Diurkis Yarenis Madrigal León (CV)
cnc@crisol.cult.cu
Resumen
El presente articulo, delimitó sus bases investigativas en el análisis de la familia monoparental femenina, básicamente en el examen teórico conceptual, empleado en su conformación tipológica, teniendo en cuenta la identificación de los principales rasgos que la caracterizan, así como los elementos culturales que median en su diversidad como forma de organización familiar.
Para el análisis metodológico el análisis parte de la posición que presenta la monoparentalidad, cómo forma de organización familiar, con vulnerabilidades y fortalezas, supeditada -de alguna manera- a los procesos culturales que se vivencian en el grupo familiar.
La investigación responde al tipo analítico-descriptivo, con la finalidad de comprender algunos rasgos que caracterizan la familia monoparental femenina, la manera en que desempeñan el rol materno y las estrategias familiares asumidas bajo condiciones de monoparentalidad (el sustento económico, la práctica doméstica, la educación y control de la descendencia) conforme con la influencia de implicaciones culturales que regulan el proceso de interacción familiar.
Para el análisis metodológico partimos de la triangulación metodológica, con la intención de complementar métodos cualitativos y cuantitativos, perspectivas teóricas y fuentes de datos que develen un examen integrador del objeto estudio. La investigación incluyó algunos métodos y técnicas: instrumentos estadísticos, encuestas, entrevistas, entre otras.
Mediante el estudio de las principales tendencias y escuelas sociológicas, así como los criterios más debatidos en el curso de las investigaciones actuales, se comprobó la ausencia de presupuestos desde la dimensión cultural y por ende, la necesidad de fundamentar la pertinencia de terminologías y acepciones culturales, a fin de interpretar, el contenido diverso y variable que caracteriza a la familia monoparental femenina, en las condiciones del contexto actual. De forma general, la investigación aportó nuevas concepciones teórico práctico que incluye una tipología de la familia monoparental.
Palabras claves: Familia monoparental, dimensión cultural, tipología de familia monoparental femenina, contexto cubano, pertinencia cultural.
Introducción
Estudiosos de la familia en Cuba corroboran que hacia la década del noventa, se han triplicado las tasas de divorcios y de reincidencia al matrimonio, aumentan los índices de abortos inducidos y la fecundidad precoz, además de las modificaciones en la composición estructural de la familia y los hogares. En ese marco, ganan cada vez más importancia los hogares de tipo monoparental estructurado por la presencia de un solo progenitor y su(s) hijo(s)
La posición cuantitativa de la monoparentalidad en la practica social cubana, ha sido captada de forma singular por sondeos estadísticos y estudios demográficos; sin embargo, las especificidades desde otros enfoques y disciplinas científicas no han tenido el mismo nivel de desarrollo investigativo. La familia monoparental de tipo femenino como tipo de estructura familiar, adolece de un tratamiento que delimite sus características cualitativas, así como precisiones conceptuales y metodológicas respectivas con la realidad cubana.
Desarrollamos una problemática de interés social, que involucra respuestas a necesidades de crianza, educación y socialización de los hijos; se necesita un examen más detallado sobre el comportamiento que le caracteriza, sin descuidar las fortalezas culturales que se esconden o se trasfiguraran detrás de la estructura monoparental.
La presente investigación se centra en el análisis de la familia monoparental femenina, específicamente sus rasgos identitarios. La interpretación se inicia por aquellas variables consideradas necesarias para determinar cuando estamos en presencia de la familia monoparental, de tipo femenino en el contexto cubano actual.
Los elementos mas discutidos se basan en indicadores físicos del progenitor custodio al frente de la familia como: la edad y el sexo para determinar las condiciones propias del ciclo de vida y la presencia de hijos dependientes del progenitor; además de otros elementos estructurales de la familia como la corresidencia o no de otros parientes, la cohabitación o no del progenitor responsable y las situaciones diversas que originan la monoparentalidad y que marcan atmósferas diferentes en seno del hogar y en las relaciones entre los miembros. Es obvio que la percepción de la diversidad es un elemento clave, sin embargo, es necesario entender esa variedad desde coordenadas específicas, que predeterminen los principales indicadores para captar cuándo estamos en presencia de una familia monoparental.
Aunque el tratamiento actual sobre el tema de la monoparentalidad, revela situaciones semejantes a nivel global, también consideramos la importancia de las diferencias regionales, mediadas por la riqueza que se mueve desde planos históricos-culturales de los diferentes países. Para el caso de esta investigación, partimos de indicadores más específicos, consideramos la importancia de valorar regularidades en el espacio contextual de nuestro país y las singularidades coyunturales desde las aristas socioeconómicas donde se inserta la familia en Cuba.
Uno de los aspectos principales radica en valorar la monoparentalidad desde la posición femenina, e incorporar aquellos indicadores que expliquen su presencia en la realidad cubana, con ese criterio partimos de algunas interrogantes.
¿Cuándo estamos en presencia de una familia monoparental femenina? ¿Cómo entender la posición de la monoparentalidad femenina en Cuba?
Aunque en la literatura de familia la monoparentalidad se presenta con una misma estructura, el progenitor masculino o femenino al cuidado de los hijos, las vivencias actuales de Cuba expresan una riqueza superior, devenidas de la encrucijada de la vida cotidiana y del sistema de construcción cultural que se práctica en el cuidado y protección de los menores.
En Cuba existe una fuerte inclinación de la tutoría de los menores a cargo de personas con vínculo de consaguinidad como las abuelas y tías, la postura del papel rector presenta características diversas, frente a situaciones diferentes, existen casos de custodia por la ausencia física de los padres, también son comunes otras causas como el abandono, la separación por situaciones laborales o la invalidación espontánea del rol maternal y paternal del progenitor. Ante ese cuadro variable, la estructura monoparental no puede circunscribirse a la dualidad materna o paterna, sino a la presencia de una variabilidad de posiciones que incluyen a parientes generalmente femeninos (abuelas y tías).
Desde ese abanico estructural, que refleja una monoparental distinta, consideramos oportuno detenernos en el análisis de las familias que presenten una estructura femenina, la madre u otros tutoras (abuelas y tías) encargadas del cuidado de hijos dependientes. Se especifica así, el análisis de la familia monoparental femenina, donde la mujer (progenitora o abuela) asume el rol de madre, en el ejercicio de protección y custodia de los menores.
Además de validar la estructura femenina, consideramos la importancia de explicar otras variables, necesarias para captar la presencia monoparental en el contexto cubano, a partir de los siguientes criterios, aplicados en el trabajo de campo:
Este aspecto, responde a la distinción de los grupos que por sexo y edad posibiliten un mejor análisis de este tipo de familias. El género permite clasificar formas de monoparentalidad, para distinguir las situaciones de hombres y mujeres, para esos casos se han incorporados términos como monomarentalidad o monomaternalidad (para las familias encabezadas por mujeres) y monoparentalidad (para las familias encabezadas por hombres), pese a que la mayoría de los estudios, hacen mayor hincapié en el uso del término de monoparentalidad, para ambos casos.
Aunque en la literatura de familias monoparentales, se distingue el tratamiento del sector femenino por su puntualidad en el ejercicio de los roles, estos se enmarcan principalmente en la situación de las madres biológicas y las que asumen la adopción jurídico – legal; en cambio, no se han detenido en casos poco comunes como la posición de las abuelas en el rol de cuidado y protección de los nietos, por cualquiera de las causas que impliquen abandono físico, por fallecimiento, motivos laborales, emigración e irresponsabilidad de los progenitores.
Para entender nuevas formas de monoparentalidad, repercuten las condiciones socioeconómicas y culturales de cada contexto, en esencia, la realidad coyuntural de cada país, impone formas de vida, requerimientos ideológicos y necesidades de subsistencia que promueven situaciones como la monoparentalidad dirigidas por las abuelas, como sucede en el espacio cubano.
El problema de la edad también tiene sus implicaciones, sobre todo al considerar las diferencias que distinguen a los casos de maternidad precoz; por tal motivo, coincidimos con la generalidad de autores, que excluyen a las madres adolescentes, por presentar características singulares, que necesitan de valoraciones diferentes, no comparables con las familias encabezadas por mujeres adultas.
En el curso de este trabajo, se tuvo en cuenta la edad superior a la adolescencia, para el resto de las tutoras, la edad no es un indicador significativo porque estas asumen el rol protector y custodia en plena adultez.
La problemática de los hijos, resulta elemental, en tanto permite entender el grado de supeditación de estos hacia el progenitor.
La dependencia constituye un punto que subsista confrontación, en la medida que los autores no coinciden en la delimitación de indicadores para calcular el nivel de sujeción. Algunos autores significan el grado de subordinación de los hijos hacia el progenitor por situaciones como la minoría de edad, la no emancipación económica y el estado civil de soltería.
El tiempo de extensión de dependencia, en términos de edad, se modifica de acuerdo con lo que cada país considera como minoría o mayoría de edad para trámites legales y laborales. En el caso español se considera la edad de 18 años, principalmente para evaluar las prestaciones sociales, de tipo jurídico (Fernández y Tobío, 1998: 55). Otros autores avalan la idea ampliada hasta los 25 años (Almeda y Flaquer, 1995:69), debido a factores como la maduración tardía de los jóvenes por la prolongación de sus estudios y la difícil inserción en el mercado laboral, además de la crisis de la vivienda para acceder a la vida independiente.
Estudios similares, valorados en los informes de la Comunidad Europea y las definiciones censales de países como Dinamarca y Holanda, aceptan como requisito de edad mínima los 18 años, en Irlanda se consideran los 15 años, en Austria 19 años y hasta 25 en el caso francés; también se utilizan otras determinantes como el estado civil en Bélgica (Barrón, 2003: 24).
Nuevas perspectivas sugieren otras dimensiones de análisis, como el tipo o forma en que se presenta el estado de supeditación ya sea económico, social o que prevalezca la educación en cualquier forma (Rodríguez y Luengo, 2003:69) Para ese caso, también se incluye la evaluación de elementos menos comunes, como la adhesión por incapacidad físico motora o algún tipo de minusvalía que prolongue la sujeción económica y social hacia el padre o la madre (Rodríguez y Luengo, 2003:70).
Si accedemos a un análisis por separado de cada criterio que expresa dependencia seria imposible establecer limites. Por tanto, nuestro punto de vista se afirma en la consideración de todos los elementos, que denoten cualquier gradualidad de supeditación hacia el progenitor, en cualquiera de esos términos. Cuando se analiza la dependencia, se reafirman los puntos divergentes entre las familias monoparentales que no viven iguales condiciones socioeconómicas, siempre que estemos reafirmando la relación progenitor- descendencia; desde esta mirada, es posible establecer diferencias, que permitan excluir los casos de familias monoparentales donde conviven hijos independientes, por presentar la mayoría de edad o determinada posición económica y que a la vez son responsables del cuidado y manutención del padre o la madre, generalmente mayores de edad.
En nuestro contexto, resultó pertinente establecer un límite para considerar los hijos dependientes, en ese grupo se asumieron a todos los hijos dependientes por su minoría de edad, y aquellos que superando la mayoría de edad (18 años), mantienen la dependencia de su madre o tutora por diversas causas: encontrarse cursando estudios técnico superiores o por incapacidad psicológica y físico-motor. Se excluyen las familias donde residen las madres solas con hijos independientes económicamente o aquellos mayores de edad (18 años), sin vínculo estudiantil o laboral.
c) Situaciones que condicionan la monoparentalidad.
Entre las razones más frecuentes, se presentan disyuntivas como: rupturas de parejas voluntarias e involuntarias (divorcio, separación, viudedad), la procreación fuera de la convivencia conyugal (madres solteras, la adopción por parte de un solo adulto) y otras causas que no necesariamente plantean el fin del vinculo marital o consensual (enfermedad, emigración, encarcelación o motivos laborales).
De la misma forma que existen causas diversas que conducen a la formación monoparental, varían sustancialmente la forma de enfrentar las situaciones a nivel del grupo en familia. Además de la potencialidad de factores objetivos como la posición material y las formas de ingresos, interviene la carga subjetiva, que acompaña a los procesos que se viven en el hogar, ello imposibilita las recetas comunes para todos lo casos.
La forma de asumir la monoparentalidad desde la postura femenina, no se presenta de igual forma. Para las mujeres separadas y divorciadas interviene un proceso de situaciones conflictivas hasta el final de la ruptura marital, además, la ausencia, no siempre es total, existen casos que responde a grados participativos de apoyo hacia la descendencia, ya sea parcial o moderada. Para las viudas es diferente, estas sufren la pérdida y luego un proceso adaptativo a la ausencia paterna de los hijos.
Las madres solteras, son grupos diferentes, por lo general, asumen toda la carga de responsabilidades, conscientes del reto que se avecina y de algún modo se preparan para ese trayecto. También se presentan modalidades atípicas en comparación con el resto de los grupos examinados; si bien muchas veces figuran como madres solteras, quienes han concluido la unión marital en medio del proceso gestación, también se ubican otras situaciones, que responden al logro de la maternidad independiente, generalmente son mujeres auto valoradas capaces y competentes que deciden la procreación al margen de la figura masculina, antes de iniciarse el proceso de gestación.
La adopción legal por parte de un solo adulto, no es muy frecuente, a pesar de su existencia en la práctica cotidiana; ésta modalidad encierra un contenido bastante similar a las madres solteras. Generalmente son solicitudes realizadas por mujeres que desean asumir la maternidad adoptiva, no obstante se diferencian de las anteriores por presentar condiciones de vida favorables y la disposición para ocupar el reto desde una posición de satisfacción psicológica.
Esta forma de ejercer la monoparentalidad, es afrontada principalmente en el mundo moderno, occidental y europeo; aunque pueden constar determinados casos en otros territorios, no constituyen cifras notables en la realidad cubana. Por esa razón no incluimos esta modalidad en nuestro objetivo de análisis.
Las experiencias monoparentales que no implican roturas entre los cónyuges, también se distinguen del resto analizado. Aunque mantienen como similitud la no convivencia, existen límites temporales, en lo que respecta a periodos de encarcelación, emigración y de empleo fuera del hogar, e incluso opciones de transitoriedad en los casos de enfermedad. Las vivencias que marcan estas familias, se caracterizan por modalidades en los niveles de interacción entre los miembros, a pesar de la lejanía, en algunos casos prevalecen formas de comunicación, de mantenimiento de lazos afectivos, el control educativo e incluso la ayuda material que favorece el confort de vida de la familia y reduce la carga de situaciones económicas para la madre de familia.
El sentido de la vida para las mujeres que afrontan la monoparentalidad es bastante variable; mientras que algunas experimentan percepciones negativas por la falta de aceptación (culpabilidad, tensiones, angustias, miedos), además de los conflictos, carencias económicas y afectivas; otras vivencian casos opuestos, consideran ventajosa la satisfacción que provoca la auto consideración, como mujeres independientes con respecto a los hombres, capaces de educar su descendencia con habilidad frente a los antagonismos de la vida.
De todos los criterios analizados, este resulta indispensable para comparar las situaciones que distinguen los contenidos de las familias, en el ejercicio de la vida cotidiana. Si bien es pertinente el análisis de problemáticas como el divorcio, la separación y la viudedad, no deja de ser significativo para la realidad cubana, estudiar circunstancias que no suponen el fin del vínculo marital como la separación por cusas migratorias y motivos laborales.
Para la investigación se consideraron las madres y las tutoras (abuelas) que presentaron cualquiera de estas situaciones.
Este criterio,constituye uno de los aspectos bien polémicos por la mayoría de los autores. El debate en torno a la cohabitación surge cuando se trata de identificar ¿qué resulta más significativo para considerar la monoparentalidad? ¿la ausencia del progenitor que tuvo descendencia o la compañía conyugal del progenitor que esta al frente de su(s) hijo(s)?
Entendemos que la cohabitación transforma la situación de monoparentalidad, conlleva hacia formas familiares supuestamente biparentales, al considerarse una semejanza entre parejas que cohabitan y las que están casadas legalmente. En cambio, autores como (Barrón, 2003: 22) plantean que no siempre la convivencia con una pareja, promueve un traspaso de responsabilidades, o una jefatura familiar bicéfala sino que la monoparentalidad femenina sigue suscitando cierta disfuncionalidad, donde generalmente las funciones del padre sustituto no cubren los vacíos de liderazgo, de modo que no se rompen las condiciones de la dinámica monoparental.
Es cierto que mientras se mantengan dinámicas monoparentales, no importa la presencia del cohabitante, pero es muy difícil captar esa dinámica en la práctica cotidiana, sin que se confunda la percepción de deberes y derechos entre los cohabitantes, principalmente si la estadía de convivencia es corta. Desde ese punto de vista ¿qué es lo importante, el análisis de la funcionabilidad?
En cualquier caso, para determinar la dinámica monoparental no basta con el examen de la funcionabilidad en las relaciones familiares, se necesitan otras formas de apreciar el carácter de esa dinámica, lo que resulta difícil sin puntualizar las diferencias con respecto a las familias biparentales en el orden estructural. Por tanto, consideramos pertinente, excluir los casos de cohabitación, para evitar confusiones con las familias basadas en vínculos maritales, legales o consuetudinarios, que se comportan como monoparentales por el incumplimiento de los roles masculinos frente al hogar.
Para este estudio, solamente se tuvieron presente los casos en que las progenitoras o tutoras hayan mantenido largos períodos en monoparentalidad, a pesar de algunas situaciones de relaciones de pareja a corto plazo, que no impliquen convivencia ni responsabilidades de su compañero en el núcleo familiar.
También se sitúan aquellas madres o abuelas que afrontan una vida en celibato a corto plazo o permanente, por motivos personales u otras causas.
Este indicador permitió examinar, algunas de las características del ciclo de vida de las madres que llevaban mayor tiempo de vida en monoparentalidad, no se escogieron los casos de madres cohabitantes en el momento de la recolección de datos.
La discusión científica se proyecta hacia la búsqueda de indicadores clasificatorios que permitan delimitar, hasta qué punto la convivencia del progenitor y sus hijos con otras personas, parientes o no, influyen en la consideración de un caso monoparental.
Nuevamente la irregularidad de criterios bloquea las explicaciones entre los autores; académicos como (Fernández y Tobío, 1998:58) solamente atribuyen importancia a un hogar formado exclusivamente por un núcleo monoparental, porque suponen la presencia de una categoría de hogar específica, en relación a la puesta en común de recursos materiales y humanos, diferente a las parejas con hijos que también forman un hogar sin otras personas.
Para nuestro caso de estudio, consideramos la importancia de incluir la monoparentalidad desde ambas perspectivas, de algún modo la convivencia marca pautas, costumbres y una historia de vivencias que deviene en huellas para los hijos y el resto de las relaciones que se manifiestan en el hogar. Comprender la convivencia conjunta del núcleo monoparental y otros parientes, exige del oportuno análisis de categorías como la socialización.
La socialización tiene vínculos directos con el sentido de significados, existen normas que se acatan sobre el mundo objetivo, pero a la vez varían las modalidades para transmitirlo. La convivencia conjunta supone diferencias en cuanto al proceso de socialización, no son iguales las relaciones familiares, en núcleos simples, a los casos caracterizados por la corresidencia familiar, donde el resto de los convivientes asumen roles, orientaciones y pautas de comportamientos y aplican variantes socializadoras que le pertenecen al progenitor ausente o desplazan al progenitor responsable.
Debido a las complicaciones de tipo económico que presenta la vivienda, este indicador constituye un punto importante para determinación de la monoparentalidad en Cuba, permite obtener mayores muestras de situaciones monoparentales, debido al elevado número de estas familias que conviven con parientes.
En este último caso de residencia, solamente se escogieron las madres y abuelas que en el momento de la entrevista, sustentaban en el rol de jefas de hogar y aquellas con jefatura compartida de acuerdo con el peso doméstico, económico y control de la familia.
Cuando se analizan las especificidades de la monoparentalidad femenina, resulta razonable interpretar la relación entre las progenitoras-tutoras y la descendencia, quienes de forma independiente están al cuidado de su(s) hijo(s) o nieto(s) en sujeción, -en esencia- se trata de entender la relación que se establece entre ambas partes, que puede expresarse de formas diversas y en condiciones de vida diferentes, ya sea por presentar situaciones desiguales (el enfrentamiento de un divorcio, separación, viudez, enfermedad, encarcelación, emigración) o convivencias distintas (en un hogar independiente o la avenencia con otras familias).
Desde esta perspectiva, la monoparentalidad presenta una variabilidad de contenidos, aunque atravesadas por un mismo denominador común, el rol protagónico de las madres y abuelas frente al núcleo familiar.
De acuerdo con estos indicadores, la investigación arrojó una diversidad de contenidos que permite diferenciar formas de familias en monoparentalidad, según dos criterios elementales: la estructura monoparental y el tipo de hogar monoparental.
La estructura monoparental, responde a la forma que adquiere el núcleo de la familia respecto a sus miembros, en la relación progenitor-tutor y su descendencia bajo cuidado y protección. La configuración puede estar formada por el progenitor (hombre, mujer) o tutora (abuela) y su(s) hijo(s) biológicos o no, para nuestro solamente nos enfocamos en el sector femenino y su descendencia.
El hogar monoparental, se define como la forma en que se ejerce la convivencia de la familia monoparental, distinguido por el tipo de residencia formado por un hogar monoparental simple o pertenecer a uno más amplio, donde residen otros parientes consanguíneos o por afinidad.
1.2 Bases para una concepción metodológica
De acuerdo con estos criterios, se realizó un pilotaje de investigación en dos comunidades, ubicadas en el oriente del país, exactamente en el municipio Bayamo de la provincia Granma.
Para el análisis metodológico partimos de la triangulación sociológica, con la intención de complementar métodos cualitativos y cuantitativos, perspectivas teóricas y fuente de datos que permitan emplear un examen integrador de nuestro objeto estudio. Sustentamos la posición dialéctica que explica de forma metodológica, que todo fenómeno objetivo tiene un lado subjetivo.
Iniciamos con la verificación cuantitativa de las familias monoparentales, para analizar sus regularidades observables y medibles, al mismo tiempo que indagamos en el sistema de significados, interpretaciones y formas de comprensión empleado en el proceso de interacción, por parte de los actores sociales, en sus marcos de referencia y el contexto social.
La investigación se desarrolló en dos etapas:
Etapa 1
Partimos de un primer momento de carácter exploratorio, que se caracterizó por la búsqueda de datos cuantitativos, devenidos de fuentes estadísticas y demográficas en el ámbito de la familia a nivel nacional y particularmente del territorio bayamés.
Accedimos a los datos registrados en el último Censo de Población y Viviendas, realizado en el año 2002. Teniendo en cuenta que el censo no ofrece las cifras exactas del número de familias monoparentales, tomamos datos aproximados a partir del índice de jefatura femenina que presenta el país, principalmente los casos de mujeres sin vínculo conyugal (divorciadas, separadas, viudas, y solteras)
Para completar el sondeo estadístico, nos inclinamos por las muestras de familias monoparentales que no hayan sido elijadas al azar o de forma probabilística, sino de manera intencional y controlada a partir de la colaboración de informantes claves; el procedimiento se realizó en dos comunidades (urbana y rural). En ambos casos tuvimos en cuenta las diferencias territoriales de los asentamientos y sus características específicas. Este procedimiento permitió conocer el número de familias en situación de monoparentalidad, además de concientizar a los informantes claves de su función mediadora para acceder a las principales características de este tipo de familia. Los informantes claves se clasificaron en dos grupos, según su trabajo y en relación con las familias monoparentales.
Constatamos como informantes de primer orden, a los profesionales que mantienen vínculos de trabajo estrecho con las familias: trabajadores sociales, profesionales de la FMC, de la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia y Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Este grupo de profesionales se distingue por la permanente labor con las familias, conocen las principales necesidades y el tratamiento propicio a los casos de madres o abuelas solas con hijos y nietos dependientes, por tanto presenta una posición significativa para el trabajo con las políticas sociales a favor de las familias.
Como informantes de segundo orden, seleccionamos a vecinos, amigos y parientes que no están directamente relacionados con la unidad de observación, pero presentan una posición jerárquica como conocedores de las familias que pertenecen a esta tipología. Se trata de personas que pueden ofrecer datos valiosos sobre las particularidades de vida y de convivencia, debido al vínculo que poseen, el nivel de familiaridad y el acceso informativo sobre sus características principales, dentro del núcleo familiar y sus relaciones sociales.
Etapa 2
En esta etapa, procedimos a la aplicación de los diferentes métodos y técnicas de recogida de información. Aplicamos instrumentos cualitativos alternados con los cuantitativos; se realizaron entrevistas a personas expertas en el tema de familia y relacionadas con las políticas de apoyo, principalmente a profesionales del trabajo social y comunitario.
Aplicamos entrevistas en profundidad, historias de vida y cuestionarios a madres y abuelas en situación de monoparentalidad. La observación constituyó otro instrumento necesario para captar comportamientos, mediante el examen detenido en las formas de vida familiar. Tuvimos en cuenta la aplicación del método de análisis comparativo para determinar las diferencias entre los grupos seleccionados y sus semejanzas.
1.3 La familia monoparental femenina. Concreción de una tipología para su estudio.
Principales resultados
Luego del análisis de los datos en ambas comunidades, se determinaron los siguientes tipos de familia monoparental femenina:
Tipo A: Familia monoparental femenina materna: familia estructurada por la madre y sus hijos en cualquiera de las variantes de dependencia y de situaciones que originan la monoparentalidad, puede presentar residencia de dos formas:
A-1. Hogar monoparental simple, solamente reside la familia monoparental femenina materna (la madre y sus hijos)
A-2. Hogar monoparental ampliado, reside la familia monoparental femenina materna (la madre y sus hijos, además de otros parientes)
Tipo B: Familia monoparental femenina tutorada: estructurada por la abuela y su(s) nieto(s) en cualquiera de las variantes de dependencia y de situaciones que originan la monoparentalidad, puede presentar residencia de dos formas:
B-1. Hogar monoparental simple solamente reside la familia monoparental femenina tutorada (la madre y sus hijos)
B-2. Hogar monoparental ampliado, reside la familia monoparental femenina tutorada (la abuela, sus nietos, además de otros parientes)
La investigación permitió evaluar las diferencias que pueden encontrase en la familia monoparental femenina. De un total de 7966 familias estudiadas se detectaron 429 familias monoparentales, que representan el 5,4% para esa población. Se comprobó la distinción tipológica a partir de los siguientes valores:
El Tipo A (familia monoparental materna)
Alcanzó el 93,5% (401) del total de familias monoparentales femeninas (429). Residen en hogares simples el 77,4% y 16,1% en hogares ampliados. El análisis sobre la situación que representan los hijos dependientes, se comportó en los siguientes niveles:
Para este caso, existe una diversidad de formas que han dado lugar a la vida monoparental femenina, por causas de ruptura marital o separación temporal del esposo, que se muestran en el siguiente orden:
El Tipo B (Familia monoparental tutorada por las abuelas)
Representó el 6,5% del total de familias monoparentales femeninas. Residen en hogares simples el 5,8% y 0,7% en hogares de tipo extenso. La situación que representan los hijos dependientes para el caso de las abuelas, se distingue en estos niveles:
El tipo de, la familia monoparental tutorada por abuelas, solamente reflejó tres formas o situaciones que originan la monoparentalidad. Separación, viudez y divorcio; obviamente se circunscriben a modalidades conyugales más estrechas que las madres.
El análisis arrojó la presencia de un mayor número de familias monoparentales femeninas del Tipo A (maternas) 93% (401) superior al Tipo B (tutorada por abuelas) 7% (28). De igual forma resultaron superiores los hogares simples 83,2% que los hogares ampliados 16,8%.
En ambos tipos de familias monoparentales femeninas, presenta una variedad de situaciones para el cuidado y protección de los hijos dependientes, se incluyen a menores de edad de 18 años (107%), mayores de 18 años dependientes por encontrarse en el ejercicio estudiantil (35,4%) y menores o mayores de ese límite de edad que presentan enfermedad, físico-mental y por tanto dependen de su madre o abuela.
Comúnmente cuando se inicia la vida monoparental después de una ruptura se ponen en práctica dos formas de convivencia, la residencia simple o la solución de convivencia en hogares ampliados, por lo general las mujeres separadas o divorciadas regresan al hogar de padres o parientes; no obstante, los datos aquí demuestran mayores posibilidades de residencia independiente, pero tienen sus especificidades, al afrontar hogares con formas diversas, generalmente cuartos pequeños o en vías de construcción.
Hasta aquí hemos analizado brevemente, los criterios más frecuentes en el tratamiento de la familia monoparental femenina, se trata de elementos que se mueven desde las características sociodemográficas del progenitor responsable, hasta aspectos que sellan de forma distintiva a la progenie. A pesar de prevalecer como elementos necesarios para la evaluación de diferencias sociales, resultan inconclusos, si tenemos como finalidad, descifrar los componentes culturales presentes en esa estructura, que también marcan diferencias.
Precisamente esta es la esencia de nuestro trabajo, la inclusión de instrumentos que permitan captar la diversidad de los contenidos culturales en la estructura monoparental, que se desdibujan entre procesos educativos, instructivos, étnicos, prácticas religiosas, así como las identidades regionales palpables en diferentes zonas de residencia, en tanto difieren por sus características rurales y urbanas.
Para adentrarnos en la interpretación de “lo cultural” partimos de nuevos criterios, a partir de variables como el nivel escolar, la ocupación, la religión, el origen y la zona de residencia, se trata de aspectos que constituyen un reto para el curso de investigaciones futuras.
El nivel escolar constituye un elemento clave para comprender la multiplicidad de formas de instrucción y socialización hacia la descendencia, interviene en los estilos de vida y concreción de pautas axiológicas dentro y fuera del núcleo familiar.
La ocupación en la vida laboral de los actores, también delimitan opciones de vida, constituye un medidor para entender posibilidades, oportunidades o limitaciones en el curso de las relaciones afectivas e instructivas entre los miembros, específicamente entre el adulto y su descendencia.
La dimensión que marca posturas religiosas, admite instituir diferencias entre los sujetos y por ende las familias que representan; la manera en que estas personas viven la monoparentalidad se desarrolla conforme a normas y valores diferentes del resto los casos monoparentales, mujeres y hombres están decididos a mantener una vida limitada a cambios constantes de parejas o alternativas cohabitantes en el hogar, sus patrones de vida y la concepción de la familia van aparejadas a comportamientos limitados en cuanto al orden y la legitimidad como posición única y aceptable.
El origen y la zona de residencia también se convierten en indispensables para comprender la posición de las familias en el espacio social. El origen urbano y rural, instituye contrastes en las maneras de asumir la vida, conforme con las condiciones de existencia de cada situación geográfica y la coyuntura socioeconómica.
Del mismo modo se comportan las exigencias del medio, en cuanto a la distinción entre zonas céntricas, barrios marginales y periféricos. Para cada situación espacial se necesita del análisis que instituye diferencias en el comportamiento de la vida cotidiana en familia.
Conclusiones
El planteamiento funcionalista como posición dominante en la Sociología de la familia, necesita ser calzado, principalmente para valorar el movimiento de estructuras actuales, distintas a los modelos tradicionales. Las familias monoparentales, encierran un conjunto de situaciones que le dan origen (divorcios, separaciones, fallecimientos, migraciones, encarcelación, motivos laborales) sin embargo, todos los casos, instituyen el cambio, conducen hacia el reordenamiento, la modificación o búsquedas de alternativas diferentes a las utilizadas hasta ese momento en función de satisfacer las necesidades de la familia.
Los resultados en el contexto local bayamés, corroboran la diversidad de formas monoparentales de tipo femenino (principalmente madres y abuelas), así como las diferencias en cuanto a formas de hogares, situaciones de dependencia de los hijos y causas que originan la vida monoparental.
La lógica de nuestro trabajo deja por sentado la defensa de la diferenciación y la diversidad de la familia monoparental femenina, en base a su capacidad transformativa y no prefijada en modelos únicos. Si bien en la sociedad moderna actual, se observa ruptura, conflicto, individualización de formas familiares como el caso monoparental, también se distinguen nuevos modos de solidaridad y de alianzas, como alternativas de continuidad del ciclo de vida familiar.
El estudio de la problemática monoparental, sugiere entender dialécticamente la lógica objetiva-subjetiva de los fenómenos económicos y los contextos ideológicos- culturales que actúan a nivel macro; sin embargo, también importan los intereses microsociales, como grupo, las necesidades que se crean en unos y otros y el grado de proyecciones, basadas en necesidades subjetivas que argumentan formas y estilos de vida familiar.
No todas las familias monoparentales organizan la vida familiar de igual forma, ni asumen del mismo modo el rol protagónico, porque se interponen elementos condicionados por el ambiente cotidiano, de ahí la pertinencia de escalar en las particularidades culturales que marcan pautas, socializan patrones y normalizan conductas cargadas de significados para el núcleo familiar.
El análisis de las formas estructurales y las diferencias de contenidos que caracteriza la dinámica familiar, conforme con las estrategias de vida que emplean, permiten comprender cómo aparecen construcciones culturales que identifican las familias monoparentales femeninas y a la vez la hacen diversas.
Una vez analizado y corroborado la diversidad de contenidos presente en esta estructura, es viable la introducción de estos resultados y consideraciones teórico-prácticas, en el discurso analítico de la Sociología de la familia.
Este análisis facilita los mecanismos de orientación metodológica y científico-social sobre el trabajo con las familias monoparentales, en las diferentes instancias políticas, sociales, de masas, rectoradas por la FMC, la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia, Cátedras y Centros de Estudios sobre la Mujer en las universidades u otras instituciones científicas.
De igual forma los resultados favorecen el trabajo práctico con las familias monoparentales en cualquiera de las instancias antes mencionadas, básicamente en el trabajo social comunitario, para captar poblaciones en riesgos, con necesidad de atención diferenciada.
La familia monoparental, generalmente ha sido asociada con situaciones problemáticas, en detrimento de la figura femenina y de los hijos que viven a su cargo; sin embargo, no todos los casos representan riesgo social, ni necesitan la asistencia social o prestaciones económicas asignadas por vía gubernamental.
Si se tienen en cuenta las problemáticas económicas por las que atraviesa el país, es necesario el reordenamiento de las prestaciones de asistencia social de tipo monetario, pero no de forma arbitraria, sino en correspondencia con los casos más críticos.
A través de los medios masivos de comunicación es posible incluir programas de apoyo receptivos a la problemática de padres e hijos con la finalidad de aportar recursos educativos e instructivos a las familias monoparentales. Se crearían así condiciones favorables de apoyo doméstico en las tareas y responsabilidades familiares y en especial, las de atención a los hijos menores dependientes, además de la toma de conciencia social, sobre la importancia de la paternidad y la maternidad responsable.
Bibliografía
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