Yalenys Cruz Batista (CV)
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El desarrollo de proyectos, es hoy un rasgo que confiere expresión e identidad, al carácter social que el proceso cultural cubano despliega por todo el país. Se trata de procesos que transforman realidades y que vale mucho conocer y valorar. Por eso, una brevísima referencia no pudiera caracterizar tan rico y variado fenómeno.
Varios autores han hecho referencia a ellos en sus obras, por ejemplo, la autora Elena Socarrás se refiere:
Un conjunto articulado y coherente de actividades orientadas a alcanzar uno o varios objetivos seguidos por una metodología definida, para lo cual precisa de un equipo de personas idóneas, así como de otros recursos cuantificados en forma de presupuesto, que prevé el logro de determinados resultados sin contravenir las normas y buenas prácticas establecidas, y cuya programación en el tiempo responde a un cronograma con una duración limitada. (2004:182).
Se puede argüir que el éxito de todo proyecto depende en gran medida de un instrumental metodológico que haga posible satisfacer los objetivos propuestos. Sin embargo con solo estas herramientas no es suficiente, se requiere de un grupo de personas comprometidas en la transformación y la gestión del mismo.
La importancia y necesidad de la elaboración de los proyectos se manifiesta en que ellos constituyen instrumentos fundamentales de planificación, por los lo que son expresión de la relación dialéctica entre los aspectos, objetivos y subjetivos.
Según plantean las doctoras Caridad Frutos y Alicia Martínez Tena, en su libro, Una propuesta metodológica para le elaboración de programas y proyectos, estos:
“…permiten satisfacer de forma coherente, dinámica y progresiva las necesidades de la población, provocando con ella un cambio de la actitud de las personas y al mismo tiempo hace posible medir de manera gradual, cómo se va operando ese cambio. Contribuye a utilizar de forma organizada y eficaz todo el potencial existente, tanto humano como material. Influyen en el logro de una mayor eficacia en la capacitación del sujeto formador de la cultura. Ayuda a establecer mejores relaciones entre todas aquellas organizaciones, instituciones, que inciden directamente en la satisfacción de las necesidades de la población. (Matos; 2002: 31).
También es válido destacar que un proyecto es expresión de la extraordinaria riqueza y complejidad de la vida social. Por lo que constituye además un elemento articulador del autodesarrollo, ya que a través de la interacción de los individuos y su realidad, tiene lugar un proceso de cambio, que influye no solo en el medio, sino también en el comportamiento de los individuos, renaciendo los sentimientos de pertenencia e identidad y el desarrollo de la actividad cognoscitiva.
Los proyectos fomentan la participación dinámica desatando acciones en las que los implicados, se ven como protagonistas y responsables de su proyecto individual. En la participación se conjugan los procesos motivacionales - afectivos; los cognitivos y formativos, y las posibilidades reales de llevarlas a cabo. La conjugación de estos elementos fomenta el encuentro de los investigadores consigo mismo.
Para el autor Juan Carlos Osorio el proyecto es:
“…un conjunto de propuestas de soluciones a situaciones que existen en la realidad socio – cultural. Son los que permiten hacer operativos los planes y programas, permiten pasar de los deseos a las realidades. Está constituido por un conjunto de actividades que se realizan de manera coordinada para lograr objetivos y metas en un tiempo determinado. Es el medio a través del cual una unidad administrativa es capaz de materializar algún aspecto específico del programa o solucionar una problemática en una comunidad. (2001:20).
Los proyectos serán entonces aquella materialización directa de las líneas programáticas en acciones, actividades o tareas que involucran un diagnóstico, planificación, implementación, ejecución y evaluación de determinadas ideas que generan un impacto. Asimismo, implica el promover un espacio de interacción entre los diversos actores sociales, desde su identidad e individualidad, influyendo en el medio y generando estados de mejores condiciones para su desarrollo.
Esteban Constante Bonnané, en su tesis en opción al título académico de master en Desarrollo Cultural Comunitario, expone:
La aplicación de los proyectos constituye un fenómeno humanista, es una expresión socio – cultural llena de desafíos prácticos y teóricos, que conllevan a una rápida transformación destinada a solucionar los problemas. Además trata de resolver las problemáticas actuales y busca los métodos, procedimientos metodológicos y los instrumentos que permitan favorecer el ejercicio y los intereses en función de elevarlo a un plano superior. Para la aplicación de los proyectos es necesario enfrentarse a desafíos grandes en el orden conceptual como es la solución de los problemas sociales y culturales. (2002: 24)
Desde este punto de vista los proyectos constituyen una herramienta válida y facilitadora para concretar ideas y objetivos. Su desarrollo es un continuo aprendizaje, lo que implica una constancia en el trabajo y una entrega permanente en la acción transformadora.
Por su parte Cristina González Rifá considera que:
Un proyecto… surge como respuesta a la concepción de una "idea" que busca la solución de un problema. Es una ruta para el logro de conocimiento específico en una determinada área o situación en particular, a través de la recolección y el análisis de datos. Permite el acceso del pueblo a la cultura, como un instrumento rector de nuestra política cultural, constituyendo esto un factor determinante para el logro de una verdadera participación (2002:32).
Esto hace pensar en los proyectos como fuente insustituible de vida e inspiración, es un punto de referencia para defender la identidad cultural, acción indispensable para la formación de la personalidad con derecho a su cultura, a la riqueza y diversidad de los elementos que forman parte del patrimonio.
En correspondencia con estas ideas, Ercilia Lugo Angulo expone:
Otro aspecto de importancia es la participación de los actores involucrados, por lo que, desde un principio hay que dibujarse el cuadro de actores, donde se especifiquen los roles y las responsabilidades que tienen cada uno de ellos con el proyecto. La participación no debe entender o limitar a una sencilla consulta a los beneficiarios sobre sus necesidades y sobre los problemas que se identificaron, se trata de propiciar un verdadero proceso participativo, donde los diferentes actores estén presente, se involucren, ofrezcan criterios, opiniones y decidan con sus criterios qué, cómo cuándo, dónde se debe actuar. La participación conduce a un proceso de aprendizaje colectivo, propósito y de actuar comprometidamente. (2002:35)
Para que un grupo de personas pueda llevar a cabo un proyecto es necesario partir del análisis objetivo y subjetivo del contexto donde se va a intervenir, lo cual presupone una caracterización socioeconómica, política y sociocultural del territorio. Debe tenerse bien claro para qué se quiere realizar el proyecto, las transformaciones que propone, ya sean físicas, infraestructurales o espirituales, o sea, qué impacto se desea provocar y quiénes serán los beneficiarios.
La Dra. Rosa María Lam Díaz en el artículo Metodología para la confección de un proyecto de investigación social (7), expresa:
“…En nuestro país mediante resolución emitida por el CITMA se ha denominado proyecto al documento que recoge de manera pormenorizada la organización que se ha dado a la indagación y la forma en que se ejecutará la misma, por lo que representa una guía para los investigadores durante el desarrollo del trabajo. Sirve para controlar el desarrollo del proceso según las diferentes etapas que se establezcan. Por lo tanto, debe contener suficiente información para permitir a otros evaluar su posibilidad de realización con los presupuestos humanos, técnicos y financieros establecidos”.
De esta manera es apreciado el proyecto como unidad básica del proceso investigativo lo que se demuestra con sus tres funciones principales:
1. Constituye una guía de trabajo: el investigador necesita del proyecto porque la investigación requiere de acciones sistemáticas, conscientes, uniformes, que no deben quedar sujetas a la memoria o al libre albedrío del que las realiza.
2. Garantiza la continuidad de la investigación ante cualquier eventualidad: el proyecto es un documento detallado sobre qué se investiga, por qué y sobre todo cómo. De esta forma, garantiza que la investigación no se detenga si por cualquier eventualidad el investigador (o grupo de investigadores) responsable no pudiera continuar haciéndose cargo de la misma.
3. Carácter organizativo o administrativo: la actividad de investigación en nuestro país se realiza en un marco institucional. Las autoridades dirigentes de la institución tienen el deber de controlar y evaluar esta actividad. Para la coordinación y regulación de las actividades científicas tanto en los hospitales como en los institutos de investigación existe el consejo o comisión científica, cuya función es la de evaluar los proyectos de investigaciones y recomendar su aprobación o modificación.
En relación a las clasificaciones, la autora expone las designadas por el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) órgano rector de la actividad científica en Cuba.
1. Básicos o de creación científica, aplicados o de desarrollo tecnológico, de innovación tecnológica, servicios científicos y tecnológicos, etc.
2. Básicos o de creación científica: encaminado a la búsqueda de nuevos conocimientos fundamentales dentro del universo de salud, sin perseguir de antemano ninguna aplicación o uso particular del proceso.
3. Aplicada o de desarrollo tecnológico: aplicación práctica de la investigación básica. Tiene un propósito definido y se dirige a la solución de una necesidad percibida o un problema de salud existente.
4. Investigación y desarrollo (I+D): combinación de la investigación de creación científica y de desarrollo tecnológico, que conduce a un nuevo proceso o producto y por extensión a su realización a escala comercial.
5. Evaluación de tecnología: encaminada a examinar las consecuencias sociales más amplias de la introducción de una tecnología nueva, la ampliación o extensión de una tecnología existente o la repercusión de una tecnología de uso no evaluada previamente.
6. Asimilación de una tecnología: incorporación a la práctica diaria del uso de una tecnología no empleada antes en la provincia o país.
7. Según tipo de estudio: exploratorios, descriptivos (transversales y longitudinales), no
8. experimentales (observacionales y analíticos), y experimentales (ensayos clínicos).
9. Según programas: nacionales, ramales, territoriales y proyectos no asociados con programas.
Las mismas muestran el alcance de los proyectos de investigación en las diversas ramas de la estructura social. Por lo tanto se puede afirmar que tienen carácter estratégico para el desarrollo científico - económico pues aportan nuevos conocimientos que contribuyen a la formación y capacitación profesional y técnico así como a elevar la productividad, encaminada a la obtención de nuevos productos.
Para la formulación de un proyecto de investigación es de gran utilidad tener en cuenta las siguientes cuestiones planteadas por Ezequiel Ander Egg (8):
1. ¿Que se requiere hacer? – naturaleza del proyecto.
2. ¿Por qué se quiere hacer? – origen y fundamento.
3. ¿Para qué se quiere hacer? – objetivos.
4. ¿Cuándo se quiere hacer? – metas.
5. ¿Dónde se quiere hacer? – localización física.
6. ¿Cómo se quiere hacer? – actividades, tareas a realizar, metodología, ubicación en el tiempo.
7. Quienes lo van a hacer – R.Humanos.
8. ¿Con qué lo van hacer? – R. Materiales.
R. Financieros. (Osorio; 2001: 22)
Estos elementos de manera general contribuirán a que el proceso se desarrolle de manera lógica y organizada, estableciéndose una relación estrecha entre cada una de sus etapas o fases de organización. De este modo el colectivo de investigadores puede definir los procedimientos, las técnicas, actividades y demás estrategias, que guiadas por la Metodología Social permitan resolver la problemática que persiste.
La autora Teresa Díaz en su tesis en opción al título de Master en Desarrollo Cultural comunitario expone los principios fundamentales a tener en cuenta para la aplicación de los proyectos. Estos son:
1. Principio de la objetividad.
2. Principio del dinamismo.
3. Principio de la interrelación de los fenómenos.
4. Principio del análisis histórico concreto.
Estos principios constituyen exigencia derivada de la dialéctica materialista, como métodos del conocimiento de la realidad. El principio de la objetividad implica caracterizar teniendo en cuenta todos los factores; presupone además, tener en consideración en el análisis de la realidad, la influencia recíproca de los materiales de vida, ya que permiten fundamentar la importancia y necesidad de los proyectos como expresión de lo consciente en la transformación de la realidad social.
Por otro lado el principio del dinamismo exige concebir a la realidad objeto de transformación en movimiento, tomar en consideración su estado actual en relación con su origen y desarrollo. Esto es de vital importancia para la determinación de los objetivos y acciones en los proyectos, pues expresan tanto la orientación concreta del desarrollo, como vías y medios para alcanzar el estado futuro; permite además, analizar la realidad en su carácter contradictorio, las acciones previstas en los proyectos, deben entenderse como soluciones parciales a las contradicciones presentes en el entorno social, lo que genera nuevas acciones para su solución.
El principio de la interrelación de los fenómenos considera como un sistema los objetivos y acciones para emprender los diferentes problemas y presupone además, el trabajo mancomunado de las diversas organizaciones e instituciones para garantizar el carácter integrador de la labor.
El principio del análisis histórico concreto tiene marcada significación en la aplicación de la política cultural en los momentos actuales, por cuanto los proyectos son la expresión de la necesidad ya madura de concretar esa política en cada territorio o vertiente de la cultura. De relevante importancia resulta la caracterización concreta del territorio, zona o comunidad, para no olvidar los problemas más acuciantes que enfrentan para lograr con mayor eficacia la elaboración de los proyectos.
De manera que la posibilidad del crecimiento del papel regulador de la cultura en nuestra vida social depende de que en los proyectos culturales esté contenida una adecuada interrelación entre los problemas culturales y el estado de todas las esferas de la vida social.
Estas ideas recogen con gran amplitud aspectos esenciales a tener en cuenta para la instrumentación de los proyectos. Conocer estos principios y saberlos aplicar, propician que se gesten cambios significativos, no solo en el entorno sino también en sus miembros. También constituyen exponentes de la atención a las necesidades cognoscitivas en función de estimular y desarrollar los procesos participativos de las masas en la cultura, lo que responde al cumplimiento de la política cultural cubana.
Por lo que se concluye que los proyectos constituyen un conjunto de acciones dinámicas y coordinadas que representan el camino a seguir, para la satisfacción de los objetivos trazados durante el proceso investigativo. Son instrumentos fundamentales que propician transformaciones y cambios en la realidad social, destinados a solucionar las necesidades planteadas. Están conformados por etapas cuya lógica interna permite la creación de condiciones materiales y subjetivas, para el progreso de las diversas esferas de la sociedad. A través de su implementación son generados eventos en los que sus protagonistas desarrollan un conjunto de habilidades que contribuyen a su preparación y al surgimiento de nuevos conocimientos.
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