Revista: CCCSS Contribuciones a las Ciencias Sociales
ISSN: 1988-7833


EL BREXIT EN LAS RELACIONES REINO UNIDO-UNIÓN EUROPEA. IMPACTOS GEOPOLÍTICOS

Autores e infomación del artículo

Leyde E. Rodríguez Hernández*

Elaine Pérez Pérez**

Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” de Cuba. (ISRI).

leyde@isri.minrex.gob.cu


Resumen:
La Unión Europea atraviesa, desde 2008, la peor crisis desde los orígenes de la Comunidad Económica Europea hace 60 años con los Tratados de Roma. Se trata de una crisis polifacética, que engloba problemas en muchos campos. Una profunda crisis económica, aun no resuelta, que se manifiesta en el incremento de la desigualdad, la precariedad laboral y la exclusión social.
El Reino Unido no ha sido la excepción. Las manifestaciones de la crisis en la potencia europea han condicionado la decepción de diversos sectores de la sociedad británica hacia la integración europea. A lo anterior ha de sumarse la posición de enfrentamiento a la Unión Europea por considerarla ineficiente en la solución a  las múltiples crisis que la afectan. Se adiciona el descrédito de los partidos tradicionales británicos y el ascenso de la extrema derecha, la cual presiona y argumenta que la solución a ese conjunto de problemáticas sea el abandono del Reino Unido de la Unión Europea y el cierre de las fronteras a la inmigración.
La victoria del Brexit, en junio de 2016, constituye una ruptura del curso seguido por la Unión Europea. A partir de este momento, el Reino Unido y la Unión Europea sentaron las bases de la negociación, según lo estipulado en el artículo 50 del Tratado de Lisboa, y comenzó  una etapa de incertidumbre acerca de las pérdidas y ganancias del Brexit para ambas partes.
En síntesis, la ponencia explica los factores que condujeron al Brexit, el estado actual de las relaciones del Reino Unido con la Unión Europea y sus posibles impactos en la geopolítica actual.
Palabras claves: Brexit- Reino Unido- Unión Europea- geopolítica- integración europea.

Summary:
The European Union crosses, from 2008, the worst crisis from the origins of the Economic European Community 60 years ago with the Agreements of Rome. It is a question of a versatile crisis, that it includes problems in many fields. A deep economic crisis, even not solved, that demonstrates in the increase of the inequality, the labor precariousness and the social exclusion.
The United Kingdom has not been the exception. The manifestations of the crisis in the European power have determined the disappointment of diverse sectors of the British company towards the European integration. To the previous thing the position of clash has to add to the European Union for considering her to be inefficient in the solution to the multiple crises that affect her. There is added the discredit of the traditional British parties and the ascent of the extreme right, which presses and argues that the solution to this set of problematic is the abandon of the United Kingdom of the European Union and the closing of the borders to the immigration.
The victory of the Brexit, in June, 2016, constitutes a break of the course followed by the European Union. From this moment, the United Kingdom and the European Union laid the foundations of the negotiation, according to the stipulated in the article 50 of the Agreement of Lisbon, and it began a stage of uncertainty it brings over of the losses and earnings of the Brexit for both parts.
In synthesis, the presentation explains the factors that they led to the Brexit, the current condition of the relations of the United Kingdom with the European Union and his possible impacts in the current geopolitics.
Key words: Brexit - United Kingdom- European Union - geopolitical - European integration.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Leyde E. Rodríguez Hernández y Elaine Pérez Pérez (2018): “El Brexit en las relaciones Reino Unido - Unión europea. Impactos geopolíticos.”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (julio 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/cccss/2018/07/brexit-impactos-geopoliticos.html

//hdl.handle.net/20.500.11763/cccss1807brexit-impactos-geopoliticos

1.1. Introducción
En la segunda década del siglo XXI, la Unión Europea atraviesa procesos internos contradictorios y complejos. Las afectaciones de la crisis sistémica del capitalismo, desde 2008, se han manifestado en los ámbitos económico, político, social, moral e institucional. Igualmente se han observado las imperfecciones que todavía afronta la integración europea como “una entidad todavía en construcción, con carencias fundamentales a la hora de diseñar una estrategia para afrontar los retos impuestos por el elevado desempleo, la deuda, la inmigración o el auge de partidos políticos populistas y de extrema derecha”.(Rodríguez Hernández, 2014, 30)
Las ineficientes gestiones del engranaje europeo para solucionar las problemáticas que tiene la Eurozona, así como la falta de un objetivo común de los líderes europeos para enfrentar los procesos nacionales que afectan a la Unión Europea, constituyen elementos indispensables para entender los justificables temores sobre su futuro. Estos presupuestos son sustentados, además, en “los limitados instrumentos a corto plazo que la Unión Europea tiene a su alcance para hacer frente a la situación”.(Albares, Carnero, & Villafranca, 2016, 17)De ahí que la idea sobre una integración europea irreversible es cuestionada, en tanto las dimensiones y efectos de la crisis no sean resueltas a favor del ciudadano europeo y los estados miembros, lo que ha generado procesos políticos desestabilizadores y alto descontento social.
A estos factores ha de sumarse la oleada de posiciones de extrema derecha y fuerzas populistas que afectan a casi toda la geografía europea. Sus argumentos postulan el rechazo del proceso de integración como un objetivo en sus campañas electorales, pero sin expresar una alternativa viable a la construcción de la Unión Europea. Por tanto, las posturas euroescépticas se han apoderado del escenario político europeo y han exacerbado los sentimientos nacionalistas, lo cual ha agudizado la crisis de los refugiados 1 en un contexto de apogeo de las tendencias xenófobas y antieuropeístas.
En estas circunstancias, el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RU) ha demostrado el creciente aumento de sus inclinaciones euroescépticas. Lo anterior evidencia el choque de los principios soberanistas británicos con las estrategias que la Unión Europea ha utilizado para solventar las crisis y la falta de cohesión de sus objetivos con respecto al modelo comunitario.
Durante la campaña con vista a las elecciones de 2015, David Cameron, primer ministro conservador, prometió que, de resultar ganador, pondría en práctica un nuevo referendo sobre la permanencia o salida del Reino Unido en la Unión Europea como respuesta a los reclamos de varios sectores, en particular del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés)2 . Esta fuerza política emerge en desafío a los partidos tradicionales británicos ha sustentado, desde sus inicios, una matriz de opinión negativa y radical sobre la integración europea.
En realidad, la relación histórica del Reino Unido con la Unión Europea ha sido difícil y se ha complejizado ante la problemática de la salida británica del proceso de integración europeo. Entre los aspectos más contradictorios se encuentran las diferencias entre la política británica y la política de la Unión Europea en cuanto al problema de los refugiados, situación que ha pagado las consecuencias del desempleo y la violencia en la sociedad británica. Otros se derivan de las pretensiones británicas de reformar la Unión, y sus fallidos intentos al respecto, así como de las presiones nacionalistas de la extrema derecha al gobierno británico.
Así, el 23 de junio de 2016 se concretó la promesa del referendo que ratificó el interés ciudadano de abandonar la Unión Europea. Los resultados lo confirmaron: 51,9 % a favor de abandonar al bloque regional contra un 48,1 % en defensa de la permanencia. (Rodríguez Hernández, 2017) En estos datos quedó manifestado la insatisfacción del ciudadano británico en relación con el proyecto europeo y la necesidad de reformarlo o disolverlo, aun cuando la diferencia en los porcentajes de voto no fue tan significativa y produjo sospechas desde el inicio sobre su legitimidad. 3
Esta situación ha desatado un sinnúmero de especulaciones y escenarios sobre el futuro de la relación entre el Reino Unido y la Unión Europea. El Brexit es un proceso controversial en la historia europea, donde un país miembro decide abandonar un avanzado proyecto integracionista. Por sus consecuencias geopolíticas, reviste importancia su estudio en el contexto actual de las relaciones internacionales, pues en dependencia de su evolución pondría en tela de juicio la sostenibilidad en el tiempo de la Unión Europea, porque, en un continente marcado por los nacionalismos y el resurgimiento de los secesionismos, podría estimular que otros países sigan el ejemplo británico, en especial si el Reino Unido alcanza éxitos económicos y sociales tras su separación del bloque integracionista.   
Por lo anterior, este artículo tiene como objetivo explicar el conjunto de factores que contribuyeron al desencadenamiento del Brexit y al complejo estado de las relaciones Reino Unido - Unión Europea, así como sus probables impactos geopolíticos en las relaciones internacionales del siglo XXI.
1.2. Desarrollo
Durante los dos primeros años del gobierno de David Cameron (2010-2011), la relación del Reino Unido con la Unión Europea se caracterizó por el aislamiento respecto a las instituciones de integración, aunque el tema europeo centró las discusiones del gobierno de coalición británico.
Pese a los intentos de equilibrar las posturas políticas sobre la Unión Europea a lo interno de la sociedad británica, el 23 de enero de 2013, Cameron anunció la convocatoria al referendo de permanencia o salida de la Unión Europea. Ese proceso se realizaría en caso de que su partido ganara, por mayoría absoluta, en las elecciones generales de 2015, además de que se renegociarían algunas de las competencias transferidas a las instituciones europeas.
En su discurso, también denominado discurso de Holanda, Cameron expuso tres desafíos principales para la Unión Europea: los problemas de la Eurozona, la crisis de competitividad, la brecha entre el proceso integracionista y sus ciudadanos. Sin embargo, pese a esta sucesión de reproches, David Cameron aspiraba a una Unión Europea exitosa. Sus peticiones para reformarla y hacerla más democrática no deberían ser tomadas como un enfrentamiento a la integración europea sino, por el contrario, un empuje a la búsqueda de una unidad que representara los intereses de todos: “…El mayor peligro para la Unión Europea no viene de quienes abogan por el cambio, sino de aquellos que denuncian el nuevo pensamiento como una herejía”. (Cameron, 2013)
En ese momento, la salida de la Unión Europea no constituyó una opción inmediata. La intención de permanecer dentro de la misma y reformarla prevalecía sobre la consulta popular, porque una negociación podía dilatarse en el tiempo y provocar una eventual crisis en las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea, perjudicando, con sus repercusiones, la influencia internacional del bloque europeo.
El llamado al cambio fue una manifestación de la crisis moral e institucional del proceso de integración europeo. El referendo fue una iniciativa de política interna en un contexto electoral que recibió el rechazo de los liberales-demócratas en el gobierno; se manifestó como un síntoma de debilidad del liderazgo de Cameron, quien no fue capaz de enfrentar de otro modo los reclamos euroescépticos de la extrema derecha representada en el UKIP. Así el discurso de Holanda marcó una nueva etapa en la política exterior del Reino Unido hacia la Unión Europea, ya que su abandono aparecía, por primera vez, luego de 19754 , en el accionar político de un gobierno británico. La propuesta de convocar una consulta popular sobre la permanencia o la salida de la Unión Europea generó una situación de enfrentamiento entre los partidos políticos británicos en vísperas de las elecciones de 2015.
1.2.1. El referendo para el Brexit
El objetivo del gobierno del Reino Unido con la realización de un referendo fue la reducción del espacio político del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) y de los sectores eurófobos del Partido Conservador (PC), cuando necesitaba recomponer los lazos y acuerdos políticos entre los tories y el capital británico, que posee un carácter transnacional. (Flores, 2016)
Eso explica que los meses anteriores al referendo para el Brexit se hayan caracterizado por el rejuego político de la salida o la permanencia. La campaña por la continuidad en la Unión Europea consistió en la trascendencia de esta para la política exterior británica y en la importancia para el crecimiento económico del Reino Unido, pues el bloque integracionista constituye el principal socio comercial británico.
Por otra parte, la cuestión del abandono fue más aprovechada por el ala euroescéptica británica y la pujante extrema derecha del UKIP. En los argumentos para el voto se promovió la cuestión de la falta de democracia en las instituciones europeas, la situación de las cuotas de refugiados y, no por último menos importante, la crisis económica y los efectos inminentes para el Reino Unido
El 23 de junio de 2016 se realizó la consulta popular. El resultado evidenció el interés ciudadano de abandonar la Unión Europea por encima de la permanencia británica en la integración: 51,9 % a favor de abandonar al bloque regional contra un 48,1 % en defensa de la permanencia. (Rodríguez Hernández, 2017) Los votos a favor del Brexit demostraron la ruptura del consenso ciudadano favorable a la membresía del Reino Unido en una Unión Europea reformada.
Los resultados anteriores evidenciaron el riesgo de crisis constitucional en el Reino Unido, manifestada en la división territorial del país porque Londres, Irlanda del Norte y Escocia apoyaron la permanencia. Ocurrió también una fractura generacional, ya que la generalidad de los jóvenes votó por permanecer en el bloque y la mayoría de las personas de mayor edad votaron en sentido contrario. (Rodríguez Hernández, 2017)
La ruptura del status quo británico en la Unión Europea, tras el voto inesperado a favor del Brexit, comenzó una ola de especulaciones sobre el futuro del Reino Unido,  por la significación de este hecho para los ciudadanos británicos, europeos y sus posibles impactos geopolíticos para la Unión Europea y la política internacional en su conjunto.
El Brexit simbolizó el triunfo del euroescepticismo y evidenció el deterioro de las relaciones del Reino Unido con el bloque comunitario. Por primera vez el proceso de integración europeo sufriría la salida definitiva, en un periodo de dos años, de un Estado miembro: uno de los más influyentes en los terrenos financiero y militar; en un contexto de fragmentación y mal funcionamiento del mercado único, débil crecimiento y fragilidad sociopolítica de la Unión Europea. (Flores, 2016)
La salida del Reino Unido de la Unión Europea es el punto final de una difícil convivencia entre una comunidad y una sucesión de gobiernos obsesionados con la soberanía nacional de un Estado que, desde su adhesión en 1973, ha pedido a sus socios excepciones a la aplicación de las reglas comunes en los ámbitos del presupuesto comunitario, la libre circulación y la unión monetaria. (Candela Castillo, 2017)
La victoria del Brexit significó una ruptura del curso seguido por la Unión Europea, que cuenta con una historia de integración que está más avanzada en lo económico que en el plano político. A partir de este momento, el Reino Unido y la Unión Europea, sentaron las bases de la negociación, según lo estipulado en el artículo 50 del Tratado de Lisboa, y comenzó  una etapa de incertidumbre acerca de los costos y beneficios del Brexit para ambas partes y sus efectos en los vínculos bilaterales hasta aproximadamente el 2020.
1.2.2. Factores condicionantes del Brexit:
La crisis de los partidos políticos tradicionales
Aunque con antecedentes desde finales del siglo XX y principios del siglo XXI, la pérdida de credibilidad de los partidos tradicionales británicos (Partido Conservador y Partido Laborista) constituyó una consecuencia inmediata a la crisis económica producida por la práctica política del neoliberalismo en la Unión europea. Ello condujo a la resurrección de agrupaciones xenófobas y al auge de manifestaciones políticas en búsqueda de garantías sociales en el Reino Unido.
El descenso de la confianza entre gobernado y gobernante, y la demagogia del discurso político dominante, caracterizó la situación política británica desde 2009, asociado a la falta de un programa social de los partidos políticos tradicionales para atender los reclamos ciudadanos.
En este contexto, se apreció la postura defensiva del Partido Conservador liderado por el conservador David Cameron, quien se centró en evitar la continuidad de los efectos de la crisis económica de la Unión Europea. El proceso de integración  europea fue desestimado como un objetivo central para el Reino Unido y se relacionó con las contradicciones políticas entre conservadores y liberales-demócratas que evidenciaron la emergencia de influyentes tendencias nacionalistas.
Lo característico en la actitud de los conservadores hacia la integración europea ha sido la indiferencia. La radicalización de esta conducta fue materializada en la promesa sobre el referendo y renegociación de la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea en el mencionado discurso de enero de 2013.
Las críticas al referendo provenientes de los demás partidos incitaron el rejuego político en vísperas de las elecciones generales británicas de 2015. La victoria por mayoría absoluta del Partido Conservador en los comicios de mayo de 2015, apuntó hacia el éxito del Brexit. La consulta popular también estuvo condicionada por la presencia del UKIP en el Parlamento británico, aunque con un solo escaño, y el fracaso de la izquierda tradicional del Partido Laborista.
La opinión pública se comportó de forma fragmentada ante la intención británica de celebración de una consulta popular. Meses previos a la celebración del referendo, las encuestas anunciaban una ajustada votación sobre la continuidad del Reino Unido en la Unión Europea. (Rodríguez Hernández, 2017) Sin embargo, a pocas semanas, los sondeos de opinión de YouGov demostraron que un 46 % de los consultados apoyaba la salida de la Unión Europea, frente al 39 % que deseaba mantener la permanencia; un 11 % se mantuvo indeciso, y un 4 % anunció su abstención. (Navarro, 2016)
En efecto, el 23 de junio de 2016 el Brexit tuvo su victoria en las urnas, en un contexto político y social de euroescepticismo, el cual ha predominado en la posición guberidntal hacia la Unión Europea, cuando la extrema derecha continúa en ascenso.
1.2.3. Euroescepticismo y extrema derecha
El debate en la opinión pública británica sobre el creciente auge del euroescepticismo y del "déficit democrático" de sus instituciones, ha sido recurrente desde los referendos de ratificación del Tratado de Maastricht en 1992. (Aixalà i Blanch, 2014)  Esta tendencia contraria a la integración europea ha provocado una desafección progresiva de los ciudadanos hacia los procesos y las políticas de la Unión Europea.
Los que defendieron los argumentos contrarios al modelo europeo se apoyaron en las consecuencias de las múltiples crisis de la Unión Europea para el Reino Unido, en lo político, moral, económico e institucional. El sentimiento euroescéptico ascendió cuando la situación del ciudadano común no había sido resuelta por los gobiernos nacionales o por las instituciones de la Unión Europea. La desconfianza se ha apoderado del electorado europeo y de la opinión pública, y es otra certidumbre del malestar existente en amplios sectores sociales.
La reacción de aprensión política hacia las estructuras supranacionales europeas se ha observado en el Reino Unido desde su incorporación, en 1973, al proceso de integración europeo. Dicho comportamiento euroescéptico, eurófobo y aislacionista se ha asociado con la ideología del Partido Conservador, el cual ha mantenido esta conducta en el tiempo. La línea tradicional conservadora se ha basado, principalmente, en la defensa del Estado-nación y la soberanía del Parlamento británico. Debe sumarse la preocupación que siempre ha causado el proceso de integración europea, en términos de reducción de los principios soberanistas del Reino Unido.
Con la llegada de David Cameron a la dirección del Partido Conservador, en diciembre de 2005, y la posterior victoria electoral de 2010, se radicalizó la postura euroescéptica tory hacia la Unión Europea. La actuación euroescéptica de Cameron,  así como el contexto de la crisis económica europea, fueron dos factores condicionantes del sentimiento o rechazo británico a la integración europea.  
La promesa de Brexit y la intención de renegociar el status del Reino Unido en la Unión Europea, fueron las expresiones más radicales y acabadas del comportamiento euroescéptico. El factor subjetivo de las consecuencias de la salida o la permanencia en la Unión Europea, también demostró el fraccionamiento político en las filas conservadoras en torno al fenómeno del euroescepticismo5 .
Otros partidos también presentaron su posicionamiento ante la promesa electoral conservadora. Los laboristas adoptaron una postura más homogénea, pues solo una pequeña parte de sus diputados se inclinaron a favor del Brexit, mientras el Partido Nacionalista Escocés (SNP) dejó claro sus principios europeístas y manifestó su intención de independizarse del Reino Unido, si finalmente triunfaba el abandono de la Unión Europea. Otras fuerzas políticas, como el Partido Liberal-Demócrata y el Partido de los Verdes británicos, también defendieron la permanencia.  (Carretero Negrete, 2017)
Los argumentos para la salida del Reino Unido de la Unión Europea se basaron en reclamos históricos, relacionados con la cesión de soberanía a los poderes supranacionales de la integración, el mercado común, la crisis migratoria, la competitividad y la buena gestión económica; elementos que fueron negociados en el Consejo Europeo de 2016.
Después de la consulta popular, se comprobó la magnitud de la crisis institucional y el cuestionamiento a la legitimidad del proceso de integración europeo, en una coyuntura de ascenso de ideales políticos con un marcado carácter euroescéptico y populista.
La heterogeneidad de criterios sobre la Unión Europea en la sociedad británica atentó contra el establishment político tradicional y afectó la posibilidad de encontrar nuevas alternativas y horizontes a los reclamos del bienestar ciudadano. Al mismo tiempo, la emergencia del discurso xenófobo y nacionalista del UKIP demostró la necesidad del conservadurismo británico de hallar otra proyección política e ideológica que le permitiera afianzarse frente al discurso euroescéptico de la extrema derecha británica.
La resurrección de esta fuerza populista a lo interno del Reino Unido ha sido el resultado de la crisis económica, de la descomposición y pérdida de los beneficios sociales que, durante décadas, había garantizado el llamado “Estado de Bienestar” impulsado por los socialdemócratas, la indiferencia de la clase política hacia los reclamos de los ciudadanos y la ausencia de una estrategia humanista que enfrente el empuje de la inmigración en el contexto de la crisis económica sistémica del capitalismo globalizado. (Rodríguez Hernández, 2014)
La integración europea y la inmigración constituyen los temas más explotados por este partido. El UKIP rechaza cualquier acuerdo con la Unión Europea, ya que solo contempla el enfrentamiento abierto a este bloque con el abandono definitivo del Reino Unido. La posición de este partido es antagónica a la del gobierno británico, aun cuando este se planteó la estrategia de Brexit con el propósito de frenar el auge de dicho movimiento de extrema derecha.
Visto así, la promesa de referendo sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea no fue más que una respuesta del gobierno británico a los reclamos y planteamientos del UKIP. La campaña por el Brexit fue encabezada por este partido y el ala más euroescéptica del Partido Conservador.
El comportamiento ascendente de esta fuerza política populista, euroescéptica y xenófoba evidenció la fragmentación del electorado británico y las fisuras a lo interno de esta sociedad, en un escenario de descrédito de los partidos políticos tradicionales. Por tanto, el referendo culminó la apuesta política de David Cameron en un contexto político interno convulso. Su promesa electoral de consulta popular, lejos de afianzarlo en la dirección del Partido Conservador frente a los euroescépticos, demostró la fragilidad de su liderazgo, cuando intentaba ganar las elecciones generales de 2015.
1.2.4. Crisis de refugiados
En el Reino Unido los instrumentos de control de la inmigración han estado vinculados a la situación geográfica, ya que su condición insular le atribuye mayores riesgos de oleadas migratorias. Estos se insertan dentro de las líneas generales de la actuación de la Unión Europea, aunque con reservas al respecto, lo que permite destacar la exclusión británica del Acuerdo de Schengen de 1985, así como sus negativas ante varios intentos comunitarios de crear una “Europa sin fronteras”. Estos antecedentes y la nueva coyuntura migratoria europea, han evidenciado la evolución histórica del aislamiento británico del proyecto integracionista europeo.
La situación actual de la inmigración en el Reino Unido se debe al desmedido flujo migratorio de los ciudadanos de los países del Medio Oriente y África, en su  intento de escapar de los conflictos y el subdesarrollo existente en estas regiones, lo cual   no es una característica única de la sociedad británica, sino también de una Europa que, en su conjunto, ha atravesado una profunda crisis de refugiados.
En el Reino Unido el debate sobre esta crisis se ha desarrollado desde una perspectiva económica y social. Si bien las entradas de inmigrantes aumentaron bruscamente en el periodo 1997-2004, al convertirse este país en el único de la Unión Europea que permitía el acceso inmediato a su mercado laboral a los ciudadanos de los nuevos estados miembros de Europa central y del Este, la situación luego del conflicto militar en Siria se ha comportado de forma ascendente. (Goodhart, 2016)
En 2010 el gobierno británico logró reducir los flujos migratorios procedentes de países externos a la Unión Europea. Sin embargo, estos intentos, en 2012, resultaron fallidos ante el auge migratorio hacia el Reino Unido por la crisis de la Eurozona y las guerras del Medio Oriente.  Esta medida no fue más que una respuesta a la actitud de rechazo de los británicos hacia diferentes religiones, tal es el caso de la musulmana que, según el gobierno, ponía en fracaso el multiculturalismo del país.
Dichas tendencias xenófobas se convirtieron en una manifestación característica de la sociedad británica desde la agudización de la crisis económica, y ha sido impulsada por los sectores ultranacionalistas del UKIP en desacuerdo con la acogida de refugiados. Sus principales argumentos se basaron en la estigmatización de la inmigración como culpable de los males de la sociedad británica.
El Reino Unido, desde 2010, estableció cuotas a la entrada de refugiados a su territorio, reforzó los controles fronterizos y deportó, en 2014, a 738 inmigrantes provenientes de Iraq. (González Enríquez, 2015) De igual manera, el programa electoral del Partido Conservador para las elecciones generales británicas de 2015, reconoció la aplicación de medidas para la entrada de migrantes y el acceso de estos a los subsidios y prestaciones sociales.
Entre 2010 y 2015 el gobierno británico dictó nuevas medidas contra la inmigración, siendo las restricciones a las ayudas sociales, las deportaciones a aquellos sin vivienda, y las negativas de ofertas de empleo para radicarse en el país, las más xenófobas e inhumanas.  (Galán & Favieres, 2016)
Las normativas de la posición del Reino Unido ante los flujos migratorios fueron recogidas en la Ley Migratoria de 2014 (InmigrationAct 2014). Entre las disposiciones se encontraba la restricción al acceso de los inmigrantes a los siguientes servicios: viviendas 6, licencias de conducción y aperturas de cuentas bancarias, en caso de no poseer el permiso de residencia en el país.
Para hacer más inflexible la cuestión migratoria, en octubre de 2015, el gobierno británico presentó otro proyecto de Ley de Inmigración (InmigrationAct 2015) en el Parlamento. A diferencia de la primera que solo esbozó medidas y algunas normativas jurídicas, esta fue más defensiva ante los flujos migratorios porque facilitó los instrumentos para la deportación y la eliminación de las prestaciones sociales.
Sin embargo, pese a las alternativas buscadas por el gobierno del Reino Unido, la crisis de los refugiados se convirtió en un problema de política exterior de la Unión Europea, porque condujo a una polarización política entre sus miembros y entre estos y la Comisión Europea. Si bien lo anterior se expresó en las desavenencias en torno al reparto obligatorio de refugiados entre los Estados miembros de la integración europea, tras estas se ocultaba una profunda divergencia normativa sobre la cuestión de las competencias de la Unión Europea en el ámbito de la política migratoria, de los refugiados y sobre la orientación de las futuras políticas públicas sobre esos temas. (Bendel, 2017)
En ese sentido, el Reino Unido se mantuvo escéptico ante los reclamos humanitarios de las instituciones europeas, lo cual se manifestó en la negación de prestaciones sociales a los refugiados y el incumplimiento de las cuotas establecidas por la Comisión Europea. Hasta mediados de 2015, el gobierno británico se opuso a participar pleidnte en los esfuerzos de la Unión Europea para repartir la responsabilidad sobre el creciente número de refugiados que llegaban a Europa, y ejerció su derecho de no formar parte en el plan de reubicación de la Unión Europea de 160 mil refugiados sirios, eritreos e iraquíes presentes en Grecia, Hungría e Italia. Sin embargo, en septiembre de ese año, el primer ministro David Cameron anunció la ampliación de su programa de reasentamiento para ofrecer hasta 20 mil plazas en un período de cinco años.  (Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques, 2016)
En relación con los asentamientos de refugiados en Calais, Francia, el gobierno mantuvo una postura destacada a la hora de aportar recursos económicos que contribuyesen a mejorar este escenario y fortaleció la vigilancia en los puertos para impedir una oleada migratoria superior. Así manifestó su negativa a aceptar cualquier inmigrante que procediera de esta ciudad francesa, lo que estimuló un reforzamiento del eje franco-británico en materia de inmigración.
Consideramos que la causa fundamental de la situación migratoria del Reino Unido no solo ha sido provocada por los refugiados provenientes de países extracomunitarios, sino también por parte de algunos países miembros de la integración europea que, por razones de movilidad y derecho de circulación, se han insertado en el mercado laboral británico, luego de la ampliación de la Unión Europea tras la adhesión de los países de Europa del Este. La necesidad británica de poner fin a esta situación fue uno de los factores que motivaron el replanteamiento de reformar la Unión Europea o salirse de ella, con el objetivo de sentar nuevas bases en materia de cooperación migratoria.
El anuncio de referendo y renegociación con la Unión Europea, propuesto por el primer ministro David Cameron en 2013, puso de manifiesto la intención británica de buscar una solución favorable a sus intereses en materia de políticas de asilo y recepción del flujo migratorio. Los límites a los beneficios sociales de los trabajadores y la libre circulación de personas, enmarcaron los reclamos hacia las instituciones encargadas de la integración europea.
Los retos de la Unión Europea sobre la crisis de refugiados entraron en contraposición con los principios soberanistas británicos. La dinámica de las relaciones Reino Unido-Unión Europea radicó en generar un acuerdo beneficioso que impidiera el Brexit. Sin embargo, la posición del gobierno británico fue interpretada como deshumanizada y un atentado contra el principio europeo de libre circulación, como manifestación de la crisis de solidaridad y de responsabilidad compartida de la Unión Europea.
Otra manifestación de la política euroescéptica del gobierno británico fue el logro del compromiso de la Unión Europea de autorizar la aplicación de un “freno de emergencia”, cuya justificación radicó en la carga financiera excesiva que ello representaba para los servicios sociales británicos. El Reino Unido exigió la activación del freno por trece años que solo quedó establecido en un período de siete años, por la negativa del grupo de Visegrado, integrado por Eslovaquia, Hungría, Polonia y la República Checa.  (Moscoso del Prado Hernández, 2016)
La relación del Reino Unido con la Unión Europea, en cuanto a la crisis migratoria, reveló contradicciones. Se evidenciaron elementos de ruptura relacionados con los obstáculos británicos al principio de “unión cada vez más estrecha”, en tanto discrimina a los inmigrantes comunitarios de los trabajadores nacionales. Asimismo, aun cuando no quedó totalmente explícito, se demostró una sociedad británica xenófoba y antieuropeísta en correspondencia con el auge de estos sentimientos a lo interno de la vida social y política del país.
Por otra parte, ningún acuerdo alcanzado pudo solucionar la crisis de los refugiados, sino que, por el contrario, acentuó las discrepancias y manifestó la ineficiencia institucional de la Unión Europea para enfrentar un problema global con unidad y coherencia política.  A lo anterior debe sumarse el racismo, la xenofobia y el nacionalismo que influyen en la actuación política del gobierno británico. En este contexto, es notable la debilidad de la Unión Europea para enfrentar los retos del Siglo XXI que, desde una perspectiva integral, incluya el aspecto de la división social, el respeto a los derechos humanos y a los valores fundacionales de la integración europea.
La relación del Reino Unido con los refugiados no solo evidenció las divergencias de intereses nacionales por encima de la solidaridad comunitaria, sino también resaltó el auge de la xenofobia y el nacionalismo a nivel social, el descrédito de los partidos tradicionales y el ascenso de la extrema derecha. La postura del gobierno británico no supo conciliar la soberanía nacional con los intereses de la supranacionalidad y abrió la peligrosa puerta de la ruptura con la Unión Europea, mediante la excusa de la protección de los intereses nacionales.
1.2.5. Impactos geopolíticos del Brexit
El resultado favorable al Brexit hizo notar sus consecuencias inmediatas. El primer ministro británico David Cameron dimitió y fue reemplazado por la conservadora Theresa May, quien ha liderado el proceso de negociación relativo a la salida británica de la Unión Europea, según lo estipulado en el artículo 50 del Tratado de Lisboa, mediante el cual se contempla un mecanismo para la retirada voluntaria y unilateral de un Estado miembro si este decide abandonar la Unión Europea.
Lo cierto es que dentro de un año, el 29 de marzo de 2019, el Reino Unido abandonará -según lo previsto- la Unión Europea, pero las negociaciones sobre la futura relación están lejos de culminar entre ambas partes, pues incluso la fecha podría aplazarse si el Reino Unido y los otros 27 estados miembros de la Unión Europea así lo acuerdan.
Sin embargo, la  Unión Europea  de   los   27  aprobó las   líneas   "directrices"   que   deberán   guiar  el  proceso negociador en las conversaciones futuras sobre "el marco de la futura relación", que se desplegarán en paralelo a las negociaciones sobre las condiciones de la separación del Reino Unido, entre los cuales sobresalen tres cuestiones clave:  el monto financiero de la factura a pagar por la salida, los derechos de los ciudadanos europeos y la frontera entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
En relación con la complejidad de este último punto, en marzo de 2018, los británicos aceptaron integrar la opción de un  "espacio   reglamentario común"   que   incluya a la Unión Europea  y  a Irlanda del Norte, al menos hasta que se encuentre otra solución satisfactoria, lo cual seguramente obligará evaluaciones frecuentes por ambas partes.
Respecto   a   los   ciudadanos,   se   preservarán   los   derechos   de   los   más   de tres millones   de   europeos   que   residen   en   el   Reino Unido   y   del   más   de   un   millón   de británicos que viven en otros países de la Unión Europea y que podrán reclamar el estatuto de residente permanente.
En las negociaciones para el Brexit, el Reino Unido aceptó mantener la  contribución al presupuesto de la Unión Europea hasta 2020 y honrar todos los compromisos adquiridos, lo que equivaldría -según sus cálculos- a entre 40.000 y 45.000 millones de euros, una cifra inferior a las exigidas en un inicio por la Unión Europea. El gobierno británico ha enfatizado que se mantengan los lazos actuales con la Unión Europea, después   del referendo para el  Brexit, a fin de  evitar   un   cambio   brutal   de   las   normas para los ciudadanos y las empresas, porque, en sentido contrario, el costo sería mucho más alto para la economía británica.
En correspondencia con esa visión, los 27 aprobaron, en enero de 2018, hasta finales de 2020, el principio de "una transición 'statu quo' en  la   que   se   mantenga   la   libre   circulación   de   bienes,   servicios   y   personas,   aunque  Londres   ya   no   podría   pronunciarse   sobre   las   decisiones   de   la   Unión Europea.
Por su lado, el Reino Unido quiere abandonar el mercado único y la unión aduanera para negociar sus propios acuerdos comerciales, porque ha calculado obtener mayores beneficios económicos y finalizar la libertad de circulación de ciudadanos europeos, pero, contradictoriamente, se propone preservar su economía mediante un acuerdo de libre comercio "lo más amplio  posible" con la Unión Europea. Pero en esas negociaciones la Unión Europea insistió que el futuro acuerdo de libre   comercio   debería   preservar  la  indivisibilidad de su mercado único, pues ese criterio es uno de sus principios básicos “invariables” en esa negociación.
La cuestión de los servicios financieros, que interesa especialmente a la City de Londres, –el homólogo británico de Wall Street– no se contempló en las directrices de las negociaciones, pero sí en una declaración separada en la que los 27  pidieron que la Comisión Europea proponga un mecanismo de equivalencias, para que el sector financiero británico pueda seguir teniendo acceso al mercado financiero europeo. Un acceso que podría ser revocado por la Unión Europea en todo momento, en dependencia de la evolución de las negociaciones. Si no   se produce un acuerdo,   se   aplicarían   las   reglas   de   la   Organización   Mundial   del Comercio (OMC) sobre el Reino Unido, lo que equivaldría a barreras aduaneras y arancelarias, un aspecto también contrario a los intereses globales británicos.
El futuro de Reino Unido en el área comercial dependerá del modelo de relación que establezca con la Unión Europea. De esta manera, la quinta economía global tendrá que renegociar sus relaciones comerciales y financieras con la Unión Europea y con buena parte de sus miembros de la OMC. En cualquier escenario, el Reino Unido seguirá siendo a largo plazo un socio comercial privilegiado de la Unión Europea.
A pesar de las tensiones en la relación Reino Unido-Unión Europea (27) en el terreno de las negociaciones para el Brexit, también ambas partes han tomado medidas para evitar una crisis mundial.  Pero la complejidad del proceso tampoco podría descartar “situaciones críticas” hasta el 2020, teniendo como peor escenario que el Reino Unido experimente un 'duro' y dramático Brexit que rompa sus vínculos con la Unión Europea y provoque un caos "geopolítico". Lo más razonable es que distintos sectores políticos y sociales británicos negocien para evitar una catástrofe económica y geopolítica en torno al Brexit, porque afectaría los intereses comunes con la Unión Europea, en un contexto internacional desfavorable para el crecimiento de las principales economías capitalistas occidentales.
Sin embargo, desde su inicio se reconoce que a corto y mediano plazo este proceso generará numerosos impactos económicos, financieros y políticos, para el Reino Unido, la Unión Europea y muchos otros países, aunque no existe un consenso en cuanto a su magnitud y duración. En cierta medida, las consecuencias dependerán del acuerdo final que adopten el Reino Unido y la Unión Europea.
Uno de los principales riesgos para el corto plazo ha sido la volatilidad en los mercados financieros, con un fuerte impacto sobre la City de Londres, que es una notable fuente de exportaciones e ingresos, pero el Reino Unido tiene su propia divisa y toma dinero prestado en libras esterlinas, de modo que no corre el riesgo de que el pánico bancario desate el caos monetario.
Para la economía británica se ha pronosticado una sustantiva pérdida de empleos, provocada por el traslado de un gran número de empresas hacia territorio continental. Desde la perspectiva fiscal, ya se ha anunciado que se producirán  ajustes del presupuesto, que implica un recorte en los gastos de sanidad, educación, transporte, defensa, y un incremento del impuesto sobre la renta.
Otro de los retos que enfrenta el gobierno británico está asociado al surgimiento de problemas internos que podrían influir en movimientos independentistas. Por ejemplo, en Irlanda del Norte y Escocia la mayoría de la población eligió la permanencia, lo que entra en contradicción con el resultado general del Reino Unido.
Se ha considerado que la salida de la Unión Europea pesará en gran medida sobre la estabilidad macroeconómica del Reino Unido, que perdería una parte importante de su peso económico y estratégico. En este aspecto, algunos expertos afirman que los costos superarán los potenciales beneficios, y coinciden en que los peores efectos se sufrirán a corto plazo. (Barceló Pérez Anabel, 2016)
La salida de Reino Unido de la Unión Europea, una de las economías más fuertes y estables en el área, restará, previsiblemente, algunos puntos porcentuales al crecimiento económico comunitario. Esta situación obligará a replantear las aportaciones financieras de los estados miembros, lo que pudiera acentuar las contradicciones y desacuerdos entre ellos.
La inestabilidad financiera y los riesgos para los activos europeos predicen un escenario incierto en las relaciones Reino Unido-Unión Europea, teniendo en cuenta que en un contexto de aversión al peligro, las plazas del Viejo Continente no constituyen un refugio seguro, lo cual podría afectar negativamente el crecimiento económico en la región.
Para América Latina y el Caribe, los pronósticos pudieran ser más alentadores, dado que el comercio de la región con el Reino Unido es limitado, y aunque ese país representa un importante emisor de inversiones para algunas naciones, los Estados Unidos constituye el principal inversor en el área.
Teniendo en cuenta el complejo escenario que vive la economía mundial, particularmente el continente europeo, se espera un prolongado periodo de transición hacia una nueva relación económica entre el Reino Unido y la Unión Europea, lo cual constituye uno de los principales focos de atención. 
El resultado del referendo del Brexit ha sido el principal riesgo para las economías europeas, por encima de la incertidumbre ante el proceso de normalización de las tasas de interés en los Estados Unidos, la ralentización de la actividad económica o la caída de los precios del petróleo. El FMI y otras instituciones financieras internacionales han advertido que la salida del Reino Unido de la Unión Europea, tendrá impactos en la frágil economía global, principalmente en el ámbito del comercio y las inversiones entre Estados Unidos y la Unión Europea, porque el Reino Unido se ha caracterizado por la defensa del llamado libre comercio.
1.2.6. Las próximas etapas de la negociación del Brexit
El calendario provisional de las negociaciones del Brexit está sujeto a los  eventuales  acontecimientos  que   puedan  suceder antes de la salida efectiva y definitiva del Reino Unido, prevista para el 29 de marzo de 2019.
Durante   el   Consejo   Europeo   del   22   y   23   de   marzo de 2018,   los   27   países   de   la   Unión Europea  aprobaron   las líneas “directrices” para la futura relación que desean con el Reino Unido, abriendo la vía a las negociaciones después del Brexit, que se desarrollarán en paralelo a las relacionadas con las condiciones del divorcio. Las principales etapas identificadas son las siguientes:
17   de   abril:   reunión   de   ministros   de   Asuntos   Europeos   de   la   Unión Europea   para   hacer un balance del camino recorrido en el marco de las negociaciones del Brexit.
29 de junio: cumbre europea en Bruselas, en la que los 27 deberán evaluar la solución de la cuestión de la frontera entre la provincia británica de   Irlanda   del   Norte y la República de Irlanda.
18-19 de octubre: nueva cumbre europea, fecha límite fijada por la Unión Europea para concluir las negociaciones y alcanzar un acuerdo que incluya la organización del divorcio y el periodo de transición, al que se adjuntaría una declaración política -sin valor jurídico- que defina el marco de la futura relación.
Con esto, los estados miembros podrían validar el acuerdo y someterlo   a la aprobación del Parlamento Europeo. El Reino Unido  también lo presentará  a  su  parlamento.
 29   de   marzo 2019: el Reino Unido abandona la Unión Europea.   Comienza   el   periodo   de  transición, en el que las reglas europeas seguirán en vigor en el Reino Unido. Pero, al convertirse en un país externo al bloque, Gran Bretaña podrá iniciar oficialmente negociaciones comerciales con países que no pertenecen a la Unión Europea.
Por otro lado, durante este periodo, los ciudadanos británicos que vivan en el bloque, y europeos de los 27 que residan en el Reino Unido, se beneficiarán de los  mismos derechos y garantías que quienes habían llegado antes del Brexit.
31 de diciembre: termina el periodo de transición planteado.
1 de enero 2020: si todo acontece según lo previsto, entran en vigor el o los tratados sobre la nueva relación entre el Reino Unido y la Unión Europea, que deberán haber sido validados  por el conjunto de los parlamentos nacionales de la Unión Europea. A partir de entonces, el Reino Unido podrá concluir sus acuerdos comerciales con otros países.

1.3. Conclusiones
En la disertación se han evidenciado los factores que, en junio de 2016, condicionaron la realización del referendo sobre el Brexit: las crisis de la Unión Europea, el auge del euroescepticismo y de la extrema derecha británica, así como las contradicciones del Reino Unido con la política de la Unión Europea sobre los refugiados.
La situación socioeconómica británica, caracterizada por el aumento del desempleo y el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de amplios sectores sociales, ha provocado un creciente descontento y desafección de los ciudadanos hacia la Unión Europea.
El descrédito de los partidos políticos tradicionales británicos está relacionado con los impactos de la crisis, porque no encontraron soluciones y se centraron en sus prioridades electorales, más que en resolver la situación desfavorable del ciudadano común británico. Esta crisis de legitimidad de los partidos políticos del Reino Unido precipitó el choque entre la tendencia hacia la integración europea y la que representa la defensa de los intereses nacionalistas y euroescépticos. Tras el descrédito del liderazgo político de Cameron, se manifestó una crisis política en los partidos británicos que veían discutidos sus liderazgos.
El auge del euroescepticismo en la vida política del Reino Unido se convirtió en una actitud de enfrentamiento y rechazo a la Unión Europea por sus ineficientes gestiones para solucionar los efectos de las crisis en sus diferentes dimensiones.  Este factor endógeno de la sociedad británica se apoderó del discurso conservador como estrategia para frenar el avance de la extrema derecha y evitar las fisuras a lo interno de los tories. En este sentido, el euroescepticismo se interrelacionó con la desconfianza del electorado británico hacia la Unión Europea.
El discurso populista, xenófobo y nacionalista de la extrema derecha británica (UKIP) logró exacerbar el sentimiento antieuropeo de los británicos, en un contexto de crisis económica y social. La oposición frontal al proceso de integración europea, y el rechazo a la membresía británica, agudizó la deriva antidemocrática de los partidos tradicionales y demostró el fraccionamiento y el debilitamiento de la cohesión interna del electorado británico. La soberanía y el sentimiento anti-inmigración nutrieron las líneas programáticas del UKIP y constituyeron una táctica en la conquista electoral de los ciudadanos británicos.
La postura soberanista del Reino Unido provocó el enfrentamiento de la política exterior británica con la Unión Europea, en el contexto de la crisis de los refugiados. El gobierno británico no aceptó las cuotas de refugiados y cuestionó el principio europeo de libre circulación y “unión cada vez más estrecha” con sus negativas ante el trato igualitario a los inmigrantes y al otorgamiento de prestaciones sociales, como acceso a vivienda, salud pública y cuentas bancarias. Las contradicciones entre la potencia europea y el bloque comunitario demostraron la supremacía de los intereses nacionales del Reino Unido sobre la llamada solidaridad comunitaria y la búsqueda de soluciones comunes.
El Brexit evidencia una sociedad británica fragmentada en un escenario de deterioro institucional de la Unión Europea y de los partidos políticos tradicionales, los cuales tienen afectados su protagonismo por el efecto de los problemas económicos y sociales que han agudizado el auge del euroescepticismo y de las tendencias políticas de extrema derecha en el Reino Unido, así como en el escenario político europeo.
En ese contexto no han faltado los actores que exigen la celebración de un nuevo  referendo o la cancelación del proceso de salida de la Unión Europea, pues existen revelaciones escandalosas sobre la manipulación y el fraude ocurrido en torno al referendo sobre el Brexit en el que la compañía británica Cambridge Analytica (CA), vinculada a la red social Facebook, usurpó de forma ilegal millones de perfiles personales para propiciar un resultado favorable al Brexit. Esta grave situación profundiza la desconfianza y el desafecto de los británicos hacia sus propias instituciones. Todavía no está claro hasta qué punto este fraude condicionó realmente los resultados del referendo sobre el Brexit, es algo que se debe dilucidar e investigar.
La divulgación de los hechos ocurrió en una etapa fundamental de las negociaciones que no pocas desavenencias revelaron entre el Reino Unido y la Unión Europea.  Sin embargo, la alta dirigencia política británica confía en que el Brexit permitirá convertir al Reino Unido en una potencia global, con protagonismo más allá del laberinto de la Unión Europea. Se apuesta por el éxito británico fuera del proceso de la integración europea mediante la consolidación de sus vínculos esenciales con Estados Unidos y reconfigurando alianzas económicas y comerciales  en América Latina y el Caribe, Asia y Medio Oriente, así como con sus ventajas relativas en los avances científicos y tecnológicos, cuyo principal baluarte son las universidades británicas.
En el plano geopolítico, el Brexit es el mayor golpe que ha recibido la Unión Europea y representa un marcado revés para el proyecto integracionista regional. Esta situación se da en un momento de debilidad para la Unión Europea, paralizada por los años de recesión económica, la grave crisis que ha supuesto la llegada masiva de refugiados, la participación en conflictos armados junto a los Estados Unidos y las tensiones geopolíticas con Rusia. En las negociaciones se ha reflejado que el liderazgo político de la Unión Europea está consciente de la debilidad del bloque comunitario sin el peso económico y geopolítico de Reino Unido, lo cual ha originado dudas sobre el futuro de la unión monetaria y política.
En el contexto del auge de las corrientes nacionalistas a nivel global, el Brexit tiene cierta analogía con la estrategia de Donald Trump, y puede ser visto como una versión reducida del mismo proyecto. Alienta la recuperación de posiciones económicas británicas a través de fuertes restricciones a la inmigración, mayor diversificación del comercio y creciente desregulación financiera.
El Reino Unido pretende retener el máximo acceso al mercado unificado de la Unión Europea, pero intenta eludir el arancel aduanero común de esa entidad. También la política británica prioriza concertar acuerdos comerciales con otros países y manejar en forma autónoma su política inmigratoria.
El gobierno británico no niega que mantendrá al país dentro de la globalización, pero con estrategias comerciales propias y una gestión unilateral de la fuerza de trabajo. Con esa modalidad del “Reino Unido Primero”, se intenta mejorar la competitividad de una vieja potencia en la internacionalización europea.
Pero con la economía estancada y la productividad en retroceso, los británicos tienen poco espacio para desenvolver con éxito esa operación. No cuentan con las riquezas  de los Estados Unidos para encarar una apuesta tan riesgosa. Por eso la salida “dura” de la Unión Europa  quedó frenada, en un contexto de gran división en las clases dominantes sobre el proceso del Brexit.
Alemania no acepta la simple revisión de los acuerdos comerciales, ni el olvido de los millonarios compromisos presupuestarios que asumió el Reino Unido al incorporarse a la Unión Europea. Tampoco hay una clara solución para el estatus de los tres millones de europeos que viven en Gran Bretaña y los dos millones de ingleses afincados en Europa.
La restitución de potestades legales de la Unión Europea al Reino Unido se ha complicado y el mantenimiento de una frontera abierta de Irlanda del Norte con el Sur (que permanece en la Unión Europea) introduce conflictos adicionales. La propia existencia del Reino Unido está en juego, si Escocia decide celebrar un nuevo referéndum para reconsiderar su asociación de tres siglos con Londres.
Todas las circunstancias aquí expuestas provocan un incremento sustancial de la inseguridad económica, política e institucional de la Unión Europea; y podría generar consecuencias macroeconómicas negativas, sobre todo para las naciones avanzadas del bloque comunitario. Se ha advertido que el Brexit lastrará la evolución del crecimiento económico mundial hasta el 2020, y que sus efectos podrían extenderse durante varios periodos, con un fuerte golpe sobre las finanzas, el comercio internacional y las inversiones, lo cual, en el peor de los casos, podría desencadenar una crisis económica global, exacerbando las actuales disputas geopolíticas entre las principales potencias del sistema internacional del siglo XXI.    

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*Doctor en Ciencias Históricas. Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” de Cuba. (ISRI). Correo Electrónico: leyde@isri.minrex.gob.cu
** Licenciada en Relaciones Internacionales. Maestrante de Relaciones Internacionales en el ISRI. Correo Electrónico: elypp@nauta.cu
1 Auge del flujo de persona que necesita protección o refugio, procedente de África  norte, subsahariana y el  Medio Oriente, como consecuencia de los conflictos militares y del terrorismo en estas regiones. Los conflictos militares han agudizado la pobreza y el subdesarrollo.(Rodríguez Hernández, 2017)
2 United Kingdom Independence Party (UKIP).  Surgió en 1993 mediante una escisión eurófoba del Partido Conservador durante las negociaciones para el Tratado de Maastricht.
3 Según revelaciones posteriores, ese plebiscito, en el que se impuso el sí al "Brexit", podría haber arrojado "un resultado diferente" de no haberse producido una operación de engaño o manipulación mediática. Uno de los fundadores de la compañía británica Cambridge Analytica (CA),  Christopher   Wylie, responsable de filtrar datos de millones de usuarios de Facebook respondió a preguntas del Comité de Asuntos Digitales, Cultura, Medios de Comunicación y Deportes de la Cámara de los Comunes británica sobre ese escándalo, lo cual evidenció que hubo fraude e ilegalidad en la creación de perfiles falsos que contribuyeron a un resultado favorable al Brexit.  Con sedes en Londres, Nueva York y Washington, CA fue también acusada de emplear los datos de 50 millones de usuarios de la red social  Facebook para influir en la decisión de los votantes en las elecciones presidenciales estadounidenses a favor del magnate Donald Trump. (Fundador de Cambridge Analytica destaca papel de AIQ en victoria del "Brexit, 2018)
4 Margaret Thatcher tras convertirse, en 1975, en líder del Partido Conservador, enfrentó el referendo de permanencia o salida de la Comunidad Económica Europea (CEE), convocado por el gobierno de Harold Wilson. (Thomas, 2016)
5 El líder conservador y el ministro de finanzas, George Osborne, fueron los principales impulsores de la campaña favorable a la Unión Europea; pero al mismo tiempo, el ex alcalde de Londres, Boris Johnson; el líder de la Cámara de los Comunes, Chris Grayling, o los Ministros de Justicia, Trabajo y Pensiones, y Cultura, defenderían la salida de la Unión Europea.(Carretero Negrete, 2017)
6 La Ley perseguía garantizar que los propietarios de inmuebles alquilados comprobasen el estatus del inmigrante, con el fin de restringir el acceso al alquiler a los inmigrantes ilegales.(González Enríquez, 2015)

Recibido: 22/05/2018 Aceptado: 19/07/2018 Publicado: Julio de 2018

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