Contribuciones a las Ciencias Sociales
Febrero 2012

EL "SER AHÍ" DE LA VOLUNTAD. INTRODUCCIÓN PARA UN ENSAYO

Yuniesky Matos Castillo (CV)
yuniesky@imias.cug.co.cu
Centro Universitario Imias

 

RESUMEN

Estas reflexiones se sitúan dentro de la polémica filosófica actual sobre la trascendencia de la voluntad como motor impulsor no solo de la acción instintiva humana, sino,  de la razón práctica. Buscan la concepción de interrogar a través de “ser ahí”  Heideggeriano las leyes naturales en su movimiento en interrelación directa a unos de sus subproductos: los seres humanos. En consecuencia, las acciones destructivas que estos ejercen sobre su propia  naturaleza.

ABSTRACT

These reflections are not located inside the current philosophical polemic on the transcendency of the will like impeller motor alone of the human instinctive action, but, of the practical reason. They look for the conception of interrogating through “to be there” Heideggeriano the natural laws in their movement in direct interrelation to some of their by-products: the human beings. In consequence, the destructive actions that these they exercise on their own nature. 

PALABRAS CLAVES

Voluntad
es”: como acción innata del movimiento.
Ser ahí”: como resultado de la accion


 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Matos Castillo, Y.: "El "ser ahí" de la voluntad. Introducción para un ensayo ", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, Febrero 2012, www.eumed.net/rev/cccss/18/

LA VOLUNTAD Y SU “SER AHÍ”

La filosofía existencial progresa en contenido estrecho con la historia de las relaciones humanas, esto es, inmanente reflexión que interroga al universo en su trascendencia, ser mismo que es, el “es” del mundo, devenir ininterrumpido, movimiento, materia, no  aquello que designa la esencia de  este “es” como categoría, sino, todas las manifestaciones particulares de esta. No podría ser el “es” humano que puede definirse como un conjunto de aptitudes y actitudes práctico-subjetivas subordinadas a una cultura socio-natural determinada, a una ideología que marcaría la dirección indefinida de tal “es”, sino existiera por otro lado este “es” natural del que surge da vida y sostiene.
El “ser humano“,  síntesis compleja de “ente” físico y “es” como forma de acción múltiple del ser dado, por  la esencia heterogénea de su madre naturaleza conteniente de tal duplicidad en una generalidad más bruta: “ente” y  “es natural“, tiene el elevado privilegio por ser  cerebro o forma organizada compleja: “es del complejo natural en que vive“, de devorar con ansias inexplicables su propio ente genérico. No pertenece al “es humano“ el  “ente natural“ que le sustenta y  hace creer individual en cuanto de él depende su ente físico, pero este se objetiva, adueña, consume y reconsume, entonces surge y resurge la inexistencia.
El “es incontrolado“ del hombre, insostenible realización como fin último, transforma su entorno natural, su universo físico.  Cabe un pensar quimérico parar la destrucción siendo esencia del curso instintivo real,  nada más pesimista. Si ha sido  posible a través del entendimiento humano modificar el “es” genérico salvaje a su cuenta en el devenir histórico social, hacerlo menos irracional llevado a la civilización hoy cuestionada, más bien era de la barbarie tecnológica, se podría pensar en extender la existencia al extremo de la interpelación sostenida meditación, donde nace la “voluntad de ser”  haciendo  bien. Lograr,  mayor el tiempo en que el sujeto del conocimiento dado en su aparente independencia interrogue al objeto del conocimiento,  relación que sintetiza o consuma la existencia como forma del “ser humano“, declarando el cáncer necesario y creado que le corroe, por un lado la evolución natural, por otro el ser humano en pura degeneración falta del interrogar.
 Es necesario se sitúe el hombre ante la muerte, forma última de la acción individual del “es” humano, adempero, vive enajenado de tal realidad, no ve en ello un peligro como forma última de ser social.
La inyección letal a la barbarie tecnológica estaría en una forma de amor: el amor a la voluntad de vivir.  ¿Que relación podría concomitar entre muerte y existencia?, pues que ellas son  alfa y  omega en su constante resurgir, una sería imposible sin la otra, la existencia da vida a la muerte, la muerte realidad a la existencia. Necesario morir para surgir, surgir para morir. Acaso tiene derecho el instinto, la irracionalidad, determinar un destino del que no es dueño ni madre. Dejemos que las líneas vitales sean libres.
Grita como máxima el “es”: ¡ama a la voluntad de vivir!, perderás el miedo a luchar, escudriñaras en la faena constante la vida, amar esta voluntad  revela buscar en la batalla de la justicia el fin,  amar el fin de la batalla sin el temor a ese fin, es creernos parte del acto natural como nueva cuna.  
El “Ser Ahí” solo visto en virtud de las formas de acción es comprensión que da al  movimiento humano una realidad meramente práctica. El “ahí”, entre otras cosas,  denuncia  el “ahora” como principio y fin constante, necesidad de reconocimiento ante el acumular de un pasado virulento. Nada salva de esta gravedad el ahí sino la fuerza de la voluntad de vivir.
El ahí humano requiere un ahora forzando a su “es” natural hacia el límite activo de la conciencia racional. No importa la muerte de este o aquel ahí, sí el Apocalipsis del todo.  
 El hombre comprende la dualidad  “ser ahí natural”  ente  “ser ahí sujeto”  es intelectivo. En la naturaleza se encuentra tal dualidad, una como realidad circundante tangible objetiva;  ahí sujeto pureza del movimiento, el impulso, la energía, ambas no se pueden desligar, una no existe sin la otra, son principio y fin de sus existencias, causas recíprocas del devenir.
Se concibe al hombre un producto natural que supera esa condición, convirtiéndose en  ser temerosamente inteligente para bien o mal. ¿Cómo saltaría las barreras de las alturas? Nada serio, ligándose en su entendimiento el universo natural sin decir tú, yo, aquel, sino soy todo y punto. ¿Donde cabe la muerte para este “ser ahí”? Es un fenómeno que se ha ido de la realidad como fin último de “ser humano” para “ser un medio”. Nuestro “ser ahí”  se revierte, conflictúa, lucha por sobrevivir.
La muerte es parte del “ser ahí” último de la naturaleza por tanto del hombre. El hombre está alimentando su “ser ahí” como ente físico en función de “es” aparentemente independiente del ser ahí natural para poder vivir, vive de la natura, la devora constantemente, he aquí surge el concepto: “limite” desde la autocomprensión, contra la  irracionalidad de ese “ser ahí”, el cómo se le pone una barrera, pues teniendo en su esencia el poder del movimiento ilimitado en condición de universo infinito avanza hacia la constante destrucción.
El límite se centra en el “ser ahí del ser ahí”, en el surgimiento de un poder superior con suficiencia de imponer subordinación, cuando la imposibilidad del “no ser universal” del individuo lleva a construir a través de la enajenación, una institución superior: dios. En este caso, la única salvación del hombre es la sublimación de Eros- el amor-  constituyéndole como una categoría esencial, no como un simple sentimiento que se lanza al abordaje ante los problemas sino, como sol humano. Eros nacería de la lucha entre el interrogar del ser ahí del es y la muerte. Eros llama a la redención humana del egoísmo  dando vida a la voluntad del ente natural.
El poder reflexivo existencial contemporáneo, intenta dar al mundo subjetivo de los conflictos, la incertidumbre, la agonía, el dolor, la injusticia, la muerte, una salida si bien estanca, decorosa. El suprimir los placeres, ¿resolvería parte del problema social?; ¿generaría otros mayores? Eso busca desentrañar el hombre. La renuncia al placer material forma parte de la posibilidad de concentrarse en sus reflexiones (razón), el cuerpo (voluntad objetivada), desde lo instintivo, impone olvidarse de ello requiriendo un gran esfuerzo intelectual, recuperables con la paz interior, el nirvana social. Dado que el placer aumenta los desaciertos, el dolor, la infelicidad cuando en efecto nocivo desarrolla su esencia natural saturado de irracionalidad, el “ser ahí” debe mostrarse reacio, intolerante, insumiso. Salvemos al hombre es decir salvemos nuestro señorío natural, la candente razón.
 El hecho más decisivo e importante en la vida de la humanidad es el conocimiento, “por el rige su conducta y a el ajusta sus pasos, puesto ante el enigma del mundo, el hombre quiere conocer su destino y la incertidumbre, sobre ese destino, es su más dolorosa tragedia. Presa del escepticismo su voluntad se paraliza, este es el secreto de la virtud mágica de las religiones. Las épocas en que el hombre se cree  en posición del conocimiento, es decir, de las verdades eternas que dominan su camino y su vida son épocas de optimismo, al contrario, las épocas en que la luz del conocimiento palidece y se esconde, lo son de amargo pesimismo, la resultante de todo futuro científico depende en gran medida de los conflictos que ello comporte. La verdadera consideración filosófica del mundo (…) es precisamente aquella que no trata de inquirir de donde viene el mundo ni a donde va, ni siquiera porqué razón o causa existe, sino que examina lo que “es1 . Vivimos  una época de amargo pesimismo respecto al destino del hombre, una gran contrariedad se nos muestra, por una lado la luz del conocimiento se hace de a ratos destellante, se goza el hombre de lo hecho, a ratos palidece, nos lanza a las sombras en dudas. La civilización contiene un “es” de corrosión tecnológica, un “ente” natural en pleno reconsumo agonizante. Vivimos conectados a nuestra madre naturaleza aunque de ellos no nos demos cuenta, diría que ella depende de nuestra existencia solo para existir para alguien, es lamento  que el “es” humano siendo el “es” supremo de la natura no entiende, - luz palidecerte-, que no existe como ente natural si este colapsa solo en una pequeña proporción, nada más claro que la degeneración natural implica degeneración humana, degeneración humana implica degeneración natural.  

1 Schopenhauer, Arthur: La cuádruple Raíz del principio de razón suficiente; El mundo como voluntad y representación; Eudemonología. Obras escogidas en dos tomos. Tomo II.  Buenos Aires. Edt. El ateneo.1950. Pág. 500.

CONCLUCIONES

  • La “barbarie tecnológica” en lo  que se esta convirtiendo cada segundo de esta ERA, se acentúa más bien, como  producto de las contradicciones humanas y de la no dominación de la voluntad de vivir, que está actuando no como necesidad positiva sino a través de un desenfrenado instinto de poder.
  •  Los nuevos procesos de colonización han cambiado de forma cualitativa y cuantitativa no de esencia, la humanización se niega en el efecto del amor como céntrica cualidad humana. Se siente la fuerza del “fin de una historia” a pesar de los avances en la mayoría de las esferas donde el pensamiento se hace imperioso.