Nuris Avila Saint Felix (CV) RESUMEN El artículo hace referencia a la necesidad de lograr niveles cada vez más reales de integración social de las personas con discapacidades. Se presenta la concepción de la autora en torno a la manera en que la sociedad puede contribuir, a la participación activa de esas personas en las distintas esferas de la vida social. Se trata de incidir en la sensibilización de todos aquellos que comparten espacios de interacción social con ellas, para facilitarles el acceso a una mejor calidad de vida, con la plenitud de los derechos que las leyes sociales les han conferido.
mfornaris@ucp.sc.rimed.cu
INTRODUCCIÓN
Desde el surgimiento de la humanidad se advierte la existencia de personas con particularidades específicas en el desarrollo de su personalidad, razón que le imprime un sello peculiar a sus vidas al limitarles, entorpecerles o dificultarles un desempeño activo y protagónico en las diversas ramas de la actividad humana; y a partir de lo , se crea una distancia socio-comunicativa en el marco de las relaciones sociales, que, cuando no tiene lugar un correcto tratamiento por los miembros de la sociedad, suelen aparecer en ellas una amalgama de emociones y sentimientos negativos que pueden lacerar su estado emocional y tener una profunda incidencia en la manifestación de daños en su autoestima. A estas personas a quienes la madre naturaleza y/o la influencia inconsecuente de la sociedad les entorpece su actividad social se les ha tildado, entre otras maneras, de “discapacitadas”
La existencia de un defecto, discapacidad o alteración en el desarrollo humano ha sido entendida por muchos como razón de primer orden para no permitirles el acceso a una mejor calidad de vida. ¿A qué apelar entonces, al milagro divino que logre su sanación, o a la voluntad, la conciencia y el humanitarismo de los hombres? ¿A ambos? ¿Qué hacer mientras algunos esperan la llegada de ese divino milagro o el cambio de actitud de la sociedad? ¿Será más conveniente sentarse a lamentar, llorar, profanar, culparse o culpar a otros, sentir remordimientos, pesimismo, negación o lástima? Tal vez las personas con discapacidades no agradezcan tanto que sientan eso, como el acto de fe que se tenga para con ellas al verlas y considerarlas como ser social, cuya condición humana le asiste el derecho a formar parte de la sociedad bajo todos los principios que proclamen la igualdad entre los hombres.
Muchas son las fórmulas que se buscan en distintos escenarios socio-políticos, algunas son el reflejo de la buena voluntad basada en concepciones humanistas que fomentan pasos de avances en la atención a esas personas, mientras otras, son la evidencia de una voluntad sustentada en la muestra de una imagen ideal que se aleja de una obra verdaderamente humanitaria, pero en fin, alcanzar la meta de lograr la integración cada vez más real de las personas con discapacidades es incompatible con fórmulas deshumanizantes. La sociedad en su conjunto no debe cejar en el empeño de acercarlas a una vida más plena, placentera y de calidad, que coloque en el reverso lo no logrado aún, para trazar nuevos caminos en los que las personas con discapacidades transiten con seguridad, dignidad y felicidad.
En las líneas de este artículo podrás encontrar la interpretación que da su autora a la manera en que la sociedad puede contribuir con vehemencia a que las personas con discapacidades sientan cada vez más el apoyo social en su empeño por ser aceptadas y respetadas por los demás miembros de la sociedad. Diverso es el mundo, como diversos son los miembros de la sociedad que en él habitan, y por ende, diversos han sido los caminos transitados en la búsqueda de su integración social. Sin embargo aún se advierte un divorcio entre las intenciones y las acciones; y una larga distancia entre la persona con discapacidad y las posibilidades de integrarse a su sociedad. Es por ello que jamás serán suficientes las intenciones y los esfuerzos si estos no se hacen acompañar del respeto real a los derechos conferidos.
Se ha querido compartir estas reflexiones como parte de nuestro empeño por regalar un poco de felicidad y seguridad a quienes la vida les confiere el grado supremo de “ser humano con características especiales”.
DESARROLLO
Es imposible ignorar que algunos miembros de la sociedad se han preocupado, y ocupado de la atención social y especializada a las personas con discapacidades. Se han realizado disímiles estudios que muestran que a la sociedad no le es ajena la presencia de personas con discapacidades; y que más allá de sumirlas en el olvido, se empeñan en reconocer cuánto valor humano encierran en una personalidad que suele no tener mucha similitud a las peculiaridades de la generalidad de los miembros de la sociedad, o a lo acostumbrado a ver como “normal”, pero que esconden su grandeza tras una frágil imagen que muchas veces suele calcularse su valor muy por debajo de su verdadera dimensión personal y social.
Han sido abiertos espacios físico- geográficos, espirituales, políticos, etc para la materialización de la integración social. Unas veces por interés institucional, otras por anhelos familiares, en ocasiones como parte de proyectos de vida de las personas con discapacidades que han sabido convertir su discapacidad en un reto para crecer y hacer valer sus virtudes. Desde cualquiera de esas intenciones, la razón es la misma: Respetar sus derechos a la vida en sociedad.
¿ Cómo continuar contribuyendo a la integración cada vez más real a la sociedad de quienes han dejado al descubierto sus sueños para que, entre todos, le ayudemos a convertirlos en realidades ?
Les sugerimos poner en práctica esta fórmula humanitarista, que tanto bienestar proporciona a las personas con discapacidades.
El Humanitarismoes la manifestación de la sensibilidad, la espiritualidad de los seres humanos. Es la capacidad del hombre de sentir compasión por los males que aquejan a otros hombres, y de emprender acciones que fomenten la solución de los problemas sociales en aras del bien del género humano.
La comprensión es la expresión de la capacidad que se tiene para entender que los miembros de la sociedad son diversos y; por tanto, si no pueden hacer las cosas de su mismo modo, no es de humano contribuir a su infelicidad haciéndoles sentir inferiores. Apóyeles, colabóreles, sea cortés; y, contribuya con sus buenas acciones a hacerlos sentirse y ser parte de una sociedad que es de todos por naturaleza y derecho propio.
El Respeto es el acto humano en el que se manifiesta afecto de una persona a otra, es decir, es la expresión de cortesía con los demás, conservando las normas morales que prescriben un trato afable, de aceptación de lo diverso, de comunicación dialógica, de comprensión y consentimiento de algo sin aprobarlo ( tolerancia).
La Solidaridad es la manifestación de la capacidad de unir coherentemente actitud y acción humanitaria en función de compartir todo aquello que causa bienestar y placer, con quienes demandan necesidades afectivas, materiales, etc. sin que medie condición que coloque en situación de desventaja a quien recibe el apoyo o la colaboración.
El amor es la expresión suprema de una sensibilidad solo comparable con el infinito. Amar a los demás es una manifestación de cuánto se ama a sí mismo, es una manera de expresar que el existir, es reflejo de la existencia de los otros. Quien sea capaz de sentirse feliz amando a quienes esperan más que riquezas económicas o materiales, el tesoro de la bondad espiritual, podrá decir que es un ser social digno de formar parte de una sociedad justa.
La voluntad política : Desde una perspectiva optimista- humanitarista, es vista como la facultad que mueve a los que tienen el poder político a hacer algo correcto, noble y bondadoso por su pueblo. Es el reflejo del empeño por construir una sociedad más justa y humanitaria, de aquellos a quienes la sociedad ha confiado su progreso y entregado su futuro. Es la expresión de la disposición, de las personas a quienes la sociedad les ha conferido determinada jerarquía, para la materialización de cambios que revolucionen favorablemente su calidad de vida. Entre los disímiles cambios, la sociedad está reclamando una mejor actitud y respeto hacia las personas con discapacidades.
La Educación es la trasmisión generacional de la cultura de los pueblos, en la que tiene lugar la dirección y desarrollo de facultades tanto morales como intelectuales, que promueven el comportamiento civilizado de los miembros de la sociedad. Por lo tanto, la educación ha de verse como el arte de lograr que las personas asuman una actitud responsable ante su propio desarrollo y el de su sociedad.
Cultura de diversidad es la expresión del nivel de desarrollo alcanzado por la sociedad en el caudal de conocimientos en torno a la variedad tanto del hombre como de la naturaleza que le rodea y de su pensamiento; el conjunto de la producción literaria que versa sobre la atención a lo diverso en el marco de las relaciones sociales; así como en las doctrinas de las acciones humanas, etc. que favorecen la atención y respeto a los seres humanos, independientemente de las peculiaridades de su desarrollo. Es el saber popular unido al saber científico que da paso al respeto y comprensión de lo diferente.
La conjugación armónica de cada uno de esos componentes presentes en la fórmula depende en gran medida de una de las acciones sociales más importantes, la de educar a la población, a la sociedad en general para el ejercicio del respeto a la diversidad en el más amplio sentido de la palabra. Dirigir la educación hacia una cultura de atención a la diversidad no es tarea fácil, pero sí útil, noble y necesaria. De ahí que se ha convertido en un imperativo de los nuevos tiempos la labor de profesionales de la Educación Especial, los que tienen entre sus funciones, el trabajo para el alcance y fortalecimiento de la cultura de la diversidad en los miembros de la sociedad.
En los Pedagogos de Educación Especial, la instrucción, educación, ética y estética, necesidades, motivaciones e intereses sociales, amor, sensibilidad, optimismo y paciencia, convergen en un todo armonioso, donde, con toda seguridad, triunfa siempre “la obra tenaz de lo tierno”, como expresara José Martí, el gran maestro de maestros, cubano.
No hay palabra por hermosa y elocuente que sea, que encierre en sí el significado de la labor de estos especialistas para que el proceso de integración social de las personas con discapacidades fluya eficientemente conduciéndolo al éxito, aún cuando subsisten algunas barreras mentales, económicas y arquitectónicas que dificulten su trabajo.
Dada la importancia social que se le concede a esos especialistas se profundizó en el estudio de la significación que tiene ser parte de esa misión que requiere de buena voluntad. Si alguien preguntara, qué se siente al ser Pedagogo de Educación Especial, sin vacilaciones se diría: infinito orgullo, enorme satisfacción espiritual, placer ilimitado porque lo que se hace tiene una incidencia especial en el mejoramiento humano.
Al referirse al valor social de la labor del pedagogo de Educación Especial, son muchos los adjetivos que suelen emplearse como por ejemplo: necesaria, importante, instructiva, educativa, conmovedora, útil, difícil, tenaz, altruista, vivificante, creadora, etc. Pero la autora de este libro ha preferido resumirla como: Labor Suprema de Infinita Bondad y Eterna Gratitud; pues, jamás podrá ser ejercida con dignidad, por quienes no tengan un corazón en el que reine la supremacía del sentimiento de los hombres “el Amor” al ser humano, a lo diverso, al bien común; y, “por ende, el amor a sí mismo, sabiéndose constructor de sueños y renovador de esperanzas.
La Educación Especial comprende todos aquellos ámbitos del contexto social que existen en el universo para consolidar la unidad del saber, el querer y el poder hacer obras en las que enseñanza, educación, corrección y compensación, emergen como conceptos básicos que sustentan el quehacer pedagógico en el más amplio sentido de la palabra para propiciar bienestar y salud a las personas con discapacidades.
La familia y la sociedad han encontrado en la Educación Especial espacios ideales para el crecimiento humano, no sólo de las personas con discapacidades; sino de todos los que de alguna manera interactúan en ella, directa o indirectamente; y, eso es posible dada la labor de los especialistas de esta rama de la ciencia pedagógica.
Sus profesionales consideran que prescindir de la Educación Especial en Cuba, significaría:
El significado que se le concede a la labor del especialista de la Educación Especial aparece a continuación en la siguiente expresión poética:
Trabajar en Educación Especial Es…
Por eso se considera que convertirse en especialista de la educación es una manera excelente de contribuir al logro de una integración social más real de las personas con discapacidades.
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA