Mirian Fiffe Gamboa (CV)
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SUM Imías
ABSTRACT
Este trabajo se realiza con el objetivo de dar a conocer las concepciones martianas acerca de la cultura y los valores, a lo largo de su pensamiento filosófico. En ella se expresan las condicionantes histórico-culturales de dichas concepciones, desde la época hasta los desafíos de distinta índole, que se le impusieron al ser humano dotado de una especial sensibilidad para captar e interpretar los problemas de su época y los conflictos humanos; la formación intelectual y cultural; el arribo a horizontes superiores desde las raíces que lo nutrieron; los fundamentos y las dimensiones alcanzadas en el excepcional código de valores que lo identifican.
Palabras clave: Cultura, valores, ideas, pensamiento.
RESUMEN
Este trabajo se realiza con el objetivo de dar a conocer las concepciones martianas acerca de la cultura y los valores, a lo largo de su pensamiento filosófico. En ella se expresan las condicionantes histórico-culturales de dichas concepciones, desde la época hasta los desafíos de distinta índole, que se le impusieron al ser humano dotado de una especial sensibilidad para captar e interpretar los problemas de su época y los conflictos humanos; la formación intelectual y cultural; el arribo a horizontes superiores desde las raíces que lo nutrieron; los fundamentos y las dimensiones alcanzadas en el excepcional código de valores que lo identifican.
Palabras claves:
“Las ideas son hoy el instrumento esencial en la lucha de nuestra especie por su propia solución, y las ideas nacen en la educación los valores fundamentales entres ellos la ética, se siembra a través de ella.”
Por la importancia que reviste fortalecerla educación en valores, estamos ante un reto en la labor política e ideológica que emanan de las transformaciones de la sociedad y su perspectiva y se desarrolla en todas las esferas.
Al nacer el hombre encuentra ya en condiciones determinadas, creadas desde antes de su aparición y aunque con el correr del tiempo devenga en una individualidad activa y realice una opción consciente, no puede sin embargo aislarse de la sociedad. Pertenece a un grupo social y está ligado a él por la comunidad de intereses económicos, asimila su ideología y su moral.
La historia y el presente de la nación cubana están íntimamente ligados a la América Latina, no sólo por su pertenencia geográfica e histórico – cultural, sino por su notable contribución al enriquecimiento de la identidad de una región que aporta no sólo color, sonido, dinamismo y sobre todo sentido de lo humano a la cultura universal. El aporte de Cuba está dado por una historia de pensamiento y práctica político- revolucionaria, filosófica, pedagógica, estética, ética... que en su amplitud y hondura, ayuda a conformar un modo de ser, de pensar y de actuar y que le otorgan singularidad en el contexto de la cultura latinoamericana.
La sociedad cubana actual, inserta en el contradictorio y lacerante mundo contemporáneo, cuenta con la obra martiana como una de los más apreciables legados para defender lo conquistado y realizar las más altas aspiraciones de muchas generaciones de cubanos, un proyecto social orientado a la creación de una sociedad más humana. De ahí, la significación que adquiere en nuestros días el estudio de un pensamiento, que por su carácter fundacional está en lo más profundo de nuestra historia, cultura e identidad nacional, como lo está en el contexto de lo latinoamericano y que por su alcance ha trascendido su espacio y su tiempo y llega a nosotros, no sólo con la solidez que le confiere haber pasado la prueba del tiempo sino con la frescura y el aliento de lo nuevo.
Como continuidad de lo realizado anteriormente, considero que su estudio debe orientarse, dadas sus características, al descubrimiento de las "claves" que aporta para la comprensión y actuación en el contexto histórico - concreto del desarrollo de la sociedad cubana actual. Ello significa que en el pensamiento y el quehacer martianos, condicionados por el momento histórico en el que se inscribe su existencia y trayectoria, están presentes ideas que conservan absoluta vigencia para nuestros días, porque constituyen instrumentos esenciales para la interpretación y actuación ante diversas problemáticas en el contradictorio devenir actual. Esto se fundamenta en la universalidad de su pensamiento, en la concepción cultural que le es consustancial, en su carácter anticipador, en el programa de transformación que contiene.
El descubrimiento de esas claves en el pensamiento martiano constituye un gran reto para todo el que se acerque al mismo, específicamente por la necesidad de asumirlo en su dimensión exacta y en su trascendencia. Al respecto, señalaba Juan Marinello en 1941 “...Lo que importa no es traer a Martí a nuestro tiempo, a un tiempo que no es el suyo, el que lo hizo, aunque mucho ande en su palabra; lo que interesa es que otorguemos permanencia a una postura profundamente martiana: la de pelearse con lo de hoy, que está vivo y actuante...” (Marinello, 1964, 49)
DESARROLLO
Cultura y valores constituyen conceptos- que designan fenómenos sociales altamente complejos en la contemporaneidad- estrechamente vinculados. Si bien, la cultura no puede reducirse a los valores, lo cual resulta totalmente absurdo, no puede negarse que éstos constituyen una de sus aristas esenciales. La cultura es fundamento de los valores y se expresa en ellos. Los valores, a su vez, sirven de punto de partida en la realización de nuevas conquistas culturales. La significación práctica de ambos fenómenos se manifiesta con fuerza en un mundo donde se asocian no sólo a la defensa de lo creado sino a la propia existencia de la Humanidad como sujeto creador.
De manera específica, el pensamiento martiano en general y desde el cauce de lo filosófico en particular, es portador de una concepción acerca de la cultura y los valores que adquiere gran repercusión en el presente. En correspondencia con lo anterior se explica la importancia y actualidad del tema, pues no se ha dirigido suficientemente la atención, a la significación que en dicho pensamiento, adquiere el despliegue de una concepción axiológica examinada en su nexo con su comprensión de la cultura.
Debe señalarse, ante todo, la estrecha unidad existente entre pensamiento y acción desplegada a lo largo de su existencia. Y aunque no es privativo de la figura de José Martí, por cuanto en los grandes hombres encontramos siempre esa coherencia; si se convierte en una condición que debe respetar todo aquel que se aproxime al legado martiano. Por tanto, hablar del pensamiento supone ante todo hablar del hombre.
Dotado de una profunda sensibilidad supo aprehender como nadie los conflictos que afectaban al ser humano, en esa porción de la humanidad en que le tocó nacer. Se adentró en los grandes problemas de su época, captando como verdadera y trascendente individualidad, lo esencial de la misma. Descubrió e hizo suya la contradicción fundamental de su tiempo y espacio: colonia - metrópoli. Comprendió las tendencias principales del desarrollo social en "Nuestra América" y en la "América que no es nuestra", avizorando con carácter anticipador el fenómeno del Imperialismo.
Así, José Martí es expresión de la Cuba y la América Latina del siglo XIX, resultantes, a su vez, de un largo y complejo proceso de desarrollo histórico, en el que se manifiesta la relación de la - casi mágica - unidad en la diversidad.
Con la conquista y la colonización de América se produjo un acontecimiento de largo alcance en el plano histórico y cultural, naciendo, desde la sangre y el fuego, desde el perro de presa y la hoguera, un puñado de naciones nuevas que sintetizaban un traumático proceso de fusión y fragua. Así lo describió magistralmente Martí. "...Con los pies en el rosario, la cabeza blanca y el cuerpo pintado de indio y criollo, vinimos, denodados, al mundo de las naciones..." (VI: 18)
No puede dejar de considerarse el peso determinante de los factores que influyeron en la definición del carácter y la vocación de entrega de Martí, tanto del entorno sociopolítico como del hogar y la familia. La existencia de José Martí, ya desde su infancia y primera juventud estuvo marcada por serios desafíos personales y familiares, en los que el ser humano se revela en sus fortalezas y debilidades, en su entereza y en sus flaquezas. Así deben comprenderse, desde sus inicios, su humilde hogar, la severidad paterna, su papel de hijo mayor y único varón con 7 hermanas, su afán de saber y las limitaciones económico –sociales.
En este contexto familiar se insertan las especiales relaciones padres - hijo, de las cuales ha dejado testimonio el propio Martí y que expresan no sólo los rasgos del carácter que se fue formando sino afectos y dolores que lo acompañaron. Por una parte, aparece con fuerza el profundo amor a su madre, evocado siempre y especialmente, en momentos de gran significación en su vida de entrega: desde su visión de los sucesos del Teatro Villanueva y el doloroso presidio o en su plena madurez en el inicio de la etapa final de la gran tarea en la que había empeñado su inteligencia, voluntad y amor. Ahí están los Versos Sencillos (XVI: 102 - 103), la dedicatoria a la foto del presidio o la carta de despedida a su madre del 25 de marzo de 1895, considerada como parte de su testamento familiar (E: 5:116).
Junto a ello, no puede olvidarse el también profundo sentimiento de admiración y amor hacia su padre que acompañó a Martí toda su vida. Recreado también en los Versos Sencillos: "padre soldado y obrero " (XVI: 119) y expresado en diferentes momentos, ese amor se sobrepuso a conflictos iniciales y se fue acrecentando con el tiempo y la propia madurez adquirida por Martí. Ya en 1878 escribiría: "...Mi pobre padre, el menos penetrante de todos, es el que más justicia ha hecho a mi corazón..." (E: 1: 116). Y sobre todo queda como reverente testimonio sus palabras ante la muerte del padre "...cómo llegué a quererlo luego que conocí, bajo su humilde exterior, toda la entereza y hermosura de su alma..." (E: 1:369)
Un desafío permanente que lo acompañó en su vida fue el conflicto entre su amor filial y el deber para con la patria, lo que conllevó el sacrificio constante de sus sentimientos y afectos personales por el compromiso sagrado con la madre mayor. Un lugar especial en sus afectos tuvieron sus hermanas, las que a pesar de no poder acompañar en su crecimiento y desarrollo, por lo azaroso de su vida, siempre estuvieron en su corazón, hasta el último momento de su existencia.
Comienzan a hacerse tangibles desafíos de orden social que implicaron el difícil acto personal de la elección. Ya el joven de 15 años: "...había defendido en el editorial de El Diablo Cojuelo la tajante disyuntiva cubana “ O Yara o Madrid “ y había publicado en La Patria Libre...su poema dramático Abdala, donde esboza el argumento central de su destino.
Y su conducta posterior, firme y valiente, responsable ante la acusación, selló para siempre no sólo su amistad con Fermín Valdés Domínguez sino su actuación consecuente para con la Patria. Inmenso desafío debe haber resultado para un joven de 16 años afrontar el cruel castigo del presidio, lo que constituyó, sin dudas, una experiencia decisiva en la consolidación de los rasgos definitorios de su carácter, en la delineación de su vocación patriótica, en la proyección del profundo humanismo que lo caracterizará siempre, en la determinación de la verdadera naturaleza de sus convicciones.
Del presidio al destierro y con ello se abre un nuevo horizonte cultural: España. El ser deportado a España, en 1871, constituiría un hito esencial en su formación como ser humano y revolucionario, al conocer la realidad de la metrópoli y nutrirse de la cultura hispana. Es cuando publica El Presidio Político en Cuba y La República Española ante la Revolución Cubana, doloroso testimonio de la crueldad del régimen español y agudo examen acerca de la relación entre el ideal republicano y el colonialismo y realiza estudios universitarios en Madrid y Zaragoza graduándose de Derecho civil y canónico y Filosofía y Letras en 1874.
Junto a los difíciles conflictos que Martí enfrentaría en el orden de su vida personal, sus afectos, sus desengaños y sus anhelos...está la presencia intangible de la magna tarea a la que dedicaría toda su vida: la independencia de Cuba. Y precisamente por ello, serían innumerables los desafíos que tendría que enfrentar en toda su trayectoria política.
Así comprendió que el sendero de libertad e independencia por el cual se había transita constituía el sustrato necesario para el reinicio de la lucha, sobre la base de la eliminación de los errores e insuficiencias que marcaron la contienda anterior. Esas tradiciones libertarias que se reflejaban con ribetes de leyenda eran resultantes de la acción histórica de muchos sectores sociales y constituían un punto de partida necesario para dar continuidad al proceso emancipatorio. Por ello rinde tributo a los que lucharon y convoca a la emigración a la nueva hora de la lucha, desde la reflexión, desde la convicción de la necesidad de una preparación y organización superior y la profundización de sus bases democráticas.
Como se ha dicho: "...el valor de su decisión heroica está en que ella constituía una exigencia de la tarea revolucionaria que se tenía planteada. Vivió un momento en que únicamente de este modo se podía responder a la gigantesca magnitud de la obra revolucionaria a la que había consagrado su vida. Le tocó desempeñar un papel para el cual sólo cabían la sabiduría y la audacia de su pensamiento e imaginación y el sentido heroico de su existencia..."
Su luminosa presencia fundadora, que fue objeto de la envidia de unos y la incomprensión de otros, en la amada tierra cubana le infundió un nuevo sentido a la lucha. (XIX: 236).En esa hermosa y necesaria experiencia personal de su lugar en la lucha directa en el territorio cubano en armas, se pone de manifiesto su comprensión del peso que en la propia Revolución tendrían diversas actitudes de sus participantes. "...Allí volví a ver de pronto, a la llegada, el Cauto, que ya venía crecido, con su curso ancho en lo hondo, y a los lados, en vasto declive, los barrancos. Y pensé de pronto, ante aquella hermosura, en las pasiones bajas y feroces del hombre..."(XIX: 237) Así lo expresó en su Diario.
Y quedaría, asimismo para la historia, como la última expresión escrita de su pensamiento, en la famosa carta inconclusa, del 18 de mayo de 1895, su decisión irrevocable ante el complejo camino de la Revolución: "...Pero en cuanto a formas, caben muchas ideas: y las cosas de hombres, hombres son quienes las hacen. Me conoce. En mí, sólo defenderé lo que tenga yo por garantía o servicio de la Revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad.- Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a los otros..."
Ya el propio Martí un día había escrito: "...No hay más nobleza que la que el hombre con sus hechos logra..." (XVIII: 166). Por eso este acercamiento al ser humano en sus soluciones y decisiones ante disyuntivas y problemas, nos conduce a la cuestión de su formación intelectual y sentimental, al estudio de su cultura y sus valores.
Lo cierto es que entre las raíces de la cultura martiana, junto a la tradición nacional, la españolidad y lo latinoamericano, se inserta coherentemente lo universal, en tanto asunción plena de la riqueza de toda la obra humana.
No hay en Martí una postura excluyente, de la misma manera que no hay eclecticismo. Ello confirma la sólida cultura que poseyó, a partir de las diversas fuentes que la nutrieron y sirvieron de fundamento para su elaboración y enriquecimiento, así como desde los horizontes que alcanzaría, y que siempre estarían enmarcados por una intencionalidad transformadora y humanista.
Su amplia y profunda plataforma cultural sustentada en las fuertes y fecundas raíces, someramente analizadas, convertirían el accionar martiano en un modelo esencialmente singular y vigente, en la medida en que lo cultural propiamente deviene medio de interpretación y actuación. Ello se explica por su constitución integral, lo que le confiere un alto valor en la interpretación de la realidad. Por ello, no puede dejar de considerarse el lugar de la historia, la política, la ciencia, la técnica, el arte, la literatura, entre otras dimensiones y perfiles que le otorgan vastedad y singularidad en su época y en la nuestra.
Martí y los valores
Tanto en los estudios relativos a la formación y desarrollo de su carácter, como de sus textos más íntimos, como de su correspondencia... se pone de manifiesto el increíble espectro de valores que identifica al Martí hombre, contenido en el revolucionario, en el político, en el escritor, en el maestro.
Porque el adolescente, de carácter dulce y apacible, más bien dado a la tristeza, con inquietudes artísticas se convertiría en un joven rebelde, con alto sentido de la dignidad y la honradez. Sus artículos ante la contienda del 68 y su actuación ante la acusación y el presidio lo confirman. Este episodio que le llena de terrible sufrimiento por el dolor propio y el de otros, le imprime fuerza, decisión, pero no odio, lo que afirmaría en impresionantes páginas.
Desde épocas tempranas supo de la honradez y la responsabilidad, de las virtudes y el amor a la Patria, del valor de la amistad, de la solidaridad humana, de la dignidad.... lo que le vino del modesto hogar de sus padres españoles, de su admirable maestro, de sus colegas, de su estancia en el presidio, de la actitud de los jóvenes asesinados el 27 de noviembre de 1871...
Puede recordarse el suceso que en su infancia lo marcaría para siempre y le haría tempranamente repudiar la esclavitud como afrenta inmensa a la condición humana y al mismo tiempo, defender la dignidad del hombre por encima de cualquier diferencia. Así lo recoge en sus Versos Sencillos (XVI: 106 –107) y en sus Fragmentos vuelve sobre la huella que dejara en su conciencia y sentimientos “¿Quién que ha visto azotar a un negro no se considera para siempre su deudor? Yo lo vi, cuando era niño, y todavía no se me ha apagado en las mejillas la vergüenza...” Y en esa honda reflexión, distingue entre la hipócrita y oportunista posición asumida por algunos como defensa de los negros para ganarles a sus causas, de aquella sincera que consiste en irlos levantando con amor. De ahí que en los propios hechos de su vida, en su experiencia vital, se encuentren los fundamentos de los valores que lo identificarán como ser humano.
Asimismo, se han señalado en estudios realizados como rasgos de su carácter la bondad, la sociabilidad, la avidez, la emotividad, la voluntad...relacionados con otros elementos tan importantes como el amor filial, conyugal, paternal, la generosidad, la comprensividad, la agradabilidad, la amistad...o el orgullo, la irascibilidad.
Desde luego, generalmente ante la magna figura de una individualidad...de un genio, es prácticamente imposible develar rasgos difíciles o negativos del carácter, es decir, las manchas o los lunares, pero un acercamiento integral a Martí requiere no perder de vista la humanidad que lo caracteriza, en la que por sobre todo se destaca su elevada condición de hombre íntegro.
Así, su gran amor a la patria y el sentido del deber laceraron muchos de sus afectos más cercanos. No, por el amor que en todas las dimensiones podía experimentar - un ser humano extraordinario como él - si por la repercusión que pudo tener en los demás la vida de entrega a una causa mayor- incomprensiones, pérdidas...- y en si mismo. Le confesaría a Manuel Mercado en 1888: "...Perdí, no por mi culpa, la llave de la vida; y los quehaceres nimios en que ocupo lo que me queda de ella no son bastante a satisfacer el alma hambrienta. Me voy acabando, de hambre de ternura..."
Esos valores, que se fueron conformando en él, también tuvieron su fundamento en el conocimiento de la historia patria y de la Patria grande y del propio acercamiento a las obras más importantes de la cultura universal en las que no sólo encontró belleza sino grandeza humanas.
Su extraordinario código de valores- sustentado en su arraigo en la vida y en lo verdadero- cuyas dimensiones son prácticamente inabarcables, que matizó su accionar individual y social, que se expresó en su proyecto de emancipación humana constituye la más exacta manifestación de su amplia y profunda cultura.
La concepción martiana de los valores está presente en toda su obra, atendiendo a las diversas maneras en que ésta se manifiesta, aún cuando algunas “zonas” constituyan expresiones más plenas. Pueden recordarse entonces: el Ismaelillo, portador entre otros de un verdadero código de valores; las Cartas a María Mantilla, fuente de profundas reflexiones en torno al significado de los valores espirituales: La Edad de Oro, propuesta axiológica que contiene no sólo el universo valorativo martiano sino el método de formación de valores que se asienta en un principio sustancial de su reflexión pedagógica: la unidad esencial y necesaria entre lo instructivo y lo educativo, entre el intelecto y los sentimientos. Así lo declara en Educación Popular en sus Juicios sobre
Educación: "...el pueblo más feliz es el que tenga mejor educado a sus hijos, en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos..." (XIX: 375)
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA