Diosveldy Navarro Lores (CV)
diosveldy@fcs.cug.co.cu
Universidad de Guantánamo, Cuba.
Resumen
La definición de conflictos sociales no permite deslindar entre lo que es conflicto y lo que no es, según expresara Jonathan Turner. Según las diferentes concepciones teóricas aceptadas por la comunidad científica, se puede considerar “conflicto social” cualquier discrepancia entre al menos dos partes, en la que esté o no esté presente la violencia.
Esta confusión baja los niveles de efectividad en las acciones de negociación, diálogo y mediación. En esto, suele suceder algo similar a lo que sucede con los bomberos: llegan al lugar del desastre cuando el fuego ha consumido el inmueble. Acogiéndose a las definiciones estandarizadas, las acciones de negociación, diálogo y mediación se emprenden cuando “el conflicto social” ha llegado a niveles críticos de tensión, o sea, cuando prácticamente los ánimos de las partes en discrepancia están tan exacerbados que resulta muy difícil y en algunos casos imposible la negociación, el diálogo y la mediación, pues ya las partes conservan muy poca disposición para dialogar y escuchar propuestas. En otros casos se emprenden estas acciones cuando ya el conflicto estalló.
Otros teóricos consideran “el conflicto social” como un proceso y este constituye otro error que da lugar al problema anterior. Las condiciones y factores cuya acción interrelacionada desemboca en un conflicto, conforman un proceso que incluye como uno de los momentos el desenlace del conflicto social: a este proceso se le considera situación social conflictiva. Como proceso, la situación social conflictiva, en sus dos primeras etapas o fases, favorece los procesos de negociación, diálogo y mediación.
Palabras claves:
Conflicto social, situación social conflictiva, categorías generadoras de situaciones sociales conflictivas
Desarrollo
Existen fragmentos filosóficos presocráticos, como los de Heráclito y Aristóteles donde se ha traducido que el "conflicto es el promotor del cambio y a su vez es consecuencia de este.[]" 1 y simplemente para que exista un conflicto social se necesitan dos seres humanos, ya que este se caracteriza por la dualidad adversario–adversario. En esto hay acuerdo pleno. Siguiendo este orden de análisis, se infiere que la aparición de un conflicto social, presupone intentos de resolver el conflicto por parte de un tercer ser humano.
Todos los estudiosos de la teoría del conflicto coinciden en que “(…) el origen histórico de la resolución de conflictos se remonta al origen mismo de la humanidad, comienza con la existencia de, por lo menos, tres personas en el mundo. Por lo que su génesis es la de la vida en comunidad.”2
Tras la II Guerra Mundial se dio un gran impulso al estudio del fenómeno antropológico, social, económico y político de la guerra, y se han modelado distintas teorías que tienen entre uno de sus capítulos la “intervención de terceros". Estos modelos dieron paso a la llamada mediación/transformación/resolución de conflictos como la participación de una tercera persona que promueva la conciliación y el acuerdo autodeterminado por las partes en desavenencia.
Se han modelado igualmente enfoques para abordar los conflictos sociales, se ha abordado su estudio desde perspectivas sociológica, psicológica, filosófica, antropológica, etc. Se han desarrollado eventos internacionales con la finalidad de encontrar una respuesta a cuestiones que no se han podido comprender relacionadas con la aparición de los conflictos sociales. Se han creado organismos e instituciones mediadoras, mecanismos de negociación, etc. Todo lo anterior muestra el interés de la humanidad por atenuar este fenómeno.
Ya está suficientemente demostrado que luego de desastres, terremotos y tsunamis, incluso luego de catástrofes artificiales, las personas ponen en práctica su solidaridad y contribuyen organizadamente a solucionar o mitigar los problemas generados. Por lo que la solidaridad humana es un valor universal que se debe potenciar para evitar que la tendencia destructiva del ser humano ocupe un lugar puntual ante las discrepancias y desavenencias que son frecuentes en la vida en comunidad.
No obstante, si la comunidad científica sigue utilizando en la teoría de conflictos determinados códigos como los está utilizando seguiremos padeciendo problemas que estamos padeciendo. Tal es el caso del “conflicto social”, cuya definición no permite deslindar entre lo que es conflicto y lo que no es, como bien expresara Jonathan Turner al considerar que las teorías de conflicto tienen un problema, pues “(…) carecen de una clara definición del conflicto que delimite lo que en verdad es conflicto de lo que no lo es”.3
En este sentido, hasta donde se ha podido llegar en la teoría de conflictos se puede considerar “conflicto social” cualquier desavenencia entre dos actores, incomprensiones, malentendidos, actos de violencia, agresiones verbales, psicológicas o físicas, guerras, etc, en los que esté o no esté presente la violencia.
Esta confusión en la definición de conflicto social genera pobre efectividad en los procesos de negociación, diálogo y mediación. En innumerables casos de “resolución de conflictos” sucede algo similar a lo que sucede con los bomberos, que llegan al lugar del desastre cuando el fuego ha consumido el inmueble. Los procesos de negociación y mediación se emprenden cuando “el conflicto social” ha llegado a niveles críticos de tensión, o sea, cuando prácticamente los ánimos de las partes en discrepancia están tan exacerbados que resulta muy difícil y en algunos casos resulta imposible la negociación y el diálogo, pues ya las partes conservan muy poca disposición para dialogar y escuchar propuestas. En otros casos se emprende la negociación cuando ya el conflicto estalló. ¿De qué vale ya?
Es imprescindible deslindar momentos que no pertenecen al conflicto social como entidad y que a consideración del autor del presente trabajo, son patrimonio de las situaciones sociales conflictivas como proceso. O sea, se considera el conflicto social un proceso y es un craso error. El conflicto social es un momento, etapa o fase dentro del proceso de gestación de las situaciones sociales conflictivas, que sí son consideradas por el autor del trabajo como un proceso. De la misma manera es valioso y positivo considerar que las situaciones sociales conflictivas son previsibles y evitables, en tanto, su inicio generalmente se debe a incomprensiones que, recibiendo un tratamiento profiláctico inteligente, con carácter prospectivo y anticipatorio, se pueden atenuar a tiempo con la intervención de terceros o el diálogo razonable entre las partes implicadas.
La palabra es un recurso exclusivamente humano, sin embargo, la utilización de un código determinado puede generar climas psicológicos favorables o desfavorables atendiendo al matiz, la intencionalidad subyacente, el nivel cultural del interlocutor, la reiteración, etc. El carácter polisémico de la lengua genera diversas interpretaciones de un mensaje, el cual puede distorsionarse, tergiversarse, creando dudas, ira, incomprensiones, etc.
Un fragmento de una canción española ilustra la doble intencionalidad de algunas ideas o palabras:
¿Cómo quieres que vaya a tu casa a verte,
Si el perro de tu padre sale a morderme?
Por otro lado, el rumor o distorsión de la información durante la transmisión de un mensaje es un potencial factor creador de dudas, incomprensiones, ira, actos de violencia, etc. Si al transmitir información se cambia un término a través del que se solicita ayuda, por uno imperativo, se potencia una conducta reactiva negativa: veamos el siguiente mensaje, no es lo mismo comunicar “el jefe dijo que necesita tu apoyo en la tarea…” que decir “el jefe dijo que tienes que realizar la tarea…” De hecho, el mensaje “necesita tu apoyo” tiene un efecto sugestivo más agradable que el mensaje “tienes que”. Este último es contraproducente, pues se percibe que subyace un mandato, una orden e inconscientemente el subordinado no se siente bien tratado, ni respetado, etc, externalizando o reprimiendo una conducta reactiva negativa: descontento, malestar, rechazo, etc. En el caso de la conducta reprimida, esta tiene su expresión en sufrimientos que, en determinado momento y bajo determinadas condiciones, se externalizan en forma de discrepancia, desavenencia, irrespeto, etc. En este sentido es valioso considerar lo que expresara la psicóloga cubana Rosa María Cubela (2005): “Los sentimientos atraen la misma energía: el resentimiento origina resentimiento, la comprensión da paso a la comprensión y la empatía a mayor empatía.” 4
Estas son razones por las que es sugerente trasmitir las indicaciones, disposiciones, etc por escrito, de este modo se evita en lo posible la presencia de distorsiones que acarrean serias dificultades en las relaciones humanas, entre jefe y subordinado, etc.
En otra línea de análisis, es necesario hacer referencia a otros códigos o entidades generadoras de desavenencias, ira, conflagraciones, actos de violencia, etc. En las diferentes fuentes que incursionan en la teoría de conflictos, se hace alusión a los diferentes objetos necesarios e imprescindibles para la adecuada supervivencia del ser humano y que constituyen entidades de interés para los individuos aislados y para los más diversos grupos sociales. Dígase, felicidad, éxito material, expresión afectiva, amor y lealtad familiar, integración, mantenimiento de patrones, relación entre sexos, prestigio, competencia profesional, status y posición social, vida holgada, bienestar, etc.
Estos objetos materiales e inmateriales devienen en punto de convergencia de los intereses de diferentes actores sociales, los cuales quieren satisfacer necesidades y deseos no cubiertos. Lamentablemente, como bien refiere un proverbio muy popular “alegría de uno, tristeza de otro”, implica que en algunos casos, se pueden presentar conflictos de motivos e intereses entre diferentes seres humanos o grupos sociales, pues, no todos los individuos pueden acceder a todos los objetos que les satisfacen sus necesidades y deseos a la vez.
O sea, si algún individuo obtiene una posición social en determinada estructura de dirección, esto presupone que otros no pueden ocuparla al mismo tiempo, por ejemplo, en una empresa o compañía determinada hay que elegir a un gerente, quien ocupa esa posición desplaza a los demás y goza de determinadas prerrogativas que pueden potenciar sentimientos negativos y conductas reactivas negativas en algunos que no lograron ocupar esa posición. Así puede suceder con otras entidades que interesan a diferentes actores sociales. Sin embargo, las sociedades han asumido la tarea de buscar estabilidad y control de las relaciones humanas para garantizar un mejor desenvolvimiento social, por lo que ha sido necesario introducir categorías como dinero, trabajo, estructura social, sistema sociopolítico, etc.
Estas categorías son generadoras de poder y fuerza de un segmento de la población, necesarios para imponer y hacer cumplir las normas y preceptos establecidos para la buena convivencia humana.
Sin embargo, por un lado, “(…) la posesión de poder presupone la subordinación de otro segmento de la población que recibirá la influencia del poderoso en forma de mandato, orden, disposición, humillación, etc (…). Y por otro lado, la posesión de fuerza presupone debilidad e impotencia de otro segmento de la población. Y el solo hecho de subordinarse a la voluntad impuesta por otro o sentirse débil e impotente crea sentimientos de hostilidad y remordimiento.”5
Estos sentimientos generan sufrimiento, y al sobresaturarse el sufrimiento con conductas inadecuadas reiterativas pueden provocar su externalización a través de agresiones simbólicas, sutiles, imperceptibles, o de actos de violencia, ataques, etc.
Todos los seres humanos están expuestos a eventos en los que es frecuente la discrepancia, desavenencia, incomprensión, etc, lo que no es irreversible, si se considera el potencial y las posibilidades de cambiar la situación, forjando una cultura del diálogo y la negociación desde posiciones pacíficas. Lamentablemente, a pesar de tantos estudios y experimentos que muestran cómo los seres humanos son susceptibles al comportamiento hostil del grupo, cómo las relaciones intragrupales se constituyen con suma facilidad, la capacidad humana de consensuar y de discutir metas super-ordenadas, de suspender hostilidades, y de trabajar en equipo para alcanzar esas metas, la humanidad continúa viendo y conviviendo con incesantes situaciones que desencadenan actos de violencia y hasta guerras en diferentes puntos del globo terráqueo.
Existen también determinadas representaciones sociales en torno a fenómenos sociales, conceptos, etc. Las representaciones sociales generan polémica, pues son un conjunto de ideas, puntos de vista, criterios, nociones que resultan operativos y funcionales para determinados individuos, pues les suministran los medios que les permiten orientarse en la situación social en que se desarrollan como ente activo, a partir de ese sistema de conocimientos por ellos creados en consonancia con sus actividades psíquicas gracias a las cuales perciben desde su perspectiva la realidad social.
De hecho, los estudiosos de este problema se las ven con un fenómeno derivado de lo anterior: estas representaciones sociales llevan implícito un sello personal y distintivo que en muchas ocasiones divergen de las de otros individuos. A su vez, se genera otro fenómeno, pues, al ser elaboradas por individuos aislados en su constante accionar e interaccionar con otros individuos, dan lugar a la formación de agrupaciones sociales informales que se configuran alrededor de estas ideas, puntos de vista, criterios, nociones compartidas. Estas nociones compartidas son responsables de que el accionar de algunos individuos o de estas agrupaciones sociales informales se salgan de lo común, de lo que socialmente se está acostumbrado a ver, o evidencien irrespeto a los cánones impuestos socialmente, a las normativas y reglas, a esquemas establecidos. Y un resultado directo en la dinámica social es que este accionar genera dudas, preocupaciones, incomprensiones.
Configurar nuevas nociones, ideas, puntos de vista no debe considerarse una catástrofe ni una debacle, pues esto es una expresión moderna del más elemental sentido común.
Así tenemos el caso de definiciones de entidades socioculturales que han sido aceptadas por consenso universal como familia, hermandad, amistad, comunidad, agrupaciones sociales, etc.
Según los modelos convencionales y tradicionales establecidos, una familia es definida de acuerdo al grado de parentesco que existe entre sus miembros. Es válido aclarar que en este caso las diferentes posiciones teóricas se refieren a “familia humana natural”. Estos lazos pueden ser de dos tipos: de afinidad derivados del establecimiento de un vínculo reconocido socialmente (como el matrimonio o la adopción) y de consanguinidad (la filiación entre padres e hijos, primos, tíos, etc).
En este sentido es imprescindible destacar que algunos aspectos del término familia humana natural están desactualizados, ya que han aparecido una serie de representaciones sociales y/o construcciones mentales de individuos aislados o grupos de individuos que comparten nociones, ideas, puntos de vista que divergen de los hasta ahora aceptados por la comunidad científica. Y suele extenderse el término “familia” al lugar donde las personas aprenden a cuidar, a ser cuidadas, viven, conviven, se configuran como personalidades, más allá incluso de las relaciones de parentesco, dando lugar a una nueva forma de agrupación humana informal: “la familia humana construida”.
Lamentablemente, estas nuevas “agrupaciones sociales construidas” “(…) favorecen o potencian la díada inclusión-exclusión (…)” 6. Y lo más lamentable de todo resulta el hecho de que, atendiendo a la magnitud con que se potencie esta díada, se externalizan o reprimen sentimientos de hostilidad y resentimiento, que, en determinadas circunstancias o condiciones, encuentran su expresión en actos de violencia, agresiones, ataques, hasta guerras, etc.
Por tanto, el accionar interrelacionado de factores objetivos y subjetivos, pueden contribuir a la exacerbación de los estados de ánimo de las partes en discrepancia. Este fenómeno puede darse por fallas en el proceso de negociación y conciliación, así como en el de mediación, ausencia de intereses para compartir, de la parte a la que pertenece el o los objetos que constituyen el núcleo de la discrepancia.
Los problemas de comunicación, conducta inflexible y obsesiva de una de las partes puede generar desesperación, duda, furia, ira en la otra y de este modo se transita paulatinamente por diferentes momentos: aparecen las tensiones iniciales debido a incomprensiones; aumentan los niveles de saturación de las conductas y sentimientos reactivos reprimidos si no se utilizan adecuada y oportunamente los mecanismos de negociación, mediación, conversación o, si interviene una tercera parte creando rumores, maquinaciones, manejos, conspiraciones, etc; los estados de ánimo pueden exacerbarse hasta un nivel crítico hasta desembocar en un conflicto social, en el que, en todos los casos está presente la violencia.
A manera de resumen, es válido ilustrar elementos comunes y diferenciales entre las situaciones sociales conflictivas y los conflictos sociales:
Situación social conflictiva |
Conflicto social |
Existencia de al menos dos partes |
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Presencia de intereses en las partes |
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Las partes son adversarias |
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Existencia de al menos un objeto en torno al cual giran los intereses de las partes |
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1. Presencia de actos de violencia, agresión física… |
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2. Se externalizan o manifiestan los sentimientos negativos y conductas reactivas reprimidas. |
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3. Carácter etápico |
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4. Dificultades para el empleo de la negociación, diálogo, mediación… |
Bibliografía consultada
1 Alzate, R. Análisis y resolución de conflictos. Una perspectiva psicológica. Bilbao: Universidad del País Vasco. 1998.
2 http://es.wikipedia.org/wiki/Conflicto
3 Goerge Ritxer. Teoría sociológica contemporánea. Editorial Félix Varela. Cuba, 1993. pp 145
4 Rosa María Cubela. La vida de la pareja en medio de las agresiones. Revista Bohemia, No 15. 2005 pp 77
5 Diosveldy Navarro Lores y Eyedelkis Medina García. Las situaciones sociales conflictivas. http://www.eumed.net/rev/cccss/16/nlmg2.html. 2011. pp 3
6 Diosveldy Navarro Lores y Eyedelkis Medina García. Representaciones sociales en torno al término familia y su relación con las situaciones sociales conflictivas. http://www.eumed.net/rev/cccss/16/nlmg.html. 2011.