Ibaniet Castilla Fernández RESUMEN:
En el artículo se aborda el tema de la importancia de la formación de
competencias investigativas en los trabajadores sociales que intervienen en el
sistema de prevención social comunitaria. Se realiza una aproximación teórica al
término competencia en sentido general, particularizándose en las competencias
investigativas propias de la labor que realizan los trabajadores sociales.
PALABRAS CLAVES: Formación, competencias investigativas, trabajadores sociales y
prevención social.
ibaniet@fch.suss.co.cu
La formación de competencias investigativas constituye una prioridad formativa para cualquier egresado, pero las que deben revelarse en los trabajadores sociales poseen rasgos distintivos, dados los objetivos y el encargo social de estos profesionales.
En septiembre del año 2000 se inicia en Cuba el programa de formación emergente de trabajadores sociales, como parte de la ejecución de un gran grupo de programas sociales coordinados por la Unión de Jóvenes Comunistas, los cuales estaban encaminados a brindar alternativas de educación superior y empleo a jóvenes desvinculados, y a la vez dar respuesta a la acumulación de una serie de problemas sociales que se fueron incrementando con la crisis económica de nuestro país en los años 90.
Inicialmente la primera Escuela de Formación de Trabajadores Sociales (EFTS) fue creada en la Ciudad de La Habana, experiencia que posteriormente se extiende a la zona Central y Oriental del país (Villa Clara, Santiago de Cuba y Holguín en el 2001). Los principales objetivos de las EFTS pueden ser resumidos en cuatro grandes grupos:
1. Contribuir a la formación de jóvenes a través del conocimiento y habilidades específicas; dotándolos de una preparación metodológica y técnica que los capacitara para el ejercicio de actividades propias del Trabajo Social.
2. Posibilitar la continuación de estudios y formación de los jóvenes egresados de estas escuelas.
3. Responder a la acumulada demanda de empleo por parte de este sector poblacional.
4. Utilizar esta nueva fuerza laboral para vincularla a proyectos de transformación en las distintas esferas de la vida social y para brindar una atención directa a personas, familias y colectivos con necesidades sociales asociadas a las distintas situaciones de desventaja social.
El trabajo social, como objeto de formación de este programa emergente, se refiere al ámbito de acción de profesionales que contribuyen a investigar, diagnosticar, asesorar, orientar, capacitar, e intervenir en favor de personas o comunidades en su acceso a los servicios de asistencia social o políticas sociales. De ese modo los trabajadores sociales llevan a vías de hecho labores como: gestionar, rehabilitar, coordinar y reinsertar a las personas o comunidades que presentan carencias o problemas en su calidad de vida. Estas carencias pueden ser de carácter sectorial en el acceso a prestaciones de salud, pensiones, educación, vivienda, económicas, etc. o más generales que los ponen en una situación de riesgo social. Para ello reciben una formación del campo de conocimiento de las ciencias sociales, así también se forman para aplicar convenientemente, tanto los métodos teóricos como empíricos que se utilizan en las distintas etapas de la investigación.
Alayon1 ha referido que el trabajo social es una profesión de las ciencias sociales, que promueve el bienestar, protección y promoción de los derechos sociales de las personas, fundados en el respeto de la individualidad, su autodeterminación, integralidad, dignidad, e interrelación con otros sistemas sociales, con los cuales desarrolla un proceso de intervención social holístico, para promover su inclusión social.
El trabajo social en sus distintas expresiones se dirige a las múltiples y complejas relaciones entre las personas y sus ambientes. Su misión es facilitar que todas las personas desarrollen plenamente sus potencialidades, enriquezcan sus vidas y prevenir las disfunciones. El trabajo social profesional está enfocado a la solución de problemas y al cambio. Por ello, los trabajadores sociales son agentes de cambio en la sociedad y en la vida de las personas, familias y comunidades para las que trabajan. Ello impone la aplicación de habilidades de naturaleza investigativa.
Como se puede apreciar los modos de actuación del profesional del trabajo social es muy diverso, en la medida que es capaz de intervenir en múltiples esferas de la vida social. Entre estas esferas ocupa un papel trascendental su labor en el sistema de prevención social comunitaria. La práctica ha demostrado que no existe barrera – prevención- investigación.
Existen diversas posiciones ante el concepto de prevención y su clasificación, en dependencia, no sólo de la ciencia social desde la cual se construye, sino también en correspondencia con los presupuestos teóricos que asuman los autores. Desde cualquier concepción que se asuma su desarrollo se presupone la puesta en práctica de las herramientas de la investigación.
Desde la sociología, el trabajo social, la psicología social y la pedagogía abundan más las experiencias referidas a lo comunitario desde una óptica no centrada en la prevención de la delincuencia. La búsqueda bibliográfica sobre este particular apunta a la conformación del concepto de prevención social como un proceso que se elabora conscientemente desde la política social y cuyo desarrollo comporta el compromiso de accionar transformadoramente sobre la realidad.
Sóñora2 plantea al respecto que los objetivos de este proceso consciente están concebidos con el fin de garantizar la reproducción efectiva de las relaciones sociales estables y armónicas en la sociedad de que se trate, permitiendo con ello la cohesión y la integración de los proyectos individuales a los colectivos, con el fin último de articular el desarrollo social y económico sobre un consenso sociopolítico.
Soñora también esboza que como actividad social regida por la política social y criminal del Estado en función de proteger los valores e intereses fundamentales de la sociedad, el término de prevención social cobra significado como una función social de toda intervención comunitaria, se trate de la esfera de la educación, la salud, la cultura o la criminalidad, y su contenido lo determinarán los problemas concretos a identificar y revertir en cada comunidad en particular.
Se define entonces a la prevención social comunitaria como un proceso sociocultural y educativo dirigido a garantizar la reproducción efectiva de relaciones sociales estables y armónicas, la reducción de la vulnerabilidad social y la evitación de problemas sociales criminógenos a partir de la organización, preparación y participación de la propia comunidad en la transformación de su realidad teniendo en cuenta sus recursos y potencialidades.3
Tal concepción de esta categoría supone:
- Un enfoque multidisciplinario, integral y sistémico de la prevención.
- La consideración de varias instancias.
- El carácter predominante educativo y sociocultural de las acciones.
- La formación de valores como una clave del éxito del trabajo preventivo.
- La conjugación de los intereses más generales de la sociedad con los específicos de determinados grupos sociales, enfocando a la comunidad como un todo a la vez que focaliza las acciones preventivas en los sectores poblacionales más vulnerables.
- La concepción de la comunidad como parte de un sistema social mayor con el cual se interrelaciona e interactúa.
- La búsqueda de consensos representativos que legitimen las normas sociales establecidas.
Estos elementos permiten sintetizar que desde el plano epistemológico la prevención es concebida como un tipo de actividad social enfocada sistemáticamente, una institución social reguladora del sistema de relaciones sociales, una función social orientada a contribuir con la organicidad y viabilidad del sistema; y un proceso ideológico de formación, conservación y promoción de valores socialmente aceptados.
Los niveles de prevención desde la perspectiva del trabajo social, pueden ser identificados como:
• Nivel societal: Nos remite a toda la sociedad como contexto global, como organización social mayor; a procesos y fenómenos macro sociales, es decir, a la prevención social general dirigida a toda la sociedad.
• Nivel comunitario: Constituye un nivel social intermedio entre lo grupal y lo macro social. Se refiere a las relaciones sociales que constituyen la red social más próxima a la persona, al interior de la cual los procesos psicosociales influyen directamente.
• Nivel grupal: Aquel dirigido a determinados grupos sociales, como los jóvenes, los niños, las mujeres, los estudiantes, entre otros.
• Nivel individual: Sistema estable de contenidos y funciones psicológicas que caracterizan la expresión integral del individuo.
A estos niveles se puede añadir otro, el nivel meta social, estrechamente relacionado con el fenómeno de la globalización, característica del mundo de hoy, y que hace alusión a la influencia de determinados fenómenos sociales, económicos, políticos, ideológicos y culturales más allá de las fronteras nacionales, es decir, a los problemas globales de la contemporaneidad, que pasan por la globalización neoliberal y relacionan la delincuencia con el desarrollo, la pobreza, la exclusión.4 La prevención social comunitaria es un concepto genérico que incluye, entre otros problemas sociales, la prevención del delito, que requiere de toda intervención social. Al diseñar el trabajo de prevención se deben considerar los niveles antes mencionados como un sistema y la eficacia de la prevención dependerán, en alguna medida, de la incorporación de cada uno de ellos a un sistema general.
En cada comunidad específica encontramos grupos, familias, individuos diversos, siendo así que estos niveles están interrelacionados y mediatizados, tanto por las particularidades físicas, urbanísticas, ambientales, sociales y culturales propias del desarrollo alcanzado por la sociedad, como por la propia comunidad. Es por esto que el sistema de acciones preventivas no debe circunscribirse únicamente al individuo, sino que además debe extenderse a las relaciones sociales que este establece con su entorno más inmediato (familiar, grupo escolar y/o laboral, grupo de amigos), debe considerar el contexto macro social, la política social y criminal existentes en la sociedad concreta de que se trate, pues si se limita solo a individuos concretos, se perderán las posibilidades perspectivas y transformadoras de la prevención en el amplio, diverso y complejo campo de las relaciones sociales.
En el ámbito de la prevención social comunitaria juega un papel fundamental la labor del trabajador social en cuanto son profesionales que se dedican a conseguir el bienestar y la autorrealización de los seres humanos; al desarrollo y utilización correcta de los conocimientos respecto al comportamiento humano y social; a la utilización racional de los recursos necesarios para atender las aspiraciones y necesidades de los individuos y grupos, nacionales e internacionales; y a la consecución de la justicia social.
Para ello los trabajadores sociales deben utilizar una serie de técnicas, que le permitan diagnosticar los problemas sociales existentes, proponer procesos de intervención social, ejecutar y evaluar los procesos sociales con las familias, grupos y comunidades, en la resolución de esos conflictos sociales que pueden ser escolares, laborales, conyugales, filiales, relacionales, entre otros. La solución anticipada que requiere el trabajo de prevención es otra expresión de la necesidad del desarrollo de las competencias investigativas en los trabajadores sociales, quienes son los principales gestores de este proceso.
Promover el desarrollo del Trabajo Social significa en primera instancia potenciar una actividad dirigida al logro de una cultura y emancipación en cada uno de los sujetos sociales; crear mecanismos de creciente participación de la población para el control de los servicios y la exigencia de sus derechos ciudadanos; promover una crítica comprometida dirigida al mejoramiento de la vida colectiva, la calidad de los servicios, fundamentada en la investigación, de manera que contribuya a una efectiva toma de decisiones en correspondencia con las necesidades e intereses de la población que se atiende. Para ello resulta imprescindible contar con un trabajador social competente, con sólidos conocimientos teóricos, y un horizonte ético político establecido.
De acuerdo a lo dicho anteriormente la formación profesional de estos deberá articularse de forma más armónica con la práctica, y esta última deberá abandonar paulatinamente su carácter asistencialista tradicional para proyectarse hacia la potenciación de la investigación.
Todo lo cual puede lograrse a partir del hecho de que una vez egresados de las Escuelas de Formación de trabajadores sociales se les otorga los títulos de Trabajador Social y Bachiller en Humanidades, para continuar estudios en las Sedes Universitarias Municipales (SUM), como trabajadores-estudiantes, en las carreras de Ciencias Sociales o Humanidades, tales como Derecho, Estudios Socioculturales, Psicología y Comunicación Social.
El proceso de formación de profesionales en la actualidad exige de una conducción que considere como requisito esencial su carácter contextualizado, un enfoque sistémico y dinámico, así como valorar como componente curricular rector, los problemas profesionales que deben ser resueltos por el futuro egresado. Esta realidad impone un reto a profesores y estudiantes pues la asimilación de los contenidos por el que aprende debe desarrollar las competencias necesarias que permitan el desempeño esperado en la solución de los problemas que afrontará en su profesión.
L. S. Vigotski, Psicólogo ruso, cuya teoría del desarrollo histórico cultural sustenta la Pedagogía cubana, plantea la importancia de reconocer de la “zona de desarrollo actual” y la “zona de desarrollo próximo”, para el desarrollo de la personalidad; esto es determinante en el desarrollo de las competencias laborales: diagnosticar “estado real” para alcanzar “estado requerido” y así ir cubriendo la brecha de conocimientos.
El Ministro de Trabajo en el II Seminario-Taller de Recursos Humanos (2006) expuso que las competencias como comportamiento muestran los mejores trabajadores en el éxito del desempeño y plantea como premisa que la dirección administrativa debe tener interés y decisión de aplicar este sistema de gestión así como que debe existir un clima laboral armónico, creativo y disposición para asimilarla.
Minerva Nogueiras Sotolongo y Natacha Rivera Michelena analizan que en la Psicología General, el concepto competencia contiene desde el punto de vista teórico lo relacionado con la formación y desarrollo de capacidades humanas, al entenderlas como particularidades psicológicas individuales de la personalidad, que son condiciones para realizar con éxito una actividad dada y revelan las diferencias en el dominio de los conocimientos, habilidades y hábitos necesarios para ello; es decir que el ser humano tiene la potencialidad de combinar características psicológicas de su personalidad, como condición necesaria para el logro de altos resultados profesionales.
La valoración de estos postulados precisa que las competencias poseen un fuerte fundamento teórico-psicológico, a partir del enfoque sistémico de la categoría personalidad, que implica su concepción integral, es decir que su desarrollo tiene lugar en la interacción de los procesos cognitivos y afectivos, lo que significa que toda adquisición psicológica es un proceso que involucra la motivación, y la adquisición de competencias no es ajena a este fundamento.
Las competencias se revelan sólo en la actividad. En esta arista se expresa con claridad la interacción de las competencias y el desempeño como expresión externa, concreta, de la integración de los procesos cognitivos-afectivos y relativos en la solución de problemas. Los tiempos de cambio exigen nuevas capacidades, nuevas competencias, sobre todo la capacidad de aprender a aprender, de saber convivir e interactuar con los demás, de aprender a ser, a hacer y a emprender.
Las competencias profesionales definen el ejercicio eficaz de las capacidades que permiten el desempeño de una ocupación, respecto a los niveles requeridos en el empleo. "Es algo más que el conocimiento técnico que hace referencia al saber y al saber-hacer". El concepto de competencia engloba no sólo las capacidades requeridas para el ejercicio de una actividad profesional, sino también un conjunto de comportamientos, facultad de análisis, toma de decisiones, transmisión de información, etc., considerados necesarios para el pleno desempeño de la ocupación".5
La Educación Basada en Competencias es un enfoque metodológico muy utilizado en la educación para el trabajo. Es en Inglaterra, Canadá y EEUU, donde ha adquirido mayor relevancia, al asumir el sector empresarial un rol fundamental en la definición, análisis y evaluación de las competencias laborales, vinculándose empresa – institución educativa o de formación.
Desde la perspectiva de organizaciones internacionales como la UNESCO (1996) y el Convenio Andrés Bello en el ámbito de desarrollo educativo (1997) la Educación Basada en Competencias debe dirigirse hacia la experimentación de nuevas estrategias, métodos y sistemas pedagógicos, colocando en su centro de atención: la formación de la capacidad permanente y creativa de aprender; el desarrollo de actitudes indagatorias y críticas; el dominio del método científico; y la capacidad de solución de problemas, acompañados del cultivo de valores éticos y sociales como parte integrante del humanismo moderno.
Para que una persona sea competente en determinada ocupación, oficio o profesión debe poseer determinados conocimientos y desarrollar un conjunto de capacidades que le permitan cumplir con eficacia las tareas y funciones de su quehacer laboral. La Educación Basada en Competencias se construye a partir de tareas y funciones eficientemente desempeñadas en un trabajo, determinadas por trabajadores competentes en su ocupación y fundamenta la evaluación con criterios establecidos en desempeños concretos que los estudiantes y/o profesionales tendrán que demostrar. Este enfoque tiene sus respuestas basadas en los Cuatro Pilares de la Educación, plasmados en el Informe Delors: “La Educación encierra un Tesoro” Ser, Hacer, Conocer, Convivir y Emprender.
Dentro de la estructura curricular del proceso educativo los Pilares deben presentarse equilibradamente, de manera que ofrezcan una experiencia global que dure toda la vida, sobre todo en los planos cognitivo, emocional y práctico. Comenzando por aquella que se debe adquirir y desarrollar en el aspecto personal, aprender a ser, se convierte así en un principio de la educación “... que debe contribuir al desarrollo global de la persona cuerpo, mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual y espiritualidad”, la experiencia de aprender a conocer al otro y al mundo a través “....del placer de comprender, de conocer y descubrir el aprendizaje debería, permitir a un número cada vez mayor de adultos apreciar las bondades del conocimiento y de la investigación”; esto llevara al individuo aprender a hacer aquello que beneficie su desarrollo personal y profesional para ofrecerlo a la comunidad y grupo social en el cual está inserto.
Conocer y Hacer están estrechamente vinculadas a la formación profesional y al mercado de trabajo, lo cual lleva “...al aprendizaje a evolucionar, simplemente ya no se trata de preparar a alguien para una tarea simple y definida...”, sin desestimar el valor que esta posee; la formación será de manera integral y para la vida. El comportamiento social, la capacidad de iniciativa son cualidades que le confiere una connotación relacional a las competencias; “... lleva al individuo a Aprender a Convivir, como vinculo que establece el sujeto con el objeto, en su concepción más amplia hacia la socialización del desempeño. Este aprendizaje es un principio de la educación para la paz y la no-violencia, en consecuencia el individuo que se forma en este saber lo lleva a aprender a convivir”. Estas cualidades se acompañan con competencias referidas a la capacidad de trabajar en equipo, de comunicarse efectivamente, de poder afrontar riesgos y solucionar conflictos; dentro de un clima de negociación.
Las competencias en general y las investigativas en particular, están determinadas por el contexto de desempeño profesional, no obstante requiere de las instituciones educativas, de los formadores y del currículo. La formación de competencias investigativas para perfeccionar el trabajo preventivo comunitario en los trabajadores sociales que se forman en las SUM, adquiere importancia cuando se evidencia los crecientes proyectos y programas de participación comunitaria que se gestan en nuestro país. La investigación orientada a la prevención social comunitaria debe tener como finalidad, entre otras, la de aportar información que guie la toma de decisiones y los procesos de cambio en las comunidades donde se desempeñen los trabajadores sociales.
De lo anterior se desprende que desde el proceso formativo se pueden desarrollar competencias investigativas que le permitirán al trabajador social prepararse permanentemente para investigar su realidad como parte de su desempeño profesional en las comunidades. Estas competencias se convertirán en una de las herramientas básicas para alcanzar éxito en la labor de prevención social comunitaria que estos realizan; Además de que contribuirá a su auto-perfeccionamiento, a elevar su prestigio y a ser un mejor profesional.
NOTAS Y REFERENCIAS
1. Alayon, Norberto: El surgimiento del trabajo social. En Selección de lecturas sobre Trabajo Social comunitario. Curso de formación de trabajadores sociales.
2. Soñora Cabaleiro, Marisol: Prevención Social, en Criminología. Colectivo de Autores. Editorial Félix Varela. 2004.
3. Idem, p. 177.
4. Navarrete, Caridad: “La prevención de las transgresiones violentas en adolescentes”. Ponencia al Congreso Pedagogía 99, La Habana, 1999.
5. Zayas Agüero, Pedro Manuel: “Las competencias como principal manifestación de la interrelación hombre- trabajo”, tomado del sitio: www.monografias.com/tabajos15/fundamento-ontológico/fundamento-ontológico.shtml
BIBLIOGRAFIA
Abreu Hernández y Arias Sánchez: Diferentes aristas del término competencias. Ponencia al Evento Científico Internacional Sociedad Turismo y Desarrollo Humano. Sancti Spiritus, 2008.
Alayon, Norberto: El surgimiento del trabajo social. En Selección de lecturas sobre Trabajo Social Comunitario. Curso de Formación de Trabajadores Sociales.
Beltrán Correa, Nayleet: Estudio basado en las experiencias de los participantes en la Fase de Ejecución de Proyecto Educativo. Disponible en: http:// www.ilustrados.com/publicaciones/EEuZkpyAypWaWBKBJK.php#. ( 24 de Febrero del 2008)
Gómez Cardoso y Núñez Rodríguez: Trabajo Social. Disponible en: www.monografias.com, 27 de enero del 2009.
Navarrete, Caridad: “La prevención de las transgresiones violentas en adolescentes”. Ponencia al Congreso Pedagogía 99, La Habana, 1999.
Rodríguez Mena García, Mario: “Formación reflexiva- creativa de competencias investigativas en los docentes”. Disponible en: http:/www.clacso.edu.ar (24 de marzo del 2008)
Sonora Cabaleiro, Marisol: Prevención Social, en Colectivo de Autores: Criminología. Editorial Félix Varela, La Habana, 2004.
Tejada Fernández, José: “Acerca de las competencias profesionales”. Disponible en: http:Dewey.uab.es/pmarques/dioe/competencias.pdf
Zayas Agüero, Pedro Manuel: Las competencias como principal manifestación de la interrelación hombre-trabajo. Disponible en: www.monografias.com.
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