millones de muertos por el hambre provocada por las confiscaciones bolcheviques. Era la ley salvaje que se implantó en Rusia tras la Guerra civil.
Desde el primer año de su revolución en 1917 los bolcheviques afirmaron, que ciertas personas no tenían lugar en la nueva sociedad; por ello, anarquistas, socialdemócratas y socialistas revolucionarios –socialfascistas como decía Lenin- no tardaron en desfilar marcando el paso hasta las antiguas celdas zaristas. Desgraciadamente no tardaron en comprobar que el antiguo régimen para los presos políticos del zarismo –elección de un representante de los presos, la ración especial de comida y tabaco, las compras de alimentos en el mercado, los paseos diarios sin limitaciones, el tratamiento de <<usted>>, que marido y mujer compartieran celda, tener libros, revistas y periódicos, poder escribir, tener objetos personales como navajas y tijeras, el envío o recibo de cartas tres veces al mes, una entrevista mensual, la libertad de ir de celda en celda, tener plantas, elegir a los compañeros de paseo, que las embarazadas pudiesen abandonar la cárcel dos meses antes de salir de cuentas…- ya no existía. Por ello comenzaron las protestas, las revueltas y las huelgas de los presos políticos en las cárceles soviéticas. Pero el nuevo Régimen respondió a la lucha de los presos políticos con palizas, fusilamientos,12 traslados, nuevos juicios para ampliarles las penas y la alimentación artificial mediante lavativas o gotas en la nariz. De aquí que para Stalin los socialdemócratas se le apareciesen como sus enemigos más peligrosos por no callar como el resto de su pueblo.13*
Por ende, una de las primeras circulares de la NKVD, afirmaba que en vista del empecinamiento (sabotaje) de los funcionarios se debía poner en práctica la máxima iniciativa propia in situ, sin desdeñar la coacción, el arresto o las confiscaciones. De hecho, no hacían más que seguir la senda marcada por Lenin en 1917 cuando exigió <<aplastar sin compasión los brotes de anarquía entre borrachos, gamberros, contrarrevolucionarios y demás>>; o cuando proclamó como único objetivo general <<limpiar la tierra rusa de toda clase de insectos nocivos>>14** en el artículo de <<Cómo organizar la emulación socialista>> que publicó el 7 de enero de 1918. No olvidemos que para Lenin los insectos eran los cooperativistas, los propietarios de inmuebles, los profesores de los liceos, los consejos parroquiales, los coros de las iglesias, los sacerdotes, las monjas, los frailes, los que no juraron el Régimen soviético cuando ingresaron en la administración, los estudiantes, los intelectuales…; y la forma que eligió para la limpieza de la <<Madre Rusia >> fue la novedosa represión extrajudicial ejecutada por la Cheka.15 No olvidemos que “la Cheka fue un órgano represivo único en la historia humana, un órgano que concentraba en una sola mano la vigilancia, el arresto, la instrucción del sumario, la fiscalía, el tribunal y la ejecución de las sentencia”.16 En esta senda Zinóviev diseñó el sistema represivo bolchevique que según los cálculos del profesor emigrado J.A. Kurgánov, experto en estadística, de 1917 a 1959, sin contar las bajas militares, la Unión Soviética perdió 66´7 millones de personas –erradicación del terrorismo, el hambre, la represión, la elevada mortalidad en los campos y el déficit de natalidad-; 55 millones sin contar el déficit de natalidad. Recordemos que los fundamentos del Régimen de trabajo del Gulag devienen de la Constitución del 10 de julio de 1918 que permitía que el que no trabajase no comiese; y el 23 de julio de 1918 se instituyó la Instrucción provisional sobre la privación de libertad por la que las personas privadas de libertad que estuviesen aptas serían obligadas a realizar trabajos físicos. Y aquí tenemos el origen del Archipiélago Gulag. La necesidad del trabajo forzado para el Régimen bolchevique quedó patente en el VII Congreso de los Soviets de la Unión cuando afirmaron que el trabajo era el mejor medio para detener la perversión de los presos tanto como que los presos debían habituarse al trabajo colectivo –el trabajo comunista-. En el VIII Congreso que se celebró en marzo de 1919 se formalizó la red de campos de trabajo al ordenar su creación en cada capital de provincia de la Unión Soviética. “La verdadera ley a que obedecían los encarcelamientos de aquellos años eran unas cifras establecidas de antemano, unas órdenes escritas, unas cuotas distributivas. Cada ciudad, cada distrito, cada unidad militar, tenía asignada una cifra que debía alcanzarse dentro de un plazo. Lo demás dependía del celo de los agentes”. 17
En agosto de 1918 Lenin envió un telegrama a Eugenio Bosch,18 y al Comité Ejecutivo provincial de Penza, donde pedía que se encerrasen en campos de concentración a todos los dudosos de participar en la insurrección campesina que él no podía dominar; y señaló con claridad, mucho antes de la existencia del decreto sobre el Terror: “<<poned en práctica un terror masivo y despiadado>>”. 19 Diez días después, el 5 de septiembre de 1918, se publicó el Decreto del SNK sobre el Terror Rojo firmado por Kursk, Petrovski y Bonch-Bruyevich que además de establecer las instrucciones para los fusilamientos masivos decía: “<<Salvaguarda la República Soviética de sus enemigos de clase aislándolos en campos de concentración>>”.20 Por primera vez en la historia se utilizarían los campos de concentración para los ciudadanos de su propio país constituyendo una medida preventiva extrajudicial bajo la competencia directa de la Cheka.21*
En 1918, también se intentó acelerar el triunfo cultural de la Revolución mediante la destrucción de las reliquias de los santos y la requisa de los objetos litúrgicos. Pero en 1922 comenzó el turno de preparación para la Iglesia con la detención del Patriarca Tijón a la que siguieron la detención de arciprestes, diáconos, monjes… La represión contra <<el opio del pueblo>> fue ensanchándose continuamente hasta llegar a los simples creyentes por manifestar su fe en voz alta y educar a sus hijos en ese espíritu. Es decir, eran condenados por el artículo 58-10: ¡propaganda contrarrevolucionaria!22**. En la década de 1920 suponía diez años de reclusión y la pena de no volver jamás con sus hijos al hogar. En este contexto, cabe recordar, que las monjas fueron desterradas al Campo de Solovki junto a las prostitutas que tras tres años de condena volvían a sus casas con las maletas llenas del dinero que habían ganado en los traslados, las cárceles de tránsito y el propio campo, realizando su trabajo con los jefes y soldados de la escolta. Y en los años veinte comenzó otra riada por <<ocultación>> que llevó al Campo a todos los que habían tenido una <<posición social en el pasado>> -noble, oficiales, antiguos funcionarios del Estado…- y de esta riada florecieron las mejores confidentes entre las hijas y esposas excepcionalmente dotadas de las viejas clases, como la Princesa Viázemskya o Nikoláyevna Josse –esposa de un oficial fusilado- que obtuvo el permiso para abrir un salón para los jefes de Cheka muy cerca de la Gran Lubianka.
En este sentido cabe recordar, el informe que envía el secretario de la organización regional del Partido, De Yaroslavl el 26 de septiembre de 1919, donde se dice que la Cheka es un inmenso burdel donde el alcohol y la cocaína son ampliamente utilizados. Es más, el 16 de octubre de 1919 el inspector de la dirección de los departamentos oficiales que fue enviado a Astracán denunció el mismo cuadro de orgías, borracheras y consumo de cocaína para soportar la visión diaria de la sangre. Así, Ucrania, Crimea, Járkov, Róstov, Odessa, Kiev, Yekaterinodar, Armavir… se convirtieron en ciudades donde miles y miles de personas fueron asesinadas entre 1919 y 1921 para imponer la Bandera Roja… Ante el descontento popular en toda la Unión Soviética Lenin recurrió a la Nueva Política Económica –NEP- a partir de marzo de 1921 para controlar la situación. Pero en 1922 ordenó las requisas, la represión de las huelgas, los fusilamientos masivos de rehenes, los bombardeos de aldeas con gases asfixiantes23 y la deportación de aldeas enteras que terminaron degenerando las hambrunas de 1921-1922 que finalmente doblegó a los campesinos. Aunque el America Relief Association (ARD), la Cruz Roja y los cuáqueros alimentaron a unos once millones de personas diariamente en Rusia, al menos cinco millones de personas murieron de hambre en 1921-1922, de los treinta millones de personas que padecieron las hambrunas provocadas por el Terror soviético. No debemos obviar que la última hambruna reconocida en Rusia había sido la de 1891 en el Volga y Kazajstán que provocó cuatrocientas mil víctimas en la época zarista. Entonces el joven abogado Vladimir Ulianov -Lenin- que residía en Samara, capital de una de las provincias más afectadas por la hambruna, fue el único representante de la intelligentsia local que no solamente no participó en la ayuda social, sino que se pronunció categóricamente en contra de esta; pues el hambre era positiva <<para acabar con el Zar y con Dios>>. Con ello bien presente comprenderán mejor por qué la hambruna 1930-1931 provocó seis millones de muertos.
A partir de 1927 los fracasos económicos de los planes del Gobierno soviético eran tan evidentes que los dictadores del proletariado comenzaron a ver enemigos de clase, provistos con reglas de cálculo por todas partes. En consecuencia, cada rama de la industria, cada cooperativa artesanal y cada fábrica tuvo la obligación de buscar el empecinamiento entre sus filas con la ayuda de la GPU. Con ello se buscaba un cambio radical de la psicología popular convirtiendo a todo ciudadano en un confidente de la Policía política y el sistema jurídico soviético se convirtió en parte responsable del sistema de Terror revolucionario. Y como dijo Alexander Solzhenitsyn: “En este meandro de nuestra historia se oyeron voces aisladas de protestas o de abstención. Se necesitaba mucho valor, muchísimo, para decir <<¡no!>> en medio de ese coro y de esos rugidos”.24 En este contexto, en 1931 Stalin puso a la GPU a obtener miles de <<confesiones>> para conformar el proceso contra el Partido Industrial25 que había sido <<inventado>> hasta que el <<Padre de toda Rusia>> vio que provocaría la muerte de hambre en el campo a mucho más de los doscientos mil inocentes a los que se les había afiliado desde el Kremlin; y decidió en su infinita sabiduría que los <<traidores confesos>> eran inocentes. Pero la justicia soviética siguió su <<profilaxis social>> con los intelectuales cristianos, los maestros que no seguían el programa estatal, los jóvenes sin hogar, los historiadores, los trotskistas, los burgueses –pequeños artesanos, barberos, sastres, dentistas, joyeros, relojeros…-…. Por todo ello, en los años veinte se crearon las troikas permanentes para evitar los juicios y actuar en ausencia del acusado. Te hacían firmar un papel sin haber visto ni oído tu propio juicio. La Troika respondía a la nueva e imperiosa necesidad de no soltar a ningún arrestado; y por ello, a puerta cerrada y de forma secreta se juzgaron a millones de personas sin posibilidad de defensa. La Unión Soviética olvidó la máxima de Dostoyevski de <<es mejor equivocarse en la misericordia que en el castigo>>; y que decir tiene que invirtió el aforismo de Catalina II para que se pudrieran en la cárcel novecientos noventa y nueve inocentes antes que dejar escapar a un solo espía de verdad. No debe usted olvidar, que una sentencia absolutoria era un despropósito contra la economía y el Régimen soviético; y que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se asentaba sobre un desarrollo jurídico contrario a la separación de poderes, en el que las personas no son personas si no <<portadores de determinadas ideas>> y de que al acusado se le juzga no por lo que haya hecho sino por lo que podría llegar a hacer si no lo fusilasen en ese instante. Es decir, la dictadura del proletariado imponía justicia desde una perspectiva de utilidad al Régimen y como forma de defensa ante el pasado tanto como ante el futuro; como afirmó Krylenko.
Lenin le envió el 17 de mayo de 1922 una carta al Comisario de Justicia Kurski donde le pedía abiertamente que expusiese una tesis, políticamente válida, donde se motive la esencia y la justificación del Terror. Para Lenin la justicia no debía abolir el Terror que necesitaba la conciencia revolucionaria. Y aquí encontramos la base del Artículo 58. Eso sí, los líderes socialistas europeos sólo se alarmaron cuando en la primavera de 1922 Moscú anunció el juicio revolucionario a cuarenta y siete socialistas.26* Pero hasta entonces como afirma Alexandr Solzhenitsyn las dos Internacionales socialistas se mantuvieron durante cuatro años imperturbables ante los asesinatos y la opresión bolchevique en aras del socialismo.27 Y el 19 de mayo de 1922 el camarada Vladímir Ilich, Lenin, escribió una carta a Dzerzhinski, jefe de la Cheka, para que expulsase al extranjero a todos los profesores y escritores que hubiesen colaborado con la contrarrevolución de forma <<constante y sistemática>>. La Cheka comenzó la batida que envió <<al vertedero europeo>> a figuras como: S.N. Bulgakov, N.A. Berdiayev, N.O. Losski, B.P. Vysheslávtsev, F.A. Stepún, L.P. Karsavin, J.A. Ilin; los historiadores: S.P. Melgunov, A.A. Kizevetter, V.A. Miakotin, J.J. Lapshin; los literatos y periodistas: Y.J. Aijenvald, M.A. Osorguin, A.S. Izgóyev, A.V. Peshejónov; matemáticos como D.F. Selivánov… empero, cuando se demostró que las <<flores venenosas>> podían florecer en Europa, Moscú mandó a las siguientes remesas al Gulag. Es decir, el problema de los socialistas emigrados era que podían luchar por defender a sus compañeros presos como lo habían hecho durante el Régimen zarista. Un ejemplo de ello lo supusieron Vera Figner, autora de unas memorias de la vida de los prisioneros zaristas, y Ekateria Peshkova, esposa de Máximo Gorki, que relanzaron la Cruz Roja Política para ayudar a los presos que habían trabajado en la clandestinidad durante la Revolución.
La Cheka respondió enviando a los socialdemócratas más problemáticos a lugares remotos y sin comunicación, aunque a veces estos consiguieron hacer llegar sus quejas a sus compañeros del exilio. De esta forma, el Partido Comunista ruso terminó decretando la ejecución de centenares de ellos para solventar sus quejas; y creando en la primavera de 1923 el campo de concentración de Solovki. El viejo monasterio de Solovki construido en el siglo XV se reconvirtió en el primer campo de concentración del Archipiélago Gulag cuya insularidad en el mar Blanco aseguraba el ostracismo. Ese conjunto de islas ya había sido utilizado por el Régimen zarista para recluir a los opositores políticos –entonces sacerdotes y aristócratas díscolos- que ahora conformaría la Cheka –entonces OGPU- como un conjunto de <<campos de importancia especial>> donde por primera vez se utilizó el trabajo esclavo en provecho de la Unión Soviética. “En todas las islas, las pésimas condiciones higiénicas, el exceso de trabajo y la mala alimentación acarreaban naturalmente enfermedades, sobre todo el tifus. De los 6.000 prisioneros recluidos por SLON en 1925, cerca de la cuarta parte murieron en el invierno de 1925-1926 a raíz de una epidemia especialmente virulenta”.28 Como señaló Solzhenitsin <<la esclavitud se había convertido en un sistema planificado>>. En este contexto, comenzaron las ejecuciones masivas aleatorias que aterrorizaron a los presos de Solovki. Es más, a mitad de la década de los años veinte el Presidium del Comité Central del Partido Comunista ya denunciaba <<el caos y la violencia que dominan el campo de concentración de Solovki>>, así como que el resto del sistema penitenciario <<ordinario>> seguía sin lograr su autosuficiencia económica. La razón era que las <<colonias>> de trabajo –granjas, fábricas y talleres- del sistema penitenciario normal también estaban mal organizadas, los presos estaban mal acondicionados, el material de trabajo era deficitario… Las ineficiencias económicas resultantes de la organización de los campos llevaron a las autoridades soviéticas a declarar varias amnistías periódicas para descongestionar el sistema penal y poder ahorrar dinero. Esta situación llevó a Georgi Leonid Piatakov, el 10 de noviembre de 1925, a escribirle una carta a Dzerzhinski donde le pedía que <<estableciese asentamientos de trabajo obligatorio en ciertas regiones>> para aliviar la masificación carcelaria. De ahí nacerían los campos de la isla de Sjalín en el extremo oriental, el que rodeaba la desembocadura del río Yeniséi en el norte, el de la estepa de Kazaj y el de la ciudad siberiana de Nerchinski; todos ellos a imagen y semejanza del modelo de Slovki. Solzhenitsin afirma que Naftalí Aronoivich Frenkel fue quien concibió el plan de alimentar a los presos según el trabajo realizado. Con él el campo de Solovki hizo despuntar económicamente a su fábrica de ladrillos, sus empresas madereras, sus centrales eléctricas y su producción pesquera; convirtiéndose así en el modelo de campo para la reestructuración de todo el sistema penitenciario soviético. Así los presos esclavos comenzaron a ser enviados por toda la Unión Soviética para construir carreteras, canales, fábricas, explotar minas o talar árboles. Todos los reclusos fueron igualados como trabajadores potenciales para el beneficio económico de la Unión Soviética. Eso sí, en una igualdad donde los delincuentes comunes reinaban sobre los demás prisioneros de los campos –incluidos los políticos- con la connivencia de las autoridades del Gulag.29
3. Periodo de entreguerras.
Lenin fundó la Internacional Comunista –llamada también la III Internacional o Komintern- en Moscú en 1919; y en su II Congreso, celebrado en 1920, anunció en su manifiesto que “la Internacional Comunista es el partido internacional de la insurrección y de la dictadura del proletariado”. 30; y entre las 21 condiciones que exigía la Komintern para admitir a los socialistas que deseaban unirse a ella destacaba la tercera de ellas: “<< […] es su deber crear en todas partes, paralelamente a la organización legal, un organismo clandestino capaz de cumplir su deber para con la revolución en el momento decisivo>>.”31 Por <<momento decisivo>> la Internacional Comunista entendía la insurrección revolucionaria y el <<deber para con la revolución>> era, según su concepción, la obligación de lanzarse a la guerra civil. En esta línea, la duodécima condición de la Komintern especificaba las necesidades de organización centralizada y rígidamente disciplinada para la preparación de las guerras civiles bajo un organismo central con amplios poderes y una autoridad indiscutible; y la trigésima condición dejaba muy claro que cuando no hubiese unanimidad en la militancia “<<los partidos comunistas […] deben proceder a depuraciones periódicas de sus organizaciones, con el fin de apartar a los elementos interesados y pequeño-burgueses>>”.32 La Komintern justificaba su violencia por la lucha de clases, la teorización de la guerra civil y el terror tal y como lo aplicó en España desde 1936; donde muchos de los mandos de la Komintern se distinguieron por su labor en los servicios de represión comunista.
En este contexto, la Yezhovschina o <<gran terror>> fue el enfrentamiento entre la burocracia estalinista termidoriana y la vieja guardia leninista. Y la liquidación de todas las nacionalidades particulares de la Unión Soviética. Durante la Yezhovschina se detuvo a los dirigentes de los partidos comunistas extranjeros y los cuadros de la Internacional Comunista instalados en el Hotel Lux. Entre los detenidos alemanes se encontraron Heinz Neumann, Hermann Remmele, Hermann Schubert y Fritz Schulte, todos ellos antiguos miembros del Buró político; Leo Flieg, secretario del Comité central, Werner Hirsch y Heinrich Susskind, redactores jefes de la publicación Rote Fahme, y Hugo Eberlein, delegado alemán de la conferencia fundacional de la Internacional Comunista. “En septiembre de 1939, después de la conclusión del pacto germano-soviético, 570 comunistas alemanes encarcelados en las prisiones de Moscú fueron entregados a la Gestapo, en el punto fronterizo de Brest-Litovsk”. 33 Durante el pleno del Comité central de febrero-marzo de 1937 se expuso que el gran terror debía eliminar a todos los <<elementos socialmente peligrosos>> según la teoría estalinista: <<cuando más se avanza hacia el socialismo, más encarnizada es la lucha de los residuos de las clases moribundas>>. Llegados a este punto, si me lo permiten, debemos preguntarnos, como hizo Le Figaro Littéraire el 1 de julio de 1937, <<¿Qué se puede decir entonces de un Romain Rolland, de un Langevin, de un Malraux, que admiran y aprueban el Régimen llamado soviético, su <<cultura>> y su <<justicia>>, sin que les obligue a hacerlo el hambre o la tortura?>>. La decadencia moral de tantos intelectuales34 ayudó a construir un poder que se erguía sobre la <<mentira absoluta>>.35
La Komintern movilizó todas sus secciones, junto a los Servicios de Inteligencia, para convertir la Guerra civil española en un medio magnífico de propaganda antifascista muy beneficioso para la imagen mundial del movimiento comunista internacional. Mientras negociaba con Hitler. La táctica comunista en España fue intentar ocupar gradualmente las posiciones políticas necesarias para <<orientar>> la política del Gobierno republicano hacia la del Partido-Estado soviético, cuyo objetivo real era aprovechar al máximo la Guerra civil española en provecho de los intereses del a Unión Soviética. Es decir, la idea fundamental de la concepción política de la Unión Soviética fue imponer la hegemonía del PCE a todos los antifascistas, tanto contra los fascistas como contra la oposición interna. Y aquí tenemos el precedente directo de la estrategia soviética para llegar al poder en las democracias populares que surgirían tras la II Guerra Mundial. Esta táctica de obtención del poder mediante la infiltración estuvo a punto de consumarse con las elecciones de 1936 en España cuando Moscú pensó en organizar unas elecciones bajo unas listas únicas que permitieron al PCE aprovechar este plebiscito ideado por el propio Stalin. El proyecto buscaba convertir la II República en una democracia popular satélite tanto como la eliminación física de todos los Ministros contrarios a la política comunista. Sólo el avance de las tropas sublevadas hizo fracasar el proyecto stalinista. Los expertos que elaboraron El libro negro del comunismo indican que la noche del 14 de septiembre de 1936 Yagoda –jefe del NKVD-, convocó una reunión en la Lubianka para coordinar la intervención soviética en la Guerra civil española. Los objetivos principales serían vigilar y controlar a los adversarios del Partido Comunista Español en el campo republicano, de la forma más oculta posible, mientras oficialmente se combatía el fascismo. Según el General Krivitsky, jefe de los departamentos exteriores del NKVD en Europa occidental, “de los cerca de tres mil soviéticos presentes en España, sólo unos cuarenta habrían combatido realmente, los otros eran consejeros militares, políticos o agentes de información”.36 Los soviéticos comenzaron sus actividades en Barcelona donde los comunistas del Partido Socialista Unificado de Cataluña crearon un Servicio Extranjero, en la habitación 340 del Hotel Colón, para controlar a todos los comunistas extranjeros que pasaban por Barcelona para combatir en España. Este esquema fue extendido luego por toda España donde el NKVD fue estableciendo listas negras con las que planeaba una verdadera represión contra la oposición de izquierdas: social-demócratas, trotskistas, anarcosindicalistas y comunistas heterodoxos. La progresiva infiltración de los comunistas en los puestos claves se cimentaba en el hecho de que la URSS exigía contrapartidas políticas a cambio de las armas que suministraba.37 Un ejemplo sobresaliente del chantaje político al que se sometía la URSS al Gobierno republicano fue expuesto por Julián Gorki al denunciar que cuando a principios de 1937, el socialista Largo Caballero, jefe del Gobierno español, apoyado por Manuel Azaña, Presidente de la República, autorizó a Luis Araquistain, Embajador en París, para que negociase en secreto un posible fin de la guerra con el Embajador italiano en Londres, Dino Grandi, y con el financiero de Hitler, Hjalmar Schacht, con el consentimiento de Anthony Eden y León Blum; los comunistas españoles por el Ministro de Asuntos Exteriores filocomunista Álvarez del Vayo, apartaron del Gobierno a Largo Caballero para evitar así cualquier solución negociada a la Guerra civil.
Llegados a este punto comprenderemos mejor, la consigna al PCE de llevar a cabo una <<lucha enérgica contra la secta trotskista contrarrevolucionaria>>; más aún cuando el POUM, durante el verano de 1936, tuvo la valentía de salir en defensa de las víctimas de los primeros juicios-farsas de Moscú38*. Ante ello la reacción comunista no se hizo esperar, el 13 de diciembre de 1936, apartaron a Andreu Nin del Consejo de la Generalitat catalana y consiguieron su destitución por calumniar a la URSS. Y el 16 de diciembre, Pravda lanzó una campaña internacional contra la oposición a la política soviética donde se afirmó: <<En Cataluña ha comenzado la eliminación de los trotskistas y anarcosindicalistas. Será llevada a cabo con la misma energía que en la URSS>>. Acto seguido los comunistas declararon la <<Guerra civil dentro de la Guerra civil>> cuando asaltaron el 3 de mayo de 1937 la central Telefónica de Barcelona, controlada por la CNT y la UGT. En este contexto, los comunistas secuestraron y asesinaron al filósofo anarquista Camillo Berneri 39** y a su camarada Barbieri; luego al secretario de las Juventudes Libertarias de Cataluña Alfredo Martínez, al militante trotskista Hans Freund, al ex–secretario de Trotsky Erwin Wolf, al dirigente del POUM Andreu Nin y al comunista austriaco Kurt Landan. Entre otros, George Orwell, que se alistó como voluntario en una columna del POUM, vivó en primera persona esta terrible represión de los órganos comunistas y relató su propia huida en su obra Homenaje a Cataluña. Pero estos asesinatos planificados por los policías comunistas no tardaron en extenderse a otras zonas del bando republicano: el 6 de mayo de 1937, 20 militantes anarquistas –CNT- fueron exterminados en Valencia después de sacarlos de la cárcel.40
Largo Caballero –conocido como el Lenin español- fue sustituido por Juan Negrín –un socialista sometido a los dictámenes de Moscú- con lo que Orlov <<actuaba ya como si España fuera un país satélite>>, como observó Julián Gorkin. Así se procedió a la disolución del POUM –Partido Obrero de Unificación Marxista- y al asesinato de su líder Andreu Nin. Antiguo colaborador de Trotski. Con la caída del POUM los chekistas dirigidos por Orlov, Vidali, Ricardo Prurillo y Gerö comenzaron la eliminación sistemática de todos los <<traidores>> troskistas organizando prisiones ilegales y paralelas, las chekas, en honor a la primera policía política de la Unión Soviética, en Barcelona, Madrid, Valencia y Alcalá de Henares.41* Esta tarea fue apoyada públicamente por la dirigente comunista Dolores Ibárruri –la Pasionaria- que en un mitin en Valencia afirmó: <<Más vale condenar a cien inocentes que absolver a un solo culpable>>. De facto, debemos reseñar que, en este periodo de <<la Guerra civil de los comunistas en la Guerra civil española>> “Katia Landau da una cifra de 15.000 prisioneros, de los cuales 1.000 eran miembros del POUM, en las cárceles oficiales y clandestinas. Yves Lévy, que investigó sobre el terreno, habla de <<unos 10.000 revolucionarios, civiles o soldados, encarcelados>> del POUM, de la CNT y de la FAI”. 42 Así como que, tras derrotar al POUM y apartar a los socialistas del Gobierno, a los comunistas no les quedaba más obstáculo para el dominio de la zona republicana que los anarquistas de la CNT-FAI.
Muchos de los antifascistas detenidos terminaron realizando trabajos forzados, junto a los prisioneros fascistas, en las fortificaciones de primera línea de combate en condiciones tan duras que un superviviente, Karl Brauning del Partido Comunista Alemán, dijo: “<<lo que hemos vivido desde julio es espantoso y cruel. Las imágenes de La casa de los muertos de Dostoyevsky no son más que pálidas imitaciones […] Por no hablar del hambre que pasábamos, que rayaba el delirio. Estoy reducido a la mitad. Sólo soy piel y huesos. […] En este estado desaparece la frontera entre el hombre y el animal. Se alcanzaba el primer grado de la barbarie. Al fascismo le queda todavía mucho que aprender de estos bandidos e incluso puede darse el lujo de presentarse como portador de la Cultura. Probablemente habían señalado en nuestros informes “aniquilar físicamente por los medios legales”. Es lo que han intentado hasta el final>>”.43 Finalmente, entre el 11 y el 22 de octubre de 1938, se puso en marcha un juicio-farsa como los organizados en Moscú contra los miembros del comité ejecutivo del POUM –Gorkin, Andrade, Rovira, Arquer, Gironella, Escuder, Bonet y Rebull- bajo la acusación de <<troskistas>>. Fueron condenados a 15 años de cárcel, y no a pena de muerte como pidió la prensa soviética, por las presiones de diversos grupos revolucionarios internacionales que formaron una asociación, en Francia, para la defensa de los revolucionarios encarcelados en la España republicana. Pero los comunistas, en marzo de 1939, entregaron a estos presos a las fuerzas del General Franco en la creencia de que serían fusilados; “apoyándose así en los enemigos de la República para terminar la siniestra tarea que los mismos agentes del NKVD no habían podido acabar”. 44 Pero, el comité ejecutivo del POUM no terminó en el paredón. Es más, algunos de ellos, como Julián Gorkin, jugaría un papel fundamental para contener la influencia comunista en Hispanoamérica desde la revista Diálogos del Congreso por la Libertad Cultural alentado por la Central de Inteligencia Americana –CIA-.
Otro ejemplo de la labor de Moscú por obtener la homogenización forzosa de la izquierda mundial sucedió entre los efectivos que voluntariamente se alistaron en las Brigadas Internacionales para combatir en España. Un documento del Comité ejecutivo de la Komintern, fechado en otoño de 1937, indica la intención de <<liberar>> a las Brigadas de los elementos potencialmente dudosos –fascistas y trotskistas-. Este documento fue el inicio de una represión durísima de las Brigadas en su base de Albacete a manos del delegado de la Komintern en el Gobierno republicano español, el francés André Marty. De facto, los propios republicanos apodaron a Marty como <<el carnicero de Albacete>>. Muchos de estos asesinatos fueron ocultados poniendo sus nombres en la lista de caídos en combate. Y mientras tanto el camarada Stalin ya preparaba su alianza con el socialista nacional Adolf Hitler. Eso sí, como decían los clásicos <<Roma no paga traidores>> y todos aquellos que tras cumplir a rajatabla todos los mandatos de Moscú, contra la vida de sus propios compañeros de armas, que se exiliaron en la URSS tras la derrota en España terminaron purgados en la <<Madre Rusia>>.45
Por ejemplo, el General conocido como El Campesino estuvo condenado a trabajos forzados en Siberia hasta que huyó a Irán; el Secretario General del PCE, José Díaz, murió en Tiffis en 1942 al caerse desde un cuarto piso: los maestros españoles que viajaron con miles de niños españoles de cinco a doce años hacia la URSS terminaron encarcelados por <<trotskismo>> o directamente asesinados; y los inocentes niños terminaron en las colonias del Gulag donde en 1941 según el comunista Jesús Hernández el 15 por ciento habían muerto antes del éxodo y el 50 por ciento restante padecía tuberculosis. Y de los adolescentes que terminaron en Siberia o en los Urales, los niños terminaron creando bandas de delincuentes, las chicas ejercieron la prostitución y muchos de ellos se suicidaron. De los 5.000 niños de la guerra sólo volvieron a España en 1956 1.500 de los 2.000 de los que se tenía constancia.
Como afirmó el comunista español Jorge Semprún, es en el pacto nazi-soviético de 1939, <<donde se expresa la verdadera naturaleza convergente de los sistemas totalitarios>>.46
4. II Guerra Mundial.
En 1939 Stalin envió un memorándum a los jefes regionales de la NKVD donde les confirmaba que la tortura física era permitida por el Comité Central desde 1937, pues consideraba que era un <<método totalmente correcto y humanitario>>, que servía para desenmascarar a los conspiradores. En esta línea, lo peor del traslado a los campos de concentración no era el hacinamiento, ni los retretes, ni la falta de alimento y de agua; sino que en muchas ocasiones tras el viaje en tren y el campo de tránsito, los zeks, tenían que hacer un viaje en barco para llegar a su campo. En esos trayectos los prisioneros con mejores ropas –bálticos y polacos- se convertían en blanco prioritario para los grupos de presos políticos que mataban a uno para robarles mejor a todos. Pero lo peor era cuando los comunes accedían a la bodega de las mujeres, tras sobornar a los guardias, pues procedían a realizar violaciones masivas. Una superviviente del <<tranvía de Kolima>> llamada Elena Glink, afirmó: “Violaban según la orden del <<conductor>> del tranvía… después a la orden de Konchabazar [<<detened el bazar>>] se paraban con esfuerzo, a regañadientes, dejando su lugar al siguiente hombre, que estaba de pie preparado… a las mujeres muertas las arrastraban por las piernas hacia la puerta, y las amontonaban en el umbral. A las que quedaban los reanimaban tirándoles agua, y la fila comenzaba otra vez. En mayo de 1951, a bordo del Minsk [famoso en todo Kolimá por su <<gran tranvía>>] los cadáveres de las mujeres fueron arrojados por la borda”. 47 Es más, cuando los violadores se quedaban sin mujeres, “se volvieron a las literas en busca de los más jóvenes. Estos adolescentes… yacían boca abajo, sangrando y gritando en el suelo”48 como indicó Janusz Bardach, un prisionero polaco que estuvo en Kolimá. La experta Anne Applebaum subraya que no hay constancia de que nadie fuese castigado por las violaciones masivas a bordo de los barcos. Las violaciones se sucedían mientras <<cientos de hombres>> observaban los hechos sin hacer nada. Por ende, algún preso superviviente escribió: <<Alguien que hubiese visto el infierno de Dante diría que no era nada comparado con lo que ocurrió en este barco>>.
En el portón de entrada a Kolimá había un cartel, con un arco iris, que decía: <<El trabajo en la URSS es una cuestión de honradez, gloria, valor y heroísmo>>. En Kolimá había otros lemas que señalaban: <<Con puño de hierro, llevaremos a la humanidad a la felicidad>> o <<¡Libertad! Mediante el trabajo>>, lema este último realmente próximo al que colgaba en la entrada de Auschwitz: <<El trabajo os hará libres>>. Arbeit macht frei. En el campo de Kolymá el régimen de trabajo, alimentación y castigos eran tan duro que “los presos estaban tan hambrientos que en el manantial de Zaroshi se comieron el cadáver de un caballo que llevaba más de una semana muerto, en pleno mes de julio, y que no sólo apestaba sino que estaba de tal modo cubierto de moscas y de gusanos que parecía que se movía […] se comieron medio tonel de solidol que habían traído para engrasar las carretillas. En Mylga se alimentaban de líquen, como los renos”.49 A ello se le debe sumar que trabajaban a más de cuarenta grados bajo cero tanto como que la Cheka había entregado el mando a los hampones que los saqueaban, pegaban y estrangulaban para mantener la disciplina interna y aliviasen el número de presos del campo sin liberar a ninguno cuando escaseaban los recursos. Este era el cuadro ordinario de la vida en el Gulag donde las epidemias de tifus y los fusilamientos masivos y el escorbuto coronaban la muerte diaria en los campos. Así se distinguieron campos como el de Orotukán, Svistoplias, Annushka, Serpantinka, Zolotísty, la explotación agrícola de Dukcha, las minas de Zolotísty… Las nevadas sepultaban los cadáveres. Así se acabó el segundo plan quinquenal con el que oficialmente se entraba en la era del socialismo. Pero entonces estalló la II Guerra Mundial cuya noticia llegó a los campos cuando el frente se acercaba y la Cheka les recordaba que eran rehenes y que <<¡Si Stalingrado cae, os fusilaremos a todos!>>. La Unión Soviética no iba a permitir quintacolumnistas. La guerra provocó un empeoramiento aún mayor de las condiciones alimenticias de los presos que se materializó en una gran caída de la producción de las grandes empresas soviéticas que operaban en los campos. El archipiélago era el corazón del sistema soviético, la clave de bóveda para consolidar el Estado de los trabajadores en un breve espacio de tiempo. No olvidemos que los campos fueron concebidos para mejorar los índices de producción de la Unión Soviética, aunque realmente nunca fueron viables económicamente porque los guardias eran corruptos, los funcionarios robaban, los presos comunes crearon su propia jerarquía con el beneplácito de la autoridad de los campos -para que introdujesen el sadismo arbitrario contra los presos políticos-, la alimentación era realmente insuficiente para que un hombre pudiese trabajar efectivamente, los presos no estaban cualificados y los medios tecnológicos casi no existían.50
De aquí que, el Gulag tuvo minas de oro, carbón y níquel; construyó carreteras y autopistas; levantó fábricas de armamento, metalurgias, plantas químicas y centrales eléctricas; así como construyó aeropuertos, bloques de apartamentos, sistemas de desagüe, conservas de pescado, tala de bosques, puertos… Pero uno de los mejores ejemplos de la mala planificación del trabajo en el Gulag lo representó el ramal de ferrocarril de la región de Vorkutá hasta la desembocadura del río Ob, en el mar Ártico, donde también se comenzó la construcción de un puerto marítimo en Kamenny. Esta ruta, conocida como <<La ruta de la muerte>>, invirtió el trabajo de unos cien mil prisioneros sobre la tundra ártica poniendo madera en vez de acero en la construcción de la vía férrea. De 1942 a 1953, fecha de la muerte de Stalin, sólo se había podido extender unos 700 kilómetros y el puerto ni había comenzado. Con la muerte de Stalin la obra fue abandonada con la pérdida de diez mil vidas y 40.000 millones de rublos. Eso sí, la propaganda cultural de los campos encubría todos estos asuntos públicamente elaborando la paradoja máxima del Gulag como señaló el disidente soviético Vladimir Bukovski: <<En nuestro campos, se esperaba no solo que uno fuera esclavo sino que cantara y sonriera mientras trabajaba. Ellos no solo querían oprimirnos: deseaban que se lo agradeciésemos. Anne Applebaum afirma que era <<la ideología de la esclavitud estatal>>.
Los presos soviéticos -<<perezosos>>, <<estúpidos>>, <<animales insensibles>>, <<empecinadores>>…- no comprendían bien que <<lo esencial para la humanidad es el trabajo y, necesariamente, el trabajo en el seno de un colectivo!>>. No olvidemos que el sistema de trabajo recaía sobre la dirección del lumpenproletariado –delincuentes comunes- mientras la dirección de la Cheka cubría las pérdidas del campo –propiciadas por sus propios robos- con el rebajamiento de las condiciones mínimas para la supervivencia de los presos –zeks-. Así se aplastó a millones y millones de seres humanos bajo la amoralidad.51 Aunque con el final de la II Guerra Mundial Stalin tuvo cientos de miles de fascistas52* para trabajar en sus campos por lo que pudo permitir una gran amnistía. Pero bajo la perspectiva soviética sólo fueron liberados los presos comunes –ladrones, violadores, pedófilos, estafadores, asesinos, especuladores…-. Los presos políticos –Artículo 58- también eran fascistas. Eso sí no podemos obviar que, la muy deficiente alimentación del Gulag producía la aparición del escorbuto, graves llagas en las piernas, diarreas profusas que los presos cortaban comiendo tres cucharadas de yeso al día y el cuerpo de los que iban a morir de hambre se cubría de bultos de color negro-azulado con una cabeza purulenta que al estallar dejaban salir un hilillo de pus tan espeso que recordaba a un gusano. Algunos de estos seres humanos se pudrían en vida. Como afirmaba Solzhenitsyn, <<todo esto sólo era posible en el Estado socialista del siglo XX>>. A los muertos se les desnudaban completamente para entregarles toda su ropa a los nuevos presos. Cómo es lógico en el Gulag no había féretros para los zeks como sí ocurría en la Rusia zarista hasta con el último vagabundo o siervo del país. La razón era que representaba un gasto improductivo en comparación con las fosas comunes. Y en los campos también se extendió el consumo de anasha –extracto de cáñamo-, la droga más accesible para los presos.
En este contexto, en la Unión Soviética había una mujer encarcelada por cada seis o siete hombres. Su situación era realmente una maldición si además era atractiva pues o elegía un guardia o un enchufado o se veía arrastrada a ser acosada día y noche sino violada en grupo. Las mujeres que daban a luz en el campo perdían el derecho a ver a sus hijos salvo que se lo ganase excepcionalmente por su <<trabajo y disciplina ejemplares>> y además eran trasladadas para que no estuvieran con el padre del niño. Los niños eran enviados a casas infantiles si no tenían familiares que los acogiesen. Cierto es también que aunque las leyes de la URSS perseguían duramente el aborto en los campos estos se practicaban profusamente en sus hospitales. No olvidemos que debido a la distrofia de los padres los niños nacían retrasados. Las mujeres irremisiblemente humilladas en los campos sólo podían afirmar su dignidad mediante la maternidad, aunque sólo por un breve periodo de tiempo. La mayoría de las madres intentaban bautizar a sus hijos, a escondidas cambiaban su pan para que algún artesano aficionado le hiciese una cruz para el bebe, le hacían un traje, y economizaban su azúcar para hacer un diminuto pastel con el que invitar a sus amigas íntimas. Hasta después de la II Guerra Mundial no hubo campos distintos para las mujeres. Entonces el sistema penitenciario soviético se tuvo que enfrentar al desarrollo de la homosexualidad y a los asaltos de los presos comunes a las zonas femeninas para violaciones masivas.
En los campos el hampa desarrolló su propia jerarquía, sus normas y su conciencia de clase. Así los vori y zakone, <<ladrones en ley>>, la élite del crimen organizado, los urki, blatnoi, eran los delincuentes profesionales y reinaban sobre los presos comunes y los ladrones de poca monta como los carteristas. Los <<ladrones en ley>> se originaron en los bajos fondos de la Rusia zarista donde las hermandades clandestinas de mendigos y ladrones controlaban los delitos menores; pero se extendieron realmente desde el comienzo del Régimen Soviético por los cientos de miles de huérfanos que provocó con la Revolución, la Guerra civil y la colectivización forzosa; que terminaron conformándose en una clase diferente, que tenía prohibida cualquier relación con el Estado soviético, dentro de los campos de concentración que comenzaron a crecer a escala masiva desde los años veinte. Eso sí, esa norma de no colaborar con el Estado Soviético no impidió que los <<ladrones en ley>> controlasen, intimidasen y asesinasen a los demás presos, especialmente a los políticos, con el beneplácito de las autoridades de los campos. Según Shalámov tras la tercera generación de delincuentes de los campos se instauró un sistema de normas donde la mujer se concibió como un ser inferior creado para satisfacerlos, las prostitutas podían ser vendidas, intercambiadas o heredadas cuando su dueño era asesinado o deportado. En esta línea también se insertó a los homosexuales. El sexo en los campos, voluntario o no, era parte de la rutina diaria. Y también lo era que, en el Gulag los moribundos fuesen llamados dojodiagi, del verbo ruso dojodi –alcanzar o llegar-, por lo que Jacques Rossi, en su obra The Gulag Handkook, indica que era una expresión sarcástica con la cual los presos señalaban que por fin habían <<alcanzado el socialismo>>. Los moribundos eran aquellos que estaban a punto de morir por hambre, escorbuto, pelagra, diarreas, disentería, tifus… Recuerde que la desnutrición provoca la pérdida de la dentadura, ampollas en la piel, pérdida de visión en la oscuridad, problemas estomacales, mareo, hinchazón desmesurada de las piernas, delirios… que convertía a un ser humano en la encarnación más horrible de la retórica deshumanizada utilizada por el Estado soviético.53
Durante la II Guerra Mundial la tasa de mortalidad en los campos alcanzó sus cifras más altas. En total murieron más de dos millones de presos; sin contar las muertes de los destierros o los 10.000 ejecutados por traición y sabotaje en los campos. Empero, cuando el III Reich llegó a cincuenta kilómetros de Moscú54* las autoridades soviéticas no olvidaron trasladar a todos sus presos al interior del país. Y cuando no podía trasladarlos no dudaron en enterrarlos en fosas comunes como hicieron el 25 de junio de 1940 cuando la NKVD asesinó a 400.000 presos en Lvov. En total la retirada soviética provocó que la NKVD asesinase a 10.000 personas en ciudades polacas y bálticas como Vilnius, Crochobycz o Pinsk; evacuase a 750.000 prisioneros de 27 campos y 210 colonias de trabajo y trasladase a 140.000 presidiarios. Es decir, 890.000 traslados. A la par, el Régimen stalinista envió a 108.000 polacos al Gulag y a otros 320.000 al destierro en el extremo norte de Rusia y a Kazajstán; 90.000 prisioneros y 160.000 deportados bálticos; la reclusión de 36.000 moldavos… Como ejemplo debemos recordar que la población de Estonia se redujo un 25%. De ahí que Stalin viese en estos grupos nacionales minoritarios, y a otros como fineses, alemanes del Volga, chechenos, tártaros de Crimea…, como una potencial <<quinta columna>>. En verdad, Stalin aprovechó “la guerra como una tapadera, una excusa para llevar a cabo operaciones de limpieza étnica largamente planeadas”.55 En este contexto, se produjo la deportación de 1.200.000 alemanes soviéticos; 390.000 chechenos, 180.000 tártaros de Crimea, 90.000 calmucos, 90.000 ingushos, 70.000 karachevos, 40.000 balcaros, 9.000 finlandeses… Con lo que Stalin realizó un verdadero <<genocidio cultural>> de pueblos enteros. En la Gran enciclopedia Soviética estas naciones fueron borradas de sus mapas, los hijos de estas nacionalidades fueron obligados a ingresar en escuelas soviéticas de lengua y cultura rusa, se les obligó a abandonar su religión… para evitar que en el futuro desarrollasen estructuras contrarias a la Unión Soviética. Con la invasión soviética de Polonia, acordada entre Hitler y Stalin, la NKVD asesinó a más de 20.000 oficiales polacos de un tiro en la nuca por orden directa de Stalin; como también lo ordenó con sacerdotes, maestros, políticos e intelectuales, para eliminar toda la élite polaca. La intención de esclavizar a las masas polacas fue denunciada por el Ejército nacional-socialista cuando en la primavera de 1943 descubrieron más de 4.000 cadáveres en los bosques de Katín.
Según los estudios de Anne Applebaum el número total de personas que fueron obligadas a trabajar como esclavos en el sistema penitenciario ruso llegó a 28.700.000 trabajadores forzados en la Unión Soviética; y según los autores franceses de El libro negro del comunismo se produjeron 20 millones de muertos; y Alexandr Solzhenitsyn nos dibuja un exterminio de millones de seres humanos fría y meditadamente estudiado por los Órganos del Partido Comunista Soviético. Por ello llegó a afirmar que “si los intelectuales de Chéjov […] les hubieran dicho que al cabo de cuarenta años iba a haber en Rusia interrogatorios con tortura, que se oprimiría el cráneo con un aro de hierro, que se sumergiría a un hombre en un baño de ácidos, que se le martirizaría, desnudo y atado, con hormigas y chinches, que se le metería por el conducto anal una baqueta de fusil recalentada con un infiernillo (<<el herrado secreto>>), que se le aplastarían lentamente con la bota los genitales, o que como variante más suave, se le atormentaría con una semana de insomnio y sed y se le apalizaría hasta dejarlo en carne viva, ninguna obra de teatro de Chéjov tendría final: todos los personajes habrían ido a parar antes al manicomio”. 56 Es decir, ni Chéjov ni ningún miembro del Partido Obrero Socialdemócrata ruso habría podido creer que en pleno siglo XX una sociedad desarrollada sobre los principios del socialismo podría degenerarse en un Régimen de Terror que haría palidecer a la represión del Régimen zarista. Y ello porque en el sistema judicial soviético los Órganos jamás cometían errores; y el tiempo destinado a la instrucción, en vez de dedicarse a esclarecer el delito, se utilizaba para cansar, extenuar y agotar a los acusados hasta que deseasen su propia muerte antes que seguir con el proceso. Esto llevó a miles y miles de inocentes a firmar las confesiones que se les dictaron para que cuadrasen los falsos procesos ordenados desde el Kremlin. No olvidemos que las torturas, el trabajo esclavo y el exterminio masivo provocado por la Unión Soviética eran parte de <<los dolores del parto de la historia>>. De facto, la tortura estuvo justificada oficialmente desde 1917, el inicio de la Revolución, y fue desarrollada con la experiencia carcelaria de la que salieron rigurosas tesis doctorales sobre el tema. Así la Unión Soviética, <<la Patria de los Trabajadores>>, se convirtió en el primer Régimen de la historia en someter a millones de seres humanos a una tortura planificada.
El sistema jurídico soviético se asentaba sobre la tortura para quebrar la voluntad del detenido mediante el insomnio forzoso, los insultos, la humillación, la intimidación, la mentira, la luz continua en las celdas, colocándote de rodillas o de pie de doce a cuarenta y ocho horas, sin dar agua hasta que los espasmos de la glotis te rajan la garganta, el aplastamiento de las uñas, las palizas diarias, las patadas o los pisotones continuos en los órganos sexuales, las lavativas saladas en la garganta, el frotado de la espalda con un rallador para después verter aguarrás sobre ella… delante de los instructores judiciales para que la instrucción sumarial terminase tal y como se había pensado. Es decir, debías firmar y denunciar a todos los <<criminales>> que puedas aunque fuesen inocentes. La Unión Soviética necesitaba crear un estado depresivo generalizado en el pueblo –nunca tendrás libertad, nuca tendrás propiedades, nunca tendrás conciencia ni espíritu propio para poder asentar la dictadura del proletariado. En este Régimen que traería el cielo a la tierra <<¡Sólo triunfará aquel que haya renunciado a todo!>>. Llegados a este punto debemos recordar que, en la época zarista los revolucionarios nunca se tuvieron que enfrentar a una instrucción ni parecida, con cincuenta y dos procedimientos distintos, como la desarrollada por los bolcheviques. En la instrucción zarista no había torturas, los hijos de los detenidos podían seguir sirviendo en el Ejército, las familias no eran arruinadas, no se confiscaban las haciendas…, es más, ante la realidad del Régimen carcelario soviético S.P. Melgunov recordaba “<<aquella era una prisión zarista, una cárcel de bendita memoria que los presos políticos acaso recuerden ahora con alegría>>”.57 De hecho, en 1950 el Coronel del MGB Fomá Fomich Zhelézov afirmó el principio fundamental del sistema jurídico soviético: <<No vamos a perder el tiempo en demostrar su culpabilidad (de un acusado). Que sea él quien nos demuestre a nosotros que no tenía intenciones hostiles>>. Es decir, los órganos simplificaron y aceleraron la instrucción judicial eliminando el engorro de buscar pruebas y dejando que el preso, tembloroso, sin derecho a escribir a nadie, a llevar nada consigo, privado de sueño, papel, lápiz o comida y sentado en un taburete en el rincón de un despacho; fuese quien debía buscar y exponer las pruebas ante el juez instructor.
Pero con todo ello, el fanatismo político fue conservado por muchos presos comunistas que consideraban, aún detenidos, que las detenciones masivas de personas inocentes eran un mal irremediable que debía sufrir para alcanzar la <<gran meta>>. Aunque muchos de estos creyentes se consolaban en prisión pensando que su detención era motivada por algún complot de algún elemento traidor infiltrado en la policía comunista. En esta línea Margarete Buber-Neuman afirmó que “también estos creyentes pudieron comprobar que el Estado comunista tenía muy poca semejanza con el paraíso”.58 Amén de que muchos de los extranjeros que fueron a vivir a Rusia como miembros de la Internacional Comunista como Novaia Moskovskaia “no necesitó mucho para darse cuenta con sorpresa de la formidable mentira de la vida rusa. Reinaba la dictadura y la esclavitud donde se decía democracia y libertad, miseria y menosprecio de seres que según el slogan stalinista <<estaban cuidados como flores>>”. 59 Y su pecado fue no haber aprendido a guardar o fingir su opinión en la Patria de los Trabajadores. De hecho, la NKVD siempre buscaba una acusación para cada detenido, por muy inocente que fuera, para poder justificar su arresto. A los <<criminales políticos>> se las colocaba los cargos de <<agitación revolucionaria>>, <<preparativos de revuelta armada>>, <<preparativos de terror>> o <<espionaje>>. Un día la señora Buber-Neuman llegó a escuchar la grotesca acusación de <<espionaje en provecho de un país cualquiera>>.60
El transporte que la llevó a Siberia duró semanas y sólo hizo alto en dos prisiones. De una lata mohosa debían beber las dieciséis mujeres que iban con Margarete. Su alimento eran seiscientos gramos de un pan negro al día, un pez seco y excesivamente salado del tamaño de un arenque y a veces tres té al día. La autora nos explicó que las personas eran clasificadas en los campos por un médico que les palpaba las tibias antes de designarlas de primera, segunda o tercera categoría para un trabajo duro, mediano o fácil. Pero con el pacto de amistad entre Hitler y Stalin los comunistas alemanes fueron sacados del Gulag para enviarlos en tren hacia Brest-Litvosk para ser entregados a las SS. Eso sí, Margarete nos cuenta en su obra que fueron conducidas a una prisión donde les animaron constantemente a comer durante semanas para que cogiesen mejor aspecto –y le facilitaron mejores ropas-. Posteriormente, cuando las SS se hicieron cargo de los veintiocho hombres y dos mujeres del tren en el que fue trasladada, estuvieron internados en la prisión de Lublín; con unos cuatrocientos gramos de pan y una sopa de cebada diaria, y con camas, colchones, sábanas, servicios, agua corriente y una ventana. “Solamente un detenido recién llegado de Rusia puede apreciar esta comodidad en su justo valor”.61 Es más, en las prisiones nacional-socialistas los presos podían recibir dinero, cartas, paquetes y hasta visitas familiares. Llegados a este punto Margarete hace hincapié en que mientras la NKVD detenía a miles y miles de inocentes a los que luego acusaba de terrorismo, espionaje o contrarrevolucionarios para enviarlos como esclavos a Siberia; la Gestapo llenaba sus campos con verdaderos oponentes políticos de todos los países ocupados, y de la propia Alemania, así como de los <<violadores de la raza>> -judíos, investigadores de la Biblia –Testigos de Jehova- y gitanos-. Es más, la señora Buber-Neuman subraya que la Gestapo trataba de reunir las pruebas necesarias para cursar una <<orden de traslado a lugar seguro>> y no fabricaban acusaciones sin pruebas.
El campo de Ravensbruck tenía un zoo y una gran superficie de césped con abetos delante de un edificio de piedra –el pabellón de calabozos- para dulcificar el Terror. Margarete Buber-Neuman pensó que en Siberia aquello no era necesario. Entonces vio por primera vez a las presas desfilando alineadamente con un pañuelo blanco en la cabeza, un traje a rayas, un delantal oscuro, descalzas y con palas al hombro. El campo era una institución burocrática auténticamente prusiana. Allí la señora Buber-Neuman se sorprendió cuando le dieron una fuente, un plato, un vaso, un cuchillo, un tenedor, una toalla para la ducha con agua caliente y un trapo para limpiar los zapatos aunque fuesen descalzas. Era el reglamento. La sorpresa fue aún mayor cuando llegó a un comedor totalmente en silencio y recibió una papilla dulce con frutas fritas, unos veinticinco gramos de margarina, una gran ración de plan blanco, un trozo de salchicha y una cucharada de manteca de cerdo; es más, Margarete escribió que le llegó a preguntar a una veterana si iba a venir algún inspector al campo porque le parecía excesiva tanta alimentación. En 1940 los barracones del campo, ideados para 100 personas, tenían doscientas y en los años sucesivos comenzaron a albergar a quinientas prisioneras, vigiladas por una responsable del bloque que tenía una habitación individual. Aun así, el barracón con aseos, camas, colchones, mesas y sillas le pareció un palacio en comparación con lo que había dejado en el Gulag.
En 1940 en el campo de Ravensbruck la productividad del trabajo no tenía papel alguno, en 1941 las prisioneras comenzaron a servir como agricultoras en las haciendas vecinas y en los trabajos de carretera y jardinería. Poco a poco, los campos nacional-socialistas comenzarían a convertirse en un factor importante para la industria alemana. Pero en 1940 el trabajo era de ocho horas con un descanso de dos horas al mediodía; y las prisioneras podían comprar bollos, mermeladas, melaza, pasta de pescado y artículos de tocador en la cantina da las SS con el dinero que recibían de sus casas. Podían escribir y recibir una carta al mes. Es más, las presas recibían una comida especial los domingos –gulasch, patatas cocidas sin pelar y lombarda- y dedicaban el día a pasear por el campo. A veces incluso les ponían música por los altavoces que recorrían todo el campo. Eso sí, las violaciones del reglamento eran castigadas a palos después de atar a la prisionera en un potro; el castigo pronto fue aplicado por las delincuentes comunes del campo. La señora Buber-Neuman recuerda que una presa evadida fue entregada a las presas comunes, que estuvieron sin comer como castigo general por esa huida, para que le aplicasen un correctivo. La evadida murió de la paliza. Y en la primavera de 1942 llegó la orden de comenzar el exterminio humano en las cámaras de gas; entre 1940 y 1941 en el campo de concentración de Ravensbrück sólo hubo cuarenta y siete muertes. Los jefes de bloque fueron los que redactaron las listas de prisioneras con defectos físicos, problemas mentales e incapacidades para el trabajo; luego en la enfermería se seleccionaba a las que debían morir. Margarete señala en su obra que en 1942 escucharon por primera vez el nombre de Auschwitz cuando comenzaron a trasladar hacia ese campo a enfermas y madres judías con sus hijos desde Francia, Holanda, Bélgica y Turquía. Entonces todavía no sabían el motivo real. En 1942 también llegó a Ravensbrück el eminente catedrático de cirugía de la universidad de Berlín, médico jefe de la clínica ortopédica Hohenlychen y luego presidente de la Cruz Roja alemana, doctor Gebhardt, para comenzar sus experimentos de trasplantes de huesos y músculos con las prisioneras seleccionadas. Muchas de ellas polacas que abrazaron la esperanza de que estas significaran un indulto, o al menos que no fuesen fusiladas. La mayoría murió de septicemia.
Hasta 1943 las prisioneras de Ravensbrück recibían diariamente quinientas gramos de pan, de medio a tres cuartos de litro de sopa y cinco o seis patatas a mediodía y por la noche, durante un tiempo también recibirían una sopa por las mañanas y los sábados y domingos añadían veinte gramos de margarina y pequeños trozos de queso; y los domingos treinta y cinco gramos de embutido de hígado –de carne o sangre-. Esta alimentación fue mermando según avanzaba la contienda y los géneros que las presas podían comprar en la cantina de las SS fueron bajando de calidad. A partir de 1943 la alimentación, la disciplina y la limpieza extrema de los campos fue mermando a la par que los prisioneros cada vez eran más utilizados para sostener la industria de guerra. Por otro lado, la señora Buber-Neuman indica que con la llegada masiva de prisioneras rusas al campo comenzaron los asaltos organizados a las cuadrillas que repartían el pan así como a las mujeres que llevaban los cubos metálicos con la comida hasta los barracones; y poco más adelante, los alimentos se convirtieron en la moneda de cambio más cotizada en el campo y las que recibían paquetes de sus casas pronto se convirtieron en las mejor vestidas, la mejor vistas por los jefes de bloque, las que tenían sirvienta y las que podían realizar prósperos negocios. Pero las más beneficiadas eran las SS que robaban vagones de paquetes que la Cruz Roja internacional enviaba a los presos. Con ello, las Investigadoras de la Biblia recibieron una nueva <<tarea de confianza>>; clasificar y almacenar los paquetes de alimentos robados en los sótanos de las SS. Las Investigadoras de la Biblia o <<testigos de Jehová>> eran las más solicitadas por las SS para limpiar sus casas, cuidar sus hijos, atender sus jardines y animales o servir a los altos mandos, por su laboriosidad, honradez absoluta y obediencia estricta. Eran tan consideradas que se les daba un salvoconducto para que pudiesen salir libremente del campo. Es más ninguna investigadora se fugó jamás del campo.
En el campo de Ravensbrück la empresa Siemens tendría unas barracas de producción donde trabajarían las prisioneras que habían superado la prueba de habilidad e inteligencia de la selección. El trabajo estaba organizado del mismo modo que en las fábricas normales –bobinar, montar, ajustar, comprobar y embalar-. Las autoridades del campo cobraban todos los jornales y las presas recibían unos vales que podían cambiar en la cantina; aunque en los últimos años sólo se vendía unas empanadas de pescado no muy apreciadas. Además, los presos salían del campo para ir a las fábricas de municiones, para la construcción de aeródromos… En Dachau Margarete conoció la sastrería I con más de cuatrocientas mujeres en sus máquinas de coser eléctricas, y con todo tipo de máquinas especiales, para confeccionar los uniformes de las SS. Y a medida que el frente ruso se acercaba los alemanes evacuaron el campo de Auschwitz, y miles de mujeres destrozadas por el hambre y la sed, fueron reinternadas en otros campos. Así las prisioneras de Ravensrück comprendieron que las que venían de ese campo habían soportado unas condiciones de vida tan infrahumanas que se forjaban sobre una sola idea fija: ¡sobrevive cueste lo que cueste! Mucho más, con la construcción de un segundo horno crematorio en Ravensbrück en 1944; y en 1945 nadie dudaba de que las judías y las gitanas que fueron transportadas a Mauthausen iban a la cámara de gas.
Y en este contexto, tenemos otro impresionante testimonio en la obra de Viktor Frankl, quien por entonces era un brillante médico que acababa de ser nombrado director de la sección de Neurología del Hospital de Rothschild de Viena para pacientes judíos; y que destacó en las disputas con Freud y Adler. Las autoridades de la psicología en esos momentos. Frankl consiguió un visado para emigrar a Estados Unidos pero los desestimó porque sus padres no lo obtuvieron. Por ello el doctor Frankl, sus padres y su mujer embarazada62 fueron enviados a Auschwitz donde sería separado de su mujer y su madre después de haber visto morir a su padre de ochenta años totalmente desnutrido. De hecho, en Auschwitz tuvo que superar muchas veces la idea del suicidio ante la extenuación diaria, los piojos, los edemas, las enfermedades, las congelaciones… que convertían a los presos en <<pellejos de hombres>>. Sólo pudo resistir taquigrafiando en diminutos trozos de papel el libro sobre su trabajo psiquiátrico que las SS le habían confiscado. El trabajo de toda su vida; y la razón por la que quiso seguir viviendo hasta que fue liberado el veintisiete de abril de 1945. La lección existencial que aprendió el doctor Frankl en Auschwitz fue: el valor madurativo del sufrimiento aceptado. Es decir, que no era el sufrimiento en sí mismo el que hace madurar al hombre, era el hombre el que da sentido al sufrimiento.
Viktor Frankl pasó la mayor parte de su internamiento tendiendo traviesas de ferrocarril por lo que recibía de la empresa constructora unos cincuenta cupones que podía canjear: un cupón eran seis cigarrillos o seis raciones de sopa -un verdadero alivio para el hambre-. El doctor Frankl llegó a Auschwitz en un tren con mil quinientas personas, cada vagón llevaba 80 personas tumbadas sobre su equipaje. Esos equipajes terminarían en los almacenes de las SS que rebosaban de oro, plata, platino y diamantes que incautaban los reclusos de la brigada de recepción. El señor Frankl nos recuerda que nada más llegar todos desfilaban ante un oficial de alta graduación de las SS que movía el dedo índice de su mano derecha hacia un lado o hacia el otro delante de cada preso. Los que vieron como el dedo señalaba la izquierda no tardaron en recibir una pastilla de jabón para las “duchas”. En una superficie de dos por dos metros y medio dormían nueve hombres, de costado, con dos mantas. Este era uno de los tres pisos que tenían las literas de Auschwitz. Viktor Frankl nos declara que lo más importante en un campo alemán era tener una buena presencia –estar bien afeitado mantenerse erguido y caminar con soltura- y aparentar una gran capacidad de trabajo. De esta forma la cámara de gas era reservada para los enfermos y los no productivos. Recibía trescientos gramos de pan y un litro de sopa aguada al día junto a veinte gramos de margarina, una rodaja de salchicha o un trozo de queso o una cucharada de mermelada o miel. Pero para el trabajo de los campos era insuficiente por lo que el organismo de los presos consumía todas las capas de grasa subcutánea hasta presentar la apariencia de un esqueleto con pellejo. La desnutrición era la razón que explicaba para el señor Frankl la ausencia de deseo sexual. La perversión sexual era mínima en los campos. Los prisioneros alemanes pasaban el tiempo de descanso hablando de política y religión, libremente y con pasión.
En los campos alemanes se desarrolló una profunda vida espiritual entre muchos presos para soportar sus sufrimientos. “Sólo así se explica la aparente paradoja de que, a menudo, los menos fornidos parecían soportar mejor la vida en el campo que los de constitución más robusta”. 63 Para Viktor Frankl “el talante con el que un hombre acepta su ineludible destino y todo el sufrimiento que le acompaña, la forma en que carga con su cruz, le ofrece una singular oportunidad –incluso bajo las circunstancias más adversas- para dotar a su vida de un sentido más profundo. Aún en esas situaciones se le permite conservar su valor, su dignidad, su generosidad. En cambio, si se zambulle en la amarga lucha por la supervivencia, es capaz de olvidar su humana dignidad y se comportaba poco más allá a como lo haría un animal. En esa decisión personal reside la posibilidad de atesorar o despreciar la dignidad moral que cualquier situación difícil ofrece al hombre para su enriquecimiento interior. Y ello determina si es o no merecedora de sus sufrimientos”.64 Cómo es lógico, muy pocos prisioneros consiguieron superar los atroces sufrimientos diarios del campo hasta llegar a su madurez interior. La clave era ocupar los pensamientos con metas y recuerdos que apaciguasen la realidad y le permitiese conquistar la verdadera grandeza humana de crecer espiritualmente más allá de sí mismo.
En la década de 1950 el Gulag era una pieza clave en la economía soviética. “Producían un tercio del oro del país. Una parte del carbón y la madera, y una gran porción de casi todos los demás productos. En el curso de la existencia de la Unión Soviética surgieron lo menos 476 complejos de campos […] Los prisioneros trabajaban en casi todas las industrias imaginables (explotación forestal, minería, construcción, manufactura, agricultura, aeronáutica y armamento)…65
“Una vez Sartre escribió que no era nuestro deber escribir sobre los campos de trabajo soviéticos; que éramos libres de permanecer alejados de las disputas sobre el carácter del sistema, siempre que no ocurriera ningún episodio de importancia sociológica. En otra ocasión, le dijo a Camus que, al igual que él, consideraba que los campos eran intolerables, pero igualmente intolerable era el uso que de ellos hacia la prensa burguesa”.66 Es más, pocos miembros de la izquierda literaria y política han mencionado el tema de los campos aunque todavía hoy hay académicos que escriben un libro afirmando que las purgas de los años veinte permitieron la movilidad social que desarrollaría la Perestroika o que un editor británico rechazase un artículo por ser <<demasiado antisoviético>>. De facto, “mientras que el símbolo de un asesinato masivo nos llena de horror, el símbolo de otro asesinato masivo nos hace sonreír”67 . Ninguna cámara filmó nunca los campos soviéticos como hicieron los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Pero también es cierto que una parte de la izquierda occidental intentó explicar y disculpar los campos y el Terror que la Unión Soviética aplicó a millones de seres humanos. En este contexto, intelectuales como los socialistas británicos Sidney y Beatrice Webb publicaron un texto donde afirmaban que <<el campesino ruso que estaba siendo oprimido, en realidad, estaba adquiriendo gradualmente un sentido de libertad política>>.68*
Stalin dijo en una reunión del Partido, en diciembre de 1952, que <<todo judío es un nacionalista, agente del espionaje estadounidense>>. Casualmente, en enero de 1953, el periódico del Partido Comunista –Pravda- desveló la existencia del complot de los médicos: <<Un grupo terrorista de médicos>> había determinado acabar con la vida de activas figuras públicas en la Unión Soviética a través de <<un tratamiento médico saboteador>>. Realmente habían sido sentenciados porque Stalin les señaló por el delito de promover el <<cosmopolitismo>>.69 La paranoia y el miedo propio de la sociedad soviética provocaron que los intelectuales judíos firmasen aterrorizados una petición de condena para los médicos. A pesar de ello, cientos de médicos judíos terminaron arrestados y la Unión Soviética se agitó con una oleada antisemita, para enviar a decenas de miles de ellos al Gulag. Y cuando Stalin murió, todo se olvidó.70* A diferencia de lo ocurrido en la Alemania occidental tras la II Guerra Mundial, donde se procesaron a 85.000 nacional-socialistas de los que se condenaron a 7.000 de ellos; y medio siglo después continúan los debates públicos sobre las compensaciones a las víctimas o la construcción de monumentos conmemorativos. En Rusia, medio siglo después de la muerte de Stalin, no hay juicios ni debates sobre los crímenes en la Unión Soviética. El predominio de los antiguos comunistas en la vida política de todas las antiguas repúblicas soviéticas, así como que el presidente Putin sea un antiguo oficial del KGB, ha impedido el reconocimiento y el arrepentimiento público de los horrores del comunismo. Recordemos que el Partido Socialista húngaro, que era el Partido Comunista, luchó implacablemente para evitar la apertura del museo de las víctimas del Terror.
De hecho, todos los Regímenes comunistas –China, Corea, Vietnam, Cuba71**, Etiopía, Angola o Afganistán- a fin de asentare en el poder, convirtieron el crimen en masa en un verdadero sistema de Gobierno. Y aun así, el comunismo todavía no ha sido sometido a una evaluación histórica y moral por sus crímenes contra la cultura y la humanidad; pues además de destruir iglesias, edificios históricos o tesoros inestimables por todo el planeta provocó 65 millones de muertos en China, 20 millones en la URSS, 2 millones en Corea del Norte, 2 millones en Camboya, 1´7 millones en África, 1´5 millones en Afganistán, 1 millón en Vietnam, 1 millón en Europa del este, 150.000 muertos en Hispanoamérica y decenas de millares de muertos por el movimiento comunista internacional y los Partidos Comunistas no situados en el poder. En total unos cien millones de muertos.72*** Es decir, los Regímenes comunistas asesinaron a decenas de millones de inocentes para poder practicar una política de hegemonía ideológica –fundamento lógico y necesario del sistema-; a no ser que se reconozca como un crimen ser obrero, kulak, burgués, noble, ucraniano, polaco, checheno… No olvidemos que Lenin desarrolló su Régimen bajo la <<guerra de clases>> y no dudó en aplicar a toda la oposición el tratamiento que la Revolución francesa dio a los contrarrevolucionarios de la Vendeé; y que Gracchus Babeuf, <<el inventor>> del comunismo moderno, denominó desde 1795 de <<populicidio>>. En términos relativos la Camboya de Polt Pot se llevó la <<palma>> asesinando, por el hambre generalizada, la tortura y los asesinatos masivos, a casi una cuarta parte de la población de su país; aunque ni Pol Polt puede compararse con el Terror reflexionado, lógico y político experimentando por el Régimen soviético. Por ejemplo, la hambruna que la URSS provocó en Ucrania entre 1932 y 1933 para doblegar la resistencia de sus gentes contra la colectivización forzosa dio como resultado la muerte de seis millones de personas, en unos meses. Es más, el <<arma del hambre>> permitió al comunismo asesinar a centenares de millones de personas en todo el mundo desde 1918.
Por tanto, los dirigentes soviéticos fueron responsables también de cometer crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad73 tal y como juzgaron al Régimen nacional-socialista en Nüremberg; no olvidemos el Golpe de estado de 1917, la Guerra civil española, el reparto de Polonia, la anexión de los Países Bálticos, la de Besarabia y Bukovina del norte, la Guerra de Finlandia, la invasión de Corea del Norte de Corea del Sur, la subversión internacional dirigida desde Moscú, el Golpe de estado comunista en Afganistán, el asesinato de la casi totalidad de los oficiales polacos capturados en 1939 –una parte de los 45.000 muertos de Katyn-, la muerte de centenares de miles de soldados alemanes capturados en el Gulag, violaciones en masa del Ejército Rojo en la Alemania ocupada, el saqueo sistemático de todo útil industrial localizado en los países ocupados, de fusilar y deportar a los resistentes que lucharon contra los nazis –también podían hacerlo contra la URSS-…
Mientras tanto, los iluminados que aplaudían los crímenes de la URSS, y lo hacían porque así fue como la fe religiosa fue sustituida por una voluntad de creer que sirvió a millones de personas para sentirse moralmente superiores a los que dudaban; porque la mentira más duradera y peligrosa que jamás se ha creado en el mundo, les ofrecía el camino para <<traer el cielo a la tierra>>. Es más, Alain Besançon nos explicó: “la función de la ideología, en tal caso, consistiría en impedir que llegue a la conciencia no la realidad exterior, sino la interior”. 74 Por ello, cuando los intelectuales mintieron sobre el Gulag y la República Socialista Soviética, “no fue porque desconocieran, sino porque secretamente compartían, la ferocidad de sus verdugos; y porque profesionalmente les interesaba. Por eso mintieron casi todos y casi hasta el final. Por eso siguen mintiendo muchos todavía hoy: porque el comunismo sigue siendo un buen negocio. El de Lenin ha decaído, el de Münzenberg es más sólido que nunca. La superioridad moral de la izquierda se traduce en superioridad laboral… La fuerza del comunista no es de la misma naturaleza que la del mártir cristiano… del mismo modo que unos disfrutan en el Bien, otros lo hacen en el Mal. El comunismo, inequívocamente… es una religión satánica…
La locura planificadora del Régimen soviético llevó a una lógica genocida que asemeja el <<Totalitarismo de clase>> al <<Totalitarismo de raza>> nacional-socialista. Esto es aplicable a Mao, Pol Polt, Ho Chi Ming, Castro o cualquier otro dictador del socialismo internacional. Es decir, la dimensión criminal del comunismo se ocultó gracias a la propaganda impresionante que el Régimen desarrolló con el concurso de grandes intelectuales de todo el mundo. Posteriormente, la lucha contra el fascismo –socialismo de corte nacional- le permitió a la Internacional Comunista encubrir la toma del poder de los países que habían ocupado durante la II Guerra Mundial. Así, triunfó “de manera definitiva la noción de antifascismo como criterio de la verdad para la izquierda”75 que tan buenos resultados le dio para acallar a los recalcitrantes. Hasta el 24 de febrero de 1956 que Kruschov denunció los crímenes de Stalin en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética los fieles al régimen no admitieron el germen criminal de la Revolución rusa. Muchos creyentes ya no pudieron ocultar el Terror de la <<Gran luz del Este>>. No olvidemos que hasta entonces fueron pocos los quienes se atrevieron a denunciar esta realidad –generalmente anarquistas, trotskistas, antiguos miembros de la Internacional Comunista o presos soviéticos como Solzhenitsyn, Varlam Shalamov, Pin Yathay o Margarete Buber-Neuman-. Hasta entonces, aunque parezca mentira, la propaganda de la Komintern pudo mantener ciega y sorda a la opinión pública internacional ante el Terror masivo y sistemático sobre el que se mantenía la Unión Soviética en particular y el socialismo internacional en general. <<Y no se arrepentirán de sus asesinatos>>. Apocalipsis 9:21.
“¡Oh, pensadores occidentales <<de izquierdas>>, amantes de la libertad! ¡Oh, laboristas de izquierdas! ¿Oh, estudiantes progresistas norteamericanos, alemanes y franceses! Para vosotros, este libro mío no vale nada. Sólo lo comprenderéis todo inmediatamente el día en que, <<¡Las manos a la espalda!>>, vengáis v o s o t r o s a nuestro Archipiélago”.76
Conclusiones.
A lo largo de este artículo habrán podido ustedes comprobar, que el confinamiento del periodo zarista fue benigno para todos los presos, amén de concederles unos recursos económicos, unos conocimientos artesanales e intelectuales y unas condiciones de vida, que les preparaban para valerse por sí mismos en su reinserción a la sociedad. Por ende, el Gulag soviético no puede comparársele en Humanidad como lo atestiguan los millones de seres humanos que fueron asesinados de hambre, frío, palizas, violaciones masivas, epidemias de disentería, tifus, escorbuto, tuberculosis o peste, canibalismo…, durante la época soviética, para intentar ocultar la necedad de los principios económicos del socialismo, eliminar a pueblos enteros para su educación social, atomizar a sus ciudadanos con el fin de desarticular la más mínima oposición política… pues en la línea de Rousseau o Marx, la venida del <<Hombre nuevo>> perdonaría los mares de sangre que la Revolución siempre exige. En esta línea, la propaganda de la izquierda internacional ha llegado a tal nivel de manipulación y falsificación de la cultura y la historia que cambió el lema de la Declaración del Hombre y del Ciudadano de <<Libertad, Igualdad y Propiedad>>, para poder provocar más de cien millones de asesinatos en el siglo XX. Como dijo Bertolt Brecht: <<Cuanto más inocentes son, más merecen morir>>. Incluso una comunista de la talla de Margarete Buber-Neuman nos legó una obra donde reseñó que el Terror nacional-socialista estaba muy lejos del nivel de sus homólogos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Bibliografía.
Applebaum, Anne. Gulag. Barcelona, De bolsillo, 2005.
Buber-neuman, Margarete. Prisionera de Hitler y Stalin. Barcelona, Plaza y Janés, 1964.
Frankl, Victor. El hombre en busca de sentido. Barcelona, Herder, 2004.
Jiménez Losantos, Federico. Memoria del comunismo. Madrid, Esfera, 2018.
Marx, Karl. La Sagrada Familia. Buenos Aires, Claridad, 1971.
Medvedev, Roy, A. que juzgue la historia. Barcelona, Destino, 1971.
Solzhenitsyn, Alexandr. Archipiélago Gulag, I,II y III. Barcelona, Tusquet, 2010.