Diosveldy Navarro Lores (CV)
diosveldy@fcs.cug.co.cu
Carmen Arianne Jiménez Ferrer
Universidad de Guantánamo, Cuba.
Resumen
Normalmente en la naturaleza las fuerzas no se presentan solas, sino en pares como sucede con las fuerzas de acción y reacción. Estas fuerzas las ejercen todos los cuerpos que están en contacto con otro.
Estos presupuestos en el medio natural son de aplicación a procesos físicos y mecánicos. En el medio social ocurre algo parecido. El ser humano con su acción sobre otro provoca una reacción, lo que se conoce como conducta reactiva. Si la acción lleva implícito un carácter positivo, pues la conducta reactiva puede ser positiva en un alto nivel de probabilidades. Si lleva implícito un gesto con carácter negativo, también con un alto nivel de certeza se puede esperar una conducta reactiva que lleve implícito un gesto con carácter negativo.
Por lo que, toda acción humana ejercida sobre otra persona provoca una, conducta reactiva, sea positiva o negativa. Así algunas acciones humanas pueden crear caldo de cultivo para la aparición de situaciones sociales conflictivas, en la medida en que determinadas condiciones dan lugar a que se repriman algunas conductas reactivas negativas.
Estas conductas reprimidas provocan sufrimientos que favorecen la gestación de situaciones sociales conflictivas. El accionar inadecuado de ciertos individuos poseedores de poder y fuerza pueden saturar y colman de sufrimiento a otros individuos. La persistencia y reiteración de otras acciones generadoras de nuevas conductas reactivas negativas, sobresaturan el nivel de sufrimiento en esas personas, provocando, en la mayoría de los casos, un arranque de ira desenfrenada, a través de actos de violencia, agresiones, ataques, etc, que encuentran su expresión en un conflicto social.
Palabras claves:
Acción, reacción, conducta humana reactiva positiva o negativa, manifiesta o reprimida, situaciones sociales conflictivas.
Desarrollo
La tercera ley de Newton se expresa de diferentes maneras:
“Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto.”
“Cuando un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro, éste ejerce sobre el primero una fuerza igual y de sentido opuesto.”
Esta tercera ley, también conocida como “Principio de acción y reacción” nos dice que si un cuerpo A ejerce una acción sobre otro cuerpo B, éste realiza sobre A otra acción igual y de sentido contrario.
Según se plantea en Wikipedia
“Esto es algo que podemos comprobar a diario en numerosas ocasiones. Por ejemplo, cuando queremos dar un salto hacia arriba, empujamos el suelo para impulsarnos. La reacción del suelo es la que nos hace saltar hacia arriba. Cuando estamos en una piscina y empujamos a alguien, nosotros también nos movemos en sentido contrario. Esto se debe a la reacción que la otra persona hace sobre nosotros, aunque no haga el intento de empujarnos a nosotros. Hay que destacar que, aunque los pares de acción y reacción tengan el mismo valor y sentidos contrarios, no se anulan entre si, puesto que actúan sobre cuerpos distintos.” 1
Normalmente en la naturaleza las fuerzas no se presentan solas, sino en pares como sucede con las fuerzas de acción y reacción. Estas fuerzas las ejercen todos los cuerpos que están en contacto con otro, así un libro sobre la mesa ejerce una fuerza de acción sobre la mesa y la mesa una fuerza de reacción sobre el libro. Estas fuerzas son iguales pero contrarias; es decir, tienen el mismo módulo y sentido, pero son opuestas en dirección.
Esto significa que siempre en que un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro este también ejerce una fuerza sobre él. “Se nombra fuerza de acción a la que es ejercida por el primer cuerpo que origina una fuerza sobre otro, por lo tanto, se denomina fuerza de reacción a la originada por el cuerpo que recibe y reacciona (De allí el nombre) con esta otra fuerza sobre el primer cuerpo” 2.
Estos presupuestos en el medio natural son de aplicación a procesos físicos, mecánicos. Sin embargo, en el medio social ocurre algo parecido.
Según apunta la psicóloga cubana Rosa María Cubela (2005): “Los sentimientos atraen la misma energía: el resentimiento origina resentimiento, la comprensión da paso a la comprensión y la empatía a mayor empatía”. 3 O sea, desde una perspectiva psicológica, se infiere que el ser humano con su acción sobre otro ser humano provoca una reacción, reconocido en la literatura como comportamiento o conducta reactiva. Si la acción lleva implícito un carácter positivo, pues la reacción o conducta reactiva provocada puede ser positiva en un alto nivel de probabilidades. Ejemplo: si una persona A acciona con un gesto de cariño sobre otra persona B, con un alto nivel de certeza se puede esperar un gesto de cariño como conducta reactiva de la persona B. Salvo que el gesto cariñoso de la persona A lleve implícita cierta dosis de hipocresía y esto sea percibido por la persona B, la cual reaccionará con una conducta totalmente opuesta.
Si en cambio, la acción de la persona A lleva implícito un gesto con carácter negativo, también con un alto nivel de certeza se puede esperar un comportamiento, conducta o reacción de la persona B que lleve implícito un gesto con carácter negativo. Aunque no en todos los casos sucede esto. En dependencia del nivel cultural, familiaridad, carácter, temperamento, estado de ánimo de la persona B se podría esperar un comportamiento, conducta o reacción diferente a la de la persona A. Por ejemplo: ante una actitud irrespetuosa y poco caballerosa de un profesor con una compañera de trabajo, esta última le censuró con mucho respeto y profesionalidad diciéndole: ¡Te propusiste ser grosero y lo lograste con una maestría admirable!. Casos como este son poco frecuentes, pero suelen ocurrir en algunas ocasiones, pues el medio social es muy denso y complejo y no todos los procesos se desarrollan exactamente como se tiene pronosticado. Siempre las personas sorprenden con sus conductas y reacciones.
Por citar algunos ejemplos. Vivir en medio de agresiones no es nada saludable en ningún tipo de relación, pues el resultado de este trato negativo es la aparición de sentimientos de hostilidad y remordimiento que en algunos casos se reprimen con la consiguiente futura falta de respeto y de consideración. Ejemplo: un padre con frecuencia agrede verbalmente a los hijos y estos, condicionados por razones de dependencia económica, cultura de subordinación padre-hijo, no externalizan una conducta similar, pero reprimen los deseos de ofenderle, insultarle, agredirle.
Cuando la condición de dependencia desaparece y/o se cultivan como personalidades libres e independientes, ante las agresiones del padre liberan toda la energía negativa reprimida con un acto agresivo también, o sea, si el padre utiliza un tono de voz inadecuado, pues recibirá una respuesta en un tono similar, si le ofende verbalmente, recibirá una ofensa, etc.
Estas son conductas reactivas que sorprenden, pero que está demostrado con suficiente evidencia este fenómeno, que ya fue expuesto por Rosa María Cubela y citado en el presente trabajo.
De manera similar sucede con los casos de violencia. Aunque las situaciones de violencia merecen un aparte, pues la violencia humana se genera en la generalidad de los casos por un desequilibrio de poder: el que se siente más fuerte o superior controla, se impone, descalifica, abusa, menosprecia e intenta dominar a la persona más débil con el uso de la fuerza si es necesario.
Algunas personas erróneamente asocian la violencia solo a personas de bajo nivel cultural, escasa instrucción, de barrios malos, donde es común y frecuente el hacinamiento y la convivencia múltiple. La violencia no depende del nivel cultural, la edad, el estrato social o el color de la piel. Entre profesionales también ocurren actos violentos.
Otros mitos en torno a esta problemática son expuestos por la psicóloga cubana Sara Mas (2006) cuando expresa que “(…) También es falso que el hombre sea violento por naturaleza, como parte de su virilidad. Las formas más comunes de manifestarse la violencia son la psicológica, la física y la sexual. (…) Es válido resaltar que en el fenómeno subyacen las asimetrías de poder (…)”.4
Hay otras cuestiones que merecen nuestra atención en relación con la violencia. Por consenso, desconocimiento, obligación o costumbre en diferentes naciones la cultura machista se tolera como le llama el antropólogo francés Pierre Bourdieu “violencia simbólica, tranquila, insensible e invisible hasta para sus víctimas”. 5 Este tipo de violencia simbólica ha sido un elemento de control social y explotación sexista en muchas culturas.
Incluso desde la adolescencia, se manifiestan casos de violencia simbólica. Resulta evidente que el maltrato de las novias es un fenómeno que forma parte también de la violencia familiar. El comportamiento abusivo de algunos jóvenes se manifiesta de diversas maneras, a través de muchas actitudes poco respetuosas y desconsideradas que dañan a la novia.
De tal manera, la violencia actualmente es uno de los aspectos potencialmente generadores de situaciones sociales conflictivas. Por citar un ejemplo: los actos de violencia familiar o agresiones causan estrés en las parejas y automáticamente bajan los niveles de producción de adrenalina e inhiben el deseo sexual.
A juicio del psiquiatra y sexólogo venezolano Rómulo Aponte:
“(…) el deseo sexual inhibido es una alteración del deseo sexual normal que según las estadísticas afecta al 40% de las mujeres y al 30% de los hombres, o sea, a millones de personas desde la adolescencia hasta la culminación de la vida. Apunta que el problema no es con el funcionamiento, sino con el deseo, y corresponde a la primera de las fases del ciclo sexual, la del apetito sexual, que conduce a buscar pareja, a involucrarse, intercambiar estímulos y a excitarse mutuamente.
Esta disfunción, carente de fantasías y pensamientos de contenido sexual, produce mucho estrés. Respecto a si la caída de la libido es directamente proporcional a los años de matrimonio, Aponte dice que esa es una realidad irrebatible, hasta el punto que a veces es posible descubrir los años de convivencia por la frecuencia sexual. “El estrés (...) secuestra a las fantasías sexuales. La carencia de creatividad, la monotonía, la rutina, la frigidez, el maltrato (...) activan los mecanismos de habituación con lo cual caen los niveles del deseo. (...) La pareja fastidiada no piensa en fantasías sexuales”.
Las fantasías en este terreno son uno de los mejores afrodisíacos, si se entiende como tal un evento del pensamiento, espontáneo o deliberado en el que una serie de imágenes transcurren en una acción dinámica, en el cual se imagina y anticipa el encuentro sexual con la pareja, el desnudo, el coito, el placer. Es común que las fantasías se activen en plena reunión de trabajo o en una congestionada calle.
Las fantasías son altamente recomendables, y la más frecuente es tener sexo con alguien conocido que no es la pareja formal, en la playa o en el parque, todo lo cual hace pensar en muchos casos a la pareja en la aventura amorosa o en la comisión de un acto de infidelidad” 6
Siguiendo las ideas de Aponte, los motivos por los que las personas son infieles, o se sienten tentados a serlo, suelen estar relacionados estrechamente con las razones por las que reprimen sentimientos y conductas reactivas negativas ante actos de su pareja. El hombre o la mujer incapaz de externalizar o manifestar verbalmente su enfado, malestar, resentimiento con su pareja puede "vengarse" teniendo una aventura amorosa con otra persona. La mujer que se siente maltratada, agredida, humillada, aplastada puede "resolver" el problema teniendo relaciones sexuales con otra persona fuera de casa. Y este lamentable incidente genera actos de violencia, agresiones, conflictos sociales.
En este respecto es válido aclarar que “Poner los cuernos” es resultado de la búsqueda de la satisfacción de necesidades que no se encuentran en la pareja.
Generalmente se piensa que la persona infiel es la única culpable, sin embargo, la infidelidad es el resultado de la crisis de una pareja, pues quien es infiel lo hace porque busca en otra persona cuestiones sexuales, emocionales o intelectuales que su pareja no le da.
Hasta aquí es posible asegurar que toda acción humana ejercida sobre otra persona provoca un sentimiento o conducta reactiva, sea positiva o negativa. De manera que se cumple el presupuesto de Rosa María Cubela anteriormente expuesto. Aunque se ha de señalar que, como ella señala, no en todos los casos los sentimientos atraen de manera mecánica la misma energía, pues el resentimiento puede originar otros sentimientos negativos que necesariamente es resentimiento.
Es imprescindible incursionar en otros casos en que las acciones humanas crean caldo de cultivo para la aparición de situaciones sociales conflictivas.
Hay determinadas condiciones en que las personas que se consideran libres, externalizan o manifiestan sus conductas reactivas y no les preocupa ser una de las partes implicadas en un conflicto o situación conflictiva. Con tal de no sentirse humilladas, vejadas, asumen las consecuencias. No obstante, hay personas temerosas, dependientes, que prefieren reprimir los sentimientos de hostilidad y conductas reactivas, máxime cuando se trata de conductas reactivas negativas. Esto puede ocurrir en casos en que “(…) hay individuos con dependencia de tipo masoquista, sentimientos de inferioridad y pequeñez, miedo, y bajo los efectos del conformismo automático dejan de ser ellos mismos, adoptan el tipo de personalidad que le proporcionan las pautas culturales y se convierten en seres exactamente iguales a todo el mundo y tal como los demás esperan que ellos sean (…)” 7, y otros que han preferido perder su personalidad, con tal de “(…) sentirse idénticos a millones de otros autómatas que le circundan para no sentirse solos y angustiados (…)”8 .
Esas conductas reactivas negativas reprimidas provocan sufrimientos que favorecen la gestación de situaciones sociales conflictivas. El accionar inadecuado de ciertos individuos poseedores de poder y fuerza, saturan y colman de sufrimiento a otros individuos que reciben su influencia en forma de violencia simbólica, imperceptible o a través de agresiones abiertas y declaradas. La persistencia y reiteración de otras acciones generadoras de nuevas conductas reactivas negativas, sobresaturan el nivel de sufrimiento en esas personas, provocando que estas conductas se manifiesten o externalicen en la mayoría de los casos, en un arranque de ira desenfrenada, a través de actos de violencia, agresiones, ataques, etc, que encuentran su expresión en un conflicto social.
Bibliografía consultada
1 Leyes de Newton. http://thales.cica.es/rd/Recursos/rd98/Fisica/02/leyes.html
2 http://www.monografias.com/trabajos7/lene/lene.shtml. Tercera Ley de Newton
3 Rosa M. Cubela. Bohemia No 15. 2005 pp 77
4 Sara Mas. Entre mitos y prejuicios. Mujeres No 4. 2006 pp 88 y 89.
5 Pierre Bourdieu. Violencia simbólica. http://es.wikipedia.org/wiki/Violencia_simb
6 Rómulo Aponte. www.scribd.com/doc/56675679/La-Libido-en-Crisis - En caché - Similares
7 Erich Fromm. El miedo a la libertad. Ediciones Paidós Ibérica, España. 1947. pp. 183
8 Ibidem. pp. 147