Joel Eduardo Torres (CV)
jtorres@usb.ve
Resumen
En este trabajo tiene como finalidad realizar un análisis crítico de la teoría de la declinación de las ideologías propuesta por Seymour Martin Lipset, para lograr este cometido se realizó una ubicación teórica de la postura del autor desde el punto de vista de la teoría política y desde el punto de vista epistemológico. Luego se pasó a resumir los postulados de la teoría, de tal manera de destacar los aspectos más críticos de la propuesta y los aportes del enfoque a la teoría política y más concretamente a la sociología política. Luego se paso hacer un análisis de la teoría desde el punto de vista empírico con el enfoque positivista de Mario Bunge y desde el punto de vista racionalista con el enfoque cualitativo de Miguel Martínez. Llegando a las siguientes conclusiones: En cuanto a la evaluación de la teoría se puede afirmar que esta se considera una propuesta teórica a la ciencia política de alto valor, debido a los significativos aportes desde la perspectiva ideológica en la consecución de un modelo político que permita una nueva gerencia del Estado Democrático. Asimismo desde la perspectiva científica, brinda nuevos espacios, para encontrar causas y correlaciones entre las variables que están asociadas al hecho político y a lo ideológico.
Palabras Claves: Hombre Político; Ideologías; Estado Democrático; Teoría Política
Summary
This work has like a purpose to realize a critic analysis about the ideologies disappearance’s theory which was proposed by Seymour Martin Lipset, for getting this assignment it was realized a theoretical location about the author’s position from two points of view: the first one is based on the political theory and the second one is based on the epistemological subject. Therefore it was summarized The Postulate`s theory, in the way of emphasizing the more critical aspects about the proposal and the focus’s contributions to the political theory, specifically to the political sociology. Afterwards it was made a theory’s analysis from the empirical point of view with the Bunge positivist’s focus and from the rationalist point of view with the Martinez qualitative focus. Having the next conclusions: Taking into consideration the theory’s assessment it can affirm that this is judged as a theoretical proposal to the political science from a high value, due to the significant contributions from the ideological perspective on the political model attainment that allow a new administration of the Democratic State. Likewise from the scientific perspective, give new spaces for finding reasons and correlations between the variables that are associated to the political fact and the ideological.
Key words: Political Man; Ideologies; Democratic State; Political Theory.
Introducción
El presente trabajo tiene por finalidad presentar un análisis crítico de la Teoría de la Declinación de las Ideologías, de Seymour Martin Lipset, profesor de Ciencias Políticas y de Sociología de la Universidad de Stanford, publicada por primera vez en el año de 1959, en su libro El Hombre Político.
En primer lugar se hace una observación sobre la ubicación teórica de la obra desde el punto de vista epistemológico, en tal sentido se revisará su postura desde el ámbito de la teoría política para de esta forma determinar hacia dónde se dirige su contribución.
De seguida se hará un resumen del contenido de la teoría, los aspectos más importantes de la propuesta teórica, para luego ir con las conclusiones que el autor presenta a la consideración de los lectores.
Inmediatamente se introducirá un breve análisis crítico de la tesis propuesta por el autor, señalando su propósito, razones que sustentan su propuesta, las fallas que se encuentran a su propuesta y las objeciones que se le hacen. Tal análisis se apoyará en los criterios que tanto el enfoque cuantitativo y cualitativo de la ciencia ha brindado.
Es innegable que los sistemas políticos contemporáneos hoy en día, constituyen una fuente inagotable de datos para los científicos, psicólogos, sociólogos, antropólogos, economistas, historiadores, políticos, pues se han percatado que los procesos políticos deben ser abordados como un componente específico de las relaciones psicológicas y sociológicas más profundas. (Lipset 1987).
A título de conclusión, se expondrán los aportes que ha brindado esta teoría a la ciencia política y concretamente para la teoría política
Ubicación Teórica
Desde el punto de vista de la teoría política, la ubicación de la postura de Lipset como un enfoque teórico, es de no muy fácil encuadramiento, pero con una importancia innegable para la comprensión del hecho político. (Amoletto, 2007).
A partir del campo epistemológico, la obra del autor se ubica en la posición apriorista, es decir, que Lipset en cuanto a la teoría del conocimiento admite, como factor fundamental, que en el estudio del hecho político hay un abordaje previo desde el punto de vista racional, pues desde esta óptica se puede acceder al mundo de las concepciones previas producto del mundo de la razón, las cuales permitirán luego la posibilidad de encontrar aspectos que en la realidad política necesitan ser estudiados a la luz de la experiencia, vale decir desde el punto de vista empírico. (Bobbio y Matteucci, 1987)
Es por esta razón, que en la obra de Lipset se puede hallar una combinación original, de pormenores empíricos, puntos de vistas históricos y minuciosas reflexiones, que le permite a los estudiosos de la dinámica interna del proceso democrático o de las causas o efectos de la conducta política de las personas, encontrar en los aportes que el autor hace, una referencia de incalculable valor.
Lipset analiza esmeradamente los registros de votaciones y de sondeos públicos de opinión de todo el mundo, y explora las condiciones que le son básicas para la instauración y sustentación de la democracia como sistema político en países y organizaciones.
De igual manera estudia la correlación entre participación política y comportamiento electoral. En el mismo sentido se avoca a encontrar la génesis y el soporte que tienen actualmente las ideologías y las corrientes políticas tanto democráticas como antidemocráticas, para poder examinar las distintas manifestaciones de la lucha de clases propia de la izquierda marxista, la política izquierdista, expresiones de la inestabilidad política y el microcosmos político de las organizaciones sindicales.
Como se puede apreciar desde el punto de vista estrictamente epistemológico, en la obra de Lipset, hay una combinación entre racionalismo y empirismo; Y desde el punto de vista de las teorías políticas se localiza una combinación entre teorías normativas y empírico-analíticas, lo que hace muy dificultoso encuadrar a Lipset desde el ámbito de la teoría política.
Resumen de la Teoría de la Declinación de las Ideologías
El autor comienza planteando el propósito de su trabajo o meta, el cual es: Intentar contribuir a una comprensión de los Sistemas Políticos Democráticos (Lipset, 1987). Capítulos I y II). Tal tarea la asume mediante una discusión de diversos campos, a saber: por un lado las exigencias sociales de la democracia y, por el otro, los diversos tipos de conflictos políticos.
En cuanto al primer campo, (las exigencias sociales de la democracia), el autor plantea que las condiciones que estimulan la democracia han de ser estudiadas centrándose en los orígenes de la división como los de los consensos. En tal sentido afirma que cuando la división es legítima contribuye a integrar a las sociedades y las organizaciones.
Asimismo la relevancia que le dio Marx, a los sindicatos y a las organizaciones políticas, cuya base militante está constituida por la clase obrera, como factores aceleradores de las tensiones revolucionarias, no era cierta, era falsa, pues como queda demostrado en esos dos capítulos, son precisamente estas organizaciones sindicales y los partidos políticos obreros los que se hicieron fuerte como instituciones, consiguiendo representación política en las instancias de poder del Estado, por lo menos es la experiencia que reporta Lipset, en el análisis que hace de la política norteamericana, por lo tanto es difícil hallar una manera de desarticularse de la división política.
Por otro lado, las investigaciones revelan que es más seguro conseguir lealtad política de los miembros de un sindicato, que de las organizaciones más dictatoriales y aparentemente más unificadas.
En cuanto al segundo campo refiere el autor, que el consenso surge como resultado del conflicto básico, y sobre las normas de la tolerancia que una sociedad u organización acepta, requiriendo una continuidad del conflicto para poder sustentar la práctica del consenso.
De esta manera señala el autor que la aparición de las tendencias antidemocráticas, surgen de la división electoral que aparece en los países de tradición democrática, como los EEUU.
Otras causales de los diversos tipos de conflictos políticos son: las fuentes de la participación en la política, las bases de apoyo a los partidos políticos y de los sindicatos, tales afirmaciones son resultados de las situaciones y circunstancias de la política norteamericana, que fueron objetos de estudio de los trabajos de Lipset.
Todo lo anterior lleva directamente a la tesis central del autor: El Fin de las Ideologías. Para abordar esta tesis el autor comienza por tratar de resolver lo que él ha denominado el problema central: El equilibrio entre el conflicto y el consenso.
Por lo tanto Lipset plantea que la democracia a mitad del siglo XX se encuentra en la fase de la post política, donde las diferencias entre izquierda y derecha han desaparecido, hecho apreciable en el resultado que han tenido las luchas de los trabajadores organizados en sindicatos en los países desarrollados, ejemplo de ello, EEUU.
Esta luchas se traducen, dice Lipset, en el triunfo obtenido por los trabajadores de los países democráticos al lograr su ciudadanía completa, es decir, cuando estos trabajadores reclamaron el pleno derecho a participar y a ser objetos de los beneficios de las transformaciones sociales que se generaron y se generarían en las sociedades democráticas, producto de los avances de la industrialización.
De la misma manera que los trabajadores exigieron y lograron la participación social para obtener la ciudadanía completa, exigieron participar en la vida pública, por lo tanto plantearon participar en política para poder tener acceso a estructuras de poder y ser parte en la toma de decisiones.
Para sustentar su tesis Lipset comienza por estudiar la relación de Estado y Sociedad a partir de las tesis de Marx y Tocqueville como exponentes de la discusión entre lucha de clase y consenso. Para Marx lo central es el conflicto, por ser lo de mayor interés para la política, mientras que para Tocqueville, lo central es el consenso como elemento crítico dentro de su tesis, ya que sostenía que la democracia era sustentable en la medida que se mantenía un equilibrio entre conflicto y consenso.
Como se aprecia, para Marx en su modelo político el conflicto y el consenso no tienen posibilidades de coexistir y mucho menos de combinarse, esto es mutuamente excluyentes, ya que el conflicto y el absolutismo son eventos históricos trascendentes y relega al consenso, la armonía y la integración al futuro comunista o, en cierto modo, al pasado comunista.
Lo anterior significó según Marx el fin de la división del trabajo como fuente generadora del conflicto, por lo tanto es un elemento importante para comprender la época entre el comunismo primitivo y el éxito futuro de la dictadura del proletariado, cuya condición básica es la igualdad, lo que se resume en la eliminación de todos los factores sociales que propician las diferencias entre las personas.
De igual manera afirma que la división entre el campo y la ciudad es otra fuente para generar conflictos, la cual debe ser eliminada para lograr con éxito la instauración de una sociedad comunista. Concluyendo que es imposible el consenso en una sociedad estratificada dominada por una clase dominante y explotadora.
Lipset (1987), al referirse a la teoría de Marx afirma que este no admitió la solidaridad humana de la sociedad precomunista y, mucho menos, comprendió los mecanismos psicológicos mediante los cuales se disciplinan los intereses individuales. En definitiva recalca el autor, Marx no le da cabida a la democracia ya que no concibe que el conflicto y el consenso puedan coexistir, por centrarse en la concepción de dos sociedades mutuamente excluyentes (sociedad de conflicto y sociedad de armonía).
Por otro lado afirma Lipset, se encuentra la teoría de Tocqueville, quien en contraposición a Marx, propone la tesis del consenso y para esto se centra en los aspectos de la unidad social que permitan mantener el consenso y la división al mismo tiempo. Considera Tocqueville, que los poderes públicos pueden depender recíprocamente en momentos de tensión, al igual que dependen los partidos políticos. Tal característica es la base del consenso en una sociedad democrática.
La interpretación que Tocqueville hace de la sociedad moderna lo lleva a mantener que la pluralidad como sistema político, es la estructura fundamental de la democracia.
En una crítica a la teoría del conflicto de Marx, Tocqueville afirma que la desaparición de los conflictos, por parte de un Estado dominante y castrador, conllevaría a que el consenso fuese socavado por una sociedad de masas que en principio procuraría una apatía de la ciudadanía hacia la participación, trayendo como resultado la pérdida de significado de la política.
Para contrarrestar tal peligro dice Tocqueville, es necesario que las sociedades democráticas estimulen, desarrollen y consoliden dos instituciones de gobierno: por un lado los autogobiernos locales y las asociaciones voluntarias, de manera de garantizar tanto la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones y el ejercicio del consenso en la responsabilidad pública y, por otro lado, la participación organizada en pro de los intereses individuales, colectivos y la lucha por los derechos civiles.
No obstante Lipset va más a fondo para sustentar su tesis y pasa a analizar las teorías de Weber y Michels, quienes configuran una teoría sobre burocracia y democracia.
Afirman estos pensadores que la burocracia es un factor necesario para crear y mantener el consenso y al mismo tiempo es la fuerza que quebranta la integración. En tal sentido centran su atención en dos aspectos: el cumplimiento y la violación de normas, procedimientos y funciones, ambas contenidas en un aparato burocrático diseñado por la sociedad democrática.
Sostuvieron a partir de la anterior premisa que la estabilidad política era imposible dentro de la comunidad urbana, por lo heterogéneo de la composición cultural de los habitantes de las urbes, por la competencia económica y el interés de lucro. Por lo tanto buscaron proponer un sistema político más estable y más moral, para lo cual dirigieron su foco hacia las condiciones sociales de la sociedad burocrática. En consecuencia el problema era: ¿qué instituciones tienen cabida dentro de una sociedad burocrática?
Tal planteamiento los llevó a investigar las relaciones entre burocracia y democracia. Por su lado Weber consideró que la burocracia como institución era propia de la democracia moderna, sin embargo Michels planteó que tal fenómeno político había que tratarlo con cuidado porque podría generar una oligarquía que pondría en peligro la estabilidad del sistema político en un régimen democrático.
Ambos trataron de demostrar que la sociedad socialista era tan burócrata y oligarca como la capitalista. Esto lo resalta Lipset cuando pasa revista a la sociedad soviética y su crisis de gobernabilidad, precisando como una burocracia en el seno del gobierno soviético creada y mantenida por la oligarquía partidista, enquistada desde los tiempos de Stalin, se había adueñado del poder en la organización y en la nación, llevándola a la ruina económica tal y como señalan los indicadores macroeconómicos.
Sin embargo frente a esta coincidencia en propósitos, tuvieron sus diferencias de intereses, precisa Lipset. Weber muestra especial interés por la burocracia no por el aspecto político, si no como fuente generadora de cambios en las organizaciones y en la sociedad industrializada, pero advertía que ella puede convertirse en una amenaza para la cohesión existente.
Mientras que para Michels, el interés estaba puesto en los factores clave para el mantenimiento de la democracia, dentro de esta preocupación indica que el control que las organizaciones implementan, sea cual fuese el modelo, siempre es una garantía para contener las apetencias de los líderes en el ejercicio del poder.
De la misma manera consideró la apatía de los miembros ordinarios de las organizaciones políticas y sus causas, que al conjugarse con las presiones que ejercen los líderes por mantenerse en el poder, ponen en peligro a la democracia.
Lo anterior explica la discusión política interna en las organizaciones sindicales revisada por Lipset en el capítulo 12 y donde trata de sistematizar las ideas de Michels.
Otro autor considerado por Lipset es Parson (1951) quien considera que la burocracia es para Weber como la lucha de clases es para Marx y la competencia es para Sombartt. Desde esta perspectiva estimó que el mayor problema que tenía el político con su elector, era la ejecución de las leyes; tenía un gran pesimismo en cuanto a los efectos de la burocracia sobre la democracia y la libertad.
Partiendo de la premisa anterior afirma que el socialismo, no es más que la extensión de la autoridad burocrática a la sociedad entera y no precisamente la dictadura del proletariado como originalmente estaba planteada, si no una dictadura burocrática como la instaurada en los países de la órbita comunista.
Para Parson el problema radicaba en ¿cómo mantener libre a una parte de la humanidad del cerco de almas y de dominación burocrática que traía consigo el modelo marxista?
Por este lado Lipset acoge la tesis de Parson y concluye que las teorías de Marx y Tocqueville, así como las de Weber y Michels, son fundamentales para entender la etapa que ha sobrevenido a partir de la segunda mitad del siglo XX, o sea, el declive de las ideologías.
En cuanto a las fallas argumentativas detectadas se pueden acotar las siguientes: No es verdad que las ideologías hallan terminado por el surgimiento de una práctica política en el marco de la democracia, centrada en el bienestar común y no en la lucha de clase o en la burocracia. Lo que pasa es que la dinámica política cambió, por lo tanto los problemas políticos cambiaron, en consecuencia ha surgido una nueva derecha y una nueva izquierda, las cuales están muy lejos de los postulados, principios y valores que sustentaban el accionar de las derechas e izquierdas ortodoxas.
Esta tesis de Lipset es una interpretación equivocada del fenómeno real, por lo tanto de lo que se trata entonces, es de un desplazamiento del área del fenómeno ideológico. En otras palabras, la ideología se enfocaba en el pasado en los fenómenos de Igualdad, Libertad y Democracia y después de la segunda mitad del siglo XX se enfoca en el fenómeno del bienestar como sustrato de la democracia.
No obstante todos los críticos están de acuerdo que la tesis de Lipset es, en sí misma, una ideología moderada debida a que hace una valoración positiva del pragmatismo y del compromiso político, asumiendo como metodología la negociación política en torno de mantener el Estado de bienestar como base de la nueva democracia occidental, en definitiva del status quo.
Pero las observaciones que le hacen los detractores de la teoría de la declinación de las ideologías, es que la teoría ataca las visiones más generales de la política, de igual forma a la ética política. Lo anterior constituye una traba para que la visión general de la política y los ideales ético-políticos trasciendan de lo factico, en otras palabras, la teoría de la declinación de las ideologías parte del fetichismo empírico para sustentar su tesis. De tal manera, no solo constata el hecho de que hay una disminución de las ideologías que imperaban desde finales del siglo XIX hasta la segunda mitad del siglo XX, si no que valora positivamente que esto suceda y además le da la bienvenida.
Por lo tanto, afirman los teóricos que Lipset hace una elección tanto política como ideológica., confirmándose pues que la tesis de ¨la Declinación de las Ideologías¨ es una nueva ideología en sí misma.
Evaluación de la Teoría de la Declinación de las Ideologías de Lipset
Desde el Punto de Vista Empírico.
Usando los criterios del enfoque empirista fielmente representado por Bunge (1999), se tiene el siguiente resultado:
a. Corrección Formal. En cuanto a las fórmulas de la teoría elaborada por Lipset, son todavía imprecisas, quizás es porque el encuadre desde el punto de vista de la teoría política es muy difuso, aunque desde el punto de vista de lo político existe mayor incoherencia, la cual se evidencia cuando concluye que las ideologías se habían extinguido sin estimar los cambios suscitados en la dinámica política, los cuales habían derivado en una nueva izquierda y una nueva derecha que luchaban y luchan por diferenciarse en visión misión y valores, en otras palabras adquirir una nueva concepción del hecho político y el rol del hombre en su configuración frente a la nueva sociedad, una sociedad sustentada por los avances científicos y tecnológicos. Sin embargo, como afirma luego el propio Lipset y mucho de sus seguidores, la teoría es perfectible pues admite sus debilidades como fuente de corrección.
b. Consistencia Interna. En cuanto a la consistencia, la teoría es incompatible, con la teorías políticas clásicas, es decir, con la visión más general de la Economía Política y con la Ética Política, pese a esto se afirma que es compatible con la teoría del interaccionismo social y con la tesis del pragmatismo político, en cuanto a la nueva concepción del sistema democrático: una democracia centrada en el bien común, eje del accionar político.
c. Potencia explicativa y predictiva. Los postulados que Lipset esboza en su teoría, brindan una novedosa apreciación del rumbo ideológico que sustenta al hecho político, a partir del desarrollo relevante de la nueva economía industrial de la postguerra, de la disolución de la URSS y la pérdida de vigencia del comunismo como sistema político, económico y social. Tal aporte hace que su teoría se potencie por más o menos diez años en los sistemas políticos democráticos en el mundo occidental. No obstante, no se vislumbra la transición de la sociedad industrial a la sociedad de la información, a partir del desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información.
d. Representatividad. Lejos de ser un mero cuerpo de construcciones teóricas sobre la vigencia o no de las ideologías, la teoría de Lipset, constituye un fragmento susceptible de visualizar en la realidad, lo cual hizo que otros como Bell, pudieran concebirlo como una imagen verdadera de la realidad política de la nueva modernidad.
e. Poder heurístico. La teoría de declinación de las ideologías, permitió que inmediatamente del Mayo Francés de 1968, cuando en la juventud mundial surgió la necesidad de retomar la ideología para sustentar su inconformidad con los desatinos de la política en las democracias en Occidente. Los teóricos, inclusive el propio Lipset, sienten que se debe revisar la tesis del fin de las ideologías permitiendo descubrir que tal tesis era una nueva ideología y que las clásicas ideologías de izquierda y derecha habían sufrido una disminución temporal, y de lo que se trataba era de una renovación de los postulados de su visión y de su cuerpo doctrinario, lo que sugería cambios en la concepción del hecho político y sus efectos. En consecuencia desde esta perspectiva la teoría de Lipset tuvo y sigue teniendo poder heurístico.
f. Contractibilidad. Lipset a pesar que es un apriorista desde el punto de vista epistemológico, no se permitió escondites sin fundamentación, siempre utilizó la hipótesis ad hoc, o sea inventadas para salvar la teoría en sus discrepancias con la observación. Ha hecho de los datos empíricos un recurso para ajustarse y corregirse tal y como lo revela el propio autor en la última edición de su libro “El Hombre Político”, cuando afirma: “en verdad lo que hubo en las décadas de los cincuenta y sesenta, fue un receso de las ideologías no una desaparición definitiva por lo tanto la disminución de las ideologías no es más que una ideología en sí misma” (Pág. 441)
g. Consistencia de la Imagen del mundo. Al principio la novedosa teoría resultó ser incompatible con la cosmología tradicional (cristiana), era un cambio compatible con la nueva ciencia política, la nueva antropología y la nueva imagen naturalista del mundo. En efecto, aunque al principio la teoría de Lipset era equivalente empíricamente con las teorías de Weber, Torqueville, Parson, Bell y otros, al transcurrir el tiempo se fueron explicitando diferencias empíricas y, desde el primer momento estas teorías fueron equivalentes conceptualmente, evidenciando una sustentación en base a la filosofía y el conflicto.
Desde el punto de vista cualitativo.
Usando los criterios del enfoque cualitativo fielmente representado por Martínez (2007), se tiene el siguiente resultado:
a. Coherencia Interna. Se puede afirmar que la coherencia interna encontrada en la obra de Lipset, es alta ya que todas las partes de la teoría se relacionan bastante bien entre sí. Hay que destacar que hasta finales de la década de los sesenta y a partir de los acontecimientos del Mayo Francés toda la teoría fue cuestionada por la nueva aparición de las ideologías, protagonizando las diferentes controversias que rigieron y subyacen al hecho político.
b. Consistencia externa. Igual que la anterior, la consistencia externa fue máxima hasta 1968 cuando los acontecimientos políticos ocurridos en Francia en mayo de ese año rompen la correspondencia del hecho político que se venía dando hasta ese momento con el nuevo hecho político que estaba operando a partir de la lucha estudiantil en todo el mundo, cuando en vez de aspirar una sociedad democrática, próspera y con beneficios sustantivos para los ciudadanos, surgen propósitos distintos que tienen que ver con la colectivización de la sociedad, la igualdad, la sociedad igualitaria con desprecio a la riqueza y al desarrollo dentro de un contexto de absoluta libertad de pensamiento. Es el tiempo de los neo marxistas, que más tarde se verán abrazando los ideales del socialismo democrático.
c. Comprehensión. La teoría de Lipset tiene un mediano nivel de comprensión debido a que cuando se le compara con otras teorías en igualdad de condiciones, ejemplo Parson, Marx, Webber y otros pensadores, se aprecia que el campo de conocimiento con que se relaciona no es lo suficientemente amplio, por lo tanto se puede calificar el grado de comprensión como medio; ya que se centra con mucha fuerza en el campo de la economía política, dejando la consideración del resto de las disciplinas que sustentan al hecho político muy superficialmente tratado, ejemplo los aportes de la antropología, mediante la práctica cultural.
d. Capacidad Predictiva. La teoría de Lipset tiene una baja capacidad predictiva debido a que no pudo aproximarse a lo que pasaría diez años después de su aparición, si no que por el contrario, dio por sentado que la desaparición de las ideología se iba a consolidar en la medida que el modelo de democracia representativa occidental se consolidara, y que la política seguiría trabajando en función del bienestar y la consolidación de un modelo de desarrollo centrado en el hecho económico. Nunca se planteó el resurgimiento de las ideologías y la lucha de clase como motor de la confrontación política por el poder.
e. Posición Conceptual y Lingüística. En cuanto a este aspecto se puede apreciar una unidad conceptual máxima, es decir, el universo del discurso está definido y sus predicados son semánticamente homogéneos y conexos, no se aprecia vaguedad en los conceptos y mucho menos ambigüedades.
f. Originalidad. Lipset tiene la virtud de haber construido una teoría que lejos de haberse concentrado en condensar lo sabido hasta la época, pasó a formular un nuevo objeto de estudio que obligó a pensar distinto sobre la vigencia o no de las ideologías en el hecho político y en los actores involucrados en él; esto trajo como consecuencia la formulación de diferentes problemas que permitieron buscar nuevas clases de relaciones y condicionamientos en el estudio de las ideologías y el hombre en ejercicio del poder o en busca del mismo. Por lo anterior se puede afirmar que la originalidad en la tesis de Lipset es máxima.
g. La Capacidad unificadora. Lipset en su teoría logró reunir dominios cognitivos que permanecían aislados cuando asumió resolver el problema básico de su tesis ¨La declinación de las Ideologías y sus causas¨. Aconteciendo que en esa dirección permitió reunir dominios cognitivos como la comprensión, aplicación y el análisis del sustrato ideológico del hombre político, actuando de conformidad con una nueva exigencia en la lucha política después de la II Guerra Mundial, el bienestar común condición que orientó el quehacer político, durante las décadas de los cincuenta y buena parte de los sesenta, imprimiéndole un enfoque economicista a la política, dejando atrás el viejo motivo de la lucha política (la lucha de clases). Lo que los socialdemócratas no tardaron en denominar la ideología del dinero operando en el campo político. (Amoletto, 2007). No obstante se puede afirmar que la capacidad unificadora de Lipset fue máxima.
h. Simplicidad y Parsimonia. En cuanto a la simplicidad y parsimonia en la teoría de la declinación de las ideologías de Lipset, se puede decir que es de grado medio, pues ha logrado entrabar la visión general de la política y de la ética política, la deriva hacia lo fáctico.
i. Potencia Heurística. Igual que el enfoque empírico, en el enfoque cualitativo se considera la capacidad heurística de la teoría como de grado alto y tal como se afirmó en el análisis del poder heurístico realizado desde el punto de vista empírico. Después del Mayo Francés en 1968, la teoría de Lipset tuvo y sigue teniendo un poder heurístico importante, pues el proceso de revisión permanente que se aprecia en sus recientes ediciones de sus texto “El Hombre Político” han demostrando que Lipset y sus seguidores están adecuando sus teorías a los nuevos tiempos. Ya no hablan de declinación ideológica, hablan de trasformaciones temporales de las ideologías, que hacen que en determinados momentos entre en recesos, se renueven otra vez y que aparezcan con nuevos elementos que enriquecen, la investigación en este campo de la ciencia política.
j. Aplicabilidad Práctica. En cuanto a la aplicación de la teoría se puede decir que esta logró y logra todavía un alto grado de aplicabilidad. Ella parece lo indicado para sustentar el hecho político, cuando las crisis políticas se derivan de las económicas. Así se apreció en la época de la postguerra, después de la crisis económica de los setenta y, en estos momentos, en la crisis económica de principio del siglo XXI. Todo por el enfoque pragmático que la teoría ofrece, en el sentido que promueve una democracia de ciudadanos y un modelo de desarrollo cuyo objetivo fundamental es el bienestar común.
k. Contractibilidad. Como se afirmó en el enfoque empírico que evaluó este aspecto, en la teoría de Lipset los axiomas, postulados y derivados son susceptibles de un examen crítico; cuestión que fue probada por el mismo Lipset, cuando después del Mayo Francés revisó su teoría constatando que las ideologías solo habían tomado un receso y no habían desaparecido y que la disminución de su presencia en la política constituía una ideología más en la política. Por lo tanto el grado de contractibilidad es alto.
l. Expresión Estética. La proposición teórica de Lipset, en cuanto a estética, tiene un grado mediano, ya que como afirman sus críticos ella es una ideología moderada y, como ideología moderada, sus aproximaciones a lo que podría asumirse como una verdad en ciencia política, hoy se puede afirmar que su teoría puede intentar ser un indicio importante hacia lo que el autor y sus seguidores, consideran su verdad: que hay correspondencia con los hechos, lo cuales pueden constituir una dificultad temporal.
Conclusiones
Esta teoría presenta un significado particular, ya que contrapone lo ideológico a lo pragmático asociándolo a aspectos como lo doctrinario, lo dogmático, lo apasionado, la intolerancia y otros características de los valores occidentales que tienen una fuerte carga negativa desde lo ideológico.
La teoría brindó para las décadas de los cincuenta y mitad de los sesenta, una nueva visión de la política desde la perspectiva ideológica, cuando basado en el desarrollo económico occidental, el deshielo soviético y el abandono de la quimera del comunismo en Occidente, Lipset y otros pensadores plantean el fin de las ideologías, asumiendo la tesis como un fenómeno irreversible, aunque más adelante, al final de los sesenta con los acontecimientos del Mayo Francés se descubriera que se trataba de una variación temporal.
En cuanto a la evaluación de la teoría se puede afirmar que esta se considera una propuesta teórica a la ciencia política de alto valor, debido a los significativos aportes desde la perspectiva ideológica en la consecución de un modelo político que permita una nueva gerencia del Estado Democrático. Asimismo desde la perspectiva científica, brinda nuevos espacios, para encontrar causas y correlaciones entre las variables que están asociadas al hecho político y a lo ideológico.
Sin embargo lo significativo fue que abrió una puerta para la discusión sobre cuál sería el sustrato ideológico en una sociedad económicamente desarrollada y con un bienestar propio de un mundo industrialmente desarrollado y comunicacionalmente conectado.
Bibliografía.
Lipset, S. (1987) El Hombre Político. Editorial Tecnos, S.A., Madrid España. Págs. 458.
Amoletto, E. (2007) Curso de Teoría Política, Edición electrónica gratuita. Texto completo en www.eumed.net/libros72007b7300/.
Pérez, C. (2008)” Fetichismo del Dato” en Ciencias Políticas. Edición electrónica gratuita. Texto completo en http://chicobilly.blogspot.com.
Bunge, M. (1999) La investigación Científica. Editada por Seix y Barral Hnos. S.A. 9ª edición. Barcelona – España.
Martínez, M. (2008) Evaluación Cualitativa de Programas. Editorial Trilla. Distrito Federal- México.
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