José Matos Gamboa (CV)
jgamboa@imias.cug.co.cu
Centro Universitario de Imías, Guantánamo
RESUMEN.
Estudiar el problema de la sociología y del imaginario social en el pensamiento clásico y contemporáneo centrado en el contexto cultural designa la propuesta que presentamos a desarrollar en este trabajo. Las fuentes y autores consultados nos abordan el imaginario social como una red de relaciones, reflejo de las acciones humanas, la sociología como ciencia que engloba el amplio organismo social en su interacción, argumento que para la sociología de la cultura no es deseado aún, espera más y mejores consenso.
La sociología clásica por su gran alcance sigue siendo relevante en nuestros días, es aquí donde están contenidas raíces que evidencian su relación con la nueva corriente (imaginario social) que apunta hacia una racionalidad del conocimiento espontáneo y compartido por los individuos en diversos contextos comunitarios.
Las fuentes socioculturales, la creación, la memoria y la identidad cultural originarias de familias y grupos en los entornos comunitarios, nos ceden vista a fortalecer la relación de la Teoría Sociológica Clásica y Contemporánea con el imaginario social para salvar los patrimonios culturales de los embates de una parte de la modernidad amenazadora y degradante.
Ya hemos venido abordando que el imaginario social es una corriente poco cultivada desde su vínculo con la cultura comunitaria, pero que actúa como agente transformador al intervenir como memoria afectivo-social de la cultura, es indispensable en la comprensión de ese gran universo de representaciones simbólicas que distinguen valores, creencias, ideologías, sabidurías, y cuesta trabajo percatamos de su presencia en el campo de las ideas, en la creación, las significaciones, en sentido general en el mundo del hombre.
El alcance del tema descansa en una explicación acerca de la relación lógica en la triangulación imaginario-sociología de la cultura –teatro.
SUMMARIZE.
To study the problem of the sociology and of the imaginary one social in the classic thought and contemporary centered in the cultural context it designates the proposal that we present to develop in this work. The sources and consulted authors approach us the imaginary one social as a net of relationships, reflection of the human actions, the sociology like science that it includes the wide social organism in their interaction, argument that is not wanted still for the sociology of the culture, waits more and better consent.
The classic sociology for its great reach continues being outstanding in our days, it is here where contained roots that evidence its relationship with the new current are (imaginary social) that points toward a rationality of the spontaneous knowledge and shared by the individuals in diverse community contexts.
The sociocultural sources, the creation, the memory and the cultural identity would originate of families and groups in the community environments, they give us view to strengthen the relationship of the Classic and Contemporary Sociological Theory with the imaginary one social to save the cultural patrimonies of the embates of a part of the lowering and degrading modernity.
We have already come approaching that the imaginary one social it is a not very cultivated current from their bond with the community culture, but that it acts as agent transformer when intervening as affective-social memory of the culture, it is indispensable in the understanding of that great universe of symbolic representations that you/they distinguish values, beliefs, ideologies, wisdom, and it costs work we notice of their presence in the field of the ideas, in the creation, the significances, in general sense in the man's world.
The reach of the topic rests in an explanation about the logical relationship in the triangulation imaginary-sociology of the culture - theater.
Palabras Claves: Imaginario social, interacción social, teatro, contexto comunitario rural, sociocultural.
INTRODUCCION.
En el presente trabajo comenzamos haciendo referencia acerca de los conceptos imaginario social, contexto comunitario rural, teatro rural, sociología de la cultura, entre otros. Tomaremos como autores principales a E. Durkheim y Gilbert Durand, G. Ritzer, C. Castoriadis, A. Basail, T. Muñoz, entre otros y por supuesto apoyado en teorías de importantes clásicos de la Sociología, entre ellos E. Durkheim y M. Weber. Para luego interiorizarnos en sus teorías y pensamientos encargados de abordar junto a nuestras valoraciones el proceso por el que pasan los conceptos imaginario social y teatro, hasta llegar a la transformación de ambos a partir de los razonamientos para luego emprender a las diferentes formas de producción del conocimiento. Reflejaremos las diferencias y relaciones de los conceptos entes mencionados, esto es muy importante, también hacemos hincapié en sus particularidades.
Por último desarrollaremos los conceptos de imaginario social y de teatro como creadores de memorias y de identidad entre los miembros de los espacios comunitarios en ese proceso de interaccionan uno con el otro, y expresar la función de estos dentro de la sociedad que se manifiesta en seguir por el sendero de resolución compleja de problemas que vienen determinado por una secuencia de contextos de aplicación.
Para finalizar concluimos haciendo una explicación de la relación de estos conceptos con el pensamiento sociológico clásico y contemporáneo y su correlación interdisciplinar.
Las consideraciones anteriores nos permitieron plantear el siguiente objetivo:
El problema de la sociología y el imaginario social en el pensamiento clásico y contemporáneo.
El problema del imaginario social en la sociología es interpretativo, y cobra relevancia toda vez que es factible de ser aplicado a problemáticas diversas, particularmente al teatro, en el espacio rural, objeto fundamental de nuestra investigación. El cuerpo de acciones sobre las que descansa como memoria afectivo-social en el contexto comunitario desde una perspectiva interpretativa, analiza lo que éste significa para individuos, las familias y grupos en el entramado de la estructura social que se generan en la vida cotidiana a partir de que se producen, reproducen, cambian y reestructuran acorde al contexto donde éste se genera.
Teóricos que han abordado el imaginario social llegan a puntos de enlace de éste, con las expresiones del teatro que surge en el contexto rural, la gran dificultad nos aparece de repente, con la expresión de J. Kopp (sociólogo) sobre “el desconocimiento de la realidad en el contexto rural”, bajo esta aproximación inferimos que es razonable la idea de que es necesario el estudio la expresión teatral en el entorno rural desde el imaginario social.
La sociología como ciencia del todo colectivo y de su organización social, abarca la vida del hombre en sociedad en general (macro), y se particulariza en un espacio done tienen lugar la cultura, la creación, la producción de valores, comportamientos, derechos, conocimientos, otros (micro), en este instante, el rol del imaginario es desafiar la comprensión universal de las representaciones simbólicas que lo caracterizan y distinguen, cuyo contenido son los fenómenos y hechos sociales y su resultante, que al final los benefician con otras expresiones que hasta ahora permanecen en el baúl comunitario.
Por otro lado corrientes de pensamiento con tendencias dominantes, particularmente culturológica, se reducen a defender la búsqueda de soluciones desde las distintas perspectivas de análisis y particularmente a la creación cultural que en el ámbito comunitario rural han emprendido a través de la historia de su conformación. En esta dimensión se destacan O. Spengler y Danilevski, quienes no lograron comprender la unidad de la cultura humana y de su desarrollo histórico universal. De igual modo A. Toynbee, R. Benedict, M. Herkovits, entre otros, en sus revelaciones niegan las leyes de la evolución histórica cultural de las sociedades humanas.
De lo anterior consideramos gran dosis de primacía al falso razonamiento; porque la unidad de la cultura humana y su evolución histórica han sido los mejores aliños que dan el mejor sabor a la cultura local, nacional y universal. Permitiéndonos tener lugares patrimoniales en su más amplio contexto y en las diferentes vertientes que tocan sus significados, tanto de naturaleza tangible como intangible.
Por eso los estudios sobre el imaginario descansan desde la antigüedad en obras de importantes filósofos, retomados por la sociología posterior, que concibieron de manera implícita los elementos constitutivos del imaginario social al expresar elementos de la práctica cotidiana, como las procesiones, las carreras a caballos con antorchas en honor a los dioses, orar, fiestar y gozar del espectáculo y finalmente se emprendía vuelta hacia la ciudad para dejar la imagen de estos festejos como representación de la antorcha de la vida.1 El imaginario en el pensamiento occidental se ha instituido de formas diversas, lo han concebido con actitud racionalista o intelectualista, como un orden sui generis de irrealidad que se dispersa del dominio de lo racional. En otros causes, se entiende lo imaginario como una fuente de riqueza vital que a través del ensueño impregna la vida de los individuos y de las sociedades2 .
El imaginario social es el conjunto de representaciones compartidas a modo de ideales comunes a un grupo social; es la elaboración tomada del caudal simbólico social de la sociedad que corresponde a las representaciones que cada sujeto tiene de sí mismo y de los demás, percibe las divisiones, las legitima, instaura el poder3. Consideramos que el imaginario social es también la combinación de símbolos que van desenterrando en los sujetos estímulos que les permiten comprender que la vida social es un intercambio de símbolos en el contexto comunitario.
Lo anterior no queda muy distante de los análisis de M. Weber en la búsqueda del significado de la acción social, en cuanto a la interpretación que den los actores y las intenciones que lo inspiran para el logro del propósito, que es, el fortalecimiento del imaginario en el escenario comunitario, para acentuar la cuestión cultural, progresar en la poder de políticas culturales como problema social y de manera específica a la interacción entre la sociedad y cultura.
Consideramos que el imaginario social se circunscribe en reconocer que hay huellas de todo el devenir histórico de las creaciones de los sujetos y de disciplinas en general, de teorías y corrientes que han aportado a él en la formación de su corpus científico. Propone una concepción social no impuesta sino por producción colectiva, conducen te hacia normas y decisiones colectivas de acción, expresa la creación colectiva y enuncia organización de la realidad en los contextos comunitarios.
En tal sentido hemos decidido abordar el tema del imaginario social y no representación porque tiene una connotación diferente a las representaciones sociales; el imaginario social entraña un proceso de mentalidad, cosmovisión activa y creativa. Las representaciones sociales implican una modalidad particular del conocimiento, es cualidad psíquica en la que se excluyen aspectos subjetivos, no responde a la teoría de la acción social.
Respecto al tratamiento y valoración en torno a los imaginarios sociales, sin duda alguna tiene su origen en Europa, específicamente en Francia y, en los últimos veinte años, es en España donde encontramos una mejor sistematización4 . En la historia del tratamiento del objeto, se destaca en especial el pensamiento francés, el que hasta el día de hoy ha sido uno de los más comprometidos en la pretensión de lo que constituye en sí el concepto de imaginario social. Desde Francia se han destacado dos corrientes fundamentales para la comprensión del imaginario social que se constituyen a manos de E. Durkheim y Gilbert Durand.
Entre las varias preocupaciones de Durkheim, resulta el problema de la debilidad en la moralidad colectiva, cuando las personas optan por la muerte como salida a situaciones de presión externa como resultado de la división social del trabajo. Durkheim examinó diversas formas de salidas al problema de la debilidad de la vida cotidiana, entre estas formas de salidas fue el desarrollo de la conciencia colectiva.
¨ En el estudio de la conciencia colectiva como hecho social inmaterial y conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia y es diferente de las conciencias particulares 5 ¨.
Lo anterior expresa vínculo con la conformación del imaginario, cuando se reseñan las creencias y sentimientos colectivos, al concebir la conciencia colectiva como un sistema cultural, la presencia del imaginario como sistema de referencia siempre cambiante, y un entramado de prácticas sociales.
Sobre las representaciones colectivas E. Durkheim en su texto Las formas elementales de la vida religiosa 6 expone con claridad el carácter esencial de la representación, critica la dicotomía de lo material y lo ideal, a la vez impide hacer justicia a la intrínseca dimensión práctica de las representaciones sociales, dado que las representaciones de lo social forman parte constitutiva de la realidad. Las representaciones colectivas son un eslabón de la gran cadena que conforma el imaginario social, ellas se refieren a las normas y valores de las colectividades que engloban la gran familia, de qué viven, cómo viven, sus ocupaciones, estado de vida, tiempo libre y prácticas religiosas.
¨ Las representaciones colectivas constituyen el elemento central del sistema de hechos sociales inmateriales 7 ¨.
En la medida que avanzamos consultando diversas fuentes, logramos comprender planteamientos que teóricamente nos fortalecen, en Durkheim cuando aborda la teoría del conocimiento humano, hace una clara explicación referente a la concepción de la doble naturaleza de este conocimiento, la primera el hombre como ser individual y segundo el hombre como ser social. Existe mucha relación del ser individual con el ser social, (hecho social inmaterial) ambos son referentes de la creación del imaginario social, el individuo por si sólo construye un imaginario que es individual y en la medida que éste entra en el acto de socialización exterioriza sus creaciones, muchas de las cuales son tomadas por el entorno social, unas rechazadas y otras se enriquecen e impactan y construyen el imaginario social.
También Durkheim incursiona sobre la mente colectiva aludiendo que expresa una parte del mundo cultural. La sociología contemporánea la asume ampliamente.
Asumimos que la mente colectiva es un producto del imaginario social y un proceso psico-social creado en las personas que por su potencial intelectual o natural tiene representado en su mente, sentido de pertenencia a una colectividad por lazos de familiaridad, creencias, profesionalidad, idiosincrasia piensan como grupo y para el grupo. Otro de los componentes del arsenal conceptual de Durkheim, es la efervescencia colectiva, su análisis parte del clan y el totemismo como formas de la vida religiosa, el totemismo es una representación simbólica en la conciencia de una colectividad. Consideramos que estaba en el camino del imaginario social al reflejar una realidad que posee existencia espiritual vinculada a lo simbólico.
Estudios de Durkheim, sobre las representaciones colectivas reflejan el desarrollo de una lógica cultural en la sociedad, y acentúan el carácter esencial de cómo la representación y los imaginarios constituyen límites de la defensa de lo social.
Por otra parte se concibe lo imaginario como la construcción que va a tener un lugar natural en lo simbólico y el mito8 . Cuando analizamos esta propuesta tomamos en consideración que lo simbólico expresa un significado que se comunica con lo afectivo. El mito a modo de totalidad significativa da sentido al mundo social, abarca justicia, moral, estética, artes domésticas y espectáculo en sentido amplio.
El imaginario es una forma, diríamos que presuntuosa, desenmascara la modernidad que trata de desencantar al mundo mediante un discurso crítico, tanto materialista como cientificista, en última instancia objetivista. Con estos elementos, el camino para la comprensión de lo imaginario entra en escena como una experiencia subjetiva de lo real irreducible al marco de lo objetivo.
El máximo exponente en la construcción del imaginario social sin dudas es Cornelius Castoriadis, quien aborda el planteamiento de los imaginarios desde la visión crítica en sociedades actuales, percibe la disposición del mundo moderno de una manera objetiva, conduciendo la racionalidad social hasta donde esta se exprese.
Estos conceptos nos llevan a comprender que el imaginario produce materialidad a través de efectos socio-concretos sobre los sujetos en su vida de relación, les permite ver y aprehender las costumbres y la presencia imaginaria de las sociedades precedentes.
La mirada de C. Castoriadis hacia la construcción de lo imaginario tiene como base que nada social puede ser conceptualizado solamente de forma objetiva, con esta idea se proyecta introducir la subjetividad en la creación de sentido.
Continuando su lía de pensamiento, lo imaginario no debe ser entendido como sinónimo de fingido, forzado, propio de la especulación o como decir que toda sociedad contiene un sistema de interpretación del mundo, sino que va a ser una posición de formas nuevas, posición no determinada sino determinante; posición inmotivada, de la cual no puede darse cuenta mediante la explicación causal, funcional o incluso racional 9
Estas posiciones las asumimos, y desde la perspectiva sociológica comprensiva, a partir de que toda sociedad es una construcción objetiva, creación de un mundo fenomenológico, es decir de su propio mundo, para llegar al saber concreto, de su propia identidad que es ese mismo sistema de interpretación.
Las referencias consultadas a pesar de que sus trozos teóricos se ubican en siglos y contextos diferentes, apreciamos ciertas analogías en el tema del imaginario, coinciden en afirmar que el mundo moderno está entregado a un delirio sistemático del que la autonomización de la técnica desencadena en un punto común, es el hombre base de partida en la interpretación de lo real y fuente del conocimiento, y de responsabilidad en la vida social moderna y también la postmoderna en la que predomina la falta de compromiso social, provocando la muerte inesperada de valores de la cultura comunitaria, de su imaginario y en camino hacia la sociedad violenta para no estar “al servicio” de ningún fin asignable, es la forma más inmediatamente perceptible y la más directamente amenazadora 10 .
Intelectuales de desigual formación e ideología coinciden que el imaginario social se expresa por ideologías y utopías y también por símbolos, alegorías, rituales y mitos. Estos elementos plasman visiones de mundo, modelan conductas y estilos de vida, en movimientos continuos o discontinuos de preservación del orden vigente o de introducción de cambios. La imaginación social, "además de ser un factor regulador y estabilizador, también es la facultad que permite que los modos de sociabilidad existentes no sean considerados definitivos y como los únicos posibles, y que puedan ser concebidos otros modelos y otras fórmulas." 11
La literatura más actualizada que aborda la temática del imaginario social desde la perspectiva sociológica según Castoriadis se encuentra asociada a la sostenibilidad, al movimiento imaginario, a las cualidades públicas hacia diversas cuestiones culturales (como las representaciones sociales, imaginario social, imaginario colectivo entre otros), al diseño de políticas culturales como un problema social y más específicamente a la interacción entre la sociedad y cultura.
Se descarta la tendencia sociológica de ignorar el mundo social para considerar la obediencia del imaginario para todas las sociedades humanas. A este análisis podemos resumir estas ideas:
1) En la perspectiva sociológica de lo imaginario desde bases teóricas-conceptuales y la relación con la tradición sociológica, se destacan Arthur Schopenhauer (1788-1860), Baltazar Gracián (1601-1658) Cornelius Castoriadis (1922-1997) y Emmánuel Lizcano analizan aspectos vinculados con un depositario de la memoria que la familia y los grupos acumulan de sus contactos con lo cotidiano. Otros como Baczko refieren que el imaginario social es un factor regulador y estabilizador que permite que lo modos de sociedad no sean considerados definitivos y únicos y que puedan ser concebidos otros modelos y otras fórmulas. Los autores mencionados proponen diversas miradas de interpretación al imaginario social a partir de fundamentos teóricos de la sociología, indiscutiblemente, asumimos las posiciones de C. Castoriadis.
2) Cornelius Castoriadis (2003) refiere el imaginario radical, el imaginario efectivo los clasifica como el imaginario individual, por ello el imaginario social no es suma ni media de éste.
Nos adjudicamos a estas formas de imaginarios que Castoriadis presenta, haciéndolo con un discurso entendible y con una mirada oportuna; Castoriadis le está atribuyendo su plena dimensión, dándolo completamente por sentado en los contextos comunitarios. Castoriadis no sólo muestra que el imaginario es una reflexión separada de la realidad, que posee existencia espiritual, sino que está habitado de manera inconsciente por la realidad, por la existencia y por los problemas del hombre real y por la problemática social real.
3) Desde una perspectiva cultural se destacan los trabajos de Antonio Gramsci, en cuyos textos se privilegia la importancia de la cultura y el imaginario en su función como materia espiritual para alcanzar consensos en las relaciones sociales consecuentemente orientado para la transformación, como instrumento para modificar las relaciones entre el hombre y su medio social.
El imaginario es el efecto de una compleja red de relaciones entre discursos y prácticas sociales, que interactúa con las individualidades. Se constituye a partir de las coincidencias valorativas de las personas, se manifiesta en lo simbólico a través del lenguaje y en el accionar concreto entre las personas. El imaginario comienza a actuar como tal, inmediatamente que adquiere independencia de las voluntades individuales, aunque necesita de ellas para materializarse. Se instala en las distintas instituciones que componen la sociedad, para poder actuar en todas las instancias sociales.
El imaginario no produce uniformidad de conductas, sino más bien señala preferencias. Las personas, a partir de la valoración imaginaria, disponen de medidas para juzgar y para actuar. Los juicios y los actos de la gente, inciden también en el depósito del imaginario, el cual funciona como idea reguladora de las conductas interpersonales e intrapersonales. Las ideas regulativas, no existen en la realidad material, pero existen en la imaginación individual que en fin, es donde se construye el ideal del imaginario social produciendo materialidad.
Uno de los componentes fundamentales del imaginario es el sistema de comunicación que se establece en los grupos humanos, los que son identificados con ese denominador común, en este caso el discurso de la trayectoria o el rumbo de la edificación de la estructura social de la cultura, como se sabe los sujetos cambian de discurso cada vez que cambian de roles en la vida social. Los paradigmas y los imaginarios sociales son resultados humanos, no permanecen estables o duraderos a lo largo de la vida de la sociedad, por el contrario, ambos se van modificando constantemente, y de forma independiente, por ello se identifica uno de los problemas de la génesis de la cultura en el campo de la Sociología y el imaginario social.
Las colectividades siempre estarán a voluntad de prácticas sociales-discursivas propias de nuestros días, con evidencia el problema de la interacción de las culturas, de la desigualdad y la correspondencia del desarrollo con el nivel de la sociedad 1 . Las épocas por destino de los hombres tienen la brecha para acomodar lo que se puede hacer y decir sin alterar demasiado los mecanismos de formación que determinan el imaginario social.
El imaginario social del que hablamos muestra que lo mejor es preservar las costumbres y los valores simbólicos que marcan la identidad, el imaginario no surte efecto por imposición de la sociedad, sino que cada persona participa inconscientemente, primero para formar el imaginario individual, que luego se transforma en colectivo, en la medida que exista coincidencia valorativa entre los miembros de la colectividad, este cobra complexión propia cuando se libera de las individualidades, y por lo tanto adquiere independencia respecto de los otros.
Asumimos que el imaginario se conforma además de las facultades espirituales (religiosidad, cuentos populares, cognoscibilidad), las prácticas sociales (unidad, bienestar, respeto mutuo) y valores (interés, compromiso, amor) que actúan en una sociedad, y dentro de estos elementos actúa además como regulador de las conductas tanto de adhesión como de rechazo, es un dispositivo móvil, cambiante, impreciso y contundente a la vez.
El imaginario social tal como lo ha concebido Castoriadis no es la representación de ningún objeto o sujeto. Es la incesante y esencialmente indeterminada creación socio-histórica y psíquica de figuras, formas e imágenes que proveen contenidos significativos y lo entretejen en las estructuras simbólicas de la sociedad.
Estas ideas por su grado de generalidad han sido asumidas por varios autores y disciplinas con implicaciones históricas visto desde la Psicología, la Filosofía, la Antropología, la Sociología de la Cultura, por eso aseguramos que existe homogeneidad en ese corpus estructurado del conocimiento, a pesar de la diversidad disciplinar y teórica de sus autores reconocidos.
La definición de imaginario social planteada por C. Castoriadis, muestra claridad conceptual entre acción social -imaginario social –imaginario colectivo. Ésta triangulación converge en un punto, y es que producen efectos de cohesión social, son productos humanos, mas no permanecen estables a lo largo de la historia, sino que se modifican constantemente y expresan la vida en relación.
Además del imaginario social, Castoriadis presenta otra clasificación de imaginarios que dejamos ver en esta investigación: el imaginario colectivo, tiene que ver con la cultura y el imaginario en su plena dimensión o expresión, al mismo instante de que su surgimiento es en el seno colectivo o social; está vinculado al particular simbolismo de cada uno de los individuos en activa construcción social y las instituciones con funcionalidad y efectividad en la creación simbólica. Este media entre el imaginario social y el imaginario radical.
El imaginario radical, habita de manera inconciente en la realidad, expresa los problemas del individuo y la problemática social real. A nuestro juicio Castoriadis en el radical deja ver un carácter de dominación al plantearlo como inconciente, es decir, no se da cuenta del alcance de sus actos, le deja huir a lo inatrapable.
Esta clasificación presentada por Castoriadis a nuestro juicio tiene como tendencia que se pueden mantener formas de vida y costumbres culturales en comunidades añosas. Además como lo expresara para conocer tabúes, y acentuación práctica de cada grupo y la función que ocupa frente a los demás2 .
En la Institución imaginaria básica de la sociedad, que no es más que la colectividad humana, Castoriadis afirma la unidad de la sociedad como institución global, y demuestra que esta unidad (un aquello irrompible, indestructible al que llama magma o esencia) refleja la cohesión interna de la red inmensamente compleja de significados que perméa, orienta, y dirige la vida de la sociedad.
Aún cuando no se pretende implicar que las instituciones pueden ser entendidas simplemente como redes simbólicas en desmedro de sus otras funciones, Castoriadis hace análisis de las relaciones entre instituciones y orden simbólico, cuestionando las razones por las cuales se encuentra involucrado un determinado sistema de símbolos y no otro. Así las instituciones, tanto como el lenguaje, los valores, las necesidades y el trabajo participa en cada sociedad, especificando la organización de ese mundo concreto y del mundo social, la cual se relaciona con los significados sociales imaginarios institucionalizados por esta misma colectividad.
Significados que la sociedad se va instituyendo a si misma: la iglesia, la identidad, la política la filosofía, los tabúes, el arte, etcétera. Además de otros más genéricos como hombre y mujer, que hasta hace unas décadas mantenían una unicidad en el concepto hombre en el que se implicaba el de mujer. Hoy este mismo imaginario ha ido creando una nueva concepción de género, a pesar de sus especificidades. “Escribir la historia de cualquier imaginario sin el aporte de la memoria de las mujeres, sería mutilarlas sin remedio alguno, no podríamos entender la evolución de nuestras sociedades sin los elementos significativos desarrollados en ese mundo privado que se le ha otorgado a las mujeres, podríamos entender las estructuras simbólicas y las instituciones de nuestras sociedades con el único aporte dominado por los hombres” 3 .
La realidad de una sociedad dada se constituye por medio de la sinergia (es decir por la acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales). Entre lo que tiene valor y lo que no tiene, entre lo que es y lo posible que no pudo ser, incluyendo a lo falso y lo ficticio. La memoria individual y colectiva de las mujeres está presente en todos estos esquemas de significación, transformando la realidad de nuestras sociedades y de sus instituciones independientemente de su presencia o de su ausencia en los registros históricos.
El imaginario colectivo lleva a la formación de instituciones y de significaciones, las que a su vez sostienen la institucionalización de un conjunto central de significaciones de la sociedad sin el cual no podrían existir4 . Estamos de acuerdo que la creación simbólica, la manera de funcionamiento de ésta y la continuidad de la sociedad como sociedad instituida entran en un proceso de proliferación de significaciones derivadas del accionar interrumpido en la vida diaria.
Para Castoriadis el tiempo es productor de alteridad, de creación. Y podemos agregar a esto que es fuente de inspiración para toda creación colectiva, para el nacimiento de un Imaginario cultural, que nos remita al pasado vivido por la colectividad para buscar el estratos en el abismo de la memoria para que las futuras sociedades pueden conducir y realizar sin suplantarías sus sueños.
El pensamiento sociológico enmarcado en el S XIX-1950, agrupa a principales figuras en torno al concepto:
Juan L. Pintos (1919-, M. A Baeza (2000) coinciden en que los imaginarios apuntan a una racionalidad alternativa del conocimiento espontáneo, naturalizado y compartido como tal; es una especie de inconsciente colectivo incuestionable, que resulta difícil de investigar su origen o fuente, sobre todo a través del modelo de la metódica en el campo del pensamiento objetivo, de causa-efecto-consecuencia, presentando una visión sistemática e histórica de la sociología. Consideran los imaginarios sociales como esquemas construidos socialmente que permiten percibir, explicar e intervenir en la realidad social con historicidad propia.
Ambos sociólogos (Pinto y Baeza) han dedicado gran parte de su trabajo a la comprensión de los imaginarios sociales desde una óptica fenomenológica, es decir desde la interpretación que el hombre hace en el mundo social. “Los imaginarios son múltiples y variadas construcciones mentales (incubadoras de ideaciones) compartidas de significaciones prácticas del mundo, en sentido amplio, destinadas al otorgamiento de sentido existencial5 .
Desde una aproximación de la dialéctica interna del espíritu (fenomenología) de los imaginarios sociales, podemos apreciarlo en la forma que éstos se enmarcan en el modo que las personas producen activamente y mantienen los significados de situaciones, también por el modo en que las acciones de las personas constituyen otras situaciones y el análisis de la vida cotidiana que las personas realizan en el contexto comunitario. Otras reflexiones modernas han mostrado interés sobre el imaginario, lo conciben como un dominio fundamental de la vida que remite al orden del mito como ordenador de la realidad. Su génesis descansa en la imaginación, facultad humana que lejos de ocupar un lugar accidental en la dinámica consciente del ser humano, se encuentra presente en el interior de todos los ámbitos del saber6 .
Consideramos razonable el planteamiento anterior como dominio del imaginario social en todos los espacios pero que recibe por otro lado los golpes de la modernidad, y se sabe cómo se alimenta la vida moderna y sus consecuencias en los contextos comunitarios 7
La construcción del imaginario social viene comportándose en medio de contradicciones entre el ayer y el hoy cotidiano, donde la sociología clásica jugó un rol muy necesario para su autoconstrucción y su vivir. El imaginario social es fundamental para la comprensión del universo de representaciones simbólicas que caracterizan y distinguen los valores y creencias en determinados contextos comunitarios. Está compuesto por un conjunto de relaciones que actúan como memoria afectivo-social de una cultura, un substrato ideológico sostenido en los contextos comunitarios. Es una producción colectiva, por ser depositario de memorias que familias y grupos recogen de sus encuentros con el mundo cotidiano.
Por medio del imaginario se pueden vislumbrar las aspiraciones, los miedos y las esperanzas de los actores sociales8 . En él, las sociedades bosquejan sus identidades y objetivos, detectan sus enemigos y organizan su pasado, presente y futuro. Se trata de un lugar estratégico en que expresan conflictos sociales y mecanismos de control de la vida colectiva. En otra posición también podemos ver que el imaginario expresa conflictos sociales, tales como problemas de poder, luchas de clase, inestabilidad de revoluciones, pérdida de identidades a partir de que se sitúa la tradición conflictiva moderna 9.
Investigaciones y producciones intelectuales han venido favoreciendo la comprensión y concepción emprendedora para seguir las pistas del imaginario social, a partir de que:
El imaginario se retoma en las últimas décadas, en campo de estudio de historiadores, psicólogos, sociólogos y otros científicos de las ciencias sociales, a pesar de que el autor opina que lo estudiado hasta ahora en estas áreas del conocimiento no es lo suficiente, por que el imaginario actúa en muchas otras ciencias, incluida la matemática. Y es entendible que así suceda ya que, a través de él, es posible ordenar y analizar el difícil terreno de la psicología profunda de una sociedad. Como ha escrito Jacques Le Goff, "una historia sin el imaginario es una historia mutilada, descarnada [...]; el imaginario es, pues, vivo, mudable" y constituye un fenómeno social e histórico que está presente en todos los grupos humanos.
Cuando trasladamos a campo de análisis el termino “mudable”, como dice J. Le Goff, del imaginario, estamos en presencia de la perspectiva subjetiva porque es orientada hacia donde queremos dirigir la acción del imaginario, es mudable por que es controlada por el actor para conseguir finales en los contextos comunitarios. Consideramos a partir de estas valoraciones que resultan claras, seguimos la idea de la acción como predominante, a pesar de que la idea de la estructura se refleje.
Hemos venido valorando que la conformación del imaginario plantea un sistema de crónicas siempre cambiantes, siendo de su dominio un complejo conjunto de signos que desbordan las comprobaciones de la experiencia y que encuentra profundas relaciones con la fantasía, los sentimientos y el "sentido común" de cada época o lugar; conmoviendo constantemente la línea por donde pasa la frontera entre lo real y lo irreal.
A decir de J. L.Goff, un campo que puede resultar contiguo, pero que está íntimamente ligado al tema del imaginario, es aquel que hace referencia al estudio de las estrechas relaciones con la construcción de leyendas. De hecho, las leyendas son relatos convencionales de lo que fue originariamente un rumor; o, para decirlo más poéticamente, "las leyendas son rumores solidificados”.
Los imaginarios como constructores de sentido, se constituye en formas creativas, de vivenciar el futuro, al pronunciar lo imaginario en diferentes ámbitos de la vida social, en el imaginario se construyen también nuevas maneras de vivir. El imaginario no deberá entenderse entonces como imagen de, sino como creación de incesante e indeterminadas sociedades a lo largo y ancho de su contorno físico, ubicado en las subjetividades particulares (Baeza, 2000).
La centralidad del imaginario social en nuestros días- en algunos teóricos- es hasta parecida a la que se manifestó en la cultura occidental, la edad media, en el barroco, o en el romanticismo.
En los estudios en torno a lo imaginario proveniente de la Filosofía, la Historia, la Psicología, la Antropología, la Sociología nos pone en condiciones de valorar cabalmente el enlace de lo imaginario en todas sus manifestaciones, por su potente aparato conceptual y metodológico planteado en diversas disciplinas.
Así mismo el nivel de información ofrecido por centros de información sobre el imaginario social al calor de la obra de Gilbert Durand y su maestro G. Bachelard 1884-1962 y los trabajos de C. Castariodis; éste ultimo considerado el que más ha abordado sobre el tema del imaginario de naturaleza social. Hoy estamos trabajando el imaginario en la creación cultural en contextos comunitarios rurales, apoyado en la sociología de la cultura como observadora activa de prácticas y productos culturales del medio social en el que vive el hombre e incluso de un medio social que no es el suyo.
Otro importante pensador en esta temática, a pesar de no ser su campo de actuación en las ciencias también ha abordado el rol del imaginario social en la construcción de nuevos conocimientos en la dimensión cultural, en este sentido aseguró que, “el imaginario social como una expresión ética que “educa la mirada” 11
De conformidad asumimos el imaginario planteado por Castoriadis como el máximo representante en este campo del conocimiento y como librador conflictos sociales y culturales en el mundo de las acciones simbólicas como expresión de lo popular.
Influenciado por sus reflexiones, decidimos proponer nuestra opinión al respecto para de alguna manera enriquecer el imaginario social como producto de la práctica social entre los hombres.
En el imaginario surgen dos raíces que se complementan, por un lado el anhelo al cambio del auto reconocimiento social a partir de la introducción de nuevos símbolos que enriquecen idiosincrasias, y por otro lado considerar lo cimentado, dígase tradiciones, los hábitos comunes, sin lo que sería posible la vida común: ello significa que la fortaleza o manifestaciones establecidas, es decir, las firmes, surgen otras que solidifican las burbujas del poderoso nivel creativo comunitario reconfortándose el piso cultural como resultado de las nuevas creaciones 12.
El imaginario se establece de esta manera, como una matriz de conexiones entre diferentes elementos de la experiencia de los individuos, de manera colectiva, en donde las redes de ideas, imágenes, sentimientos, creencias y proyectos comunes están disponibles en un contorno sociocultural propiamente definido13 .
Es vital reconocer el esfuerzo de la Antropología, la Sociología, la Psicología, los Estudios de Comunidad otras ciencias sociales, que siguen siendo relevantes por su rol investigativo en la actualidad; al igual que importantes teóricos, como E. Durkheim, M. Weber; C. Marx, T Parsoms, entre otros, en el tratamiento y la comprensión del imaginario social que se levanta en dos culturas, la clásica y contemporánea; (Castoriadis, Bazcko, G. Durand, I. Lizcano, Maffesoli, B. Anderson, J.de Guff, A.M. Fernández) constituye una categoría clave en la interpretación de la comunicación en la sociedad moderna como producción de lo imaginario y creencias colectivas.
La atención del imaginario y su interconexión con elementos teatrales desde la sociología de la cultura se aprecian con diferencias que podemos argumentar; el imaginario social expresa ideologías y utopías y también símbolos, alegorías, rituales, creaciones de individuos o grupos y mitos, es depositario de la memoria que la familia y los grupos recogen de sus relaciones con lo cotidiano. Es un término moderno, sin embargo no aborda el teatro de una manera explícita, lo deja en el plano de las valoraciones; indiscutiblemente esta ahí, se habla de creaciones de los (la expresión, la tradición, el canto, literatura, dramaturgia, otras) individuos o grupos de diferentes instituciones en diversos contextos comunitarios.
Consideramos que existe una alianza en la triangulación imaginario-sociología de la cultura –teatro, y si la ordeno por el momento en que surgen, coloco el teatro, el imaginario y luego La Sociología de la Cultura que finalmente se emplea como área de investigación sociológica que se basa en la importancia de los procesos culturales y así entender los hechos sociales.
1 C. Castariodis
2 Ibídem
3 Ibídem
4 Castoriadis, 1998:371
5 Baeza
6 Hélène Védrine.
7 Introducción a la sociología.
Los grandes descubrimientos en las ciencias físicas: Ellos han cambiado las imágenes del universo y nuestro lugar en él.
8 Bronislaw Baczko.
9 Introducción a la sociología. En contraposición a ello Comte, Spencer, Durkheim, Parson y estructuralistas siguientes no asumen que exista una fusión entre el enfoque conflictivita y el conflicto social. Lewis Coser, a partir de G. Simmel quien trató los elementos integradores del conflicto, hace un ensayo titulado: ¨ Las funciones del conflicto social ¨, considerando el rol que éste juega en la cohesión, la identidad y firmeza de los grupos sociales en los contextos regionales.
10 Ibidem
11 Emmánuel Lizcano, matemático francés, en su obra “Imaginario Colectivo y Creación Matemática” refiere entre otras cosas a la crucial influencia del imaginario en los factores culturales y sociales por el sobrevuelo en las diferencias culturales y su recorrido por las circunstancias de la historia, para acceder al imaginario social de los pueblos y de las culturas, también a la irracionalidad, los mitos, los prejuicios y tabúes. Se reconstruyen constantemente sin poner “frontera a lo pensable” en busca de nuevos conceptos de tal modo que escapa a lo esquemático y aflora inconcientemente en nuevos “modos de pensamiento”. Para Lizcano cada imaginario se circunscribe en un espacio-tiempo determinado, abriéndose hacia un amplio espectro de “posibilidades y participación activa de los miembros de la comunidad que aseguran sus significaciones imaginarias de la cultura rural artística que practican como parte del quehacer de su tiempo libre, cada manifestación de la cultura artística popular.En cuanto al imaginario social E. Lizcano, no señala el contenido ni el método de investigarlo, sino el principio de la reflexibilidad como mecanismo de explicar los imaginarios individuales como género de los imaginarios colectivos y los tipos de relaciones que pudieran tener en común.
12 El autor.
13 El imaginario no es susceptible de definición porque es resultado del pensamiento creativo y transformador: por tanto definirlo sería encasillarlo o algo semejante al viejo proverbió chino ‘’ intentar atrapar el puño con la mano, siendo el puño una forma concreta que la mano adopta’’, no definirlo no trasluce un defecto, sino, una riqueza, este no constituye un conjunto ni está constituido por conjunto. Catariodis dice que está constituido por magmas o esencias, como puede ser el magma de los recuerdos, de las significaciones que surgen del manantial o de la raíz común.
El imaginario está originado constantemente y formas determinadas que se precipitan en identidades, conformando de esta manera el mundo que cada colectividad humana habita, instituyendo y dando consistencia a los hechos socioculturales de la comunidad o de una sociedad determinada: en correspondencia con ellos reflexionamos que lo imaginario en el orden colectivo alimente la atención entre capacidad instituyente que tiene toda colectividad humana y la precipitación de la capacidad en sus formas instituidas.
Esta doble dimensión constituyente e instituida, de toda formación colectiva asegura respectivamente tanto la capacidad auto organizativa del común como su posibilidad de permanencia y la actitud para crear nuevas formas de manifestaciones culturales con fines recreativos y de afirmación de su identidad.
En este gran entramado se anida la capacidad creativa, en la medida que se conforma la comunidad que va desde las formas tradicionales de vida hasta la modernidad, por ello la actividad del imaginario colectivo debe estar en permanente ebullición rehaciendo formas nuevas y recambiando la vida cotidiana partir de la interacción simbólica.
El imaginario es denso en todas partes: en tal sentido se comprende que este permanece inextirpable unido a cualquiera emergencia que pueda colapsar algunas de las creaciones culturales. Por ello, éste está presente en lo más íntimo de un pensamiento lógico que puede ser desde la forma de alimentación hasta el montaje de una obra teatral.
El imaginario es el lugar de la actividad sociocultural, no expresa límites ni fronteras dentro de los cuales cada colectividad despliega su imaginación, su reflexión y sus prácticas culturales: esta tesis concibe al imaginario colectivo como ese lugar donde se posa aquello que cada cultura y cada grupo social por idiosincrasia crea y en ocasiones encuentra ya de manera instituido, es decir, el lugar de las creencias que tienen los hombres y la que los hombres se les tiene.
El imaginario es un espacio de autonomía comunitaria donde se juegan todo los conflictos sociales y culturales surgida desde que cada colectividad se instituya” cuándo hablamos de conflicto, no se refiere a la dimensión imaginaria del dominio, sino qué imaginario instituye lo social, pero no está instituido por lo social, no se trata de impregnar al sujeto el mundo de uno como el único posible, se trata de un imaginario concreto y emancipador que expresa los cambios culturales como necesidad de crear una cultura de resistencia y con verdadera autonomía comunitaria.
Goffde Jacques. Los imaginarios colectivos producen: valores, las apreciaciones, los gustos que como planteara Baltazar Gracián, (1601-1658) moralista español y uno de los exponentes de la dramaturgia universal, los analiza en tres niveles, el gusto natural, el artificial y el culto; pues ellos constituyen un problema tanto en la sociología como en imaginación colectiva al no ser explicados como elementos que en un momento ocultan la originalidad y la identidad de muchos procesos culturales, los ideales y las conductas de las personas que conforman una cultura.
BIBLIOGRAFÍAS
Varela, 2005. 63-94 p.
Varela, 2005. 472 p.
Habana, Félix Varela, 2005.
imaginarios sociales, Concepción, Chile, 2005. 16-p.
Barcelona, (S.E). 1987.
Tomo I y II. La Habana, Félix Varela. 2004.
9. Bourdieu, Pierre. La fuerza de la reproducción. Mexicana de Sociología. No.
12, 1999.
10. ----------------------. Qué significa hablar. Madrid Akal, 1985, 87-95 p.
11. Castariodis, Cornelius. Institución Imaginario de la Sociedad. España,
Tusquets. 1983.
12. Corcuff, Philippe. Las nuevas Sociologías. La Habana. Félix Varela, 2003. 35p.
13. Díaz, Esther La Ciencia y el Imaginario Social. Buenos Aires, Biblas.
1996.
14. Giner, Salvador y Emilio Lamo de Espinosa. Diccionario de Sociología
Alianza Editorial, S. A.; Madrid. 1998. 2001.
15. Historia de la Sociología XIX comienzos del XX. Moscú, Progreso, 1989. 373 p.
16. Lizcano, Emmánuel. Imaginario colectivo y análisis metafórico. México.2008.
17 . Marx, Carls y F. Engels. Obras Escogidas T1. Moscú, Progreso, 1973
Morley, David. Medios, modernidad y tecnología .Gedisa. 2008.
18 . Ritzer, George. Teoría Sociológica Contemporánea. La Habana, Félix Varela,
2003. 111-139 p.
19.____________. Teoría Sociológica Clásica. La Habana, Félix Varela,
2007.412p
20. Rousseau, Juan Jacobo. Emilio. La Habana, pueblo y educación, 1982.
21. Schopenhauer, Arthur. El mundo como voluntad representación. México,
Porrua. 1987.
22. Williams, Raymond. Reproducción: Sociología de la cultura. Barcelona,
Paidos. 1992.