GÓMEZ PINOS, Héctor (CV)
Lcdo. Estudios de Asia oriental
hgomezp@uoc.edu
RESUMEN
Breve artículo en el que se contextualizan los conflictos de Vietnam y Camboya dentro de la “partida” por la supremacía internacional que jugaban soviéticos y estadounidenses, con la posterior irrupción china, durante la mal llamada Guerra “Fría” (al menos no lo fue para Asia oriental). Se comentan, además, las razones del por qué tanto empeño por el control de un territorio tan pequeño y las consecuencias que tuvo y tiene para la región en general y para estos dos países del sudeste asiático en particular.
Palabras clave: Vietnam, Camboya, guerra fría, Asia oriental, ONU, política internacional.
ANÁLISIS
Los de Vietnam y Camboya fueron dos conflictos bélicos que, lejos de presentarse como aislados o casuales, respondieron a la dinámica internacional en la que se embarcó el mundo durante la llamada “guerra fría”. Por tanto, no pueden ser entendidos en su totalidad sin comprender las reglas de juego en materia de política internacional que establecieron a nivel global la URSS y EEUU; a los que habría que sumar China, un poco más tardíamente, de cara a la región de Asia oriental. Efectivamente, el conflicto en la extinta Indochina se inició cuando, acabada la Segunda Guerra Mundial, las dos grandes potencias decidieron prestar su apoyo a las fuerzas anticoloniales que, en el caso de Vietnam, se enfrentaban a Francia.
El por qué de este proceder debemos buscarlo tanto en la necesidad de aliados por parte de las fuerzas independentistas, como en los deseos que ambos gigantes tenían de extender su zona de influencia ocupando, de forma menos perceptible, el vacío dejado por los imperios europeos, exhaustos y desprestigiados tras la guerra bajo acusaciones tales como su incapacidad para haber frenado el imperialismo japonés. Es con este fin con el que se proclamaron las llamadas doctrina Truman y Jdanov: a partir de ahora no se trataba de colonizar países, hecho que ya era a todas luces inaceptable e insostenible, sino de prestarles ayuda para su (supuestamente) libre desarrollo económico y político, así como mostrarse como garantes de su libertad. Y es que, en el fondo, la mayor divergencia entre el discurso soviético y el estadounidense era a quién se presentaba como el enemigo que pretendía oprimir a los demás en su propio beneficio.
Observando el mapa de la alineación de los países en torno a un bloque u otro comprendemos la importancia estratégica, más allá de factores económicos, que un Vietnam, ya libre de su metrópolis, presentaba para las dos potencias tras el estancamiento al que se llegó en la península de Corea (y también en Europa): para los estadounidenses podía suponer el crear un cerco al comunismo (soviético y ya por entonces chino) desde el noreste (Corea del sur y Japón), el este (Taiwán) y el sur (como habría sido el caso de la propia Vietnam), a la vez que se mitigaba la inoperancia de sus aliados regionales con una Corea del sur conteniendo al norte, un Taiwán cuya acción habría supuesto la intervención China y un Japón que, en caso de actuar, habría llevado al rechazo de toda la región. Se frenaba también con ello el “efecto contagio” expuesto por Truman, que cobró sentido cuando a la “caída” de Saigón le siguió la de Camboya y que podría haber llevado a una inmensa masa continental pro-comunista desde Alemania del este hasta las puertas de Japón, con el consiguiente refuerzo para el resto de movimientos comunistas internacionales.
Para los soviéticos suponía, por tanto, una cuestión vital de cara a extender su modelo político a nivel internacional, incluso frente a China, y frenar el “expansionismo americano”. Rusos y estadounidenses jugaban, pues, una partida de ajedrez con la ONU como telón de fondo y desde la comodidad que suponía el verse alejados del tan temido enfrentamiento directo. Y como muestra de lo que podía suponer ganar Vietnam, el número de muertes: EEUU sufrió aquí más bajas que en toda la campaña del Pacífico durante la primera mitad de los años 40.
Esta tendencia bipolar se vio afectada, sin embargo, en los años 60 con el distanciamiento sino-ruso y el posterior acercamiento de China y los EEUU culminado en 1972. Sin menospreciar el resto de factores, este acercamiento tal vez favoreció la retirada estadounidense tres años después, y en cualquier caso dio entrada a un nuevo actor en juego que no estaba dispuesto a permitir la hegemonía soviética en la región, aunque para ello tuviera que frenar las hostilidades con el abanderado del capitalismo. Era necesario, por tanto, contrarrestar la victoria del Vietnam comunista (aliado soviético), y el escenario elegido fue la vecina Camboya. Así, los chinos proporcionaron cobertura a los partidarios de Pol Pot, y esto, sin duda, supuso el espaldarazo definitivo a la decisión que, por conflictos fronterizos, tomaría Vietnam más adelante de acabar con los jemeres rojos, puesto que contarían con el beneplácito soviético. Camboya se convirtió con ello en la región que más padeció el “juego” internacional, ya que con anterioridad tampoco se había librado de ataques norteamericanos en su lucha contra el Vietcong. Y por si esto no fuera suficiente, en los años 80 la política internacional dio un nuevo giro hacia el entendimiento y la distensión, provocando que Camboya fuese abandonada por todos en un conflicto que no acabaría definitivamente hasta 1992, precisamente caído ya el bloque comunista
Nos encontramos así con una región que no sólo soportó durante décadas enfrentamientos en clave nacional potenciados por aquellos que decían defender su integridad, sino que sufrió, probablemente como ninguna otra zona, la bipolaridad internacional y la ruptura del bloque comunista; y todo ello dentro de un contexto altamente contradictorio donde la URSS y EEUU decían enfrentarse por la defensa de los pueblos mientras aplastaban a sus enemigos, y donde China denunciaba la teoría de la coexistencia pacífica para acabar acercándose a los Estados Unidos más que el Kremlin.
Los efectos no pudieron ser más devastadores en términos tanto económicos como demográficos e incluso psicológicos, y aún hoy se dejan sentir enormemente, ya que, entre otras cosas, evitaron que Vietnam y Camboya pudieran subirse a la “ola” y disfrutar del despegue económico de casi todos sus vecinos. Amén de otros factores, muy discutidos en su momento, como era el tener que condicionar la política interna y externa a los deseos de uno u otro aliado (estableciéndose las más de las veces regímenes autoritarios prácticamente hasta el día de hoy) y de la tensión e incertidumbre que debió generar esta situación, ya que la guerra podría haberse extendido a más países. O lo que es lo mismo: la guerra fría se dejó sentir en el sudeste asiático tanto por la acción directa de las potencias (al apoyar conflictos) como por la indirecta (debido a lo mucho que condicionaba su simple existencia), e incluso en su ausencia, ya que la región está sufriendo un proceso de reajuste en todos los frentes y buscando nuevos líderes tras la retirada de sus “paraguas”.
II. BIBLIOGRAFÍA