Ana Lilia Ulloa Cuellar*
Carlos Ruz Saldívar**
Universidad Veracruzana. México
E-mail: aulloa@uv.mx
Resumen
El trabajo presenta un análisis filosófico jurídico sobre el olvido de las mujeres y su opresión, debido a una visión falo centrista de la realidad. Se realiza un breve estudio de la evolución de los movimientos feministas. Se presentan algunas críticas al psicoanálisis, pero se presenta también algunos aportes de la clínica desde el psicoanálisis con perspectiva de género. Se aborda un apartado sobre la normatividad jurídica con perspectiva de género y se concluye señalando entre otras cosas que la lucha por el reconocimiento y la efectividad de los Derechos Humanos de las mujeres debe hacerse desde un trabajo holístico en donde lo jurídico juega un papel importante, pero se reconoce que este es solo un elemento más dentro de muchos otros.
Palabras clave. Falo, Falocentrismo, represión, religión, ciencia genérica, feminismo, género, legislación jurídica, diferencia, cultura de género.
Abstract
The work presents a legal philosophical analysis on the oblivion of women and their oppression, due to a phallus-centrist view of reality. A brief study of the evolution of feminist movements is made. Some criticisms of psychoanalysis are presented, but some contributions of the clinic from psychoanalysis with a gender perspective are also presented. A section on legal regulations with a gender perspective is addressed and concludes by pointing out among other things that the struggle for the recognition and effectiveness of women's human rights must be done from a holistic work where the legal plays an important role but it is recognized that this is just one more element within many others.
Keywords. Phallus, phallocentric, repression, religion, generic science, feminism, gender, legal legislation, difference, gender.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Ana Lilia Ulloa Cuellar y Carlos Ruz Saldívar (2019): “Género y derecho: sexualidad olvidada”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (diciembre 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/cccss/2019/12/genero-derecho-sexualidad.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/cccss1912genero-derecho-sexualidad
El presente trabajo presenta una reflexión filosófica jurídica sobre el olvido de la sexualidad femenina, así como la opresión de esta, a lo largo de la historia. Se establece como causa de esto, la construcción de la sexualidad femenina a partir del sexo masculino.
Esta investigación señala, entre otras cosas, que lo físico masculino expresado en la fuerza del hombre, pero principalmente en su sexo exterior es lo que desde épocas remotas se toma como parámetro para establecer la ontología femenina. Igualmente se señala que esa visión falo céntrica está presente en la mayoría de las religiones y también es recogida por la ciencia desde la Ilustración, y particularmente por el psicoanálisis de Freud.
Se estudian algunos aportes de la nueva clínica y el psicoanálisis con perspectiva de género.
El trabajo presenta también un breve resumen de la evolución de la teoría feminista. Se comenta el paso de la igualdad a la diferencia. y se presentan algunas propuestas respecto a la situación actual en que se encuentra este movimiento.
Se concluye señalando, entre otras cosas, que la lucha por el reconocimiento y la efectividad de los Derechos Humanos de las mujeres, debe ser un trabajo holístico por lo que lo jurídico, aun siendo importante es solo un elemento en este importante quehacer.
Se reconoce que la mejor vía sigue siendo la Educación, pero se sostiene que gran parte de la solución está en el desarrollo de estrategias por lo que se invita a trabajar en la construcción de didácticas adecuadas.
Para Michael Foucault, a comienzos del siglo XVII había franqueza al hablar, las prácticas no buscaban el secreto y las palabras se decían sin exagerar el sobre entendimiento de estas y, además, se tenía tolerancia con gestos, anatomías visibles y palabras que para otras épocas se convirtieron en obscenas. Foucault sostiene en su obra de Historia de la sexualidad, que en la época Victoriana todo cambió y que la sexualidad fue cuidadosamente encerrada, lo que lo lleva a sostener que esa época era:
Una inmensa gazmoñería figuraría en el blasón de nuestra sexualidad contenida, muda, hipócrita … la sexualidad es cuidadosamente encerrada. Se muda de lugar. La familia conyugal la confisca. Y la absorbe por entero en la seriedad de la función reproductora. En torno al sexo se establece el silencio. La pareja, legítima y procreadora, impone su ley (Foucault, 2011).
Aunque Foucault, es considerado una referencia del análisis de las ideas básicas que la gente considera verdades permanentes, y toda una autoridad que cuestiona la naturaleza humana y postula una sociedad cambiante a lo largo de la historia, y que además, aportó conceptos interesantes entre ellos los derechos de los homosexuales y el bienestar, creemos firmemente que el génesis de las sexualidades olvidadas y reprimidas no nacen de la sociedad victoriana; tiene su origen en lo más profundo de la historia, en una cosmogonía falo centrista que pertenece a casi todas las culturas. Sirvan de ejemplos dos de ellas.
La primera proveniente de la tierra de los faraones, considerada una de las más antiguas cosmogonías egipcias, la de la Enéada Heliopolitana, que inicia con Atum, el sol y que descifrados los jeroglíficos que la contienen, la traducción nos da cuenta de lo siguiente
Es Atum quien vino a la existencia como aquel que se masturbó en Heliopolis. Agarró su falo con su puño para provocar un orgasmo con él y los dos hijos - hermanos nacieron, Shut y Tefnut” (Cervelló & Lull, 2013)..
La civilización de la tierra de los faraones, en el caso de la cosmogonía Heliopolitana, no podría iniciar con una visión más falogocentrista para explicar la creación del universo con un dominio masculino, en el cual Atum con su falo, no necesitó un ser femenino para crear el mundo, su semilla sin receptáculo alguno fue capaz de dar vida, creando a las primeras dos parejas del mundo y el universo mismo, un varón creó al mundo y los hombres en la tierra son sus herederos, el órgano genital masculino es entonces símbolo de poder y los equipara con los dioses por el simple hecho de eyacular, ni siquiera copular.
El lector podrá pensar que la vieja concepción transcrita, es anticuada y se encuentra superada, por lo menos en las sociedades occidentales, pero la segunda de las cosmogonías que ocuparemos para ilustrar lo antiguo del dominio masculino, desmiente esa idea. El más popular relato mítico del origen del universo, por lo menos en los últimos 3000 años, fecha probable de la creación o recopilación del libro de Bereshit, el Génesis de la biblia cristiana, en la que la creación del universo se realiza en siete días y el hombre, que en hebreo se dice Adam, es creado a imagen y semejanza de su Dios:
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra… Y dijo el Señor: No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él … tomó una de sus costillas … y de la costilla hizo una mujer, y la trajo al hombre ( La Biblia, 1990).
El hombre es creado a imagen de su Dios, la mujer no, ella es tan solo una derivación de Adam ya que nace de una costilla y además, es la que tienta al hombre a desobedecer a su creador, le da de comer del fruto prohibido, es la que genera el pecado al ser la primera en desobedecer y da pie a la caída del hombre y la expulsión del Edén, se convierte entonces en la causa de la desdicha de la humanidad, el hombre es el reflejo de la divinidad, la mujer es la que empuja al hombre a pecar. El varón goza del derecho de la reproducción, la mujer es una simple incubadora, esa visión relegó a un segundo plano a la mujer en una sexualidad olvidada y que la religión le proporcionó su fundamento teórico, para dejarla como mera compañera y derivación del varón.
Según Marx: en las religiones vemos al hombre esclavizado por las criaturas de su propio cerebro (Marx, 2013), situación que aprovechan las clases dominantes, en este caso los hombres, para mantener el poder por medio del temor que produce desobedecer la voluntad divina, expresada por sus representantes, por lo que entonces no es difícil imaginar que las religiones fueron creadas como medio de cohesión y formación de sociedades falo centristas.
El sometimiento de la mujer ha sido justificado por la iglesia cristiana en la vieja premisa del llamado San Pablo en el libro de Efesios, capítulo 5 versículos 22 al 24:
… casadas, estad sujetas a vuestros esposos, como al Señor, porque el esposo es la cabeza de la mujer, así como Cristo es la cabeza de la iglesia y Salvador del cuerpo. Así, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus esposos en todo ( La Biblia, 1990).
Por lo anterior, el lector comprenderá que el origen de las sexualidades olvidadas y el sometimiento de la mujer viene desde las épocas más antiguas de la historia humana.
En cuanto al ámbito teórico-científico, la concepción falocentrista es conformada por la propuesta psicoanalista de Freud. Freud inicia con el establecimiento de las diferencias sexuales entre varones y niños, desde el complejo de Edipo y de castración. Y establece que lo que se produce entorno al Edipo es el primado del falo. Pero con esto tenemos el establecimiento del menosprecio y el error inconsciente de la feminidad. Tesis estas, que de acuerdo con los movimientos feministas y el desarrollo de las teorías de género serán tachadas de heterocentrismo, homofobia y machismo.
Los años que van de 1910 a 1922, Freud produce todo el imaginario-simbólico que le permitirá explicar la etiología sexual de la neurosis. Y para su último período entre 1923-1930 Freud afina el producto de sus investigaciones desde el signo de la diferencia sexual (Freud, Obras completas, 1992)1 . El concepto freudiano de falo es manejado desde el nombre de pene y este en protagonismo tanto en extensiones imaginarias como simbólicas. Finalmente, Freud finaliza la fase fálica como último estadio del desarrollo sexual pregenital, esto a partir de las varias reediciones de Tres ensayos para una teoría sexual. Aquí encontramos la primacía del falo y los preliminares del concepto de castración (Freud, Tres Ensayos para una Teoría Sexual , 2015).
Lo femenino viene entonces a conformarse desde y a partir del orden logo falo céntrico que, y desde la razón moderna se constituye en el modelo por el cual se vuelve a diseñar el universo simbólico predominante.
Los importantes conceptos de pérdida y castración en el lenguaje de Freud se desarrollan y crean significado en y, a partir de una concepción falo centrista, cosa que se puede ver en la siguiente cita:
…niegan tal falta, creen ver el miembro y salvan la contradicción entre la observación y el prejuicio pretendiendo que el órgano es todavía muy pequeño y crecerá cuando la niña vaya siendo mayor. Poco a poco llegan a la conclusión, efectivamente muy importante, de que la niña poseía al principio un miembro análogo al suyo, del cual fue luego despojada. La carencia de pene es interpretada como el resultado de una castración, surgiendo entonces en el niño el temor a la posibilidad de una mutilación análoga (….). Me limitaré pues a indicar que para estimar exactamente la importancia del complejo de la castración es necesario atender el hecho de su emergencia en la fase de la primacía del falo. “Niegan tal falta, creen ver el miembro y salvan la contradicción entre la observación y el prejuicio pretendiendo que el órgano es todavía muy pequeño y crecerá cuando la niña vaya siendo mayor. Poco a poco llegan a la conclusión, efectivamente muy importante, de que la niña poseía al principio un miembro análogo al suyo, del cual fue luego despojada. La carencia de pene es interpretada como el resultado de una castración, surgiendo entonces en el niño el temor a la posibilidad de una mutilación análoga (…) Me limitare, pues, a indicar que para estimar exactamente la importancia del complejo de la castración es necesario atender al hecho de su emergencia en fase de la primacía del falo (Freud, Obras completas, 1992).
El problema aquí es que, desde la presencia o ausencia del falo, único órgano genital, se define la diferencia de lo sexos masculino/ femenino.
Freud encuentra así, en la premisa universal del pene la base del razonamiento para abordar tanto la sexualidad como la neurosis. La semántica del falo se construye desde el deseo y a partir de aquí Lacan formaliza el lugar del falo como significante que apunta y articula el deseo del otro, la asunción del sexo y el complejo de Edipo y en paralelo inicia la reflexión sobre la sexualidad femenina en donde recupera parte de las pulsaciones de la mujer sin la mediación fálica y de esta forma la noción de falo sufre ciertas transformaciones. Se produce el paso del falo como significante del deseo, al falo como significante del gozo.
De esta forma y con los resultados de la lingüística, Lacan reformula el mito del Edipo con su metáfora paterna otorgando al falo un rol que no había sido conceptualizado por Freud.
Es el falo como significante que intenta articular desde el deseo, hasta la diferencia anatómica de los sexos.
El falo es el significante privilegiado de esa marca en el que la parte del Logos se une al advenimiento del deseo (Lacan, 1958).
Pero, hay también que reconocer que se puede hacer diferentes lecturas respecto al falo, en la enseñanza de Lacan.
Lacan inicia su enseñanza partiendo de Freud, pero, enfatizando lo simbólico y a partir de aquí establecer la diferencia entre el falo imaginario y el falo simbólico. Señalando así la tesis de “la presencia en la ausencia”, espacio de participación de ambos sexos. La significación de falo establece el roll del falo y su significado. Y como ha señalado Gayle Rubin, Lacan sitúa un elemento masculino en la base de la organización edípica, que viene a convertirse en el fundamento de la constitución subjetiva (Sáez, 2004).
En cuanto al cristianismo en la actualidad, este no ha cambiado mucho, le da al matrimonio una función meramente reproductiva y mantiene una prohibición en contra del divorcio, hasta que la muerte los separe, frase que se convierte en realidad en múltiples ocasiones con una violencia de género. El cristianismo continúa entonces con el patriarcado como el eje central desde el cual se originan los más notables aparatos de represión de la sociedad. Por consiguiente, todo lo que se pueda relacionar con lo femenino, implica sólo reproducción e inferioridad. Pero quizá lo más fuerte del lenguaje religioso es que siempre presenta un desconocimiento disfrazado de las identidades.
Y es solo hasta la segunda mitad del siglo XX, que como sociedad hemos tratado de impulsar el análisis y la modificación del marco jurídico que nos regula con una perspectiva distinta; la de género.
Es así que, el dominio de los varones en las distintas sociedades ha sido cosa común desde la llamada edad de piedra, no solamente en las cosmogonías descritas, ello se debe probablemente, por la actividad fundamental de la caza y la guerra con otros grupos, ya que el mayor desarrollo físico de los hombres los hacía más aptos para actividades de fuerza; por tal motivo, la sociedad asumió como válidos esos roles en casi todas las culturas, impulsándose también en las religiones, la supremacía del varón. Romper con este dogma de superioridad, no ha sido fácil. Pero el potencial de las mujeres siempre ha logrado que de una u otra forma las mujeres reclamen sus derechos.
Una de las primeras manifestaciones de rebeldía de las mujeres sucede en las postrimerías del siglo XVIII, como resultado de la Ilustración, el liberalismo y las luchas sociales. Es el tiempo de Mary Wollstonecraft, quién publica en 1792 A Vindication of the Rights of Woman 2, donde afirma varias ideas que hoy son ejes del feminismo, entre ellas: que la mujer debe ser tratada igual que el hombre, que el ideal del matrimonio reside en la afinidad intelectual, pero además abogó por la igualdad educativa y de oportunidades para ambos sexos. Wollstonecraft señala la importancia de la independencia económica de las mujeres. Y hace un alegato contra la exclusión de las mujeres del campo de bienes y derechos que diseña la teoría política rousseauniana. Pero los ideales de la revolución francesa de Libertad, Igualdad y Fraternidad eran exclusivos de los varones, y Wollstonecraft sería asesinada. Las ideas libertarias de Wollstonecraft, en su momento son acogidas en círculos pequeños, pero como señala Alejandra Ciriza:
La herencia duradera de Mary Wollstonecraft reside en su capacidad para empuñar y asumir las condiciones históricas y sociales en las que vivió. Si de hecho, tal como por propia experiencia advertía, la condición misma de mujer implicaba desgarramientos personales, sólo la complicidad política con un orden injusto podía considerarlos como necesarios. Para Wollstonecraft nada de emancipatorio había en la apelación, por sí mismos, al sexo y la diferencia. Sólo su inscripción bajo un haz de luz que la desnaturalizara podía abrir un camino a transitar donde la diferencia biológica no coagulara en destino de subalternidad para las mujeres(Ciriza, 2002).
Algo parecido sucede con el importante trabajo de Olimpia de Gouges quien denunció que la revolución había olvidado a las mujeres, Y en su declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadanía de 1791, lucha por el derecho al voto así como por la libertad, igualdad y derechos políticos de las mujeres.
La lucha de Wollstonecraft, de Olimpia y otras mujeres no fue fructífera en su tiempo, pero fue parte de los cimientos de movimientos sociales que sí generaron cambios. Para reflexionar en torno a la historia de género, violencia, sometimiento de la mujer y su reivindicación, debemos invariablemente pensar en el feminismo, pero no existe una sola definición del mismo, nos encontraremos con muchas manifestaciones de lo que se puede interpretar como tal, pero lo que basta saber es que todas apuntan a la oposición fundada en la dominación masculina; esa idea no sólo representa una opinión generalizada sino, además, tiene un argumento sólido por su justificación histórica y objetiva. El Feminismo responde entonces, a una corriente de pensamiento cuyo objetivo en principio es conseguir la igualdad entre mujeres y hombres en todos los ámbitos, negando la falsa idea de la superioridad del varón sobre la mujer, que tan arraigada se encuentra en las sociedades sobre todo en las menos desarrolladas culturalmente: luego con el desarrollo del propio movimiento feminista se recupera la importancia de la diferencia.
Con la revolución francesa sin duda se logran muchas cosas menos el reconocimiento efectivo de los derechos de las mujeres. La revolución francesa no cumplió con sus demandas.
En cuanto a la historia de género, como corriente historiográfica, nace en la década de los años cincuenta del siglo XX, en la postguerra, cuando la participación femenina logró dejar de estar recluida en los hogares y el trabajo doméstico, para ir en rescate de su dignidad y retomar el lugar histórico que se merece y que siglos de dominación masculina la habían relegado.
La Inglaterra de 1856 presenta entonces un movimiento sufragista bastante significativo. Al tener como aliado a Stuart Mill, se presenta la primera petición del voto femenino en el Parlamento. Fueron varios años de lucha hasta que en 1928 se aprueba el voto femenino. Diez años antes en Estados Unidos ya se había aprobado este derecho.
En 1949 Beauvoir señala que la mujer es definida, limitada y entendida siempre como inferioridad respecto al Otro que es el hombre. La mujer es entendida como el segundo sexo. Su texto es de gran importancia, y la mayor parte de las tesis que contiene aún se encuentra vigente.
El concepto de género nació de los estudios feministas en Gran Bretaña y Estados Unidos y ha tenido como sus principales exponentes a: Johan Wallach Scott, con su obra Gender and the politics of history, Natalie Zemon Davies, autora de Women on the margins, así como a Leonor Davidoff, Catherine Hall, entre otras.
… se consolidó la tendencia general a considerar que el sexo es una condición meramente orgánica que corresponde a la biología, mientras que el género es un concepto sociocultural e histórico (Colin Azahar , Castro Cruz, Mendoza Muciño, & Romero Guevara, 2009).
En el desarrollo y construcción de los movimientos feministas y en la teorización de la perspectiva de género, el tópico de “la igualdad vs la diferencia” es muy significativo ya que esta muestra el proceso evolutivo de la teoría o teorías feministas.
El desarrollo teórico de la perspectiva de género inicia con la exigibilidad del reconocimiento igualitario entre hombres y mujeres. Los movimientos activistas buscan la igualdad. Y el trabajo teórico se circunscribe en esto. Sin embargo, con el desarrollo del propio movimiento feminista se logra superar esta etapa para pasar ahora al reconocimiento de la diferencia por lo que el trabajo ahora consiste en el establecimiento de la igualdad desde la diferencia. Y esto para lograr entre otras cosas una igualdad sustantiva. Todo este desarrollo teórico pasa por las diferentes olas del feminismo que a la fecha son tres. La primea ola que inicia en el siglo XIX (1800) desarrollada principalmente por Inglaterra y Estados Unidos. La lucha de las mujeres se centra en la obtención de sus derechos políticos y en especial, en el derecho al voto. La segunda ola, a mediados del siglo XIX sobre que dura aproximadamente de tres a cuatro décadas se lucha por la eliminación de la desigualdad de facto entre hombres y mujeres, así como los derechos de la sexualidad de la mujer. La tercera ola del feminismo se da a partir de 1989 con la publicación de Becoming the Third Wave de Rebecca Walker, se trata del reconocimiento de la diversidad de lo femenino. Aparece la teoría Queer, que se caracteriza por rechazar la clasificación de los individuos en categorías universales y fijas y finalmente algunas teóricas consideran que en estas fechas representan ya el inicio de una cuarta ola, marcada quizá, por la importante protesta a los cambios misóginos que realizó Trump al inicio de su mandato.
Es indudable que hoy la teoría feminista ha absorbido elementos de nuevas propuestas de las teorías sociales velando así su complejidad. Complejidad que apunta a una realidad no simple y que se manifiesta fenoménicamente en la siguiente situación contradictoria: por un lado tenemos el avance y evolución de los movimientos femeninos, el importante desarrollo de la normatividad internacional y nacional sobre el respeto y exigibilidad de los derechos humanos de las mujeres pero por otro, contamos con la presencia de feminicidios, el lamentable aumento de estos, el aumento también de la violencia domésticas y muchas otras situaciones nuevas de violencia de género.
Es por ello que creemos que más que desarrollar la cuarta ola, la misma teoría de género requiere a su vez una deconstrucción para desde un nuevo paradigma poder atacar los nuevos problemas que las mujeres enfrentan.
Desde el punto de vista historiográfico lo más importante de los movimientos femeninos fue que:
El feminismo fue clave para estimular el interés y generar enfoques analíticos acerca de la historia de las mujeres (…) La idea de que las mujeres deberían de disfrutar, en todos los casos, de las mismas ventajas que los hombres impulsó a las investigadoras feministas a recuperar la historia no contada de las vidas de las mujeres en el pasado, a revelar las razones de la subordinación de las mujeres y a preguntarse acerca de la aparente omisión o exclusión de las mujeres en el relato histórico (Rose, 2012).
Tanto la lucha fáctica de las mujeres como el desarrollo teórico de la teoría de género logran que los reclamos femeninos se establezcan en las normatividades jurídicas. Esto se inicia principalmente después de la Declaración de derechos humanos de la ONU en 1948, para proteger los derechos y libertades fundamentales de las mujeres, se han creado entonces, instrumentos internacionales específicos, donde se reflejan las demandas, deseos y necesidades de los distintos movimientos de las mujeres en el mundo y que los mecanismos internacionales generales no han especificado.
Dentro de los principales instrumentos se cuenta con:
1. La Declaración sobre la protección de las mujeres y los niños en estados de emergencia o en conflicto armados, proclamada por la Asamblea General el 14 de diciembre de 1974.
2. Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW). Tratado Internacional de Derechos Humanos adoptado en Nueva York, en 1979. Entra en vigencia el 03 de septiembre de 1981. Es el instrumento internacional vinculante más importante para la defensa de los derechos de las mujeres. Recoge una serie de obligaciones impuestas al Estado, desde el lado legislativo, político, judicial y cultural para prevenir, juzgar y sancionar la discriminación contra la mujer, así como garantizar el goce y ejercicio de derechos en igualdad de condiciones que el hombre.
3. Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer adoptado después de Viena el 20 de diciembre de 1993. Se reconoció que la violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos.
4. Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer (Convención de Belem Do Pará). Fue adoptada el 09 de junio de 1994 en la ciudad de Belem do Pará, Brasil. Reconoce la violencia como: “una violación de derechos humanos y libertades fundamentales”
5. Protocolo facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, 1999, un instrumento jurídico que, aprobado en 1999 por la Asamblea General, completó el marco internacional de Protección de los Derechos Humanos de las mujeres.
6. La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing. Medidas adoptadas en la IV Conferencia Mundial de las Mujeres, en Beijing el 15 de septiembre de 1995. Se reconoció que la violencia contra las mujeres es un obstáculo para lograr los objetivos de igualdad, desarrollo y paz, amén de que menoscaban el disfrute de derechos fundamentales, y que en la parte que nos interesa obliga a los países firmantes a:
Revisar las leyes nacionales incluidas las normas consuetudinarias y las prácticas jurídicas en las esferas del derecho de familia, el derecho civil, penal, laboral y comercial con objeto de asegurar la aplicación de los principios y procedimientos de todos los instrumentos internacionales de derechos humanos pertinentes mediante la legislación nacional, revocar cualesquiera leyes restantes que discriminen por motivos de sexo y eliminar el sesgo de género en la administración de justicia (Informe de la cuarta conferencia Mundial sobre la mujer, 1995).
A partir de estas declaraciones, convenciones y plataformas, los diversos países han tratado de homologar sus leyes. En México, por ejemplo, se cuenta ya con algunas leyes de protección a los derechos humanos de las mujeres de las cuales destacan:
La ley general de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, así como los respectivos reglamentos: Reglamento de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Y el Reglamento para el funcionamiento del Sistema Nacional para Prevenir, atender, Sancionar y Erradicar la violencia contra las Mujeres.
Se cuenta También con la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres entre otras importantes normatividades.
Las mujeres han salido a reclamar su espacio merecido en la historia y el empoderamiento que genera los cambios ayudan a la construcción de una sociedad más respetuosa que adquiere conciencia, lo que se traduce en marcos jurídicos, que hacen viable la educación, reeducación, difusión y legislar con perspectiva de género.
Legislar con perspectiva de género, es un tema incipiente en México, que coadyuva a proponer opciones de igualdad. La legislación neutral no funciona, y el Estado Mexicano debe aún generar los marcos de actuación jurídica de igualdad, es cierto que entre hombres y mujeres existen diferencias biológicas y que implica realizar una discriminación positiva, la perspectiva de género debe de establecer diferencias en las leyes, pero ello nunca en perjuicio de las mujeres, por el contrario en su beneficio, como se contemplan en las leyes laborales, que impiden el trabajo de las embarazadas en condiciones insalubres, que le otorgan además, periodos de lactancia e incapacidad por maternidad, pero falta más. Toda ley debe tener una perspectiva que imponga cargas favorables especiales, es decir, se requiere un desequilibrio en la ley para hallar equilibrio, sirva para ilustrar lo anterior, pensar en la balanza o báscula, cuando se quiere pesar un objeto, se coloca en el plato mientras que por el brazo, se desliza una pesa acercándola o alejándola hasta que equilibra; ese el sentido de justicia de la ley, es la perspectiva de género, actuar como una balanza a efecto de compensar mayores pesos que más que el género, la cultura de la sociedad ha impuesto como carga a las mujeres.
Sin duda creemos que tanto legislar como juzgar con perspectiva de género abona en mucho al trabajo de respeto a los derechos humanos de las mujeres y a crear un mundo de igualdad desde la diferencia. Sin embargo, no creemos que la solución se encuentre solo en el derecho, pues como ya hemos señalado, el problema de la violencia de género y el no reconocimiento sustantivo de los derechos de la mujer apunta a un problema complejo y como tal su solución remite a algo más que derecho.
Al término del s. XX y con los inicios del presente, el discurso psicoanalítico ha tenido también un importante desarrollo gracias a las teorías de género y a las teorías del Queer.3 . Autoras como Julia Kristeva y Silvia Tubert han señalado que más allá del dominio fálico, la alteridad femenina es un recurso para la liberación.
De acuerdo a los movimientos Queer la relación heterosexual establece pautas aparentemente normalizadoras y contribuye al mantenimiento de cierta hegemonía, pero, esa heterosexualidad, así como la referencia inamovible de la concepción falo céntrica, no constituye para el psicoanálisis una condición esencialista estructural.
En estos nuevos acercamientos al Psicoanálisis, se parte de tomar en cuenta que el cambio de percepciones y expectativa entre los sexos implica cambios en malestares y síntomas. La clínica parte de una posición femeniidnte corporizada.
Muchas de las explicaciones a los problemas entre los sexos, señalan el problema de la supuesta unidad o complementariedad en las relaciones sexuales, cosa que no es así porque el encuentro entre los sexos es contingente y sin garantía por la sencilla razón de que los distintos sexos apuntan a distintas formas de gozo.
De acuerdo con Tubert, La estructuración de lo femenino y lo masculino se funda en la pura diferencia, (…) pero, la cultura encarna esa diferencia en el cuerpo de la mujer que se convierte en su signo (Tubert, 1988). Se produce un imaginario que sin ser vacío contiene algo más que el imaginario masculino-femenimo.
La teoría psicoanalítica reproduce, en cierto modo, ese gesto de la cultura al hacer de la sexualidad femenina el locus del enigma, que es el enigma de la diferencia entre los sexos.
Tanto la masculinidad como la feminidad resultan de una operación simbólica de división, que crea lugares vacíos a los que se asignan caracteres o rasgos contingentes, históricos, en tanto esa marca simbólica, al inscribirse en los cuerpos, produce efectos imaginarios. Sin embargo, tales lugares no se presentan efectivamente como vacíos y su contenido no es exclusivamente imaginario (Tubert, 1988).
Las imágenes de mujer, sexualidad y sexualidad femenina se construye a partir de prácticas culturales basadas a su vez, en imágenes y símbolos culturales, y es desde la clínica del psicoanálisis feminista y postmoderno, que se puede desentrañar dicho símbolos e imágenes para explicar las construcciones fantasmáticas del deseo con referente al Otro y desde el análisis de los casos singulares, develar el sentido que conforma el ser humano femenino, evitando siempre significaciones fijas y esencialistas.
Desde una postura coherentista de la verdad, el hablar continuo de las mujeres podrá situarlas como sujetos en procesos de aspiración.
Hay que evitar la caída nuevamente de sintetizar la diferencias en el Uno, una visión untaría univoca que siempre es falaz e ilusoria.
Se trata de superar la concepción de la supuesta certeza de la razón y con ello superar a su vez los fracasos de la Ilustración cuyas implicaciones se están viviendo.
Tubert es consciente de que concebir la diferencia sexual en otros términos es totalmente posible, pero, no es tan seguro que tal cosa sea tan fácil de pensar en nuestra cultura actual (Tubert, Mujeres sin sombra: maternidad y tecnología, 1991)4 .
Aquí también vale la pena mencionar, aunque sea de forma breve el importante trabajo de psicoanálisis que lleva acabo Luce Irigaray. Para esta autora partiendo de un avance del pensamiento freudiano desde su trabajo de asimilación del orden simbólico, conduce a la diferencia del imaginario. Del orden simbólico al orden masculino conduce a la predicación de la diferencia, que sólo será asimilable, a su vez, al imaginario femenino (Irigaray, 1994) 5
La mujer como sujeto de su propio deseo debe traspasar el imaginario femenino. Este traspasar Irigaray lo asocia a la morfología sexual de la mujer que apunta a un hablar-mujer (parlar femme) que termina siendo el hablar de la diferencia. A la mujer hay que escucharla de manera diferente para oír un `otro significado´ que esta constantemente en el proceso de entretejerse, al mismo tiempo abrazando incesantemente las palabras y, así, desechándolas para impedir que se conviertan en algo fijo, inmovilizado (Irigaray, 1994).
Siguiendo a Heidegger con respecto al olvido del ser, Irigaray trabaja también en esta línea y es así como vemos en la Éthique de la différence sexuelle que se accede al ser desde la diferencia sexual; el desvelamiento del ser es el desvelamiento del ser femenino prediscursivo y previo al discurso logo-falo-céntrico. Y lo más importante en el pensamiento de Irigaray es que no hay ética posible sin ese ser en el origen.
En el olvido del ser tiene lugar el olvido del aire, de aquel fluido que en la madre es dado sin nada a cambio junto con la sangre y que renovadamente se ofrece como profusión natural en el alumbramiento, que hace gritar de dolor: dolor por la desolación de que aquello que viene al mundo y que ha de vivir sin la protección de otro cuerpo. Nunca termina el duelo por la pérdida del acomodamiento intrauterino, que el hombre, en una nostalgia fundamental para él, tratará de sofocar por medio de sus obras: como constructor de mundos, de cosas y de ese sistema que le hace ser realmente humano: el lenguaje” (Irigaray,1984).
Esto desde lo ontológico, y a partir de allí participar del género humano desde la diferencia sexual siendo esta la única diferencia universal.
Una de las ultimas conclusiones de Irigaray señalan que:
… el encuentro entre una mujer y un hombre puede alcanzar una dimensión de universalidad si tiene lugar en la fidelidad de cada uno a su género; o más claramente: (…) las mujeres necesitan una cultura adaptada a su naturaleza, (…) el género humano non puede elaborar una civilización sin preocuparse de representar válidamente los dos géneros que realmente es y garantizar la comunicación entre ellos, no solamente en la forma de transferencia de informaciones, sino de intercambios intersubjetivos. (Irigaray, 1992).
Todo esto conlleva a la imperiosa necesidad de recoger por escrito los derechos y los deberes correspondientes a las distintas identidades desde el interrogante de Irigaray: ¿Cuándo, entonces nos haremos mujeres?
Hemos visto que tanto el machismo y la visión falocentrista que conlleva, se da desde la antigüedad, incluso, quizá, más allá de esta, sin embargo, aún en la época moderna continúa con fuerza esta visión parcial de la realidad, mucho de esto se puede ver en lo cultural, en la religión y en las ciencias como es el caso de la visión falocentrica de la psicología de Freud. Es, solo, en las décadas recientes que las voces de las mujeres están siendo escuchadas.
Los cambios experimentados con la ruptura del absolutismo y también con la disolución de lo ridículo de la infalibilidad de la Iglesia, aunado al pensamiento liberal, el socialismo y en general a la lucha por las libertades, tenía que calar hondo en las conciencias para comprender, que la historia del género humano no era exclusiva de los hombres, ni las mujeres eran una incubadora reproductora o una cosificación con una función de ornato. El respeto a los derechos humanos y las libertades se han ganado, pero en el caso de las mujeres esa lucha ha sido más larga, lucha que inicia con mayor fuerza a partir de la segunda mitad del siglo XX.
En la actualidad existe un mayor respeto por las mujeres, pero sigue existiendo tanto grupos que se resisten al cambio como fenómenos en retroceso, violaciones, torturas, feminicidios, que indican que la lucha contra todo tipo de violencia debe continuar. Todavía hay mucho por trabajar en los retos que aún tenemos: la educación de los menores, salud, alimento y vivienda para las mujeres más desfavorecidas. El acceso real a la información y a la política, y en especial a la reeducación de niñas, niños y adultos que debe ser el motor del cambio. Trabajar en la construcción de una nueva cultura de valores basados en la justicia cotidiana, la cooperación y el importante reconocimiento de las olvidadas, generando con todo esto, respeto a las mujeres y tolerancia absoluta a todas las formas de pensamiento.
Los reclamos femeninos, finalmente se han escrito en el derecho internacional de los derechos humanos de las mujeres y los países están poco a poco adaptando su legislación y reconociendo las obligaciones convencionales y constitucionales en el todo del sistema jurídico. Lograr la igualdad desde la diferencia va a depender en parte de legislar y juzgar con perspectiva de género. Hay que hacer evidente la necesidad de una protección especial a la mujer en lo que sería una discriminación positiva. La Organización de las Naciones Unidas impulsa la legislación de una perspectiva de género al señalar:
Varios países han adoptado una legislación neutral con respecto a las cuestiones de género, que es aplicable tanto a mujeres como a hombres. Sin embargo, esa legislación puede ser objeto de manipulación por parte de quienes perpetran delitos de violencia. Por ejemplo, en algunos países se ha enjuiciado a las propias mujeres supervivientes de violencia por su incapacidad para proteger a sus hijos de la violencia. Asimismo, la legislación neutral con respecto a las cuestiones de género ha tendido a dar prioridad a la estabilidad de la familia por encima de los derechos de las personas demandantes/supervivientes (predominantemente mujeres) porque no refleja ni aborda específicamente la experiencia que las mujeres tienen de la violencia cometida contra ellas(División para el Adelanto de la Mujer del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, 2010).
Por otra parte, la ciencia tampoco ha jugado un papel neutral a lo largo de la historia y requiere también de su desarrollo genérico que junto con la legislación en derechos humanos de las mujeres contribuya a formar un mundo realmente humano.
En el campo del psicoanálisis varias científicas como Julia Kristeva, Silvia Tubert y Luce Irigaray, han contribuido en el desarrollo de una clínica con perspectiva de género.
Desde el punto de vista historiográfico, lo importante de los movimientos feministas es que:
el feminismo fue clave para estimular el interés y generar enfoques analíticos acerca de la historia de las mujeres (…) La idea de que las mujeres deberían de disfrutar, en todos los casos, de las mismas ventajas que los hombres impulsó a las investigadoras feministas a recuperar la historia no contada de las vidas en el pasado, a revelar las razones de la subordinación de las mujeres y a preguntarse acerca de la aparente omisión o exclusión de las mujeres en el relato histórico (O. Rose, 2012 p.22).
Es importante valorar no sólo el acudir a las urnas y la conquista de peldaños en la política, sino también valorar el importante performance del poder y control de nuestra sexualidad en todos los ámbitos internos y externos.
Ya es tiempo de predicar en voz alta sexualidad femenina y el goce de esta como una característica que construye la identidad femenina en la diferencia y cuyo significado no solo debe estar recogido en las leyes sino en la fenomenología de lo cultural.
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