Contribuciones a las Ciencias Sociales
Febrero 2012

LOS PROCESOS AFECTIVOS Y LA ZONA DE DESARROLLO PRÓXIMO: UNA NUEVA VISIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA HISTÓRICO CULTURAL

 

Felix Jorge Robinson Samuells (CV)
ydieguezc@vru.uho.edu.cu
Centro Universitario Municipal "Martha Ramos Mojarrieta", Cuba.

 

 

Resumen
El siguiente artículo es el resultado de un análisis de la zona de desarrollo próximo como constructo teórico importante en la comprensión de la subjetividad. El objetivo, por tanto, es reflexionar sobre algunas cuestiones que puedan contribuir hacia nuevas lecturas en su interpretación, al tomar como punto de partida que ningún conocimiento o explicación acerca de la validez de un concepto  en el contexto científico, es absoluto, acabado o único. De este modo se introducen nuevos conceptos para estudiar, explicar y comprender la formación de la subjetividad desde una perspectiva Histórico Cultural. En este contexto se asume una visión integrativa a partir de la introducción de la transferencia y contratransferencia   como aporte relevante del psicoanálisis a la construcción del conocimiento científico en el campo de la psicología. Aquí su utilización supone la  presencia de una  lectura diferente,  al ser  considerado como una producción subjetiva y su manifestación en los diferentes  espacios de relación cotidianos. Además son analizadas las categorías vivencia y sentido subjetivo  teniendo en cuenta la unidad de lo cognitivo y lo afectivo,  lo consciente e inconsciente y su  expresión en la configuración subjetiva de los sujetos en el proceso de interacción. Desde esta perspectiva se exponen los cuestionamientos del autor al centrar sus reflexiones en los procesos afectivos, ante la necesidad de proponer nuevas  elaboraciones en el panorama contemporáneo actual.

Abstract
The article is the result to analysis of one Proximal Development Zone as a concept theoretical important understanding subjectivity. The objective hence is reflect about some topics that can contribute toward news lectures in their interpretation take as point of any knowledge or explanation about the validity as one concept in the scientific context is absolute finished or unique. In this way are introduced new concepts for study explains and understand the subjectivity formation from the cultural Historic perspective. In this context it assumes an integrative vision from introduction transference and countertransference as a relevant apport of the psychoanalysis to the scientific construction in the field of the psychology. Here its utilization suppose a different lecture as to be considered as the subjective and its manifestation in its different spaces of relation daily. Therefor there are analyzed categories experience sense subjective takes in to account the unit of affective and cognitive conscious and unconscious and its expression in the subjective configuration of the subjects in the interaction process. From this perspective it shows the discussing in the affective process before the necessity to purpose new elaborations in the actual contemporary view.

Palabras claves: subjetividad, vivencia, sentido subjetivo, transferencia, contratransferencia.
Key words: subjectivity, experience, subjectivity sense, transference, countertransference.

 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Robinson Samuells, F.: "Los procesos afectivos y la zona de desarrollo próximo: una nueva visión desde una perspectiva histórico cultural ", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, Febrero 2012, www.eumed.net/rev/cccss/18/

Introducción
En el siguiente trabajo se abordan uno de los conceptos más reconocidos  de  la obra vigotskyana, la Zona de Desarrollo Próximo; como expresión del discurso de su época y la necesidad de desarrollar un diagnóstico que superara el método tradicional de abordar las principales problemáticas existentes en un momento de desarrollo de la ciencia psicológica. Estos trabajos centraron su atención en los supuestos acerca de la naturaleza de determinadas funciones mentales superiores asociados al desarrollo intelectual, donde es difícil percibir  lo emocional como aspecto inseparable de los procesos cognitivos.  De lo anterior se deriva  una de las cuestiones a señalar que se orienta a  la búsqueda de nuevas alternativas en su comprensión.
Este concepto propuesto por Vigotsky, hace referencia  a la distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independientemente una tarea y el nivel de desarrollo potencial, determinado a partir de la  solución de una tarea bajo la guía de un adulto o en colaboración  con otro compañero más capaz.
No obstante al pretender, abordar su significación en la comprensión de la subjetividad resulta necesario tener en cuenta como Vigotsky al proponer esta categoría centra sus análisis  en su utilidad para la instrucción y el desarrollo intelectual, al postular el papel rector de la enseñanza en relación con el desarrollo. En este sentido expresa al abordar su validez como procedimiento metodológico en su obra “Pensamiento y Lenguaje”:
“La investigación pone de manifiesto que la zona de desarrollo próximo tiene un valor más directo para la dinámica de la evolución intelectual y para el éxito de la instrucción que el nivel actual de su desarrollo (…)  el aspecto central para toda la psicología de la instrucción estriba en la posibilidad de elevarse mediante la colaboración a un grado intelectualmente superior (…)  (1934, pp.329-332)
En la cita anterior se puede apreciar como el autor pondera el aspecto intelectual y el papel de la instrucción como  elementos centrales en sus reflexiones acerca de la utilidad de esta categoría. Aspectos reconocidos por los continuadores  que han contribuido al desarrollo de concepciones novedosas en las ciencias pedagógicas.  Sin embargo,  en mi opinión ha sido insuficientemente abordada al reificar el papel de lo cognitivo como referente de la obra vygotskiana asociado a los espacios pedagógicos en la aplicación de este  concepto. Es precisamente en este sentido que sin pretender exponer una interpretación acabada sobre el tema en cuestión,  resulta necesario valorar la importancia de la esfera afectiva en la construcción de la subjetividad.
De esta forma  no se propone un análisis exhaustivo en cuanto al valor incuestionable de su significación en el discurso psicológico actual, ni tampoco abordar las diferentes interpretaciones e investigaciones concretas llevadas a cabo por sus continuadores. En esta nueva aproximación se parte de considerar la propuesta de sentido subjetivo de González Rey  los cuales define como: “la unidad inseparable de los procesos simbólicos y emocionales en el curso de una experiencia, donde la emergencia de uno de esos procesos evoca al otro sin convertirse en su causa”.  (González Rey, 2000).
De igual manera al abordar la categoría vivencia propuesta  por  Vigotsky en “El problema del Entorno” como “la relación que existe entre el niño y su entorno, la experiencia emocional (parezhivaniya); en otras palabras cómo un niño se entera de, interpreta, y se relaciona emocionalmente con cierto acontecimiento”. (1935, p.7);es concebida desde una nueva óptica que rompe con los elementos racionalistas y cognitivos asociados a esta categoría, para ser comprendida a partir de la complejidad de los procesos que tienen lugar en la subjetividad, pues no es vista como reflejo o reproducción sino como unidad de sentido productora de emociones que integra lo consciente e inconsciente en las configuraciones subjetivas del sujeto.

La  Zona de Desarrollo Próximo y los espacios  de relación como expresión de lo afectivo
En relación con esta categoría se refieren diversas lecturas que ponderan su valor teórico y metodológico, orientado hacia  su aplicación en diferentes contextos de la actuación profesional. Esta concepción se aplicó primero en el contexto educativo y de las pruebas psicológicas con un predominio en el estudio de los aspectos cognitivos  y este ha constituido el campo predominante de su uso. Sin embargo,  una de las cuestiones que a mi modo de ver resulta válido al intentar reflexionar sobre la importancia de este concepto en la práctica psicológica, lo constituye la relación del sujeto con un otro más capaz. Es precisamente en este contexto en el  cual emergen nuevos sentidos a partir del conjunto de acciones compartidas entre sujetos dentro de una dinámica relacional y espontánea la cual no se limita a los contenidos de carácter académico o instructivo como muestra de la visión tradicional.
En este proceso emergen vivencias de satisfacción e insatisfacción, generadoras de tensión que los sujetos vivencian  y  se convierten en dominio personal, a partir de los diferentes elementos que se encuentran presentes en una relación. Aquí los estados emocionales conscientes e inconscientes se manifiestan a partir de las formas de relación establecidas durante una determinada actividad.
En este sentido, el componente afectivo de cualquier  relación no puede ser valorado de una manera superficial, pues las necesidades de los sujetos son productoras de emociones que de manera constante se encuentran presentes como elementos dinámicos del comportamiento en los diferentes espacios de interacción.
En esta relación la posición de asimetría no siempre resulta un elemento desarrollador, puesto que puede conducir a un retardo o anulación de los elementos que emergen como potencialidad. De este modo al abordar este aspecto resulta necesario tener en cuenta  las diversas formas de subjetivación y la multiplicidad de situaciones que pueden ser vivenciadas como estados de tensión, entre el dominio cultural y la demanda de recursos psicológicos para su ejecución personal.
En estos contextos  los sistemas de significados compartidos por los sujetos implican su emocionalidad, sin olvidar que las interacciones se sitúan en un determinado espacio donde emerge un posicionamiento mutuo de los participantes que expresan relaciones de poder. Los componentes de un espacio relacional constituyen un sistema complejo: materiales, tareas, adultos, niños, en los cuales pasado, presente y futuro, se fusionan de modo conjunto para hacer posible el desarrollo.
Las funciones compartidas y las diferencias cualitativas en los contextos de la relación se integran en las configuraciones subjetivas como momentos del desarrollo de la subjetividad, donde existen dominios de los  sistemas simbólicos que implican propósitos que el sujeto vivencia como propios y que pueden actuar como facilitadores o obstáculos de nuevas adquisiciones. Esto requiere la interacción  con el otro, y exige  la creación de espacios de coherencia que transitan por la configuración de estados dinámicos de elevada complejidad.
La existencia de  una diferencia  en cada momento del desarrollo implica una realización individual  y futura que tiene lugar en la interactividad de los sujetos. Esta es interpretada como diferencia cualitativa, donde las experiencias no aceptadas por los discursos explícitos  forman parte del proceso vivencial que  no constituye una dimensión temporal irreductible al aquí y ahora, sino, que sintetiza el carácter activo, histórico y procesual del sujeto en los diferentes espacios de relación donde lo social y lo individual se integran de forma permanente como momentos de integración, contradicción y ruptura en el proceso de interactividad.
El hecho de considerar que la condición humana de existencia es ser agente de su propio desarrollo,  lleva implícito el reconocimiento de la singularidad de los procesos psicológicos y su construcción de manera individual, única e irrepetible; a partir de la producción de  sentidos subjetivos como construcciones simbólicas y emocionales  que protagonizan los participantes en un determinado espacio de relación.
Un componente a tener presente, en mi opinión, es la multiplicidad de emociones que resultan contradictorias  en un espacio de relación. Es necesario reconocer que al valor de las relaciones afectivas que establece un sujeto en un contexto determinado se suman otras formas de relación, configuradas como resultado de su historia personal en otros espacios de interacción social.  
La comunicación como proceso y la afectividad
La comunicación es otro elemento importante, se comparten signos o símbolos   elaborados por la cultura en su devenir histórico, estos  regulan nuestra conducta, en una doble condición social e individual, por tanto, no solo puede ser comprendida a partir del dominio compartido de los procesos simbólicos y su dominio personal sin tener en cuenta la complejidad de los procesos afectivos que emergen en su realización. Esto constituye la configuración de un espacio de relaciones, tanto verbal como no verbal, consciente e inconsciente que integra una diversidad de  interpretaciones por parte de los sujetos ante una misma situación. En cuanto supone la intersubjetividad y la emergencia de experiencias vividas en las cuales se articulan las emociones, fantasía e imaginación con el desarrollo intelectual  en la producción de ideas que requieren ser relacionadas  con una determinada actividad.
La constitución de este proceso, presupone el desarrollo de un diálogo que no se restringe a contenidos específicos determinados de manera apriorística, sino que permite la expresión de necesidades, sentimientos, estados de ánimo y emociones que emergen  como producciones subjetivas de  los sujetos durante la actividad. En este sentido, el desarrollo social e individual se interrelacionan de forma permanente mediatizados por las vivencias subjetivas que integran los deseos, motivaciones, aspiraciones como expresión del tejido de relaciones vitales que caracterizan la manera de interactuar de los sujetos implicados en los espacios de ejecución cotidianos.
Por otro parte, el contacto personal es una condición subjetiva en el desarrollo de las emociones que estimula un adecuado acercamiento entre las personas; sin embargo los estados emocionales de un sujeto son variables y dependen tanto de la situación, como de los estados dinámicos presentes  en los diferentes momentos de interacción y elaboración de una nueva experiencia.
En este proceso lo consciente e inconsciente se integra en la  configuración de la subjetividad  de los sujetos como formas de expresión de la afectividad. De este modo se transmiten  sentimientos, emociones como constituyentes de las vivencias y estados subjetivos que propician el intercambio y la participación conjunta como elementos condicionantes de la satisfacción de necesidades de aceptación, valoración, comprensión, apoyo, confianza e intimidad psicológica pero pueden también propiciar un ejercicio asimétrico de poder. Se trata aquí de la articulación compleja de diversas formas de comunicar y su congruencia en un espacio interactivo donde no puede ser excluido su acento emocional.
Las implicaciones de la afectividad en un espacio relacional
Abordar  las posibilidades teóricos metodológicos de este concepto para la intervención no solamente en el ámbito educativo, sino en las diferentes esferas de aplicación de la psicología,  implica reconocer  la complejidad de los procesos subjetivos que emergen en un determinado contexto de relación.

El carácter contradictorio de las relaciones humanas es un proceso mediatizado por estados afectivos caracterizados por contenidos con un valor emocional que se expresan en las vivencias del sujeto. Estos procesos ocurren en muchas ocasiones, en un plano de difícil conceptualización, al condicionar la  forma de establecer sus vínculos y  la posición asumida por los sujetos en su autorregulación personal. De esta manera en los espacios de relación, se expresan necesidades,  de diversa procedencia que intervienen en la regulación comportamental, las cuales no son siempre vivenciadas de manera consciente por los sujetos en interacción.
En relación con lo anterior  las relaciones que se constituyen  en la zona de desarrollo próximo frecuentemente ponderan la formación, cooperación y apropiación de sistemas simbólicos que tienen un sentido cultural. Desde este punto de vista la subjetividad en ocasiones ha sido interpretada de un modo lineal, al intentar encontrar una correspondencia entre un modo de actuar, pensar y sentir en congruencia con  intereses de orden social.
La especificidad de esta aproximación  se asocia a los conceptos de interiorización e  internalización como forma de explicar la relación de lo interno y lo externo. Conceptos derivados de la ley genética del desarrollo cultural  propuesta por Vygotski en la cual plantea “toda función en el desarrollo cultural del niño aparece en escena dos veces, en dos planos; primero en el plano social y después en el psicológico, al principio entre los hombres como categoría interpsíquica y luego en el interior del niño como categoría intrapsíquica. Lo dicho se refiere por igual a la atención voluntaria, a la memoria lógica, en la formación de conceptos y al desarrollo de la voluntad. Todas las funciones psicológicas superiores se originan como relaciones entre los seres humanos”. (1987, p. 196).
Aspectos que a mi juicio,  contribuyeron a acentuar un énfasis en el papel de lo social, al no conseguir trascender esta dicotomía en la psicología tradicional.  En este caso se subvaloran las relaciones del sujeto consigo mismo al restar importancia a los complejos procesos  de autoorganización que tienen lugar en la subjetividad individual. Estos procesos a nivel individual como resultado de los espacios interactivos, en los que se implica el sujeto adquieren una particular relevancia, en ellos los componentes afectivos y cognitivos se encuentran en una unidad inseparable que se expresa en el plano vivencial.
Por tanto deben ser valorados como contenidos relevantes en la autorregulación, a partir de la producción de sentidos subjetivos en las diversas formas de expresión de la subjetividad. Es precisamente, en la configuración de estos espacios de relación donde de hecho emergen resistencias, ya incorporadas al dominio personal de los sujetos asociadas a vivencias emocionales de diversas procedencias, que se actualizan como elementos que pueden favorecer o entorpecer la ejecución personal.
La distancia o el espacio que menciona Vygotski al formular este concepto implica a mi modo de ver más allá de las diferentes interpretaciones, un reconocimiento a la diversidad de procesos que acontecen en la construcción de la subjetividad individual, a partir de las formas de relación y la posición que ocupan los sujetos que intervienen en ella.
La esfera afectiva y los complejos procesos que en ella tienen lugar, se expresan a través de elaboraciones subjetivas complejas que no se encuentran determinados únicamente por una intencionalidad de carácter instructivo, pues en los diferentes sistemas de relación que interactúa el sujeto, también intervienen componentes relacionados con patrones culturales propios de un determinado contexto social que forman parte del dominio de la subjetividad individual. Es aquí donde podría hablarse de vivencias emocionales asociadas a la estimación del yo y su expresión en la regulación comportamental.
De esta manera la vivencia como unidad cognitivo afectiva presente en las configuraciones subjetivas se desarrolla en el proceso de comunicación y se encuentra estrechamente relacionada con la producción de sentidos subjetivos. Esta situación demanda recursos al sujeto que se expresan de manera consciente e inconsciente en los diferentes contextos de actuación a partir de su experiencia singular y  única. Al hablar de estados afectivos hay que hablar de vivencias emocionales que pueden ser prolongadas y profundas, relacionadas con las necesidades y aspiraciones, que se configuran en el sujeto en su experiencia vital.
La motivación y su organización a nivel subjetivo expresa la forma en que las diversas necesidades se configuran en la subjetividad. En este proceso resulta inseparable la unidad de lo cognitivo y lo afectivo, como momentos de permanente elaboración y construcción de la individualidad. Sin embargo, los estados afectivos expresan  las relaciones que establece el sujeto con su realidad, una realidad que es cambiante como cambiantes son los procesos de organización de la subjetividad individual.
Son precisamente estados complejos en los que la satisfacción y la insatisfacción coexisten de manera simultánea, los cuales tienen para cada sujeto específico, un valor determinado, un significado que puede ser compartido o no en los diferentes espacios de interacción, a partir de las múltiples producciones de sentidos subjetivos presentes en la acción.
En estas relaciones las configuraciones subjetivas como forma de organización de los procesos de sentido que tienen lugar en los sujetos matizan el conjunto de acciones de una determinada actividad a partir de estados emocionales  implícitos que manifiestan esperanzas y temores, sufrimientos y placeres, así como las creencias generadas por estados carenciales  que se vivencian de múltiples maneras, como elementos  conscientes e inconscientes,   presentes en la motivación y no sólo poseen capacidad de contener formas de relación asociadas a otros espacios de interacción que emergen en una relación actual como dominio personal, sino que también,  pueden influir en la  realización futura.
Al analizar este concepto el reconocimiento de una distancia, lo cual   implica una posición; resulta otro aspecto a tener en cuenta al caracterizar los estados afectivos es su carácter ambivalente y cómo intervienen en la dinámica de las relaciones con el otro. En este sentido, la polaridad presente en los estados emocionales  que se vivencian a nivel individual, deben ser tenidos en cuenta  en los espacios de relación. Es aquí donde la posición que ocupan los sujetos  como elemento condicionado y condicionante ejerce influencia sobre las expectativas de éxito y fracaso en la ejecución y los dominios necesarios para la realización personal de una determinada actividad.
En estos casos  los códigos emocionales, límites y roles que predominan en la relación constituyen aspectos dinámicos en el cual emergen nuevos sentidos subjetivos como formas de experiencia vivida  que condicionan la posibilidad de que cada uno de los participantes pueda expresarse libremente a través de medios materiales e ideales. Aquí lo social en su dimensión subjetiva se expresa en los discursos y sistemas simbólicos sobre los que se organizan las experiencias compartidas al interior a través de los aspectos subjetivos diferenciados y contradictorios de  los diferentes espacios de ese funcionamiento social, y de los sujetos que transitan en ellos.

La Zona de Desarrollo Próximo como dimensión simbólica en el contexto de la relación
Otro elemento de incuestionable valor es en mi criterio la inclusión de la transferencia y contratransferencia como fenómenos abordados por el psicoanálisis. En esta propuesta parto de considerar la dimensión cultural y social de estas categorías al reconocer su valor heurístico fuera de los límites tradicionales en que fueron desarrollados asociado a determinadas prácticas en el campo de la psicología.
Desde mi punto de vista estos conceptos constituyen producciones de la subjetividad presentes en los espacios simbólicos que se configuran en la cultura y denotan su importancia para valorar la significación de las relaciones con los otros y los procesos emocionales que se manifiestan en la producción de sentidos subjetivos asociados a la dinámica compleja  que caracterizan un espacio de relación.
Desde esta perspectiva asumo los planteamientos de González Rey al referirse al concepto de zona de sentido desarrollado por él cuando plantea “El concepto de zona de sentido desarrollado por mí está orientado a una lectura deconstructiva del saber, pues separa las posibilidades de inteligibilidad de un saber, de las categorías concretas por las cuales esa inteligibilidad fue posible en determinado contexto histórico y cultural. Las categorías representan momentos históricos de representaciones más abarcadoras, que facilitan nuevas opciones de desarrollo para marcos teóricos diferentes”. (2009, p. 180)
Desde esta posición se orientan las reflexiones en el presente trabajo al abordar la validez de ambos conceptos y la búsqueda de una opción Histórica-Cultural en su comprensión como producciones subjetivas.
En este sentido, el carácter procesal de la relación es generador de una multiplicidad de formas de subjetivación al reconocer la emergencia del sujeto con capacidad generadora. Aquí las configuraciones subjetivas se expresan como experiencias vividas a través de su implicación emocional y la integración de diferentes sentidos subjetivos. Estos se expresan como procesos conscientes y no conscientes en los diversos momentos de la experiencia vital donde lo social y lo individual convergen en el desarrollo histórico de las representaciones que emergen en los diferentes contextos de relación.
De este modo estos procesos se constituyen como expresión de lo consciente e inconsciente y  se encuentran  presentes  en los sistemas simbólicos compartidos en una relación interpersonal como elemento importante en su comprensión. Aquí el sujeto vivencia momentos de tensión entre lo individual y social que se expresan a partir de los desdoblamientos y formas de organización de la subjetividad.
Se trata en este caso de una experiencia emocional y relacional como forma constitutiva de la subjetividad a partir de los diversos elementos que configuran el vínculo. Por tanto los sentidos subjetivos se expresan de manera permanente en el conjunto de acciones asociada a la realización de una determinada actividad en la cual las elaboraciones subjetivas evocan sentimientos, deseos,  pensamientos sobre si mismo y los demás, expectativas e ideales como construcciones simbólicas que integran la imaginación, fantasía y los estados emocionales que emergen y son vivenciados desde lo  relacional  a través de múltiples evidencias directas o indirectas de  la historia vital de los sujetos.
En estos  procesos subjetivos lo consciente e inconsciente se actualiza en los diferentes espacios de relación en que interactúa el sujeto derivado de su experiencia vivida donde converge lo emocional y relacional, con lo cognitivo como elementos constituyentes y constitutivos de la subjetividad. La historia personal de los sujetos interactuantes presenta un conjunto de peculiaridades psicológicas configuradas de un modo peculiar que integra diferentes aspectos asociados a la cultura, los hábitos, costumbres, grupos de referencia o pertenencia y cómo esto influye desde la individualidad de los participantes. De cualquier modo, en este contexto las experiencias anteriores personales y familiares con su matiz emocional constituyen una realidad que no puede ser excluida, pues también se manifiestan como modelos relacionales en el desarrollo de la subjetividad.
Conclusiones
En sentido general existen diferentes propuestas e interpretaciones sobre la importancia de esta categoría de incuestionable valor en relación con su aplicación y utilidad. Sin embargo, la misma no agota su valor tanto teórico como metodológico en el marco referencial en el cual muchos estudiosos la han comprendido. En mi opinión resulta una herramienta para comprender los procesos complejos que tienen lugar en el sujeto concreto y el conjunto de relaciones que establece con la realidad.
De esta manera su aplicación  nos remite a considerar  que los sujetos se encuentran inmersos  en diversos sistemas de relaciones que no se reducen al espacio educativo formal. Ante la necesidad de ampliar su significado en la construcción del conocimiento psicológico y la  de profundizar en su definición  hacia nuevas maneras de hacer y pensar la construcción del conocimiento psicológico que el propio Vygotski no alcanzó a percibir.
Estas reflexiones, si bien no son el resultado de un conocimiento acabado sobre el tema en cuestión, me han permitido expresar mi visión sobre su comprensión, más allá del espacio educativo formal. Es por ello que considero como muestra de las posibilidades de este  concepto, su valor como referente en el estudio y funcionamiento de los contenidos conscientes e inconscientes en los diferentes momentos de configuración de la subjetividad.  
Abordar la importancia de esta categoría conlleva a reconocer la integración de los sentidos subjetivos como aspecto inseparable de los procesos vivenciales  que tienen lugar en las configuraciones de la subjetividad  a nivel individual. Estos constituyen expresión de lo consciente e inconsciente estrechamente relacionado con las formas de subjetivación que caracterizan la acción del sujeto en los diferentes espacios de interacción.
La afectividad juega un papel fundamental en el desarrollo de la vida humana al generar nuevos recursos psicológicos como parte de los complejos procesos  y las formas de relación que establece el sujeto con los otros, la realidad, y consigo mismo. En tanto la elaboración subjetiva de la realidad, no se reduce a su aspecto cognitivo, se da en unidad con las vivencias afectivas y emocionales y este es un proceso de formación de la experiencia vital como aspecto presente en el proceso de aprendizaje.
El error consiste en intelectualizar y racionalizar fenómenos que si bien tienen  componentes intelectuales, no se reducen a ellos, por lo que su educación supone la integración de lo afectivo a partir de elementos de diversa procedencia que se vivencian al rebasar los límites del aprendizaje formal  y que requieren de  escenarios escolares y  extraescolares
Desde esta perspectiva un espacio de relación es concebido a partir de la producción de sentidos subjetivos, en los cuales emergen nuevas  necesidades y realidades personales  en los contextos de actuación del sujeto. Sin negar el valor esencial de los conocimientos y de la actividad cognoscitiva en la formación de la subjetividad, que igualmente resultan esenciales en los escenarios de interacción  con lo motivacional afectivo, pero no de modo indirecto a través de lo cognitivo, sino directamente, desde el comportamiento de los sujetos interactuantes y las diferentes formas de expresión en la comunicación, emociones y vivencias afectivas.

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