Vero Edilio Rodríguez Orrego (CV)
vrodriguez@ucf.edu.cu
Ioani García Fernández (CV)
igfernandez@ucf.edu.cu
Universidad de Cienfuegos. Cuba
Resumen:
El lugar y significación de la ciencia y la tecnología en la historia y cultura nacionales han sido insuficientemente abordados por la historiografía cubana. Tal realidad se acentúa, de manera particular, en el caso de las investigaciones realizadas desde la perspectiva de la Historia Social y se descubre, aún más sensible, al vincularlos con los estudios de historia regional y local. Como consecuencia, son muy raros los trabajos que revelen la influencia del binomio ciencia-tecnología en todas las aristas del devenir socio-cultural de regiones, ciudades y poblados del interior del país.
La fundación del Centro Médico Farmacéutico de Cienfuegos, hecho que tuvo lugar en el año 1881, es la primera manifestación concreta de asociacionismo científico ocurrida fuera de la capital de Cuba durante el último tercio del siglo XIX. Es precisamente la labor de este Centro y su impronta en la sociedad cienfueguera de entonces, uno de los objetos de la historia local y regional que aún exige la atención de los investigadores.
La sociabilidad científica en Cuba a finales del siglo XIX: cambios, coyunturas y principales manifestaciones.
La segunda mitad del siglo XIX fue definitoria para el desarrollo de las ciencias en Cuba. En ella se verificó un auge sin precedentes de la actividad científica en la Isla que se imbricó en el asociacionismo, un rasgo distintivo de este período a nivel universal. Un temprano antecedente del asociacionismo científico en Cuba resultó la fundación de La Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana, viejo sueño de la comunidad científica habanera, concretado en 1861. La Academia, agrupó a buena parte de las figuras más destacadas de la vida científica cubana y lideró un proceso de profesionalización, institucionalización y desarrollo de la actividad científica en la etapa que ha sido denominado, con justeza, como conformador de una ciencia nacional en un contexto colonial.1
Sin embargo, sería tras el fin de la Guerra de los Diez Años que dicho movimiento alcanzaría un verdadero esplendor en Cuba. No fue un fenómeno casual sino una consecuencia del notable cambio que en el clima político de la Isla tuvo lugar luego de 1878 el cual trajo consigo la concesión de nuevas libertades de reunión y asociación, entre otras. A tenor de ello, proliferaron entonces, sociedades de la más diversa índole: políticas, de socorro mutuo, beneficencia, instrucción y recreo, ocio y deportes, inmigrantes, entre otras que se expandieron a lo largo y ancho del país.
La actividad científica, se insertó, de igual modo en esta vorágine asociativa con la fundación en la capital de las primeras sociedades científicas, luego de más de tres lustros de haber sido fundada la Academia. Entre 1878 y 1880 surgieron corporaciones como la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba (1877), la Asociación Médica de Socorros Mutuos (1878), la Sociedad de Estudios Clínicos de la Habana (1879), la Sociedad Odontológica de la Habana y el Colegio de Farmacéuticos de la Habana (1880). Todas ellas, en una u otra medida, sirvieron de antecedente y modelo para la aparición de sociedades homólogas en el resto de la isla.2
La fundación de sociedades científicas, tanto en la capital como fuera de ella, no debe interpretarse sólo como consecuencia de una coyuntura política favorable sino, al propio tiempo, como expresión del desarrollo de la ciencia, tanto a nivel internacional como en el ámbito interno. Característico de la época es la preponderancia numérica de los profesionales que practicaban las disciplinas médico-farmacéuticas -incluyendo la odontología-, en relación con otras ramas de la ciencia, elemento este que se atenuaría con el avance del siglo XIX. Referirlo contribuye a explicar la abrumadora presencia de las asociaciones conformadas por médicos, farmacéuticos y dentistas, dentro del panorama de la sociabilidad científica insular.
Otro rasgo que distingue a las sociedades científicas creadas en la Isla, durante el último tercio del siglo XIX, fue la combinación de sus propósitos, pues la mayoría de ellas unían bajo un mismo haz organizativo el interés por el debate científico -general o dirigido a una disciplina en particular-, con la defensa de los intereses profesionales y el socorro mutuo en caso necesario3. Fueron evidentes exponentes de ello las sociedades científicas creadas fuera de la Habana.
En este panorama se inserta la fundación en 1881 del Centro Médico Farmacéutico de Cienfuegos, el primero surgido fuera de la Habana en el período analizado4. Más aún, existen incluso referencias de un intento asociativo anterior emprendido por un grupo de destacados médicos cienfuegueros5. Éstos se presentaron ante la máxima autoridad política de la Isla el 15 de junio de 1874, con el fin de solicitar su autorización para fundar un colegio médico que, utilizando sus propias palabras, formase “(…) un cuerpo científico homogéneo para que aunada la ilustración de todos, iluminara los casos que en la espinosa y oscura práctica se presentan todos los días (…)han convenido además, que la reunión científica sea de socorros mutuos aliviando con ella a los socios o a sus familias, si algún día la necesidad a ello los obliga” 6.
Pese a la falta de evidencias, hasta la fecha, de que tal petición haya fructificado en el período de referencia, resulta significativo el precoz interés de la comunidad médica cienfueguera por conformar una institución que le permitiera a sus miembros elevar su nivel profesional y científico, atender sus necesidades materiales, prestigiarles socialmente así como prestarse ayuda mutua, si llegado el caso la requirieran. No constituye pues motivo de sorpresa corroborar cómo buena parte de los profesionales que elevaron dicha petición al Capitán General en 1874 se hallaran entre la membresía fundadora de la corporación creada en 1881 ni que, mucho menos, los propósitos antes enarbolados por ésta fueran las metas de los entonces recién asociados.
Tampoco es casual que Cienfuegos haya sido sede de la primera de las sociedades científicas, surgidas fuera de la Habana al calor de la oleada asociativa del período interguerras (1878-1895). El vertiginoso e interrumpido desarrollo socioeconómico de la región cienfueguera, en especial a partir de la década de los cincuentas del siglo XIX -sustentado esencialmente en la tríada azúcar-puerto-ferrocarril-, hizo posible que la ciudad se convirtiese, apenas treinta años más tarde, en uno de los centros económicos, productivos y comerciales más significativos de Cuba y en una de las regiones de mayor producción de azúcar en el mundo.
El extraordinario progreso experimentado por la entonces villa fue incluso reconocido por la monarquía española cuando le otorgó el título de ciudad a finales de 18807. La favorable realidad socioeconómica tuvo su reflejo, naturalmente, en la estructura socio-clasista cienfueguera y trajo consigo un sensible aumento del estamento profesional local, en el cual médicos y farmacéuticos alcanzaron un espacio importante.
La primera sociedad científica cienfueguera: El Centro Médico Farmacéutico
Un factor clave en la fundación del Centro Médico Farmacéutico de Cienfuegos lo constituyó la iniciativa personal del Dr. Sinesio Lapeyra y Demestre. Este médico movilizó voluntades e inició los trámites a fin de obtener la aprobación del gobierno de la Isla. Para facilitar su gestión, Lapeyra remitió una comunicación al Dr. Juan Santos Fernández8, eminente oftalmólogo habanero y miembro de la junta directiva de la Academia de Ciencias de la Habana, seguro de que el criterio de esta prestigiosa institución sería solicitado por el gobierno colonial antes de su aprobación.
La diligencia del Dr. Lapeyra posibilitó asimismo que la Crónica Médico-Quirúrgica, publicación mensual de medicina, farmacia y ciencias auxiliares, cuyo director era el propio Santos Fernández, ofreciera sus páginas como órgano oficial de la recién nacida sociedad científica cienfueguera9. Semejante gesto supuso un reto para la membresía del centro, habida cuenta de que la Crónica era una revista cuyo prestigio se extendía ya al ámbito hispanoamericano, ofreciéndoles la posibilidad de confrontar criterios e interactuar con otros profesionales de la Isla., hecho que contribuyó sin dudas, a elevar el reconocimiento social de los médicos cienfuegueros.
Era intención inicial de Lapeyra extender la convocatoria a todos los médicos y farmacéuticos de la provincia de Santa Clara. Tal pretensión, aunque loable, resultó improcedente. La dispersión de los profesionales en el espacio geográfico de las diversas regiones que la componían, por sólo citar una dificultad evidente, lastraba el éxito de tal empeño. De tal modo, su membresía se vio reducida en lo fundamental a la localidad. No obstante, Lapeyra, en el discurso inaugural del Centro, esclarecería que tendrían cabida en sus filas cuantos médicos y farmacéuticos así lo solicitaran.
El Centro Médico Farmacéutico de Cienfuegos quedó finalmente constituido el 8 de octubre de 1881 aunque su sesión inaugural no se llevaría a cabo hasta la noche del 4 de diciembre del propio año. El auditorio presente en la sesión inaugural de la sociedad fue nutrido; altas personalidades de la provincia y representantes de diferentes corporaciones se unieron a industriales, hacendados, comerciantes, profesores, oficiales del ejército y la marina. En lugar de privilegio, acompañando a la Junta directiva, se encontraban el representante del gobierno provincial; el académico Santos Fernández, en representación de la Real Academia de Ciencias; Andrés Valdespino, a nombre de la prensa científica habanera y los cónsules de Inglaterra y Holanda10.
En la ocasión quedaron explícitos, en voz del propio Lapeyra, los objetivos de la institución: “(…) estrechar los vínculos de amistad, a la par que el cultivo de las ciencias médico-farmacéuticas (…)” unido a “(…) un fin más humanitario, pues alcanza la idea benefactora en un caso desgraciado, de prestarse auxilio, que puede llegar hasta nuestros hijos”11. Tales propósitos coincidían con los de buena parte de sus homólogas.
La junta directiva de la corporación cienfueguera resultó electa por voto directo. Quedó conformada por el Dr Ramón Torrado Quiroga como presidente, el licenciado Isidro Castiñeiras Cintra como vicepresidente y el Dr. Sinesio Lapeyra y Demestre como secretario. La membresía fundadora ascendió a 37 médicos y farmacéuticos. La cifra se incrementaría luego con la incorporación de socios de número.
Para organizar el trabajo del Centro fueron creadas cinco comisiones permanentes de trabajo: Higiene pública, Medicina legal, Socorros y disciplina, Topografía y aguas minerales y Vacunación gratuita12. Tal estructura permite distinguir la marcada proyección social de la joven asociación, cuestión esta no distintiva de la corporación cienfueguera, si se considera la situación higiénico-sanitaria de la Isla en el período.
Tras la impronta social del Centro: hombres e ideas
Algunos de los hombres que fundaron la primera sociedad científica cienfueguera gozaban ya de prestigio y reconocimiento social en la ciudad e incluso fuera de sus límites. La labor de éstos en la fundación de hospitales y casas de salud, la labor asistencial desarrollada -en algunos casos con carácter gratuito-, y la publicación y divulgación de materiales, ya fuera de carácter informativo o científico, contribuyen a explicar su influencia en la vida pública cienfueguera. A lo anterior se suma que, en virtud del reconocimiento adquirido por su labor profesional o con independencia de este, varios de estos profesionales de la salud se movían con éxito en otros ámbitos y espacios públicos, como los creados para el ejercicio de la cultura artística, la política o la masonería.
Entre los miembros más sobresalientes del Centro destaca el Dr. Ramón Benigno de la Caridad Mazarredo y Corneill, quien se graduó de medicina en Filadelfia y luego revalidó su título en París. Su tesis de revalidación fue publicada en Cienfuegos en 1860. En 1880 presentó un estudio sobre la fiebre amarilla al gobierno de los Estados Unidos. Militó en la logia masónica Fernandina de Jagua, siendo uno de sus miembros más reconocidos13. Mazarredo figuró entre los 37 socios fundadores del Centro Médico Farmacéutico de Cienfuegos pero, en modo alguno, resultó electo su primer presidente -como se afirma en varios de los textos clásicos de la historia de Cienfuegos-, correspondiendo tal responsabilidad, por voto mayoritario de la membresía, al Dr. Ramón Torrado y Quiroga14.
Uno de los miembros más acreditados de la corporación fue el licenciado Isidro Castiñeira Cintra15, electo vicepresidente del Centro. Su influencia en la sociedad cienfueguera debe ser evaluada desde varias aristas. En 1858 instaló una casa de salud ubicada en la intersección de las calles Arguelles y Arango y se hizo muy popular entre los vecinos por la abnegación y desinterés demostradas en su labor asistencial. Castiñeira, como Mazarredo, militó en la logia masónica Fernandina de Jagua y desempeñó un activo papel en la vida política de la ciudad, ocupando importantes responsabilidades en el gobierno de la misma y como miembro de la dirección del Partido Liberal Autonomista16.
Otro de los socios fundadores del Centro fue el Dr. Luis Perna Salomó. Es Perna una de las figuras más eminentes de la historia de la cultura cienfueguera. En 1881 apenas comenzaba su vida profesional -se había graduado en el propio año en Barcelona y acababa de llegar a la ciudad para ejercer como médico. Hombre dotado de gran inteligencia y talento multifacético, descolló como orador, escritor y hombre de ciencias. Su labor como médico es vastísima, fue médico forense, director del Sanatorio de la Colonia Española y del Hospital Civil, militó, como miembro corresponsal, en la Real Academia de Ciencias de la Habana y en otras prestigiosas sociedades científicas. Publicó innumerables libros, folletos y artículos de su especialidad así como literarios. Fue asimismo, durante varios años, Venerable Maestro de la logia masónica Fernandina de Jagua17.
Otras figuras, con una fecunda trayectoria social y profesional, prestigiaron también la labor del Centro. Tal es el caso del propio Sinesio Lapeyra o el del Dr. José Pertierra y Alvarez-Albuerne connotado dirigente político, líder del Partido Unión Constitucional en la ciudad y reputado médico. Mención aparte merece el caso del Dr. Enrique Buenaventura Barnet y Roque de Escobar, quien aunque residía en Lajas y no se halla registrado entre sus socios fundadores, se incorporó a los pocos meses de creado el Centro. Barnet y Roque de Escobar integró el grupo de higienistas cubanos que junto a Carlos J. Finlay y Juan Guiteras Gener, organizó y fundó en 1909 la Secretaría de Sanidad y Beneficencia de la República de Cuba, primer ministerio destinado exclusivamente a atender la salud de sus habitantes que funcionó en el mundo18.
Es de señalar, la amplitud de miras que primó en el Centro en relación con las escuelas médico-farmacéuticas o las doctrinas filosóficas a que podían adherirse o estar adheridos sus miembros. Ya desde el propio discurso inicial Lapeyra y Demestre dejaba sentadas las bases de la aceptación de cualquiera de ellas19. La pertenencia de los miembros del Centro a distintas escuelas académicas -cubana, francesa, española y estadounidense, esencialmente-, contribuyó a enriquecer extraordinariamente los debates científicos desarrollados en sus sesiones. Ello les permitió fertilizar colectivamente su acervo profesional, al acceder a nuevas concepciones y teorías sobre las ciencias médicas, pertrecharse con nuevos enfoques, discrepar o compartir opiniones. El conjunto de estas acciones les situó en mejores condiciones para asumir su labor asistencial y científica.
La convergencia en el Centro de tal heterogénea composición -en lo que a formación académica y científica, concepciones filosóficas, intereses políticos e inquietudes culturales de su membresía se refiere-, favoreció la discusión de disímiles temas y dio lugar, en no pocas ocasiones, a fuertes debates al interior de la corporación. Ilustra la afirmación anterior el análisis de las actas de las sesiones del Centro20.
Durante el primer año de su existencia en él se discutieron -entre una gama muy amplia de temas y en sesiones con frecuencia mensual-, cuestiones tan diversas e importantes como el carácter obligatorio o no de la vacunación y la revacunación, un informe y propuesta de reglamento contra el abuso de las bebidas alcohólicas en Cuba, los efectos secundarios de los medicamentos, una ponencia sobre las adulteraciones en el aceite de oliva y los medios para reconocerlas, y las causas que pudieron haber provocado la muerte en un caso particular de asfixia21.
La mayoría de los temas enunciados, junto a otros tantos, suscitó intensas y fructíferas discusiones entre los asistentes a las actividades del Centro, dando la posibilidad a todos los miembros de intercambiar y contraponer ideas. A la vez, los socios más jóvenes tenían la oportunidad de alcanzar prestigio, darse a conocer en el medio profesional y ejercitar sus dotes oratorias. Es conveniente señalar que la labor del Centro, los temas que en él se debatían, la capacidad y el talento de sus miembros trascendieron sus muros. Eran vía para ello la divulgación de los reportes de sus sesiones en la prensa local y la publicación del contenido de sus actas en las páginas de la Crónica Médico Quirúrgica de la Habana que, tal y como antes se apuntó, fungía como órgano oficial de la corporación. Gracias a estas acciones la labor científica y asistencial del Centro alcanzó el conocimiento público.
Durante los cuatro años de existencia del Centro Médico farmacéutico cienfueguero -no se tienen evidencias de su actividad más allá del año 1884-, este se propuso y logró crear una biblioteca de carácter científico y especializado. Sus fondos se enriquecieron no sólo con obras extranjeras y nacionales sino también con libros, folletos y artículos de los propios miembros o colaboradores de la asociación.
Dicha biblioteca permitió a los miembros del Centro y demás profesionales de la localidad mantenerse al tanto de los últimos avances científicos, algo extremadamente difícil de lograr por la vía particular, en una localidad colonial y provinciana como Cienfuegos, alejada de los centros fundamentales donde se hacía la ciencia en esos años y carente de bibliotecas públicas y centros de enseñanza de carácter científico-técnico. A lo anterior se suma, en lo individual, la falta de recursos de un grupo de sus miembros para conformar bibliotecas especializadas en la materia médica o farmacéutica, con el alcance que podía lograr una obra colectiva de tales características.
Más allá de la creación de la biblioteca, otra proyección específica del Centro fue la de encargarse de la vacunación gratuita contra la viruela. De esta actividad aún no se cuenta con evidencias de su materialización. Sin embargo, sí se pudo corroborar que la asociación cumplió funciones de asesoramiento en cuestiones forenses, específicamente a través de su comisión permanente de Medicina Legal, contribuyendo a esclarecer, con la utilización de la ciencia forense, varios delitos de sangre acaecidos en la ciudad22.
Comoquiera, a pesar de la relativa brevedad de la existencia del Centro Médico Farmacéutico cienfueguero, es posible afirmar que su actuación, durante los primeros años de la década del 80 del siglo XIX, constituyó un aporte de especial relevancia para el desarrollo de la sociedad civil cienfueguera durante los complejos años del período interguerras. La existencia del Centro contribuyó a elevar la capacidad científica y asistencial de los médicos y farmacéuticos a ella asociados. De igual modo, les permitió defender más firmemente sus intereses profesionales y los ubicó en mejor posición para enfrentar la difícil situación higiénico-sanitaria existente. Por último, la ejecutoria de la corporación científica cienfueguera, fundada en 1881 abrió el camino para el ulterior desarrollo del asociacionismo científico en Cienfuegos, con la creación del Centro Médico de 1894 y el Colegio Médico, ya en la etapa republicana.
Citas y referencias
1Pedro M. Pruna Goodgall. Ciencia y científicos en Cuba colonial. La Real Academia de Ciencias de la Habana.1861-1898, Editorial Academia, La Habana, 2001, pp.-25-30.
2 Reinaldo Funes Monzote. Despertar del Asociacionismo científico en Cuba 1876-1920, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2005, pp.69-100.
4 Ibídem, p.128
5 Reinaldo Pino Blanco, Rigoberto Flores Roo y Alfredo Espinosa Brito, “Breve reseña histórica sobre la fundación del Colegio Médico de Cienfuegos”, 2008 (Artículo inédito) p.2
6 Ibídem.
7 Pablo L Rousseau y Pablo Díaz de Villegas, Memoria descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos 1819-1919.Establecimiento tipográfico el Siglo X, La Habana, 1920, p.202
8 Carta fechada en Cienfuegos, el 8 de mayo de 1881, Expediente personal de Juan Santos Fernández, fondo Académicos, Archivo Histórico de las Ciencias, Museo Histórico de las Ciencias “Carlos J Finlay”.
9 Reinaldo Funes Monzote, op.cit., p.128.
10 Crónica Médico Quirúrgica de la Habana, t VII, año 1881, p.302
11 Sinesio Lapeyra y Demestre “Reseña de los trabajos preparatorios del Centro Médico Farmacéutico de Cienfuegos” en Sesión solemne inaugural del Centro Médico Farmacéutico de Cienfuegos, Imprenta El Comercio, Cienfuegos, 1881, pp. 67-81.
12 “Acta de la sesión inaugural del Centro Médico Farmacéutico de Cienfuegos” 4 de diciembre de 1881 en Sesión solemne inaugural del Centro Médico Farmacéutico de Cienfuegos, Imprenta El Comercio, Cienfuegos, 1881, pp.9-10
13 Luis J. Bustamante, Diccionario Biográfico Cienfueguero, Imprenta R. Bustamante, Cienfuegos, 1931, p.148.
14 Enrique Edo en su Memoria Histórica de Cienfuegos y su jurisdicción asegura que fue el Dr. Ramón de Mazarredo el primer presidente del Centro Médico Farmacéutico de Cienfuegos, dato que fue luego reproducido en la Memoria Descriptiva, Histórica y Biográfica de Cienfuegos 1819-1919, por Pablo L Rousseau y Pablo Díaz De Villegas. Y, más tarde, en 1931, en el Diccionario biográfico de Luis J. Bustamante. Sin embargo, Reinaldo Funes, en su libro Despertar del Asociacionismo Científico en Cuba 1876-1920, asevera que fue Ramón Torrado y Quiroga el elegido para ocupar dicho cargo. La veracidad de este último dato ha sido corroborada por el autor de este trabajo al consultar los tomos VII y VIII, de La Crónica Médico-Quirúrgica de la Habana, prestigiosa revista científica, que en su condición de órgano oficial del Centro Médico reprodujo íntegramente las actas de las sesiones efectuadas. El nombre que en efecto aparece como presidente de la sociedad es el de Torrado, mientras Mazarredo figura en las actas sólo como socio fundador.
15 Luis J. Bustamante, op.cit., p.25
16 Enrique Edo y Llop, Memoria Histórica de Cienfuegos y su Jurisdicción, Imprenta Ucar García, La Habana, 1943, p. 520.
17 Luis J. Bustamante, op.cit., p.180-181.Ver además: Samuel Sánchez Gálvez, Legados perdurables. Masonería en Cienfuegos 1878-1902., Ediciones Mecenas, Cienfuegos, 2010, p.61.
18 Reinaldo Funes Monzote, op. cit. p.20. y Samuel Sánchez Gálvez, op. cit, p. 61-62.
19 Reinaldo Funes Monzote, op. cit. p.131
20 Crónica Médico Quirúrgica de la Habana, t VIII, año 1882, pp.20-345.
21 Ibídem, pp.110-111.
22 Crónica Médico Quirúrgica de la Habana, t VIII, año 1882, pp.20-345
Fuentes consultadas