Rafael Emilio Álvarez Zayas
José Sánchez Díaz
josesd@polsierpe.ssp.sld.cu
Resumen
¿Qué utilidad le ofrece al trabajador social en su desempeño profesional conocer acerca de la motivación y conducta desviada en jóvenes? ¿Qué relación existe entre la formación de la personalidad y la conducta desviada? ¿Por qué es útil el estudio de la motivación en los individuos con conductas desviadas? Estas y otras preguntas pueden ser de utilidad en la formación profesional de los trabajadores sociales que se desempeñen en el tratamiento de jóvenes con la conducta desviada. Tomando como referentes algunos autores que han estudiado sobre el tema parte este artículo. Dedicado a explicar elementos de la psicología que se deben tener en cuenta para la asistencia, prevención y rehabilitación de jóvenes que hayan cometido algún delito o estén enrolados en factores de riesgos que proporcionen la comisión al mismo.
Summary
What utility offers to him to the social worker in its professional performance to know about the motivation and turned aside conduct in young people? What relation exists between the formation of the personality and the off the track conduct? Why is useful the study of the motivation in the individuals with off the track conducts? These and other questions can be of utility in the professional formation of the social workers who evolve in the treatment of young people with the off the track conduct. Taking like referring some authors who have studied on the subject it divides east article. Dedicated to explain elements of psychology that are due to consider for the attendance, prevention and rehabilitation of young people who have committed some crime or are enlisted in factors of risks that provide the commission to the same one.
Introducción
Producto de los aportes de las ciencias sociales después del desprendimiento de la filosofía y como una necesidad de la sociedad de atender aquellas carencias materiales y espirituales de algunos individuos de una sociedad que desde inicios del siglo XIX es más compleja, surge el trabajo social. Su pragmatismo y contradicciones en el interior de su sistema teórico - metodológico ha provocado un desarrollo lento y muy discutido hasta la actualidad, por tomar prestado de ellas conceptos, métodos y técnicas en sus prácticas.
Todo lo anteriormente planteado explica como el trabajo social se ha apropiado de criterios de varios campos de la ciencia y esgrimen posturas de muchos autores de la psicología, sociología y el derecho, por citar algunas, porque les son útiles para efectuar el ejercicio profesional cotidiano y hasta para optar su propia postura. Tomar referencias hoy sobre temas de estas ciencias sociales que les son de utilidad a la profesión en su desempeño cotidiano, colabora con el desarrollo y crecimiento de individuos y así mismo de la sociedad.
Partiendo de que la psicología estudia la subjetividad, condicionada en el sujeto por el medio social y brinda bases teóricas y metodológicas para estudiar la personalidad, así como instrumentos que promuevan cambios en el comportamiento para el bienestar humano. Sus conocimientos se pueden relacionar con el trabajo social, ya que desde su surgimiento su objeto social, ha estado relacionado con diferentes aspectos de la realidad: el individuo, determinadas clases de individuos, o ciertas situaciones que sufren los individuos, las necesidades sociales como tipos específicos de situaciones o los problemas sociales.
El presente trabajo se propone presentar la utilidad que tiene el conocimiento de contenidos de la psicología sobre la conducta desviada, para todos los trabajadores sociales que laboran en los campos profesionales de las escuelas, centros penitenciarios, comunidades socialmente complejas y otros lugares que sean vulnerables al delito. Ellos aportan en la formación del trabajo social como disciplina científica.
Consecuentemente se debe atender al tema teniendo en cuenta las particularidades que desde los criterios de autores, citados en el presente trabajo, aportan a los trabajadores sociales el conocimiento de los motivos y necesidades de los jóvenes con conducta desviada.
Desarrollo.
Consecuente al tema en cuestión, lo primero que debe ser tratado para valorar los contenidos acerca de la motivación son los conocimientos referidos a la personalidad. La misma es tomada como un sistema en constante proceso de intercambio con la realidad social, en la cual se desarrolla y se auto-transforma. Lo social se torna individual y lo psicológico alcanza su propia especificidad. Es decir, el hombre es portador de una síntesis del devenir histórico- social, grupal e individual, pero los contenidos sociales se mediatizan en el individuo refractado a través de sus necesidades, motivos y aspiraciones.
En la personalidad está incluida también la estructura valorativa psicológica, la cual proporciona el desarrollo de patrones individuales de comportamiento. Asimismo, el individuo posee una estructura autovalorativa que le permite la ubicación personal en el universo simbólico de las relaciones con otras personas, de ahí que los juicios de autoapreciación acerca de los propios actos intencionales o comportamientos, proporcionen la regulación conciente.
En la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades el hombre realiza su actividad cotidiana, razón por la cual se le da relevancia en el trabajo social y en la ciencia psicológica, específicamente en el estudio de la personalidad, al conocimiento de las mismas y los motivos que las impulsan. La existencia actual de una sociedad mundial consumista, donde las necesidades materiales dirigen y centran a las personas en función de su satisfacción sin tener en cuenta costos y sin importar daños en su moral para la obtención. Motivan a las personas a realizar actos delictivos que traen consigo daños a nivel individual, familiar y en las sociedades.
De esta forma se produce la relación de la formación de la personalidad con elementos que afectan sus valores, crea rasgos de carácter inadecuados y fenómenos nocivos a la salud mental que genera la aparición de la conducta desviada. Las mismas son atendidas por profesionales del trabajo social en la que realizan determinado tratamiento en post al desarrollo personal de cada uno de ellos.
El proceso ocurre de la siguiente manera; las características psicológicas gradualmente van adquiriendo un importante papel a través de la vida. En etapas superiores el individuo se convierte en sujeto de su comportamiento y dirige su actuación con relativa independencia de las influencias externas.
En la búsqueda de niveles cada vez más complejos de autodeterminación e independencia, el sujeto, en consonancia con sus recursos personales, alcanza una creciente función activa hacia lo social, lo selecciona, lo configura, lo individualiza y lo transforma al tiempo que se transforma a si mismo.
Así se puede observar cómo el individuo se apropia de valores y normas sociales de relación, preceptos morales y de actuación, en consonancia con los de los agentes socializadores que le rodean; y apreciar jóvenes y adolescentes que adoptan normas grupales de carácter antisocial o normas externas que no personalizan y que constituyen los reguladores de su comportamiento desviado.
Por tal razón el medio significa para el trabajador social un ente fundamental en su labor profesional, estudiarlo, conocer las situaciones problemas que coexisten y sus potencialidades para alcanzar desarrollo individual, grupal y comunitario son elementos básicos para tener éxito en su desempeño.
Dentro de ese medio se encuentra la familia, un espacio de crecimiento o decrecimiento de cada uno de los individuos de la sociedad. Atendiendo a su funcionamiento, Patricia Ares, propone tres categorías para estudiar la familia, la función económica, la biológica y la educativa. La función educativa va matizando el carácter de los vínculos que se establecen con las otras personas, ya sean afectivos o no, el contenido de las normas, los valores, las costumbres; de ahí su gran importancia como agente socializador de la personalidad. (P. Ares, 2002.)
No se debe olvidar que la personalidad es un sistema de constante proceso de intercambio con la realidad social, en la cual se desarrolla y se auto transforma. Para que el desarrollo de la personalidad transcurra en un sentido de progreso, en un proceso de formación, despliegue y crecimiento de las configuraciones psicológicas que conforman la subjetividad del sujeto, es necesario que se establezca una determinada relación entre las exigencias sociales y las potencialidades de la personalidad. Es la instancia psicológica donde se integra y articula la influencia de la sociedad en el plano de la subjetividad individual, pero como se puede leer, en la actualidad son diversas las definiciones sobre este concepto.
Los problemas de la conducta humana que se desvían de las exigencias sociales, ha sido objeto de estudio por científicos de diversas especialidades, unos han abordado las conductas delictivas como aquellas que se apartan del cumplimiento de normas legales, otros se han centrado en situaciones conflictivas y terceros han investigado el tema desde la óptica del proceso de interiorización de normas sociales y regulación del comportamiento a partir de que estas normas, estén implícitas o explicitas en el sujeto, pero cuyos contenidos posean carácter regulador.
En los estudios iniciales de la conducta desviada se privilegiaban los factores biogenéticos en sus análisis y en otras investigaciones, el énfasis se pone en el contexto macro social; sin embargo, su papel en ese proceso no es el de simple depositario de la influencia del medio como ente pasivo.
El estudio de la conducta desviada y en particular de la delictiva, los trabajadores sociales al igual que los psicólogos deben asumir la comprensión del carácter activo del hombre y el papel regulador de los mecanismos de la conducta entre ellos los intereses, necesidades, motivos, sus fines, aspiraciones, expectativas y otras características de la personalidad
Atendiendo a las dos direcciones del proceso de socialización, de lo social (macro y micro) hacia el sujeto, pero que esta influencia no se espera en el individuo de forma directa, sino que revierte mediatizada por la propia subjetividad de este, que se ha configurado con anterioridad en una relación similar. Este es un proceso continuo que comienza desde que el individuo nace y se mantiene mientras exista un vínculo con la realidad social. La influencia externa que el individuo mediatiza aparece en su subjetividad. Esta posición del sujeto ante lo social y su rol activo, son determinantes en el análisis del comportamiento desviado.
Existen autores que enfatizan en que la decisión delictiva la preceden constantes premisas psicológicas donde destacan los intereses, necesidades, costumbres, fines y motivos entre otros. Algunos investigadores señalan la desfavorable formación a partir de la influencia de grupos formales e informales con conductas desviadas. Espacios que el trabajo social debe tener en cuenta en la detención y tratamiento a individuos con conductas delictivas, trastornos de conducta o alguna alteración en el comportamiento. En tal sentido estos aspectos demandan por profesionales, incluso los del trabajo social, la continuidad de investigaciones en el plano de la formación de la personalidad.
Dentro de las tareas que coinciden entre la psicología y el trabajo social se encuentra la exploración en la personalidad de los individuos de la esfera motivacional. Siempre va a existir algo que provoque la actividad del hombre y así mismo ese algo es lo que sostiene y le da dirección e intensidad a esa actividad. Traduciendo lo anteriormente planteado se puede resumir en una sola palabra y esta es motivación, que constituye una condición necesaria de la existencia propia del hombre y a su vez deviene en uno de los factores más importantes de su desarrollo, se puede considerar el motor impulsor de toda su actividad. A la misma se le han conferido muchos conceptos en las diferentes tendencias psicológicas a lo largo de la historia.
La motivación es la energía que estimula al hombre a la acción, a través de ella pueden entenderse las aspiraciones, el crecimiento, la autorrealización, la búsqueda de identidad, autonomía, necesidades básicas, las meta-necesidades y otras series de características que lo llevan constantemente a adoptar una actitud determinada ante la vida, por lo que resulta primordial el análisis de este aspecto en el estudio de la personalidad. Determinar los móviles de las conductas y encontrar de esta forma los “por qué” de las situaciones fenómenos se encuentra dentro del campo de los trabajadores sociales para diseñar sus estrategias y su desempeño metodológico, siguiendo el precepto básico de conocer para actuar.
La motivación humana tiene distintos niveles de estructura y desarrollo, sin embargo, uno de los errores más frecuentes en su estudio es la generalización inadecuada de fenómenos que sólo ocurren ante determinadas condiciones y en un nivel dado de la motivación. Es por esta razón que el contexto en el trabajo social define y particulariza la situación problema dándole diferentes significados en dependencia de cada evento, espacio y momento en que ocurre.
Como base de la motivación humana se reivindica la necesidad como un estado de la persona, que expresa su dependencia de las condiciones concretas de la existencia y la que actúa en calidad de estimulante para la actividad del hombre. La esfera de las necesidades se divide en dos categorías, una inferior, inherente a las primarias y otra superior, exclusiva del hombre. Las necesidades superiores de la personalidad tienen un carácter insaciable, pues constantemente se enriquecen y desarrollan, poseen una unidad interna en la personalidad, que es fuente de su propio auto impulso y de su transformación.
La psicología marxista ha mantenido por su postulado de L.S. Vigotsky el principio referido al determinismo histórico-social de la personalidad. Permitiendo concebir a la motivación humana superior como una formación cualitativamente peculiar e irreductible a motivos de carácter primario o biológicamente condicionado.
Plantea esta fuerza otro principio importante para el estudio de la personalidad por parte de los trabajadores sociales y profesionales que laboren con la psiquis de los seres humanos; el mismo radica en el reconocimiento del carácter esencialmente consciente de la motivación humana, posición que no significa negar la existencia de motivos inconcientes, ni la posibilidad de que ellos desempeñen determinado rol en la regulación del comportamiento.
La esfera motivacional de la personalidad constituye uno de sus aspectos más complejos, pues son los contenidos motivacionales portadores de una determinada carga emocional, los que forman la personalidad del hombre, por lo que se puede afirmar que los motivos su organización y estructura, así como las diversas formaciones, leyes y procesos que de ellos se derivan, constituyen uno de los pilares esenciales de la personalidad.
La estructura motivacional posee una unidad entre los deseos, las acciones y la satisfacción que se consigue al alcanzar el objeto final. De ahí se deriva que en el ser humano las necesidades tienden a ordenarse en una especie de jerarquía o predominio.
Los motivos conforman en la personalidad una estructura jerárquica, en la que unos son rectores, dominantes y otros son secundarios, subordinados. El nivel superior de esa jerarquía lo componen las tendencias orientadoras; estas integran los motivos que movilizan y orientan al sujeto hacia los objetivos esenciales de la vida.
Los motivos más importantes se integran en la jerarquía motivacional y definen la orientación consciente de la personalidad, fundamental cuando se valora la toma de decisiones y las posibles modificaciones de los comportamientos de los sujetos atendidos. Existen motivos que no se incluyen en las tendencias orientadoras, pues no en todos se expresa de igual forma la unidad de los procesos cognitivos y afectivos, no todos los contenidos motivacionales portadores de sentido se encuentran en el mismo grado de mediatización reflexiva. De este modo se trata de que los motivos aceptados por la sociedad y así mismo brinden desarrollo en los individuos con la carencia posean una mayor mediatización reflexiva y por tanto mayor complejidad funcional ocuparán una posición más elevada en la jerarquización.
Existen varios tipos de motivos superiores que se clasifican por su contenido, atendiendo a la naturaleza del objeto de la actividad de la personalidad. Se puede encontrar motivos cognoscitivos, laborales, artísticos, deportivos, entre otros. Los motivos se pueden manifestar como intereses, convicciones, aspiraciones, ideales, intenciones, autovaloraciones; pero siempre de acuerdo con la forma subjetiva que asume el contenido del motivo en la personalidad.
El propio D. González (1995) plantea que para el estudio de la motivación humana no puede ir orientado a la simple determinación de la existencia o ausencia de determinados motivos en la personalidad, pues la existencia de un motivo no permite explicar una serie de importantes fenómenos en el campo de la motivación, como son, la efectividad del motivo en su expresión conductual, el lugar que ocupa en la jerarquía de motivos de la personalidad y el potencial consciente del motivo para responder a objetivos situados en una perspectiva temporal distinta.
Los segmentos poblacionales con mayor grado de vulnerabilidad son la adolescencia y la juventud, por las características biopsicosociales propias de ambas etapas del desarrollo ontogenético humano.
La criminología carece de una metodología definida para el estudio de la delincuencia juvenil a nivel mundial, pues aún los criterios conceptuales son insuficientes a pesar de utilizar mecanismos internacionales para regular juicios normativos, orientaciones y directrices en materia de prevención. Sin embargo el trabajo social se enfrenta en comunidades, familias y grupos a la atención de este sector poblacional con carencias personales que generan alteraciones en la conducta.
La mencionada profesión ante esta carencia, primero, debe tener en cuenta que en la juventud la personalidad en desarrollo produce la conformación de la identidad. Los jóvenes comienzan a preocuparse y a realizar acciones proyectadas al futuro y también deben alcanzar la madurez psíquica y social suficiente para iniciar una vida independiente en varios contextos de actuación: ciudadano, laboral y familiar.
En la juventud es donde culmina en esencia el proceso de formación de la personalidad. La existencia de una concepción del mundo integrada por un sistema de necesidades, motivos y aspiraciones va a representar el nivel superior de unidad de lo cognitivo con lo afectivo en la personalidad. En la esfera motivacional de esta etapa aparece una estructura jerárquica suficientemente estable de motivos, su fundamentación se realiza a través de la elaboración consciente del sujeto, en base al desarrollo intelectual alcanzado.
Debe considerar por tal razón además, que las condiciones sociales en las cuales el joven se desenvuelve para alcanzar esa madurez, son distintas de las que tenía en la adolescencia; ahora el sistema de actividades y comunicación tiene diferente carácter y contenido; este sistema se amplía y lo hace realmente independiente, le exige autonomía, responsabilidad y eficiencia.
Esas características de la comunicación y la actividad en los jóvenes, es lo que los vuelve especialmente vulnerables a cometer delitos o indisciplinas sociales, toda vez que esté deficientemente dibujado su entorno sociofamiliar y sea poco efectiva la influencia positiva de los agentes socializadores. Es en esta la principal dirección que debe estar dirigido las prácticas profesionales de los trabajadores sociales. En la medida que exista acción dirigida a la modificación del medio, incluso desde etapas anteriores, serán mejores los resultados obtenidos.
En sentido general se puede afirmar, por los criterios sistematizados anteriormente, que en la formación de la personalidad, el individuo mediatice y modifica en su interior los contenidos obtenidos de la realidad, interfiere en esta formación los agentes socializadores y el medio en sentido general, producto que genera la conducta desviada fundamentalmente en jóvenes y adolescentes por las características que adquiere la formación motivaciónal en esta etapa. El trabajo social para modificar comportamientos no deseados por la sociedad en los jóvenes con conducta desviada, una de las primeras acciones que deben realizar es la descripción de los motivos y su jerarquía. Se tienen en cuenta en esta caracterización los criterios del enfoque histórico cultural y así mismo el contexto en que se desenvuelve y se ha formado el individuo.
Conclusiones.
Los conocimientos sobre la conducta desviada y en particular la atención a los jóvenes con este modo de comportamiento, son fenómenos importantes de análisis dentro del contenido laboral de los profesionales del trabajo social. El conocimiento de contenidos como este de la psicología y otras ciencias sociales provocan un crecimiento profesional en las practicas del ejercicio desarrollado por los trabajadores sociales.
Bibliografía.