Daisy Torres Álvarez (CV)
daisy@fplt.fgr.cu
“Los niños son la esperanza del mundo; ellos son los más
sensibles seres humanos, portadores de la energía, el dinamismo y la
esperanza de los pueblos.”
Jose Martí
RESUMEN
La idea fundamental de esta ponencia parte de la necesidad de erradicar el fenómeno social de la pobreza, por ser cada vez mayor y casi endémica en algunas zonas del planeta.
Uno de los males que genera este flagelo es precisamente el hambre, padecida hoy por millones de personas, particularmente pobres, la mayoría niñas, niños y adolescentes, a los que diariamente les va cobrando la vida, pues cada seis segundos, muere uno en algún lugar del mundo de malnutrición por no tener acceso a la alimentación, que constituye una de las necesidades esenciales de los seres humanos y por tanto convertido en un derecho que se reconoce en diferentes instrumentos internacionales como la Declaración Universal de los derechos Humanos y la Convención de los Derechos de los niños y las niñas.
Este último ha sido el tratado de derechos humanos que más rápido entró en vigor en la historia de todos los que han existido, pero además el más ratificado por la aceptación y consenso que ha tenido en los países que integran la comunidad internacional; a pesar de ello, muy pocos han cumplido con uno de sus principios, el de la “efectividad”, que lleva implícito la adopción de medidas administrativas, legislativas y de cualquier índole que garanticen todos los derechos que prevé.
Las muertes de niños y niñas y adolescentes que anualmente se reportan, debido al hambre y la malnutrición, son expresión de que el derecho a la alimentación no ha sido asegurado, en tal sentido pretendemos exponer algunas ideas que nos acercarán a las realidades y perspectivas del mismo ante la crisis alimentaria global, pero también a la experiencia cubana a favor de su población infantil, que puede ser un mejor ejemplo de lo que se puede hacer cuando existe voluntad política.
Palabras claves: Derechos, Convención, derecho a la alimentación, niñas, niños, adolescentes, nutrición, pobreza, hambre, malnutrición, metas del milenio.
1. Presentación.
La convención sobre los Derechos de los Niños implicó un giro radical en la concepción de la infancia y la adolescencia.
La mirada “tutelar” y “asistencial” conocida como la doctrina de la “situación irregular” fue sustituida por el paradigma de “protección integral”. El niño, niña y el adolescente son reconocidos como sujetos de derechos, titulares de todos los contemplados en los tratados de derechos humanos, más un plus que se prevé precisamente, por ser personas en etapa de crecimiento.
La Convención es el primer instrumento acabadamente específico referido a los niños y las niñas como poseedores de derechos propios, y amplía, en consecuencia, el espectro del ejercicio de éstos.
Ella establece un nuevo modelo de protección integral de los derechos de los niños, las niñas y adolescentes que representan un salto cualitativo de enorme importancia desde un sistema tutelar de protección, basado en la intervención y control social de una determinada infancia “los menores” en riesgo social que deben ser objeto de amparo, a un sistema integrado de protección de los derechos de éstos, que implica un reconocimiento de la calidad de sujetos de derechos y al mismo tiempo admiten su condición de personas en desarrollo.
Si bien, la Convención de los Derechos del Niño ha marcado un hito en la historia del derecho y la humanidad, especialmente en el de la niñez, su aceptación solo tiene valor si, se traduce en modificaciones de envergadura en la legislación interna de cada país signatario, y fundamentalmente en la adopción por parte de éstos de políticas públicas en el nivel jurisdiccional y administrativo que hagan de la norma una realidad concreta.
Teniendo en cuenta el principio de efectividad que el mencionado instrumento internacional consagra, y que consiste en la obligación de los Estados de adoptar todas las medidas administrativas, legislativas y de cualquier índole para asegurar los derechos de los niños, las niñas y adolescentes, los mismos infringen la Convención, no solo cuando ejecutan acciones que vulneran éstos, también ocurre al abstenerse de construir los mecanismos que aseguren su debido ejercicio y las garantías para su plena satisfacción.
El derecho a la alimentación, que es el que pretendemos tratar, aparece proclamado en el artículo 24 apartado 1 inciso c) de la referida norma internacional, más adelante en el 27 reconoce el derecho de todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social, así como lo que corresponde hacer a cada Estado, a fin de materializarlo con efectividad.
Hoy resulta alarmante escuchar, leer, etc, que cada seis segundos un niño en algún lugar del mundo muere de malnutrición; que dentro de poco tiempo existirán 1000 millones de personas hambrientas, la mayoría de ellas mujeres y niños, y que la falta de alimentación puede llevarlos al exterminio.
En la Cumbre Mundial a favor de la Infancia de 1990, los representantes de los Estados, de organizaciones no gubernamentales se comprometieron a: “dar a cada niño un futuro mejor”; diecinueve años después, a penas se ha tenido resultado alguno, por el contrario el panorama es cada vez más difícil para los infantes de diferentes latitudes del mundo.
Expertos internacionales en el tema del derecho a la alimentación han venido señalando que, múltiples factores exacerbarán la situación de crisis alimentaria en el año 2009 y que los pobres continuarán como los mayores afectados, si se tiene en cuenta que las razones de este flagelo son la marginación, pobreza, falta de empleos decentes, así como el injusto sistema de comercio internacional, entre otros.
Ante esta dramática situación, donde la población infantil por ser la más vulnerable a las diferentes pandemias que azotan a la humanidad, aporta el mayor número de muertos, nos hemos propuesto: exponer algunas ideas que nos acerquen a las realidades y perspectivas del derecho a la alimentación y valorar la efectividad de su cumplimiento en el contexto de nuestro país.
2. “Contexto Internacional de la pobreza”
Luchar contra el hambre y la pobreza es una noble acción que solo puede motivar el apoyo y simpatía de todas las personas de cualquier raza, sexo, religión o nacionalidad, que en cualquier lugar del planeta, sienten ofendida su sensibilidad por el crudo contraste entre las maravillas tecnológicas hoy disponibles y la triste realidad de hambre y pobreza para muchos millones de sus habitantes.
Es angustioso comprobar que las modestas metas acordadas por la comunidad internacional en la Organización de Naciones Unidas, conocidas como Objetivos y Metas de Desarrollo del Milenio, no se están cumpliendo, siendo uno de ellos, reducir a la mitad hasta el 2015, el número de personas con ingresos inferiores a un dólar diario y las que padecen de hambre.
El orden económico mundial imperante, el cual resulta injusto, explotador e insostenible no ha permitido que tal meta se cumpla; en los inicios del siglo 21 continúa alimentando la opulencia de unos pocos, sobre la pobreza y el hambre de muchos, que precisamente son los flagelos que producen los efectos más lacerantes, de ahí la razón de quienes los sufren de no conformarse con mitigarlos.
La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social en las Naciones Unidas, celebrada en Copenhague en 1995, significó un importante eslabón para ubicar en la agenda internacional los olvidados problemas de la pobreza, el desempleo, la equidad de género, la salud, la educación y la exclusión social. En ella se acordó que todos los países representados trabajarían para enfrentar y disminuir esos males.
En septiembre de 2000, la Asamblea General de las Naciones Unidas, actualizó el estado de las metas fijadas en aquel entonces y al verificar sus incumplimientos, los reformuló y proyectó para su alcance en el año 2015, quedando resumidas en ocho. Líderes de 189 países, reunidos en la Cumbre del Milenio hicieron una gran promesa para la humanidad; erradicar la pobreza de la faz de la tierra en una generación.
Según la propia ONU, ese año representaba un momento idóneo para expresar la visión de futuro que la inspirara en la nueva era. Nueve años después de la adopción de la declaración del milenio y de sus objetivos, no se ha avanzado mucho para obtener un mundo más pacífico, próspero y justo. Los actuales indicadores de desarrollo social y las evaluaciones de más de 50 países en relación a las metas, convergen en una sola dirección, a menos que se produzcan cambios sustanciales en el orden económico internacional, se fortalezca la voluntad política de los gobiernos y se adopten las medidas de fondo para revertir la terrible situación que afecta a millones de seres humanos en el mundo, los objetivos fijados para el 2015 no serán alcanzados. Objetivo por objetivo, ya sea en el área de la nutrición, la salud, educación, el medio ambiente o la pandemia del VIH/SIDA, muestran avances insuficientes y con demasiada frecuencia inobservable, en sentido general se aprecia un rezago en la lucha contra la pobreza, por ello organizaciones como la CEPAL, desde el 2005 ha advertido que no se cumplirán las metas para su erradicación como ya se expresó.
Muchas naciones viven en la pobreza desde hace siglos, el contraste ahora entre los países subdesarrollados y los desarrollados se hace aún más visible, evidente y son los infantes quienes más sufren en esta historia de desigualdad social.
Pasadas cuatro décadas, la humanidad de nuevo se ve ante un panorama nutricional semejante al de la década de los años 70 del pasado siglo, cuando 970 millones de seres humanos carecían de los alimentos necesarios para la alimentación. Aunque todavía no se ha alcanzado esa cifra, el vaticinio de numerosos analistas indica que la catástrofe actual puede llegar a ser aún mayor, si el orden económico mundial establecido prevalece.
En contraste con lo anterior, organismos internacionales registran que desde 1961 la producción mundial de cereales se triplicó y las reservas alimenticias siguen estando por encima de la demanda, mientras que la población en este período solo se duplicó.
Resulta paradójico que mientras crece el número de hambrientos, los precios del maíz, arroz, trigo, las frutas y verduras se hayan duplicado en los últimos veinte meses.
Identificada como la manifestación más extrema de la pobreza y del fracaso humano, el hambre mata directa e indirectamente a 24 mil personas cada día, nueve veces más que las que murieron el 11 de septiembre del 2001, cuando un ataque terrorista destruyó las Torres Gemelas de Nueva York.
En solo un año de la pasada década fallecieron más de 6 millones de niños y niñas de hambre y malnutrición, cifra equivalente a la de los fallecidos por SIDA y tuberculosis en todo el orbe, y muestra de que la falta de alimentos resulta más mortífera que todas las pandemias presentes en el mundo.
Se ha calculado por expertos de Naciones Unidas que con la producción actual a escala global, a la mesa de cada uno de los 6 mil millones de seres que habitamos el planeta podrían llegar 2 mil 800 calorías diariamente, cuando con solo 2 mil es posible mantener una adecuada nutrición.
Según un acuerdo firmado en la trigésima cuarta sesión de la Asamblea General de la ONU en 1980, y conocido como Asistencia Oficial para el Desarrollo, los países industrializados debían contribuir con el 0,7% del PIB al desarrollo económico de los subdesarrollados, suma que por sí solo serviría para sufragar los gastos para alimentar a todos los que hoy padecen hambre.
Solo cuatro países, Dinamarca, Holanda, Suecia y Luxemburgo cumplen con la cifra acordada. El resto aporta solamente alrededor del 0,3%, acumulando 70 mil millones de dólares al año, una cifra que representa menos de la mitad de lo que estados Unidos invierte anualmente en mantener las guerras en Afganistán e Iraq.
No existe duda alguna de que los países más ricos del norte tienen una indiscutible responsabilidad con esta epidemia que afecta a millones de seres humanos.
La liberación comercial que impresiona entre actores claramente desiguales y las recetas financieras de ajuste estructural, provocaron la ruina de muchos pequeños productores del sur y convirtieron en importadores netos de alimentos a países que antes se autoabastecían e, incluso, exportaban sus producciones.
Los gobiernos de las naciones desarrolladas se niegan a eliminar los subsidios agrícolas, mientras imponen sus reglas al comercio internacional. Sus voraces transnacionales establecen precios, monopolizan, imponen injustas certificaciones y manipulan canales de distribución, las fuentes de financiamiento, el comercio y los insumos para la producción mundial de alimentos.
Hoy debido a ello, cada seis segundos un niño en algún lugar del planeta muere de malnutrición y existen casi 1000 millones de personas hambrientas, la mayoría mujeres y niños, no obstante las dimensiones de la crisis alimentaria global está lejos de haber disminuido en lo que va de año.
Recientemente la FAO informó que el hambre ya azota a 963 millones de personas en el mundo y que la cifra empeora cada día y destacó que una de las zonas más afectadas es el África Subsahariana, donde se encuentran 15 de los 16 países en que la población hambrienta supera el 35%.
El agravamiento de la crisis según expertos, se debe a los cambios climáticos, el aumento de los precios y despilfarros en la cadena de producción alimentarias por deficiencias tecnológicas en la conservación y distribución de los productos.
La Organización de la ONU para el Desarrollo Industrial (ONUDI) calcula que las pérdidas tras las cosechas en los países en vías de desarrollo pueden llegar al 60 % para la fruta y la verdura, y al 40% para el trigo.
ONUDI también calcula que, en algunos países subsaharianos, las pérdidas oscilan entre el 35 y el 50% de la producción total.
A lo anterior se une que la FAO ha venido denunciando que los mantenidos precios de los alimentos en los países subdesarrollados empeoran la vida de millones de pobres, cuando se reporta la reducción de costos en el mercado internacional.
La mejoría de los suministros de cereales y la gran caída de los precios de los alimentos en el mercado internacional contrastan con la persistencia de su alto costo en las naciones del Tercer Mundo.
Igualmente la mencionada organización señala que esta situación crea más situaciones a quienes ya sufren desnutrición y hambre en esas naciones; subraya además, que la crisis alimentaria del pasado año, aún no termina en los países subdesarrollados, porque allí se mantienen los precios de los cereales en niveles récords, y que los perjudicados son los pobres en las ciudades.
El análisis realizado en 58 países subdesarrollados muestra que, en el 80% de los casos, los precios de los víveres son el 40% más alto en comparación a tres meses atrás del presente año.
El panorama es más dramático en el África Subsahariana como se expresó, donde el maíz, el sorjo y el mijo superan en 89% los costos del pasado año.
Debido a la crisis económica y al cambio climático, las personas con desnutrición en el mundo podrían superar en el 2009 los 1000 millones.
Los países pobres sufren aún por los precios altos de los alimentos y la crisis económica ha agravado el problema, de ahí la defensa de especialistas de la FAO a la producción agrícola de autoconsumo para amortiguar los impactos de la crisis de alimentos, unido al pedido de acciones rápidas de los gobernantes contra el hambre en el mundo, ante el peligro de que ésta aumente con la crisis económica y financiera global, pues no solo sigue existiendo, sino que podría empeorar, necesitándose para su erradicación 30 mil millones de dólares al año, pero también otras medidas como “duplicar la producción mundial de alimentos”.
Sin dudas, la inseguridad alimentaria se incrementará este año por la crisis económica, siendo el motivo por el que la mencionada organización para la alimentación, ha planeado inversiones y estrategias a fin de que este flagelo no se incremente, toda vez que es creciente la evidencia de riesgo de perder la batalla contra él.
De mantenerse la tendencia a que crezca el número de pobres y hambrientos, es cada vez más inalcanzable el objetivo número uno de las metas del milenio y de la Cumbre Mundial sobre la alimentación.
El alza de los precios de los alimentos, a raíz de la crisis económica global, ha generado en numeroso países, la caída del consumo de productos básicos y la desnutrición en millones de personas, lo cual atenta contra la salud de éstos.
2.2. Importancia de la alimentación y nutrición.
Desde hace varios años, en diferentes Foros Internacionales convocados por la FAO y la OMS, se han venido tratando los temas nutrición y alimentación; así por ejemplo, en la Conferencia Internacional celebrada en Roma en 1992, se adoptó la inclusión de metas para la alimentación del hombre, la desnutrición crónica, las muertes ocasionadas por este flagelo, la deficiencia de micronutrientes y las enfermedades transmisibles y no transmisibles relacionadas con la alimentación.
La alimentación influye en todos los procesos vitales del hombre, con especial énfasis en sus primeros años de vida, de la importancia de este proceso, considerado como uno de los determinantes fundamentales de la salud.
En ocasiones se cree que alimentación es sinónimo de nutrición, sin embargo se trata de procesos diferentes.
La nutrición considera el conjunto de procesos por los cuales el cuerpo humano dirige, absorbe, transforma, utiliza y elimina las sustancias nutritivas contenidas en los alimentos con el fin de obtener energía, construir y reparar las estructuras corporales y regular el metabolismo. Este es un proceso metabólico, involuntario y por lo tanto no es educable.
A diferencia de la nutrición, la alimentación es el proceso por el cual nos procuramos los alimentos necesarios para mantener la vida.
La expresión “alimento” comprende las sustancias que son introducidas al organismo para promover y sustentar el crecimiento, mantener las funciones del cuerpo, reparar o reemplazar los tejidos y suministrar energía.
Los alimentos aportan las sustancias nutritivas o nutrientes que son: las proteínas, las grasas, carbohidratos, vitaminas y minerales.
Numerosos especialistas coinciden en afirmar… “no hay calidad de vida sin calidad alimentaria, como tampoco es posible una calidad alimentaria sin una adecuada cultura alimentaria.
Igualmente enfatizan en el carácter eminentemente social de la nutrición, así como la condición Bio-Psico-Social del hombre, pues ambos están estrechamente relacionados con el estado de salud y los estilos de vida.
La alimentación es el pilar de la salud y de la vida, obedece a la disponibilidad de alimentos, las costumbres de cada región o de cada familia y a las necesidades nutricionales que varían según la edad, el estado fisiológico y la actividad que realizan. Los niños, niñas y adolescentes requieren una mayor cantidad de proteínas y otros nutrientes, toda vez que en esta etapa se continúa produciendo el crecimiento.
Los niños de corta edad son los que más riesgos tienen de desnutrición. Su normal crecimiento, desarrollo y actividad demandan una atención y alimentación adecuada.
Los adolescentes crecen con rapidez y tienen por tanto necesidades nutricionales muy elevadas, en especial de hierro, calcio y vitaminas A, C y D, además del aporte de energía y proteínas para sustentar su crecimiento y desarrollo. Especial atención se les debe prestar a los adolescentes, ya que requieren estar bien nutridos para hacer frente a su desarrollo inmediato y a las necesidades futuras de la maternidad.
3. “La Convención de los Derechos del Niño en el contexto de Cuba. El derecho a la alimentación”
La consideración del niño como sujeto de derechos, principio básico y rector de la convención, constituye el máximo objetivo de superación de la actitud de indiferencia que el derecho tradicionalmente había tenido frente a las personas menores de edad, con relación a su consideración como incapaces para participar en el sistema jurídico.
Esta nueva mirada respecto de los niños y adolescentes, no se satisface con el mero reconocimiento normativo de la calidad de titulares de derecho, sino que reclama la consagración de los mecanismos necesarios para que esos derechos puedan ser efectivamente ejercidos.
Nuestro país firmó la Convención del 26 de enero de 1990 y la ratificó en 1991. La protección a la infancia y la adolescencia se rige por el principio que dice “no hay nada más importante que un niño o niña”. Cuando se adoptó dicha norma, muchas de sus medidas ya se estaban implementando. El perfeccionamiento de la protección jurídica de la infancia es un interés del estado Cubano, que recibe adecuado y sistemático tratamiento.
Los derechos de la niñez y la adolescencia han constituido en Cuba un objetivo priorizado del Estado y de toda la sociedad. Las condiciones para asegurar la educación y la salud, desde que comienza a gestarse la vida hasta que se logra la madurez, así como el disfrute de una vida digna que propicie el desarrollo armónico de la personalidad, están garantizados en los programas y acciones que permiten obtener indicadores reconocidos en todo el mundo.
Cuba, siendo un país pequeño, subdesarrollado y bloqueado económicamente hace 50 años por la potencia más poderosa del mundo, ha logrado que sus niñas, niños y adolescentes crezcan sanos, como resultado de la voluntad política y enormes esfuerzos del estado por asegurarles sus derechos.
Numerosos instrumentos internacionales han proclamado los derechos fundamentales de la persona humana, así por ejemplo la Declaración Universal de los Derechos Humanos que es uno de ellos, reconoce que la infancia tiene derechos a cuidados y asistencia especiales.
Esta misma norma recoge en su artículo 25 que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar y en especial la alimentación.
La Convención de los derechos del Niño que consta de 54 artículos, los agrupa en cuatro amplias categorías, una de ellas recoge los relacionados con la supervivencia, que abarcan sus derechos a la vida y a tener cubiertas las necesidades más importantes para su existencia, entre éstas incluyen un nivel de vida adecuado, que comprende albergue, nutrición y acceso a los servicios médicos.
Uno de los artículos que corresponde a dicha categoría es el No. 24 que en su apartado 2, incisos a) y c) estipula que los Estados Partes adoptarán medidas apropiadas para:
Reducir la mortalidad infantil y en la niñez; combatir las enfermedades y la malnutrición en el marco de la atención primaria de la salud, mediante, entre otras cosas, la aplicación de la tecnología disponible y el suministro de alimentos nutritivos adecuados…
Más adelante, el artículo 27 reconoce el derecho de todo niño a un nivel adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social; pero además que se adoptarán medidas apropiadas para ayudar a los padres y a otras personas responsables de éste a dar efectividad a ese derecho y, en caso necesario, proporcionarán asistencia material y programas de apoyo, particularmente con respecto a la nutrición.
En Cuba, el derecho a la alimentación tiene rango constitucional, en el artículo 9, inciso b) de nuestra carta magna se prevé que el Estado garantiza que no haya niños sin escuelas, alimentación y vestido, en igual sentido aparece en el segundo Por Cuanto el Código de la Niñez y la Juventud”.
La norma constitucional también estipula en el propio artículo al que hicimos mención: …que se garantizará que no haya hombre o mujer, en condiciones de trabajar que no tengan la oportunidad de obtener un empleo con el cual puede contribuir a los fines de la sociedad y a la satisfacción de sus propias necesidades, tomando como base el principio de igualdad de todos los ciudadanos, previsto en los artículos 41, 42, 43 y 44, asimismo se les asegura el derecho al trabajo remunerado conforme a su calidad y cantidad; a las vacaciones anuales pagadas, a su protección, y a la de su familia por determinadas circunstancias, mediante el sistema de seguridad y asistencia social, todo lo que pone de manifiesto, que se comprende que para lograr la supervivencia y sano desarrollo de los infantes, es necesario no solo exigir a los padres el cumplimiento de sus obligaciones previstas en el Código de Familia, sino ofrecerles las posibilidades y apoyo para la atención a éstos.
Acerquémonos entonces a las diferentes acciones prácticas que han venido garantizando el derecho a la alimentación, que entre otras cosas equivale a decir derecho a la vida y a la salud.
Desde mucho antes de nacer, el Estado cubano garantiza el derecho a la vida a niñas y niños, al proporcionar a las embarazadas, sin distinción alguna, los cuidados especiales requeridos que se traducen en una de las tasas de mortalidad infantil más bajas del mundo, reduciéndose sostenidamente cada año como genuina expresión del más sagrado de los derechos humanos: la salud.
Con ese fin, existe un Programa Nacional de Atención Materno Infantil cuyo propósito fundamental es elevar el nivel de salud y el grado de satisfacción de la población, mediante acciones de prevención, promoción, protección y recuperación en la mujer embarazada o no, el niño y el adolescente, ejecutadas por el Sistema Nacional de Salud Pública, en coordinación con las demás instituciones del Estado, la colaboración de los organismos de masas y la participación activa de la comunidad.
Los principales objetivos relacionados con la atención de la mujer, el niño y el adolescente han sido: mejorar cuanti- cualitativamente la atención ginecobstétrica, pediátrica y del adolescente, priorizando los grupos de riesgo, adecuando la atención ambulatoria al sistema del médico de la familia; reducir las tasas de mortalidad materna, perinatal, infantil, preescolar y del adolescente; reducir la incidencia del bajo peso al nacer y ampliar la lactancia materna exclusiva.
Para materializarlos, se han diseñado y funcionan diversos programas de salud entre los que están: el Plan del médico de la Familia, el Programa para la Reducción del bajo peso al nacer; Programa para el desarrollo de la Perinatología; Programa de Promoción de la Lactancia Materna; Programa de Inmunizaciones; el de Prevención y Diagnóstico Precoz de Enfermedades Genéticas y el de Control del seguimiento al crecimiento del menor de 5 años, entre otros.
Como reconocen los expertos, la verdadera medida del progreso de una nación es la calidad con que atiende a sus niños, su salud y protección, seguridad material, su educación y socialización, siendo la tasa de mortalidad infantil un indicador que mide de forma sintética esos avances.
Los indicadores de mortalidad infantil en Cuba prerrevolucionaria se inscribían en alrededor de 60 mil nacidos vivos. En 1962 solo por afecciones diarreicas derivadas de las deplorables condiciones sanitarias heredadas por la revolución, murieron 3000 niños menores de un año, y se registraba entonces una tasa de mortalidad infantil de 42 por cada mil nacidos vivos.
Una somera mirada al universo de las últimas cinco décadas en la atención a la madre y al niño nos muestra la indeclinable voluntad política del gobierno revolucionario para contra viento y marea, ofrecer la máxima protección a la salud de la población, y en especial a la madre y el niño.
Las bajas tasas de mortalidad materno-infantil se sustentan en el colosal desarrollo educacional iniciado con la Campaña de Alfabetización, el establecimiento de un sistema de salud accesible y gratuito para toda la población sin excepciones, las masivas campañas de inmunización, junto a otros avances, que sentaron las bases para los reconocidos logros de la salud en la Revolución.
A las embarazadas durante y después del período de gestación se les brinda apoyo nutricional, incorporándoles leche y carne al grupo de alimentos que reciben a través de la canasta familiar con productos básicos como: cereales, legumbres, grasa vegetal, azúcar, pastas, huevos, embutidos, etc, (que son subsidiados).
En el caso de los niños y niñas (de corta edad), se les proporcionan los alimentos mencionados, además de las compotas o puré de frutas ricas en vitaminas. Estos durante el primer año de vida reciben una consulta médica mensual en la que se evalúa su estado nutricional; en las edades de 1 a 5 se realiza dos veces al año y en la edad escolar, cada determinado tiempo se hacen estudios, cuyos resultados permiten darle seguimiento y reforzarles la alimentación.
A los niños, niñas y adolescentes que estudian en las diferentes becas del Sistema Nacional de Educación se les asegura alimentos, ropa, calzado y asistencia médica gratuita. Similar sucede con las escuelas semi-internas.
Entre las múltiples posibilidades de apoyo que se ofrecen a los padres para la atención a sus menores hijos cabe mencionar el empleo.
En Cuba se considera el empleo como condición indispensable para el avance de la equidad y la justicia social. Desde la perspectiva económica, el empleo posibilita la vinculación de la fuerza de trabajo a los medios de producción para la creación de la riqueza, desde una óptica social contribuye a la realización personal y profesional, al sustento de la familia y a la dinámica de desarrollo de la sociedad.
Bajo estos principios éticos, la eliminación de la categoría de desempleo es el principal reto de la política de empleo cubano, lo que implica, junto a la continua generación de nuevos puestos de trabajo, cambiar conceptos, ampliar posibilidades de ocupación útil, fortalecer el trabajo social y desarrollar una cultura general integral.
Los nuevos empleos creados se alcanzaron, fundamentalmente en virtud del desarrollo y extensión de programas sociales. Por concepto de éstos se han generado más de 380 000 empleos con particular beneficio para los jóvenes de las esferas de la educación, salud, cultura, el trabajo social y la enseñanza de la computación. Entre ellos pueden citarse la graduación y empleo de trabajadores sociales, la aplicación del estudio como nuevo concepto de empleo, los programas territoriales y la capacitación continua para el empleo y otros.
Por otra parte, el sistema de seguridad social protege a toda la población y ha venido desarrollando una diversidad de programas sociales en el ámbito de la Batalla de Ideas que representan la solución de los problemas sociales y de las carencias básicas de la población necesitada. Estos programas tienen como objetivos ampliar las redes de apoyo social en desventaja y potenciar el desarrollo del capital humano. Brindar especial atención a las personas con discapacidad, madres que tienen hijos con discapacidad severa, adultos mayores, familias con problemas sociales, entre otras, buscando una verdadera y efectiva equidad.
En los últimos cinco años se han realizado incremento de las pensiones a beneficiarios de la seguridad Social; en la Asistencia Social también lo han sido las personas protegidas por este sistema.
Igualmente se han aumentado el salario mínimo medio y se aplicó una nueva escala salarial, el perfeccionamiento de las calificaciones de cargos y ocupaciones, y la instrumentación de pagos adicionales como reconocimiento a la calificación y calidad en el trabajo, con lo que se han mejorado los ingresos económicos de muchos trabajadores.
El empleo y las ventajas que ofrecen los dos sistemas mencionados contribuyen hacer efectivo el derecho a la alimentación, pero el acceso a los alimento, sus disponibilidad es lo que verdaderamente lo asegura, es por ello que se desarrollan diversos programas dirigidos a fomentar la producción de alimentos, especialmente de frutas y hortalizas, viandas, arroz, etc, de manera que la población en sentido general pueda recibir una alimentación balanceada, la cual es necesaria para los niños y niñas y embarazadas.
Estos últimos programas han sido implementados por el PMA y son ejemplos concretos de apoyo al esfuerzo de Cuba.
Otras medidas:
Se ha diseñado una estructura de cultivos y variedades para las diferentes etapas del año con la finalidad de mantener la disponibilidad de viandas, hortalizas, granos y frutas.
El Estado también ha hecho entrega de tierras en usufructo a numerosos campesino, a fin de que fomenten la producción de diferentes cultivos de importancia para la alimentación del pueblo en general.
El Estado cubano no solo se preocupa por garantizar la alimentación a sus niños y niñas, sino que desarrolla una amplia labor de capacitación en aras de que nuestra población adquiera una cultura alimentaria y formación de hábitos, a esos efectos se desarrollan talleres y preparan promotores que se encargan de divulgar y enseñar a las familias a elaborar y consumir los alimentos que se necesita en diferentes edades, toda vez que la primera es un proceso por etapas, que debe comenzar desde el nacimiento.
La familia en un primer momento, los círculos infantiles y la escuela luego, juegan un papel importante en la formación de los hábitos alimentarios.
A manera de resumen podemos decir que, la realidad de los niños, niñas y adolescentes cubanos es totalmente diferente a los de aquellos países donde éstos no tienen ninguna protección y viven muy lejos de los antiguos y modernos enemigos de la infancia, como la desnutrición, desastres naturales, conflictos bélicos, la violencia, las drogas, la explotación y abusos sexuales, la explotación laboral, la contaminación ambiental, el deterioro del medio ambiente y la dantesca realidad del secuestro para el tráfico de órganos.
Organizaciones internacionales como el PMA, la CEPAL, UNICEF, OMS, entre otras, han reconocido que Cuba es un ejemplo y nuestra experiencia es de gran utilidad, para que países del área continúen adelante en su proyecto social, como también nuestra contribución al cumplimiento de las Metas del Milenio, con el apoyo en diferentes áreas.
CONCLUSIONES
Numerosas han sido las resoluciones adoptadas por la Comisión de Derechos Humanos en relación al derecho a la alimentación. En sus textos se ha reconocido que el hambre constituye un ultraje y una violación de la dignidad humana, considerando que es inadmisible e intolerable que alrededor de 963 millones de personas en el mundo estén subalimentadas y que a consecuencia de ello mueran diariamente miles de niñas y niños. Tales pronunciamientos no han resuelto la problemática, la que se agrava cada vez más, pues se vive una crisis alimentaria global que para enfrentarla será necesario un cambio en los sistemas de producción, distribución y comercialización, de lo contrario continuará ese asesinato en masa silencioso: el hambre, que resulta más mortífera que todas las pandemias presentes en el mundo.
Para la infancia todo está claro; los años pasan y siguen quedando pendientes como deuda que crece, las promesas e inversiones a favor de ella son solo compromisos formales y no se tornan acciones concretas que erradiquen los nefastos males que la aquejan.
En nuestro país desde el triunfo de la Revolución, se adoptaron medidas que han permitido que la malnutrición no sea una causa de muerte.
A pesar del bloqueo económico, los acontecimientos internacionales en el plano económico y financiero, la crisis alimentaria y los embates de los fenómenos naturales, el derecho a la alimentación, sigue constituyendo una prioridad y como bien ha expresado el Presidente de los Consejos de Estado, General de Ejercito Raúl Castro, “… la producción de alimentos, con la menor inversión posible de recursos, deviene, más en estos tiempos de crisis económica mundial algo estratégico para todos los cubanos”.
Cuba es un ejemplo de lo que constituyen las niñas y los niños para el Estado, sin su voluntad política no se hubiesen alcanzado los logros que exhibimos en materia de protección.
Nuestras experiencias son una confirmación de ese ideal al que se aspira, construir un mundo mejor que aquí se hace realidad.
Si no aseguramos la niñez de hoy, no tendremos un futuro mejor mañana. El mundo está apostando a quedarse sin futuro sino se toman medidas urgentes como las que se proponen en la introducción y con las que consideramos se da respuesta a las interrogantes planteadas.