Contribuciones a las Ciencias Sociales
Enero 2012

BULLYING: UN ACERCAMIENTO LINGÜÍSTICO

Alfredo Zárate Flores (CV)
el_ingrato_alfredo@hotmail.com
Universidad De La Salle Bajío Campus Salamanca



Resumen

La violencia entre estudiantes, fenómeno conocido como Bullying (caracterizado por una violencia injustificada entre pares que tiene como finalidad primordial victimizar a una persona mientras el agresor Bullie pasa desapercibido) se ha vuelto una situación cotidiana dentro de la escuela. Al parecer las instituciones educativas parecen minimizar el alcance de esta práctica y evitan evidenciar sus repercusiones más allá de sus muros.
Entendemos que una de las manifestaciones más frecuentes del llamado Bulliyng es de orden lingüístico. En nuestra opinión, dicha expresión de la victimación y la violencia entre estudiantes, debido a su compleja elaboración lingüística la convierte en un código argótico. Por medio del lenguaje los Bullies generan un uso particular de la lengua con la finalidad de esconder el contenido de aquello que pretenden dar a conocer y gracias a este ocultamiento pasar inadvertidos y evitar las sanciones correspondientes a dichos actos.
Nos interesa, sobre todo, elaborar un análisis de las expresiones lingüísticas que con mayor frecuencia utilizan los estudiantes de la preparatoria a fin de reconocer su incidencia y dilucidar sus mecanismos lingüísticos. Consideramos este aspecto porque que creemos que, en principio la violencia entre estudiante se manifiesta en términos verbales. Creemos que identificar los patrones lingüísticos que utilizan los estudiantes nos ayudará a combatir la sofisticación del discurso en el que incurren los Bullies a fin de pasar inadvertidos y mantenerse sin sanción por parte de la autoridad escolar.



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Zárate Flores, A.: "Bullying: un acercamiento lingüístico", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, Enero 2012, www.eumed.net/rev/cccss/17/

1.1 Antecedentes del problema
Desde sus comienzos la lingüística, en tanto ciencia que tiene por objeto de estudio el lenguaje, con Ferdinand de Saussure tras la aparición del Curso de Lingüística General y, gracias a su contenido simbólico, el lenguaje, en su condición de sistema de signos, ha sido definido como una unidad dicotómica, al mismo tiempo social e individual; arbitraria y convencional; sincrónica y diacrónica; hablada y escrita.
En lo que refiere a este trabajo nos interesa abordar la dimensión social ya que de ella han derivado numerosas problemáticas de análisis que permiten establecer la profunda relación existente entre lenguaje y cultura que, posteriormente a Saussure, Edward Sapir ha desarrollado de manera significativa en el apartado sobre “Lenguaje y Cultura” de su libro El Lenguaje.
Las expresiones lingüísticas necesariamente manifiestan aspectos de la cultura de los pueblos, de los grupos que los forman. En este sentido, podemos observar que, de acuerdo con la visión del mundo que cada grupo manifiesta éste, determinará la utilización de la lengua que mejor convenga a sus intereses comunicativos o bien aquella que mejor le permita manifestar su identidad. Esta manifestación lingüística por la cual el sujeto pretende manifestar su identidad y de esa forma diferenciarse de aquellos con los cuales no comparte ningún tipo de interés, se conoce como Argot.
Es necesario establecer como lo dice Manuel Albar, que la lengua argótica no es una lengua distinta sino una utilización particular del mismo código con la finalidad de hacer críptico el contenido de aquello que pretende dar a conocer.
Comprendemos que la escuela es un contexto comunicativo y por ello vemos la necesidad de establecer un itinerario que nos permita mostrar como se manifiesta este código argótico en el aula en tanto contexto lingüístico.
Un hecho contundente de la educación es que es un acto comunicativo y en él, el lenguaje ocupa un lugar fundamental. El lenguaje es una condición sine qua non de la escuela, pues sin él, no es posible hablar de educación. Ahora bien, antes de abordar las problemáticas específicas sobre la manera en que el lenguaje aparece en la escuela, muta, se transforma y representa el mundo, es necesario decir que ahí, en el aula, el sujeto busca comunicarse, hacer común lo que piensa y siente; sus frustraciones, problemáticas, anhelos, etc. En este sentido, resulta un lugar común decir que la intención más importante de una lengua es la de hacer que sus hablantes se comuniquen de manera eficiente y que la escuela resulta un espacio privilegiado para conseguir dicha puesta en común.
Sabemos que la es un sistema bifronte, con un rostro de orden social, y otro, individual. Es decir, el sujeto que pertenece a un grupo y en función de su pertenencia manifiesta condiciones socioculturales, también afirma su individualidad mientras usa el lenguaje.
De lo dicho hasta ahora podemos afirmar que las creaciones que hace un individuo en el sistema de la lengua influyen sobre otros en el mismo sentido en que las de éstos impactan sobre las creaciones lingüísticas y comunicativas de aquel. El lenguaje es pues, la puerta de entrada a la cultura y también a la manera en que los grupos de una sociedad o un entorno lingüístico permiten o niegan el acceso al universo dentro del cual se desarrollan. Los grupos establecen esquemas comunicativos centrados en factores sociales como la edad, la raza, el medio socioeconómico al cual pertenecen, los grupos a los que se inscriben en función de la satisfacción de determinados intereses.
Los grupos sociales generan sus propios mecanismos de identidad y cohesión, uno de estos elementos es, en opinión de Manuel Albar Ezquerra: la utilización particular de la lengua mediante la cual se comunican y se diferencian del resto de la sociedad [Albar, 2000:49], dicha diferenciación estará ligada a las actividades, intereses, sentimientos y las relaciones que los individuos pertenecientes al grupo tienen en común. El propio Manuel Albar Ezquerra afirma que: el léxico marginal no figura en los diccionarios [Albar, 2000:52], pero debido al contacto entre hablantes de distintos grupos y a la movilidad lingüística, las connotaciones pueden ir generando espacios a voces en las que, según el propio Albar: un hablante que no posea el conocimiento del léxico empleado por el grupo social en cuestión no llegará a comprender lo que dice un hablante perteneciente a uno u otro sector [Albar, 2000:52].
La creación de un código de comunicación particular por el que un grupo genera identidad respecto de la sociedad que lo hace sentir marginado nos conduce a pensar en prácticas comunicativas particulares entre los estudiantes. Estás prácticas significan la incorporación de distintos tipos de segregación entre los individuos de distintos niveles económicos, intereses particulares, aspectos físicos, género, etc.
El Bullying describe condiciones de violencia entre pares. Por medio de prácticas comunes, tales como; agresiones físicas, verbales, inducciones sexuales, etc., se evidencian determinadas condiciones de discriminación e insulto entre compañeros que se manifiestan de forma lingüística, moral, psicológica. Las consecuencias que derivan de esta actitud se ponen de manifiesto en distintos niveles y problemas educativos, algunos de ellos son: trastornos psicológicos, ansiedad, estrés, agresividad, baja autoestima, segregación, inadecuación de los estudiantes que lo sufren, deserción, reprobación, etc.
Ahora bien, nos interesa el aspecto lingüístico del Bullying debido a la marcada intencionalidad que manifiesta y a lo elaborado del discurso que los estudiantes hacen para ofender sin ser notados.

Estado del conocimiento.
Resulta altamente significativo que la violencia en el ámbito escolar va en aumento y toca todos los niveles de la currícula. El observatorio ciudadano de educación ha identificado que la violencia intramuros en las instituciones educativas del país lejos de disminuir aumenta y el hermetismo de las instituciones, privadas y públicas, respecto de lo que sucede al interno de ellas agudiza el hecho de que no haya estudios significativos que permitan dimensionar los alcances de la problemática de la violencia intraescolar y de todas las manifestaciones de violencia que derivan de ella. El propio observatorio de educación publica los siguientes datos:

La cita supra nos permite evidenciar que la violencia en la escuela goza de un alto nivel de impunidadlo cual permite que se vaya agudizando pero más dramáticamente, diversificando, es ahí donde encontramos la problemática del Bullying como una forma de violencia entre pares.
En este orden de ideas debemos afirmar que el problema de la violencia escolar no es privativo de ciertos niveles educativos, con los que frecuentemente se asocia, probablemente por lo abigarrado de las prácticas entre adolescentes de entre 12-18 años. Ello nos pertinente comenzar señalando tal y como lo hace Gómez Nashik en “La violencia en la escuela primaria” que: la violencia que se vive en las aulas ha pasado a formar parte del trato común entre los alumnos y maestros. Ha dejado de ser motivo de asombro, menos aún de sorpresa, y al aceptarse como algo normal, no sólo se promueve, sino que también se perpetúa [Gómez Nashik: 2005].
El propio Gómez Nashik afirma que: en la escuela primaria, la violencia ha dejado de ser una serie de incidentes espectaculares, más bien, es una realidad multiforme, con varias aristas, diversa, cambiante, silenciosa, pero presente en muchas de las interacciones que se dan entre sus actores. [Gómez Nashik: 2005].
Es importante señalar que lo que priva en estás prácticas es el alto índice de impunidad debido a que no se evidencian sus efectos y ello propicia que se vuelva una práctica recurrente y además herencial respecto de los siguientes niveles educativos.
Entre las ponencias del X Congreso Nacional de Investigación Educativa Víctor Gerardo Cárdenas expone en su trabajo “Violencia en la escuela secundaria. La percepción de los alumnos sobre los problemas de conducta” [Cárdenas: 2009] un estudio en el cual realiza a un muestreo a 84 alumnos de una escuela secundaria de la Delegación Iztapalapa en la Ciudad de México aplicando una serie de cuestionarios por medio de los cuales pretende identificar ciertas prácticas relacionadas con la violencia en el ámbito escolar. Cárdenas asocia las conductas de la siguiente manera:

Víctor Gerardo Cárdenas enlista las explicaciones ofrecidas por parte de los alumnos a estos problemas de la siguiente manera:

Aún cuando es de todos sabido que en nuestros planteles educativos son varios los maestros que ejercen violencia física o verbal para la corrección de ciertas conductas negativas entre los estudiantes, debemos señalar que muchas de esas prácticas no son denunciadas y ello permite que queden a discreción de los docentes o las autoridades escolares generando entre los estudiantes una noción de permisividad que resulta nociva ya que ello no permite atender el grado de intervención de la autoridad o su vinculación con instituciones correctivas extramuros. En este sentido resulta significativo según lo cree el propio Cárdenas que los estudiantes no encuentran una explicación razonable a la intervención de sus maestros en torno a los modos en como se manifiestan sus relaciones interpersonales.
Es cierto que en este trabajo nos interesa observar aquellos aspectos relacionados con las llamadas por Cárdenas, conductas disruptivas y las conductas relacionadas con problemas interpersonales ya que en ellas se evidencia de manera más significativa la violencia ejercida entre pares con la que hemos definido el Bullying.
El Campus Salamanca de la Universidad de La Salle Bajío no es ajeno a las problemáticas de violencia ejercida entre maestros-estudiantes o bien entre pares de estudiantes. Sin embargo en este trabajo nos interesa analizar algunos de los aspectos lingüísticos por medio de los cuales los estudiantes generan violencia en sus relaciones interpersonales y además lo hacen generando un código difícilmente comprensible lo cual les permite seguir en la impunidad.
Estos códigos lingüísticos, por medio de los cuales el estudiante no encuentra sanción frente a su conducta violenta, al ser lenguas marginales no figuran en los diccionarios de la lengua pero, es bien cierto, que pueden aser analizados en todos los niveles lingüísticos debido a que nacen, se desarrollan y perviven debido a necesidades específicas de comunicación y ello supone que puedan estar asociados prácticas comunicativas violentas.
El Bullying en tanto es un término usado para describir la violencia entre iguales y denota discriminación, maltrato, rechazo, insulto entre compañeros, nos permite asociarlo con esos códigos marginales debido a que se requiere de una adecuación intencionada de la lengua y no cualquiera puede comprenderlo.
Ángel Rodríguez Gallardo, en un texto publicado en Asele Actas IX (1998) titulado: “Léxico argótico su aplicación en el aula”, afirma que la proliferación de códigos lingüísticos alternos supone un elemento por el cual podemos dar cuenta de la creatividad que el lenguaje evidencia y alude a este aspecto creativo como un elemento que se da en la escuela con singularidad, lo cual, en algún sentido favorece el hecho de que los estudiantes pretendan manifestarse por medio de códigos que cierren la comunicación a grupos con otros intereses, entre los cuales se destacan sus maestros, prefectos, administrativos, incluso entre ellos si aludimos a otros grupos o salones.

Los códigos marginales. La marginalidad lingüística: El Bullying: Un argot que manifiesta violencia y marginación.

El recorrido por las aportaciones de diferentes autores ha tenido como principal intención el seguimiento de la relación entre la sociedad y los estudios lingüísticos. Lluís Payrato (1998) considera que el concepto de lenguaje acaba inevitablemente combinándose con el de comunicación y las funciones de uno quedan ligadas a la del otro, es decir que tal y como lo expresa Payrato:

El hombre se comunica, en distintas formas, por medio del lenguaje. Siguiendo a Lluís Payrato (1998) podemos decir que el concepto de comunicación se convertirá en la piedra angular sobre la cual se erigiría una larga serie de estudios [Payrato: 1998: 46] entre los cuales destacan aquellos vinculados a la sociología y su relación con la lingüística.
Si atendemos a aquellos aspectos que vinculan a los individuos con grupos sociales podemos aceptar con Payrato que: las características de los individuos determinan sus estilos interactivos [Payrato: 1998: 67] y debido a su interacción en una organización social éstos deben someterse a las prácticas supuestas por la interacción. Una de esas prácticas es la utilización de un sistema de la lengua común. Esta participación otorga dos factores al sujeto el status y el rol. El primero de acuerdo a Payrato: refleja el grado de poder del que dispone un individuo como consecuencia de su posición en las estructuras propias de los grupos y organizaciones [Payrato: 1998: 67], el rol por su parte, hace referencia a las funciones que desarrolla en ellos [Payrato: 1998: 67]. Sea cual sea el contexto en el que se desarrolle un sujeto cumplirá, atenderá, por lo menos, estos factores.
La visión sociológica de los fenómenos comunicativos también debe hacer hincapié en el hecho de que la actividad social de los miembros de cualquier grupo consiste precisamente en una actividad comunicativa desarrollada dentro de las redes de relaciones sociales establecidas por los individuos [Payrato: 1998: 68]. Es decir, que cada individuo cumple con una función en el tejido social y frecuentemente su cumplimiento como su desarrollo particular, el nivel de poder que ejerce o sufre respecto de los demás están vinculados a su práctica lingüística.
La lengua es un sistema que en opinión de Gaetano Beruto: refleja la organización y las condiciones socioculturales de un país [Beruto: 1979: 113] de un grupo social y de los hablantes que se desarrollan en dichos estratos socioculturales.
Lo anterior supone que en el sistema de la lengua el hablante entra en contacto con una serie de valores e intereses con los cuales se identifica; intereses y valores los cuales defiende y de los cuales se apropia.
Ahora bien, atendiendo al propio Beruto podemos concluir que la lengua es un instrumento primario y fundamental de comunicación y de transmisión e intercambio de experiencias y del patrimonio cultural de un grupo [Beruto: 1979: 134]. Todo esto nos conduce a pensar que es por medio de un uso particular del sistema de la lengua que el hablante tiende a modelar su propio comportamiento lingüístico sobre la base del comportamiento lingüístico correspondiente al comportamiento social [Beruto: 1979: 137] y es por ello que podemos observar de la misma manera en que lo hace Beruto que: mediante el examen del comportamiento lingüístico es posible individualizar y cuantificar aspectos fundamentales del comportamiento social [Beruto: 1979: 138-139].

La marginalidad lingüística: una situación social.

La sociedad puede ser comprendida como un conjunto de individuos que constituyen un determinado número de reglas o instituciones para facilitar la convivencia entre ellos. Nicola Abbagnano la define:
En el sentido general y fundamental: 1) El campo de relaciones intersubjetivas, o sea de las relaciones humanas de comunicación y, por lo tanto también: 2) la totalidad de los individuos entre los cuales existen estas relaciones; 3) un grupo de individuos entre los cuales existen tales relaciones en forma condicionada o determinada de una u otra manera. [Abbagnano: 1998: 1087].

Sin embargo, aún cuando la sociedad sea definida en términos totalizadores, podemos observar que dentro de ella pueden observarse grupos que se diferencian entre sí al establecer pautas organizativas distintas a las de la generalidad a la que pertenecen, estos grupos sociales pueden ser caracterizados como gremios: panaderos, mecánicos, abogados, médicos, etc., o asociaciones de individualidades que persiguen un fin común y tienen una organización que los ayuda a conseguir sus objetivos particulares, en este sentido pueden constituirse como pequeñas sociedades que, sin apartarse de la convivencia si se otorgan, a sí mismas, independencia respecto de la generalidad a la que están sometidos en virtud de su adherencia y la persecución de fines comunes.
Los grupos que se forman al interior de una sociedad generan sus propios mecanismos de identidad y cohesión, uno de estos elementos en opinión de Manuel Albar es la utilización particular de la lengua mediante la cual se comunican sus miembros y se diferencian del resto de la sociedad [Albar: 2000: 51], dicha diferenciación estará ligada a las actividades, intereses, sentimientos y relaciones que los individuos pertenecientes al grupo tienen en común y las cuales denotan un tipo de marginalidad. Según el Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje de Todorov y Ducrot: en el sistema de la lengua este fenómeno de cohesión de grupo, identificación y ocultación se llama Argot [Ducrot & Todorov: 2003: 76] y supone la creación de un lenguaje particular de un grupo que vive al margen de la sociedad respecto en la que se inscribe1 . Cabe, empero, hacer una diferenciación con otro fenómeno lingüístico, la Jergaque Ducrot y Todorov, definen como:
…Las modificaciones que un grupo socioprofesional, aporta a la lengua nacional sin que siempre sea posible distinguir lo que en esas modificaciones está relacionado con: 1) la naturaleza particular de las cosas dichas; 2) la voluntad de no ser comprendido; 3) el deseo de grupo de señalar su originalidad [Ducrot & Todorov: 2003: 76]

Ducrot y Todorov (2003) diferencian la Jerga del Argot gracias a la aparición de la denominada: situación social marginal que caracteriza al código argótico. Resulta significativo advertir que dicha diferenciación establecida por Ducrot y Todorov (2003) en su diccionario entre los términos de Argot y Jerga no se encuentran en Lewandowsky (2000), quien prefiere hablar de lenguajes espaciales o técnicos, ni en otros diccionarios de lingüística o en obras que tomen algunas definiciones de la lingüística como Diccionarios de Retórica y Poética como es el caso de Helena Beristaín donde dichos términos son usados como sinónimos.
Anteriormente hemos dicho que la marginalidad supone una desintegración del cuerpo social por un grupo determinado que busca identificarse mediante ciertos elementos que lo diferencien, por ejemplo: el vestido, algunas actividades propias como el comercio o la práctica de un oficio particular, etc., o la manera como utilizan el sistema de lengua de la colectividad a la que pertenecen.
En este sentido y si admitimos con Yolanda Lastra que: ciertos usos de la lengua pueden producir la estigmatización de un grupo por otros, el aislamiento [Lastra 1992: 371]. En este orden de ideas Augusto Ponzio (1974) sabe que: la lengua tiene una disponibilidad de empleo en función de ideologías diversas y opuestas [puesto que] es una organización de la realidad según formas de vida particulares [Ponzio: 221]. Por esta condición de identificación con su grupo por medio del lenguaje es posible afirmar como lo hace el propio Ponzio que: el individuo se relaciona con el lenguaje como suyo en tanto que miembro natural de la comunidad a la que se siente adherido [Ponzio: 239] y, debido a esa condición puede introducir en el sistema de la lengua palabras y expresiones propias o tal vez entienda dichas expresiones de una manera distinta, alternativa gracias a la intencionalidad que pretende manifestar y ello lo diferencia del resto de los sujetos que constituyen la sociedad, es decir, los valores interiorizados por el sujeto y con los cuales se siente identificado lo obligan a utilizar ciertos elementos lingüísticos debido a que para él, según lo dice Yolanda Lastra: tienen significado social y no sólo semántico, en términos de la manera en que desea proyectar su universo [1992: 385]
Ahora bien, debido a este contenido social, pragmático y no semántico, afirma Albar; el léxico marginal no figura en los diccionarios [Albar: 2000: 51], y esa condición de inexistencia se evidencia debido a la lo que Lewandosky define como la posesión de un lenguaje, especialmente del léxico, específico de un grupo, [en que] la pertenencia al grupo da lugar a un acuerdo lingüístico que a su vez afianza la formación del grupo” [Lewandosky: 2000: 332] y la consecuente separación de la sociedad respecto de él, ya que, al no reconocer el código lingüístico el circuito de la comunicación se cierra pues la lengua aparece como un factor diferenciador entre hombres con pertenencia a grupos distintos. Aún cuando es evidente que debido al contacto entre hablantes de distintos grupos y a la movilidad lingüística supuesta por dicho contacto, las connotaciones de ciertos vocablos utilizados por los grupos marginales pueden ir generando espacios en el Lexicón de una lengua a voces que en principio son argóticas o de carácter efímero las cuales según el propio Albar no pueden ser comprendidas por un hablante que no posea el conocimiento del léxico empleado por el grupo social o en un determinado nivel de la lengua, no llegará a entender lo que dice un hablante perteneciente a uno u otro sector [Albar: 2000: 52].
Dichas particularidades lingüísticas y la diferenciación de niveles sociales nos conducen a pensar que los lenguajes argóticos o crípticos en cuya configuración resulta fundamental, para el grupo que quiere ocultarse; crear un sistema de comunicación diferente, y para la sociedad llegar a conocer ese sistema [Albar: 2000: 53] nos proporcionan la posibilidad de hablar de una automarginación por parte de los grupos minoritarios y, a invertir los términos en que se ha definido la marginalidad, o al menos a replantearlos, ya que si bien la sociedad establece reglas para la convivencia, dichas normas son repudiadas por estos grupos y sustituidas por otros códigos, de modo que al no comprenderlos la colectividad vive al margen y ellos salvaguarden su identidad.
Cabe agudizar el hecho de que un lenguaje marginal sólo es una utilización alternativa de la lengua, un uso particular, de modo que podemos observar en el Argot, sobre todo, fenómenos lexico-semánticos, recursos retóricos, variaciones semánticas de las palabras, que evidencian la creatividad de los grupos para generar connotaciones de ciertos vocablos pero que, en general, la estructura de la lengua se mantiene intacta. A este respecto resulta representativa la noción de Disociación Semántica propuesta por S. Piro y que se caracteriza por los siguientes aspectos:
1) Fluctuación del Halo Semántico [donde] “los signos verbales del lenguaje ordinario se usan a un nivel abstractivo superior”; 2) Distorsión del halo semántico [la cual provoca que] “la relación entre significante y significado resulte distorsionada a causa de una traslación de significado”; 3) Dispersión semántica [caracterizada por el] “abandono casi total de los significados normales del signo, a variaciones de significado según los contextos”; 4) Disolución semántica [en la que] “no se da ninguna norma de trabazón entre los significantes y sus significados convencionales y parece ausente toda intencionalidad lingüísticamente expresiva y comunicativa [Ponzio: 221]

De lo anterior podemos concluir que, los lenguajes marginales obedecen a un factor de identificación de grupos que pretenden remarcar la marginación que la sociedad hace de ellos, generando una especie de automarginación que se ve reflejada en el código lingüístico que utilizan para comunicarse evitando, con ello, la comprensión del mensaje por aquellos que no conocen el código.

Escuela, Bullying y códigos marginales: Una situación Didáctica.
La escuela es un espacio comunicativo que manifiesta intenciones por parte de los hablantes que participan en dicho contexto. Dichas intenciones son variadas y manifiestan condiciones afectivas, socio-culturales, políticas, ideológicas por parte de quienes participan en ellas. Por ello, podemos diferenciar, entre los estudiantes la creación de usos particulares de la lengua. Dichos códigos, que antes hemos definido como marginales, son recurrentes y manifiestan el tipo de relaciones que mantienen entre sí los estudiantes. En dichas relaciones existen aquellas que indican cierto grado de violencia verbal existente entre los jóvenes.
En un una encuesta realizada en el grupo de quinto semestre del área de Humanidades y Ciencias Sociales en el campus de la Universidad de La Salle Bajío en el pasado mes de agosto, casi el 80% por ciento de los estudiantes afirma que las formas más frecuentes de ejercer violencia son: poner apodos, o ridiculizar a un estudiante y un poco más del 50% de los encuestados afirma haberse sentido agredido o insultado en los últimos meses.
Por otro lado, el espacio más significativo para ejercer la violencia es el aula y las agresiones se prolongan más significativamente a lo largo de la estancia en la preparatoria en un espacio que va desde unas cuantas semanas antes de realizada la escuela hasta, en los casos más dramáticos durante toda la estancia en la preparatoria, es decir 2.5 años.
Las razones que los estudiantes exponen para tal violencia estriban fundamentalmente en la incompetencia de la autoridad para enfrentar la problemática y en la manifestación de superioridad que tienen los agresores respecto del resto de los compañeros.
Sin embargo es importante señalar que aún cuando más del 50% los estudiantes encuestados afirma haberse sentido agredido, insultado, ridiculizado o amenazado por alguno de sus compañeros, ninguno ha respondido satisfactoriamente a la siguiente actividad: De haber sufrido violencia verbal o física de parte de tus compañeros narra aquí alguno de esos acontecimientos.
Desde nuestro punto de vista el tema de la violencia en la escuela no ha sido ampliamente documentado, sin embargo, debido a la impunidad manifiesta por los estudiantes ha sido muy complicado establecer instrumentos que impliquen una modificación de este tipo de prácticas entre los jóvenes. Uno de las manifestaciones más recurrentes es la utilización de un código reconocido sólo por algunos de los agentes que participan en el proceso comunicativo que define el acto educativo y consiste en ejercer violencia de manera permanente sobre uno o más miembros del grupo, al mismo tiempo que se elimina a las figuras de autoridad y las sanciones impuestas por ellas debido a que son incapaces de reconocer, gracias a la encriptado del lenguaje, el impacto que tienen estas manifestaciones en los sujetos victimados.

Conclusiones.
El Bullying, en todas sus manifestaciones, física, verbal, sexual, se ha convertido en una realidad que lacera las relaciones interpersonales de los estudiantes en las instituciones educativas. La Universidad De La Salle Bajío no es ajena a estás prácticas y experimenta en el Bullyng verbal una de las manifestaciones más comunes del fenómeno.
Al pretender pasar desapercibido por parte de la autoridad escolar, el estudiante genera un código altamente cifrado el cual, el maestro o las figuras de autoridad en la escuela, no pueden reconocer y de esa manera el fenómeno se perpetua sin castigo.
El objetivo de este trabajo pretendía identificar posibles prácticas de Bullying en el lenguaje con el cual se relacionan los estudiantes de Bachillerato de la Universidad de La Salle Bajío Campus Salamanca con la intención de identificar la elaboración lingüística como una práctica argótica, marginal y proporcionar a las figuras de autoridad escolar y a las instancias vinculadas al tratamiento de problemáticas psicoafectivas los mensajes vinculados al Bullying. El análisis de dichas expresiones, sobre todo aquellas relacionadas a la intención de insultar, sobajar, herir a sus compañeros mientras permanecen impune y generan una conducta cada vez más violenta y prácticas cada vez más complejas. Es importante analizar a nivel léxico-semántico el código creado por los estudiantes de la Universidad De La Salle Bajío Campus Salamanca para hacer manifiesta aquella conducta que los acerca al Bullying.
La violencia en la escuela es un tema que se ha vuelto recurrente en las instituciones educativas, sin embargo, y a pesar de que es un tema conocido, se ha observado una gran incapacidad para ejercer acciones que la identifiquen, la disminuyan o la erradiquen. Consideramos que el principal problema que existe respecto de dicha identificación y del posterior tratamiento de las secuelas provocadas por el fenómeno del Bullying se encuentra en la incomprensión de los mecanismos que siguen los estudiantes para ejercer violencia a sus pares, sobre todo aquellos que tienen que ver con la violencia verbal y el código marginal que utilizan para pasar desapercibidos. El problema fundamental es que debido a la cripticidad los propios alumnos agredidos no son capaces de denunciar aquellos mecanismos por medio de los cuales son insultados, minimizados, agredidos.

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1 “La lengua es un marcador de identidad del grupo… y la sociolingüística se ocupa de variedades de específicas de una lengua relacionadas con ciertos grupos sociales” Cfr. Yolanda Lastra, Sociolingüística para Hispanoamericanos, una introducción, México, COLMEX, 1992, p. 22-27