Alexander Paz González *
Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa, Cuba
apaz@ismm.edu.cu
Resumen:
La visión global que se tiene de las guerras por la independencia de Cuba en la segunda mitad del siglo XIX, han ido borrando las fascinantes pequeñas historia de la localidades de nuestro país, a pesar del esfuerzo que han hecho historiadores y autoridades guberidntales por rescatar estas historias aún enfrentamos problemas desde el orden metodológico e historiográfico que han impedido que se materialice este hermoso proyecto.
El siguiente trabajo es una pequeña contribución a la historia nacional desde la Guerras por la independencia desde una visión local, principalmente de una localidad que se ha caracterizado por su renglón económico fundamental, la minería, pero que sin embargo cuenta con pequeñas historias sumergidas. Sin grandes pretensiones es lo que este modesto trabaja persigue. Acercarnos a las guerras independentistas desde la historia local de un municipio minero.
Palabras claves: mambises, guerra, globalización, minero, historia local, Moa.
Summary:
The global sight that the wars for the Cuba independence are been in the second half of the century XIX, it have gone by erasing the fascinating small history of the locations of our country, in spite of the effort that have made historians and government authorities for ransoming it theses to record the history of still face problems from the |methodologic| order and historiographical that have impeded that materializes this beautiful project.
The following work is a small contribution to the national history from the wars for the independence from a local sight, principally of a location that has characterized for your economic fundamental line, the mining, but that however counts with small histories plunged. Without big claims is which this modest works persecutes. To bring near us to the |independentistas| wars from the local history of a mining municipality.
Code words: mambises, war, globalizations, mining, records the history of premise, Moa
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Alexander Paz González (2018): “Semblanzas de las Guerras por la Independencia en Moa, una mirada desde la Historia Local”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (marzo 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/cccss/2018/03/guerras-independencia-moa.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/cccss1803guerras-independencia-moa
Introducción:
En los años sesenta del siglo XIX Cuba y Puerto Rico eran las dos únicas colonias que le quedaban a España en el continente americano. Esta nación no se caracterizaba por un amplio desarrollo económico-social dentro de los marcos del capitalismo europeo, sobre todo si se la compara con Gran Bretaña o Francia. De ahí que España aplicase en sus colonias un sistema de explotación anticuado que frenaba el posible desarrollo de las mismas, con el objetivo de extraer de ellas los recursos —en dinero, en bienes materiales— que le eran necesarios para su sostenimiento. Los excesivos impuestos, que alcanzaban la increíble cifra de 100 diferentes, la opresión política (los cubanos eran considerados como habitantes de una colonia), la falta de libertad de expresión, la existencia de un opresivo sistema esclavista de producción, y la ausencia casi absoluta de servicios de salud (un cubano promedio vivía solo 45 años) y de educación (la cifra de analfabetos era superior al 75 % del total de habitantes) caracterizaban la vida del pueblo cubano, que, en 1867, ya estaba en su mayoría decidido a quitarse de encima “cuanto de negro la opresión encierra”, según un hermoso verso de José Martí, en su soneto 10 de Octubre.
Sin ser tan grandes como en otros países de Latinoamérica, en Cuba había diferencias regionales notables entre un Occidente —que puede ser considerado como integrado por las provincias actuales de Pinar del Río, La Habana, Ciudad de La Habana, Matanzas y Cienfuegos— en el que preponderaba la plantación esclavista, y un Centro-Oriente —Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas, Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo— en el que, salvo algunos enclaves azucareros o cafetaleros, pre-ponderaban las haciendas ganaderas y los cultivos agrícolas tradicionales. La sociedad cubana estaba compuesta por múltiples clases y sectores que iban desde el grupo de los poderosos y muy ricos esclavistas hasta los desposeídos esclavos, con otros fuertes grupos en el medio del espectro social, tales como los intelectuales, el campesinado libre, la pequeña burguesía urbana y el naciente proletariado.
Marco teórico
Muchos autores cubanos y extranjeros han abordado de diferentes puntos de vista las guerras por la independencia en Cuba, predominado la visión de generales y oficiales de ambos bandos contendientes, en tal sentido se destacan obras de tipo memorias como: El General Martínez Campos en Cuba, reseña política-militar de la última campaña, noviembre de 1876 a julio de 1878o Mi mando e Cubadel General Valeriano Weyler 1897-18981 . Autores cubanos protagonistas de la guerra dejaron obras tales como: Anales de la guerra de Cuba de Antonio Pirala, 1895 o Desde Yara hasta el Zanjón de Enrique Collazo Tejada 2 publicada en 1893. Sin embargo tocan aspectos generales del conflicto armado, dígase datos estadísticos: (bajas, cantidad de soldados, armas ocupadas), batallas y combates o resaltan la importancia política y militar del hecho en sí, igual ocurre con autores contemporáneos como Eduardo Torres Cuevas, Francisca López Civeira y otros, en mucho de estos casos no reflejan el impacto que tuvo el hecho en lo local. Investigadores locales que han hecho aportes a la historia del municipio Moa no reflejan con suficiente profundidad el objeto de la investigación, predominando la hechología empírica y cronológica de importantes acontecimientos del municipio, como la del periodista Pablo Velazco Mir en su obra inédita Apuntes para la Historia del Municipio Moa del año 2000.
De esta forma se define como Problema científico: ¿Cómo influyó las Guerras por la independencia en la localidad de Moa entre 1868 y 1899? Siendo Objeto de la investigación la historia regional y local en Cuba. El Objetivo general de la investigación es estudiar como influyó las guerras por la independencia en la localidad de Moa en el período colonial. Campo de acción lo constituye la historia local de Moa desde 1868-1899.
Para el desarrollo de esta investigación se partieron de los siguientes métodos. El análisis-síntesis, inducción-deducción y lo histórico-lógico, posibilitó revelar las regularidades y relaciones esenciales del objeto. Para ello se procedió a descomponer el problema en sus diferentes aristas, ordenar cronológicamente la trayectoria del objeto en el transcurso del período dado, hallar la explicación de los eventos particulares partiendo de generalizaciones ya conocidas, construir nuevos conocimientos generales sobre los particulares y sintetizar los resultados.
El método de análisis de contenido se utilizó para descubrir los contenidos latentes en los mensajes escritos (discursos, libros y periódicos), orientándolo hacia la búsqueda de información indirecta. Como resultado, fueron develadas las categorías que aparecían más frecuentemente en esos materiales y las relaciones establecidas entre ellas.
En el método de análisis del discurso, se recurrió a las técnicas de análisis semiótico, conversacional, narrativo y argumentativo del estilo y contenido de los textos y contenidos de los diferentes autores enfocándose en las conexiones en grupos de enunciados organizados en torno al tema, para después clasificar las relaciones entre situación social y el uso lingüístico.
Este análisis contribuyó con la demostración de aspectos que indican como influyó las guerras por la independencia en Moa, desde el punto de vista de la historia regional y local y las coincidencias y diferencias de criterios en algunos de los autores analizados.
La aplicación del método de análisis de textos a comunicaciones científicas escritas, a partir de las fuentes historiográficas que han tratado la temática, ha permitido reconocer en ellas la orientación de los hechos objetivos y cómo fueron asimilados por el autor; y su división en esquemas comunicativos narrativos, descriptivos y argumentativos, facilitó la identificación de las orientaciones generales del curso de las acciones, el desenvolvimiento detallado de estas y las explicaciones, teorías y legitimaciones correspondientes.
Las fuentes de archivo constituyeron una importante base para el desarrollo de esta investigación. Se consultaron en los siguientes sitios: Archivo Histórico Municipal de Baracoa, Museo Municipal Matachín de Baracoa, Museo Municipal de Sagua de Tánamo, Archivo Nacional de la República de Cuba, Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba, Biblioteca Nacional de Cuba, Archivo Histórico Nacional de Madrid, Archivo General de Indias en Sevilla, ambos en España, permitiendo establecer las relaciones con los hechos y procesos de carácter nacional. Se tuvo en cuenta además la memoria histórica, por lo que se entrevistaron personas capaces de proporcionar información sobre este aspecto.
La novedad radica en que la historiografía regional desconoce aún cómo se reflejó las Guerras por la Independencia en Moa, así como la trascendencia regional y nacional de estas. Esta investigación pretende cerrar esta brecha epistemológica. Como aporte científico, el presente estudio permite determinar como influyó las Guerras por la Independencia en Moa. La investigación se estructuró siguiendo el orden lógico retrospectivo. Se partió de la interpretación, análisis y síntesis de la información obtenida y fueron definidos los periodos en que se enmarca los conflictos bélicos en la región estudiada.
La creación por la Metrópoli de un nuevo impuesto surgido en los marcos de la Junta de Información celebrada en Madrid en 1866-1867, que comenzaría a cobrarse en 1867, fue un elemento importante que desató en la región oriental las ansias independentistas reprimidas. Los bayameses Francisco Vicente Aguilera y Pedro Figueredo, “Perucho”, dieron los primeros pasos para la organización de una conspiración que con rapidez entró en contacto con grupos similares que surgieron en jurisdicciones vecinas, en particular con Vicente García en Las Tunas, Donato Mármol en Jiguaní y Carlos Manuel de Céspedes en Manzanillo. También se supo que en la ciudad de Puerto Príncipe había independentistas dispuestos a alzarse en armas, entre los que descollaba Salvador Cisneros Betancourt. En la región de Las Villas, cuya figura fundamental era Miguel Jerónimo Gutiérrez, y en el Occidente, los trabajos conspirativos estaban poco avanzados. Los nombres mencionados pertenecen todos al sector que inicialmente impulsó la batalla anticolonial: el ala radical y patriótica de los terratenientes centro-orientales, secundados por el campesinado libre y los intelectuales.
El alzamiento de Céspedes en su ingenio Demajagua inaugura, en la historia nacional, el empleo de la vía de la lucha armada para alcanzar la independencia. Al amanecer de ese día, rodeado por terratenientes y esclavos (entre ellos los suyos, a los que había liberado), Céspedes dio a conocer un escrito que ha recibido el nombre de Manifiesto Como puede observarse, el proceso organizativo de la lucha anticolonial, desde su misma arrancada, estuvo dividido en diferentes centros regionales, lo que impidió lograr la imprescindible unidad revolucionaria. Para tratar de resolver este problema se efectuaron, a mediados del año 1868, varias reuniones con delegados de diferentes regiones en fincas de la jurisdicción de Las Tunas, que no pudieron ponerse de acuerdo en cuanto a la fecha de iniciar el levantamiento armado. La energía de los manzanilleros, encabezados por el abogado Carlos Manuel de Céspedes, que tuvo la clara percepción de que era preciso no dilatar el alzamiento y aprovechar la difícil situación política española, apoyados por los tuneros, determinó el inicio del proceso revolucionario cubano el 10 de Octubre de 1868. Comenzaba así la Guerra de los Diez Años.
Independencia absoluta y deseo de abolición se hallaban presentes desde los comienzos. Para garantizar la unidad en torno a su alzamiento, Céspedes centralizó la dirección revolucionaria en su persona unificando las funciones militares y las civiles, criterio que no sería compartido por sus compañeros de otras regiones, en particular los camagüeyanos.
El día 11, una escaramuza en el poblado de Yara entre los inexpertos cubanos y una tropa española casi disuelve el grupo inicial de alzados apoyado por Aguilera, Figueredo y Mármol, el jefe oriental tomó a Bayamo el 20 de octubre, con lo que pudo así disponer de un centro con funciones de capi-tal. Los mambises (nombre despectivo que España dio a los cubanos, y que estos con orgullo aceptaron) comenzaron a multiplicarse por todas las zonas orientales, y llegaron a sumar cerca de 2000 combatientes a fines del propio octubre. Entre estos luchadores se encontraban grandes figuras de la historia nacional, tales como Bartolomé Masó, Guillermo Moncada, Flor Crombet y José Maceo, y sobre todo, Máximo Gómez, Antonio Maceo y Calixto García.
Una vez en Bayamo, el jefe revolucionario tomó medidas sucesivas que pre-tendían viabilizar el funcionamiento de la revolución, tales como reestructurar el órgano local de gobierno, el Cabildo, dando entrada en él a un negro y a un trabajador manual, con lo que la revolución expresó su carácter democrático; crear el primer periódico mambí, llamado El Cubano Libre; otorgar grados mili-tares a los jefes de partidas; impulsar el establecimiento de leyes nuevas, diferentes a las españolas; organizar los mandos militares en la región oriental; y escribir a los gobernantes de muchas naciones para solicitar el apoyo imprescindible a la independencia cubana. De especial trascendencia resulta el hecho —que tuvo lugar el mismo 20 de octubre— de la escritura de la letra del Himno Nacional por el compositor y poeta Perucho Figueredo, cuya música ya había sido compuesta anteriormente, y que con celeridad aprendieron todos los combatientes.
Noviembre trajo un acontecimiento de relieve: el día 4, en Las Clavellinas, se alzaron los camagüeyanos. Sin embargo, los patriotas de esta zona, con criterios diferentes en aspectos organizativos a los promulgados por Céspedes, constituyeron un gobierno que separaba el mando civil del militar y subordinado a Carlos Manuel de Céspedes: “Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la isla de Cuba”. Ciertas discrepancias internas provocaron el 26 de noviembre, en la reunión de Las Minas, la elección de un órgano de poder compuesto por tres personas, el Comité Revolucionario del Camagüey, de gran radicalidad ideológica, en el que figuraba un joven excepcional: Ignacio Agramonte, que demostró en esta reunión su elevado patriotismo al combatir con energía los intentos no independentistas de algunos de los presentes, encabeza-dos por el hacendado Napoleón Arango.
En la zona oriental, el 4 de noviembre marcó el principal éxito militar de la revolución en sus primeros momentos: el combate de Tienda del Pino, cerca de Baire, capitaneado por Máximo Gómez, en el que el machete como arma ofensiva desempeñó un papel fundamental. Debe decirse que Gómez, quien no había nacido en Cuba sino en Santo Domingo, es el supremo ejemplo de muchos latinoamericanos que decidieron ayudar a Cuba, y morir por ella si fuera preciso, entre los cuales hubo mexicanos, dominicanos, portorriqueños, venezolanos, colombianos, peruanos y chilenos.
También se convirtieron en mambises, jóvenes estadounidenses, canadienses, franceses, italianos, polacos, chinos y, por supuesto, africanos esclavos provenientes de múltiples regiones. El ejército anticolonialista cubano tuvo además entre sus integrantes a gran cantidad de españoles deseosos de liberar a la Perla de las Antillas. No pocos de estos extranjeros ascendieron al grado de general y ocuparon altas responsabilidades en la guerra independentista.
Muy distinta fue la actitud del aparato colonialista español. El capitán general Francisco Lersundi (monárquico recalcitrante aun en momentos en que la monarquía había sido expulsada del gobierno español) fue sustituido por Domingo Dulce, militar anciano que ya había estado en Cuba, y quien trató de implantar tibias reformas para sofocar la revolución. Entre sus medidas estuvo enviar comisiones de paz a la manigua, para que los luchadores abandonaran el combate. La intransigencia mambisa no lo permitió. “Los sectores más reaccionarios del aparato colonialista en La Habana impulsaron la creación de los cuerpos de Voluntarios, compuestos por jóvenes españoles de muy humilde condición que trabajaban en Cuba, sin instrucción militar especializada, y que llegaron a ser, en cada ciudad y pueblo del país, un azote represivo contra todo aquel que no fuese seguidor ciego de la intransigencia colonialista 3.” A lo largo de la guerra, la actitud del gobierno español fue siempre lograr la victoria sobre la base de masacrar a civiles y a mambises, sin respetar las vidas ni tan siquiera de los niños y las mujeres. España jamás se planteó la posibilidad de otorgar la libertad a la Isla que ella misma había poblado.
Para los camagüeyanos, el mes de diciembre trajo, el día 27, un gran refuerzo, con el desembarco por La Guanaja de la goleta Galvanic, capitaneada por el general Manuel de Quesada e integrada por muchos jóvenes del Occidente, no pocos de ellos amigos de Agramonte, que apoyaron los criterios organizativos de la región, y que con el tiempo ocuparían posiciones destacadas en el aparato civil revolucionario. En Oriente lo más significativo fue la promulgación por Céspedes, también el día 27, de un decreto que daba pasos discretos en la senda de la abolición de la esclavitud.
Llegado el año 1869, España dispuso que Blas Villate, conde de Valmaseda y jefe de operaciones, marchase sobre Bayamo para recuperarla. Este militar, famoso por sus criterios anticubanos, avanzó sobre la villa a través de una campaña conocida como Creciente de Valmaseda. Los inexpertos cubanos trataron de impedir la pérdida de su capital, pero fueron duramente derrotados en El Salado. Antes de perder Bayamo, el 12 de enero los mambises y los bayameses decidieron quemarla, cosa que hicieron, comenzando el incendio por la casa del presidente Céspedes por orden de este intransigente mambí. El gobierno insurrecto debería ahora recorrer trashumante la zona de las montañas sudorientales. Y no pocos jefes mambises, como Donato Mármol, exigieron de Céspedes que entrase en contacto con los camagüeyanos para unificar la revolución, en entrevista efectuada entre ambos en Tacajó, el propio mes de enero. Ya en febrero, la lucha anticolonialista recibió el refuerzo del alzamiento villareño, efectuado en San Gil, cerca de Manicaragua, el día 6. La región villareña, por su importancia económica, su cercanía a la zona azucarera de Matanzas y la abundancia de centros urbanos, no era demasiado favorable para el combate por un grupo mambí sin experiencia, que después de varias contingencias tomó la decisión de trasladarse hacia el oriente insular, radicándose en Camagüey.
Los mambises de esta región efectuaron el propio mes una nueva reestructuración del aparato de dirección, que pasó a llamarse Asamblea de Representantes del Centro integrada por 5 miembros, la que promovió un decreto de abolición de la esclavitud el día 26, e inició contactos con Céspedes para unir los diferentes grupos insurrectos.
Debe hacerse hincapié en que la principal región socioeconómica cubana, el Occidente, no logró materializar pleidnte un alzamiento independentista. Múltiples factores explican tal situación, de entre los cuales se destacan la existencia en ella del centro del poder colonial, La Habana; la persecución sanguinaria de los voluntarios a todo lo relacionado con la independencia; la heterogeneidad de los sectores poblacionales; la actitud no patriótica de los grandes esclavistas cubanos, temerosos de un cambio radical en la sociedad, quienes paralizaron los intentos anticolonialistas de ciertos grupos; el miedo a una abolición rápida de la esclavitud.
Los esclavistas, hostigados por los voluntarios, emigraron en gran número a los Estados Unidos, usurpando allí la representación de la revolución, mientras trataban de obtener una avenencia con España que fuese conveniente a sus intereses económicos. Representantes típicos de esta tendencia fueron José Morales Lemus y Miguel Aldama. Sin embargo, entre los adolescentes y los jóvenes del Occidente sí existió un fortísimo interés por la independencia nacional, que se ejemplifica con la figura de José Martí, quien comenzó desde aquellos tiempos a expresar sus primeros y argumentados criterios anticolonialistas en sus escritos iniciales.
El 4 de abril Valmaseda dio a conocer una proclama de “guerra a muerte”, que establecía severísimas penas —entre ellas, la de muerte— para los civiles que ayudasen a los revolucionarios, de cualquier edad y sexo, e inclusive para aquellos campesinos que no permaneciesen en sus fincas o poblados. El 15 se hizo público un decreto por el que se embargaban las propiedades a todo sospechoso de ser “infidente”, vale decir, simpatizante con la independencia, y que iba dirigido a lograr que los terratenientes cubanos se desvincularan de la lucha anticolonial. A todas luces, hacía mucha falta lograr la unidad de los grupos alzados y presentar un frente común fuertemente estructurado contra la metrópoli. A esto se dedicaron los mambises en marzo de 1869.
1.2. Moa en la Guerra de los “Diez Años”, principales combates:
Con las ideas cespedista el territorio nororiental de cuba se alzó en armas siendo testigo durante toda la guerra de importantes combates próximos al territorio de Moa, sirviendo para que muchos habitantes de este territorio se sumaran a las luchas agrupados en el “Regimiento de Infantería Rosado, que en la Guerra del 95, cambia de nombre por el de Baracoa”4 bajo el mando del el entonces Coronel Antonio Maceo, uno de los grandes caudillos orientales de las luchas independentistas cubanas. Ejemplo de esto:
El 7.8.1872, fuerzas del EL, bajo el mando del Cor. Antonio Maceo, atacaron la hacienda Cananova situada a unos 18 km al NE de Sagua de Tánamo.
NIBUJÓN, a mediados de enero de 1876, fuerzas del EL bajo el mando de los tenientes coroneles Pedro Martínez Freire y Teodoro Laffite, atacaron y tomaron este pueblo de Oriente; situado en la jurisdicción de Baracoa, apoderándose de provisiones de todo tipo.
ZABALA, El 28.11.1876, fuerzas del EL, subordinadas al brigadier Antonio Maceo, atacaron y tomaron este poblado de Oriente, como parte de la operación sobre Sagua de Tánamo.
SAGUA DE TÁNAMO, El 28.11.1876, fuerzas del EL, bajo el mando del brigadier Antonio Maceo, atacaron esta ciudad del N de Oriente. Esta importante operación, en la cual participaron unos 1 300 efectivos de los insurgentes cubanos, fue cuidadosamente preparada y organizada por Maceo, pues se trataba de burlar las líneas establecidas por el enemigo desde esta ciudad hasta Guantánamo, y de saludar con este acto de audacia el anunciado arribo de Martínez Campos. Mientras el propio Maceo, con una parte de las fuerzas entró en la población, el resto atacó y tomó algunos pequeños pueblos cercanos. El éxito fue completo y los insurrectos obtuvieron un cuantioso botín consistente en armas, municiones, ropas y víveres, que obligó al jefe cubano a destinar 300 hombres para conducirlo a los depósitos de la división.
JUAN DÍAZ, El 28.11.1876, fuerzas del EL, bajo el mando superior del brigadier Antonio Maceo, atacaron y tomaron este poblado de los alrededores de Sagua de Tánamo, como parte de una operación contra esta ciudad del N de Oriente.
BARACOA, Esta ciudad de Oriente fue atacada por fuerzas de la División Cuba, bajo el mando del brigadier Antonio Maceo, el 7.1.1877. Mientras que el Ctel Gral y el Rgto Holguín se ubicaban en una tienda en las afueras, el Cor Moncada penetró por la calle de La Marina hasta tomar unos almacenes. Al mismo tiempo, el Tte Cor Valton destruía una serie de lugares de la población. Logrados esos objetivos, Maceo ordenó replegarse por el camino de Duaba. En esos momentos le informaron que una fuerte columna española mandada por el brigadier Francisco de Borbón, príncipe de la Casa Real española, los seguía para atacarlos. Los cubanos tomaron posiciones en una casa distante un km de la ciudad y mandaron una sección de caballería para atraer al enemigo, que atacó esta sección, cuyo jefe, el Cmdte Esteban Torres, murió al contraatacar. El adversario se detuvo frente a la línea formada por las fuerzas cubanas. Maceo ordenó simular una retirada; pero el jefe español no cayó en la trampa. Debido a que al propio tiempo empezaron a desembarcar tropas enemigas en el litoral, Maceo ordenó una carga general antes que el refuerzo llegara.
Los españoles fueron arrollados y se replegaron hacia la ciudad hostilizados por los insurgentes. Las bajas españolas, comprobadas, fueron 52 muertos, entre ellos dos oficiales. Se ocuparon armas, municiones y caballos, entre estos el que montaba el príncipe. LOS INDIOS, en este lugar ubicado a unos 18 km al SO de Moa, Oriente, fuerzas de exploración, subordinadas al brigadier Antonio Maceo, combatieron contra una emboscada española, el 22.5.1877.
La ardua tarea de José Martí para anudar la unidad revolucionaria dentro de los viejos combatientes de guerras anteriores comenzó a dar sus frutos a través del Partido Revolucionario Cubano. De ahí que el Maestro, de común acuerdo con el Generalísimo, Máximo Gómez, iniciase en la segunda mitad de 1894 la organización definitiva de la lucha anticolonial. Las concepciones de ambos se pueden resumir, de manera sencilla, como sigue a continuación: el plan de alza-miento implicaba la conjunción de factores internos y de factores externos. Por factores internos debe entenderse levantamientos armados simultáneos en la mayor cantidad de lugares posibles; un exhaustivo análisis de las condiciones existentes en Cuba demostró que esto era factible en las provincias de La Habana, Matanzas, Las Villas y Oriente. El factor externo debe interpretarse en el sentido de enviar a la Isla tres expediciones simultáneas, que trajesen a ella los jefes militares principales, a la par que reforzasen los alzamientos ya señala-dos. La guerra se extendería a Camagüey y Pinar del Río con la mayor celeridad posible.
Como se ha explicado, a pesar del secreto en que dicho plan trató de mantenerse, el incorrecto proceder de uno de los comprometidos hizo que las autoridades estadounidenses se enterasen del mismo, y apoyando pleidnte a España se incautasen de los barcos, del armamento y de los recursos militares acopiados con tanto esfuerzo, en enero de 1895. Martí, con su energía característica, no se desesperó, y autorizó, como delegado del PRC, el inicio de la revolución cubana en el mes de febrero. Esto se plasmó en la Orden de Alzamiento firmada por él, por el coronel José María Rodríguez (Mayía) a nombre de Máximo Gómez y por el comandante Enrique Collazo, representante de los mambises en Cuba, el 29 de enero de 1895. Los futuros insurrectos en la Isla, merced a las consultas hechas por Juan Gualberto Gómez, acordaron la fecha del 24 de febrero como inicio de la insurrección armada. “[…] la emigración entusiasta y compacta tiene hoy la voluntad y capacidad de contribuir a que la guerra sea activa y breve”, escribiría el Apóstol en la orden de alzamiento.
El inicio del combate en Cuba tampoco se comportó como fue organizado. El jefe del alzamiento en La Habana, Julio Sanguily, fue sorprendido por el gobierno español el día 24 y cayó preso. Juan Gualberto Gómez, alzado en Ibarra, zona matancera, fue víctima de una desconexión que impidió apoyarlo, por lo que debió presentarse a las autoridades colonialistas, que lo enviaron a los presidios españoles africanos. Francisco Carrillo, en Las Villas, no se levantó en armas esperando la orden específica de Máximo Gómez. En Oriente, sin embargo, los alzamientos fueron múltiples, divididos en dos grandes grupos, uno en la zona más oriental bajo la dirección suprema de Guillermo Moncada y con varios jefes regionales, y otro en la parte occidental, animado por Bartolomé Masó. Lugares como La Lombriz, La Confianza, El Cobre, El Caney, Hatibonico, Jiguaní y Calicito, se convirtieron en nombres famosos. El levanta-miento más conocido dio su nombre a la gloriosa fecha: “Grito de Baire”. Pocos días después, el general Moncada, gravemente enfermo de tuberculosis, fallecería en la manigua.
Como toda revolución anticolonialista, la cubana estuvo conformada por un gran frente patriótico integrado por muy diversas clases y sectores sociales, de los cuales eran fundamentales los campesinos (blancos y negros), la pequeña burguesía urbana y rural, y los intelectuales revolucionarios. En la emigración, desempeñaron un papel fundamental los obreros. Ni la burguesía productora para la exportación o para el mercado interno, ni la burguesía comercial se situaron del lado de los insurrectos que luchaban por transformar la sociedad insular. Fueron los grupos más explotados los que se comprometieron con la expulsión del colonialismo español de Cuba. La burguesía en la Isla no asumió una actuación nacionalista.
Debe decirse que la actitud del Partido Autonomista, desde los comienzos del nuevo movimiento independentista (después de algunas discusiones internas), fue la de apoyar a España y al régimen colonial condenando los alzamientos, en espera de supuestas reformas que Madrid introduciría en Cuba. En su afán por sofocar la lucha armada, los autonomistas llegaron a enviar una comisión al general Masó para convencerlo de que depusiese las armas, comisión encabezada por el antiguo mambí Juan Bautista Spotorno. La energía patriótica de Masó dio al traste con los esfuerzos contrarios a la revolución del autonomismo que, no obstante, permaneció hasta el final de sus días como partido político apoyando al régimen madrileño, y sus integrantes hicieron manifestaciones públicas de regocijo cuando caían en combate destacadas figuras del campo revolucionario.
Una vez tomadas las disposiciones iniciales, Martí se trasladó a la República Dominicana junto a Máximo Gómez. Ambos jefes, valorando la existencia de la Revolución en la manigua, decidieron que era imprescindible incorporarse a ella. Antes redactaron un documento fundamental, el “Manifiesto de Montecristi”, el 25 de marzo. Este escrito no solo explica al mundo las razones que tienen los cubanos para expulsar a España de la mayor de las Antillas, sino que sienta pautas determinantes para comprender la revolución. En él se declara que la guerra no es contra el español, sino contra el colonialismo; que la misma debe de ser “sana y vigorosa”, que no está hecha para llevar al poder a un grupo particular, sino para independizar a Cuba; que no es una guerra de razas; que en el futuro patrio, el español tendrá un lugar al lado del cubano; que en ella se sentarán las bases de formas autóctonas de gobierno; y que se evitarán los errores de luchas pasadas. El Manifiesto constituye una cabal expresión del grado de madurez revolucionaria a la que había llegado Martí, y del apoyo sin reservas que le ofrecía constantemente Gómez.
La sincera amistad entre ambos es prueba indudable de la unidad revolucionaria conseguida. Desde Costa Rica, nación en donde residían Antonio Maceo y sus amigos y familiares más cercanos, Flor Crombet, de acuerdo con Martí y Gómez, organizó la expedición que conduciría a sus compañeros a playas cubanas. La expedición de la goleta Honor desembarcó el primero de abril por Duaba, zona del extremo oriental, y sus integrantes se dispersaron por los montes circundantes para eludir la fortísima persecución española. En los momentos iniciales de la lucha, hubo otra baja importante: el general Flor Crombet. Una vez en Cuba, Maceo asumió el mando de la región oriental.
Martí y Gómez, después de muchas vicisitudes, lograron pasar de la República Dominicana a Haití y eludir la persecución de los espías españoles. A bordo del Nordstram, en la noche borrascosa del 11 de abril llegaron a la Isla por Playita de Cajobabo, actual provincia de Guantánamo. Cuando por fin encontraron campesinos vinculados con la Revolución, los dos jefes se dedica-ron a emitir diferentes circulares y órdenes que normaban la lucha anticolonial, y comenzaron a avanzar por la antigua provincia de Oriente en dirección a Camagüey, no sin antes, en un consejo de jefes, designar a Martí como mayor general del Ejército Mambí. Durante su estancia en Cuba, el Apóstol escribió un diario (“De Cabo Haitiano a Dos Ríos”) que revela tanto el estado del combate en las primeras semanas, como la sensibilidad martiana ante la naturaleza, la amistad, la tierra patria.
La reunión de los tres grandes jefes revolucionarios, Martí, Gómez y Maceo, tuvo lugar en La Mejorana, el 5 de mayo. Allí se analizaron los diferentes criterios en cuanto a la estructura definitiva del combate anticolonial (los de Maceo, por un lado, y los de Martí y Gómez, por otro), así como la creación de un gobierno civil, y probablemente la necesidad de la invasión a Occidente. Pocos días más tarde la Revolución del 95 tuvo una pérdida invaluable: el 19 de mayo, en Dos Ríos, caía en combate José Martí. Su muerte resultó catastrófica para los destinos de Cuba. El Apóstol ya había llegado, en la maduración de su ideario político, a profundas reflexiones sobre los verdaderos intereses de Estados Unidos hacia América Latina, lo que dejó plasmado en la carta inconclusa del 18 de mayo a su amigo mexicano Manuel Mercado.
[…] ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.
En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin5 .
Gómez, que había llegado a quererlo entrañablemente, expresó: “¡Qué guerra esta! Pensaba yo por la noche; que al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor. Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento [...]” Con la muerte del Maestro, se perdía al ideólogo popular más radical del siglo XIX en Latinoamérica, y al estratega fundamental de la Revolución Cubana. Ahora tocaba a sus compañeros, Gómez y Maceo, crecerse ante tan terrible realidad. Y así lo hicieron. Maceo quedaría en la provincia para desplegar la Campaña de Oriente, efectuada hasta octubre de 1895. Los principales hitos de la misma fueron los combates de Jobito (15 de mayo), Peralejo (13 de julio) y Sao del Indio (31 de agosto) que constituyeron grandes victorias del Titán de Bronce.
Aunque el territorio moense no fue objeto de grandes combates durante la guerra del 95 parte de su territorio fue testigo de estos hechos que a continuación mencionamos:
SAGUA DE TÁNAMO, En la madrugada del 14.2.1896, fuerzas del 1r Cuerpo del EL, bajo el mando del My Gral José Maceo, cumpliendo órdenes expresas del gobierno de la República atacaron este poblado del N de Oriente. José había planteado su desacuerdo con realizar esta acción, que consideraba innecesaria y peligrosa por la superioridad numérica del enemigo. No obstante, y sabiendo que las probabilidades de éxito eran escasas, cumplió disciplinadamente la orden y a pesar de la valentía desplegada por los insurrectos y el empleo de una pieza de artillería, no pudieron tomar la plaza se vieron obligados a retirarse con grandes pérdidas. Sobre esta acción se señalan varios errores de importancia y ninguno puede atribuirse a la mala dirección de José. Uno fue el propio empeño de atacar, otro el mal empleo de la artillería, y otro que, por aplazar la fecha cuando ya el ataque estaba preparado, el enemigo pudo reforzar aún más la guarnición de la plaza. En todos los casos la derrota se debió a la intromisión del gobierno en las facultades de los jefes militares, a pesar de que en la Constitución de Jimaguayú esto estaba bien definido.
NIBUJÓN, El 8.4.1896, fuerzas del Rgto Rosado No. 5, 1ra División 1r Cuerpo del Ejercito Libertador, cuyo jefe era el Tte Cor Félix Ruenes, bajo el mando del Stte Blas Mora combatieron contra una fuerza de infantería de marina española que había desembarcado del cañonero Alvarado, en este lugar ubicado a unos 24 km al NE de Baracoa, Oriente. Este combate está enmarcado entre las acciones ocurridas a raíz del desembarco de la expedición dirigida por el My Gral Calixto García en esta zona.
LA CUBANA, En este lugar ubicado a unos 20 km al NE de Santiago de Cuba, un escuadrón de caballería mambisa del RI Baracoa, 1ra Brigada 1ra División 1r Cuerpo del EL, bajo el mando del Cmdte José Antonio León, atacó una columna que se dirigía a San Luis, el 18.5.1896.
CUCHILLAS DE CAGÜINAS, En este lugar de Oriente, situado a unos 28 km al SE de Baracoa, fuerzas mambisas del Regimiento de Infantería Baracoa, 1ra Brigada 1ra División 1r Cuerpo del Ejercito Libertador, bajo el mando del Tte Cor Tomás Cardoso, hostilizaron una columna los días 26-29.4.1896, causándole algunas bajas. El enemigo se retiró hacia la capital de la jurisdicción6 .
Importante en este trabajo es recordar aquellos mambises de la Localidad de Moa que olvidados por la historiografía local, están aún sin investigar, siendo un impulso a nuevas investigaciones que enriquezca la historia local de este municipio minero-metalúrgico.
Ellos son:
Salvador Durán Lores. (Agripín). Nació en Majayara, Baracoa, al estallar la Guerra del 95, se incorpora como soldado el 11 de agosto de 1895, en el Regimiento de Infantería de Maisí, jurisdicción de Baracoa, al mando del General Carreras, finalizada la guerra se incorpora a las labores agrícolas, y con su pequeño barco realizaba viajes a Baracoa en busca de alimentos. Siempre le enseño a sus hijos el amor a la patria y la lucha contra la injusticia, con la llegada de Fidel a la Sierra Maestra, intenta colaborar con el Ejército Rebelde, pero su avanzada edad no se lo permitió, en su lugar sus hijos se incorporaron a la lucha revolucionaria, lo que motivó que la dictadura lo presionara constantemente para que delatara a sus hijos, en 1958 se suicida a la edad de 78 años. Sus restos de este insigne mambí reposan en el Cementerio de Cañete, su nombre aparece en el Libro 2, con el folio 223 # 902, Compilación del Mayor General Carlos Rolof, Inspector General del Ejercito Libertador.
Juan Nepumuceno Cabreja (Juan Cabreja o Ceno). Nació en 1871 en Nibujón, Jurisdicción de Baracoa, hijo de María del Santo, una emigrante haitiana y Manuel Aguirre de origen español. Arribó a la zona de Cañete procedente de la ciudad primada, al estallar la Guerra del 95 se incorpora el 12 de junio de 1895 a la edad de 24 años, es destinado al suministro de provisiones del Ejercito Libertador, principalmente en la elaboración de sal elemento importante para la conservación de alimentos en plena contienda, formó parte del Primer Regimiento de Baracoa. Al concluir la guerra se dedica a las labores agrícolas en su pequeña finca en Cañete, le gustaba el canto y la improvisación, al estallar la última guerra de liberación, colabora con el Ejército Rebelde, en la entrega de algunas armas y alimentos, muere a la edad de 105 años, sus restos reposan en el cementerio de Cañete. Aparece como soldado del Ejército Libertador, Compilación del Mayor General Carlos Rolof, Inspector General del Ejercito Libertador. (Soldado, se incorpora el 18 de noviembre de 1896/ libro 2, folio 95 # 683)7
José Girón Soriano. (Patato). Nació en Sagua de Tánamo en 1863, hijo de Gumersindo Girón y María Soriano, arriba a la edad de 32 años a la zona de Cañete, donde realiza todas sus actividades revolucionarias, al estallar la Guerra del 95 se incorpora el 5 de junio de 1895 al Regimiento de Infantería de Baracoa, perteneciente a la 1ra Brigada, 1ra División., del 1r Cuerpo del Ejercito Libertador, fue destinado a la elaboración de sal para las tropas mambisas. Al concluir la guerra se dedica a las labores agrícolas en su finca el “Rincón” en Cañete, muere el 9 de enero de 1959, sus restos reposan en el Cementerio Local, Aparece registrado en el Índice Alfabético y Defunciones del Ejercito Libertador de Cuba con antigüedad del 24-2-1895 al 24-8-1898. , Compilación del Mayor General Carlos Rolof, Inspector General del Ejercito Libertador.
Juan Francisco Reinosa Real. (Panchito). Nació en Cañete, Jurisdicción de Baracoa en 1852, hijo de emigrantes dominicanos, Gregorio Reinosa y Bárbara Real, al estallar la Guerra del 95 se incorpora el 30 de noviembre de 1896 al Regimiento de Infantería de Baracoa, comandada por Félix Ruenes. Al concluir la guerra se dedica a las actividades agrícolas en su finca “Sucesión Reinosa Jiguaní de Toar” en Cañete, sus familiares le decían cariñosamente “Papacito”, le sorprende la muerte el 8 de enero de 1956 a la edad de 104 años.
Teofilo Reinosa Real: cuenta con el grado militar de sub-tte, hijo primogénito Gregorio Reinosa y Bárbara Real, hermano mayor de Juan Francisco Reinosa Real. Se incorporó a la guerra el 10 de mayo de 1895, quizás sea dentro del mambisado local el de más alta graduación. Está registrado con el No. 547, pág. 743 del libro Defunciones del Ejercito Libertador de Cuba con antigüedad del 24-2-1895 al 24-8-1898. , Compilación del Mayor General Carlos Rolof, Inspector General del Ejercito Libertador. Publicado en el 1901.
Ramón Navarro Gelpi. Nació en Baracoa en 1863, hijo de padre de origen alemán y madre cubana, al estallar la Guerra del 95, se alista en el Ejercito Libertador, radicando en la zona de Cañete, al finalizar la guerra se incorpora a las labores agrícolas, milita en el Partido Conservador, la muerte lo sorprende el 25 de julio de 1943 a la edad de 72 años, sus restos reposan en el Cementerio de Cañete.
Fidel Olivero. Hijo de Custodio Olivero y Dolores Pérez, se alista como soldado del Ejército Libertador el 25 de Agosto de 1895 en el Regimiento de Infantería de Baracoa, por su valor y audacia demostrada fue ascendido a cabo, fue destinado a la 1ra División del 1r Cuerpo.
Conclusiones:
La presente investigación pretende cerrar una brecha historiográfica de la Localidad de Moa, aún pendiente, en una sociedad en que se debate su identidad, en el marco regional y nacional cubano. La profundización en estos estudios demostrará que Moa no es solo una localidad de mineros, sino que cuenta con un legado histórico-cultural que trasciende a lo tradicional de nuestra historiografía nacional, desde una visión muy occidentalizada y globalizadora. Por eso ante esta tendencia hegemónica, cobran gran importancia los estudios de historia regional y local.
Bibliografía: