Juana Rodríguez García (CV)
Dagneris Batista de los Ríos (CV)
juanarg@ult.edu.cu
Universidad de Las Tunas Vladimir Ilich Lenin
Resumen
La familia constituye el principal contexto para la comunicación y el aprendizaje. Estos procesos se interrelacionan de forma dinámica, así a través de la comunicación adecuada se facilita oportunidades educativas y se favorece la comunicación entre los integrantes de la familia y con las demás personas.
En el presente trabajo se muestra un estudio de los referentes teóricos que describen las deficiencias que se determinan en el proceso comunicativo que tiene lugar en el interior de la familia y su incidencia en la conducta de sus integrantes, con el objetivo de que este compendio sirva de referente bibliográfico para otras investigaciones y estudios de casos de comunicación en familias de adolescentes con manifestaciones agresivas.
Palabras claves: adolescencia, agresividad, comunicación familiar, familia.
Summary
The family is the primary context for communication and learning. These processes are dynamically interrelated and through proper communication provides educational opportunities and promotes communication between family members and others.
This paper shows a study of the theoretical framework describing the deficiencies identified in the communication process that takes place within the family and its impact on the conduct of its members, with the aim of this compendium serve bibliographic reference point for other research and case studies of communication in families of adolescents with aggressive manifestations.
Keywords: adolescence, aggression, family communication, family.
Introducción
La familia es considerada, desde diferentes ciencias como un grupo de alto valor. En ella se satisfacen importantes necesidades afectivas y materiales, y se contribuye a la formación de hábitos de conducta y valores. Resulta una institución mediadora entre la sociedad y el individuo con una fuerte potencia educativa.
Actualmente la familia enfrenta grandes dificultades y exigencias para mantener su estabilidad y lograr un equilibrio entre las exigencias del medio y las responsabilidades que implica el contexto familiar. Dentro de los grandes cambios existentes en el contexto actual se encuentra las dificultades de conciliar las responsabilidades laborales con las familiares, lo que implica un reordenamiento de los roles y responsabilidades sociales. A esto se le pudiese sumar, como una carga más la incertidumbre económica, al asumir una sobre exigencia de la función económica, y no menos importante, la omnipresencia de la figura materna en el hogar.
Este enfrentamiento se dificulta aún más en el ejercicio de su función educativa; encargo que se hace más vulnerable en algunos períodos del desarrollo de sus integrantes, como la adolescencia. Al respecto Marcos García, defectólogo cubano, cita: “El hogar es un escenario de diversos acontecimientos, los manejos inadecuados que se producen desestabilizan el buen desarrollo de la familia por lo que se exigen nuevos acuerdos para el mantenimiento de las relaciones y su funcionalidad”. (García: 2005; 3)
Las relaciones educativas que se establecen con el adolescente resultan decisivas en la configuración de sus formaciones motivacionales, como sus ideales y valores. En tal sentido la socióloga cubana Bárbara Morel señala:
“Las circunstancias actuales exigen cada vez más que los miembros de la
familia, en particular los padres, se deban esforzar por establecer una buena comunicación con sus hijos, pues los estilos comunicativos influyen positiva o negativamente en estos. Cuando en la convivencia familiar prevalece el intercambio de opiniones, con mensajes claros, directos y congruentes entre los miembros, se garantiza el buen desarrollo de cada uno de sus integrantes”. (Morel: 2010; 7)
La interacción familia – adolescente forma parte protagónica y directa del contexto histórico – cultural que propulsa el desarrollo del adolescente. Lamentablemente la familia no siempre está preparada para cumplir con éxito el papel educativo que le corresponde.
La adolescencia es una etapa particularmente compleja en el período de desarrollo. En ella ocurren transformaciones biológicas y psicológicas significativas que unido a las nuevas exigencias sociales colocan al adolescente en una nueva posición de desarrollo.
Desarrollo
La familia constituye el principal contexto para la comunicación y el aprendizaje. Estos procesos se interrelacionan de forma dinámica, así a través de la comunicación adecuada se facilita oportunidades educativas y se favorece la comunicación entre los integrantes de la familia y con las demás personas.
Estudios relacionados sobre el tema de comunicación familiar evidencian que existen elementos, como la manera de comunicarse, la intensión, claridad y direccionalidad con que se emiten los mensajes, que entorpecen el buen funcionamiento y el desarrollo de sus miembros. Sin embargo aún son insuficientes las investigaciones realizadas respecto al tema.
En esta etapa pueden ser frecuentes manifestaciones agresivas estimuladas por modos de comunicación disfuncionales, como los autoritarios y los permisivos, en los que no existe equilibrio entre las funciones afectivas, informativas y educativas de la comunicación, y el intercambio se hace de manera unidireccional sin tener claridad en el mensaje que se emite.
Los estilos comunicativos guardan estrecha relación con los métodos educativos que se utilizan. El tipo de comunicación condiciona el carácter de las relaciones interpersonales que se establecen entre los miembros de la familia y contribuye a la conformación del clima socio - psicológico y su expresión en el individuo.
Estudios relacionados sobre el tema de comunicación familiar evidencian que existen elementos, como la manera de comunicarse, la intensión, claridad y direccionalidad con que se emiten los mensajes, que entorpecen el buen funcionamiento y el desarrollo de sus miembros. Sin embargo aún son insuficientes las investigaciones realizadas respecto al tema.
Para esta investigación la autora se apoya en estudios que abordan el tema de
familia desde su funcionamiento. En tal sentido se refieren los trabajos de Virginia Satir _ psicoterapeuta estadounidense conocida principalmente por su enfoque de terapia familiar_ 1988; los aportes de la psicóloga cubana Patricia Arés, 1990 y 1995. Las contribuciones de Isabel Louro _ doctora en Psicología de la Salud perteneciente a nuestro sistema nacional_ 2004; Bárbara Morel_ socióloga cubana que propone un estudio de la comunicación en el interior de las familias en escolares con problemas de indisciplina_ 2010; entre otros.
En relación con el tema de la comunicación se destaca Ana Vera, 2004 y Fernando Gonzáles, 1995; este último ha realizado estudios con adolescentes donde se aprecia una asociación directa entre el tipo de comunicación familiar y algunas tendencias de su personalidad.
En el análisis de la adolescencia y las conductas agresivas nos pertrechamos de los fundamentos expuestos por la psicóloga cubana Laura Domínguez, 2003; que realiza una compilación de artículos referentes a las regularidades psicológicas propias de la adolescencia y la juventud, hace además algunos acercamientos en torno a los estilos educativos familiares y su relación con la conducta de los adolescentes.
Al realizarse una revisión de las fuentes teóricas_ tan amplia como lo permitió nuestro contexto_ del tema comunicación familiar, no se encontraron suficientes referencias investigativas. Para superar estas brechas se decidió dedicar un análisis a aspectos del funcionamiento familiar que permiten una comprensión de la actividad comunicativa entre sus miembros.
Los referentes para la comprensión de las relaciones familiares se sitúan en el complejo entramado que propone ramas de conocimientos afines como la filosofía, la sociología, el derecho, entre otros. La psicología aporta el análisis del carácter relacional de sus miembros y desde este sistema de conocimiento se presentan los aportes teóricos, que a criterio de la autora permiten el abordaje del objetivo de este estudio.
Uno de los principios más útiles de la psicología de orientación marxista es reconocer el valor de la dimensión social en la determinación de las relaciones subjetivas. Desde esta referencia se destaca L. Vigotsky, creador del modelo histórico - cultural. El análisis de los presupuestos teóricos, planteados por Vigotski, son válidos para la comprensión de la familia, dado que en ella se expresan interrelaciones que se dan a partir de historias individuales, sociales y marcos económicos – culturales. Todo análisis, por microgrupal que parezca, no puede desdeñar este principio.
La psicóloga cubana P. Arés, 1990, manifiesta que la familia opera como institución social cuya vida y forma está determinada por la sociedad donde se inserta; y como unidad psicológica, es decir, como microsistema con una especificidad propia que la hace única e irrepetible, portadora de un sistema de códigos, pautas de interacción y estados educativos. Es de vital importancia la comprensión de la familia como un sistema, y que a su vez, está compuesto por diversos subsistemas, en el cual cada una de sus partes juega un rol fundamental en el desempeño positivo o negativo en la funcionabilidad de la familia.
Después de haber realizado un análisis de los aspectos fundamentales referentes a la familia, la autora asume a la misma como una unidad social construida por un grupo de personas unidas por vínculos consanguíneos, afectivos y/o cohabitacionales; donde se cumplen funciones específicas transcendentales para el desarrollo y formación de los integrantes en su interacción social.
Al hacer un análisis de las particularidades más significativas de la familia, se pasa a destacar la comunicación que se ejerce en ella, como la principal vía para manifestar sentimientos, puntos de vistas, saberes y creencias; lo que cumple su función fundamental de autorregulación de la conducta, ya que la comunicación es vista por muchos autores como el eje central de los problemas familiares, y este criterio es compartido por la autora de este trabajo.
La utilidad de estos aportes para el análisis de la comunicación familiar resulta relevante porque todas las relaciones interpersonales se dan en el ámbito de las relaciones comunicativas, por tanto la forma en que se organizan los procesos señalados develan los estilos comunicativos predominantes. Por ejemplo, límites difusos pueden corresponderse con estilos de comunicación permisivos, una deficiente función afectiva puede indicar estilos comunicativos autoritarios.
Muchos estudios de familia han sido guiados por la Teoría General de los Sistemas, y a ello se le suman los aportes de la Teoría de la Comunicación Humana, que trata de explicar los intercambios comunicativos como procesos sociales. Entre los principales exponentes de esta teoría y del constructivismo radical se encuentra el científico austriaco Paul Watslawick, quien es una importante referencia en el campo de la Terapia familiar y sistémica. Realizando una condensación de los postulados que se establecen en esta teoría reseñamos las integraciones que a partir de ella formula Patricia Arés (P. Arés: 1995)
1. Es imposible no comunicar: En un sistema todo comportamiento de un miembro tiene valor de mensaje para los demás.
2. Toda comunicación cabe distinguir entre aspectos de contenido (nivel digital) y relacional (nivel analógico): Mientras que el nivel digital se refiere al contenido semántico de la comunicación, el nivel analógico cualifica cómo se ha de entender el mensaje, es decir, designa qué tipo de relación se da entre emisor y receptor. Es importante señalar que una disrupción entre el nivel de contenido y el relacional, puede ocasionar mensajes paradójicos cuyas consecuencias irían desde generar confusiones en lo que se pretende trasmitir hasta propiciar funcionamientos patológicos.
3. La definición de una interacción está condicionada por la puntuación de las secuencias de comunicación entre los participantes: los sistemas abiertos se caracterizan por patrones de circularidad, sin un principio ni fin claro. Así la definición de cualquier interacción depende de la manera en que los participantes de la comunicación dividan la secuencia circular y establezcan relaciones de causa -efecto.
Para la comprensión de las relaciones familiares resulta decisivo comprender a la persona en su entorno. Se estudia cómo determinados comportamientos y tendencias psicológicas se repiten generación tras generación. Según la visión sistémica, nuestra historia familiar afecta profundamente nuestra personalidad, nuestro comportamiento y nuestras relaciones. Modela de la misma manera, nuestros valores, actitudes y creencias sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre nuestra vida.
Desde la perspectiva del constructivismo, el lenguaje ocupa un lugar privilegiado como elemento de análisis y posibilitador de la construcción de nuestras realidades. Patricia Arés plantea que: “El constructivismo social considera a la comunicación como el producto de significados creativos e interrelacionales compartidos, donde la realidad familiar es construida por sus miembros en sus relaciones e interacciones”. (Arés: 1995; 13)
La autora comparte la idea con otros estudiosos, que en este enfoque el investigador no tiene acceso a los hechos vividos por las personas, sino a las narrativas construidas por ellos. Lo que se da entre los miembros, de acuerdo a este modelo, es un intercambio de ideas signadas por los significados que le otorgan cada uno de los participantes.
En conjunción con la anterior valoración se hace imprescindible señalar que los especialistas en familia que parten del modelo constructivista en sus diferentes versiones, consideran que las personas con comunicación inadecuada están atrapados en pautas comunicativas disfuncionales que se corresponde con diferentes tipos de narrativas. Algunas de ellas resultan opresivas por la carga de culpa que entrañan.
Los investigadores de la academia cubana parten fundamentalmente, de las referencias que les aporta el enfoque sociocultural. El propio L. Vigotsky interpreta la comunicación como un intercambio de pensamientos, sentimientos y emociones. La psicóloga Lourdes Ibarra comparte la definición que establece que: “La comunicación es un proceso de interrelación entre dos o más personas, en la que todos sus participantes intervienen en calidad de sujetos activos”. L. Ibarra: 2007; 64.
La psicoterapeuta estadounidense Virginia Satir, destacada por sus aportes a la comunicación familiar, ofrece elaboraciones en torno a estilos comunicativos que tienen lugar en el contexto familiar, y su influencia en las relaciones que se propician entre sus integrantes. Respecto a la manera de comunicarse propone las siguientes: (Morel: 20110; 33):
1 Acusador - Recriminador: la comunicación acusa, descalifica, agrede, es dogmática y desvaloriza.
Palabras: No sé en qué estás pensando, siempre te equivocas.
Cuerpo: Tenso, enérgico.
Sentimiento: Mi autoridad es mi seguridad.
2 Suplicante - Conciliador: Pasivo, lastimoso, crítico de sí, complaciente, temor a ser abandonado. Se siente culpable, incapaz. Víctima, manipulador desde la lástima de sí mismo.
Palabras: No sirvo para nada.
Cuerpo: Abatimiento.
Sentimiento: Solo no puedo.
3 Superrazonable - Computadora: Frío, distante y calculador. Construcción modelada de la vida. Tecnócrata de la comunicación. Inflexible, esquemático, dominio de la verdad, se protege en las teorías.
Palabras: Esto es lo mejor para todos, no tiene discusión.
Cuerpo: Erguido, espigado.
Sentimiento: Necesito un apoyo.
4 Irrelevante - Impertinente: Rebelde, confuso, excéntrico, hiperactivo, desordenado, desvaloriza todo. Vive sin normas, sin reglas, no respeta a los otros.
Palabras: Hago lo que me da la gana. Cuerpo: Expansivo, desordenado.
Sentimiento: Me han maltratado, no me quieren, así soy.
5 Congruente - Auténtico: Coherente y consecuente con sus sentimientos. Articula palabras, cuerpo y sentimientos. Directo, sincero, discreto y ético.
Se ubica en el contexto. Respeta los límites. Acepta sus errores.
Estos estilos comunicativos son propuestos a partir de un estudio realizado en un sistema y contexto diferente al cubano, sin embargo, su análisis es válido como referencia de estudio y su contenido básico se utiliza como apoyo al referir los estilos comunicativos que adoptamos en la presente investigación.
Al tener en cuenta que la comunicación se percibe como un proceso de interacción entre dos o más personas, la autora considera necesario exponer algunos de los diferentes tipos de interacción que L. Ibarra identifica en la comunicación: (L. Ibarra: 2007; 67)
1 Interacción personal: Se refiere al vínculo intersubjetivo, el encuentro con el mundo interno del otro significativo a lo largo de su desarrollo.
2 Interacción cultural: Apropiación de normas, pautas, códigos y valores que rigen socialmente como pauta de una cultura.
3 Interacción trascendental: Permite la interacción de lo aprendido con lo que se adquiere progresivamente.
4 Interacción consigo mismo: Este tipo propicia el desarrollo de la personalidad, de la identidad y de nuevas relaciones con los otros y con el medio con mayor madurez.
Es oportuno incluir los mecanismos de comunicación que tienen lugar en este proceso; debido a que se trata del proceso comunicativo que se genera en el intercambio familiar y que involucra al adolescente. Se parte de las referencias ofrecidas por K. Gonzáles: (K. Gonzáles: 2005; 97)
1. Contagio: Es el sentimiento involuntario del sujeto a determinadas conductas.
2. Persuasión: Es un proceso de fundamentación lógica con el objetivo de obtener el consentimiento del sujeto que recibe la información.
3. Sugestión: En este proceso no hay acuerdo, solo aceptación de las informaciones sin recurrir a la demostración o argumentación.
4. Imitación: Implica no solo la aceptación de la conducta de una persona, sino la reproducción por el sujeto del modelo de comportamiento demostrado.
En muchas de las investigaciones que se han ocupado del estudio de la familia se coincide en que la comunicación ocupa un lugar central en la funcionabilidad del sistema familiar, y es a su vez, el eje central de las soluciones y conflictos que se puedan establecer dentro de su seno. En la familia se mantienen los rasgos distintivos de toda comunicación humana, aunque adquiere significaciones y especificidades en relación con otros contextos a los que se pertenece. Al respecto, Laura Domínguez señala que:
“En este proceso de interacción social, en el que sus miembros intercambian y se interrelacionan entre si, se utiliza un sistema de señales y símbolos que cada miembro codifica y descodifica dentro de un marco conceptual, referencial y operativo”. (Domínguez: 2003; 128)
A partir de la integración teórica de los contenidos abordados hasta el momento, la autora realiza una elaboración personal en la que define a la comunicación familiar como:
¨Un espacio de interacción social que transcurre en el proceso de actuación de la familia, se intercambian, a veces de manera indiscernibles, mensajes que entrañan tanto contenidos cognitivos como afectivos. Su transmisión ocurre en diferentes niveles, la relación entre ambos se conecta con los estilos que adquiere. Los significados de la comunicación resultan esenciales en las vivencias de las personas, por ende constituye un poderoso resorte en la función de regulación y autorregulación de la personalidad”.
Se considera útil añadir, para el estudio de la comunicación familiar, una referencia relativa a las funciones comunicativas. Todo análisis que se enclave en la comprensión psicológica está dirigido en alguna instancia a potenciar la adecuada regulación del comportamiento.
La adecuación de las funciones comunicativas determina de manera significativa la formación y educación de la personalidad. A su vez lo que se describe en el cumplimiento de las funciones comunicativas guardan estrecha relación con los estilos comunicativos y los niveles de la comunicación. La clasificación más tradicional de las funciones comunicativas es la siguiente: (Arés: 1990; 37)
Afectiva: Basado en el respeto y la afectividad, se transmiten valores, normas y costumbres. Se tienen en cuenta además, las necesidades y motivaciones de cada una de las partes. Es un proceso de percepción interpersonal donde intervienen las emociones de lo que participan en la interacción.
Informativa: Está basada en los intereses del comunicador, o del comunicando. Aquí es muy importante tener en cuenta las creencias, opiniones y saberes que se tienen conformados por la familia o la persona en particular. Se da un proceso de intercambio de información.
Regulativa: Su intención está basada en el establecimiento de patrones conductuales, y donde es muy importante la jerarquía o el rol que ocupa cada miembro de la familia. Tiene lugar un proceso de interacción, de influencia en el otro, en el que la comunicación funciona como reguladora de la conducta.
Para el estudio de la comunicación en el interior de la familia se hace necesario entender la capacidad que tienen cada uno de los integrantes para comunicar. La autora se ajusta al término de capacidad comunicativa propuesto por Patricia Arés (1990; 42) que realiza en su amplia experiencia de estudio del funcionamiento familiar:
La capacidad comunicativa que se refiere a la preparación o a la medida en que sea efectiva o no la manera de comprender y ser comprendidos, la misma puede ser:
Funcional o adecuada: Debe potenciarse el diálogo, la empatía y la amplitud de temas a debatir.
Disfuncional o inadecuada: No se potencia el diálogo, no tiene lugar la empatía y los temas a debatir son restringidos.
Todos los miembros de la familia poseen necesidades y expectativas de los otros respecto a la satisfacción de dichas necesidades. Una de las dificultades habituales de las familias radica en pensar que "el otro es capaz de adivinar lo que yo necesito y debe ser capaz de adivinar qué hacer para ayudarme a satisfacer esta necesidad". Asimismo se espera que los otros adivinen los sentimientos y emociones.
Es fundamental que las familias sean capaces de aprender a lograr que sus miembros expresen sus necesidades, emociones y expectativas, sin temor a la negación y descalificación por parte de los otros. Al explicitar dichos elementos se establecerán relaciones más claras y eficientes. Después de este análisis la autora considera que resulta indispensable valorar el tipo de mensaje: los mensajes se pueden clasificar en dos formas: de acuerdo a la dirección: (directos o indirectos), y a la claridad: (claros o confusos).
A pesar de que existen distintas combinaciones, se reconoce que estos dependen de las características de cada familia, por lo que en algunos casos puede variar. Las posibles combinaciones a encontrar son:
Directos y claros: Se observa más en el estilo democrático, se dirigen directamente hacia la persona y los mensajes son congruentes, honestos y auténticos.
Directos y confusos: Se observa más en el estilo autoritario, se dirige directamente hacia la persona, los mensajes tienden a ser incongruentes y con falta de autenticidad.
Indirectos y confusos: Se observa más en el estilo indiferente, no se dirige el mensaje directamente a la persona, los mensajes tienden a ser incongruentes y con falta de autenticidad.
Indirectos y claros: Se observa más en el estilo permisivo, no se dirige el mensaje directamente a la persona, los mensajes son congruentes, honestos y auténticos.
Dentro del seno familiar existen distintas relaciones comunicativas, en el sentido que existen interacciones entre padre-hijo, entre adultos, y entre hermanos. Es de vital importancia el análisis de la comunicación entre los diversos subsistemas y entender así la dirección que toman dentro de los mismos y dentro del sistema familiar en general.
Cuando la familia es capaz de dejar claros los límites y normas entre distintos grupos de la familia, la comunicación entre sus miembros tiende a ser más directa, eficaz y transparente. El estilo y la forma de comunicación que tengan como familia o sub-grupo de esa familia, dependerá de su historia familiar y de su forma particular de relación. En todo análisis de la comunicación resulta inevitable adscribirse a un patrón que referencie los estilos comunicativos. Estos están dados por la forma en que se comunican y la relación que se establece entre todas las partes y la función de la misma.
De acuerdo a la referencia que hemos adoptado se pueden clasificar de la manera siguiente:
Autoritario: Este estilo se caracteriza por imposiciones regulativas, dogmáticas, inflexible, con tono y volumen inadecuado (altos en la mayoría de los casos y/o hasta llegar a gritos), no hay retroalimentación entre los miembros de la familia, por lo que no hay una exposición de puntos de vistas, ideas y sentimientos de todas las partes. Los mensajes tienden a ser directos, pueden ser confusos o claros. Las frases más comunes son “tienes que…” y “porque lo digo yo”.
Permisivo: El estilo que se utiliza no es con imposición, se inclina por ser pasiva, el tono y volumen varía de acuerdo con las características específicas de cada familia, pero por lo general es moderado. No hay retroalimentación entre los miembros de la familia, pues se estila que cada cual haga lo que crea más conveniente para su desarrollo, pero puede haber exposición de puntos de vistas, ideas y sentimientos. Los mensajes pueden ser directos y confusos, y hay una intención informativa (de dar a conocer lo que se opina, pero sin imposición.). La frase más común es “yo solo te digo, tú haces lo que quieras…”
Democrático: El tono y volumen es adecuado, existe retroalimentación entre los miembros de la familia, donde se exponen puntos de vistas, sentimientos y opiniones de todas las partes. Los mensajes son directos y claros, con equilibrio de las funciones: afectiva, regulativa e informativa. Entre las frases más comunes están aquellas que invitan al diálogo.
La autora considera que si bien las formas de comunicación pudiesen presentarse combinadas, partir de este análisis es válido; sin desdeñar las peculiaridades que corresponden a la singularidad que imponen las características personológicas de los sujetos y de cada familia. En toda familia existen diferencias y conflictos difíciles de resolver. El problema no es la existencia de los mismos, sino su forma de resolverlos o enfrenta rlos. Estilos comunicativos adecuados conducen a la familia a un mayor potencial en la búsqueda de soluciones, Patricia Arés propone los siguientes aspectos como vías fundamentales para su logro: (Arés: 1990; 42)
Negociar con elevado nivel de compromiso y responsabilidad con la solución.
Aceptación y empatía del otro aunque no se esté de acuerdo con su postura.
Realizar negociaciones de tipo ganar- ganar, donde se obtenga lo mejor para ambas partes.
En un análisis profundo de la comunicación que se establece en el interior de la familia se hace imprescindible destacar que la misma se produce como vía para trasmitir y comprender informaciones nuestras y del otro, a través de la satisfacción de necesidades, exposición de criterios y opiniones que se construyen por mediación de las vivencias, la cultura, la historia de la familia, el medio social en que se desenvuelve y la manera de hacer de cada uno de sus integrantes. Al respecto Omar Fontes señala que: "La comunicación familiar se convierte en un medio valioso e indispensable, no solo por los conocimientos, los hábitos y las actitudes que en este sentido la familia pueda trasmitir y formar". (Fontes: 2006; 42)
En la realidad actual, la relación que se dan entre los diversos subsistemas se complejiza cada día más, y entre ellos, el que ocupa mayor significación para la autora del presente trabajo es la interacción padre- hijo, en especial la relación que existe entre la comunicación familiar y la agresividad en los adolescentes. Por ser esta una etapa de grandes significaciones para el desarrollo del sujeto, poder entender la relación que le ocupa a la autora, se hace necesario hacer un análisis de las características principales de la adolescencia y de la agresividad.
La adolescencia es una etapa entre la niñez y la edad adulta, que cronológicamente se inicia con los cambios puberales y que se caracteriza por profundas transformaciones biológicas, psicológicas y sociales. (Domínguez: 2003; 185)
Desde el enfoque histórico-cultural se analiza la situación social del desarrollo del adolescente. El cual está referido a las condiciones que se establecen a partir de la relación entre los cambios biológicos y psicológicos del adolescente y las principales regularidades de los sistemas de actividad y comunicación que caracterizan los procesos y formaciones psicológicas típicas de este período. Esta categoría propuesta por Vigotsky, 1984, declara:
“La situación social del desarrollo es el punto de partida para todos los cambios dinámicos que se producen en el desarrollo durante el período de cada edad. Determina plenamente y por entero las formas y la trayectoria que permiten al niño adquirir nuevas propiedades de la personalidad, de que lo social se transforme en individual. Por tanto, la primera cuestión que debemos resolver, al estudiar la dinámica de alguna edad, es aclarar la situación social del desarrollo.”
La adolescencia, en términos generales, se caracteriza por significativos cambios biológicos que repercuten en el desarrollo psicológico del adolescente. Estos cambios se vinculan estrechamente a la esfera autovalorativa, incluida la imagen corporal y también a la valoración que recibe el sujeto en sus relaciones de comunicación con adultos y coetáneos. Esta repercusión se debe a una posición social intermedia entre el niño y el adulto, en cuanto a estatus social, debido a que el adolescente continúa sus estudios y depende económicamente de sus padres, pero posee potencialidades psíquicas y físicas muy semejantes a la de los adultos. Al respecto Laura Domínguez refiere que: (L. Domínguez: 2003; 185)
En el área cognoscitiva las mayores exigencias de la escuela demandan del adolescente un nivel más elevado de la actividad cognoscitiva y a su vez propician su desarrollo.
La atención se hace cada vez más voluntaria y se perfecciona.
La percepción está impregnada de reflexión. El desarrollo de la memoria voluntaria se incrementa.
La imaginación es productiva, refleja la realidad, le permite correlacionar los proyectos personales con los ideales sociales y morales aceptados.
El desarrollo intelectual se concretiza en el pensamiento teórico
conceptual-reflexivo.
En el área motivacional-afectiva-volitiva evoluciona la capacidad de actuar de acuerdo al objetivo propuesto.
Existen necesidades crecientes de independencia y autoafirmación que se expresan en su jerarquía de motivos, donde ocurra la aceptación, el reconocimiento y la comunicación con sus compañeros.
Se condiciona el desarrollo de la voluntad, pues llegan a desarrollar de manera significativa algunas cualidades volitivas, como son: la valentía, la independencia, la decisión y la iniciativa.
El grupo se convierte en un motivo esencial de la conducta y de la actividad, pues existe ante todo la aspiración de encontrar un lugar de aceptación social.
El interés del adolescente por el sexo opuesto tiene considerable importancia para el desarrollo de la personalidad.
Aparecen, además de la actividad de estudio, otros tipos de actividad que se caracterizan por su tendencia social: artística, laboral, deportiva y recreativa. Las relaciones de los adolescentes con sus coetáneos, constituye una fuente de profundas vivencias y reflexiones. Estos nuevos nexos pueden generar conflicto generacionales, pues la opinión de los coetáneos ha sido considerada como elemento fundamental que determina la conducta del adolescente.
La familia, aunque de modo diferente al de etapas anteriores, representa también un importante papel. En este ámbito el adolescente debe responder a un conjunto de exigencias. La opinión de los padres es aun de gran importancia para el bienestar emocional del adolescente, en este sentido dependerá mucho del estilo de comunicación que se haya construido entre este y sus padres.
De las referencias aportadas por estos clásicos de la teoría psicológica se comprende que las crisis entrañan situaciones de tensión, confrontación de condiciones subjetivas y del medio externo, cuya resolución pueden potenciar el tránsito hacia etapas superiores.
La crisis, en opinión de los psicólogos marxistas, está condicionada por diferentes factores: los biológicos, representados por las llamadas transformaciones puberales; los psicológicos, dados por la existencia de fuertes necesidades de independencia y autoafirmación y una intensa búsqueda de la identidad personal y los sociales, referidos a la posición intermedia. (Domínguez: 2003; 184)
Al compartir las diferentes posiciones asumidas por los psicólogos marxistas, la autora considera a la crisis de la adolescencia no como una etapa en la que necesariamente se identifique como negativa, sino que es necesaria valorarla teniendo en cuenta su contribución al desarrollo de la personalidad en esta etapa. Al respecto la psicóloga cubana María Sánchez señala:
“La crisis de la adolescencia, es una crisis de carácter psicológico que expresa la contradicción existente entre las potencialidades psicológicas crecientes del adolescente (sobre las cuales se va haciendo cada vez más conciente) y las posibilidades para su realización”. (Sánchez: 2003; 143)
Al analizar que la adolescencia ocupa un lugar intermedio entre dos etapas importantes del desarrollo como son la niñez y la adultez, y que en esta el adolescente se debate entre las exigencias y los antiguos recursos personológicos o los que debe crear para satisfacer las mismas, es que tiene lugar la crisis en la adolescencia. Laura Domínguez hace mención a lo que considera como las principales manifestaciones de la crisis que resultan censurables a los ojos de los adultos: (Domínguez: 2003; 219)
Tratar de sobresalir en alguna esfera.
Dar muestras de sabihondez acentuada.
Emplear estilos altisonantes de conversación.
El uso exagerado de la moda y del argot juvenil.
Agresividad.
Aislamiento
Laura Domínguez valora estas conductas como muestras de rebeldía manifestaciones de la inseguridad del adolescente y como forma de buscar comunicación y apoyo entre quienes le rodean. Los adolescentes, en el sistema de relación y comunicación con el adulto, desarrollan una mayor opinión crítica en la valoración de las figuras adultas, tanto en torno a los maestros como a sus padres, quienes dejan de ser autoridades sagradas, aunque esta valoración tiende a ser un poco rígida y poco reflexiva.
Las relaciones de comunicación entre los adolescentes y sus padres dependen de diferentes factores, entre los que pueden mencionarse el nivel socioeconómico de la familia, el nivel escolar y cultural de los padres y una última cuestión, no menos importante, que es el estilo de comunicación que se ha desarrollado, entre padres e hijos, en las etapas anteriores. Para lograr atenuar este fenómeno o solucionarlo, una de las principales vías consiste en producir cambios en el estilo de comunicación con el adolescente.
Laura Domínguez, considera que el conflicto adulto-adolescente se encuentra condicionado por factores objetivos y subjetivos, ya que el adolescente ocupa una posición social intermedia, continúa dependiendo económicamente de los padres, aún asiste a una institución escolar con vistas a lograr la preparación necesaria para su futuro desempeño profesional y muestra en ocasiones conductas infantiles o rasgos de inmadurez. (Domínguez: 2006; 53)
El hombre como ser social se expresa a través de su conducta, y se hace imprescindible para su conocimiento, comprender cómo se comporta en su ambiente, por qué actúa de esa manera y no de otra; así como sus motivaciones, necesidades e intereses que guían su comportamiento. Según Nolbert Diéguez;
"La conducta es el resultado del proceso de vida de la persona que la manifiesta. Es la configuración global de este en su ambiente, lo que explica cada uno de sus comportamientos por insignificante que parezcan. Cualquier conducta humana supone una enorme complejidad, y ante estimulaciones concretas, se pone en acción todo lo que la persona ha sido capaz de ganar o perder como consecuencia de sus actos". (N. Diéguez: 2010; 22)
Agresividad, del latín “Aggredi”, significa ir contra alguien; es de manera general una propensión a atacar, a destruir o hacer daño. De manera general, la agresividad es una característica de la conducta que se expresa en la disposición de atacar, de usar la violencia frente al medio ambiente. (N. Diéguez: 2010; 15)
Un adolescente con agresividad puede manifestarse agresivo frente a las personas, a los animales, frente a los objetos e incluso frente a sí mismo. La agresividad se convierte en ellos en una forma especial de relacionarse con el medio, lo cual, en ocasiones los hace violentos. Nolbert Diéguez manifiesta que:
"Un estudiante agresivo se caracteriza por la disposición de usar la violencia. Demuestra una rebeldía hostil manifiesta o encubierta, una agresividad verbal o física, espíritu de venganza y destrucción, Es mentiroso y gusta molestar a otros con bromas crueles, lenguaje grosero, generalmente ocasiona indisciplina e incumple con las reglas y normas sociales". (N. Diéguez: 2010; 24)
La agresividad, según este autor, tiene varios niveles de complejidad que van desde la agresividad como un mecanismo de defensa de la persona frente a la hostilidad del medio, hasta la agresividad que produce satisfacción o disfrute de la personalidad como suele ocurrir con la personalidad sádica. (N. Diéguez: 2010; 15)
Hay que tener cuidado de no confundir un trastorno de la conducta con una reacción agresiva de tipo situacional transitoria o circunstancial. Para esta diferenciación se hace necesario establecer el concepto de trastorno de conducta que propone Omar Fontes:
“ Los trastornos de la conducta son alteraciones variadas y estables de la esfera emocional volitiva, que resultan de la interrelación dialéctica de factores negativos internos y externos, los cuales originan principalmente dificultades en el aprendizaje y en las relaciones interpersonales, todo lo cual se expresa en desviaciones del desarrollo de la personalidad que tiene un carácter reversible”. (Fontes: 2003; 35)
Cuando la agresividad es un trastorno de la conducta, le caracteriza su manifestación estable y en todas las direcciones del accionar del menor.
Los adolescentes con diagnóstico de trastorno de la conducta tienden a resolver sus problemas por la vía de la violencia, son irreflexivos y conflictivos; por lo que manifiestan una agresividad injustificada y refinada, donde muchas veces disfrutan de las molestias que ocasionan, sin indicio de arrepentimiento, con una implicación moral negativa. Al respecto, Omar Fontes refiere:
“Un menor con trastornos de la conducta en forma de agresividad es agresivo frente a todo: frente a las personas, a los animales, frente a los objetos e incluso frente a sí mismo. La agresividad se convierte en ellos en una forma especial de relacionarse con el medio, lo cual, en ocasiones los hace destructivos, incluso crueles con aquellos que valoran como más débiles que ellos”. (Fontes: 2003; 78)
La autora se refiere al identificar a un adolescente que presente manifestaciones agresivas circunstanciales, a sujetos que muestran agresividad solamente antes determinadas situaciones como el regaño, el castigo, alguna situación estresante, para él o hacia alguna persona. Por lo general estas conductas se hacen sin malas intenciones y son sensibles ante el daño que cometen, pues tienden a responder afectuosamente cuando se les trata con respeto.
La tendencia de los padres en el contexto actual a educar a los adolescentes bajo agresión física y verbal es muy frecuente, lo que permite arribar a la conclusión de que la agresividad es una conducta que se aprende del medio en que se desarrolla el sujeto y de las vivencias ocurridas en el mismo. Esto no implica que todas las personas educadas en un ambiente hostil, necesariamente resulten ser agresivos. Otro factor familiar influyente en la agresividad en los hijos es la incongruencia en el comportamiento de los padres. Respecto a esto, Omar Fontes señala que: "El mejor argumento para dejar de considerar a la agresividad como un instinto es que se aprende con mucha facilidad. La tendencia de los padres en nuestro medio, a educar a los niños bajo agresión física y verbal es tan frecuente que pudiéramos considerarla como una de las causas principales del surgimiento y desarrollo de esta forma clínica de los trastornos de la conducta". (Fontes: 2003; 87)
Esta reflexión es porque en el terreno individual es imposible concebir las agresiones externas, sus respuestas y en un final las alteraciones que se producen, sin hacer un análisis de lo que está determinado por la familia, principalmente porque el mayor número de agresiones externas que recibe el niño, en los primeros años de vida, los que influyen mas significativamente en la formación de los aspectos emocionales, afectivos y cognoscitivos, los recibe del seno de la familia, de la interrelación o dinámica en la que éste realiza o se ve envuelto en la familia. Finalmente cabe mencionar también el déficit en habilidades sociales necesarias para afrontar aquellas situaciones que nos resultan frustrantes.
Los adolescentes, en el sistema de relación y comunicación con el adulto, desarrollan una mayor opinión crítica en la valoración de las figuras adultas, tanto en torno a los maestros como a sus padres, quienes dejan de ser autoridades sagradas, aunque esta valoración tiende a ser un poco rígida y poco reflexiva. Las relaciones de comunicación entre los adolescentes y sus padres dependen de diferentes factores, entre los que pueden mencionarse el nivel socioeconómico de la familia, el nivel escolar y cultural de los padres y una última cuestión, no menos importante, que es el estilo de comunicación que se ha desarrollado, entre padres e hijos, en las etapas anteriores. Es por ello, que para lograr atenuar este fenómeno o solucionarlo, una de las principales vías consiste en producir cambios en el estilo de comunicación con el adolescente.
La familia, representa también un importante papel, en este ámbito el adolescente debe responder a un conjunto de exigencias. La opinión de los padres es aun de gran importancia para el bienestar emocional del adolescente, pero todo depende del estilo de comunicación que se haya construido entre este y sus padres. Otro aspecto a destacar es el establecimiento de nuevas formas de relación con los adultos, a veces generadoras de conflictos y que agudizan las manifestaciones de la llamada “crisis de la adolescencia”, así como nuevas formas de relación con los coetáneos o iguales, cuya aceptación dentro del grupo se convierte en motivo de gran significación para el bienestar emocional del adolescente.
Conclusiones
La investigación realizada constituye un acercamiento a la descripción de las deficiencias de la comunicación familiar de adolescentes con manifestaciones agresivas, donde se destacan los referentes teóricos respecto al tema, el tratamiento desde diferentes puntos de vistas de conceptos medulares esenciales para el trabajo en esta dirección.
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