Niurma Pérez Zerpas (CV)
niurmaps@ult.edu.cu
Universidad de Las Tunas
RESUMEN
Los estudios sobre la cultura local adquieren hoy gran significación en tanto permiten preservar una parte importante de la memoria cultural regional. El presente trabajo tiene como objetivo revelar cómo, a inicios de siglo XX, Victoria de las Tunas recuperó el Ayuntamiento y por tanto la condición de municipio que había perdido al finalizar la Guerra del 95. Al quedar la ciudad totalmente destruida, en el período de ocupación norteamericana se convirtió en un barrio de Puerto Padre. En el artículo se describen todas las gestiones que realizaron los tuneros y el apoyo que recibieron de personas de otras regiones del país hasta lograr la definitiva recuperación de su Ayuntamiento. Este hecho se convierte en uno de los más trascendentales en la historia de la localidad pues demostró el sentimiento de pertenencia, patriotismo y amor por su ciudad de los habitantes de la época.
SUMMARY
Studies on the local culture today have great significance in both allow you to preserve an important part of the regional cultural memory. The objective of this work is to reveal how, at the beginning of the XX century, Victoria de las Tunas recovered the Town Hall and therefore the status of municipality that had been lost at the end of the Guerra del 95. To be totally destroyed the city, in the period of American occupation became a neighborhood of Puerto Padre. In the article describes all of the efforts made by the people of Las Tunas and the support they received from people of other regions of the country to achieve the final restoration of its Town Hall. This fact becomes one of the most trascendental in the history of the town since it showed a sense of belonging, patriotism and love for his city of the inhabitants of that period.
Al concluir la Guerra Hispano Cubano Norteamericana, Victoria de las Tunas se encontraba prácticamente destruida. Durante las gestas independentistas fue quemada en tres ocasiones y en la última contienda, el parque central se convirtió en área de operaciones militares, por lo que todo el centro de la ciudad se encontraba lleno de escombros, con escasas construcciones en pie, y la iglesia en pésimas condiciones. Del estado deplorable de la localidad tunera da cuenta un escrito de Fernando G y Grave de Peralta, fechado el 9 de julio de 1898:
Vivo está en mi memoria el recuerdo de cuanto me rodeaba. La modesta casa de Don Juan Maestre 1, única que había quedado en pie después de la toma de la ciudad, sus ruinas cuajadas de vegetación exuberante, entre algunas de las cuales se acogían un puñado de familiares; su gran parque con su pozo central cegado por los escombros, con sus viejos árboles tronchados y muertos por la artillería cubana, y en su parte más exterior las improvisadas casas de guano, sin tabiques ni puertas, en que se instalaban los talleres de mecánica y herrería, de carpintería y otros menesteres necesarios a la guerra 2. (Tunas de ayer y de hoy, 1951: 116)
Ante tal situación, en el período de ocupación norteamericana, se decide por parte del gobierno interventor que Victoria de las Tunas pase a formar parte de Puerto Padre, por lo que pierde el Ayuntamiento que había conquistado desde 1841. En otros momentos también la localidad se vio afectada por los efectos de la guerra pero nunca antes había perdido la condición de municipio. Es necesario entonces hacer un breve recuento.
Al iniciar la Guerra del 68 se enviaron tropas españolas que construyeron varios fuertes en la ciudad, además del Cuartel de las 28 Columnas. Al levantar el sitio, varias familias emigraron a Puerto Padre y, ante el estado de destrucción en que quedó el territorio, el Ayuntamiento permaneció en status quo hasta la paz del Zanjón en 1878. Al año siguiente comenzó a funcionar nuevamente el Ayuntamiento de Tunas de Bayamo, esta vez con el nombre de Victoria de las Tunas, denominación otorgada por los españoles al vencer a las tropas de Vicente García. En este momento Puerto Padre era un barrio del municipio tunero, y fue adquiriendo protagonismo en la Guerra del 95, cuando ocupada una vez más la región tunera por las tropas españolas se trasladan a territorio puertopadrense, por orden del Gobierno Español, los Archivos del Ayuntamiento, del Juzgado Municipal, Parroquia y Vicaría3 . Es así que, al plantear como argumento la situación crítica en que se encontraba la ciudad, el Gobernador Militar del Distrito de Holguín dicta un Decreto el 26 de octubre de 1898, en el que se establece que fuera un apéndice de Puerto Padre. (Triguero, 2009:12)
En estas condiciones inicia Victoria de las Tunas el período de la República Neocolonial. Si bien al resto de las localidades del país correspondía iniciar una nueva etapa a partir de las esperanzas que proyectaba el cambio de régimen, a los pocos habitantes tuneros les concernía una tarea mayor: la de reconstruir la ciudad y recuperar su antiguo Ayuntamiento. Esta última se convierte en una de las páginas más hermosas de la historia de la localidad a inicios de siglo XX. En el proceso de recuperación del Ayuntamiento los tuneros dieron muestra constante de patriotismo y amor a su tierra, en una lucha fehaciente por aquello que consideraban les pertenecía y merecían.
Durante la primera década padecieron la indiferencia de los gobernantes de Puerto Padre, a los que reclamaron en disímiles ocasiones la reparación de los caminos vecinales, el parque, el cementerio, el alumbrado público, el matadero, el cementerio y las escuelas públicas, sobre todo en los barrios rurales. La incomunicación que tenían con la capital del Término Municipal se exacerbaba aún más teniendo en cuenta que ni siquiera contaban con una carretera que uniera a Tunas y Puerto Padre, demanda que exigieron durante largo tiempo. Si bien durante estos primeros años sus reclamos encontraron oídos sordos, un hecho importante en la vida cultural de la localidad contribuyó a la transformación de esa realidad: la aparición del bisemanario El Eco de Tunas, dirigido por Rafael Zayas, el 3 de noviembre de 1909.
El periódico local surge en un momento verdaderamente crucial para Victoria de las Tunas. Se convierte en el vocero de las principales problemáticas de sus habitantes y en fiel defensor de sus derechos, ideas que reafirma desde su primera salida a la luz pública: “El Eco de Tunas nace a la vida de la publicidad, a impulsos de un grande y desinteresado amor a la patria y al pueblo heroico en que ve la luz, sin que le arredren las dificultades financieras porque atraviesa el país” (El Eco de Tunas, 3 de noviembre de 1909, p.1) A partir de entonces, la publicación inicia una gran campaña por la recuperación del Ayuntamiento, alentando al pueblo, criticando a sus gobernantes y comunicando al resto del país las necesidades que padece la localidad. Ello condujo a que la ciudad encontrara voces solidarias a favor de su causa en, prácticamente, todas las regiones de la Isla, sobre todo en Bayamo, Holguín y hasta en la capital de la República.
La revisión de todo cuanto se publicó en ese período revela dos características esenciales que distinguen al pueblo tunero en aquel momento: Por un lado, sobresale la idea de que constituyen un pueblo sufrido y olvidado después de haber sido uno de los más heroicos en las gestas independentistas, y por otro, la firme convicción de que merecen gobernarse por sí solos y, por tanto, tener su Ayuntamiento, sustentado en un alto sentido patriótico y de amor a su tierra natal. Estas dos ideas generalmente aparecen asociadas en las demandas que realizan, como por ejemplo:
Tunas quedó relegada entre sus gloriosas ruinas, por consciente olvido de los gobernantes; ni la intervención yanqui, que bien sabe Cuba lo que le cuesta, ni el gobierno propio, nada hicieron en pró de este desheredado territorio, cuyos hijos en vano han reclamado sin cesar, por todos los medios, el puesto y la parte que por derecho natural le corresponde en el concierto universal de los pueblos libres (…)
Un día más, y le arrebatan á Tunas su Ayuntamiento, para mayor infortunio, dejándola “acéfala” en la inercia de las humildes aldeas” (El Eco de Tunas, 11 de noviembre de 1909, p.1)
En todo momento, los tuneros reclaman aquello que se les prometió y no fue cumplido y que indican el estado de miseria en que se encontraba la ciudad. Tal es el caso de los dos edificios, uno para Hospital Civil y otro para escuelas públicas. De igual forma, señalan que apenas existe alumbrado público, de ahí que en el parque, único sitio de recreo, no se encienden más que cuatro luces de carburo, a excepción de los domingos que aumentan algunas pero ya a las nueve de la noche están apagadas. Refieren la existencia de gran cantidad de escombros en las calles, el posible derrumbe del puente construido en el período de ocupación norteamericana; así como las escasas condiciones higiénicas que se tienen en el matadero ante el estado de abandono en que se encuentra. Con respecto a la seguridad de sus habitantes, critican el hecho de que solo cuenta con tres guardias para la vigilancia siendo Tunas más grande que Puerto Padre. Al parecer, en la ciudad se producían varios asaltos en la noche, lo que era favorecido no solo por el insuficiente personal de la policía, sino también por la oscuridad que invadía las noches. Por último, vale destacar uno de los argumentos esenciales que sostenían los tuneros para recuperar su Ayuntamiento: el hecho de que los gobernantes del Término habían hecho caso omiso a las condiciones críticas del cementerio, con sus muros de mampostería destruidos, las cruces arrancadas y diseminadas por el suelo, la yerba crecida y el ganado transitando por allí como si fuera un potrero. Se afirma que:
(…) todo allí es abandono, nadie lo cuida y eso más tenemos que agradecérselo a ese tutor que nos oprime sin conciencia (…) no hace muchos días, anteayer, visitamos ese sagrado recinto con motivo de haber asistido al entierro de un cadáver, preguntamos dónde estaban guardados los restos del inmortal patriota (…) de aquel bravo tunero que se llamó general Vicente García, y nadie supo darnos razón, también estaban olvidados, sin una pequeña y pobre cruz que indicara el lugar donde estaban, sin nada que pudiera enseñarle a las generaciones venideras el lugar do reposaban aquellos preciados restos (…) (El Eco de Tunas, 20 de enero de 1910, p.1)
En otros casos, el reclamo se torna más enérgico, señalando a Puerto Padre como el principal responsable de las necesidades de los tuneros:
(…) hora es ya que despiertes de ese profundo letargo, que sacudas la melena, y eleves tu sonora voz hasta las puertas de la justicia, y pidas lo que siempre ha sido tuyo y que no pueden negarte: tu Ayuntamiento, del cual está apoderado ese que se llama tu tutor y que solo es tu opresor: Puerto Padre.
Tunas tu tienes vida propia y debes prescindir en absoluto de aquel que ha querido llamarse tu padre, pero que jamás ha reconocido las necesidades de su hijo”. (El Eco de Tunas, 8 de noviembre de 1909, p.1)
Escritos alentadores como estos aparecen sistemáticamente en las páginas de la prensa local, incitando a que el pueblo reconozca que solo a través del esfuerzo propio será posible obtener lo que desea. Así se ilustra en otro artículo donde el modo imperativo hace que la palabra conduzca a la acción:
¡Oh Tunas! ¡Heroico Tunas!
¡La que ha dado tantas preciosas vidas por la conquista de la libertad de los hijos de Cuba!
¡La que ha llorado tantas veces sobre los venerados e insepultos cadáveres de sus heroicos hijos, y aun llora sobre las majestuosas ruinas de su heroica ciudad! ¡Yo te saludo!
¡No llores más! ¡Levántate viril y digna, como lo fuiste siempre! Sí, levántate. (…)
Represéntate a ti misma, y a impulsos de tu indómito querer y por consecuencia de tus inalienables derechos, vuelve a ser, no ya lo que fuiste, sino lo que te corresponde ser en el concierto de los pueblos libres. (…)
Unámonos, pues, todos los hijos de la heroica Tunas y los que en su jurisdicción vivimos, y, con tesón y entereza de carácter, prosigamos como un solo hombre, por la senda emprendida, sin dudas ni vacilaciones.
Sólo así Tunas será Ayuntamiento, como lo fue en otros tiempos (…) (El Eco de Tunas, 15 de noviembre de 1909, p.1)
La actitud por parte del pueblo no se hizo esperar, en poco tiempo se constituyó un Comité de Defensa Local, presidido por el Sr. Rafael Peña, con el objetivo de recopilar datos que comprobaran a los Señores Representantes que Victoria de las Tunas contaba con ingresos suficientes para el sostenimiento de su municipalidad. Vale destacar que por estos años ya la ciudad tenía la sociedad de instrucción y recreo El Liceo, fundada desde 1905; además de numerosos establecimientos que fueron generando una incipiente actividad comercial en la localidad, entre ellos:
A favor de las gestiones del pueblo tunero alza su voz una de las figuras más importantes de la nación: el general Enrique Collazo, quien pronuncia ante la Cámara de Representantes, el 22 de noviembre de 1909, un discurso en el que apoya la restitución del Ayuntamiento a Victoria de las Tunas, al decir:
(…) no hay ningún pueblo en la Isla que después de tomado por sus propios hijos, haya sido por dos veces destruido, sacrificado su porvenir al derecho de ser libre, el pueblo todo cubano, sacrificando su pueblo, dando ellos mismos candela a sus casas, arruinándose antes que presentar al enemigo un medio de poder sostenerse y podernos copar; no hay ningún pueblo tampoco en la Isla de Cuba tan abandonado por el Gobierno actual, como Victoria de las Tunas (…)
Y para que Vds. comprendan en las condiciones en que está Tunas, les diré que un Concejal nombrado por Pto. Padre, y que vive dentro del término de Tunas, en San José de la Plata, para ir a una sesión del Ayuntamiento, tiene que caminar veintiocho leguas, en una tierra donde no hay caminos de ninguna especie.
(…) la Revolución debe al pueblo de Tunas una remuneración: tiene las condiciones que la Ley exige, reclama su Ayuntamiento y el Congreso debe dárselo. (El Eco de Tunas, 14 de diciembre de 1909, p.1)
Hasta el último momento, los habitantes de la localidad agradecieron el gesto del general Collazo y de otras voces de la República que supieron reconocer la necesidad que tenían los tuneros y el patriotismo que demostraban con aquella actitud.
En este proceso, El Eco de Tunas no decayó un minuto, advirtiendo los instantes de silencio en un momento en que la ciudad no podía concederse ese lujo. De esta forma, cuestiona la labor del Comité de Defensa Local a finales de enero de 1910 y le sugiere a su presidente que destituya a aquellos que no trabajan como corresponde. A su vez, le propone que forme con sus mejores miembros un Comité Ejecutivo compuesto por el Presidente, un Secretario y un Tesorero, el cual se reúna al menos dos veces por semana y dé cuenta de sus trabajos quincenalmente a la Asamblea.
Es justo decir que, en muchos casos, la prensa local supo resolver las dificultades de la localidad al poner una lupa sobre los errores y hacer sugerencias, las cuales eran atendidas unas veces por convicción, otras por temor de los responsables a que se divulgaran sus faltas.
Seguramente el Comité de Defensa Local debió reactivarse con urgencia, pues lo cierto es que el 5 de febrero se recibió un telegrama de la Comisión de Asuntos Municipales y Provinciales informando que se había dictaminado favorablemente la creación del Ayuntamiento. Los tuneros habían ganado el primer paso, aunque aún faltaban algunos obstáculos por saltar. Esta noticia demostró que estaban por el camino correcto y que tenían posibilidades seguras de alcanzar lo que ansiaban.
A partir de entonces la prensa local inicia un proceso de concientización hacia la responsabilidad que implica el obtener nuevamente la jurisdicción. Pide a los partidos políticos, que comiencen a desarrollar las reuniones en función de prepararse para los comicios electorales, a la vez que explica al pueblo la necesidad de no dejarse engañar por los corruptos, como ha sucedido a Cuba desde que inició la República5 .
En menos de quince días, el 14 de febrero, el Comité recibe otro telegrama anunciando que la Cámara de Representantes acordó la creación del Ayuntamiento. El mensaje se publicó en una hoja suelta que circuló por toda la ciudad el día 15, y en la que se convocaba a un acto en el parque Vicente García a las seis de la tarde. La noticia se convirtió en motivo de júbilo popular, y aunque faltaba aún la aprobación de la Ley por parte del Senado y del Presidente de la República, tal parecía que ya era un hecho que Victoria de las Tunas recuperaría su Ayuntamiento. Los habitantes del centro de la ciudad se congregaron en el parque para celebrar el triunfo en el gran acto, donde hicieron sus discursos los señores Rafael Peña, presidente del Comité de Defensa Local y el Dr. Ricardo Rodríguez, vice-presidente y uno de sus miembros más activos. También hablaron Rafael Zayas, director del periódico; Pascual Maestre, Damián Caballero, Andrés Rojas, Rafael Cuesta y Luis Buenaventura Ruiz, bayamés residente en la localidad tunera, quien hizo el resumen de la fiesta.
Desde las páginas de El Eco de Tunas se agradecieron a todos los que colaboraron, entre ellos: el coronel Manduley, Gobernador Civil de la Provincia de Oriente; Antonio Colás, a los representantes Masferrer, Estrada y González Clavel, al señor Manuel Giraudi y especialmente a Enrique Collazo6 . El orgullo y patriotismo de los tuneros se advierte en frases como: “Tunas, la patria del inmortal Vicente García y del cadencioso Cucalambé, figurará en breve en el concierto municipal, tendrá en breve la representación autonómica tan indispensable a su vida económica, política y social”. (El Eco de Tunas, 17 de febrero de 1901, p.1).
Una vez cumplido el objetivo para el que fue creado, se reunió el Comité de Defensa Local para disolverse, no sin antes pronunciar su discurso de elogio hacia los miembros el señor Rafael Peña, quien recomendó a las asambleas de los partidos políticos locales lo conveniente que sería llegaran a un acuerdo para llevar el personal más idóneo a las Cámaras Municipales. Luego, el Dr. Ricardo Rodríguez manifestó su voluntad de volver a convocar al Comité de Defensa Local en caso de que los gobernantes elegidos no respondieran a los intereses del pueblo.
En los días posteriores correspondió a los partidos políticos iniciar sus reuniones y celebrar mítines en los diferentes barrios de la localidad. En la noche del 22 de febrero se reunieron los miembros del Partido Conservador y como presidente de la Asamblea, el Dr. Alfredo Guillén Morales, en la casa del señor Gonzalo Tablada Palma, para elegir los candidatos a presentar en las elecciones municipales. En la votación, salió propuesto para Alcalde Municipal el Dr. Emilio González Hurtado, además de un grupo de personas aspirantes a concejales. Al concluir la reunión todos se dirigieron al parque Vicente García donde se celebró un mítin dando a conocer las propuestas al pueblo congregado. Por otro lado, el Partido Liberal celebró su sesión el 26 del mismo mes, en la casa de Eduardo Vidal Fontaine7 . Por la noche se llevó a cabo un acto en la valla “Tunas”, donde hablaron los oradores Pedro García, Pascual Maestre, Rafael Cuesta, José Barceló, el Dr. Ricardo Rodríguez y Eduardo Vidal Fontaine, quien salió candidato para Alcalde Municipal en representación de los liberales.
Al transcurrir dos meses después de recibida la noticia de aprobación del Ayuntamiento por parte de la Cámara, los tuneros vuelven a reclamar la definitiva aprobación de la Ley. En El Eco de Tunas se acusó directamente al Presidente José Miguel Gómez:
(…) y el caso es que no nos explicamos cómo estando el General Gómez tan interesado en el progreso de este pueblo y sintiendo por él las simpatías que dice siente, en su último mensaje al Congreso no se haya acordado de indicar la necesidad de atender a nuestras necesidades públicas, para que nuestros activos Representantes y consecuentes Consejeros Provinciales se dieran cuenta de que Tunas también pertenece a la República de Cuba (…) (El Eco de Tunas, 14 de febrero de 1910, p.2)
En ese momento preocupa el hecho de que el 2 de mayo abre el período electoral y si la Ley no se aprueba entonces la localidad no podrá iniciar sus comicios. Se solicita que vuelva a formarse el Comité de Defensa Local para que trabaje duramente pues de lo contrario Victoria de las Tunas no se convertirá en municipio.
La inquietud y angustia de los tuneros hasta aparece en tradicionales décimas en las páginas del bisemanario local:
Pobre Tunas, pobre Tunas,
sin esperanza ningunas
sigues lo mismo que antes.
Dime: ¿de qué te ha servido
Tu heroicidad? En el olvido
Te tienen tus gobernantes.
El desánimo no duró mucho tiempo, pues ya en la edición del 24 de abril, El Eco anunciaba que el Senado había aprobado la restitución del Ayuntamiento y que ahora solo faltaba la sanción del Ejecutivo para que se convirtiera en Ley. El Partido Liberal tomó la iniciativa de reunirse y realizar una serie de acuerdos, entre los que se encontraba pedir al Presidente aprobara de forma inmediata la restitución del Ayuntamiento8 .
Una vez más, la demora por parte del Presidente condujo a que en el periódico local se exhortara a los tuneros a no votar en las próximas elecciones:
Está bien; faltan dos meses para que se abra el período electoral, si dentro de ellos no os habéis dignado en sancionar la Ley para conjuntamente con las demás votar para los que han de formar nuestro Gobierno Municipal, entonces ¡ah! Entonces llamaremos al sentimiento tunero, al corazón tunero, al amor propio tunero, para que no vaya a las urnas, para que se abstenga de votar, haciendo bueno aquello de “ojo por ojo, diente por diente”. (El Eco de Tunas, 16 de junio de 1910, p.3)
En poco tiempo, recibieron los tuneros respuesta. El 24 de junio se emitió un telegrama en el que se informaba que ya se habían fijado los límites del Término Municipal. Finalmente, el 7 de julio, se publica en el bisemanario local el Decreto Presidencial que declara en su primer artículo la creación del municipio de Victoria de las Tunas, a la vez que establece sus límites e indica al Consejo Provincial de Oriente proceder con el cumplimiento de la ley. Después de una ardua lucha, de más de diez años de abandono total, los tuneros habían obtenido el tan anhelado Ayuntamiento.
Con fecha 8 de agosto se publica entonces lo que acordó el Consejo Provincial de Oriente el 29 de julio. En los artículos se hacía referencia a los barrios que formarían parte de la municipalidad: Arenas, Caisimú, Cauto del Paso, Cuaba, Curana, La Plata, Ojo de Agua, Oriente, Palmarito, Primero y Segundo; además de informar que tendría una población de 12 936 habitantes y por tanto 15 concejales. A su vez, se autorizaba formalmente el inicio de la Junta Municipal Electoral y se indicaba al alcalde de Puerto Padre que debía entregar la parte del Registro de Población que correspondía al nuevo Término. El Consejo precisaba que todos los gastos de la Junta Municipal Electoral de Victoria de las Tunas los costearía Puerto Padre, a quien se debía reintegrar los gastos una vez instituido el ayuntamiento tunero. Asimismo, la directiva puertopadrense procedería a la división de bienes, usos públicos, créditos, fondos, impuestos pendientes de cobro; también a la entrega de archivos como los Registros de Servantías y caminos, riqueza territorial, contribución industrial y demás 9.
Si bien parece que ya todo funcionaba como corresponde, aún otras vicisitudes se presentaban ante los defensores del Ayuntamiento. Se trata de la cuestión de los límites, en este acuerdo enviado por el Consejo Provincial de Oriente no se incluían parte de los barrios de Playuelas y Manatí, aprobados en la Ley de creación del ayuntamiento. Eduardo Vidal Fontaine escribe una carta al Gobernador Provincial, Manduley, reclamando se revisen los límites tuneros pues al descontar estos barrios el Término estaría perdiendo 907 habitantes de Playuelas y 519 de Manatí. La petición se discute y aprueba en el Consejo, por lo que la población tunera asciende a más de 14 mil. El tema de los límites del municipio apareció nuevamente cuando el Alcalde de Puerto Padre solicitó la reforma de dicho estatuto, reclamando la pertenencia de los últimos barrios concedidos a Victoria de las Tunas. El hecho no trascendió pues de forma inmediata la solicitud fue denegada; luego la directiva puertopadrense quiso apelar al recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de restitución del Ayuntamiento, pero de ello tampoco se habló más.
Una vez aprobada la Junta Municipal Electoral esta comenzó a funcionar con Juan Maestre como Presidente y Rafael Cuesta, el jefe de redacción de El Eco de Tunas, como secretario. Esta ocupó un local en la calle Francisco Vega número 48. La convocatoria oficial a elecciones se publica el 29 de agosto; en ella aparecen los cargos nacionales, provinciales, municipales y escolares para los cuales se realizarán las votaciones. En lo relativo a los dos últimos debían elegirse 1 alcalde y 15 concejales; mientras que para constituir la Junta de Educación del Distrito Escolar debían elegirse 7 vocales propietarios y 2 suplentes para cada uno de estos. La Junta también da a conocer los límites de Manatí, Palmarito y Playuelas que corresponden a Victoria de las Tunas, para que los electores de estos barrios soliciten su inscripción personalmente y así formar parte de las nuevas subsecciones.
Por su parte, los partidos políticos celebraron sus sesiones correspondientes. El 14 de agosto a la una de tarde se reunieron en la casa de Eduardo Vidal Fontaine la mayoría de los delegados de la Asamblea Municipal del Partido Liberal. Allí resultó candidato a Consejero Provincial el señor José R. Barceló por mayoría de votos ante el otro candidato, el Dr. Ricardo Rodríguez. También se acordó apoyar la candidatura para Representante del señor Heliodoro Luque Pupo. De igual forma, se reunió en esa misma fecha, en horas de la noche, el Ejecutivo del Partido Conservador en la casa de Gonzalo Tablada acordando designar como candidato al Consejo Provincial al señor José L. Villoch. Una vez elegidos los candidatos 10 se desarrollaron mítines en todos los barrios de la localidad. Sobre el auge que tomaron las campañas de los partidos políticos se publicó en El Eco de Tunas: “ha despertado tal entusiasmo en nuestros electores, que las fiestas políticas se repiten de una manera extraordinaria”. (29 de agosto de 1910, p.2)
Para el 10 de octubre, los partidos conservador y liberal organizaron grandes festejos en la localidad. Los del primero tuvieron lugar los días 9 y 10 de octubre, mientras que los del segundo se realizaron el 16. Las fiestas iniciaban temprano en la mañana con el toque de una diana, más adelante el pueblo se congregaba para recibir a los visitantes de Oriente y otros lugares y luego se realizaban los actos políticos, para los cuales se levantaba una tribuna en el parque Vicente García. Se amenizaban con las presentaciones de la retreta. A juzgar por lo que se decía en la prensa, por esos días existía un gran júbilo en Victoria de las Tunas:
La ciudad presenta hoy un aspecto encantador; en la mayoría de nuestros edificios ondea soberanamente la bandera de la Patria; y por nuestras calles y paseos desfilan las entusiastas multitudes que han venido a la brillante fiesta política que celebra hoy el Partido Conservador. (El Eco de Tunas, 10 de octubre de 1910, p.2)
Vale destacar que los tuneros estaban asistiendo por primera vez al proceso de las elecciones de su propio municipio, por lo que el hecho que se repetía de forma rutinaria en el resto país, ese año en la ciudad adquiría una significación especial. Los tuneros tenían confianza en que la localidad podía prosperar y salir adelante, esta vez por la gestión de sus propios hijos.
Las elecciones se celebraron a nivel nacional el 1ro de noviembre de 1910. Con anterioridad la Junta Municipal Electoral informó el Decretó que publicó la Gaceta Oficial el 29 de octubre sobre las funciones y procedimientos a seguir por la Policía y la Guardia Rural para ese día. Sin embargo, ninguna de esas precauciones fue necesaria en el municipio tunero pues según la prensa local las elecciones se desarrollaron en paz y armonía:
Hemos recogido las impresiones de los presidentes de los colegios de los barrios rurales, y no puede ser más halagüeña; el orden se ha mantenido firmemente en todos esos lugares durante el curso de la elección sin que se haya tenido que lamentar ningún incidente desagradable (…)
Como cubanos y como tuneros, nos felicitamos de que las elecciones se hayan celebrado en paz, porque eso dice mucho en pro de nuestra cultura. (El Eco de Tunas, 3 de noviembre de 1910, p.2)
En este caso, triunfó la candidatura liberal, por lo que resultó primer alcalde municipal el Comandante Eduardo Vidal Fontaine. La presidencia correspondió a Gerardo Zayas González. El primero de diciembre inició oficialmente sus funciones el Ayuntamiento de Victoria de las Tunas, al no contar con una edificación propia, las reuniones se realizan en casas alquiladas hasta que se construye el Palacio Municipal en 1921. En el primer mensaje del Alcalde a sus Concejales, se advierte el sentimiento que lo anima: “Nuestro Ayuntamiento está constituido, las condiciones en que nace son de todos bien conocidas, los recursos con que cuenta ningunos; y a pesar de ello, no me invade el pesimismo ni abrigo el temor de un seguro fracaso” (El Eco de Tunas, 5 de diciembre de 1910, p.2). A su vez, exponía algunos puntos a tratar con urgencia11 : la rectificación del nombre de algunas de las calles, numeración de las casas todas y aclaración del nombre de otra que aunque lo tienen, por la falta de rótulos se desconoce; la cuestión del amillaramiento; la inscripción en el Registro Pecuario12 de todo el ganado vacuno y caballar; la organización de la policía13 , la atención al alumbrado público14 y la rectificación del Censo de Población a fin de conocer con exactitud el número de habitantes del Término. Aseguraba en este primer mensaje que en cuanto se aprobara el presupuesto atendería lo relativo a obras públicas, beneficencia, entre otras.
A partir de entonces corresponde organizar toda la actividad económica, política, social y cultural de Victoria de las Tunas como Término Municipal. Al constituirse por vez primera y no contar con las ordenanzas municipales se decide asumir las del Puerto hasta que la comisión15 nombrada al efecto redactara las de Victoria de las Tunas. Los tuneros asisten a una nueva etapa de su historia, al serle restituido lo que se le confirió desde el siglo XIX y perdieron al finalizar la contienda bélica. En la prensa comenzaron a publicarse los acuerdos tomados en las sesiones de la Cámara Municipal, aunque al parecer los habitantes interesados podían asistir personalmente a los debates.
En cada una de las sesiones del Ayuntamiento se disponen los distintos cargos que organizarían la vida en el territorio. Se nombran las comisiones de Hacienda y Presupuestos, Impuestos, Fomentos de Intereses Morales y Materiales. Se aprueban los cargos de sargento de policía, guardias, tesorero, secretario de la Junta de Amillaramiento, así como los encargados de rastro, farolero, sepulturero y médico municipal16 . En dichas reuniones a la vez se acuerdan los sueldos de cada uno de los cargos o funciones que se instituyen 17. Se determinan además los impuestos que deben pagarse según los puestos de trabajo, los cuales servirían de fondos al Ayuntamiento que no contaba con ninguno.
Sin lugar a dudas, este constituyó un momento esencial en el panorama social y cultural de Victoria de las Tunas. El proceso de recuperación del Ayuntamiento se distingue como uno de los hechos más importantes de la localidad a principios de siglo XX, en tanto reveló la existencia de una voluntad colectiva respaldada por un grupo de personas al frente que supieron defender los intereses locales. La salida a la luz pública de El Eco de Tunas, unido a la solidaridad que se encontró en personas de otras regiones del país impulsaron la restitución de la municipalidad en el territorio. La conquista adquiere una mayor significación si se tiene en cuenta el estado deplorable en que se encontraba la localidad al terminar la Guerra del 95, por lo que no se trataba solo de la idea de obtener el Ayuntamiento, sino de reedificar la ciudad.
Se sabe que con esta nueva condición, Victoria de las Tunas no resolvió todos los problemas que le aquejaban, pues a lo largo del primer cuarto de siglo se mantienen algunas de las demandas que se escuchan desde los primeros años. Sin embargo, no sería la cuestión a discutir aquí. Lo cierto es que los tuneros demostraron que eran capaces de conducirse por sí solos y que no podían perder el status que habían logrado desde el período colonial. Quizás a esa actitud de aquel momento debamos el rumbo que siguió tomando la ciudad y al hecho de que hoy continuemos siendo capital provincial. Quién sabe.
BIBLIOGRAFÍA
PUBLICACIONES PERIÓDICAS
DOCUMENTOS DE ARCHIVO
DOCUMENTOS DEL ARCHIVO PRIVADO DE PEDRO VERDECIE
CENSO DE LA REPÚBLICA DE CUBA, 1919. Habana, Maza-Arroyo y Caso, S. Impresores, 1920.
NOTAS
2 En esta memoria escrita, el autor también hace referencia a las personas que se encuentran en Las Tunas en 1898: Lerma Varona, Villoch, Aguilar, Artimes, Matamoros, Caraballo, Agüero, Guillén, Salazar, Bello Salcedo, “y otros muchos que se funden en mi memoria como en un reguero de luces”. Fernando G y G de Peralta: “Memento”, en Tunas de Ayer y de hoy. Año 1951, p.116.
3 Véase “¡A rectificar, Dulcamara!”, en El Eco de Tunas, 1ro de diciembre de 1910, p.2.
4 A juzgar por el espacio que ocupan los anuncios de los establecimientos La Equidad, de Gerardo de Zayas y La República, de José Álvarez en las páginas publicitarias del periódico, estos sobresalen como los de mayor relevancia en la época.
5 Se publican artículos como: “Hombres para los puestos y no puestos para los hombres” (El Eco de Tunas, 21 de febrero de 1910, p.1); “Sobre lo mismo” (El Eco de Tunas, 10 de marzo de 1910, p.1);
6 Véase El Eco de Tunas, 17 de febrero de 1901, p.1.
7 A la sesión asistieron 40 delegados del Partido Liberal. Véase El Eco de Tunas, 28 de febrero de 1910, p.1.
8 En esta sesión de la Asamblea Liberal también se tomaron como acuerdos pedir al Senado que de los dos millones de pesos para obras públicas en la provincia de Oriente, se conceda un crédito para construir el Hospital y otro para dar comienzo a la Carretera Central en las salidas a Camagüey y Bayamo. También recomendó a la Cámara aprobar el proyecto de Ley relativo a la liquidación del elemento civil de la Revolución y los militares que no percibieron sus haberes. Véase El Eco de Tunas, 13 de junio de 1910, p.2) A su vez, en la carta que finalmente envió Eduardo Vidal Fontaine, Presidente de la Asamblea Municipal al señor Presidente de la Cámara de Representantes, solicitaba la reparación de los caminos vecinales y puentes que faciliten las comunicaciones, a la vez que se incluye una propuesta de Ley para la reparación del puente Máximo Gómez, construido en los tiempos del general Leonard Wood. Véase El Eco de Tunas, 20 de junio de 1910, p.2) Luego dirigió otro escrito, esta vez a los Representantes Liberales, solicitando: la construcción de un edificio para Hospital Civil, el comienzo de la carretera central para que los tuneros además tengan otra fuente de empleo y obtener un crédito de 30 000 para arreglo de calles, caminos y puentes. Véase El Eco de Tunas, 23 de junio de 1910, p.2.
9 Véase El Eco de Tunas, 8 de agosto de 1910, p.2.
10 En El Eco de Tunas se dieron a conocer las candidaturas liberales y conservadoras para Representantes, Consejeros, Alcalde Municipal, Concejales, miembros de la Junta de Educación y suplentes. Véase El Eco de Tunas, 29 de septiembre de 1910, p.2.
11 Teniendo en cuenta que este artículo no se encontraba completo en el periódico, vale señalar que hay dos aspectos esenciales que se mencionan antes de la rectificación de los nombres de las calles que no pudieron leerse.
12 El Registro Pecuario iba a establecerse inicialmente en la casa ayuntamiento, a cargo de un oficial dependiente del mismo.
13 Por la falta de recursos, el Alcalde recomienda a los Concejales que solo se designen por el momento 3 personas para la Policía, uno de los cuales fungiría como sargento.
14 Por la falta de recursos que tiene en ese momento el Ayuntamiento, el Alcalde recomienda adquirir de uno de los comerciantes de la localidad el carburo necesario y demás utensilios al crédito hasta tanto pueda recaudarse ingresos para satisfacer esos gastos.
15 La comisión encargada de redactar las ordenanzas municipales es nombrada el 10 de diciembre de 1910 y la integran Fermín Niles, Pelegrin Bori, Gaspar Cruz y Rafael Peña. Actas del Ayuntamiento de Victoria de las Tunas. (1910-1912), 10 de diciembre de 1910.
16 Para la plaza de médico municipal se aprueba al Dr. Emilio González, pero luego es anulada por ser este hermano del concejal Natalio González. A propuesta del alcalde se nombra al Dr. Pablo Manuel Díaz como Médico Municipal. A la vez se acuerda gestionar con las autoridades superiores un médico como director del Hospital Civil de la localidad.
17 Entre algunos de los sueldos que se aprueban se encuentran: alcalde 900.00 pesos al año, tesorero 720.00, sepulturero 216.00, encargado de rastro 180.00, farolero 180.00, médico municipal 720.00. Actas del Ayuntamiento de Victoria de las Tunas. (1910-1912), 9 de diciembre de 1910.