Nelson Fiol Santos Resumen
Cuando apareció el Homo Sapiens hace milenios, ya nuestro planeta había sufrido
innumerables cambios geológicos en su evolución, por tanto el hombre tuvo la
imperiosa necesidad de adaptarse al medio circundante para sobrevivir, utilizar
los dones de la propia naturaleza a su favor e incluso modificarlos para
garantizar su supervivencia, primero en entornos hostiles y luego para
satisfacer otros aspectos superfluos en interés de su propio bienestar. Por
tanto el propio hombre en su constante desarrollo ha sido el protagonista de las
circunstancias actuales en que existe un peligro latente que amenaza con la
especie humana. Naturales o no, la continua incidencia de los desastres y sus
secuelas constituyen un factor determinante en el mundo actual, donde todos,
débiles y poderosos sufren las consecuencias. Si los fenómenos físicos de la
naturaleza siguen siendo un acicate de la humanidad, parte de esta propia
humanidad genera también desastres, si tenemos en cuenta que los grandes
recursos destinados al desarrollo científico están encaminados precisamente a la
creación de medios cada vez más avanzados de amplia dominación e incidencia en
toda actividad humana, cuyo primer objetivo está dirigido a su utilización con
fines de guerra y luego a satisfacer o no a determinadas actividades del hombre.
Las ciencias han dejado de ser soluciones de bienestar para convertirse en
instrumento para el comercio de la guerra que sirve de apoyo a la economía de
los poderosos. En nuestros días, no se vislumbran paliativos a esta situación,
al contrario, la propia comunidad internacional bajo diferentes argumentos se
hace eco y propicia con burdos y frágiles argumentos, sembrar la muerte y la
destrucción en cualquier lugar, obviando u omitiendo concientemente lo
primordial: la vida. “la guerra es uno de los fenómenos sociales más regulares
en la historia humana, y es la actividad a la que la humanidad ha dedicado sus
mejores esfuerzos, creatividad y entusiasmo”.(1)
Palabras claves: Desastres Naturales, Desastres, Guerras, Humanidad.
ABSTRACT:
When we analized the "Natural disasters”. The term “natural” has consequently
been disputed because the events simply are not hazards or disasters without
human involvement. This paper provides a brief analysis of the causes and
effects of disasters affecting mankind. Although it has been treated and studied
sociology today faces a major challenge as to emphasize the essence of the
sociopolitical and economic factors that impact on reducing the effects of
disasters that cause physical events and actions of man himself into a
facilitator. Today every indication that war is a natural phenomenon.
nelsonfiol@infomed.sld.cu
Introducción.
Hoy en día, aunque se pronostica con basamentos científicos las consecuencias de los desastres y el deterioro ambiental en nuestro mundo, surgen muchos elementos objetivos que limitan las posibilidades de recuperar o detener los índices adversos que inciden en el bienestar de la humanidad.
Nos referimos en particular a la gran diversidad de los seres que habitan nuestro planeta, diversidad que se manifiesta a su vez en la variedad de etnias, de culturas, de costumbres, de regiones, de características metereológicas o climáticas, pero sobre todo, las diferencias socio-económicas que separan diametralmente a unos y otros hombres de cualquier lugar habitable.
Un vistazo simple a las estadísticas, nos impone, que de los miles de millones de habitantes que habitan en la Tierra, un amplio porcentaje, casi la tercera parte, supervive penosamente por la falta de recursos necesarios para la subsistencia, mientras el menor por ciento goza de los innumerables adelantos de la ciencia y la tecnología, alejados de las miserias y necesidades más elementales, por tanto, sin mucho análisis se llega al criterio de que los pobres del mundo son los más afectados. ¿Es cierta tal aseveración?, quizás no. Los recientes fenómenos acaecidos en Japón demuestran que las secuelas de los desastres afectan a toda la humanidad, independientemente de su estatus socioeconómico y de otras particularidades. Unos podrán recuperarse en un corto lapso de tiempo, otros tendrán que esperar por el socorro, pero todos son víctimas de las inclemencias de los desastres.
Cuando se analizan los aspectos sociológicos de los desastres, surgen muchas interrogantes en relación a los fenómenos causantes de las catástrofes. A lo denominado natural se suman las circunstancias determinadas por factores políticos que originan las guerras y su gran incidencia como factor generador de muertes y catástrofes a la humanidad. Cuando se compara a la guerra con el comercio: “La guerra no pertenece al campo de las artes o de las ciencias, sino al de la existencia social. Es un conflicto de grandes intereses, resuelto mediante derramamientos de sangre, y solamente en esto se diferencia de otros conflictos.(2).
Desarrollo.
En la actualidad, los daños producidos por los desastres, ocasionan la muerte de aproximadamente un millón de personas y la pérdida de sus hogares a otros millones en cada decenio. Tanto la naturaleza como la capacidad autodestructiva creada por la propia humanidad han unido sus fuerzas devastadoras para propiciar eventos catastróficos en el pasado y presente siglo.
Es cierto que el desarrollo actual y el progreso acelerado de la tecnología a permitido notables avances en el conocimiento y la prevención de los fenómenos naturales que afectan el planeta, así como, la elevada capacidad de registrar e investigar todo tipo de acontecimientos, e incluso pronosticarlos para garantizar la alertas correspondientes. Muchos de los desastres acaecidos han alcanzado intensidades catastróficas con un saldo innumerable de pérdidas de vidas, que en muchos casos ha cambiado la geografía de varios territorios e incluso afectar los parámetros geofísicos del planeta, que aunque imperceptibles no dejan de apreciarse.
Todos los seres humanos son vulnerables a los desastres, incluso los habitantes de países desarrollados, que a pesar de sufrir cuantiosos daños económicos en términos absolutos, no es comparable con los países subdesarrollados que en términos relativos son los más afectados, en primer término por la falta de recursos para recuperarse y en segundo lugar por las pérdidas directas de sus limitados bienes, sin la posibilidad de acceder a ellos nuevamente. Un ejemplo palpable fuñé el desastre ocasionado por el huracán “Katrina”, Aquí estamos ante el problema de la fuerza humana aplicada al manejo del Estado y del poder político para organizar la sociedad en beneficio de la población, lo que nos conduce a una sociología política aplicada a un evento fortuito (huracán, terremoto, etc.) de carácter natural pero previsible en sus efectos y espacios de incidencia. Si la “guerra preventiva” que practica hoy Estados Unidos utiliza la lógica de la predicción, que además es un elemento fundamental del conocimiento científico(3) (Mario Bunge), sería incomprensible que para el Katrina no haya operado la misma lógica,
De igual forma, las muertes por desastres son más numerosas y frecuentes en los países sub-desarrollados. Si apreciamos por ejemplo a Japón, se producen un promedio de 63 víctimas anuales a causa de desastres, aspecto que recién se ha modificado en el año 2011 al elevarse sustancialmente el número de víctimas, sin embargo, en Perú, con riesgos similares y con solo una sexta parte de la población de Japón, el promedio de muertes es de 2900. (4).
Un criterio acertado se refiere a que en la práctica no existe una relación adecuada entre los desastres y los procesos de desarrollo y son frecuentemente el precio que paga la humanidad por ignorar las prácticas sostenibles desde el punto de vista ambiental, por tanto, el aumento de la vulnerabilidad puede atribuirse a dos factores muy relacionados: La degradación del medio ambiente y las concentraciones poblacionales incontrolables motivadas por la emigración interna en casi todos los países. También influye decisivamente la omisión de las normas constructivas más elementales y los asentamientos en lugares expuestos a peligros de inundaciones, deslaves, mareas, sequías, erupciones volcánicas y otros. De lo anterior se deduce la necesidad de abordar de forma integral la reducción de los efectos de los desastres conjuntamente con los problemas de desarrollo, ya que los desastres forman parte importante del ciclo de pobreza. La pobreza provoca desastres y a su vez los desastres agravan la pobreza. Lo expuesto aborda un elemento que podemos denominar “Concientización”, o sea, aceptar la realidad del peligro y actuar integralmente para reducir la secuela de los desastres.
Otro factor importante a tener en cuenta se refiere al “Compromiso”, casi inexistente para garantizar la reducción de desastres, los logros científico-técnicos no son suficientes para prevenirlos, se requiere además de la voluntad política para crear las condiciones favorables que limiten los factores de riesgo y luego no tener que apelar al auxilio urgente de los dannificados o esperar por el socorro de la ayuda internacional, que puede llegar demasiado tarde.
Un elemento importante se refiere a la “Recuperación”. Además de la prestación de auxilio, la comunidad internacional ya se manifiesta en cuanto a la continuidad del socorro de emergencia y el desarrollo. En tal sentido, no debemos considerar algunas medidas de socorro como el caso de Haití, donde el primer auxilio fue la ocupación militar de ese país, más falto de alimentos y atención sanitaria que de armas. Ello significa la percepción real de que en la rehabilitación posterior a los desastres, influye decisivamente la acción política, y se requiere además, tener presente el desarrollo a mediano y largo plazo, por cuanto se considera que las acciones planificadas para la reducción de los efectos de los desastres, son más rentables y prácticas que las grandes operaciones posteriores que no pueden rehacer los daños, ni salvar las vidas que pudieron sobrevivir en caso de haberse tomado medidas preventivas. Tampoco contar confiadamente con el aporte internacional, ya que refiriéndose al propio Haití, todavía no ha llegado a ese país ni la tercera parte del apoyo financiero prometido.
¿Estamos preparados para enfrentar los peligros de los desastres?, realmente no. En primer término el hombre lucha por su existencia, ese solo hecho determina que muchos aspectos de nuestra vida continuarán atentando contra el entorno, sobre todo en las sociedades más desarrolladas, donde no existe una conciencia formada en el cuidado de la naturaleza, donde solo unos pocos avizoran el futuro bastante incierto. Más allá de las necesidades perentorias, tratamos de acomodarnos a lo no sustancial, continuamos extrayendo de las entrañas de la tierra los recursos energéticos, que a su vez constituyen la base del desarrollo, somos por tanto responsables del agotamiento de estas fuentes y la acumulación de los desechos y emanaciones contaminantes que abren brechas en la atmósfera que nos cubre y protege. Por tanto, todos o casi todos, la mayoría de la población mundial es protagonista de la debacle que se avecina y nos hace vulnerables.
Por otra parte, existen seres que aún desconocen o tienen todavía una visión alejada o ajena a las grandes urbes, esa parte del mundo, donde todavía comparten la naturaleza como medio de subsistencia, que obtienen de ella lo mínimo imprescindible, que nunca se han alumbrado utilizando la electricidad, que jamás han empleado unas gotas de petróleo para obtener energía, aquellos que no tienen la más mínima idea de la televisión, de celulares o de Internet, esos son las principales víctimas del derroche y la agresión de la que somos responsables innegablemente.
Las cifras alarmantes de los que padecen de hambruna, las guerras innecesarias e impuestas bajo los manidos argumentos de lucha contra el terrorismo, fachada insolente y reiterada para acceder a nuevas fuentes de energía por las grandes potencias, ávidas de mantener un estatus hegemónico, desconociendo las penurias de la parte del mundo que se está extinguiendo no solo por hambre, sino por las enfermedades muchas veces introducidas como arma sutil de una guerra genocida no declarada, muchas veces más letales que las bombas nucleares y que en plazo no muy lejano hará desaparecer a millones de personas de la faz de la tierra, dejando como secuela la pérdida de la identidad y de la historia de una buena parte de la humanidad en aras del bienestar del mundo desarrollado, cuyo final fatídico no los excluye de igual forma. Lo anterior, quiérase o no, constituye un desastre aún mayor que los desastres físicos de la naturaleza, son fenómenos que provienen directa o indirectamente de la acción del hombre ávido de la existencia superflua, individualista, egoísta e incapaz de mirar a su entorno, sin siquiera observar más allá de sus intereses desmedidos de lucro. Son realidades inobjetables, solo que en el cotidiano pensar y actuar de la humanidad, solo aquellos que tienen la dicha de sufragar sus necesidades elementales, pueden detenerse por un momento a interiorizar las ideas y valores relacionados con el mundo circundante, porque los que padecen solo se encomiendan a los designios del supremo creador y detenidos en la estrechez de la supervivencia, no pueden, ni son capaces de reaccionar ante las inclemencias de una vida que solo les depara calamidades.
¿Acaso los desastres actuales son tan casuales?, sencillamente no. El presente es solo resultado del pasado. El cambio climático y sus secuelas es un resultado, es una consecuencia real y objetiva del deterioro de la naturaleza. Desgraciadamente las sociedades desarrolladas se percatan de la situación cuando la propia naturaleza se ensaña y no discrimina entre los que la favorecen o la agreden y cae con toda su furia en cualquier lugar, en cualquier circunstancia, sobre ricos y pobres, donde perecen miles y miles de seres humanos, ya sean turistas adinerados o hambrientos habitantes somalíes, o cuando tiembla la tierra sepultando todo, derrumbando todo, haciendo morir todo vestigio de vida y dejando la huella funesta de las enfermedades, o expuestos al peligro de la contaminación mortífera de los generadores electronucleares. Estos desastres que ocurren a menudo nos alertan, son llamados a detenernos en nuestro quehacer y reflexionar. El hombre continúa siendo enemigo del hombre. El siglo XXI de nuestra Era no difiere de las concepciones lejanas de Atila o del Gengis Khan, la guerra sigue siendo el método idóneo para la conquista y la esclavitud modificada a nuestros tiempos, acorde a los intereses más espúreos y genocidas causantes de mayores desastres que los que genera la propia naturaleza. Detener tales amenazas no es solo un llamado de atención individual, sino el clamor de la humanidad en aras de alejar los criterios de que la salud del planeta es eterna y no está expuesto al deterioro que acerque su final, no pensar en el hoy ni en el mañana, pensar en el futuro de nuestros descendientes que merecen vivir en el mundo que pese a sus sinsabores, nos brinda todavía del bienestar y la belleza dada al hombre para su disfrute.
Conclusiones.
Los desastres naturales, a pesar de la calificación de "naturales", tienen muchos elementos de participación humana. En tal sentido, es preciso distinguir entre tres conceptos: evento físico, es un fenómeno natural que, de hecho, si no afecta a los seres humanos, es un fenómeno que no se considera como peligro natural. Peligro natural es un fenómeno natural que puede ocurrir en áreas pobladas o con infraestructuras que pueden ser dañadas. Desastre natural, es el resultado o consecuencias de un peligro natural que provoca un número inapreciable de muertes o daños a propiedades. Por tanto, los fenómenos naturales no constituyen en sí un peligro, ni causan desastres.
Los seres humanos pueden hacer muy poco o casi nada para cambiar la incidencia o intensidad de la mayoría de los eventos físicos naturales, pero en cambio, se pueden tomar seguridades para que los eventos naturales no se conviertan en desastres debido a sus propias acciones y omisiones. Las guerras, sin embargo, si se pueden limitar, detener o utópicamente abolir, y en consecuencia, cambiar el inmenso costo de las armas de destrucción por recursos para el desarrollo humano y su supervivencia. Es un reto a la humanidad.
Referencia Bibliográfica:
(1). Sociología de la Guerra. Flabián NIEVAS 26 | ISSN 1696-2079
(2). Karl von Clausewitz. El General prusiano, “De la Guerra”
(3). Mario Bunge, 2009: Filosofía política. Solidaridad, cooperación y Democracia Integral.
Barcelona: Editorial Gedisa.
(4). José Ramos Bosmediano. Rebelión 30-08-2007.
Consultas Bibliográficas:
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Manual de Investigación de Desastres, editado por H. Rodríguez, Quarantelli EL, y Dynes RR. New York: Springer Nueva York: Springer
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Understanding Quick Response Research.” Pp. Comprendiendo la investigación de respuesta rápida ". Págs. 15-48 in Beyond September 11: Más allá de 15 a 48 en 11 de septiembre:
Week 12 – Discovering “New” Disasters: Terrorism, Global Warming, Nuclear War and Genocide Semana 12 - El descubrimiento de "nuevos" desastres: el terrorismo, el calentamiento global, la guerra nuclear y el genocidio
Ms.C. Nelson Fiol Santos. Profesor Asistente, Universidad de Ciencias Médicas “Dr. Enrique Cabrera”, La Habana, 1939, Pedagogo, Especialista en Protección Civil, Organización de Servicios de Salud y de Medicina de Desastres.
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