Francisco Ramirez Varela*
Universidad de las Américas
Email: framirezv@udla.cl
Resumen
Se partirá por revisar los diferentes conceptos de juventud, desde diversas perspectivas vinculadas a las ciencias sociales, desde los procesos históricos demográficos, el desarrollo biopsicosocial o sus implicancias sociales, desde donde se le dotado de innumerables significados, que termina por construir un concepto vago. Es por ello que revisara diferentes distinciones de juventud y como conllevan a la construcción de la misma, lo anterior por la importancia no sólo de su conceptualización, sino que, también entendiendo la necesidad de contextualizar estas concepciones para su desconstrucción y reconstrucción teórica, para encontrar elementos que aporten una nueva mirada.
Abstract
You will depart by reviewing the different concepts of youth, from different perspectives related to the social sciences, from the historical demographic processes, biopsychosocial development or social implications, from where are you endowed of innumerable meanings, that ends up building a vague concept. So that review different distinctions of youth and how they entail the construction of it, that by the importance not only of its conceptualization, but that also understood the need to contextualize these conceptions for your deconstruction and reconstruction theoretical, to find elements that can provide a new look.
Juventud – Cultura Juvenil – Políticas Publicas
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Francisco Ramirez Varela (2019): “Entendiendo a la juventud: una desconstrucción conceptual necesaria”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (abril 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/cccss/2019/04/entendiendo-juventud.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/cccss1904entendiendo-juventud
Cuando iniciamos un trabajo de investigación, reflexión o cualquier documento de carácter académico sobre el tema de juventud, nos adentramos a la búsqueda de sus concepciones y las diferentes miradas que existen sobre los jóvenes, perdiéndonos en un entramado de definiciones y conceptos, que reflejaran diferentes posiciones y perspectivas sobre los jóvenes.
El término juventud suele usarse frecuentemente para describir grupos humanos en relación a su distribución demográfica, el desarrollo biopsicosocial o sus implicancias sociales. En sus formas más comunes se teje toda la mitología, matizada por los tiempos, que caracteriza a los jóvenes como si fueran intrínsecamente rebeldes, aventureros, idealistas, irresponsables, ligeros, o románticos. Es por ello que el trabajo de conceptualización de la juventud no es fácil; sobre todo porque se trata de un término que ha sido utilizado por el sentido común, con tanta frecuencia, dotándolo de innumerables significados, que termina por construir un concepto muy vago. Se intentará revisar diferentes distinciones de juventud y como conllevan a la construcción de la misma, lo anterior por la importancia no sólo de su conceptualización, sino que también entendiendo la necesidad de contextualizar estas concepciones para su desconstruccion construcción teórica.
Los diferentes enfoques de las ciencias sociales acerca de a la juventud, son tendenciosos respecto a la forma en que se han abordado y realizado los diferentes estudios acerca de los jóvenes, tendiendo a recorrer el camino de situarse como el observador social del objeto hasta la construcción misma del sujeto, todo ellos en base a los elementos que nos permitan esta deconstrucción de lo que se ha entendido por juventud y a si reconstruir elementos que aporten una nueva mirada.
A.1. La Juventud en la Historia
No podemos alejarnos de la revisión conceptual de la juventud sin su ubicación en la misma dentro de la historia. La revisión histórica de la juventud debe de realizare a partir de dos supuestos básicos en cuanto a su rol en la historia. El primero de ellos es el concepto de juventud como un constructo social, entre otras cosas definido por los procesos históricos y los roles en que se insertan los jóvenes. Lo segundo es que como desarrollo de los jóvenes, nos encontramos con los procesos de socialización, por lo que no podemos obviar en los análisis socio históricos, que los espacios de socialización son dinámicos, cambiantes junto con los contextos sociales.
Dicho lo anterior concebiremos que a través de la historia los procesos que viven los jóvenes, la construcción de la imagen y concepto de la juventud, como un aporte no sólo para entender el proceso histórico, sino que también para aterrizar a visiones más contemporáneas de la juventud.
Mario Sandoval (2005), hace un amplio escrutinio de la “Visión histórica de los jóvenes”, donde sin ánimos de hacer una duplicidad de textos, es importante rescatar algunos hechos ahí analizados, en especial con la mirada de algunas etapas históricas. De todas maneras cabe destacar el enfoque que realiza Carlos Feixa (2008), en cuanto a los modelos de juventud correspondientes a tipos distintos de sociedad, destacando la necesidad de cruzar con otras distinciones sociales para su comprensión.
Ya en las sociedades primitivas se hacía una relación de la juventud con la distinción de “púberes”, asociado a la pubertad que marca la transición del niño hacia el mundo adulto, “Lo único que comparten la mayoría de estas sociedades es el valor otorgado a la pubertad como linde fundamental en el curso de la vida, básico para la reproducción de la sociedad en su conjunto” (Feixa, 2008). Estas situaciones aún están presentes en algunos tipos de sociedades tribales, con características primitivas, ampliamente analizada la antropología clásica por Mead o Levi-Strauss, entre otros.
En los cimientos de la historia, en la antigua Roma la mitología y la historia asocian la descripción de nacientes grupos o “bandas” de jóvenes entre ellos denominados los “lupercales”, que entre sus ritos y fiestas ocupaba un lugar destacado la Diosa Iuventus (Sandoval, 2005). De ahí el origen etimológico del concepto juventud, el que también es asociado a la raíz “iuvenis” interpretado como el ser un apoyo productivo a la sociedad.
La participación de los jóvenes en acciones bélicas, en las diferentes etapas de la historia, marcaba muchas veces un rito iniciativo entre la juventud y la vida adulta (Sandoval, 2005). Partiendo de los anterior hechos no podemos negar entonces el ro protagónico d los jóvenes en la historia, como medición de hechos relevantes que están presentes sino como actores colectivos, también desde la subalternidad de ellos, teniendo si roles activos en los contextos historiográficos.
A.2. La juventud como dato demográfico
La demografía, como rama disciplinar que estudia las poblaciones humanas, considerando el factor de la edad, junto con el sexo, como uno de los principios de la organización social, siendo estos uno de los aspectos más básicos de la sociedad (Feixa, 1996). En este sentido diferentes estudios desde esta perspectiva encierra a la juventud como un conjunto definido por su edad, haciendo énfasis en la condición etaria. La fuente más utilizada ha sido la de Naciones Unidas, que define a la juventud como todas aquellas personas que tienen entre los 15 y los 24 años de edad. Claro está, que esta definición no acaba con la complejidad del sujeto aludido. Sin embargo, resulta de gran utilidad estadística y cuantitativa (Riveros, 1995).
Si bien las estadísticas pueden aportar datos y ayudar a cuestionar ciertos prejuicios y mitos, con todo, es conveniente ser cauteloso ante una realidad que es heterogénea, y estar prevenido frente a la búsqueda de estereotipos que desconocen la diversidad existente entre los jóvenes. “La juventud aparece como un concepto poco claro en la medida que engloba bajo un mismo rótulo a un conjunto social muy heterogéneo (….) muy distinta es la situación de jóvenes urbanos y rurales, de jóvenes de grupos socioeconómicos carenciados respecto de otros que viven en hogares de mayores ingresos, de jóvenes de 15 a 19 años en contraste con otros de 20 a 24 o de 25 a 29 años, de jóvenes con poca o mucha educación formal, de jóvenes mujeres en relación con jóvenes hombres, de jóvenes indígenas y afrodescendientes y el resto.”(CEPAL, 2008)
Por esta razón, no se puede establecer un criterio de edad universal que sea válido para todos los sectores y todas las épocas: la edad se transforma sólo en un referente demográfico, siendo una de las claves su consideración como construcción cultural de un grupo humano etáreo, tal como afirma Bordiue (2002) "la edad es un dato biológico socialmente manipulado y manipulable"
A.3. La juventud desde lo biosicosocial
Las definiciones que se basan en criterios psicológicos, entienden a la juventud como una etapa de cambios bio-sico-sociales tendientes a la definición de una identidad adulta. Es desde esta perspectiva que la conceptualización de la adolescencia y juventud, con delimitaciones en ambas no del todo claras, se combinan y mezclan, dependiendo de los enfoques utilizados para esos efectos, causando una duplicidad de conceptos e imprecisiones en el momento de no solo insertar la juventud en un grupo etáreo demográfico, sino que también al intentar expresar los cambios de cada etapa y los reflejos de los mismos en la construcción de la identidad de los jóvenes.
Disciplinariamente se le ha atribuido y endosado la responsabilidad analítica a la psicología de la adolescencia, en los límites del entendimiento de la juventud, en la perspectiva de un análisis y delimitación partiendo por el sujeto particular y sus procesos y transformaciones, siendo “una de las perspectivas que ha tenido mayor impacto en el imaginario social sobre la vida de las personas jóvenes: la juventud como problema, como etapa de crisis y presencia común de patologías” (Alpizar, 2003). Es así que es preciso distinguir la adolescencia como un concepto paralelo a la juventud, que es contenida en ella misma, pero delimitada por la psicología, de acuerdo a diversas características y categorías, encontrándonos con la psicología del desarrollo, el psicoanálisis y el desarrollo del “yo”, hasta la psicología social, que remite a los proceso psicosociales de los jóvenes. Es en esta última perspectiva que lo juvenil nos remite al proceso psicosocial de construcción de la identidad y lo cotidiano, al contexto de relaciones y prácticas sociales, en las cuales dicho proceso se realiza, con anclaje en factores culturales y socioeconómicos. Se incorpora una conexión directa con el tipo de vida cotidiana que define la vivencia del período juvenil según sean las características socio-espaciales del lugar de residencia y las condiciones socioculturales y económicos generales que marcan la cotidianeidad y la vivencia de los jóvenes, donde se reconoce la heterogeneidad de lo juvenil a partir de las diferentes realidades cotidianas en las que se desenvuelven las diferentes formas de juventud.
La etapa juvenil, es un proceso de construcción de identidad que busca cierto reconocimiento social. Una primera característica socialmente significativa la constituye la ampliación de los medios en que se desenvuelve la vida juvenil, respecto de la vida infantil y la adulta. Si la vida familiar es la referencia fundamental en la niñez, la centralidad que tienen otros espacios sociales en la vida juvenil son claramente distintivos, en ellos podemos distinguir tres dimensiones significativas de las relaciones sociales en que se desenvuelven procesos específicamente determinantes de la vida juvenil (Cottet, 1994):
a).- El grupo de pares. Esto es el grupo de amigos, el espacio horizontal de iguales en que las relaciones cara a cara permiten el flujo de información, el ejercicio evaluativo de situaciones, el aprendizaje de lo que “no se habla públicamente”
b).- El grupo de referencia. Aquel referente más amplio en el que los jóvenes pueden reconocerse y ser reconocidos. Ser estudiante secundario, ser joven poblador, pertenecer a una “barra brava”, adscribir a las dinámicas culturales conocidas como “tribus urbanas” (punks, trashers, artesas, etc)
c).- La generación. Es quizás el espacio vivencial más general por lo mismo conecta la vida cotidiana de los jóvenes con referentes sociales más globales.
A.6. La Generación
La juventud ha sido identificada desde su referente demográfico y/o legal bajo un criterio de edad universal, donde, si bien es cierto los universitarios están dentro de determinados rangos de edad, hay más características que suman su distinción como población juvenil, que simplemente el ser mayores de dieciocho años. Se entiende muchas veces que cuando se habla de generación se hace referencia a un grupo de edad, en este caso al grupo de jóvenes; pero la generación va mas allá de esta característica, es la época en que cada individuo se socializa, es decir se remite a la edad pero procesada por la cultura y la historia. (Margulis, 1998).
Podemos inferir de lo anterior que las diferencias generacionales están ligadas a las diferencias y a las herencias de cada generación en donde “existen los relatos, la memoria social, la experiencia trasmitida, pero, sin embargo, cada generación se presenta nueva al campo de lo vivido, poseedora de sus propios impulsos, de su energía, de su voluntad de orientar sus fuerzas” (Margulis, 1998). Estas experiencias y memoria social van referidos a las demandas históricas, que han sido trasmitidas de generación a generación, pero con diferencias en el plano de la memoria.
Si bien es cierto al utilizar el concepto de generación, también “ha servido para construir algunos estereotipos sobre la gente joven de determinada época” (Alpizar, 2003). Las diferentes generaciones generalizan las características de la juventud acorde a su contexto y a sus características diferenciadores, las que se construyen a partir de su inserción social, caracterizada por sus formas de participación y socialización. Hay que destacar que las generaciones no son estructuras cerradas inalterables, sino solo referentes simbólicos que apoyan a identificar a los actores socializados en unas mismas coordenadas temporales (Feixa, 2000).
La historia del siglo XX puede verse como la sucesión de diferentes generaciones de jóvenes que irrumpen en la escena pública para ser protagonistas en la reforma universitaria, la revolución, la guerra, la paz, el rock, el amor, las drogas, la globalización o la antiglobalización. Sin embargo diferentes estudios realizados o ensayos, son realizados con la intención de clasificar y describir características generacionales, los cuales parten en su gran mayoría desde una visión adultocéntrica, desde una mirada desde el “mundo de los adultos”, que refleja la visión de pasividad e inactividad de la juventud. Esto porque en general se realiza la comparación de las generaciones propias.
A.5. La Cultura de lo juvenil
El término “cultura juvenil” surge en función de la juventud como nuevo sujeto social, en los sucesos que tienen lugar en el mundo occidental a finales de los años ’50, y que se traduce en “la aparición de la “microsociedad” juvenil, con grados significativos de autonomía con respecto a las instituciones adultas, que se dota de espacios y de tiempos específicos.” (Feixa, 1995). Los estudios incluyen desde la descripción de las pandillas, como base de la relación delictual de los jóvenes, hasta los fenómenos cambiantes, influenciados por la industria cultural, los cuales generan cambios de actitud especialmente en la música y otras prácticas sociales expresivas.
De acuerdo a Zarzuri (2002), las relaciones entre juventud y cultura se han centrado en tres enfoques centrales al momento de articular estos conceptos. El primer enfoque está asociado a la Escuela de Chicago, que se va a enfocar en las transformaciones que afectan a la ciudad como resultado de la modernización industrial. Un segundo enfoque surge asociado con el rock, el cual se convertirá en el centro de una nueva “cultura juvenil” asociada a la música, y que será absorbida por las industrias culturales. Por último, un enfoque relacionado con el concepto de contracultura juvenil, destacándose u oposición de las culturas juveniles a la racionalidad propia de las sociedades modernas.
Los conceptos utilizados para hacer referencia a la “cultura juvenil”, son diversos. Podemos así observar los términos de “subcultura”, “contracultura”, “nueva cultura”, los cuales parecen estar repitiendo el juego “clasificatorio” de un fenómeno. De esta manera Carlos Feixa (1995) explica que “la reacción juvenil es entendida como contracultura, bien podría decirse que se trata de un rechazo a las instituciones de la modernidad…pero no se sitúa en una acción “contra la cultura”, sino contra aquellos saberes-instituciones que enmascaran el poder. Por otro lado, agrega el mismo autor, que si aceptamos designar a las prácticas sociales de los jóvenes como subculturas, “implícitamente aceptamos también una concepción “desarrollista” o de “minoría de edad”. A su vez, Eric Hobsbawn se refiere a la cultura juvenil como la matriz de la revolución cultural del siglo XX, visible en los comportamientos y costumbres, pero sobre todo en el modo de disponer del ocio; que si bien es cierto son catalizadores del cambio, a la vez también, bajo un efecto muchas veces perverso, son un descubrimiento para un mercado juvenil de la industria cultural. Como bien señala Feixa (1995), habrá que designarles simplemente, “culturas juveniles”.
Los estudios culturales sobretodo hacen referencia a los cambios que se producen en la juventud y en su práctica social. Esta práctica social, relacionada permanentemente con la “ruptura que se ha producido entre las generaciones adultas y las generaciones jóvenes” (Mead, 1971). Esta ruptura acrecentada por los rasgos de la modernidad y la globalización, son los que afectan a las relaciones sociales antes descritas como generación, en donde la mayoría de la población que transita por la juventud se ve expuesta a la diversidad de prácticas sociales. En ella los jóvenes encuentran las prácticas que para ellos sean representativas, de esta forma reflejan estilos y actitudes, por ellos elegidos y con los cuales se sientan identificados.
En ese sentido, Maffesoli (1998), habla de una complejidad de la cultura dentro de los jóvenes, llevándolos a un proceso de tribalización de la sociedad moderna, donde se da el surgimiento de, las por él denominadas, «tribus urbanas». Estas formas de socialización se dan con fuertes particularidades y con parecido en la afinidad a estas características por sus integrantes, que reflejan las distinciones entre los grupos de referencia.
Estas características son muchas veces observables en factores movilizadores de estos jóvenes como son por ejemplo la música – en los grupos de hip-hop, metaleros o los cumbieros -, o bien por su vestimenta – góticos, punk -, a como puede ser el deporte – los skaters, a través de clubes deportivos del barrio o las barras bravas -, a como también en factores de carácter fuertemente ideológicos, como es el caso de los mensajes antisistema de los graffiteros o los skinhead; los jóvenes manifiestan así diferentes prácticas sociales, que van adquiriendo su especificidad, dentro de una sociedad compleja, marcando un estilo que se convierte en lo distintivo de las culturas juveniles.
Como menciona Feixa (1995) se da la «manifestación simbólica de las culturas juveniles, expresadas en un conjunto más o menos coherente de elementos materiales e inmateriales que los jóvenes consideran representativos de su identidad como grupo».
En este sentido, las manifestaciones de las prácticas sociales de los jóvenes, por lo general no es una sola forma de expresar su “cultura juvenil”, sino que es un híbrido cultural, utilizado por los jóvenes en búsqueda de su propia identidad. Podemos reafirmar que ante la complejidad que enfrentan los jóvenes con esta suerte de modernización de las industrias culturales, se da un “creciente tráfico entre culturas que origina la globalización indica que la desaparición del vinculo entre cultura y lugar viene acompañado por un entrelazamiento de estas prácticas culturales desarraigadas, que producen nuevas y complejas formas híbridas de cultura”. (Tomlinson, 2001),
En un sentido amplio, las culturas juveniles refieren el conjunto de formas de vida y valores expresadas por los grupos de referencia “en respuesta a sus condiciones de existencia social y material” (Feixa, 1995); quienes se ven afectados por el acceso generacional a la diversidad cultural que existe.
Desde el punto de vista de la antropología contemporánea, Feixa (2008), avanza en la definición de una antropología de la juventud, presentado para tal efecto cuáles debieran ser sus orientaciones principales. El objeto de una antropología de la juventud apunta a una doble dirección: en primer lugar al estudio de la construcción cultural de la juventud (es decir, de las formas mediante las cuales cada sociedad modela las maneras de ser joven); en segundo lugar, al estudio de la construcción juvenil de la cultura (es decir, de las formas mediante las cuales los jóvenes participan en los procesos de creación y circulación culturales). El primer camino, mucho más trillado, se centra en el impacto de las instituciones adultas sobre el mundo juvenil, y puede conducir al estudio transcultural de la juventud y a la crítica de las visiones adultocéntricas y ahistóricas que predominan en buena parte de la literatura académica sobre la misma. El segundo camino, mucho menos explorado, se centra en la influencia del mundo juvenil sobre la sociedad en su conjunto, y conduce al estudio de las microculturas juveniles, entendidas como manifestación de la capacidad creativa y no solamente imitativa de los jóvenes (Feixa, 2008).
A.4. La juventud como objeto y sujeto de las políticas
Desde una mirada de la política, los análisis e interpretaciones de la juventud, tienen varias aristas dialógicas, que derivan desde el enfoque y uso de la política en sí misma. Cabe mencionar que la juventud conceptualmente cobra fuerza en cuanto sea objeto y/o sujeto de la clase política y de las políticas públicas y sociales.
El joven es definido desde la política pública, acorde a su inclusión y en función de los resultados esperados la misma, dentro de lo cual también es considerado en su función evaluativa de las políticas sociales desde los paradigmas cuantitativos, reflejados mayormente como un grupo etáreo definido demográficamente. Es por ello que existen políticas para los jóvenes, políticas por los jóvenes y políticas con los jóvenes. En la primera de ellas, se deduce que las políticas públicas son diseñadas e implementadas desde el mundo adulto sin considerar mayormente la opinión de la gente joven. En otras palabras, el joven se constituye como un objeto de preocupación para la política pública, pero no participa —al menos no de manera regular— como un sujeto activo en la formulación de la misma. (Hein, 2009)
Desde la perspectiva de las políticas de desarrollo social, por lo general el joven es visto como problema del desarrollo, debido a la alta incidencia de desempleo en este grupo, o del consumo de drogas ilícitas, el número embarazos adolescentes, entre otros (Alpizar, 2003). Por ello enfoca la mirada de las políticas hacia los aspectos negativos que conforman el entorno del joven, más que al joven mismo. No deja de ser cierto que los jóvenes enfrentan una inserción laboral más dificultosa; están expuestos a la violencia y la victimización; sus expectativas de autonomía no se les logra concretar; ente otras problemáticas (Roses, 2010). Sin embargo, también es cierto que actualmente se encuentran en una situación más favorable. Por ejemplo en cuanto años de educación, y acceso a las tecnologías, entre otras cosas que le dan mejores oportunidades de desarrollarse que otras generaciones (Alemán, 2010)
Las políticas juveniles en Chile parecieran estar cada vez más distantes de quien es su población objetivo: los jóvenes. A pesar de los importantes avances alcanzados en orden a estudiar las realidades juveniles y a desarrollar una institucionalidad a favor de la población joven, sigue primando en el discurso público un concepto de juventud acotado y adultocéntrico. Los jóvenes son vistos principalmente como un grupo-problema frente al cual se tienden a elaborar e implementar políticas públicas orientadas a su control, generalmente vía el sistema educacional. (Hein, 2009)
No hay que escatimar que la fuerza de las políticas públicas para los jóvenes se canaliza a través de las políticas educacionales, realizando el paralelismo entre ser joven y ser estudiante. Es ahí donde se ha dado énfasis en las políticas públicas en función de los jóvenes, dentro de su inclusión en los diferentes niveles educativos, transversalmente con áreas de salud, ámbito laboral y/o al ámbito de la violencia y lo judicial. Sin embargo muchas de estas políticas son construidas sin contar con su actor principal que es el joven, sumándolo como un estado problema entre la niñez y la adultez.
No obstante lo anterior, hay que reconocer que los estudios de juventud han sido cada vez más influyentes en la construcción de nuevas políticas públicas, sobre todo en la ejecución de sus programas en el ámbito social. Es decir, reconociéndola de alguna manera como un momento clave para la integración social (Alpizar, 2003) y no solo como un ámbito de moratoria a la adultez. Considerando al joven como un agente de cambio, y también como un sujeto de derecho (Hein, 2009). La perspectiva del joven como sujeto de derecho significa que adquieren derechos por el sólo hecho de ser jóvenes.
Esta perspectiva reconoce en si la existencia de políticas con los jóvenes, donde estos son consultados y llamados a participar en su formulación (Hein, 2009), siendo una perspectiva que va tomando cada vez más fuerza y sentido dentro de las políticas sociales, con mayor énfasis en las políticas locales, buscando su posicionamiento en niveles mayores.
La políticas sociales que toman al joven como sujeto, generalmente van acompañadas de movimientos y cambios trascendentes, por lo que cada vez que ciertos sectores juveniles se han visto envueltos en momentos históricos de cambio social, éstos se han vuelto visibles en el espacio público y pasado a servir de referentes sociales para caracterizar al sujeto joven en general (Hein, 2009). Sin embargo, pareciera que en esta perspectiva se deposita en la juventud la esperanza de cambio de la realidad social imperante. (Alpizar. 2003)
En cuanto a la relación que establecen los jóvenes con las políticas públicas, no podemos dejar de pensar en terminologías asociadas a la exclusión social. Pero el concepto de exclusión social no puede ser visto sin su contrapunto: el de la inclusión social, reflejada en algunas políticas públicas. “Lo anterior resulta relevante frente al intento de construir una definición, ya que al parecer no se está hablando de contrarios sino que de polos de un mismo continuo, dos énfasis de un mismo indicador o dos valores de una misma variable, es decir, se está hablando de grados de cercanía a uno de los dos polos. Nunca se está totalmente integrado a todo y nunca se está totalmente excluido de todo”. (Rojas, 2008)
Al respecto la CEPAL y la OIJ (2003), publicaron un documento que refleja los procesos de inclusión social de los jóvenes en América Latina, sin embargo, también destaca las paradojas de la juventud, en cuanto a mayores facilidades y los aparentes accesos que tendría a las políticas estatales, pero a la vez, como se le cierran otras oportunidades para acceder a ellas. Esto refleja la paradoja de las políticas sociales hacia la juventud, que excluye a sus propios actores sociales.
A.7. La construcción Social de la Juventud
La noción de la construcción social de la juventud, parte de elementos de interacción social y el lenguaje en la construcción de la realidad, que van a ser propios en los jóvenes. Los diferentes enfoques conceptuales multiplican las realidades interpretativas de la juventud, sin embargo, como se ha mencionado desde el principio, esto sirve para alimentar las nociones básicas que nos permiten entender a lo juvenil, colocando los cimientos de una realidad queconstruye socialmente.
El constructo social se da por los participantes en una cultura o sociedad particular que existe porque la gente accede a comportarse como si existiera, o acuerdan seguir ciertas reglas convencionales, o a comportarse como si tal acuerdo o reglas existieran. (Berger y Luckmann, 1986). La base de lo anterior consiste en destapar las maneras en las cuales los individuos y los grupos participan en la creación de su percepción social de la realidad. Implica mirar las maneras como son creados, institucionalizados los fenómenos sociales, y hecho en tradiciones por los seres humanos. La realidad social construida se considera como en curso, proceso dinámico; la realidad es reproducida por la gente que actúa en sus interpretaciones y su conocimiento.
En el abordaje de los temas juveniles hay que hacer énfasis que cada vez que se configura un intento de avanzar en la comprensión del fenómeno juvenil, vamos creando parámetros que son variables y cambiantes, acorde a las realidades de los propios jóvenes. Van variar las miradas que hay sobre la juventud, siendo dependiente de quien otorga la mirada en si de los enfoques epistemológicos con que queramos entender a esta población. Así, lo que “se pone en duda con esta interrogante, planteada desde las mismas ciencias sociales, es la existencia de un objeto teórico juventud que problematice la realidad jóvenes, e integre con ello un marco de análisis para su comprensión” (Brito, 1998).
Existe cierto consenso que una interpretación de ciertos investigadores, que construyen a la juventud desde una mirada adultocéntrica, que intenta interpretar lo juvenil, de etiquetar los fenómenos juveniles, para así poder comprenderlos. La construcción conceptual de los jóvenes se da por las miradas de los investigadores adultos que normalmente centramos nuestros enfoques analíticos en el que no es la juventud, en lo que debería ser y en lo que quisiéramos que fuere. Se construye así un ideal social de lo que se espera que sean o no sean los jóvenes, teniendo como referencia la cultura hegemónica adultocéntrica, que interpreta al mundo juvenil centrado en el adulto y en el funcionamiento del sistema con el cumplimiento de roles y estatus (Chávez, 2006).
Al respecto Oscar Dávila (2004), menciona que: “aquello cobra vigencia y sentido, de momento que concebimos la categoría juventud como una construcción sociohistórica, cultural y relacional en las sociedades contemporáneas, donde los intentos y esfuerzos en la investigación social en general, y en los estudios de juventud en particular, han estado centrado en dar cuenta de la etapa que media entre la infancia y la adultez, las que a su vez, también se constituyen en categorías fruto de construcciones y significaciones sociales en contextos históricos y sociedades determinadas, en un proceso de permanente cambio y resignificaciones”.
Es de esta forma que hay que considerar que no es sólo el investigador quien otorga la mirada teórica y epistemológica sobre lo «que es ser joven», sino que también cada sociedad busca definirlo respondiendo a una construcción social y viéndose modificada por los cambios históricos culturales que atraviesan. Se construye así un ideal social de lo que se espera que sean y no sean los jóvenes, teniendo como referencia la cultura hegemónica adultocéntrica, que interpreta al mundo juvenil centrado en el adulto y en el funcionamiento del sistema con el cumplimiento de roles y estatus (Chavez, 2006).
Esta construcción social que interpreta lo que es ser joven, no debe de estar exenta de la construcción que realizan los propios jóvenes, alcanzando así una construcción desde los actores y una conceptualización que nos permita entender las miradas de lo juvenil, en su propia construcción, y en los propios procesos que estos viven.
La conceptualización de los jóvenes permite incluir elementos en la construcción de una mirada para entender los procesos asociados a su desarrollo, y que se abordarán en este estudio, esto en referencia específica de los procesos de socialización y participación que son afectos los jóvenes, así como los fundamentos de su interpretación. Una representación multidimensional de la juventud asume que en el período juvenil tienen plena vigencia todas las necesidades esenciales humanas, por lo que resulta perentorio reconocer tanto la realidad presente como su condición de sujetos en preparación para el futuro.
Es así que esta realidad de la juventud va ser una reproducción social, partiendo de los eventos en que la subjetividad se socializa y la sociedad se subjetiviza como lo obvio y normal. De esta forma se definen los niveles de observación propios de esta realidad, (Canales, 2009) transformando la cotidianeidad en el producto de un trabajo de definiciones compartidas de lo que se establece como la realidad en la cual se mueven los jóvenes.
En este sentido se entiende la construcción de los jóvenes, dentro de su grupo social como un conjunto de acciones tipificadas, distribuidas por actores también tipificados. Las tipificaciones de acciones y actores, las instituciones, presentan una peculiaridad notable: son producidas por un trabajo social de interpretación y fijación de significado, donde son socialmente producidas o institucionalizadas pero luego es borrada la huella de su origen, y advienen como "realidad" absoluta y no contingente (Canales, 2009).
Desde la construcción social de la realidad, como la construcción social de la juventud, nuestra misión es ver como el otro se construye su significado, siguiendo así lo mencionado por Varela (1994) “Todo lo dicho es dicho por alguien. (...) Una explicación siempre es una proposición que reformula o recrea las observaciones de un fenómeno en un sistema de conceptos aceptables para un grupo de personas que comparten un criterio de validación”.
Bibliografia