Yamilka del Carmen Infante Mesa RESUMEN
El siguiente trabajo parte de un análisis de la historia de la industria
azucarera, fundamentalmente la desarrollada en la zona oriental y
específicamente en la región de Camagüey. Antiguamente la parte más al sur
pertenecía a la provincia camagüeyana. En la zona que ocupaba el central
Francisco y sus colonias aledañas se asentó un gran número de personas las que
posteriormente constituirían lo que hoy ocupa al municipio Amancio. Esta
investigación tiene como objetivo fundamental demostrar, a través de un estudio
desde un enfoque histórico social, el devenir histórico que hubo a raíz del
surgiendo del central Francisco y sus colonias en Amancio. Este será continuado
más adelante, ya que inicialmente se ha hecho un estudio de lo que comenzó
siendo el central Francisco y sus colonias, además de la importancia que tiene
conocer esto para el desarrollo de la región.
yamilkaim@ult.edu.cu
INTRODUCCIÓN
Este trabajo aborda el caso particular del Central Francisco, como un ejemplo del fenómeno de penetración, demostrando la incidencia de la industria azucarera en la conformación de redes, espacios urbanos y la influencia del medio ambiente.
Los monopolios norteamericanos aprovechando el resultado de la primera guerra imperialista, caen con sus garras sobre los recursos económicos de Cuba. Los decretos emitidos por el gobierno de ocupación norteamericana priorizan estos apetitos monopolistas y se inicia una gran inversión de capital en toda rama de nuestra economía.
El desarrollo azucarero de nuestro municipio fue el fruto de esa apetencia imperial, que unido al desarrollo industrial de esa forma fueron creando condiciones para el nacimiento del centro urbano diferente y los asentamientos en la zona rural, así como la población del poblado costero de Guayabal. Como parte del desarrollo de la historia del país se producen acontecimientos de lucha popular en contra de la explotación a que eran sometidos los campesinos y obreros de la zona.
Es destacable la importancia que va a experimentar el fomento de la gran industria azucarera en la formación de la región histórica analizaremos, al permitir la creación de nuevos lazos de carácter económico y social.
Este trabajo aborda las diferentes etapas del desarrollo de esta industria en el municipio Amancio Rodríguez y cómo esta es la clave del desarrollo socioeconómico de nuestro municipio.
Nuestra industria azucarera encierra una historia de sufrimiento, porque fue un instrumento de progreso, pero también un instrumento de explotación fue fuente principal de los ingresos del país a lo largo de la historia republicana y también fuente principal de las injusticias contra nuestro país.
La penetración norteamericana en la zona centro oriental estuvo muy vinculada en la industria azucarera, favorecido entre otras causas por la depreciación de la tierra una vez concluida la guerra del 95, que dejó desbastados los campos y agotadas las posibilidades del empleo que allí existían, con lo que cualquier nueva empresa que se acometiera podía resultar más barata, no solo por la inversión que en ella se hiciera, sino también por la posibilidad de emplear la mano de obra existente pagándole muy bajo salario.
Existían algunas características en la región que propiciaría el desarrollo de la industria azucarera. La presencia de un terreno predominante llano susceptible de ser cubierto por extensos cañaverales. La fertilidad de esas tierras anteriormente poco empleadas en la agricultura, la cercanía al mar por donde embarcar el azúcar. Todo lo cual fue muy tenido en cuenta por los norteamericanos.
La zona sur de Camagüey fue uno de los espacios escogidos por los norteamericanos para desarrollar sus intereses y fomentar con esto la producción azucarera, acontecimiento que trajo aparejado cambios en la vida económica, social y fundamentalmente en las estructuras y distribución territorial de la población.
MATERIALES Y MÉTODOS
Para la siguiente investigación fue necesaria la utilización de diferentes materiales y métodos fundamentales para llevar a cabo la misma. Los utilizados en la investigación están basados en el siguiente marco teórico metodológico:
Problema científico: ¿Qué demuestra el devenir histórico que hubo a raíz del surgiendo del central Francisco y sus colonias en Amancio?
Objeto: La industria azucarera cubana a partir del siglo XX.
Campo: El antiguo central Francisco y sus colonias.
Hipótesis: Con un estudio presentado desde un enfoque histórico social se demuestra el devenir histórico que hubo a raíz del surgiendo del central Francisco y sus colonias en Amancio.
Objetivo: Demostrar, a través de un estudio desde un enfoque histórico social, el devenir histórico que hubo a raíz del surgiendo del central Francisco y sus colonias en Amancio.
Los métodos utilizados en la investigación fueron:
El histórico lógico: expresa el movimiento del pensamiento del devenir histórico de un proceso a sus momentos cumbres y mas representativos y el estudio del proceso histórico de los hechos, fenómenos y acontecimientos en sus múltiples interrelaciones. Con este se hizo un estudio de la trayectoria histórica y real del surgimiento del Central Francisco y la creación de sus colonias en su etapa inicial. Además de ver el desarrollo de la industria azucarera en este territorio.
Se trabajó además con el método análisis síntesis para ver las partes del todo, en este caso el desarrollo de la industria azucarera en el territorio y realizar entonces la combinación de estas partes y descubrir la relación entre este desarrollo y el surgimiento del central Francisco y sus colonias.
Se utilizó el método inducción deducción. La inducción consiste en ir de los casos particulares a la generalización y la deducción, en ir de lo general a lo particular. El proceso deductivo no es suficiente por sí mismo para explicar el conocimiento. Es útil principalmente para la lógica y las matemáticas, donde los conocimientos de las ciencias pueden aceptarse como verdaderos por definición. Algo similar ocurre con la inducción, que solamente puede utilizarse cuando a partir de la validez del enunciado particular se puede demostrar el valor de verdad del enunciado general. La combinación de ambos métodos significa la aplicación de la deducción en la elaboración de hipótesis, y la aplicación de la inducción en los hallazgos. Inducción y deducción tienen mayor objetividad cuando son consideradas como probabilísticas.
Los métodos empíricos utilizados fueron: observación, encuesta, entrevista.
La observación es una de las principales vías para la obtención de nuevos conocimientos. Esta permitió conocer que la mayoría de las personas, jóvenes o no del municipio, desconocen total o parcialmente, la historia de este central y el surgimiento de las colonias que lo rodean.
La entrevista nos permitió conocer de personas que vivieron en los primeros años del surgimiento del central y cómo se desarrollo la industria azucarera en este municipio. Además se entrevistaron personalidades como el historiador del municipio quien nos dio mucha información y el estado actual en que se encuentra el conocimiento acerca de este territorio por parte de las personas que viven aquí.
La encuesta no permitió conocer más a fondo el estado actual ya que las persona se abrieron más a la hora de dar respuestas a preguntas tales como: cuándo comenzó a moler este central, quién fue dueño, cuántas colonias surgieron y di el nombre de algunas de ellas, entre otros aspectos de interés.
DESARROLLO
Mientras se cerraba el período bélico de 1895-1898 en Cuba la administración norteamericana continuaba estructurando su programa para desarrollar una nueva etapa expansionista buscando soluciones que garantizaran la penetración de sus capitales en distintas regiones de la Isla. Por lo que durante los últimos años del siglo XIX y los primeros de la República Neocolonial, las principales inversiones directas de los norteamericanos se realizaron en la industria azucarera.
Es este el punto de partida para la construcción de centrales, algunos de ellos gigantescos para su época, particularmente en Camagüey y Oriente. En estas provincias, los efectos de la guerra habían creado las condiciones propicias, por el estado de abandono en que se encontraban, posibilitando que los capitales norteamericanos pudieran apropiarse de enormes extensiones de tierra que provocarían de cierto modo controversias y disputas con distintos colonos que se dedicarían en un principio al cultivo de la caña.
El territorio de lo que hoy es el municipio de Amancio, en aquel entonces pertenecía a la provincia de Camagüey, no quedó ajeno ala penetración del capital norteamericano que usurpó y propició conflictos con los colonos.
Esta historia comienza cuando a fines del siglo XIX, específicamente en 1890 Salvador Cisneros Betancourt le vende a la familia Rionda y Polledo, empresarios azucareros de Hato Viejo, colindante con la finca Sevilla la vieja al norte, Con el Mar Caribe al sur, con la finca Yáquimo al oeste y con la fina Buenaventura al este, que sus dueños serían los primeros en establecer demandas contra la compañía The Francisco Sugar Company por el robo y la no aplicación correcta de los deslindes o límites que tenían cada finca unas con otras.
Todo el litigio entre Tomás Fortunez y la Co. Francisco Sugar se agudizaron a partir del año 1905, cuando dicha compañía empieza a usurpar terrenos colindantes al lugar donde se había construido el central (Hato Viejo). Sin embargo existen pruebas irrefutables que atestiguan la reciprocidad de los límites de las haciendas de Buenaventura y Hato Viejo que data de 1890 cuando los dueños de ambas haciendas se reunieron en Camagüey para fijar de una manera definitiva los límites de ambas haciendas. A pesar de conocer los documentos legales sobre los límites o deslindes de la Finca Buenaventura no cesaron su empeño de arrebatarles a los Fortunez sus tierras. Tal situación se produjo cuando un miembro de la familia Fortunez fue a ver al señor Higinio para cerrar el asunto del deslinde en $5000.00; pero el señor Higinio no quiso cerrarlo sin antes consultarlo con Manuel Rionda que desde los Estados Unidos está guiando el proceso.
Podemos señalar que a toda costa los empresarios de la compañía Francisco Sugar estaban dispuestos a arrebatarles a los Fortunez las tierras y los beneficios que se extraen de ellas. Los Fortunez conociendo que tenían armas lo suficientemente legales no dejaron que el caso se quedara en manos de la compañía, ya que esta utilizó documentos y planos que habían sido elaborados en beneficios propios. A pesar de ello Tomás Fortunez alude que no estaba con la línea dividente entre Hato Viejo y Buenaventura que mostraban en tales documentos y que su padre nunca estuvo de acuerdo con tales argumentos. Teniendo los Fortunez en sus manos todos los datos suficientes sobre el caso, justifica la inconformidad de cómo se maneja el asunto.
Los empresarios de la compañía no conformes con los argumentos de los Fortunez utilizan como mecanismo para apropiarse de las tierras de estos de cualquier forma y dedicarlo al cultivo de la caña, a través del arrendamiento que sería un total de 304 caballerías de tierras y que las mismas se pagarían sólo por las tierras plantadas de caña.
En 1902 se echaron a andar los molinos por primera vez. La mano de obra empleada vino de Haití, Jamaica y de regiones próximas como Trinidad y Manzanillo. También se contaron libaneses, gallegos y chinos. Los inmigrantes trajeron, junto con las ganas de hacer dinero a montones, costumbres y tradiciones que quedaron fundidas en una rica transculturación.
Para el trabajo de la industria y en el corte se necesitaba abundante mano de obra, esta era escasa en las zonas aledañas al ingenio, por lo que fue necesario a inicios del siglo XX la utilización de manos de obra emigrante, instándose en lugares cercanos la central, entre ellos se encontraban personas precedentes de la antigua provincia de Oriente, de Manzanillo, de Pilón, Niquero, Camagüey y las Villas, en especial de Trinidad, contribuyendo a la formación de los asentamientos poblacionales y los bateyes en la colonia del central.
Estas colonias se dedicaban al cultivo, corte y suministro de caña al central entre ellos tenemos : Los Ciegos, La Lomita, La América, Las Marías, Sitio Viejo, La Aurora, El Manguito, Charco Piedra, Sevilla, El Uno, La Fe, Las 27, Ana Luisa, en total 59 colonias.
Dentro de estas colonias se establecieron los inmigrantes como fuerza de trabajo. Los antillanos procedentes fundamentalmente de Haití y Jamaica se contaron un número mayor y de otras islas del Caribe de habla inglesa. La gran mayoría arribó a Cuba durante la segunda década del siglo XX, específicamente entre 1913 y 1920, estos braseros venían en busca de mejores condiciones de trabajo y de vida, siendo aprovechados por los dueños del Francisco que adquirieron sustanciales ganancias.
Las colonias cañeras aportaban más del 50% de la cuota de materia prima para el central, posibilitándole introducir mejores variedades de caña para lograr el rendimiento. Dentro de las introducidas se encontraban la caña criolla, la Mayagüez, la colchón de paja serpentina y dura, la cristalina, la medialuna, la paj-2878 y la co-290.
El corte y el alza en los campos se realizaba a mano, posteriormente los bultos se trasladaban a los cañaverales a las grúas mecánicas a través de carretas tiradas por bueyes, luego se transportaban hasta el central mediante los carros de acero. Para el cultivo de la caña en las colonias se empleaba el azadón como medio fundamental, el arado tirado por bueyes y en menor medida los tractores Diesel Cietrocm, con arado de tres discos y gradas de 26 discos, al igual que los tractores I.H.C con arados Camagüey-Especial.
Las extensas jornadas laborales, apoyadas en los bajísimos salarios que oscilan entre 0.20centavos y $4.00 en correspondencia con la labor que se desempeñara, los jornales y salarios eran pagados en vales y ficha que sustituían la moneda oficial en las colonias.
Con la danza de los millones las colonias fueron creciendo progresivamente hasta llegar a 39 en el año de 1916La empresa llegó a poseer ganancias de hasta 38 millones de pesos. Contando con más de 743 colonos, los cuales estaban agrupados en tres grupos: aquellos que sembraban cañas en tierra propia (A); los que sembraban en terreno de la Compañía (B) y los arrendatarios de otras personas o de una sucesión determinada (C). Tal clasificación era hecha a los efectos de la ley de la liquidación de las cañas que se realizaba al final de cada zafra y en la siguiente forma: a los colonos agrupados en vales eran pagadas las cañas en base de 6 arrobas de azúcar por cada cien de cada entregada al central y por igual cantidad aportada al ingenio; los clasificados en B y C recibían el pago de estas sobre 5 y media arroba de azúcar solamente.
Durante la colonia se establecieron importantes nexos con otras regiones que venían a proveerse tales como el pescado, los que se mantuvieron también durante este nuevo siglo, pero ahora dados, fundamentalmente por el movimiento de personas de empleos, así como por las necesidades de mano de obra para el azúcar y las conexiones que propiciaba el ferrocarril, las condiciones particulares del Francisco caracterizada por una gran escala y para el transporte por ferrocarril.
Ante la favorable coyuntura creada por la necesidad de la fuerza de trabajo muchos obreros de Manzanillo, Media Luna, el Oriente del país, Camagüey y Trinidad emigraron y se establecieron en el territorio, muchos de ellos definitivamente para formar nuevos asentamientos cañeros.
A través del puerto se establecieron vínculos e intercambios a diferentes escalas, lo que se evidenció en los intercambios comerciales de productos como carne, cuero, miel, cera y otros, aunque es el azúcar el producto de mayor demanda por ejemplo, Guáimaro se abastecía de carne en grandes cantidades para cumplimentar las demandas de la población.
Los cambios en la infraestructura le dan una significativa importancia, que lo hace en todos los órdenes llegando a igualarse a Santa Cruz del Sur y tener una población considerable si la comparamos con otras regiones de la misma provincia de Camagüey.
Uno de los grupos monopolistas que en el período de ocupación norteamericana se introdujo del país fue el de la familia Rionda. Estos deciden construir en la zona sureste de la provincia de Camagüey el coloso azucarero Francisco, se selecciona para su ubicación el área del fondo de la finca ¨Hato Viejo¨ a 16 Km. de Guayabal.
Fue escogido este lugar por ser una zona despoblada, llana, formada por cientos de caballerías de monte firme y suelos muy fértiles. Su construcción comenzó a finales de 1899, siendo sus propietarios los hermanos Manuel y Francisco Rionda y rigió como copropietario un norteamericano. Esto fue financiado por la compañía Francisco Sugar Company, perteneciendo al grupo monopolista Czarnikov Rionda, siendo principalmente norteamericano los capitales invertidos en los primeros años de su construcción y funcionamiento. La fuerza de trabajo fundamental proviene de las provincias de Las Villas y Oriente. Entre 1903-1920 se incorpora una gran cantidad de braceros antillanos: haitianos, jamaicanos y de otras islas de habla inglesa del Caribe.
En su estructura organizativa el poder de decisión lo tenía el administrador, representante de la compañía en Nueva York o de la Sucursales La Habana. Siempre de nacionalidad norteamericana y que por lo general decidía sobre las cuestiones propias del poblado. Influía directamente sobre tal guardia rural, los órganos de justicia y el resto de las autoridades políticas.
Existía un segundo que no era necesariamente norteamericano que dirigía la actividad burocrática de la empresa y llevaba a efecto las disposiciones del administrador. A continuación se encontraba una serie de funcionarios que representaban como responsable de los diferentes departamentos o áreas y respondían por estos ante el administrador. Los jefes de áreas recibían buenos salarios y eran personas con calificación escogida por el administrador.
El Francisco presentaba una plantilla aproximada de 1156 trabajadores contratados por la compañía. Esta cifra podía variar de acuerdo a la zafra y a las necesidades del central, la totalidad de los obreros eran hombres, para las mujeres estaba prohibido el trabajo en el mismo y solo 10 de ellas eran contratadas para trabajar como cocineras.
La escolaridad era muy baja entre los trabajadores por lo general. Los obreros entraban como aprendices y en la medida que realizaban las tareas diarias adquirían el conocimiento práctico sin una base teórica. Los obreros agrícolas eran analfabetos o semianalfabetos y laboraban en un conjunto de colonias en tierras pertenecientes a la compañía o en otras de campesinos ricos que se fueron formando a medida que se iba incrementando la capacidad de producción del nuevo ingenio.
Las zafras duraban de 50 a 60 días y la jornada laboral en el central era de 12 horas diarias en dos turnos de trabajo; los obreros agrícolas trabajaban generalmente de 12 a 16 horas en las tareas de corte y transportación. En la década de 1930, después del llamado Gobierno de los Cien Días, se estableció la jornada laboral de 8 horas, implantándose en el central tres turnos de 600 trabajadores aproximadamente. Esta disposición, resultado de la lucha obrera, fue violada en reiteradas ocasiones. Esta organización se mantenía solo el tiempo de zafra ya que le llamado ª Tiempo Muerto ª la plantilla se reducía quedando solamente los encargados de efectuar reparaciones. Antes de la edificación del central se había construido un muelle en el puerto de Guayabal con una línea férrea que los comunicaba. Por ahí entró la mano de obra que laboró en el montaje de los grandes equipos y maquinarias llegadas del extranjero.
El central comenzó a funcionar el 10 de diciembre de 1902. La materia prima procedía de las diferentes colonias. El 55% de los colonos se encontraban en las tierras de la compañía y un 45% de los colonos en tierras propias o arrendadas. La caña que llegaba al batey era un 76% por ferrocarril y el resto por camiones y carretas. Los obreros agrícolas en las colonias recibían un pago miserable y por lo general lo realizaban en fichas o vales, con los cuales los colonos obligaban al obrero a adquirir las mercancías al precio que el propio colono fijaba en la bodega.
En el central, a los estibadores, se les pagaba por la jornada de 12 horas ($203.00), a los carretilleros mucho menos ($2.00 o menos) y en los demás departamentos del central los salarios eran dos o tres veces inferiores. La mayoría de los trabajadores dependían de la producción de azúcar con tres o cuatro meses a lo sumo de trabajo por lo que dependían del crédito empleador de la compañía azucarera y los garroteros.
La producción principal del coloso era la azúcar cruda, aunque se debe destacar las varias líneas de producción secundarias derivadas de la caña de azúcar. Contaba con una destilería cuya capacidad de producción diaria era de 16 mil galones de alcohol absoluto, una fábrica de levadura que trabajaba en conjunto con la destilería para producir alimentos destinados al ganado y aves, además de la producción de mieles invertidas de alta calidad. En la década de 1950 se construye la fábrica Primadera para fabricar madera artificial o cartón de bagazo.
El proceso inversionista en la industria azucarera propicia el desarrollo de diferentes asentamientos en el batey del central, el muelle de Guayabal y las colonias cañeras. Ya en 1915, mediante el decreto presidencial se legalizaban las plantas eléctricas para uso exclusivo del alumbrado y otras aplicaciones de los bateyes y de la finca.
Se produce un proceso de construcción principalmente en el batey del central como la escuela primaria (hoy Enrique José Varona), el correo, la librería, la barbería, las casas antiguas de las calles A y B, otras construcciones de mampostería de las calles D y E de la avenida de Los Cocos. La Iglesia, el cuartel de la guardia rural (actual ESBU Cap. San Luis). Alrededor del batey del central se desarrollaron varios asentamientos como: Los Mangos, La Aurora, las Estancias, en los mismos vivían la mayoría de los trabajadores del central.
Inspirados en los reclamos de la clase obrera que sacudieron a Cuba en la primera mitad del siglo pasado, los pobladores de aquella región no permanecieron impasibles. Hacia 1917, los trabajadores del "Francisco" se suman a la huelga de los azucareros de Camagüey, unidos ya a los villareños, para exigir una jornada laboral de ocho horas y aumento de salarios.
Durante el período de la neocolonia la zona del Francisco y sus colonias fueron escenario de las luchas sindicales y campesinas contra la explotación imperialista destacándose en esta etapa la labor de los mártires Amancio Rodríguez Herrero Y José Oviedo Chacón, el desalojo de Las Maboas y el paso de las Columnas invasoras de Camilo y Che.
CONCLUSIONES
Con esta investigación se pudo constatar que la compañía Francisco Sugar Company se instaló en la zona y desde entonces comenzó a expandir sus fronteras territoriales utilizando todo tipo de medios, como la compra.
Todo esto posibilitó inconformidad y desconfianza por parte de los colonos que se asentaron alrededor del central. Estas inconformidades desembocaron en litigios judiciales que tenían como fin de defender intereses personales y por parte de la compañía aumentar el volumen de tierra para el cultivo de la caña y que todos los terrenos fueran propiedad de una sola persona: la empresa monopolista azucarera para establecer una cuenta fija de pago sobre el suministro de caña al central.
El territorio analizado presenta peculiaridades propias que le permiten la dominación norteamericana a la región iniciada a finales del siglo XIX con las inversiones en la rama azucarera, lo que traerá aparejado cambios en la vida económica y social fundamentalmente en la estructura y distribución territorial de la población a raíz del desarrollo de la economía azucarera.
Dentro de los factores de gran influencia en las transformaciones operadas se encuentran la introducción del ferrocarril y la creación de toda infraestructura económica a través de la cual se estructura la vida de las colonias cañeras la cual influye en el crecimiento de la población.
La economía descansa en la agricultura cañera que a través del gran latifundio cañero tiene a su cargo la explotación de gran cantidad de caballerías de tierra aprovechando las posibilidades del suelo. Esto a su vez trajo consecuencias negativas para el medio ambiente al ser eliminados una gran cantidad de bosques para su cultivo.
El desarrollo de las comunicaciones permitió un amplio intercambio a diferentes escalas territoriales, siendo la más importante la que se establece por el movimiento de personas en busca de empleo, que con el ferrocarril y las carreteras, se dinamizan.
BIBLIOGRAFÍA
1. ACEBO MEIRELES, WALDO (1991) Apuntes para una metodología de la enseñanza de la historia local en su vinculación con la historia patria .__ La Habana : Pueblo y Educación.
2. ÁLVAREZ DE ZAYAS, RITA MARINA (1990) El desarrollo de las habilidades en la enseñanza de la Historia .__ La Habana : Pueblo y Educación.
3. ÁLVAREZ ESTÉVEZ, ROLANDO. Azúcar e inmigración. 1900-1940. _ La Habana: Ed. Ciencias Sociales, 1998.BENÍTEZ A, JOSÉ. Las Antillas. Colonización, Azúcar e Imperialismo. _La Habana: Ed. Casa de las Américas, 1997.
4. AMARO, LEONOR (1992) La enseñanza de la Historia en Cuba. Una reflexión necesaria .__ En Nuestra Historia Revista historiográfica No. 2 enero-junio, Caracas.
5. CARPENTIER, ALEJO. La cultura de los pueblos que habitan en la tierra del Mar Caribe. __ En Anales del Caribe. __ 1929 - 206. __ La Habana, 1981.
6. CAUSIDO, SILVA. Encuentro de dos mundos.__ p 23 a 28.__ En OCLAE.__ Año 24, No. 7. La El adolescente cubano: Aproximación al estudio de su personalidad.__ La Habana: Ed. Pueblo y Educación, 1995.
7. MI PATRIA Y MI PROVINCIA / Equipo Provincial de Investigaciones Históricas del Comité Provincial del Partido.-- Camagüey. [s.e], 1992.
8. REYEZ GONZALEZ, JOSE IGNACIO. La historia familiar y comunitaria como vía para el aprendizaje de la historia nacional y de la vinculación del alumno de Secundaria Básica con su contexto social._ Tesis en opción al título de Doctor en Didáctica de la Historia._Las tunas, 1999.
9. SEGREO RICARDO, RIGOBERTO. América y Europa: encuentro de dos mundos. —La Habana: Ed. Pueblo y Educación, 1991.
10. VALDES BERNAL, SERGIO. Lengua nacional e identidad.__ La Habana: Ed. Ciencias Sociales, 1998.
|